jueves, 24 de junio de 2021

 

El cultivo de remolacha en la vega del Tajuña y la azucarera (II)

La instalación de la fábrica de La Poveda alentó las nuevas plantaciones

En los años previos al momento económico que propició el crecimiento exponencial de las fábricas de azúcar instaladas en territorio nacional, iniciado como ya vimos en la anterior entrega a raíz de la pérdida de los territorios de Cuba y Puerto Rico, el cultivo de remolacha en los municipios aledaños al río Tajuña en la provincia de Madrid era meramente testimonial, ligado al consumo del ganado de labor y tan reducido y escaso que prácticamente no aparecía en las estadísticas agrarias de los años finales del siglo XIX.

En un trabajo emblemático sobre la agricultura en la provincia madrileña Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid, obra de Eduardo Abela y Carlos A. de Castro, se afirmaba que (…) en cuanto a las raíces alimenticias, tan frecuentemente asociadas con el cultivo anterior [de huerta], en las estadísticas no aparecen notas más que del producto de patatas, asegurándosenos que es sumamente escaso el cultivo de remolachas, zanahorias, etc (…).

Este texto confirma que la remolacha, en estos años de finales de siglo, estaba lejos de significar un cultivo con peso en la vega del Tajuña por lo que la instalación de la fábrica de la Azucarera Madrileña fue determinante en el auge del mismo: la azucarera de La Poveda había generado una demanda que los agricultores ribereños del Tajuña no dudaron en atender. Podría afirmarse que el cultivo remolachero era inviable sin la azucarera y, por supuesto, que la fábrica de Azucarera Madrileña tampoco era posible sin el trabajo de los agricultores de la comarca. Y como nexo de unión de ambos intereses: el Ferrocarril del Tajuña.

En este sentido, resulta significativo el contenido de una publicación muy atenta a las iniciativas industriales que surgían en España en torno al año 1900, la Revista ilustrada de Banca, Ferrocarriles, Industria y Seguros, que analizaba en sus páginas el papel fundamental que tenían en el proyecto azucarero los agricultores que vivían y trabajaban en el entorno de la fábrica argandeña:

(…) Cuenta La Azucarera Madrileña para el desarrollo de la fabricación que va a emprender, con el valioso elemento que representa el concurso que han de prestarla todos los propietarios y agricultores de las cuencas de los ríos Tajuña y Jarama, convencidos de la utilidad que más inmediatamente para ellos ha de reportar, por cuanto está dispuesta a prestarles semilla de remolacha y el abono indispensable para la mayor abundancia y mejor calidad de la producción, a más de instruirles acerca de su cultivo y establecer en su favor, si es preciso, un Banco Agrícola, en el que por un módico interés puedan hallar el capital necesario en épocas de apuro, aparte de que con ella tienen segura la venta del producto de sus labores de todo el año.

(…) Tal resultado nos evita hacer cálculos en demostración de cuan útil y ventajosa para esta comarca es la implantación de esta industria, pues a nadie se oculta que el número de obreros cuyas familias han de obtener la subsistencia en esa fábrica, y el de agricultores que en ella han de hallar segura colocación de sus productos es incalculable, así como tampoco ofrece duda que la línea férrea de Madrid a Arganda cobrará nueva vida con el continuo transporte de mercancías, y que, por consiguiente, este nuevo elemento de vida para el país constituye un gran paso hacia el mejoramiento de su situación económica (…).

El texto periodístico resume acertadamente las líneas maestras que marcaron la llegada de la empresa azucarera a la comarca y lo que significó su instalación para las vegas del Tajuña y del Jarama, aunque a nosotros, lógicamente nos importa especialmente el impacto en las localidades de la primera de ellas: venta garantizada de la producción de remolacha a la empresa azucarera, aportación y adelanto a los agricultores de la semilla y abonos necesarios para el laboreo, formación en las prácticas agrícolas más apropiadas para mejorar la producción y la disponibilidad en todos los pueblos, conforme avanzaba el siglo XX, de las estaciones del ferrocarril para trasladar la cosecha anual a La Poveda.

Mejora de las técnicas de cultivo de la remolacha

Como ya se ha señalado, la experiencia de los agricultores de la vega del Tajuña en el cultivo de la remolacha era escasa y limitada a la siembra de pequeñas parcelas para el cultivo de remolacha forrajera destinada, sobre todo, a la alimentación del ganado de labor. Estas prácticas, desde luego, difícilmente podían competir en productividad con otras zonas agrícolas españolas –especialmente Andalucía y más concretamente la provincia de Granada- por lo que fue necesario afrontar desde la propia empresa azucarera una política de formación de los agricultores en el nuevo cultivo y, también y no menos importante, en la practica de poner a disposición de estos mejores semillas y mejores abonos para aumentar la producción en las tierras regadas por el Tajuña y el Jarama.

En esta labor de formación y asesoramiento de los agricultores dedicados a la remolacha azucarera jugó un papel destacado Guillermo Quintanilla, director de cultivos de la empresa azucarera de La Poveda y, como tal, responsable de las extensas fincas situadas en las riberas del Jarama e incluso del Manzanares. Este investigador agrícola, nacido en Puerto Rico en 1867, se trasladó a España al independizarse la isla y comenzó una intensa labor profesional y docente en las vegas y en la Escuela de Ingenieros Agrónomos de Madrid, donde ejerció como catedrático de Química Agrícola. Su labor investigadora, realizada sobre todo en el centro especializado de la Estación Agronómica de Moncloa, se centró en los cultivos oleícolas y en los de la remolacha azucarera.

Alrededor de esta planta industrial desarrolló gran parte de su carrera durante los diez años que ejerció como director técnico de los cultivos en las tierras dependientes de la Azucarera Madrileña *. Preocupado por cooperar con los agricultores remolacheros, también los de la comarca de la Vega del Tajuña, Quintanilla fue autor de un sencillo texto de carácter teórico-practico destinado a estos labradores, Instrucciones para el cultivo de la remolacha azucarera en regadío, publicado y reeditado en sucesivas ocasiones por la propia empresa y por el Ministerio de Fomento de la época.

Esta publicación resume, en escasamente 16 páginas, las nociones básicas sobre la remolacha, las labores que exige a los agricultores y sencillas normas para la siembra, el cultivo y la recolección de la planta. Quintanilla, entre las ideas que expone en su trabajo, también anima a los agricultores a destinar parte de sus tierras a este cultivo que, no hay que olvidarlo, era básico para el funcionamiento de la empresa que le había contratado para trabajar en la comarca. Destacamos, y reiteramos también que Quintanilla pertenecía a la nómina de Azucarera Madrileña:

  • La remolacha azucarera lleva la prosperidad donde se cultiva.

  • El precio es conocido de antemano.

  • Valor de la rastrojera y de las hojas y cuellos de la raíz para el ganado.

