miércoles, 15 de agosto de 2018

Venta y dispersión del archivo de la Casa de Altamira (II)

Según el documento que publicamos y trascribimos la pasada semana, en el que se detallaba la enajenación de distintas propiedades de la casa de Altamira (libros, armaduras medievales, manuscritos y la práctica totalidad del archivo condal), estas ventas afectaron directamente al patrimonio documental que recogía la relación de los condes de Altamira y sus antecesores, los marqueses de Leganés, con Morata.
Con toda seguridad, entre esas 1.057 arrobas de legajos y documentos expoliados del archivo habría innumerables documentos que tratarían sobre la presencia en Morata no sólo de los condes de Altamira sino, también, de los marqueses de Leganés, sus antecesores en el señorío de Morata y de otros pueblos vecinos como Perales. Unos 250 años de historia del señorío de los que sólo han llegado hasta nosotros los legajos que, por fortuna, aún se conservan en la sección de Nobleza del AHN y, también, otro grupo de documentos que, como veremos, pasaron a formar parte de otros archivos, públicos o privados.
Respecto al grueso del archivo condal, el que formaba parte de esas más de 1.000 arrobas de documentos, adquiridas al peso por el librero Perera, su venta propició momentos grotescos como la reventa de parte de estos legajos antiguos a diversos tenderos de la capital para su utilización como papel de envolver en pescaderías, carnicerías y otros establecimientos de venta al público
Sobre este parte tan importante de la historia de España y de muchas de sus villas y ciudades, acumulada durante siglos en los legajos que a partir de entonces se utilizaron para envolver pescados o fruta, se cuentan situaciones curiosas pero muy tristes a la vez, ya que expresan el desprecio por el patrimonio cultural de los responsables de la venta del archivo.
Según se cuenta, una de estas anécdotas tuvo como protagonista al conde de Valencia de Don Juan. Juan de Krooke y Navarrot, conde consorte, supo de la existencia de estos documentos con cientos de años de historia cuando reconoció en un gancho situado junto a un retrete una carta autógrafa del Gran Capitán. La presencia de este y otros documentos ajenos a la Casa de Altamira entre las más de mil arrobas vendidas como papeles inservibles dan fe de la importancia del patrimonio que se perdió en esta almoneda.
Por fortuna, alguno de estos legajos, procedentes de los archivos de familias de las nobleza como el conde duque de Olivares, el ducado de Sessa y, por supuesto los muchos títulos atesorados por la Casa de Altamira (Astorga, Almazán, Poza…, etc), se recuperaron o no entraron en la venta al peso al librero Perera y fueron adquiridos, por la familia Zabálburu, el propio conde de Valencia de Don Juan y otros particulares que permitieron su conservación, aunque en algunos casos, estas ventas significaron la salida para siempre de este patrimonio documental de España con destino a países como Suiza, Estados Unidos o Reino Unido.
Instituciones en las que se puede consultar parte del archivo Altamira
  • Biblioteca Francisco Zabalburu:
