jueves, 29 de julio de 2021

 

El cultivo de la remolacha en la Vega del Tajuña y la azucarera (VII)

La fijación del precio de la remolacha y los cupos de cultivo asignados a cada zona

Una de las ventajas de la remolacha, según los testimonios recogidos entre viejos agricultores dedicados a este cultivo en la comarca, fue conocer al inicio de la campaña, incluso antes de sembrar las tierras, el precio que iban a recibir por su cosecha. Es cierto también que, como hemos visto, no siempre estos agricultores estaban de acuerdo con las precios garantizados pero aún así, la siembra de remolacha resultaba atractiva en un sector en el que los ingresos dependían de los mercados -no siempre para bien- y de los caprichos de la climatología. En cualquier caso, resulta destacable que los agricultores de la Vega Baja del Tajuña siempre obtenían un precio por su remolacha superior al de otras comarcas debido a su calidad y mayor rendimiento azucarero.



Sobre los precios que percibían los agricultores por sus cosechas de remolacha y los cupos asignados a cada provincia o zona de cultivo es difícil encontrar series completas de los mismos, especialmente antes de la guerra civil.

Ya a partir de los años 40, la publicación el BOE de los cupos y los precios por tonelada asignados a cada zona remolachera hace más accesible el conocimiento de estos datos que condicionaban cada campaña remolachera y la economía de los agricultores de la Vega Baja del Tajuña.

En cualquier caso, para no hacer demasiado extenso este apartado que trata sobre los precios de la remolacha, consignaremos los datos de algunas campañas anteriores a la guerra civil para, posteriormente, analizar los de las décadas siguientes:

Campaña 1927-28

Comienza la campaña el 15 de diciembre, finaliza 25 de diciembre. La campaña de molienda se extendió durante 16 días. Producción remolacha 26.401.846. Entrada diaria: 614.638 kilos. Azúcar envasado, 529.221.

Campaña 1928-29

Comienza la campaña el 12 de diciembre, finaliza 26 de diciembre. La campaña de molienda abarcó 49 días. Producción remolacha, 37.105.233. Entrada diaria, 757.249 kilos. Azúcar envasado, 3.721.255.

Campaña 1929-30

Comienza la campaña el 11 de noviembre, finaliza 30 de noviembre. La campaña de molienda se mantuvo durante 41 días. Producción remolacha 42.170.551 kilos. Entrada diaria, 1.028.556 kilos. Azúcar envasado, 3.911.685.


Herramientas para cosechar remolacha (Gracias a Álex Jiménez Jiménez por cederlas para la foto)

El sistema de cupos y de fijación de precios de la remolacha tras la guerra civil

Finalizada la guerra, el Ministerio de Agricultura pasó a ser el responsable de fijar las condiciones de un mercado azucarero y remolachero absolutamente regulado por un Estado que fijaba los precios y los cupos de producción para cada zona de cultivo.

A partir de la campaña 1940-41, con las fábricas y los agricultores recuperando su actividad en el sector, en el Boletín Oficial del Estado ya se publicaban los cupos asignados a cada una de las once zonas en las que estaba dividido el territorio nacional a afectos de organizar el cultivo de la remolacha.

La Vega del Tajuña, que junto con la del Jarama, abastecía a la Azucarera de La Poveda, pertenecía a la zona séptima que, territorialmente, agrupaba a las provincias de Madrid y Toledo, aunque ya en la década de los cincuenta, tras reorganizarse las zonas a nivel nacional, las provincias de Toledo y Madrid quedaron encuadradas en la zona ocho. (Recordemos que la producción de Toledo se dirigía a la azucarera de Aranjuez).

Al inicio de cada campaña, el Ministerio de Agricultura publicaba tanto los cupos de toneladas de remolacha asignados a cada zona como el precio base sobre el que se fijaría el precio final por tonelada. Una vez fijados estos cupos, eran los denominados jurados mixtos los encargados de adjudicar las hectáreas de cultivo que correspondían a cada localidad en base a los promedios de producción de las temporadas anteriores. Estos listados con los cupos locales se debían remitir, obligatoriamente, a las delegaciones provinciales de Abastecimientos y Transportes. El Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, cuando no se cumplía este requisito, recordaba a las distintas localidades productoras de remolacha la obligación de remitir estos datos:

(…) se recuerda a todos los Municipios en que se cultiva este producto [remolacha] la obligación que tienen las Delegaciones Locales de remitir con la mayor urgencia un resumen en que consten los nombres de los productores, con especificación de la superficie sembrada y remolacha contratada y demás requisitos detallados en las instrucciones dadas para la campaña del año último, que se publicaron en el Boletín. (Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 17 de noviembre de 1949).

Incluimos a continuación algunos datos relativos a la producción y precio fijado por el Ministerio de Agricultura:

  • Precio zona Tajuña 151 pesetas tonelada, zona Aranjuez 147 pesetas, zona Jarama 145 pesetas. Cupos por fabricas, Arganda 47.347 y Aranjuez 43.487. Para esta campaña, que se entendía atípica por las consecuencias de la guerra recientemente terminada, el Ministerio de Agricultura determinó poco antes de que se iniciara la cosecha que (…) en las zonas 5ª: Huesca-Lérida y 7º Madrid-Toledo (Aranjuez-Arganda) por haber tenido la mayor parte de los cultivos en zona roja, se tendrá tolerancia en la recepción de la campaña 1941-42, admitiéndose por las fábricas de dichas zonas sin penalidad, cuanta remolacha entreguen los cultivadores por encima de los cupos señalados (…) (Boletín Oficial del Estado, 15 de noviembre de 1940).

  • Orden fijando los precios de la campaña azucarera 1942-43. En la zona centro Tajuña 161 pesetas tonelada. En Aranjuez 157 pesetas tonelada. El precio el azúcar, según clases, oscilaba entre 235 y 295 pesetas los cien kilos. (Boletín Oficial del Estado, 7 de enero de 1942).

  • Orden fijando los precios de la campaña azucarera 1945-46. En la zona centro Tajuña 301 pesetas tonelada. En Aranjuez 293 pesetas tonelada. Jarama y Manzanares 289 pesetas tonelada. (Boletín Oficial del Estado, 4 de febrero de 1945).

  • Orden fijando los precios campaña 1951-52. Precio medio por tonelada de 650 pesetas; zona de Tajuña 1 peseta más por tonelada, Jarama, Manzanares y Aranjuez 20 pesetas menos. (Boletín Oficial el Estado, 22 de febrero de 1951).

  • Orden fijando los precios campaña 1951-52. Se fija el precio medio por tonelada para la campaña de 725 pesetas tonelada y en la zona Tajuña 2 pesetas más por tonelada. Zona de Aranjuez 10 pesetas menos. Tajuña seguía encuadrada en la zona centro 8, tal como se determinó en la campaña 51-52.

  • Precio de la remolacha campaña azucarera 1953-54. Según una orden del 16 de enero se establece una superficie de siembra de 121.000 hectáreas. Partiendo de un precio medio de 660 pesetas tonelada en las zonas de riqueza media se fija un precio superior en 2 pesetas en la zona de Tajuña, y menos dos pesetas en Aranjuez y Las Infantas. La comarca del Tajuña se encuadraba en la zona octava que incluía las provincias de Toledo y Madrid. (ABC, 1 de marzo de 1953).

