miércoles, 1 de noviembre de 2017

Esteban Páez, un jesuita morateño en América (IV)


Nombramiento de Páez como provincial del Perú

En total, desde su llegada a Perú en 1599, fueron algo más de tres años de intenso trabajo –su labor como visitador de la orden finalizó en noviembre de 1602- en los que Esteban Páez conoció en profundidad la realidad de la orden de los jesuitas en América del Sur, con la excepción del territorio ocupado por la provincia de Brasil.
En estos tres años Esteban Páez hubo de adoptar decisiones complicadas y dolorosas a nivel personal para mejorar los trabajos de evangelización de la Compañía de Jesús en las tierras que le habían encomendado supervisar desde la sede central de los jesuitas en Roma. En relación con las medidas que tomó para rectificar la trayectoria de algunas misiones, Esteban Páez recibió el apoyo directo del general de la Compañía de Jesús, el padre Aquaviva. El 26 de agosto de 1601, Aquaviva dirige por carta estas palabras al jesuita morateño:
(…) Confieso a V. R. [vuestra reverencia] que me cabe harta parte del sentimiento que en sus cartas muestra por los descuidos que halla. Dios perdone a los superiores, por cuya negligencia temo que suceden gran parte de estos excesos. Bien creo que V. R. habrá encargado, como ve que es necesario, el cuidado de los súbditos y el recato en emplearlos, pues no todos se pueden poner en todas ocasiones. V. R. purgue la provincia de lo que le pareciere que no está bien; pues aunque esos Padres, con piedad cristiana, sientan lo contrario, es cierto que cualquiera de ellos que se hallara en el oficio de V. R. hiciera lo que más conveniente fuera para el bien de la provincia (…).
Como se aprecia en el texto, Esteban Páez cuenta con la total aprobación del máximo responsable de los jesuitas en su toma de decisiones, aunque estas fueran duras y difíciles de adoptar para el bun gobierno de los jesuitas en la provincia bajo su cargo. En otra carta del general jesuita, éste ordena a Páez que destituya al padre Martínez, por una falta que no se explicita en el texto pero que, por su gravedad, provocó su expulsión. Aquaviva justifica estas medidas e indica en otra carta remitida a Esteban Páez que:
(…) Deseo que V. R. se persuada que el haber podado y limpiado tanto esa provincia los PP. Visitador y Provincial ha sido caso tan forzoso, que, según he visto, no lo podían dejar de hacer sin faltar a la obligación de sus oficios (…).
En el año 1604, una vez finalizada la encomienda que le había encargado el padre general de los jesuitas de acudir a Perú como visitador de la orden, Esteban Páez asumió una nueva responsabilidad al ser designado provincial en el Perú, en sustitución del padre Rodrigo de Cabredo, quien le había acompañado en su misión como visitador de la provincia. Antes de su nombramiento como provincial del Perú, Páez asumió de nuevo su función docente como rector del colegio de San Pablo en Quito.
Tras su ascenso al puesto de provincial, en el que influyo la propuesta y la recomendación de su antecesor, padre Cabredo, Esteban Páez ejerció esta función de gobierno hasta el año 1609. Durante ella profundizó su trabajo tanto en el norte de la provincia, Nueva Granada y Quito, como en el sur de tan extenso territorio, lo que le animó finalmente a proponer su división y la creación de nuevas provincias en Chile, Paraguay y Tucumán (Argentina). Su trabajo como visitador le ayudó a conocer en profundidad las necesidades de la orden de los jesuitas y de la población en lo que hoy conocemos como América el Sur.
El 15 de agosto de 1606, en la congregación provincial convocada por el Esteban Páez, se acuerda remitir la siguiente petición al general de la orden, en el sentido de simplificar el gobierno de la provincia del Perú con la creación de nuevas provincias:
(…) Pide la Congregación que la Viceprovincia del Nuevo Reino creada el año pasado de 1605 dependiente de la Provincia del Perú, se gobierne de aquí en adelante por su propio Provincial, porque de ningún modo casi puede ser gobernada por el Provincial del Perú, a causa de la grande distancia y de la dificilísima comunicación que hay entre estas dos regiones. Pide también que se le devuelva el colegio de Quito, separado asimismo el año pasado y atribuido al Nuevo Reino, porque puede ser más fácilmente gobernado por el Provincial del Perú.
Una vez asumió el cargo Esteban Páez, a instancias del general de la orden, padre Aquaviva, se determinó que quien fuera secretario del jesuita morateño durante su recorrido como visitador por la provincia del Perú, el padre Torres Bollo, fundara las nuevas provincias jesuitas del Nuevo Reino, Tucumán, Paraguay y Chile.
Tras la reorganización de la provincia del Perú y la reducción de su extenso territorio, Esteban Páez consideró necesario visitar de nuevo los colegios, casas y residencias adscritos a su mandato y la provincia del Perú, ahora más reducida. Páez trabajó intensamente en la creación de un noviciado que sustituyera al Cercado y en 1610, cuando ya había abandonado el provincialato y había sido sustituido en el cargo por el padre Juan Sebastián de la Parra, fue inaugurado el colegio de San Antonio, un proyecto en el que había trabajado el morateño desde el año 1605.
El nombramiento del padre de la Parra como provincial del Perú en sustitución de Esteban Páez se decidió en junio de 1608. Tras su sustitución, que le llegó cuando ya contaba con la avanzada edad de 59 años, el padre Páez permaneció como consultor en el Colegio Máximo de San Pablo de Lima hasta su muerte el 5 de noviembre de 1617. 
Colegio Máximo de San Pablo, en Lima, donde falleció Esteban Páez en 1617
 