  • (…) el cultivo de la remolacha (…) acostumbra a los cultivadores al cuidado de las tierras, al uso de los abonos, al de nuevos útiles y máquinas, a las labores profundas y superficiales, guardando cierta relación muy instructiva para el que trabaja la tierra.

  • Para terminar, la remolacha azucarera regulariza, por la época en que se cultiva, el empleo de los brazos, pues invierte jornales cuando los otros cultivos no los emplean, con lo cual la Agricultura comarcana se beneficia grandemente, por quedar libre de la influencia de emigración de obreros que no encuentran medios de subsistencia.

  • La tierra no conviene que sean excesivamente calizas ni arcillosas.

  • La planta es resistente a la helada y al granizo.

  • En esta comarca, y en los tiempos actuales, si se trata de tierras fértiles y se dispone de abonos, la mejor alternativa es la del trigo remolacha, que no puede ser más sencilla: un año, trigo; al siguiente, remolacha; al otro, trigo, y así sucesivamente. En determinadas circunstancias, puede ser trigo-remolacha, cebada-remolacha.

     

    Cartilla editada por el Ministerio de Fomento para formar a los agricultores remolacheros

Todas estas medidas y consejos no dejaban de ser una especie de hoja de ruta para conseguir aumentar la productividad hectárea/tonelada en las tierras regadas por el Jarama y el Tajuña. En otra publicación, en la que también participó el propio Quintanilla, se hacia hincapié en el aumento experimentado en la productividad de los cultivos remolacheros que surtían a la fabrica argandeña, al pasar de las 30 toneladas/hectárea de los primeros años de siglo a las 40 toneladas/hectárea del año 1911, fecha en que apareció la publicación a la que nos referimos Memoria sobre la remolacha azucarera que publicó el Instituto Agrícola Alfonso XII del Ministerio de Fomento.

En la memoria también se trataba un tema impotante como las semillas, la distancia entre plantas o los abonos utilizados para favorecer el aumento de las cosechas. Estos tres últimos aspectos, (semillas, abonos y distancia entre plantas) eran fundamentales para los técnicos y sus características siempre aparecían en los contratos agricultores/azucarera que marcaban las relaciones entre ambas partes -que trataremos más adelante- y que no dejaron de ser fuente de conflicto durante los setenta años que se mantuvo el cultivo de remolacha azucarera en la comarca de la vega del Tajuña.

El denominador común de estas publicaciones, tan relacionado con el cultivo remolachero, es su afán divulgador y su interés en fijar detenidamente todo el ciclo de cultivo de la remolacha y así servir de guía a los agricultores que firmaban los contratos con la azucarera. En concreto, en la primera de las obras de Guillermo Quintanilla citadas, Instrucciones para el cultivo de la remolacha azucarera en regadío, se marca este calendario de trabajo que exigía la remolacha desde la preparación del terreno previa a la siembra hasta la recolección.

Resumidas, estas eran las labores de todo el ciclo de la planta del nuevo cultivo. Esta relación demuestra, que tal como afirmaba el ingeniero, la remolacha exigía, y ofrecía, gran número de jornales, sobre todo si tenemos en cuenta que era un cultivo mínimamente mecanizado en unas parcelas de escasa extensión y poco favorables al uso de maquinaria.

Preparación del terreno: primera labor para remover la tierra y permitir que penetre en la tierra las lluvias otoñales. Se podía añadir una segunda labor cruzada para evitar la desecación del terreno.

Labores de otoño: primera labor profunda y paso de rastra para deshacer los terrones y una segunda labor menos profunda seguida, si es necesario, de un pase de grada.

Siembra: era conveniente buscar fechas en las que se prevea que a continuación de la siembra se produjeran lluvias. En esta comarca -según Quintanilla-, debe sembrarse entre mediados de febrero y fin de marzo; cuanto más temprano (dentro de este plazo), mejor. Si por necesidades de la explotación, o por circunstancias extraordinarias, hubiera de sembrarse después, convendría en la mayoría de los casos, regar la tierra de antemano y dar una labor de arado antes de sembrar (…).

Modo de sembrar: la siembra se realizada por líneas y golpes con varias semillas por cada uno para asegurar la germinación. Se calculaba, aproximadamente, que cada hectárea requería 25 a 30 kilos de semilla. Con la siembra se debía preparar la parcela para el riego con los caballetes y los reguerones.

Cuidados del cultivo: en caso de crearse una costra superficial era necesario romperla, para favorecer la germinación y, a continuación, proceder al desmate para que la distancia entre mata y mata no fueramayor de 28 o 30 centímetros. Paralelamente al desmate se podía labrar superficialmente el terreno.

Escardas: después de cada riego o, como poco, cada dos riegos para romper la costra.

Cavas: se debían dar antes de que las hojas de las remolachas cubrieran toda la superficie de la parcela, aprovechando en su caso para eliminar las posibles matas dobles.

Bina: esta labor solo era necesaria en las zonas con marras o con las plantas poco desarrolladas y donde podían crecer malas hierbas.

Riegos: era aconsejable que antes del desmate no se realizara ningún riego.

Riegos de primavera: era habitual dar dos riegos y no era aconsejable dar más para forzar a la planta a profundizar la raíz, lo que proporcionaba unas cosechas más abundantes.

Riegos de verano: durante el verano se daban alrededor de cinco o seis riegos hasta septiembre, aproximadamente cada quince días.

Recolección: La recolección de la remolacha se extendía desde octubre hasta diciembre en función de las condiciones en que se había desarrollada la temporada.

Forma de arranque: Quintanilla afirmaba literalmente sobre esta labor:

(…) Operación fácil es la de recolectar la remolacha azucarera: consiste en arrancar la planta haciendo uso de un pico bidente muy conocido en las regiones remolacheras, en las que ya se ha proscripto el azadón; en separar, además, con una espátula o un cuchillo, la tierra que lleva adherida y en descollarla o descularla (según la expresión vulgar). Después se dejan a un lado, formando montones, las raíces, lo más limpias posibles, y a otro los cuellos y las hojas, que, como se ha dicho, constituyen un precioso alimento para el ganado.

Descollado: esta labor era propia, mayoritariamente, de mujeres y niños y consistía en cortar la parte superior de la raíz para retirar las hojas desde su nacimiento ya que, en caso contrario, la azucarera podía descontar una parte del peso total.