  • Orden fijando los precios campaña 1955-56. Se establece un cupo nacional de 2.120.000 toneladas de remolacha azucarera.Teniendo en cuenta la tradicionalidad del cultivo e índice de necesidad agronómica de esta planta en cada región, las fabricas azucareras están obligadas a contratar el tonelaje de remolacha que se establece en el párrafo anterior, distribuido entre las distintas zonas azucareras corno sigue: Zona centro Madrid y Toledo 120.000 toneladas. Considerado el precio base de 640 pesetas tonelada en la Vega del Tajuña se garantizaba un precio de 645 pesetas y Aranjuez 625. (Boletín Oficial del Estado, 25 de enero de 1955).

  • Orden fijando los precios de la campaña 1956-57. La campaña incluye una producción contratable de remolacha de 2.800.000 toneladas. Zona 8 provincia de Madrid y Toledo 130.000 toneladas. Sobre un precio base para campaña 56-57 de 640 pesetas tonelada, en la Vega del Henares y Tajuña se pagaran a 645 pesetas tonelada, Aranjuez 625 pesetas tonelada. (Boletín Oficial del Estado, 2 de febrero de 1956).

  • Partiendo de un precio base de 775 pesetas para la campaña 57-58 para las zonas de riqueza media, la zona 8 en la que se integra la Vega del Tajuña tenía fijado un precio de 781 pesetas, Aranjuez 760. El cupo fijado para la zona centro 8 es de 170.000 toneladas y el total nacional 3.200.000 toneladas. Las Juntas Sindicales Regionales Remolachero Azucareras de cada zona establecerán, de acuerdo con los Sindicatos o Grupos Remolacheros de su jurisdicción y las fábricas azucareras, la distribución entre los agricultores del contingente de remolacha contratable, teniendo en cuenta la contratación efectuada en años anteriores, las entregas realizadas y la necesidad o tradicionalidad del cultivo. (ABC, 5 de marzo de 1957).

  • Se fija un cupo de 4.000.000 millones de toneladas de las que 200.000 corresponden a la zona centro en la campaña de 1963. Las empresas podrán contratar remolacha en cualquier zona distinta adonde se encuentre la fábrica. Los fabricantes no están obligados a recibir remolacha producida en superficie distinta a la contratada. El agricultor podrá exigir del fabricante que reciba cuanta remolacha haya cosechado en la superficie de cultivo reseñada en contrato. El precio de referencia será de 975 pesetas tonelada con las siguientes variantes: Vega Tajuña y Henares 982, Aranjuez, 959 pesetas. (Boletín Oficial del Estado, 2 de abril de 1963).

  • Orden por el que se establecen los precios de la remolacha azucarera para la campaña 1964-1965 en las diferentes zonas y producción a contratar. La orden fijaba 10 zonas. En la campaña azucarera 1964-65 las previsiones de contratación de remolacha a nivel nacional ascienden a 4.800.000 toneladas de las que 250.000 corresponden a la denominada Zona Centro, integrada por las zonas de producción de Huete, Huelves, Villacañas, Mora, Mascaraque, Vega del Henares y del Tajuña, Castejón, Villaseca, Algodor, Toledo, Villasequilla, Huerta Villarrubia, Aranjuez y Las Infantas, Jarama alto, Seseña y Vega del Manzanares y demás términos regados con aguas residuales. Las empresas azucareras podrán contratar remolacha en todas las zonas, cualquiera que sea el emplazamiento de su fábrica. (…) Los fabricantes no están obligados a recibir la remolacha producida en superficie distinta a la contratada. El agricultor podrá exigir del fabricante que reciba en báscula cuanta remolacha haya cosechado en el superficie de cultivo reseñada en el contrato. El precio base fijado para la campaña era 1.245 pesetas tonelada, aunque luego se fijaban precios de referencia para cada zona y subzona. Para esta zona el precio medio por tonelada se fijaba en el caso de la Vega del Henares y Vega del Tajuña en 1.259 pesetas tonelada. En comparación, por ejemplo, la zona de Aragón tenía asignada una producción de 1.200.000 toneladas y precios que en algunos casos llegaban a 1.333 pesetas tonelada. (Boletín Oficial del Estado, 22 de octubre de 1963).

  • Temporada 1965-66- Cupo nacional de 4.800.000 toneladas, de las que 250.000 corresponde a la zona centro. (Boletín Oficial del Estado, 13 de marzo de 1965).

  • Los precios de la temporada 1966-67 se mantienen los mismos correspondientes a la temporada 1965-66 con algunas modificaciones por comarcas que no afectan a la Vega del Tajuña. (Boletín Oficial del Estado, 4 de abril de 1966).

  • Temporada 1969-70. Cupo nacional 5.390.000 toneladas, de las que 230.000 corresponden a la zona centro. (Boletín Oficial del Estado, 1 de mayo de 1969).

El análisis de estos daros marcan la evolución de los precios por tonelada y el sobreprecio que sobre este precio tipo de ámbito nacional recibían los agricultores de la comarca de la Vega Baja del Tajuña. Esta prima económica desapareció a partir de la campaña de 1968, cuando se comenzó a aplicar el pago de la remolacha en función de su riqueza en sacarosa. Como vimos la pasada semana, este sistema no agradaba a los agricultores, reacios a estos análisis. Además, a estas alturas de la década de los sesenta, ya sin poder utilizar del ferrocarril para transportar la cosecha a la azucarera, la remolacha estaba a punto de desaparecer. La próxima semana, como epílogo a esta serie, analizaremos los porqués de este declive del cultivo remolachero en los regadíos madrileños y particularmente en la Vega Baja del Tajuña.


Fuentes y bibliografía:

  • Periódicos citados en el texto.

  • Álbum de La Poveda. 1900-200 La Poveda Centenario. Colección Archivo Municipal de Arganda.

  • La economía española y la articulación de su mercado (1890-1914): Los orígenes de la vía nacionalista del capitalismo español. Memoria presentada para optar al grado de doctor por Juan Martín Fernández. Facultad de CC. Políticas y Sociología. Departamento de Economía Aplicada V. Madrid, 2002.

  • Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid. Abela, Eduardo y Castro, Carlos A de. Estereotipia y Galvanoplastia de Aribau y Cia. Madrid, 1876.

  • Instrucciones para el cultivo de la remolacha azucarera en regadío. Quintanilla Guillermo. Hojas divulgativas. Ministerio de Agricultura. Madrid, 1932

  • Memoria sobre la remolacha azucarera. Estación Agronómica del instituto Agrícola de Alfonso XII. Ministerio de Fomento. Dirección General de Agricultura. Madrid, 1911.

  • El Ochocientos. De las profundidades a las altura. Tomo II. Manuel Silva Suárez, editor. Real Academia de Ingeniería. Institución Fernando El Católico. Prensa de la Universidad de Zaragoza. Zaragoza.

  • El trabajo infantil en España 1700-1950. Aprender trabajando. La actividad de niñas y niños en tierras de regadío. (La Vega del Tajuña a comienzos del siglo XX). Borras Llop, José María. Universidad Complutense.

  • Memoria que comprende los trabajos reunidos, trabajos practicados y proyecto de Ley formulados por la comisión para el estudio de la concentración parcelaria. Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio del Ministerio de Fomento. Imprenta de los hijos de M. G. Hernández. Madrid, 1908.

