miércoles, 18 de octubre de 2017

Esteban Páez, un jesuita morateño en América (II)


Páez, nombrado provincial en México


En el post de la pasada semana veíamos como el padre jesuita Esteban Páez, después de formarse en teología en Alcalá de Henares y en Roma, ejerció como catedrático en el colegio de la orden en Nápoles antes de volver a España y desplazarse a Portugal para influir en la aceptación de Felipe II como nuevo rey de los portugueses. Cumplida esta misión, el morateño Esteban Páez fue nombrado rector del colegio jesuita de Caravaca de la Cruz donde ejerció su cátedra antes de ser nombrado secretario de Diego de Avellaneda, jesuita designado por sus superiores visitador de la provincia de México. Estamos en el año 1893 y Esteban Páez viaja así al que sería su destino definitivo, Nueva España, donde desarrollaría su intensa labor evangélica y pedagógica durante más de veinte años.



El propio Esteban Páez cuenta las vicisitudes del viaje a México en carta al general de la Compañía de Jesús:

Dionos, dice, nuestro Señor, muy feliz navegación (aunque se temía trabajosa) por medio de las oraciones de vuestra paternidad y de toda la Compañía, especialmente de esta provincia y de la de España, en que se señaló bien la de Andalucía, como más cercana al punto, y que tanta experiencia tiene del riesgo que se corre en estas navegaciones tan tardías; porque entre otras cosas que los padres y hermanos de aquella provincia con su mucha caridad ofrecieron por el buen suceso de nuestro viaje, fueron un mil setecientas y cinco misas, dos mil setecientos y catorce rosarios, y mil ochocientas y veintiséis disciplinas.

Al llegar a México Esteban Páez detecta la escasez de miembros de la orden que están destinados en esta provincia. Para advertir de este problema, Páez escribe al padre Aquaviva, general de la orden y residente en Roma, al que señala que hay poca gente para tanto trabajo como se ha tomado, de donde resulta que los sujetos andan oprimidos por el peso y algo acongojados. Como ejemplo de esta situación Esteban Páez se fija en el colegio de Guadalajara donde sólo contaban con el rector y dos sacerdotes uno maestro de humanidades, que no podía acudir a otra cosa, y el otro, que es lengua, tenía harto que hacer en dar recado a los indios, y el pobre rector había de llevar el peso de los sermones a españoles, pláticas, confesiones, negocios, cumplimientos, acudir a lo temporal y al gobierno de casa, y ser ministro y aun todos los oficios, porque un Padre que le ayudaba en las confesiones había más de medio año que era ido a una misión de más de ciento treinta leguas de allí... De aquí provenía el andar todos ahogados, cansados y desconsolados, y el rector no podía atender a su oficio ni tenía un momento de tiempo para tratar con Nuestro Señor y grangear un poco de espíritu para pegarlo a sus súbditos, y así andan ellos con él y él con ellos amargos y desabridos (…).
Misión jesuita de Nuestra Señora de Loreto en Baja California (Mexico)


La función de Esteban Páez como secretario del padre Avellaneda fue tan corta en el tiempo que, a los pocos meses de llegar a México, el jesuita morateño fue nombrado en enero de 1594 nuevo provincial de esta provincia (El cargo de provincial en la Compañía de Jesús tenía como función primordial organizar y dirigir las tareas misionales de la orden en la provincia bajo su mando) .

La queja al general jesuita padre Aquaviva sobre la escasez de medios humanos en Mexico, adonde la orden había llegado en 1572, fue determinante para que Páez recibiera el refuerzo de varios jesuitas, 37 nuevos misioneros, reclutados en España y en Italia y que fueron enviados a Nueva España.

Con estos nuevos apoyos inicio Esteban Páez su trabajo como máximo responsable de la orden en México y se dispuso a desarrollar su labor evangelizadora y también el trabajo de los jesuitas como encargados de la educación en las tierras colonizadas por España. El nuevo provincial de México comprendió muy pronto la necesidad de que los padres de la orden recién llegados a Nueva España se implicaran en la cultura indígena para que su trabajo fuera más provechoso. El también jesuita padre Juan Cigarondo destaca entre otras iniciativas de Esteban Páez su orden de que los nuevos padres llegados desde España e Italia a México aprendieran la lengua de los indígenas para mejorar su trabajo evangelizador.

Sobre este trabajo evangelizador escribía el jesuita morateño a la sede central de la orden y, dirigiéndose al general Aquaviva, le describe algunas de sus visitas a las misiones:

Una legua antes de San Luis salieron a recibirme muchos indios chichimecas a caballo, con sus espadas ceñidas a la española, y otros, asimismo, con sus arcos y flechas que causaban horror. A la puerta de la iglesia nos esperaba el resto del pueblo, muy en orden: los hombres a un lado y las mujeres a otro. Después de una breve oración hice que se preguntaran el catecismo unos a otros, y en este género los chichimequillos de la escuela o seminario nos fueron de mucha recreación, porque se preguntaban y se respondían con mucha presteza, no sólo las preguntas ordinarias de la doctrina, sino el ayudar a Misa y lo que se responde a los bautismos solemnes, lo cual decían con tanta distinción y buena pronunciación como si hubieran estudiado latín algunos años. Al día siguiente dije Misa, oficiándola los mismos indios en canto llano con tanta destreza, que los españoles no lo harían mejor. Con esto se van domesticando y aficionando a la virtud, y con su ejemplo otros infieles de la misma nación, grandes salteadores y homicidas, van saliendo a poblado (…).













Fuentes y bibliografía

  • Historia de la Compañía de Jesús, asistencia de España- Astrain, Antonio. Tomo V. Aquaviva (segunda Parte) 1581-1615. Revista Razón y Fe. Madrid, 1913.
  • Jesuitas del Perú. Torres Saldamando, Enrique. Imprenta Liberal. Lima, 1882.
  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio-Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.
  • Sobre el teatro humanístico-escolar del Ultramar hispánico. Alonso Asenjo, Julio. Universitat de Valencia

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