jueves, 30 de mayo de 2024

Mayorazgos: los marqueses de Espinardo, una familia de la nobleza en la villa de Morata (II)

En los siglos XV y XVI el linaje de los Guevara pasará a disfrutar el mayorazgo de Morata
Los bienes vinculados al mayorazgo convertían a sus titulares en los mayores propietarios de la villa 

Veíamos la pasada semana cómo el matrimonio formado por Fernán Rodriguez Pecha y Elvira Martinez traspasaron a su primogénito, Pedro Fernández Pecha, la titularidad del mayorazgo que habían fundado con los bienes que poseían en Morata y en las aldeas próximas de Eza, Villaverde y Monasterio. Tras el abandono de la vida civil de Pedro Fernandez Pecha, y su dedicación como fundador a la orden de San Jerónimo, la ausencia de herederos directos dio lugar a que el mayorazgo pasara por sus hermanas María, Beatriz y Mayor Fernandez Pecha. Analizamos en la entrega de esta semana quiénes fueron los sucesivos poseedores del mayorazgo hasta finales del siglo XVI y como en estos años aparece el apellido Guevara ligado a los bienes vinculados localizados en el término de Morata.



Aunque resulta complicado documentar en estos primeros años qué bienes poseían en Morata los herederos del matrimonio formado por Fernán Rodríguez Pecha y Elvira Martínez, y cuántos de estos mismos bienes pasaron a formar parte del mayorazgo fundado por el matrimonio, hay que resaltar que, al menos hasta la llegada del I marqués de Leganés como poseedor del señorío de Morata, esta familia se convirtió en la mayor propietaria de la villa tanto en bienes rústicos como en bienes urbanos o, incluso, molinos en las ribera del Tajuña.. 

Esta condición de grandes propietarios de un patrimonio que, por la propia condición jurídica del mayorazgo, no podía salir al mercado convierten a sus titulares en vecinos con capacidad para influir en la vida cotidiana de Morata en tanto que poseedores de unos bienes rústicos en los que basaban su economía familiar. Además, no resultó extraño, como veremos, que algunos titulares del mayorazgo residieran permanentemente en Morata y participaran en la vida social de la villa e incluso de la comarca desde su residencia palaciega localizada en el casco urbano y en la que, con el tiempo, pasaría a ser denominada como plazuela de Espinardo. El hecho de que alguno de los herederos del mayorazgo residieran permanentemente en su palacio de Morata les diferencia de los marques de Leganés o de los condes de Altamira que siempre tuvieron su palacio en Morata como una residencia ocasional y en temporadas muy concretas.

Titulares del mayorazgo desde el siglo XV hasta la llegada de los marqueses de Espinardo

En la primera entrega vimos cómo la ausencia de descendencia en los matrimonios de María y Beatriz, las dos hermanas mayores de Pedro Fernández Pecha, y la condición de religioso y obispo de Jaén de Alonso Fernández Pecha, su otro hermano, dejó en manos de Mayor Fernández Pecha, la más pequeña de las hijas del matrimonio fundador, la sucesión del mayorazgo de Morata.

Argote de Molina, señala en su libro Nobleza de Andalucía, como doña Mayor Fernández Pecha casó con Arias González de Valdés, señor de Veleña y Atanzón. Mayor fue también madre de Men Rodríguez de Valdés. En otra publicación que recoge los distintos linajes de la nobleza española, Asturias Ilustrada, primitivo origen de la nobleza de España, su antigüedad. Clases, diferencias con la descendencia sucesiva de las principales familias del reino, se recoge que este Men Rodríguez de Valdés sucedió a su padre en los señoríos de Veleña y Atanzón y, debido a las circunstancias de falta de herederos de los hermanos y hermanas de su madre, resultó también beneficiario del mayorazgo de Morata que habían fundado sus abuelos maternos. Los términos de esta herencia aparecen reflejados en el testamento que su madre otorgó en febrero de 1400 en la Puebla de Guadalupe, donde ya se habían instalado su hermano mayor, Francisco Fernandez Pecha, como monje jerónimo