*La empresa Azucarera explotaba directamente una enorme extensión de terreno en la vega del Jarama en fincas como El Piul y otras similares en las que la empresa también podía contar con otros ingresos económicos procedentes de la ganadería y otros cultivos. Para transportar hasta la fábrica azucarera la producción de remolacha de estas fincas, y la que se cultivaba en las fincas que estaban situadas aguas arriba de La Poveda, también regadas por las aguas del Jarama, la propia empresa se convirtió en promotora de la construcción de un ferrocarril industrial cuya autorización le fue concedida por la administración. El famoso puente de Pindoque, destruido en la guerra civil, formaba parte de este ferrocarril que, en la temporada de recolección de la remolacha, acercaba la cosecha a La Poveda. Naturalmente, para el transporte de la remolacha de la vega del Tajuña ya se contaba con el Ferrocarril del Tajuña. Esta nueva infraestructura ferroviaria construida ad hoc – y que se escapa del contenido de estas entregas del blog-, da una idea de la importancia que llegó a alcanzar la remolacha en estos años ya que se calcula que la factoría de Azucarera Madrileña llegó a procesar la remolacha que se podía sembrar, potencialmente, en unas 30.000 hectáreas de las vegas del Jarama, Tajuña y Manzanares en las que, como es lógico, se alternaba anualmente con otros cultivos de cereales o de huerta.


Fuentes y bibliografía:

  • Periódicos citados en el texto.

  • Álbum de La Poveda. 1900-200 La Poveda Centenario. Colección Archivo Municipal de Arganda.

  • La economía española y la articulación de su mercado (1890-1914): Los orígenes de la vía nacionalista del capitalismo español. Memoria presentada para optar al grado de doctor por Juan Martín Fernández. Facultad de CC Políticas y Sociología. Departamento de Economía Aplicada V. Madrid, 2002.

  • Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid. Abela, Eduardo y Castro, Carlos A de. Estereotipia y Galvanoplastia de Aribau y Cia. Madrid, 1876.

  • Instrucciones para el cultivo de la remolacha azucarera en regadío. Quintanilla Guillermo. Hojas divulgativas. Ministerio de Agricultura. Madrid, 1932

  • Memoria sobre la remolacha azucarera. Estación Agronómica del instituto Agrícola de Alfonso XII. Ministerio de Fomento. Dirección General de Agricultura. Madrid, 1911.

  • El Ochocientos. De las profundidades a las altura. Tomo II. Manuel Silva Suárez, editor. Real Academia de Ingeniería. Institución Fernando El Católico. Prensa de la Universidad de Zaragoza. Zaragoza.

  • El trabajo infantil en España 1700-1950. Aprender trabajando. La actividad de niñas y niños en tierras de regadío. (La vega del Tajuña a comienzos del siglo XX). Borras Llop, José María. Universidad Complutense.

  • Memoria que comprende los trabajos reunidos, trabajos practicados y proyecto de Ley formulados por la comisión para el estudio de la concentración parcelaria. Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio del Ministerio de Fomento. Imprenta de los hijos de M. G. Hernández. Madrid, 1908.



jueves, 17 de junio de 2021

 

El cultivo de remolacha en la vega del Tajuña y la azucarera (I)

La pérdida de Cuba provocó la creación de la fábrica de La Poveda

El ferrocarril también fue fundamental en el auge del cultivo remolachero

Hasta mediados de los años 60 del pasado siglo un cultivo sobresalía por su importancia en Morata y en el resto de la vega del Tajuña, la remolacha. En estos meses de verano, el verdor característico de las hojas de esta planta, en pleno proceso de maduración antes de la recolección que se hacia en otoño, destacaba entre los otros cultivos de huerta. Para que la remolacha llegará a convertirse, desde comienzos del siglo XX, en un cultivo fundamental para la economía de los agricultores de toda comarca sucedieron dos hechos sin los que hubiera sido imposible el auge de esta planta industrial en todos los pueblos ribereños del Tajuña: la ampliación de la línea del ferrocarril y la construcción, en el barrio argandeño de La Poveda, de la fábrica azucarera.

Desde hoy y en próximas semanas contaremos la historia de esta planta en Morata y en el resto de pueblos de la ribera del Tajuña, las características de su cultivo, la relación de los agricultores y los propietarios de Azucarera Madrileña y los datos de producción y cultivo a lo largo de los casi setenta años que transcurrieron desde la inauguración de la fábrica hasta su cierre y, con él, el fin de este cultivo en las tierras de regadío de toda la comarca.


Tan importante fue el auge remolachero en la comarca que, como veremos, su importancia y amplia extensión por todo el regadío condicionó, por ejemplo, el absentismo escolar; fomentó, por obligación y pura necesidad, el asociacionismo agrario, y alrededor de las labores que exigía desde la siembra a la recolección surgieron nuevas palabras en el vocabulario como descollar, escular o esmatar.

Y lo más curioso es que todo este nuevo impulso agrario y económico, en la comarca y también en toda España, comenzó a raíz de un hecho tan doloroso como la pérdida de las últimas colonias americanas.

Aunque la fabricación de azúcar en el continente europeo data de los primeros años del siglo XIX, en España no se levantaron los primeros ingenios azucareros, en las provincias de Córdoba y Granada, hasta las últimas décadas del siglo. España, como metrópoli de las colonias de Puerto Rico y, especialmente, de Cuba obtenía su azúcar en ambos territorios, sobre todo en este último donde era habitual alcanzar producciones anuales de azúcar de caña superiores a las de 800.000 toneladas.

Esta situación, que relegaba el cultivo remolachero en la vega del Tajuña a reducidas extensiones dedicadas a producir remolacha para forraje del ganado, cambió radicalmente en cuestión de meses: la pérdida de Cuba obligaba a buscar alternativas en territorio nacional a un producto que, sin la producción caribeña, era claramente deficitario.

Las exportaciones de azúcar fuera del mercado español cayeron en picado y las pocas y escasamente eficientes fábricas andaluzas difícilmente podían atender este comercio exterior ni producir el azúcar para el consumo interior en el territorio nacional.

Aunque el azúcar no dejaba de ser un artículo de lujo que no estaba al alcance de todas las familias, en el año 1899 se calculaba un consumo anual en España de 120.000 toneladas de azúcar y una capacidad productiva que alcanzaba con dificultades las 60.000 toneladas, según los datos publicados el 9 de octubre de 1899 en el diario madrileño La Época. Coincidía esta publicación con otro artículo aparecido en el mismo periódico con el título Nueva fábrica de azúcar en Madrid.

En este texto se recordaba la existencia desde hacía algunos años de una azucarera en Aranjuez y se apuntaba también que la cercanía de Madrid facilitaba la instalación de una nueva empresa azucarera en una provincia con un enorme centro de consumo en la capital y que contaba con la infraestructura de transportes necesaria para distribuir la producción al resto del país. Dicho con otras palabras:

(…) Para establecer esa nueva explotación azucarera, se ha buscado las cuencas del Jarama y del Tajuña, en donde hay terrenos de calidades apropiadas para el cultivo de esa planta, por la composición de las tierras y su fácil riego, y enclavando la fábrica en los alrededores de la estación del ferrocarril de La Poveda en la línea de Arganda, resulta que la nueva industria se monta a veinticuatro kilómetros de esta corte, recorridos en camino de hierro.