Juan Domingo Zabalburu adquirió varios manuscritos procedentes de la Casa de Altamira por medio de Francisco Sancho Rayón, bibliotecario del Congreso de los Diputados y relacionado también con los Osorio de Moscoso. La adquisición de los legajos del archivo se produjo como pago a las deudas que la Casa de Altamira mantenía con él, por lo que recibió varios manuscritos, en concreto 522 carpetas de legajos. Esta manera de saldar deudas por parte de los herederos del XIV conde de Altamira no era extraña en estos años: recordemos que el palacio de Morata también pasó a pertenecer al marqués de Tornero en pago de las dudas que los condes de Altamira mantenían desde hacía décadas con la familia Caballlero
Estos manuscritos pasaron posteriormente a los hermanos Mariano y Francisco Zabalburu que los incluyeron en los fondos de su magnífica biblioteca, localizada en la actualidad en la calle Marqués del Duero de Madrid. Entre estos fondos se encuentran correspondencia y manuscritos de los Reyes Católicos, El Gran Capitán
  • Instituto de Valencia de Don Juan.
Como ya hemos indicado, Juan de Crooke y Navarrot, conde consorte de Valencia de Don Juan, también adquirió un importante lote procedente del archivo condal de la Casa de Altamira entre los años 1869 y 1871. Parte de estos documentos los compró el conde consorte en la almoneda que reseñamos la pasada semana, en la que adquirió, por 25.000 reales 61 legajos. Otra parte importante del archivo llegó a sus manos al adquirir parte los papeles vendidos al peso al librero Perea como ya hemos reseñado, y que, este a su vez, vendiera a un tendero de la calle Mayor de Madrid. Juan de Crooke pagó 30.000 reales más por esta nueva partida de documentos que, además de pasar a formar parte en los siguientes años de los fondos del Instituto de Valencia de Don Juan, también surtieron a otras instituciones culturales como el British Museum. Tras estas adquisiciones, el conde aún compraría seis nuevos legajos en 1872 a la testamentaría del conde de Altamira.
El Instituto de Valencia de Don Juan, donde actualmente se conservan estos fondos procedentes del archivo Altamira, se creó en 1916 y está situado en la calle Fortuny de Madrid.
  • British Library
Parte de los papeles que adquiriera el conde de Valencia de Don Juan tras encontrar su pista en unmretrete terminaron en Inglaterra, concretamente en el British Museum. En el año 1870 se vendieron a esta institución, entre otros escritos, cartas originales de Felipe II, de su secretario Antonio Pérez o de Juan de Austria. En posteriores ventas –hasta cuatro envíos se realizaron desde España al Reino Unido-, del antiguo archivo de Altamira salieron nuevos legajos con más documentos de los reinados de Felipe II y Felipe III.
  • Hispanic Society of América
En esta institución cultural se conservan parte de los papeles que habían pertenecido a Sancho Rayón, el mismo personaje que ya había intervenido en la venta de varios legajos del archivo a la familia Zabalburu. y que este vendió al marqués de Jerez de los Caballeros, Manuel Pérez de Guzmán. Este aristócrata adquirió la biblioteca y parte de los 3.000 documentos en poder de Rayón. Posteriormente el marqués de Jerez vendió este patrimonio y su propia biblioteca al mecenas estadounidense Archer Milton Huntington, creador de la Hispanic Society of América. Este mecenas, auténtico apasionado por la cultura española, ya poseía una imponente de colección de libros antiguos españoles, unos 18.000 ejemplares, cuando adquirió el lote procedente de la colección de Pérez Guzmán, valorada en 592.000 francos. Entre los documentos adquiridos por Huntington procedentes del archivo Altamira hay importantes manuscritos procedentes del reinado de Felipe II.