Ya como nuevo señor de Morata y poseedor de su mayorazgo, Men Rodríguez de Valdés (cir. 1360-1431) ejerció como ayo del infante Don Fernando de Antequera Casado con María Fernández de Orozco, señora de Galvez, Mayandona, Miedes y otros lugares. Men Rodriguez fue benefactor del monasterio de Lupiana, germen de la orden jerónima en España, como también lo habían sido su abuela Elvira Martinez y su tía Mayor Fernández, madre y hermana, respectivamente, de Pedro Fernández Pecha fundador de dicho monasterio. El matrimonio tuvo seis hijos: Iñigo López Valdés, Pedro Meléndez Valdés, Men Rodríguez Valdés, Arias González de Valdés, Fernán Pérez de Pecha y BeatrizFernández de Pecha. A la muerte de Men Rodriguez de Valdés fue su primogénito, Iñigo López Valdés quien recibió entre otros bienes heredados los señoríos de Veleña y Atanzón y el mayorazgo de Morata como primogénito del matrimonio. 

Iñigo López de Valdés (cir. 1390-?) ya como heredero de los mismos, vendió los señoríos de Atanzón y Veleña al marqués de Santillana, Iñigo López de Mendoza. Esta venta, quizá por motivos económicos, provocó en los años siguientes numerosos pleitos a los que se vieron abocados sus sucesores. Estas ventas no afectaron al mayorazgo de Morata, por la imposibilidad legal de enajenarlo. Casado con Juana de Guzmán y Herrera, a la muerte de Iñigo López de Valdés correspondió a su única hija y heredera, María de Valdés Pecha y Guzmán, la titularidad del mayorazgo de Morata que, a estas alturas del siglo XV, ya contaba con más de 100 años de historia.

Escudo del linaje Guevara

El apellido Guevara y el mayorazgo de Morata

Con María de Valdés y Guzmán, cuya fecha de nacimiento y defunción desconocemos -al igual que sucede con muchos de los titulares del mayorazgo de Morata- se va a producir la circunstancia de la aparición de la familia Guevara, un apellido de orígenes norteños pero que a estas alturas del siglo XV ya tenía lazos muy importantes en el antiguo reino de Murcia. Maria de Valdés casó con Beltran de Guevara, nombre y apellido que aparecerá reiteradamente relacionado con el mayorazgo de Morata. Beltrán de Guevara era hijo de Pedro Vélez de Guevara y de su mujer, Isabel de Castilla. Aunque no era el primogénito de la familia ya era titular del señorío de Monteagudo, en Murcia. Este señorío permanecería unido durante varias años al mayorazgo de Morata al igual que el apellido Guevara y, ya en el siglo XVII, con el apellido Fajardo y los marqueses de Espinardo. 

El matrimonio entre Beltrán de Guevara y María Valdés tuvo tres hijos, Pedro Vélez de Guevara, Carlos de Guevara y Beltrán de Guevara. Este último sucedió a su madre en el mayorazgo de Morata, recuperándose así la línea del varón en la sucesión. El nombre de Beltrán de Guevara (cir. 1455), como hijo del matrimonio de María de Valdés y Guzmán, vuelve a repetirse cuando, de nuevo, el primogénito del mismo, Beltrán de Guevara, se convierte en titular del mayorazgo. Este Beltrán, casado con Elvira de Rojas, pleiteó, sin éxito, por el mayorazgo de Marchamalo, que había pertenecido a la familia de su madre y que era disputado por su tío, Pedro Meléndez de Valdés. 

De nuevo un Beltrán de Guevara, ya por tercera ocasión, pasa a poseer el mayorazgo de Morata, como primogénito del matrimonio entre su padre, y Elvira de Rojas. Este Beltrán de Guevara también aparece en la documentación como protagonista de un pleito por el uso del agua del río Tajuña. La mayoría de los bienes adscritos al mayorazgo estaban situados en la vega del Tajuña y los Guevara, y posteriormente los marqueses de Espinardo, no dejaron de pleitear cuando consideraron que se conculcaban sus derechos sobre el agua. 

En 1516 dicho Beltrán de Guevara pleiteó contra Pedro Sánchez por considerar el primero que el vecino de Morata le impedía el normal riego de sus huertas. Otra vez el agua en el origen de un pleito. El proceso judicial llegó ante la justicia de Alcalá de Henares que condenó a Pedro Sánchez y le obligó, por sentencia, a que no perturbase la entrada de agua por su huerto al del dicho don Beltrán.