Las previsiones del proyecto industrial apuntaban a que se podría procesar la producción de 30.000 toneladas procedentes de las vegas del Jarama y del Henares. A estas cifras habría que sumar la producción de los pueblos ribereños del Tajuña. En el periódico ya se apuntaba también el inicio de las obras de la nueva fábrica para el mismo otoño de 1899, aunque las obras no comenzaron realmente hasta el 13 de enero de 1900.

Por esas mismas fechas se anunciaba en el Boletín Minero y Comercial de noviembre de 1899 la constitución de la Sociedad Azucarera Madrileña con un capital social de 3 millones de pesetas distribuido en acciones de 500 pesetas. El consejo de administración lo presidia Juan Navarro Reverter y como ingeniero consultor aparecía el ciudadano francés George Maurel.

Las obras de la nueva azucarera comenzaron oficialmente el 13 de enero de 1900 en un acto en el que varios invitados de la compañía propietaria se desplazaron a los terrenos de La Poveda en un tren que partió de Madrid y que iniciaba la inseparable relación que siempre uniría al ingenio azucarero con el ferrocarril durante los cerca de setenta años que estaría en funcionamiento.

La creación y puesta en funcionamiento de la fábrica azucarera en el breve plazo de tiempo transcurrido desde la creación de la empresa promotora y la llegada al mercado de las primeras toneladas de azúcar producidas en el barrio argandeño en la campaña 1900-1901 respondía a un fenómeno generalizado que se había vivido en casi todo el territorio español: allí donde las condiciones climáticas y del terreno permitían el cultivo de la remolacha (Castilla, Aragón, Rioja, Andalucía…) allí se levantaron nuevas y cada vez más modernas fábricas azucareras.

En esta primera campaña, la capacidad de procesado del complejo azucarero argandeño no superaba las 300 toneladas de remolacha al día –tampoco la producción remolachera en las vegas del Jarama, Manzanares y Tajuña estaba aún preparada para aumentar estas cifras-, pero, sin duda, esta primera campaña anunciaba que el cultivo y transformación de la remolacha sólo había comenzado y quedaba mucho camino por recorrer.

Reiteramos que esta fiebre azucarera llegó a La Poveda y a la comarca de la vega del Tajuña cuando en el escaso periodo de tiempo de dos años, entre 1899 y 1901, en España se crearon nada menos que treinta y una fábricas de azúcar repartidas por todo el territorio con la única excepción del Levante. Esta inflación de fábricas azucareras no era casual: el capital acudió raudo a cubrir el hueco dejado por el azúcar cubano y dispuesto, también, a buscar los beneficios de elaborar un producto sobreprotegido ahora de las importaciones de otros países con medidas arancelarias y con unos precios muy atractivos para las empresas.

Juan Martín Fernández, en su memoria doctoral presentada en la Facultad Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid La economía española y la articulación de su mercado (1890-1914): Los orígenes de la vía nacionalista del capitalismo español, explicaba la situación de la industria azucarera en estos primeros años de auténtico desenfreno de las empresas recientemente creadas:

(…) Los beneficios del sector eran enormes. La industria nacional acaparaba la totalidad del mercado interior, dado que no se importaba azúcar. Tal llegó a ser la situación que la producción de remolacha resultó insuficiente para abastecer la enorme demanda de las industrias transformadoras, generando una especulación brutal. Hubo fábricas remolacheras que en un solo año amortizaron la totalidad del capital invertido.

El número de fábricas azucareras no tardó en llegar a 68, pero para entonces, la demanda interior, restringida por el incremento de precios amparado en el alto arancel, se mostró incapaz de absorber los crecientes stocks de azúcar.

Muy pocos años después de que se iniciara el crecimiento del sector (situación que analizaremos extensamente en tanto que estos problemas económicos futuros afectaron, y mucho, a los agricultores de la ribera del Tajuña y al resto de proveedores de remolacha), la fábrica de La Poveda fue incrementando su capacidad de producción al tiempo que incrementaba paulatinamente su capital social.

En 1903 la fábrica se arrendó a una sociedad presidida por Miguel Díaz Álvarez, senador y conocedor del sector azucarero pues, no en vano, el político había sido el último alcalde español de La Habana. Ese año de 1903 se procesan 16.000 toneladas de remolacha, muchas de ellas procedentes de la vega del Tajuña, y se registra una producción de 1.600.000 kilos de azúcar.

Producción de la Azucarera Madrileña en sus primeras campañas

Las exigencias de un sector en constante crecimiento y la obligación de atender nuevas inversiones en la fábrica exigieron un esfuerzo económico importante que se materializó en sucesivas ampliaciones de capital: en 1909 ya llegaba a 6.600.000 pesetas y en 1914, cuando la crisis ya se había manifestado, alcanzaba los 10.000.000 de pesetas. (Curiosamente, no es casualidad que una sociedad fuertemente ligada a la Azucarera, el Ferrocarril del Tajuña, también aumentaba su capital social en esos años hasta los 12.000.000 pesetas en 1912, y en 1914 hasta 15.000.000 pesetas. Tampoco es casual que ambas empresas, tan importantes para los pueblos de la vega del Tajuña, llegarán a sus años peores, los de su decadencia definitiva que provocaría su cierre, en la década de los sesenta y primeros años setenta del siglo XX.

Pero antes de llegar a estos difíciles momentos, los primeros años de la Azucarera Madrileña no dejaron de ser positivos: la producción aumentaba año tras año y en 1905 recibió el respaldo oficial en forma de visita del rey Alfonso XIII:

Visita de S. M. el Rey a La Poveda

Su Majestad el Rey ha hecho hoy una excursión, en automóvil, a Arganda, para visitar La Poveda, verdadera Escuela práctica de agricultura, que su inteligente director, el Sr. Díaz, ha puesto a la altura de las más completas, mereciendo los elogios de cuantos españoles y extranjeros la han visitado.

En La Poveda hallase establecida la fábrica de la Sociedad Azucarera madrileña.

Es una fábrica de las mayores y mejor instalada que hay en España, con todos los adelantos modernos, y se halla rodeada de una hermosa y fértil vega, dedicada al cultivo de la remolacha para alimentar la maquinaria del establecimiento industrial, que transforma aquel tubérculo en excelente azúcar. (La Época, 4 de julio de 1915).

En la información del diario conservador se resaltaba que la fábrica de La Poveda se hallaba rodeada de una hermosa y fértil vega, (…). Se reconocía así el papel fundamental, imprescindible, que jugaban los agricultores de las vegas del Tajuña y Jarama en el funcionamiento de la fábrica de la Azucarera Madrileña como suministradores de la materia prima que permitía producir el azúcar.