  • Anuario 1929. Fondo documental del Instituto Nacional de Estadística.





sábado, 24 de julio de 2021

 

El cultivo de la remolacha en la vega del Tajuña y la azucarera (VI)

Contratos azucarera-remolacheros, fuente habitual de conflictos

El cultivo de la remolacha en la vega del Tajuña se convirtió en tiempo record en uno de los más extendidos en todos los pueblos de la comarca. Cuando se desarrolló y se asentó en las tierras de regadío de todas las localidades, propició también la aparición de prácticas tan novedosas como la firma de los contratos que regulaban la relación económico-comercial entre la empresa azucarera de La Poveda y los remolacheros.


Muy pronto comprendieron los cultivadores de remolacha que los contratos que firmaban con la azucarera de La Poveda iban a condicionar, inevitablemente, su relación con Azucarera Madrileña, la empresa propietaria de la fábrica instalada en el barrio argandeño. Como sucedía en otras comarcas remolacheras, de este documento que firmaban al comienzo de cada temporada dependía, en gran parte, que rentabilizaran su esfuerzo y el trabajo de todo un año. Como veíamos en entregas anteriores, en 1908 ya se hablaba de crear asociaciones que defendieran sus derechos colectivos frente a la todopoderosa empresa sobre todo a la hora de fijar las condiciones de los contratos:

(…), y muy en breve quedará constituida la asociación regional de El Tajo y Tajuña, formada con elementos de las asociaciones locales, para en relación con las de otras regiones establecer las bases y condiciones de los próximos contratos con la Sociedad azucarera, y no consentir ser juguete de un capricho, ni contribuir con nuestro sudor y privaciones al enriquecimiento de los que ilegítimamente pueden ufanarse de disponer de una ley que también los favorece (…). (El Progreso Agrícola y Pecuario, 15 de julio de 1908).

Más de 20 años después, en 1930, no parece que los agricultores hubieran avanzado mucho en la mejora de sus relaciones con la azucarera y en la equidad de los contratos que firmaban con la empresa. José María Hueso, miembro de la asociación que defencia los intereses de los cultivadore, afirmaba en la asamblea de los remolacheros:

(…) El agricultor firma con el azucarero un contrato que carece de condiciones jurídicas para ser considerada como tal, ya que las condiciones quedan al arbitrio de una sola de las partes y la otra el remolachero ha de limitarse a firmar (…). (La Nación, 14 de abril de 1930).

Y lo curioso es que las quejas y el malestar generado por estos contratos trascendieron en el tiempo a los distintos regímenes políticos, y durante los cerca de setenta años en que estuvo activa la azucarera de La Poveda, a la propia realidad política y económica del país: los remolacheros recelaban de los contratos que firmaban cada temporada, lo mismo en el reinado de Alfonso XIII que en la dictadura de Primo de Rivera; durante la II República, como en plena guerra civil y, por supuesto, en el periodo de la dictadura del general Franco.

Condiciones de obligado cumplimiento de los contratos azucarera-agricultores

Que los recelos de los agricultores ante las condiciones de los contratos fueran una constante mantenida en el tiempo se explica al comprobar que los distintos modelos que estuvieron vigentes años tras año no se diferenciaban mucho entre sí, al margen del periodo histórico que se viviera.

Había aspectos de estos contratos que se mantenían siempre, independientemente del año, como la fecha limite para la siembra de la remolacha, que nunca podía ser posterior al 31 de mayo; la aportación de las semillas por parte de la azucarera, y en algunos casos del abono, -cuyo precio se descontaba al liquidar con el agricultor el importe de la cosecha- y el compromiso de la empresa a adquirir toda la cosecha procedente de las parcelas cuya localización y extensión se recogían en un anexo del contrato.

En todas los contratos se contemplaba también los periodos de apertura y cierre de las azucareras -lo que en muchas ocasiones generaba no pocos problemas a unos agricultores acuciados por cosechar la remolacha a tiempo-, el derecho de la empresa a controlar los cultivos y las labores que se realizaban en las parcelas o, curiosamente, la prohibición, no siempre cumplida, de cortar las hojas de la remolacha antes de la recolección para alimentación del ganado u otros usos (Las hojas de remolacha, de hecho, podían usarse como cama en los cajones en los que se envasaban los productos de la huerta que se enviaban al mercado de Madrid y también servían de alimento al ganado de labor).

Para hacernos una idea de cómo eran estas condiciones que los agricultores, y las azucareras, se comprometían a cumplir hemos seleccionado los puntos más destacados que aparecían en algunos de estos contratos.


Modelo de contrato azucarera-agricultor

Modelo contrato campaña 38-39:

  • La fábrica facilitara la semilla al agricultor a razón de 1 kilo por tonelada de remolacha contratada a un precio de 3 pesetas que se descontará al liquidar las entregas de remolacha.

  • El cultivador se obliga a no emplear otras simientes ni a plantarlas en parcelas distintas a las que aparecen el contrato.

  • La fabrica pagara al cultivador al precio de (…) en los días siguientes a la entrega y siempre que haya entregado la mitad de la cosecha prevista.

  • El agricultor tiene derecho a la entrega de cinco kilos de azúcar refinada y 10 de pulpa seca por cada kilo de remolacha entregada al precio oficial fijado por el gobierno.

  • Una vez realizado el entresaque la fábrica entregara al cultivador una cantidad de 7,5 pesetas por tonelada contratada para los gastos de cultivo.

  • La fábrica podrá adelantar abonos a un precio de 10,5 pesetas por tonelada contratada que se le descontara de la liquidación.

  • La fábrica se obliga a recoger el exceso de producción.

  • La remolacha se presentara cortada por debajo de las hojas. El cultivador procurara que la remolacha no supere el 8 por ciento de su peso en tierra y en caso contrario la fábrica esta autorizada a rechazarla. Para comprobar la tierra se analizara al azar una muestra de un peso no inferior a cinco kilos.

  • La fábrica anunciará con cinco días de antelación el cierre de la fábrica.

  • La fábrica nombrara encargados de vigilar los términos de cumplimiento de estos contratos.

Modelo contrato campaña 1954-55:

  • Hasta el 31 de diciembre la sociedad entregará la semilla necesaria para la producción de la remolacha contratada.

  • Se prohibía retirar hojas de las remolachas antes de realizar la cosecha.

  • Los responsables de las básculas que recibirán remolacha durante siete horas y media entregarán el ticket o justificante de la entrega.

  • Antes del pesaje deberá retirarse del carro o remolque cualquier efecto que pueda dar lugar a equívoco. Las mulas irán provistas de bozal para evitar que muerdan la remolacha. La descarga, con horquillos de bola, estará a cargo del cultivador desde el carro a los vagones. Los carros deberán llevar bien cerrado el fondo para evitar la caída de la tierra antes de hacer el pesaje para la tara.

  • El cultivador podrá comprobar las condiciones de la báscula.

  • Los precios fijados se entienden por tonelada de remolacha en las condiciones que se tiene por costumbre en la comarca (Hojas cortadas) y la sociedad podrá rechazar la remolacha que no este sana o con hojas.

  • El descuento por tierra será siempre el correspondiente que lleve la remolacha procurando el cultivador que no supere del 8 ni del 12 por ciento cuando la tierra este húmeda por lluvias. Teniendo derecho la sociedad a rechazar la remolacha que supere estas cifras.

  • La toma de muestras se realizara por ambas partes al azar y por cualquier zona del tercio inferior en cantidad no superior a cinco kilos.

  • El cultivador participara en las operaciones de peso, descuento y descarga.