Como vemos, la vinculación del apellido Guevara con Morata a través del mayorazgo fundado en las primeras décadas del siglo XIV fue reiterada durante la segunda mitad del siglo XV y el siglo XVI. Esta presencia de los Guevara en Morata fue glosada por Antonio de Guevara, un destacado escritor renacentista, autor de obras célebres en su tiempo como Menosprecio de corte y alabanza de aldea o las Epístolas familiares. En esta última obra, el escritor y religioso -llegó a ostentar los obispados de Lugo y Guadix-, afirmaba sobre su linaje familiar:

A lo primero que decís, señor, de mi linaje que es antiguo, bien sabe Vuestra Señoría que mi abuelo se llamó don Beltrán de Guevara, y mi padre también se llamaba don Beltrán de Guevara, y mi tío se llamaba don Ladrón de Guevara, y que yo me llamo ahora don Antonio de Guevara, y aun también sabéis, señor, que primero hubo condes en Guevara que no reyes en Castilla. Este linaje de Guevara trae su antigüedad de Bretaña y tiene seis mayorazgos en Castilla: es, a saber, el conde de Oñate, en Álava; don Ladrón de Guevara, en Valdallega; don Pero Vélez de Guevara, en Salinas; don Diego de Guevara, en Paradilla; don Carlos de Guevara, en Murcia, y don Beltrán de Guevara, en Morata; los cuales todos son valerosos en sus personas, aunque pobres en estados y rentas; de manera que los de este linaje de Guevara más se precian de la antigüedad de do descienden que no de la hacienda que tienen. Esta afirmación de Antonio de Guevara sobre las rentas familiares era una verdad a medias a medias: ciertamente, los Guevara no dejaban de ser un apellido modesto muy alejado de la alta nobleza castellana, lo que no impedía que fueran una familia muy influyente en una pequeña villa como Morata..

Aumento del patrimonio familiar 

De hecho, y pese a esta declaración en torno a la modestia de los bienes materiales de los Guevara que nos dejó Antonio de Guevara en sus Epístolas familiares, en lo que se refiere a Morata los poseedores de su mayorazgo podían presumir, como veremos, de ser una de las familias más influyentes de la villa a estas alturas del siglo XVI. De hecho, este último Beltrán de Guevara como poseedor del mayorazgo incrementó de alguna manera la influencia del apellido Guevara cuando contrajo matrimonio con Ana de Guevara, perteneciente al mismo linaje y señora Monteagudo, en el reino de Murcia, privilegio que había obtenido como herencia de sus padres Carlos de Guevara y Ana de Rocafull. En 1540 este citado Beltrán de Guevara, por entonces vecino de la ciudad de Murcia, realiza un inventario en la villa de Morata, ante el escribano Francisco de Escamilla, de los bienes adscritos al mayorazgo tras la muerte de su mujer. 

Según la documentación del archivo de los marqueses de Espinardo mientras Beltrán de Guevara fue titular del mayorazgo, a mediados del siglo XVI, se ocupó de mejorar el patrimonio de bienes urbanos que poseía en la villa de Morata. Mediante el sistema de trueque, Beltrán aumentó sus propiedades en torno al palacio de la familia, localizado como hemos señalado en lo que ahora conocemos como plazuela de Espinardo y que aparece por primera vez en la documentación que hemos localizado sobre la familia propietaria del mayorazgo morateño. Estos documentos forman parte del inventario de los documentos del archivo de los marqueses de Espinardo que se conservan en el Archivo Histórico de la Nobleza.

En una primera operación, ejecutada en 1552, Beltran de Guevara acordó cambiar dos casas por otras dos viviendas con el vecino de Morata Alonso Pérez de Segovia. Tres años después, en 1554, Beltrán de Guevara añade a las casas que había cambiado a Alonso Pérez, y que formaban ya parte del palacio de la familia, un corral que se sumó a las propiedades del mayorazgo gracias a un nuevo trueque con Diego Ruiz, otro vecino de Morata, que recibió a cambio otro corral.