En próximas entregas del blog veremos cómo influyó en la economía y la sociedad de la vega del Tajuña la apertura y funcionamiento de la fábrica azucarera y cómo los agricultores debieron adaptarse a las prácticas agrícolas que exigía el cultivo de la remolacha


Fuentes y bibliografía:

  • Periódicos citados en el texto.

  • Álbum de La Poveda. 1900-200 La Poveda Centenario. Colección Archivo Municipal de Arganda.

  • La economía española y la articulación de su mercado (1890-1914): Los orígenes de la vía nacionalista del capitalismo español. Memoria presentada para optar al grado de doctor por Juan Martín Fernández. Facultad de CC Políticas y Sociología. Departamento de Economía Aplicada V. Madrid, 2002.

  • Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid. Abela, Eduardo y Castro, Carlos A de. Estereotipia y Galvanoplastia de Aribau y Cia. Madrid, 1876.

  • Instrucciones para el cultivo de la remolacha azucarera en regadío. Quintanilla Guillermo. Hojas divulgativas. Ministerio de Agricultura. Madrid, 1932

  • Memoria sobre la remolacha azucarera. Estación Agronómica del instituto Agrícola de Alfonso XII. Ministerio de Fomento. Dirección General de Agricultura. Madrid, 1911.

  • El Ochocientos. De las profundidades a las altura. Tomo II. Manuel Silva Suárez, editor. Real Academia de Ingeniería. Institución Fernando El Católico. Prensa de la Universidad de Zaragoza. Zaragoza.

  • El trabajo infantil en España 1700-1950. Aprender trabajando. La actividad de niñas y niños en tierras de regadío. (La vega del Tajuña a comienzos del siglo XX). Borras Llop, José María. Universidad Complutense.

  • Memoria que comprende los trabajos reunidos, trabajos practicados y proyecto de Ley formulados por la comisión para el estudio de la concentración parcelaria. Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio del Ministerio de Fomento. Imprenta de los hijos de M. G. Hernández. Madrid, 1908.









jueves, 10 de junio de 2021

 

Francisco Sánchez Páez, abad mayor de la magistral de Alcalá de Henares (y III)

A su muerte, instituyó una obra pía para becar a familiares que siguieran estudios eclesiásticos en Alcalá de Henares

En esta última entrega de la serie dedicada a Francisco Sánchez Páez veremos como este religioso, nacido en Morata en el siglo XVI y dedicado durante su vida adulta a la enseñanza en la Universidad y a su labor pastoral como abad mayor de la magistral de la ciudad complutense, destinó al morir la mayor parte de sus bienes a becar a familiares para que cursaran estudios religiosos en Alcalá. Para ello, Francisco instituyó una obra pía o memoria en la iglesia de Morata, administrada por patronos pertenecientes a las familias Sánchez [Bravo] y Páez.

La institución de obras pías, memorias, aniversarios y otras figuras jurídicas y religiosas ligadas a estas fundaciones de origen medieval tuvieron un amplio seguimiento desde los primeros tiempos de la Iglesia. Su vigencia en nuestro país se extendió justo hasta que los decretos desamortizadores del siglo XIX pusieron fin a estas prácticas piadosas que permitían, a partir de las rentas obtenidas por los bienes que formaban el patrimonio de cada una de estas instituciones, cumplir los objetivos fijados por el legatario con su fundación: misas de aniversario, mantenimiento de capillas, auxilio a familiares, dotación de doncellas o, como en el caso de la obra pía creada por el abad mayor de Alcalá de Henares, el morateño Francisco Sánchez Páez, ayudar a financiar los estudios eclesiásticos de sus parientes y descendientes pertenecientes a su familia paterna y materna: los Sánchez [Bravo] y los Páez.

El deseo de los fundadores de estas obras pías, memorias, aniversarios… así como los bienes adscritos a cumplir con sus fines piadosos (misas, caridad, ayudas a familiares) figuraba en la documentación de la parroquia en la que estaban inscritas. En el caso de la memoria fundada por Francisco Sánchez Páez carecemos de esta documentación del periodo histórico en el que se creó y comenzó a cumplir sus fines, finales del siglo XVI, pero afortunadamente sí que contamos con la relación de bienes que formaban parte de su patrimonio unos años después. Este patrimonio, tanto en bienes muebles como inmuebles, jurídicamente era inalienable y por lo tanto, hasta los decretos desamortizadores del siglo XIX, no se podía vender ni enajenar y formaban parte de los que conocía como manos muertas.

Este inventario de las propiedades adscritas a la obra fundada por el religioso morateño, como en tantos otros casos, procede de los legajos del Catastro de Ensenada realizado en Morata y en el resto de villas y ciudades de la Corona de Castilla a mediados del siglo XVIII. La relación de bienes de la obra pía, o memoria, pues de ambas formas se denomina la fundación creada por el abad mayor, aparece en los cuadernos de la documentación catastral en la denominada Pieza siete, correspondiente al denominado Libro de bienes del estado eclesiástico.

En esta pieza, además de las relación de bienes propios de la obra pía aparecen otros datos como los renteros de las fincas rústicas, con el rendimiento estimado de las mismas, y las rentas anuales que pagaban al encargado de sacar el máximo rendimiento a este patrimonio inmobiliario, el administrador de la obra pía, figura que desempeñaba un miembro del clero perteneciente a la parroquia de Morata.

En los años en que se elaboró el Catastro de Ensenada el encargado de administrar la memoria de Sánchez Páez era Miguel Ruiz, presbítero de la parroquia de Santa María de Morata. Este religioso fue quien presentó a los jueces del catastro la relación de bienes* legados por el que fuera abad mayor de la magistral de Alcalá de Henares para constituir su obra pía.

De acuerdo con la declaración que presenta el administrador de la memoria, la obra pía fundada por Francisco Sánchez Páez tenia adscrito a su patrimonio para cumplir sus fines diez y siete fincas con una extensión de 22 fanegas de riego en la vega de Morata más 11 fanegas y ocho celemines de secano y dos olivares que sumaban 7 fanegas y 237 olivas. Los bienes raíces de regadío los labraba en arrendamiento Pedro Fuertes, vecino de Madrid, mientras que los olivares los tenía arrendados el párroco de la iglesia de Morata, Pedro Marchena.

A estos bienes había que añadir, según la relación presentada por el administrador, dos tierras situadas en el paraje de Valdelaosa, una de secano y otra de regadío que sumaban otras cuatro fanegas y que estaban arrendadas a Bartholomé Bucero, vecino de la villa de Perales.

Al rendimiento económico de estos bienes, unos 754 reales anuales, había que añadir los procedentes de los censos a favor de la obra pía que declaraba el administrador que sumaban unos 116 reales anuales, en total, 870 reales.

Frente a estos ingresos en la villa de Morata –no hay que descartar que el abad mayor fuera propietario de otros bienes en villas vecinas- la fundación de Francisco Sánchez Páez tenía como gastos fijos, en torno al año 1752, 9.000 maravedíes anuales, es decir, 264 reales que se repartían el propio administrador y los patronos de la obra pía que eran, normalmente, descendientes de su fundador.