  • En el contrato aparecía el precio fijado para esa temporada para la remolacha por tonelada puesta en fábrica. Los cultivadores tenían derecho a recibir 20 kilos de pienso de pulpa por tonelada entregada.

Modelo contrato campaña 69-70:

  • Se sigue entregando semilla a cuenta al agricultor.

  • Siembra hasta el 31 de mayo como máximo.

  • Los adelantos tenían un interés del 5%

  • El abono entregado a cuenta se liquidaba con el primer pago de la remolacha.

  • Prohibición de retirar hojas antes de la cosecha.

  • La fábrica descontaba un canon por descarga mecánica.

  • El precio se fijaba en función de la riqueza polarimétrica establecido en cada campaña según la disposición oficial correspondiente.

Este último punto, el pago basado en la riqueza en sacarosa de la remolacha, se introdujo en la campaña de 1968, a modo de prueba, en la zona de la fábrica de La Poveda y otras azucareras españolas, antes de aplicarse progresivamente en el resto del país.

Este nuevo sistema para fijar el precio por tonelada no dejó de generar problemas debido a que los agricultores consideraban que las azucareras resultaban favorecidas con este método, frente al anterior sistema en el que cada zona tenía asignado una riqueza en sacarosa que se aplicaba al precio final por tonelada de remolacha, tal como veremos la próxima semana al tratar sobre los precios y los cupos asignados a cada zona remolachera y especialmente a la comarca de la vega del Tajuña.


Fuentes y bibliografía:

  • Periódicos citados en el texto.

  • Álbum de La Poveda. 1900-200 La Poveda Centenario. Colección Archivo Municipal de Arganda.

  • La economía española y la articulación de su mercado (1890-1914): Los orígenes de la vía nacionalista del capitalismo español. Memoria presentada para optar al grado de doctor por Juan Martín Fernández. Facultad de CC Políticas y Sociología. Departamento de Economía Aplicada V. Madrid, 2002.

  • Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid. Abela, Eduardo y Castro, Carlos A de. Estereotipia y Galvanoplastia de Aribau y Cia. Madrid, 1876.

  • Instrucciones para el cultivo de la remolacha azucarera en regadío. Quintanilla Guillermo. Hojas divulgativas. Ministerio de Agricultura. Madrid, 1932

  • Memoria sobre la remolacha azucarera. Estación Agronómica del instituto Agrícola de Alfonso XII. Ministerio de Fomento. Dirección General de Agricultura. Madrid, 1911.

  • El Ochocientos. De las profundidades a las altura. Tomo II. Manuel Silva Suárez, editor. Real Academia de Ingeniería. Institución Fernando El Católico. Prensa de la Universidad de Zaragoza. Zaragoza.

  • El trabajo infantil en España 1700-1950. Aprender trabajando. La actividad de niñas y niños en tierras de regadío. (La vega del Tajuña a comienzos del siglo XX). Borras Llop, José María. Universidad Complutense.

  • Memoria que comprende los trabajos reunidos, trabajos practicados y proyecto de Ley formulados por la comisión para el estudio de la concentración parcelaria. Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio del Ministerio de Fomento. Imprenta de los hijos de M. G. Hernández. Madrid, 1908.



jueves, 15 de julio de 2021

 

El cultivo de remolacha en la vega del Tajuña y la azucarera (V)

La compleja relación remolacheros-azucareras fomentó el asociacionismo entre los agricultores

Los cultivadores de remolacha nunca dejaron de depender de las azucareras con las que contrataban la venta de sus cosechas. Desde el campo, en las localidades de la vega del Tajuña y también en el resto de las zonas productoras de remolacha, nunca se tuvo la sensación de que se tratara de una relación igualitaria la que mantenían con las empresas. Esta realidad favoreció la creación de un importante movimiento asociativo que se mantuvo muy activo y siempre reivindicativo frente a las azucareras y, cómo no, frente a algunas decisiones del gobierno de turno.


No habían pasado ni seis años desde que el cultivo de la remolacha azucarera se implantara en la ribera del Tajuña y ya se produjeron protestas en varios pueblos ante las leyes que limitaban la producción y el cultivo de la planta industrial. En 1906, los labradores y las autoridades municipales de Fuentidueña, Valdelaguna, Belmonte de Tajo, Colmenar de Oreja, Chinchón y Morata de Tajuña cuestionaron la política gubernamental con la que se trataba de controlar la producción anual de remolacha. La Correspondencia de España informaba de los telegramas remitidos al periódico de varios pueblos en los que planteaban estas protestas, ineficaces a la larga, frente a las leyes reguladores del cultivo remolachero:

(…) Una entidad importante del pueblo de Fuentidueña que cultiva la remolacha en la ribera del Tajo pide protección a La Correspondencia de España para que no se convierta en ley de limitación de la producción de remolacha* el proyecto del ministro de Hacienda Sánchez y Manzanares.

Los labradores de Valdelaguna protestan del proyecto limitando la producción de la remolacha por ser la ruina probable de los mismos

Reunidos labradores de los pueblos de Villarejo, Belmonte y Colmenar de Oreja piden protección a este diario para que no sea ley el proyecto de limitación de producción de remolacha, motivo de ruina para esta región productora: alcalde, Ramón Brea, Julián Pérez, Antonio Sánchez, Manuel Escobar y presidente de la Sociedad de Labradores.

Chinchón. Amenazados con que sea ley funesto proyecto limitación producción remolacha acuden a este periódico para que preste concurso eficaz en contra el mismo. Los labradores y propietarios de Chinchón Clementino Clemente, Amalio Luis, Esteban Romano, Viladelfo Ruiz.

Gran número de agricultores de Morata de Tajuña, amenazados en sus intereses con el proyecto de ley de limitación producción remolacha, ruega valioso apoyo de La Correspondencia de España para evitar inminente ruina a estos ribereños. Manuel Sánchez, Sebastián Delgado, Antonio de la Torre, Mariano de la Torre. (La Correspondencia de España, 3 de diciembre de 1906).

Muy pronto, ante este y otros problemas, los agricultores-propietarios vieron la necesidad de asociarse para poder negociar con el denominado trust azucarero (Hay que señalar también que las empresas productoras también se agruparon para defender sus intereses, aunque algunas de ellas, como Azucarera Madrileña, permanecieron independientes en sus primeros años de existencia).

El Progreso Agrícola y Pecuario, revista de carácter profesional con influencia en todo el sector primario defendía, en un artículo titulado Remolacheros y azucareros, la necesidad de asociarse frente a lo que denominaba exigencias del trust azucarero y en el que se denunciaba una legislación partidista favorable a las empresas:

(…) Al desdén de unos cuantos capitalistas tenían forzosamente que contestar los agricultores con los argumentos que la razón aconseja; no podía subsistir el cultivador en el aislamiento; el mal entendido individualismo habría de ser impotente para oponerse a la avasalladora fuerza de la colectividad; por eso aconsejamos y seguimos aconsejando la unión de los agricultores, (…) para poder llegar a la asociación nacional de cultivadores de remolacha.