Junto a estas mejoras en el patrimonio urbano de la familia en Morata, Beltrán de Guevara como poseedor en estos años del mayorazgo se ocupó de que entre los bienes adscritos al mismo apareciera un molino situado en la ribera del Tajuña que, aunque en la documentación no aparece clara su localización, puede ser el que siglos adelante sería conocido como molino de la Huerta molino de arriba. Así aparece reseñado en un documento en el que se encuentra información sobre este molino:

Concordia sobre un molino en el río Tajuña, término de Morata. Concordia y transacción que hicieron García González, Juan Alonso y otros consortes de la una parte y Juan Rodríguez Ruiz y Don Beltrán de Guevara de otra sobre un molino y presa de él, en la ribera del Tajuña de la villa de Morata y fue apartándose del pleito que tenían pendiente en el Concejo por ciertas condiciones que contenía una escritura que pasó en dicha villa de Morata a 10 de marzo de 1555 años por ante Alonso Fernández, escribano de ella.

No es este documento el único que recoge la relación de los Guevara con el molino. En el citado archivo de los marqueses de Espinardo aparecen hasta tres documentos más sobre este molino en diferentes periodos históricos. En el año 1555 están fechados dos de estos legajos. El primero es una escritura que trata sobre la mejor forma de operar en el molino para que no produzca daños en la vega:

Una escritura otorgada entre los interesados en el molino de la Huerta de Tajuña y don Beltrán Guevara en que se declara la forma para poner las tablas en los gallardos de dicho molino para que no se haga daño cuando venga crecido el río referido a los heredados, pasó en 6 de octubre de 1555 ante Francisco de Escamilla.

Del mismo año es una real carta ejecutoria -sentencia- sobre el citado molino:

(…) real carta ejecutoria por el señor arzobispo de Toledo, primado de las Españas y de los señores de su Consejo, su data en Toledo a 11 de julio de 1555, por la que se confirma una concordia que otorgaron Don Beltrán de Guevara y otros consortes de la una parte como heredados en la ribera del río Tajuña y Rodrigo y Juan Ruiz sobre la presa de un molino que los susodichos poseían en dicha rivera, por haberse hecho la presa mucho más alta que la tenía de que resultó perjuicio a dicho heredamiento en la cual concordia se da reglas en la forma en que se han de poner las tablas en los aguatochos y demás razones que constan de la que está inserta en esta ejecutoria y separadamente con otra en este legajo.

Un último documento, este ya fechado en el siglo XVII, recoge una referencia al molino que, en esos años, fue modificado para convertirlo en un ingenió de los conocidos como de regolfo:

(…) una escritura que el Concejo de la villa de Morata y otros consortes con el señor don Beltrán de Guevara otorgaron en razón de cierto molino que dicho concejo tenía castellano y lo quería hacer de regolfo de que resultara daño a dicho Don Beltrán y consortes que tenían tierras en la vega de Tajuña donde estaba dicho molino, y por non tener pleitos y que dicha obra se hiciese con toda formalidad y arreglado a lo que tenían estipulado, otorgaron esta escritura de convenio en la villa de Morata en 26 de mayo de 1655 ante Alonso Fernández.

Como sucesora en el mayorazgo de Morata del matrimonio de Beltrán y Ana de Guevara aparece su hija Juana de Guevara, casada con Hernando de Otazo, regidor de la ciudad de Murcia. Como vemos, la región y la ciudad de Murcia y el apellido Guevara continuaban apareciendo relacionados con el mayorazgo morateño que fundara Rodríguez Pecha y su mujer Elvira Martínez. Por la documentación de la época, parece que Juana de Guevara llegó a residir en el palacio que la familia poseía en Morata. En 1568, según sabemos por el archivo de la casa, Juana Guevara, ya viuda de su marido Hernando de Otazo, firmó un censo de cuatro mil ducados, cantidad muy respetable para la época, sobre sus bienes vinculados en Morata, Chinchón, Eza y Villaverde. Este préstamo censal, contó con el obligatorio permiso real al incluirse en el mismo los bienes vinculados del mayorazgo. 

Varios vecinos de Morata, entre ellos Pedro Páez, Antón Sánchez o el doctor Juan Martínez, firmaron como fiadores de Juana de Guevara que había solicitado el préstamo con la garantía de su mayorazgo en Morata para adquirir la octava parte del señorío de la villa murciana de Ceutí y también para continuar el pleito que seguía contra el conde de Coruña por los derechos de señorío de la villa de Veleña. 