Legajo del Catastro de Ensenada que recoge los bienes de la obra pía de Sánchez Páez

Pleitos contra los patronos de la obra pía de Francisco Sánchez Páez

La concesión de los fondos a los parientes que solicitaban la beca para estudiar en la Universidad de Alcalá no dejó de ser origen de enfrentamientos con los patronos que decidían la distribución de las ayudas. Durante los siglos XVII y XVIII se han documentado varias denuncias de estudiantes prebendados, o sus familias, por deudas impagadas por los patronos. También, se registran denuncias de estudiantes que creían tener derecho a las ayudas y estas no les habían sido concedidas por los patronos, entre los que aparecen tanto miembros de las familia Páez como de la familia Sánchez Bravo.

Procesos judiciales relacionados con la obra pía fundada por Francisco Sánchez Páez:

  • Pleito de Antonio López Páez, estudiante de cánones en la Universidad de Alcalá contra Rodrigo Sánchez Bravo, vecino de Morata de Tajuña, Diego Sánchez y demás patronos de las memorias y obras fundadas por Francisco Sánchez Páez, deán de la facultad de teología y abad mayor de la Iglesia Magistral de Alcalá de Henares, por la posesión de una prebenda de estudios. (1642-43).

  • Pleito ejecutivo de Diego de Lázaro, estudiante de la Universidad de Alcalá, cesionario de su padre, contra Diego Sánchez Bravo y Pedro Mejía, vecino de Morata de Tajuña por una deuda de 5.200 reales (1667-68).

  • Pleito de José Ruiz de Vivero de la Universidad de Alcalá contra Juan Páez Prior, Antonio Sánchez Bravo, Marcelo Sánchez Bravo y demás patronos de las memorias que fundó Francisco Sánchez Páez en Morata de Tajuña por la posesión de una de las prebendas de estudio de dichas memorias (1705).

  • Pleito ejecutivo de Bernardino Páez Prior estudiante de la Universidad de Alcalá y prebendado de las prebendas de estudio que fundó el doctor Francisco Sánchez Páez en la villa de Morata contra Diego Sánchez Bravo, administrador de dichas prebendas, por una deuda de 215 reales de vellón relativas a la paga de las mismas (1725-1727).

  • Autos y diligencias judiciales del pleito entre Esteban Páez, colegial en el colegio mayor San Ildefonso, contra Diego Sánchez Bravo, vecino de Morata de Tajuña (1729).

  • Pleito de José Páez, graduado y profesor de Teología en la Universidad de Alcalá, poseedor de una de las prebendas para estudiantes pobres fundada en la villa de Morata de Tajuña contra José Ruiz Bravo, Alfonso Sánchez y José de la Peña, patronos de las mencionadas prebendas sobre que los dichos patronos paguen a José Páez 881 reales de vellón y dos maravedíes (1739).

En cualquier caso, al margen de estos conflictos jurídicos, durante los siglos XVI, XVII y XVIII fueron varios los estudiantes procedentes de Morata y pertenecientes a ambas familias que estudiaron en la Universidad Complutense y que, por tanto, pudieron beneficiarse de la obra pía creada por su antepasado. En esta relación, no exhaustiva aparecen algunos de ellos:

Bernardino Páez Fominaya (1725)

Esteban Páez Ruiz de Castañeda (1711)

José Páez Fominaya (1734)

Manuel Páez (1758)

Roque Páez Prior (1689)

Roque Páez (1715)

Antonio López Páez (1642)

Alfonso Sánchez (1788)

José Sánchez (1723)

Miguel Sánchez Torresano (1733)

* Tierras de la memoria del abad mayor

Yo Miguel Ruiz, presbítero, vecino de la villa de Morata, administrador de la obra pía que en la iglesia Parroquial de ella fundó el dicho Francisco Sánchez Páez, Abad Mayor que fue del Iglesia Magistral de los santos Justo y Pastor de la Ciudad de Alcalá de Henares, certifico que los bienes de dicha memoria son los siguientes:

Tierras de riego

Primeramente una en el término de esta Villa donde dicen La Cascajera, de buena calidad de caber una fanega y cinco celemines que alinda al O con tierra del Convento del Rosario, al P con tierra de Bernardino Páez, al N con caz de la Puente primera, al M con tierra de Juan Páez Jaramillo.

Otra en Los Baños de mediana calidad, su cabida trece celemines y medio y alinda por el O con tierra de herederos de Don Pedro Ruiz, al P con camino a los Puentes, al N con los dichos herederos y al M con tierra de Phelipe Blanco. [Al margen] Buena calidad

Otra en Las Traviesas de mediana calidad de diez celemines y alinda al O con el reguerón que va al Cañal, al P con tierra que labra Miguel Vázquez, al M con tierra que labra Manuel Montero, al N con tierra de Bernardino Páez.

Otra en Las Huertas de buena calidad de dos fanegas y siete celemines que alinda al O con tierra que labra Francisco Guerra, al P con tierra de Joseph Humanes, al N con el caz del Monte y al M con el reguerón de dicho caz.

Otra en La Canal de mediana calidad, su cabida una fanega y cinco celemines que alinda al O con tierra del excelentísimo señor conde de Altamira, al P con tierra de Don Antonio Camargo, al N con tierra que labra Francisco Oliva, al M con el reguerón del Montero.

Otra en Los Escuderos de mediana calidad, su caber una fanega y dos celemines y cuartillo que alinda al O con tierra de dicho señor conde, el mismo al P con tierra que labra Gabriel de Peces, al M con tierra que labra Phelipe Blanco.

Otra bajo las Viñas de mediana calidad de caber tres fanegas y once celemines y medio que alinda al O con tierra de los frailes del Convento del Rosario, al P con caz de Villágueda, al N con dichos Padres al M con viña del marqués de Espinardo.

Otra en La Cana que llaman La Veredilla de mediana calidad de seis celemines que alinda al O con tierra del Convento del Rosario, al P con la dicha tierra, al N con tierra de Diego Sánchez Bravo, al M con el reguerón de La Cana.

Otra en El Sanchisnal de mediana calidad de una fanega y un celemín y medio, linda al O con tierra del hospital de Antonio López, al P con tierra de Don Francisco Monzón, al N con olivar de herederos de Pedro Ruiz y al N con Don Antonio Camargo.

Otra en bajo las Viñas donde dicen la Retama, de inferior calidad de tres fanegas seis celemines que alinda al O con tierra del marqués de Espinardo, al P con tierras de un vecino de Chinchón, al N con los mismos, al M con el caz de Villágueda.

Una en La Isla de inferior calidad en la viña de secano de una fanega que alinda al O con el caz de Chinchón, al P con el río, al N con tierra concejil, al M con tierras de vecino de Chinchón.