Tras denunciar el ocultamiento del problema de los remolacheros por parte de los periódicos más importantes, favorables según se denunciaba al trust empresarial, el periódico añadía:

(…) Todas estas dificultades no han impedido el hacernos oír de la opinión interesada, y en un corto plazo se han constituido asociaciones en los pueblos más importantes del cultivo de remolacha, asociaciones nacidas con calor y entusiasmo, sin más fin que la defensa de los intereses agrícolas, alejadas de las nefastas luchas políticas, y muy en breve quedará constituida la asociación regional de El Tajo y Tajuña, formada con elementos de las asociaciones locales, para en relación con las de otras regiones establecer las bases y condiciones de los próximos contratos con la Sociedad azucarera, y no consentir ser juguete de un capricho, ni contribuir con nuestro sudor y privaciones al enriquecimiento de los que ilegítimamente pueden ufanarse de disponer de una ley que tan bien los favorece (…). (El Progreso Agrícola y Pecuario, 15 de julio de 1908).

Este texto a favor del asociacionismo fue, de alguna manera, el aviso de la creación, en septiembre de 1908, de la Asociación Regional de Labradores del Centro de España. Esta asociación se constituyó tras la celebración de una reunión en Aranjuez a la que asistieron representantes de las asociaciones locales de Aranjuez, Añover, Mocejón, Huete, Ciempozuelos, Titulcia, San Martín de la Vega, Morata de Tajuña, Perales de Tajuña, Carabaña, Tielmes y Seseña. La nueva asociación aspiraba a ser la defensa de los intereses de la clase, en cuanto se refiera a la producción y venta de remolacha, haciendo frente a las injustificadas exigencias de las Sociedades azucareras. (El Progreso Agrícola y Pecuario, 7 de septiembre de 1908).

Agricultores cosechando remolacha, año 1940 (Archivo de Chinchón)

La Unión Nacional de remolacheros y cañeros y la Unión Regional de Remolacheros de Madrid-Toledo

Los primeros movimientos asociativos de los remolacheros en todo el territorio nacional, necesitados del trabajo y la acción de asociaciones profesionales que defendieran sus intereses frente a las empresas azucareras, traspasaron, según avanzaba la implantación del cultivo de remolacha industrial, el ámbito local, provincial y regional. La creación de una asociación de carácter nacional que defendiera, aunque no siempre fuera posible una postura unánime, los intereses remolacheros se materializó en la Unión Nacional de Remolacheros y Cañeros que agrupaba a asociaciones regionales tan poderosas como la Unión Remolachera de Aragón, Navarra y la Rioja. En 1927 a la asamblea de esta última asociación, celebrada en Madrid, asistieron algunos representantes de las localidades ribereñas del Tajuña como el alcalde de Chinchón, Esteban Rojas, o agricultores como Pablo Prieto, de Valdelaguna, o Emiliano Sánchez, presidente de la Sociedad de Labradores de Morata de Tajuña. En esta reunión, de la que informaba La Voz en su edición del 18 de febrero de 1927, se trató del eterno y recurrente problema de las relaciones desiguales entre azucareras y cultivadores de remolacha. Además, también se anunció la celebración de asambleas informativas en Morata, Chinchón y Aranjuez.

Como resultado de estas reuniones, impulsadas por la Unión General de Remolacheros, se crearon nuevas comisiones locales de cultivadores de esta planta que, a su vez, se agruparon en la denominada Unión de Remolacheros de Madrid-Toledo. La agrupación de los agricultores de ambas provincias respondía a la cercanía entre ambos territorios y a que compartían, en determinados casos, la condición de suministradores de remolacha de las mismas fábricas (Aranjuez). Además, tradicionalmente, la administración pública agrupó a ambas provincias en una misma zona para asignar los cupos de producción de remolacha.

En una de las primeras asambleas generales de esta asociación regiona,l a la que asistieron en Aranjuez representantes de Ciempozuelos, Chinchón, Aranjuez, Titulcia, Bayona, Orusco, Carabaña, Morata de Tajuña, Perales de Tajuña. Añover de Tajo y Toledo, se puso de manifiesto el progresivo arraigo del movimiento asociacionista en ambas provincias y el trabajo de 17 agrupaciones locales que representaban a 1.584 cultivadores de remolacha. (El Imparcial, 3 de mayo de 1928).

Unos días después de esta reunión de carácter regional, se convocó la Asamblea de la Unión de Remolacheros y Cañeros españoles a la que asistieron representantes locales de los municipios de la comarca del Tajuña y de la vega del Jarama (Ciempozuelos, Chinchón, Titulcia, Perales, Morata, Ambite, Carabaña, Arganda…).

Entre las conclusiones aprobadas por los asambleístas figuraban, entre otras, las siguientes:

Primera: Reiterar la petición elevada al Gobierno de S. M. solicitando el nombramiento de una comisión técnica que estudie y proponga la solución más conveniente para establecer en la producción azucarera un régimen que resuelva la crisis que padecen los agricultores, garantizando la equitativa distribución del valor del producto entre los dos sectores, agrícola e industrial, que cooperan a la producción.

Segunda: Debe desaparecer la restricción impuesta a la libertad industrial para los sindicatos y asociaciones agrícolas que quieran instalar y explotar fábricas azucareras, cooperativas, siempre que los asociados aseguren la aportación de las primeras materias necesarias para la explotación económica de dichas fábricas. (La Vanguardia Española, 16 de mayo de 1928).

El trabajo de Unión Regional de Remolacheros de Madrid-Toledo, muy activa en su labor de fomentar el asociacionismo de los cultivadores de remolacha en los pueblos de la región centro con actos organizados en Tielmes, Chinchón, Morata de Tajuña, Ciempozuelos, San Martín de la Vega, Perales, Carabaña y Aranjuez, continuó también con su postura a favor de que se impusiera el criterio de que los asuntos entre remolacheros y azucareros sean estudiados en toda su integridad por una Comisión designada por el Gobierno, con representación de ambas partes interesadas en el problema, ya que cabe esperar bien poco de la eficacia de las Comisiones arbitrales después de la real orden de 25 de marzo último. (El Siglo Futuro, 5 de abril de 1930).

Como colofón a estos actos reivindicativos, el 13 de abril de 1930 se convocó un acto en Aranjuez para debatir las propuestas que desde las asociaciones representativas de los remolacheros de las provincias de Madrid y Toledo se habían de presentar al gobierno. De nuevo este acto contó con representantes de los remolacheros de las vegas del Tajo, Tajuña y el Jarama (Madrid, Añover, Ciempozuelos, Carabaña, Titulcia, Morata, Mocejón, Tielmes, Orusco, Chinchón, Seseña, San Martín de la Vega, Toledo, Algodor, Perales y Huerta de Valdecarábanos).

En nombre de los remolacheros de la vega del Tajuña intervino Ramón Pérez Gracia, secretario de la Unión Regional. Este agricultor, procedente de Orusco, defendió las comisiones arbitrales creadas durante la dictadura de Primo de Rivera, encargadas de redactar los contratos en los cultivadores y los fabricantes con las que se equiparaban –en su opinión- los intereses de ambos elementos de la producción. Estas Comisiones –añadió-, han sido reducidas ahora a la simple misión de revisar los contratos, sin que puedan fijar precio ni condiciones, con lo que los remolacheros quedan sometidos a las imposiciones de las sociedades azucareras.

Las quejas alrededor de los contratos entre azucareras y remolacheros** fueron constantes desde que comenzara a extenderse el cultivo de la remolacha en las vegas del Tajuña y el Jarama –y en el resto del territorio nacional-. El secretario nacional de la Asociación, José María Hueso, afirmó refiriéndose a estos contratos:

(…) El agricultor firma con el azucarero un contrato que carece de condiciones jurídicas para ser considerada como tal, ya que las condiciones quedan al arbitrio de una sola de las partes y la otra, el remolachero, ha de limitarse a firmar.