La cuantía de ambos censos, con la garantía para los prestamistas de los bienes adscritos al mayorazgo, nos sirve para hacernos una idea de la importancia del patrimonio de la familia Guevara en Morata, al que había que añadir sus posesiones en el entorno de la ciudad de Murcia. De hecho, unos años antes, en 1562 y a la muerte de Beltran de Guevara, padre de Juana, esta y su marido Hernando de Otazo solicitaron a la justicia de Morata un apeo y deslinde de los bienes del mayorazgo antes de hacerse cargo de la administración del mismo. Este tipo de comprobaciones, realizadas ante escribano público y con la obligada participación de los arrendadores de las tierras y bienes de la familia, resultaba habitual cuando se producía la sucesión en la titularidad del mayorazgo y permitía a sus nuevos poseedores ponerse al día de los bienes que recibían y de cómo se administraban. El mismo año de 1562, y con la misma intención de conocer qué bienes poseía en Chinchón, el difunto Beltrán de Guevara, Hernando de Otazo, marido de Juana, solicitó el deslinde y amojonamiento de los bienes del mayorazgo en término de la villa de Chinchón.

Reseñamos, por último, otro censo firmado por Juana de Guevara por cuantía de 7.000 ducados para pagar la dote con que los Otazo de Guevara se había comprometido para acordar el matrimonio de su hija Ana de Guevara con Diego Ramírez por un importe anual de 500 ducados. En la documentación de este censo aparece también como firmante Juan Otazo de Guevara. Sobre la muy interesante figura de este heredero del mayorazgo de Morata trataremos la próxima semana pero ya adelantamos que fue un muy activo representante de la familia de Guevara que, profesionalmente, destacó, entre otras actividades, como ejecutor de importantes obras hidráulicas en la comarca. 



Fuentes y bibliografía:

  • Escritura de fundación de mayorazgo otorgada por Fernán Rodríguez, camarero del Rey [Alfonso XI] y su mujer, doña Elvira Martínez, camarera de la reina doña María, de Morata, Villaverde y Monasterio, aldeas de Segovia.

  • Indice de colección de Don Luis de Salazar Castro. Volumen 49. Real Academia de la Historia.

  • Las profesiones femeninas de la nobleza y de las oligarquías urbanas en la Castilla bajomedieval. Cusas, dinámicas, privilegios y donaciones. Prieto Sayagües, Juan Antonio. Revista Espacio, tiempo y forma. Serie III. Historia Medieval. Julio 2021.

  • Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo LXX VIII. Cuaderno I. Editorial Reus. Madrid, enero de 1921.

  • Revista de España. Vigésimo séptimo año. Tomo CXLIX. Noviembre y diciembre. Establecimiento tipográfico de Ricardo Fe. Madrid. 1891.

  • Nobleza de la Andalucía. Argote de Molina. Gonzalo. Imprenta Fernando Díaz. Sevilla, 1588.

  • Asturias Ilustrada, primitivo origen de la nobleza de España, su antigüedad. Clases, diferencias con la descendencia sucesiva de las principales familias del reino. Trelles Villademoros, Joseph Manuel. Tomo III. Madrid, 1760.

  • Documentos de Enrique III. Fondo Mercedes Gaibrois de Ballesteros.

  • Inventario de documentos existentes en el archivo de Diego Alonso de Entenza Fajardo Vera, marqués de Espinardo, realizado por el administrador Nicolás Castañón en el año 1749. - Archivo Histórico de la Nobleza, ESPINARDO,C.4,D.1.

jueves, 23 de mayo de 2024

Mayorazgos: los marqueses de Espinardo, una familia de la nobleza en la villa de Morata (I)

En el siglo XIV, el matrimonio integrado por Fernán Rodriguez Pecha y Elvira Martínez instituyó el mayorazgo con bienes localizados en Morata, Chinchón y Perales de Tajuña

El primer heredero del vínculo fue Pedro Fernández Pecha, fundador de la orden Jerónima en Castilla

Además de los marqueses de Leganés y de sus sucesores en el señorío de Morata, los condes de Altamira, otra familia perteneciente a la nobleza ha mantenido una larga relación con la villa: los marqueses de Espinardo, y su otra rama familiar representada por los marqueses de Benalúa. Ambos linajes poseyeron, en su tiempo, un palacio en la villa, pero a diferencia de los Leganés-Altamira, la casa de Espinardo-Benalúa nunca poseyó el señorío de Morata, aunque sí un amplio patrimonio en la vega y en el secano morateño. Contamos a partir de esta semana la historia, desde sus orígenes, de la casa nobiliaria de los Espinardo en Morata. Veremos cómo la presencia de esta familia de la nobleza española comenzó en un lejano 1360, cuando sus antepasados Fernán Rodríguez Pecha y su mujer Elvira Martínez, crearon un mayorazgo* que sustentó durante siglos la presencia de sus sucesores en Morata. Hoy, de esa presencia tan prolongada sólo nos queda poco más que el nombre de una de las plazuelas del callejero morateño: la plazuela de Espinardo, donde se levantaba el palacio familiar