Otra en el término de esta Villa donde dicen La Tarayuela, fuera de riego, de mediana calidad, de caber diez fanegas con 30 olivos muy buenos, que alinda al O con vereda que va a dicho término, al P con viña de herederos de Diego Perales, al N con viña de herederos de Manuel Salado, al M con olivar y tierra de Apolinario Casanova.

Las cuales dichas tierras están arrendadas a Don Pedro Fuertes, vecino de Madrid, en 600 reales de vellón.

Así mismo tiene esta Obra Pía otra tierra en término de esta Villa donde dicen Miraflores, La Magdalena, de secano de ínfima calidad, de caber una fanega y 8 celemines que alinda al O con camino que va a las Cabezas, al P con tierra concejil, al N con tierra de Don Pedro Moreno, al M con tierra que labran los herederos de Pedro Recas. No se cultiva por su mala calidad.

Olivar de esta memoria

Un olivar donde dicen Las Suertes de caber dos fanegas poco más o menos, con 57 olivos de mediana calidad que alinda al O con olivar de Don Antonio Camargo, al poniente con olivar de Don Diego de Almazán, al N con cerros concejiles, al M con olivar de dicho Don Antonio.

Otro olivar donde dicen Los Almazanes de caber 5 fanegas de tierra con 150 olivos, poco más o menos, de buena calidad, que alinda al O con tierra concejil, al P con tierra que labra Manuel Sánchez de San Agustín, al N con olivar de Manuel Blanco, al M con olivar Miguel Bello.

Los cuales olivares están arrendados a Don Pedro Marchena en 70 reales en cada un año.

Censos a favor de esta memoria

Un censo que paga Joseph Guerra de 86 reales 18 maravedíes.

Otro censo que paga Manuel de la Fuente de 17 reales 22 maravedíes.

Otro censo que paga Thomás Sánchez Bravo de 12 reales de vellón.

Tiene esta obra pía de cargas anuales 9.000 maravedíes que deben […] a los patronos de sangre y administrador para su salario, y 8 maravedíes por derechos de visita de esta obra pía.

Los cuales dichos bienes son propios de esta memoria y para que así conste lo firmo en esta villa de Morata en veinte y ocho días del mes de julio de este año de mil setecientos cincuenta y un años.

Licenciado Miguel Ruiz

Más tierras afectas a esta memoria

Una tierra de dos fanegas de riego donde dicen Valdelaosa de mediana calidad linda al O con tierra del Hospital de Chinchón, al P con tierra de las Ánimas de esta Villa, al M con el caz de que la riega y por el N con el río Tajuña.

Otra de secano en el mismo paraje de tres fanegas de inferior calidad linda al O con la vereda que baja al Batán, al P y M los cerros y al N con tierra de la memoria que fundó Francisco Sánchez. Cuyas dos tierras las tengo dadas a renta a Bartholome Bucero, vecino de Perales, en setenta reales cada año y para que conste lo firmo et supra.

Licenciado Miguel Ruiz

Por los peritos se ha regulado le dejan de útil en cada un año a Don Pedro Fuertes, vecino de Madrid, en quienes están arrendadas las tierras contenidas en esta relación desde el número primero hasta el doce, inclusive 595 reales de vellón.

Bartholomé Bucero, vecino de Perales [Tachado]

Por los peritos se ha regulado le dejan de útil en cada un año a Bartholomé Bucero, vecino de Perales, en quién están arrendadas las tierras y olivares de las dos tierras de los números 16 y 17 de esa relación y les deja de útil 84 reales de vellón.


Fuentes y bibliografía:

  • Colección de documentos inéditos para la historia de España. Salva, Miguel, Sainz de Baranda, Pedro. Tomo VII. Imprenta de la viuda de Calero. Madrid, 1845.

  • La vida, el martirio, las grandezas y las translaciones de los gloriosos niños mártires san Justo y Pastor. Morales, Ambrosio de. Imprenta de Andrés de Angulo. Alcalá de Henares 1568.

  • Colegiales y burócratas. El caso del colegio de San Clemente de los Españoles de Bolonia en la primera mitad del siglo XVI. Estudia histórica. Historia moderna. Nº 1, 1983. Universidad de Salamanca-Fundación Española de Historia Moderna. Cuart Moner, Baltasar.

  • Opúsculos castellanos de Ambrosio de Morales (…) Valerio Cifuentes, Francisco. Bibliotecario del Real Monasterio del Escorial. Tomo I. Impreso en la Oficina de Benito Cano. Madrid 1793.

  • Actos y grados de la Universidad de Alcalá (1523-1544). Ramís Barceló, Rafael y Ramis Sierra, Pedro. Dykinson. Madrid, 2020.

  • La Iglesia Magistral de Alcalá de Henares en la universidad cisneriana, 1499-1831 (génesis, desarrollo y fortuna). Memoria para optar al grado de doctor presentada por Marchamalo Sánchez, Antonio. Madrid, 2017.

  • La Iglesia de Toledo en la Baja Edad Media: geografía diocesana y organización institucional. Memoria para optar al grado de doctor presentada por Torija Rodríguez, Enrique. Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2019.

  • El maquiavelismo en las relaciones internacionales (La anexión de Portugal a España en 1580). García Vilar, José Antonio. Revista de Estudios Internacionales, nº 2, 1981.

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.

  • Archivo Provincial de Toledo H-410 y H 408.



viernes, 4 de junio de 2021

 

Francisco Sánchez Páez, abad mayor de la magistral de Alcalá de Henares (II)

El religioso morateño participó en 1578 en el informe teológico que avalaba la anexión de Portugal a España

Francisco Sánchez Páez, como destacado catedrático de Teología, fue uno de los teólogos de la Universidad Complutense que participó en la elaboración de un informe que justificaba el deseo de Felipe II de anexionar el reino de Portugal a la Corona española. Años después, se le nombró abad mayor de la iglesia magistral de los Santos Justo y Pastor, donde ya oficiaba como canónigo desde hacía varios años. Se mantuvo al frente de este cargo, el de máxima autoridad en Alcalá, sólo por debajo del arzobispo toledano, hasta el año de su muerte en 1592.



Informe a favor de la anexión del reino de Portugal a España

En 1578 muere sin descendencia Don Sebastián, rey de Portugal, y se desencadena una agresiva campaña diplomática y propagandística en la que varios candidatos de distintos reinos europeos optan a ocupar el trono vacante. Entre estos aspirantes destaca Felipe II que, en pleno apogeo de su reinado, aunque ya con signos perceptibles de decadencia, no duda en hacer gala de su influencia y poder para así añadir un nuevo territorio a sus posesiones. Frente a estos deseos, el monarca contaba con la oposición de poderosos personajes e instituciones. Entre ellos nada menos que el papa Gregorio XIII y, por supuesto, el resto de las monarquías europeas, contrarias a que Felipe II aumentara su influencia en el continente y en las colonias que integraban el imperio portugués.