Tan importante era para los agricultores la regulación de los contratos azucareras-remolacheros que una de las conclusiones de la asamblea fue (…) recabar del Gobierno la modificación de la legislación de las Comisiones arbitrales, pues que éstas, sin atribuciones para intervenir en el estudio y regulación de los contratos, no satisfacen las aspiraciones de justicia y equidad de los remolacheras ni responden al criterio de coordinar los intereses de ambas partes. (La Nación, 14 de abril de 1930).

En estos años de transición entre el periodo de la dictadura de Primo de Rivera y la proclamación de la República, los agricultores integrados en la junta regional Madrid-Toledo de la Unión de Remolacheros y Cañeros Españoles, según datos publicados por El Financiero el 25 de abril de 1930, representaban a la practica totalidad de los cultivadores de remolacha de la región, ya que aportaban 110.000 toneladas de las 130.000 que se recolectaban en las 4.600 hectáreas dedicadas a dicho cultivo en ambas provincias.

Ya en periodo republicano, los remolacheros recurrieron a los responsables políticos para reclamar soluciones a los continuos problemas con las azucareras. Al comienzo de la campaña de 1933, y antes de empezar la temporada de siembra, una comisión de remolacheros acudió a una reunión con el ministro de Agricultura, Marcelino Domingo, ante la tensa relación que llegaba, en el caso de la zona de Castilla la Nueva donde se integraban los remolacheros madrileños, a la falta de compromiso de las fábricas que no garantizaban la compra de la cosecha futura.

El ministro se comprometió a analizar y estudiar las peticiones de los remolacheros para después contrastarlas con los representantes de las azucareras. Para los representantes de los remolacheros madrileños, la resolución de los problemas de la campaña 1933-34 pasaba porque las azucareras respetasen, como mínimo, los cupos asignados a cada localidad en la campaña anterior. También proponían que, para campañas futuras, el Gobierno convocara con suficiente antelación una asamblea en la que participaran tanto remolacheros como azucareras y con la mediación de las administraciones públicas para evitar la incertidumbre respecto a las condiciones de contratación y la fecha de siembra. (La Vanguardia Española, 20 de febrero de 1933).

Los problemas denunciados por los remolacheros durante el gobierno izquierdista, y la eterna pugna con las azucareras, continuaban presentes cuando se produjo la llegada al gobierno de la coalición de centro derecha integrada por los radicales, la CEDA y el Partido Agrario. Sólo había transcurrido un mes desde el triunfo del centro derecha cuando en Chinchón se convocó una reunión de carácter sectorial y nacional para defender los intereses de los viticultores y los remolacheros. A esta convocatoria, además de representantes de asociaciones de Zaragoza, León y La Rioja, también acudieron los representantes locales de Aranjuez, Añover de Tajo, Mocejón, Algodor, Morata de Tajuña, Carabaña y Ciempozuelo, junto con el vicepresidente de la Unión de Remolacheros de Madrid y Toledo. El sector de la remolacha, según informaba El Siglo Futuro el 20 de diciembre de 1934, planteó que antes del 15 de enero debería estar resuelto el asunto de la asignación de cupos y de precios, precisamente para evitar los problemas que habían surgido en campañas anteriores, además de proponer la creación de los que denominaban Estatuto el Azúcar.


*Las protestas contra la limitación de la producción, y la consiguiente asignación de cupos a las diferentes zonas remolacheras, sería, sin embargo, una realidad con la que tendría que convivir el sector con más o menos rigidez hasta que en los primeros años de la década de los setenta se cerró la fábrica de La Poveda. La próxima semana analizaremos cómo se repartía este cupo en distintas épocas.

** También analizaremos las condiciones que aparecían en estos contratos que regulaban las relaciones remolacheros-azucareras.


Fuentes y bibliografía:

  • Periódicos citados en el texto.

  • Álbum de La Poveda. 1900-200 La Poveda Centenario. Colección Archivo Municipal de Arganda.

  • La economía española y la articulación de su mercado (1890-1914): Los orígenes de la vía nacionalista del capitalismo español. Memoria presentada para optar al grado de doctor por Juan Martín Fernández. Facultad de CC Políticas y Sociología. Departamento de Economía Aplicada V. Madrid, 2002.

  • Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid. Abela, Eduardo y Castro, Carlos A de. Estereotipia y Galvanoplastia de Aribau y Cia. Madrid, 1876.

  • Instrucciones para el cultivo de la remolacha azucarera en regadío. Quintanilla Guillermo. Hojas divulgativas. Ministerio de Agricultura. Madrid, 1932

  • Memoria sobre la remolacha azucarera. Estación Agronómica del instituto Agrícola de Alfonso XII. Ministerio de Fomento. Dirección General de Agricultura. Madrid, 1911.

  • El Ochocientos. De las profundidades a las altura. Tomo II. Manuel Silva Suárez, editor. Real Academia de Ingeniería. Institución Fernando El Católico. Prensa de la Universidad de Zaragoza. Zaragoza.

  • El trabajo infantil en España 1700-1950. Aprender trabajando. La actividad de niñas y niños en tierras de regadío. (La vega del Tajuña a comienzos del siglo XX). Borras Llop, José María. Universidad Complutense.

  • Memoria que comprende los trabajos reunidos, trabajos practicados y proyecto de Ley formulados por la comisión para el estudio de la concentración parcelaria. Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio del Ministerio de Fomento. Imprenta de los hijos de M. G. Hernández. Madrid, 1908.



jueves, 8 de julio de 2021

 

El cultivo de la remolacha en la vega del Tajuña y la azucarera (IV)

La crisis de 1913 amenazó la economía de todos los agricultores de la comarca

Ebro adquirió parte del accionariado de la azucarera en 1925

Los agricultores de la vega del Tajuña, desde el momento que comenzaron a cultivar remolacha destinada a la fábrica de La Poveda , pasaron a depender en gran parte de los vaivenes del mercado y de la salud financiera y empresarial de Azucarera Madrileña. En un mercado cautivo que obligaba a los agricultores de la comarca a contar con un único comprador de su cosecha de remolacha, cualquier crisis empresarial de la azucarera repercutía, de inmediato, en su economía. En 1913 apareció una de estas crisis periódicas que puso en riesgo no sólo la continuidad de la factoría de La Poveda sino, también, la viabilidad futura del cultivo de remolacha en los regadíos del Tajuña y del Jarama.


A finales de 1912 y comienzos de 1913 se plantea con toda su crudeza la posibilidad de que la Azucarera Madrileña se vea obligada a cerrar las instalaciones de la fábrica de La Poveda. Esta circunstancia, que para los agricultores significaba nada menos que poner en peligro la cosecha de los cultivos remolacheros que en los primeros meses de 1913 ya verdeaban en la vega del Tajuña, se produjo cuando la empresa, en dificultades económicas como otras tantas del sector, fue incapaz de abonar al Estado los plazos del impuesto del azúcar que gravaba su fabricación.

Y es que cuando ya se había superado la primera década del siglo XX, los momentos de auge y crecimiento imparable de la industria azucarera de los primeros años del siglo, provocado como vimos por la pérdida de Cuba y Puerto Rico, hacia tiempo que habían pasado. Ahora, el mercado remolachero y azucarero asistía a una sobreproducción causada por el excesivo número de fábricas levantadas al amparo de unos beneficios que, en los primeros años, llegaron a superar el 20% para los accionistas. De hecho, a partir de 1907 se había prohibido, por la denominada Ley Osma, la instalación de nuevas azucareras ante la evidencia de que la capacidad de producción anual de todos los ingenios no podía ser absorbida ni por el mercado nacional ni por las exportaciones a terceros países.