Durante muchas décadas, y al menos hasta final del siglo XIX, el palacio de los Leganés-Altamira y y el de los Espinardo-Benalúa han compartido un espacio muy próximo en el trazado urbano de Morata, separados físicamente por la calle Cruz de Orozco. Pero más allá de esta circunstancia sobre las respectivas residencias de estas familias de la nobleza en Morata -de las que, lamentablemente, pocos vestigios de las construcciones palaciegas originales nos han llegado-, uno y otro linaje fueron, en su momento, muy influyentes en la vida económica de la villa: sus amplias propiedades rústicas condicionaron durante siglos el sector primario en Morata si bien es cierto que los Leganés-Altamira, además, sumaban a su patrimonio inmobiliario su condición de poseedores del señorío de Morata durante dos siglos, como ya hemos visto en varias entradas del blog.


Por el contrario, tanto los creadores del mayorazgo de los Rodríguez Pecha como los propios marqueses de Espinardo-Benalúa nunca llegaron a poseer el señorío de la villa, lo que no significa, como veremos en las próximas semanas, que su presencia en Morata no fuera igualmente importante e influyente, tanto a nivel social como económico, desde el momento en que el matrimonio formado por Fernán Rodriguez Pecha y Elvira Martínez decidiera crear el citado mayorazgo con los bienes que habían acumulado tanto en el término de Morata como también en las entonces aldeas cercanas de Eza, Villaverde y Monasterio, localizadas en lo que hoy es término municipal y vega de Chinchón junto a las riberas del río Tajuña.

Creación del mayorazgo en Morata

Este mayorazgo que pasaría, vía sucesión hereditaria, por distintos apellidos como los propios Fernandez Pecha o los Guevara y Otazo hasta llegar a los Fajardo que ostentarían por primera vez el marquesado de Espinardo, fue instituido, como señalamos, por Fernán Rodriguez Pecha y por Elvira Martinez. Ambos procedían de familias asentadas en la ciudad de Segovia aunque posteriormente, como veremos, llegarían a prosperar en el entorno de la ciudad y la actual provincia de Guadalajara. 

Fernán Rodriguez pertenecía a una familia de origen italiano de donde procedía su padre, Esteban Pérez Pecha, natural de la ciudad de Sena, que se casó ya en España con Mayor Rodríguez de Balboa y que ejerció durante un tiempo como alcaide de Zamora. Desde la ciudad segoviana, Fernán consiguió unirse a la figura del rey Alfonso XI y de su segunda mujer, la reina María de Portugal. Prácticamente desde que Alfonso XI encabezará la corona castellana, en 1325, Fernán Rodríguez entró a formar parte del entorno palaciego como camarero -primero menor y, al final de su carrera, mayor- del monarca. Estos cargos, que ejerció desde 1326 hasta el año de su muerte en 1345, le permitieron participar en la gestión económica y palaciega de la monarquía y ejercer, en paralelo, como notario mayor de los privilegios rodados. Al mismo tiempo ejerció también como camarero de don Pedro, heredero de la corona castellana y del propio Alfonso XI. Su mujer, Elvira Martínez, también pudo ejercer su influencia en la corte como camarera de la reina María.

El ejercicio de estos cargos palaciegos, durante un periodo de tiempo cercano a los veinte años, resultó fundamental para la economía familiar del matrimonio. Fernán Rodriguez aprovechó su cercanía al poder no solo para ejercer sus cargos oficiales ya que consiguió también convertirse, gracias al apoyo real, en arrendador de los servicios de aduanas del reino desde 1328. Posteriormente, en 1338 también gestionó el arrendamiento del servicio de ganados trashumantes en Castilla. Ambos cargos, más allá de influencia en la corte le permitió también ampliar su patrimonio e incorporarlo, entre otros destinos, a su mayorazgo en Morata.