Para apoyar sus pretensiones el monarca castellano acudió a los más destacados expertos juristas de la época (Cristóbal de Moura, Rodrigo Vázquez, el cardenal Granvela…) y, además, para apuntalar aún más sus pretensiones, no dudo en utilizar la teología para justificar la anexión del reino vecino. Y qué mejor opción para conseguir un informe que avalara su objetivo que contar con el apoyo de las dos universidades más prestigiosas de España y sus respectivas facultades de teología: Salamanca y Alcalá de Henares.

En el caso de la Universidad Complutense en el informe que elaboran a petición del monarca consideran que el rey prudente, Felipe II, está libre de cualquier sujección de tipo temporal y que no debe someterse a ningún juez ni tribunal. Además de defender su derecho a ser investido rey de Portugal, consideran también que, en caso contrario, estaría justificada una declaración de guerra al reino vecino.

Entre los teólogos que emiten un informe tan taxativo y favorable a Felipe II aparece Francisco Sánchez Páez, por aquel entonces catedrático de la Facultad de Teología de la Universidad Complutense, según se recoge en el texto:

(…) finalmente en la última facultad que para esto se hizo a 4 de junio de 1580 se tomó resolución de los puntos que se propusieron, donde se hallaron presentes y votaron los siguientes: el doctor D. Fernando de Valdivieso, rector del colegio e universidad de dicha villa; el doctor Torres, abad mayor e cancelario, el doctor casa, deán, de la dicha universidad, el doctor Sánchez Páez, doctor Juan Francia, doctor Vela (…) todos doctores en teología, graduados en esta Universidad, los cuales todos unánimes sin discrepar ninguno convinieron en la respuesta que sigue (…).

La respuesta que se cita se desarrolla en cuatro artículos en los que los doctores en Teología vienen a negar que el rey de España esté sujeto a ningún tribunal y afirman, textualmente, que no esta obligado a reconocer al tribunal jurídico del Sumo Pontífice en el caso presente, ni al del Emperador, ni otro Rey, ni al de la República de Portugal (…).

En su argumentación a favor de Felipe II, los teólogos complutenses afirman tajantes el derecho que asiste a Felipe II a utilizar la fuerza:

(…) Si no queriendo el reino de Portugal reconocer a S. M. por su Príncipe, sin que primero esté a derecho con los pretensores, podrá tomar la posesión por su propia autoridad con las armas en la mano, contra quien le resistiere, presuponiendo que de su justicia no tiene duda ni escrúpulo ¡Así de taxativo y poco diplomático se manifestó Sánchez Páez, junto a sus colegas teólogos, a la hora de apoyar a su rey!

Sánchez Páez, abad mayor de la magistral de Alcalá de Henares

En 1588 Andrés Pacheco, abad mayor de la magistral alcalaína, renunció a su cargo para ocupar el obispado de Alcalá. Para sustituirle, el entonces arzobispo de Toledo, Gaspar de Quiroga y Vela, nombra a Francisco Sánchez Páez, ya con una larga y fructífera carrera eclesiástica desarrollada íntegramente en la magistral de los santos Justo y Pastor. A esta trayectoria en el campo espiritual había que unir su prestigio como catedrático de Teología Moral en la Universidad Complutense. Nombrado el 13 de marzo de 1588, Francisco Sánchez Páez tomo posesión oficial como noveno abad mayor de la iglesia magistral de Alcalá de Henares el 30 de mayo de ese mismo año de 1588.

El religioso morateño, aparte de sus méritos eclesiales, también contaba con su reconocida labor en la Facultad de Teología como catedrático, y su conocimiento de la universidad que fundara el cardenal Cisneros, como méritos añadidos. Este bagaje no dejaría de ser un importante apoyo a la hora de ser designado como máxima autoridad eclesiástica de Alcalá de Henares y su iglesia magistral. Sobre todo porque, como abad mayor, Francisco Sánchez Páez se convertía al mismo tiempo en consiliario o canciller de la Universidad Complutense, el segundo escalón en importancia tras el rector del centro universitario

Este cargo de canciller de la universidad, a diferencia de la figura del rector que se elegía anualmente, tenía carácter vitalicio como el de abad mayor. Una de sus funciones era otorgar los grados académicos a los estudiantes que superaban los estudios de la universidad. El abad-canciller disfrutaba, en razón de su cargo en la magistral de importantes ingresos económicos en forma de rentas, prebendas y beneficios eclesiásticos a los que unía los procedentes de su desempeño como canciller de la Universidad. Estos ingresos, como veremos, serían fundamentales a la hora de financiar y mantener la memoria que creó en su pueblo natal de Morata de Tajuña y que comenzó a becar a estudiantes de la villa desde el momento que Francisco Sánchez Páez falleciera en Alcalá de Henares en 1592.

 Catedral de Alcalá de Henares en la actualidad



Fuentes y bibliografía:

  • Colección de documentos inéditos para la historia de España. Salva, Miguel, Sainz de Baranda, Pedro. Tomo VII. Imprenta de la viuda de Calero. Madrid, 1845.

  • La vida, el martirio, las grandezas y las translaciones de los gloriosos niños mártires san Justo y Pastor. Morales, Ambrosio de. Imprenta de Andrés de Angulo. Alcalá de Henares 1568.

  • Colegiales y burócratas. El caso del colegio de San Clemente de los Españoles de Bolonia en la primera mitad del siglo XVI. Estudia histórica. Historia moderna. Nº 1, 1983. Universidad de Salamanca-Fundación Española de Historia Moderna. Cuart Moner, Baltasar.

  • Opúsculos castellanos de Ambrosio de Morales (…) Valerio Cifuentes, Francisco. Bibliotecario del Real Monasterio del Escorial. Tomo I. Impreso en la Oficina de Benito Cano. Madrid 1793.

  • Actos y grados de la Universidad de Alcalá (1523-1544). Ramís Barceló, Rafael y Ramis Sierra, Pedro. Dykinson . Madrid, 2020.

  • La Iglesia Magistral de Alcalá de Henares en la universidad cisneriana, 1499-1831 (génesis, desarrollo y fortuna). Memoria para optar al grado de doctor presentada por Marchamalo Sánchez, Antonio. Madrid, 2017

  • La Iglesia de Toledo en la Baja Edad Media: geografía diocesana y organización institucional. Memoria para optar al grado de doctor presentada por Torija Rodríguez, Enrique. Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2019.

  • El maquiavelismo en las relaciones internacionales (La anexión de Portugal a España en 1580). García Vilar, José Antonio. Revista de Estudios Internacionales, nº 2, 1981.

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.

  • Archivo Provincial de Toledo H-410 y H 408.