Sirva como ejemplo de esta situación los datos de la propia fábrica de La Poveda que ya ofrecimos en la primera entrega de esta serie: de los 19 millones de toneladas de remolacha, aproximadamente, tratadas en las temporadas 1903-04 y 1904-05, se había pasado a procesar cantidades superiores a los 40 millones entre los años 1906 y 1909. El record, no obstante, se había alcanzado en la campaña 1910-11 cuando a la fábrica del barrio argandeño llegaron más de 62 millones de kilos de remolacha que permitieron elaborar 8.240.549 kilos de azúcar.

Estos datos, que a simple vista parecería que dibujaban una excelente situación económica, escondían otra realidad mucho más preocupante: el precio del azúcar no remontaba y, en la campaña 1910-11, no superaba los 39 céntimos por kilo, cuando en años anteriores había superado con creces los 50 céntimos. Las compañías azucareras, acosadas por la exigencia de vender su producción, tendían a bajar los precios en un proceso que no hacía sino agravar los balances de casi todas ellas.

Con el mercado saturado, Azucarera Madrileña no lograba poner en el mercado toda la producción -el azúcar, pese a la bajada de precios, seguía siendo un producto de lujo- lo que obligaba a subir los gastos de almacenaje para los excedentes que se producían.

Saco de Azucarera Madrileña

Los agricultores, perjudicados por la sobreproducción

La empresa se hallaba en un contexto de dificultades económicas estructurales que no sólo afectaban a la azucarera de La Poveda. También en el resto del país las empresas competidoras de Azucarera Madrileña pasaban por parecidas dificultades. Como se explicaba en un trabajo que ya analizamos La economía española y la articulación de su mercado (1890-1914): Los orígenes de la vía nacionalista del capitalismo español, de Juan Martín Fernández, la crisis del sector azucarero se había generalizado:

(…) El número de fábricas azucareras no tardó en llegar a 68, pero para entonces, la demanda interior, restringida por el incremento de precios amparado en el alto arancel, se mostró incapaz de absorber los crecientes stocks de azúcar. Pronto empezaron las fábricas a hacerse mutua concurrencia y paralelamente a cerrarse bastantes de ellas, entrando rápidamente todo el sector en una grave crisis de sobreproducción (...).

La primera gran crisis que afectó a Azucarera Madrileña, y por extensión a los agricultores de la vega del Tajuña que contrataban con ella sus cosechas de remolacha, se planteó en los primeros meses de 1913. En esas fechas afloró una situación que se arrastraba desde meses anteriores y que obligó a solicitar la suspensión de pagos. El 21 de febrero el nuevo director de Azucarera Madrileña, Eduardo Olea, explicaba así la situación de la compañía en un texto periodístico titulado Lo de la Azucarera:

(…) Esta sociedad, a consecuencia de su triste administración y por otras causas que sería largo enumerar, se vio en el trance de tener que solicitar del Juzgado la suspensión de pagos, que le fue concedida.

Esta suspensión obedece a que no se ha podido hacer efectivo a la Hacienda el pagaré de este mes, que venció el día 15 y que importaba 300.000 pesetas.

La Hacienda, en vez de adoptar otros procedimientos más suaves, nos envió un agente que se hizo cargo de todo lo perteneciente a la sociedad. ¡Si esta ejecución se lleva a término, habrá que suspender los trabajos, y quedarán en la miseria varios centenares de familias empleadas en las fábricas de la Poveda y Arganda, y en los trabajos agrícolas, pues en La Poveda hay unos terrenos que producían cada año 80.000 fanegas de fruto .(La Vanguardia Española, 21 de febrero de 1913).

La referencia a los centenares de familias que dependían del trabajo en la fábrica y de los trabajos agrícolas no dejaba de ser una baza que los propietarios de la empresa utilizaban para aliviar su crítica situación económica, asociando su continuidad al trabajo de los agricultores de la comarca, y lograr que la administración aflojara sus exigencias económicas.

En el caso que más nos interesa, en tanto que afectaba a los labradores que abastecían con sus cosechas a la factoría argandeña, a su economía y a la de las localidades ribereñas del Tajuña, no tardaron en producirse reacciones y denuncias de la situación en que podían quedar los cosecheros de remolacha.

Este movimiento se manifestó en los periódicos madrileños, de todas las tendencias, con múltiples informaciones y peticiones de solidaridad que presentaron desde todos los pueblos de la comarca. En la edición de La Época del 12 de abril se pedía el apoyo para los agricultores frente a las exigencias económicas del gobierno a la azucarera:

De Chinchón recibimos telegramas referentes a la fábrica de La Poveda, perteneciente a la Azucarera de Madrid, pidiéndonos influyamos cerca del Gobierno en favor de los agricultores de Morata de Tajuña, amenazados de la pérdida de la cosecha de remolacha, por remate de la fábrica de La Poveda para cobrar el impuesto de azúcar.

También nos piden se evite el cierre los labradores de Perales, cuyo pueblo quedaría arruinado, según dicen, y los de la ribera de Chinchón y Valdelaguna, que siembran remolacha. (La Época, 12 de abril de 1913).

Al día siguiente, en El País, la situación se planteaba en términos lacónicos pero más graves:

Grave conflicto

Circulan rumores que va a cerrarse la fábrica de azúcares de La Poveda, suspendiéndose los trabajos. Si esto ocurre, quedarán sin trabajo 3.000 obreros que habitan en pueblos vecinos. (El País, 13 de abril de 1913).

Unos días después, los agricultores de la vega del Tajuña afectados por la amenaza de cierre de la fábrica, con la cosecha de la temporada 1913-14 ya plantada, expusieron su problema y la situación en que quedaban al mismo Gobierno que exigía la deuda impagada a Azucarera Madrileña. Según el diario El País se procedió a una recogida de firmas entre los agricultores de las localidades que podían verse afectadas, indirectamente, por la quiebra de la empresa. A estas firmas se unían las de agricultores de otras provincias:

La Azucarera de La Poveda

Una exposición al Gobierno firmada por 1.544 agricultores de las provincias de Madrid, Toledo, Guadalajara y Cuenca, perjudicados con el asunto de La Poveda, se ha dirigido al conde de Romanones [Presidente en esas fechas del Consejo de Ministros]:

Los que suscriben, agricultores en las riberas del Tajo, del Tajuña y del .Jarama, a V. E. respetuosamente, exponen:

Que tienen sembrada de remolacha azucarera, para ser suministrada a la fábrica de La Poveda, la mayor parte de las tierras que cultivan en dichas riberas, estando el fruto ya nacido, y en buena parte, desmatado; y que a noticia de los exponentes ha llegado un rumor que de confirmarse causaría inevitablemente la ruina de los pueblos de las repetidas riberas

Es propósito de los agentes ejecutivos de la Hacienda pública, de sacar a subasta en plazo perentorio la fábrica de La Poveda y demás bienes de la Sociedad Azucarera de Madrid.

Si tal rumor se confirma excelentísimo señor será fatalmente irremediable la pérdida de nuestras cosechas de remolacha y a la vez la catástrofe económica que por igual alcanzará en estos pueblos al agricultor propietario y al obrero que en el campo emplea su actividad.

