miércoles, 30 de marzo de 2016

La Casa de Altamira en Morata (IV)


Vicente Isabel Osorio de Moscoso y Álvarez de Toledo (XIII conde de Altamira, señor de Morata 1816-1837)

En 1820 se subastaron casi ochocientas fanegas en la vega adquiridas por Ramón de Angulo

Este propietario adquirió también el molino y la huerta

En estos años se inició el proceso de venta y dispersión de la colección de pinturas del Palacio de Morata


En la anterior entrega sobre el XIII conde de Altamira, Vicente Isabel Osorio de Moscoso, ya vimos que en el año 1820 el Diario de Madrid había publicado, en el mes de julio, la relación de las fincas que eran propiedad de la Casa de Altamira en Morata y que se sacaban a subasta para afrontar parte de las deudas contraídas por la familia.
El proceso de venta y subasta judicial de estas fincas continuó en las siguientes semanas hasta que el 21 de septiembre de 1820 el Diario de Madrid, publicó el siguiente anuncio:
Las 784 fanegas, 3 celemines y 6 estadales de tierra de regadío, 6 fanegas, 2 celemines y 8 estadales de secano en diferentes pedazos, sitos en término de la villa de Morata, tasadas en la cantidad de 2.314.181 reales y 3 maravedíes de vellón, pertenecientes a la casa del Excmo. Sr. Marqués de Astorga, conde de Altamira, se han rematado en 1.500.000 reales de vellón, en dinero efectivo metálico, pagados al contado, y con otras condiciones de que se enterará a los licitadores que quieran instruirse, y para el segundo y último remate se ha señalado el día 27 del corriente, a las doce de la mañana, en la audiencia del Sr. Julián de Sojo, ministro togado honorario la audiencia territorial, juez de primera instancia de esta villa, ante el escribano del número D. Claudio Sanz.
La salida de estas tierras al mercado, especialmente las de regadío, podría haber significado una excelente oportunidad para que los agricultores de la villa de Morata accedieran a la propiedad de un importante porcentaje de las tierras de la vega: alrededor de un tercio del total de las fincas regadas por el Tajuña. De hecho, el sistema de explotación de esta hacienda del conde de Altamira en Morata se basaba en el arrendamiento directo a los agricultores de las distintas fincas, pero la misma difícil situación económica que obligó a la Casa de Altamira a sacar a subasta estas tierras, impidió también a los arrendatarios morateños acceder a la propiedad de las mismas. En estos años del primer tercio del siglo XIX los agricultores sufrían las mismas dificultades económicas que el estamento nobiliario y difícilmente podían competir con una clase emergente, la burguesía urbana y comercial, que disponía del capital necesario para afianzar su influencia social a partir de la compra del patrimonio de las casas nobiliarias en decadencia.
La vega de Morata resultaba un entorno atractivo y con posibilidades para los miembros de esta burguesía: una villa cercana a Madrid y a su mercado de alimentos y la posibilidad de rentabilizar las inversiones en propiedades rústicas que salían a la venta. Estas circunstancias fueron, sin duda, la que evitaron que los agricultores morateños accedieran a la propiedad de estas tierras, que labraban desde hacía muchas décadas en régimen de aparcería. Por el contrario, esta situación económica facilitó que un nuevo terrateniente se hiciera con su propiedad. En el archivo de la Casa de Altamira se conserva el documento que constata como la totalidad de las fincas sacadas a la venta y anunciadas en el Diario de Madrid fueron adquiridas por un único comprador, Ramón de Angulo.