Documento en el que el conde de Altamira nombra a Pablo Chapuy bibliotecario de su casa
  • Biblioteca Pública Universitaria de Ginebra. Fondos Édouard Favre
Por último, otra destacada institución cultural localizada fuera de España se hizo con una porción de lo que fuera el archivo condal de la Casa de Altamira: la Biblioteca Pública Universitaria de Ginebra donde se conservan estos documentos conocidos como Fondo Édouard Favre. Estos papeles del archivo Altamira llegaron hasta Suiza por la intervención de Pablo Chapuy, cónsul de su país en España y, también, bibliotecario de los Osorio de Moscoso.
Pablo Chapuy, que también trabajó como ayo del entonces primogénito de la familia, José María Osorio de Moscoso, ejerció como bibliotecario de la Casa de Altamira desde 1844, año en el que el XVI conde de Altamira, Vicente Pío Osorio de Moscoso, decidió su nombramiento:
Deseando dar una prueba de mi aprecio y de lo gratos que me han sido los buenos servicios del señor Pablo Chapuy, desde que le encargué la educación de mi muy caro hijo primogénito, hace ya cerca de diez años, y atendidos sus conocimientos e instrucción, vengo en nombrarle bibliotecario de la de mi casa con el sueldo anual de 8.000 reales de vellón y los emolumentos de casa, mesas y demás que actualmente disfruta (…).
Madrid, 1 de enero de 1844 (Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C.228, D.237-242.)
La importancia de esta colección de unos 10.000 documentos que adquirió Chapuy se basa en que, a diferencia de las otras instituciones que cuentan con fondos del archivo condal, en este caso la totalidad de la colección procede sólo y exclusivamente de la Casa de Altamira. Aún en vida, Pablo Chapuy intento vender estos fondos al duque de Aumale, que declinó la oferta. A la muerte del antiguo bibliotecario de los condes de Altamira, su familia puso de nuevo en venta la colección que fue adquirida por Édouard Favré quien a su vez la donó, en 1907, a la Universidad Pública de Ginebra, donde actualmente todavía se conservan estos fondos.
Los documentos adquiridos por Édouard Favré a los herederos de Pablo Chapuy fueron catalogados por el archivero y paleógrafo francés Leopold Micheli y publicados en varias entregas por el Bulletín Hispánique. Posteriormente, el conjunto del trabajo del archivero se editó por parte de la compañía Feret&Fils Editeurs en 1914: Bibliltheque Publique et Universitaire de Genève. Inventaire de la Collection Édouard Favre (Archives de la Maison d´Altamira, par Leopold Micheli.
Gracias a este catálogo podemos acceder a la riqueza de este fondo documental que contiene, según los especialistas, poemas de la mejor época de la literatura española, muchos de ellos manuscritos y, por lo tanto, únicos y prácticamente desconocidos.
Abraham Madroñal ha estudiado este conjunto documental conservado en Suiza que consta de textos poéticos impresos y manuscritos de carácter religioso, político y teatral, entre otras temáticas. Analizando el catálogo, en el volumen 79 y en el apartado de poesía manuscrita aparece con el número 50 un poema de autor desconocido que se inicia con el verso En años tan deseados (Fol.389) y que trata sobre la villa de Morata, señorío de los condes de Altamira en el siglo XVIII en el que está fechado el poema.
Por otra parte, en el volumen 80 de la colección, en el número 22, folios 119 al 127, se hace una descripción de las fiestas que los vecinos de la villa de Morata celebraron en obsequio del Excmo. Sr. Marqués de Astorga (Siglo XVIII). En el folio inicial se incluye una poesía que se inicia con el verso:
La villa de Morata esclarecida (…).
No deja de ser curioso como el patrimonio documental acumulado durante siglos por los Altamira y otras familias nobles emparentadas con la casa condal, ha tenido un final parecido al que sufrió la colección pictórica que iniciara el marqués de Leganés en el siglo XVII. Como sucediera con las pinturas del I marqués de Leganés, cuando la ruina económica de la familia en los comienzos del siglo XIX propicio su venta y la dispersión de una colección que superaba con creces las 2.000 pinturas de los mejores artistas, el archivo también se malvendió y dispersó sin que nadie pusiera coto a la salida del país de estos documentos. Hoy, más de un siglo después, es posible admirar muchas de estas pinturas y analizar muchos de estos documentos del archivo Altamira en los más importantes museos, archivos y bibliotecas de España y de otros países europeos y americanos, aunque también es verdad que muchos de estos fondos se perdieron para siempre.

Fuentes y bibliografía
  • Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C.291, D.1-12.
  • Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C.228, D.237-242.
  • El parnaso de Cervantes y otros parnasos. Madroñal, Abrahan y Mara Induráin, Carlos. Instituto de Estudios Auriseculares (IDEA). Colección Baihoja. Nueva York,2017.
  • Bibliotheque Publique et Universitaire de Genéve. Inventaire de la Collection Édouard Favre (Archives de la maison d´Altamira). Micheli, Leopold. Feret&Fils editeurs. Burdeos, 1914.
  • Poesías desconocidas del Siglo de Oro recuperadas de la Biblioteca de Ginebra. Madroñal, Abraham. Sociedad Suiza de Estudios hispánicos. Lausanne, 2016.
  • Periódicos y publicaciones citados en el texto.


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