Se nos dice que para evitar que tan desastrosa situación llegue se han hecho por la azucarera al Gobierno proposiciones para el pago a plazos que aquella adeuda a la Hacienda, y que si esas proposiciones son aceptadas por el Gobierno que V. E. con tanto acierto preside, se podrá solucionar el conflicto

Los labradores que suscriben así lo esperan de la paternal misión encomendada al Gobierno, obligado siempre a amparar los intereses de los pueblos y a evitar, cuando como en el caso actual es posible, una ruina que, por otra parte, no reportaría ventaja alguna al Estado.

(…) Pueblos de las riberas del Tajo, del Tajuña, y del Jarama, once de Abril de mil novecientos trece. (El País, 15 de abril de 1913).

Aunque estas firmas se dirigieron al presidente del Consejo de Ministros, era el encargado de la cartera de Hacienda, Félix Suárez Inclán, quien debía atender las peticiones de los agricultores para evitar que se cerraran las instalaciones por la venta de la maquinaria y otros efectos de la empresa.

En el diario La Época se hacían eco de estas peticiones y criticaban la postura del ministro de Hacienda por no buscar soluciones que impidieran el cierre empresarial y, en consecuencia, la ruina de los remolacheros de toda la comarca y las vegas del Jarama y Tajuña:

Lamentamos que el Sr. Suárez Inclán no ha encontrado manera -si es que la ha buscado- de atender las legítimas reclamaciones de los miles de agricultores interesados en que siga funcionando la Azucarera Madrileña.

Mucho importa que la Hacienda cobre lo que esa Sociedad le adeuda; pero, ¿no importa también mucho que no queden en la miseria esos pobres agricultores, víctimas de los errores de unos y de la intransigencia de otros?

¿No sería mejor arbitrar algún recurso que permitiese el funcionamiento de la fábrica?

Extremar las cosas puede, en definitiva, resultar perjudicial para todos, incluso para la Hacienda pública. (La Época, 28 de abril de 1913).

La amenaza del embargo, la venta de las fincas propiedad de la azucarera y el resto de medidas planteadas por el Ministerio de Suárez Inclán para resolver la deuda de la azucarera de La Poveda con el fisco español preocupaba también en el periódico El País que reproducía, a su vez, una información de El Imparcial:

Con sorpresa hemos leído en El Imparcial las siguientes líneas, baje, el epígrafe de “El embargo de la Azucarera”:

El ministro de Hacienda se ha negado a levantar el embargo de las fincas de La Poveda y a suspender la ejecución del apremio, como solicitaban los labradores de la zona de Arganda para que se adoptase una fórmula de armonía entre los intereses de los cultivadores de remolacha y los del Tesoro.

Entiende el señor Suárez Inclán que la ley le impide atender a la solicitud.

En consecuencia de esto, se han nombrado peritos para proceder a la tasación del azúcar que se encontró existente en los almacenes de la Fábrica y de las demás fincas que posee la Sociedad, para el cobro de los dos millones de pesetas que adeuda a la Hacienda.

Los peritos están ya realizando su trabajo, y en cuanto lo terminen se preparará la subasta del azúcar y de los semovientes, y luego el de los inmuebles.

Si así se hace, la ruina alcanzará, no solo a la Azucarera, sino también a los labradores de la zona, con el consiguiente quebranto a los demás acreedores.

(…) Y es el caso que hoy se reúne el Consejo de ministros. Es posible que en él se trate de este asunto, que envuelve no tan sólo un problema del cumplimiento de una ley vigente sino también un conflicto de orden público puesto que afecta a los intereses de muchos pueblos y a la existencia y al trabajo de millares de obreros y labradores. (…). (El País, 30 de abril de 1913).

Afortunadamente, y pese a la quiebra, los almacenes a rebosar de la fábrica de La Poveda permitieron capear la situación y afrontar la deuda con la administración. En septiembre, una de las medidas que se arbitraron fue subastar este excedente de azúcar. Se trataba así de afrontar parte del pago de la deuda aún pendiente que alcanzaba la cantidad de 1.827.072 pesetas.

Paradójicamente, la subasta de estos excedentes propició la llegada al mercado de azúcar a un precio aún más bajo del fijado por un mercado saturado por la sobreproducción generalizada con lo que la crisis de Azucarera Madrileña afectó, indirectamente, al resto de empresas del sector.

Ebro entra en el accionariado de Azucarera Madrileña

Tras los negros presagios que amenazaban el futuro de la azucarera la empresa logró evitar el cierre en el convulso año de 1913. Es cierto que tras esa primera crisis sólo la entrada de nuevo capital salvó el futuro de la factoría de La Poveda. En concreto, la empresa aragonesa Ebro, sociedad fundada en Zaragoza en 1911 por Leopoldo Lewin, adquirió en 1925 10.200 acciones de la azucarera. Con unas pérdidas que llegaban hasta los 8 millones de pesetas, Ebro también se encargó de la gestión y, ya al final de la trayectoria de la azucarera, en 1958, se haría con la totalidad del capital. Ebro, Compañía de Azúcares y Alcoholes (ECAYA), formaba parte de un grupo empresarial en el que también participaban Azucarera del Gállego, Azucarera de Terrer y Azucarera Leopoldo. Este grupo, junto a la Sociedad General Azucarera (SGA), y la Compañía de Industrias Agrícolas (CIA) llegaron a repartirse el 85% del mercado azucarero español antes del inicio de la guerra civil.

Pero antes de llegar a este período, como veremos en la próxima entrega, los grupos azucareros y la fábrica de La Poveda, ya integrada en uno de ellos, mantuvieron un pulso tenso con los agricultores que, como los de la vega del Tajuña, les proporcionaban la materia prima.


Fuentes y bibliografía:

  • Periódicos citados en el texto.

  • Álbum de La Poveda. 1900-200 La Poveda Centenario. Colección Archivo Municipal de Arganda.

  • La economía española y la articulación de su mercado (1890-1914): Los orígenes de la vía nacionalista del capitalismo español. Memoria presentada para optar al grado de doctor por Juan Martín Fernández. Facultad de CC Políticas y Sociología. Departamento de Economía Aplicada V. Madrid, 2002.

  • Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid. Abela, Eduardo y Castro, Carlos A de. Estereotipia y Galvanoplastia de Aribau y Cia. Madrid, 1876.

  • Instrucciones para el cultivo de la remolacha azucarera en regadío. Quintanilla Guillermo. Hojas divulgativas. Ministerio de Agricultura. Madrid, 1932

  • Memoria sobre la remolacha azucarera. Estación Agronómica del instituto Agrícola de Alfonso XII. Ministerio de Fomento. Dirección General de Agricultura. Madrid, 1911.

  • El Ochocientos. De las profundidades a las altura. Tomo II. Manuel Silva Suárez, editor. Real Academia de Ingeniería. Institución Fernando El Católico. Prensa de la Universidad de Zaragoza. Zaragoza.

  • El trabajo infantil en España 1700-1950. Aprender trabajando. La actividad de niñas y niños en tierras de regadío. (La vega del Tajuña a comienzos del siglo XX). Borras Llop, José María. Universidad Complutense.

  • Memoria que comprende los trabajos reunidos, trabajos practicados y proyecto de Ley formulados por la comisión para el estudio de la concentración parcelaria. Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio del Ministerio de Fomento. Imprenta de los hijos de M. G. Hernández. Madrid, 1908.

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