Ejemplar del Diario de Madrid en el que se publicó la subasta de las tierras del conde de Altamira
Subasta y venta de tierras, casas, molino y pinturas del palacio de Morata
Para dejar constancia de estas ventas, realizadas para pagar parte de las deudas de la Casa de Altamira, el archivo y administración del conde de Altamira emitió un documento, en el que se contabilizan estas ventas y subastas:
Razón de las fincas vendidas por el Excmo. Señor conde de Altamira en virtud de la facultad real que obtuvo en 11 de enero de 1820 hasta en cantidad de siete millones novecientos diez mil cuatrocientos un real de vellón cuanto por el anulado decreto de las llamadas cortes sobre la mitad de vinculaciones, con expresión de los valores en que fueron tasadas, en los que se realizaron las ventas y las de las que procedió subasta o tuvieron efecto por convenios entre S. E. y los compradores.
Las ventas y subastas de fincas rurales, casas, palacios, dehesas, acciones y pinturas, entre otros bienes propios del patrimonio de la Casa de Altamira afectaron a bienes repartidos por toda España, en ciudades y provincias como Ávila, Huelva, Toledo, León, Madrid e, incluso, algunas propiedades localizadas en Italia (Nápoles), en un proceso que se desarrolló entre los años 1820 y 1823. Según este documento, las fincas sacadas a subasta o vendidas por convenio particular estaban tasadas en 19.595.652 reales de vellón y, finalmente, fueron rematadas en 14.756.380 reales de vellón. De esta cantidad total, las ventas realizadas en Morata sumaron, en total, 2.576.443 reales de vellón, la cantidad más alta localizada en un solo municipio.
La relación de los bienes vendidos en Morata se inicia con la venta de las fincas anunciadas en el mes de julio en el Diario de Madrid:
En 31 idem [octubre de 1820] se otorgó escritura a favor de D. Ramón Angulo de 784 fanegas, 3 celemines y 7 estadales de tierras de regadío, y 6 fanegas, 2 celemines y 8 estadales de secano, que en Morata se vendieron por remate público.
El documento incluye el precio total pagado por el comprador, 1.542.800 reales de vellón, aunque la cantidad en que se habían tasado para la subasta ascendía a 2.314.181 reales de vellón y 3 maravedíes. Este precio final significa que se pagaron en torno a 1.968 reales por cada fanega adquirida por el nuevo propietario.
Este documento del archivo de la Casa de Altamira incluye también las restantes ventas relacionadas con la villa de Morata. Entre estas ventas, aparece la única en la que un morateño accedió a una de las propiedades del señorío puestas en venta. Concretamente, el 18 de abril de 1821, el conde de Altamira vendió a un vecino de Morata, Ángel Corpa, una casa en la villa por un importe de 4.500 reales de vellón, cantidad algo superior a la tasación inicial de 4.460 reales.
Más importante es la venta acordada en julio de 1821 del molino harinero y la huerta contigua que se adjudicó, de nuevo, a Ramón de Angulo, que mejoraba así el importante patrimonio inmobiliario adquirido en Morata:
En 16 idem [julio de 1821] otra [escritura] a favor de Ramón de Angulo de la huerta y molino harinero de Morata, por remate público.
En el expediente se recoge que la tasación de estas posesiones de la Casa de Altamira en Morata se fijó en la cantidad de 884.846 reales de vellón y 33 maravedíes. Para el comprador debió de ser una adquisición importante para reforzar su presencia en Morata, ya que en el remate público ambas fincas fueron adjudicadas en la cantidad de 1.010.000 reales de vellón, con un sobreprecio superior a los 125.000 reales sobre el precio inicial de salida.
 Apunte de la venta del molino y la huerta a Ramón de Angulo

En la vecina localidad de Perales de Tajuña, también lugar de señorío del conde de Altamira, pero con un patrimonio en fincas rústicas más reducido, igualmente salieron a la venta algunas propiedades pertenecientes a Vicente Isabel Osorio de Moscoso. En concreto, el 6 de diciembre de 1820, se vendieron a José Hernández Martínez unas tierras tasadas en 169.647 reales de vellón con 30 maravedíes y finalmente adjudicadas en 153.000 maravedíes por remate público. Este mismo comprador adquirió el 24 de febrero de 1821 tierras tasadas en 12.778 reales de vellón y adjudicadas en 15.000 reales.
En el documento que estamos analizando, elaborado por los administradores del conde de Altamira el 28 de marzo de 1825, para dejar constancia ante los acreedores de cómo se desarrolló todo el proceso de ventas y subastas para hacer frente a las deudas contraídas por el titular del condado y sus antecesores, se hace una referencia a la venta de las pinturas procedentes de la colección del I marqués de Leganés:
Las pinturas que resultan enajenadas lo han sido por valor de 62.353 reales de vellón, pero no se hace mérito de las tasaciones por darse este conocimiento únicamente a gobierno de la Junta [de acreedores], si le fuese útil en sus combinaciones, sin embargo de no estar comprendido este particular en sus acuerdos.
 