La obra Catalogo de jesuitas insignes fallecidos en Perú, publicada en Sevilla en 1633 y cuyo texto en referencia al padre Páez se reproducía en la Revista Andina en 1996 se glosaba la vida del jesuita morateño:
En el Colegio de San Pablo de Lima acabo felizmente el Padre Esteban Páez natural de la villa de Morata, en el Arzobispado de Toledo, Visitador, y Provincial de la Provincia del Perú, hombre de singulares talentos, letras, prudencia, y santidad, llamado vulgarmente el Ángel por sus Angelicales costumbres e inocente vida. Fue devosimo de la santísima Virgen. Todos los sábados, y vísperas de sus fiestas ayunaba a pan y agua, recibió de ella extraordinarios favores. En la Compañía siempre guardó un mismo estilo de vida muy perfecta. Alcangloriosas victorias de sí mismo, con actos heroicos de mortificación y humildad. Celebrando un día por una difunta se vio visiblemente el alma que subía a la gloria. Tuvo siempre en su gobierno un corazón manso, pacífico, con entereza y eficacia grande en lo que emprendía, puntualísimo en la observancia religiosa, hombre de mucha oración, de tan extremada caridad, que curaba las llagas de sus hermanos enfermos por sus mismas manos, siempre encendido en el divino amor, deseoso de unirse con Dios. Sintiose con extremo su muerte, que fue a los 67 años ele edad y 50 de Compañía. Hubo revelación, de que le había dado el Señor el premio de su santa vida, con aventajado lugar en el cielo entre los santos Patriarcas.
Durante su vida, dedicada casi en su totalidad a la Compañía de Jesús, Esteban Páez, escribió la obra Vida de Mari Díaz, redactada cuando era rector del colegio de Caravaca, así como las Cartas Annuas de la Provincia del Perú, conservadas en el archivo Nacional de Lima y las Cartas Annuas de México, conservadas en la biblioteca del colegio romano de la Compañía de Jesús. Sobre su vida escribió el pare Annello Oliva una pequeña biografía incluida en el capítulo VII del libro II sobre los Varones ilustres de la Compañía de Jesús. El padre Barrasa también escribió sobre Esteban Páez en la Historia de la Provincia peruana de la Compañía de Jesús.



Fuentes y bibliografía
  • Jesuitas del Perú. Torres Saldamando, Enrique. Imprenta Liberal. Lima, 1882.
  • Historia de la compañía de Jesús. Astraín, Antonio. Tomo IV (1581-1615). Revista Razón y Fe. Madrid, 1913.
  • Historia de la provincia del Paraguay de la Compañía de Jesús. Del Techo, Nicolás. Tomo I. Librería y casa editorial de A. de Uribe y Compañía. Madrid, 1897.
  • Historia general de la Compañía de Jesús en la provincia del Perú. Mateos, F. Consejo General de Investigaciones Científicas. Instituto González Fernández de Oviedo. Madrid, 1944.
  • Catálogo de Jesuitas insignes fallecidos en el Perú. Vargas-Hidalgo, Rafael. Artículos, notas y documentos. Revista Andina. Madrid, 1996.

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