Este trabajo combinado de camarero del rey, junto a su gestión en el arrendamiento de los servicios aduaneros y de la trashumancia -situación que también vivió su hijo Pedro como tesorero real y arrendador de las minas de mercurio de Almadén-, se materializó en una holgada situación económica de la familia y, como consecuencia, en la adquisición de bienes raíces en distintos territorios, entre ellos la villa de Morata y las entonces aldeas de Eza, Monasterio y Villaverde. En estos años de comienzos del siglo XIV, tanto Morata como las citadas aldeas pertenecían a la Comunidad de la Ciudad de Segovia, por lo que resulta lógico que el matrimonio, con orígenes segovianos, adquiriera bienes en un territorio perteneciente a su lugar de origen. (Recordemos que, como también vimos también en el blog, la presencia de familias de la burguesía segoviana en la comarca resultaba habitual en aquellos años, cuando también adquirieron bienes linajes familiares como, entre otros, los Arias-Davila).

Primera sucesión en el mayorazgo de los Rodriguez Pecha-Martínez

La creación y fundación de un mayorazgo, por definición, busca perpetuar en el tiempo un linaje familiar, ligando una serie de posesiones materiales a un poseedor y heredero del mismo, según una serie de cláusulas fijadas por los fundadores de esta figura jurídica que regulan la sucesión en la titularidad de los bienes indivisibles y no enajenables ligados a dichos mayorazgos. En el caso del mayorazgo fundado en el año 1334 por Fernán Rodriguez Pecha y su mujer Elvira Martínez sobre los bienes que poseían en Morata y en las aldeas próximas de Eza, Villaverde y Monasterio existe un documento impreso que recoge estas cláusulas que regulan la sucesión en el citado mayorazgo. Del cumplimiento de estas cláusulas o condiciones dependía la permanencia en el tiempo de los bienes asignados al mayorazgo y, en definitiva, la presencia de la familia de los sucesores de los fundadores en la propia villa de Morata, como así sucedió durante varios siglos.

La interpretación de estas clausulas, por otra parte, fue el origen de no pocos pleitos que se plantearon en varias ocasiones entre distintos litigantes que se creían con derecho a heredar el mayorazgo fundado, según recoge una escritura conservada en Real Academia de la Historia (Colección de Luis Salazar) el 23 de agosto de 1343. El texto se refiere a (…) las dichas casas e heredamientos e bienes sobre dichos al dicho Diego Pedro Fernández [primer heredero], con esta condición, que después de sus días del dicho Pedro Fernández, las dichas casas, e todos los bienes e heredamientos sobre dichos, e el pan e los bueyes e las armas que estuvieren en la dichas casas a su finamiento que sin que a su hijo varón legítimo que el dejare a su finamiento (…). En total son once clausulas en las que se refleja el derecho prioritario de los hijos varones y primogénitos, sobre las hijas, y en ausencia o muerte de varones sin descendencia, a los descendientes también varones de las hijas.

En el encabezamiento del texto anterior ya se cita a Pedro Fernández [Pecha] como primer poseedor de los bienes de Morata pero, muy pronto, las circunstancias vitales del primogénito de los fundadores condicionaron la primera sucesión y las siguientes en el mayorazgo. En efecto, Pedro Fernandez Pecha, como hijo primogénito de Fernán Rodriguez y Elvira Martínez, estaba destinado a prolongar el linaje familiar según las clausulas de sucesión en el mayorazgo creado por sus padres. Desde muy joven, ayudado por su padre, se movió en el entorno palaciego de la monarquía castellana. Pedro Fernandez Pecha ocupó la tesorería real y, como ya hemos comentado, fue responsable del arrendamiento de las minas de Almadén, durante el reinado de Pedro I, hijo de Alfonso XI y de María de Portugal, el mismo que pasaría a la historia con el sobrenombre de El Cruel.

Pedro Fernández Pecha, pintura al óleo de Juan Valdés Leal (1662-1690).