Apunte de la venta de pinturas del palacio y de las tierras de la vega


Con esta nota se constata que esta parte del patrimonio mueble de la Casa de Altamira no estaba incluida, inicialmente, entre los bienes que estaba previsto que se enajenaran, sin embargo, las acuciantes necesidades económicas del Vicente Isabel Osorio de Moscoso, facilitaron unas ventas que iniciaron la dispersión de la colección de pinturas propiedad del conde y vinculadas desde Diego Felípez de Guzmán, su iniciador, al mayorazgo primero de la Casa de Leganés y posteriormente del condado de Altamira.
En el documento aparecen varias de estas ventas, algunas sin especificar su localización, lo que hace pensar que se encontraban en el Palacio madrileño de la Calle Flor Alta, y otras como las que hacen referencia al Palacio de Morata, localizadas en la casa señorial de los condes de Altamira en la villa.
La primera mención a estas ventas aparece con fecha de 25 de octubre por diferentes pinturas vinculadas del Palacio de Morata que se vendieron a Don José Madrazo por 11.543 reales. Al año siguiente, el 16 de febrero de 1821, el embajador de Inglaterra adquiere un número indeterminado de pinturas del Palacio de Morata por un importe de 3.000 reales de vellón. El mismo embajador de Inglaterra adquiere, el 28 de febrero de 1821, un nuevo lote de pinturas localizadas en Morata, sin determinar el número, por un importe de 2.000 reales de vellón. Por último, en 1822, el 29 de marzo, José Madrazo vuelve a adquirir un lote de pinturas del Palacio de Morata por 2.640 reales.
Estas ventas de las propiedades de Vicente Isabel Osorio de Moscoso en Morata serían las primeras, pero no las últimas, en el proceso de desmembración del patrimonio de la Casa de Altamira tanto en Morata como en el resto del territorio nacional. Unos años después de que se ejecutaran estas primeras enajenaciones, el Diario de Madrid anunció nuevas ventas y subastas de bienes pertenecientes al conde de Altamira. En esta ocasión el anuncio no especifica qué bienes de los subastados correspondían a propiedades del conde en Morata y únicamente se limita a señalar cómo se subastaron distintas propiedades en las villas de Torres, Huelva, Morata, Monzón, Leganés, Astorga, Boñar, San Asensio, Elche, Torrijos, Cabra y Ayamonte. El importe total de las ventas ascendía a una cantidad muy reducida 337.060 reales, lo que puede indicar que se trataba de pequeñas posesiones repartidas por estas localidades. (Diario de Madrid de 13 de abril de 1831).
No consta en la documentación que Vicente Isabel Osorio de Moscoso procediera a enajenar más bienes en la villa de Morata desde este año de 1831 hasta el de su muerte en 1837. A partir de esta fecha, el poseedor de los bienes de la casa en Morata sería su primogénito y sucesor Vicente Pío Osorio de Moscoso, XIV conde de Altamira, responsable de hacer frente a las dificultades económicas de la familia, arrastradas durante todo el siglo XIX,  que afectarían al resto del patrimonio que aún conservaba en Morata: el batán, un molino de aceite, El Bosque y, sobre todo, el palacio familiar que conservarían hasta las últimas décadas del siglo.


Bibliografía: Diario de Madrid, 21 de septiembre de 1820
Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza-BAENA, C274, D22





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