Aunque la figura histórica de Pedro Fernandez Pecha bien merecería por sí sola un repaso a su trayectoria vital, ahora nos limitaremos a señalar cómo el primer poseedor del mayorazgo de Morata que fundaran sus progenitores, en un momento de su vida decidió abandonar la vida civil y dedicarse a la vida monástica en la que tuvo un papel destacado como fundador de la orden de los jerónimos en el reino de Castilla**. Antes de que se produjera un giro tan radical en su vida, Pedro Fernandez se había casado y había sido padre de cuatro hijos. Se desconoce el nombre de su mujer, pero sí sabemos que falleció joven después de ser madre de los cuatro hijos de Pedro Fernández, tres mujeres y un varón. Cuando Pedro Fernandez Pecha decidió dejar el entorno palaciego y pasar a ejercer de ermitaño, alguno de sus descendientes debería haber asumido el mayorazgo de la villa de Morata pero su fallecimiento temprano de su primogénito-situación que quizá influyó en su vocación religiosa sobrevenida- dio lugar a una complicada sucesión entre alguno de sus hermanos.

En efecto, la retirada de Pedro Fernandez Pecha a la vida religiosa provocó una primera sucesión compleja en la propiedad del mayorazgo de Morata. Descartado Pedro Fernandez Pecha, el primogénito, y fallecidos todos sus herederos, el mayorazgo y los bienes adscritos al mismo situados en Morata debían pasar al siguiente hijo varón de los fundadores, en este caso Alonso Pecha. El segundo hijo varón hubiera sido el destinado a asumir el mayorazgo de no darse la circunstancia de que cuando su hermano se retiró a su primer eremitorio, el ya había profesado como religioso e incluso había ejercido, a la temprana edad de 29 años, como obispo de Jaén, aunque no llegó a ejercer esta cargo hasta la muerte, tiempo después, de Andres su antecesor.

Descartado por lo tanto Alonso Fernández Pecha, y agotada la línea de los herederos varones quedaba la opción de que la titularidad del mayorazgo de Morata pasara a una de las hijas de los fundadores. Como hermana de mayor edad, María Fernández Pecha, casada con un miembro de la poderosa familia de los Mendoza de Guadalajara, Pedro Gonzalez de Mendoza, estaba destinada a prolongar el mayorazgo pero la ausencia de herederos en su matrimonio provocó que fuera su hermana, Beatriz Fernandez Pecha, casada con Juan García de Valdes, señor de Atanzón y Veleña, quien asumiera el mayorazgo. Sin embargo, de nuevo la ausencia de herederos en este matrimonio dio lugar a que que fuera Mayor Fernandez Pequeña, la menor de las hijas de los fundadores del mayorazgo y casada con otro de los hijos de los señores de Atanzón y Veleña, Arias García de Valdés, quien garantizara la futura sucesión en el vínculo morateño. Como vemos, la primera sucesión en el mayorazgo morateño de los Rodríguez Pecha-Martínez no dejó de atravesar infinidad de vicisitudes hereditarias que serían muy habituales a lo largo de la historia del mismo como veremos en los próximos capítulos de la serie.


*El mayorazgo fue una institución jurídica de origen medieval mediante la que se vinculaban unos bienes patrimoniales a un único sucesor, normalmente el hijo mayor -de ahí su denominación- que heredaba estos derechos que no se podían enajenar ni dividir. Esta institución fue utilizada por los miembros de la nobleza para proteger su patrimonio y que se conservara en el tiempo. La imposibilidad de vender los bienes incluidos en el mayorazgo permitía que la propiedad se prolongara en el tiempo pero, a la vez, provocaba que algunas familias se hipotecaran ante la imposibilidad de acudir a la venta de algunas estas propiedades cuando se lo exigía su situación económica. En Morata, además del mayorazgo creado por Fernán Rodriguez Pecha y su mujer, del que trataremos en el blog en estas semanas, también estaban vinculados la mayoría de los bienes que poseía el marques de Leganés en la villa, incluida la fabulosa colección de cuadros que reunió en su palacio morateño Diego Messía Felípez de Guzmán. Los mayorazgos, como tal institución fueron eliminados del régimen jurídico español por un decreto firmado por Fernando VII el 27 de septiembre de 1820. Como consecuencia de su abolición, los condes de Altamira, sucesores de los marqueses de Leganés, vendieron, ya sin ningún impedimento legal, todas sus propiedades en Morata. No sucedería así con los bienes adscritos al mayorazgo fundado por l Matrimonio Rodrígez Pecha-Martínez y este patrimonio, en su mayor parte, permanecería ligado a sus sucesores hasta bien entrado el siglo XX.


**Pedro Fernández Pecha, junto con Fernando Yáñez de Figueroa, otro cortesano desencantado de su trabajo junto a los monarcas Alfonso XI y su hijo Pedro I , decidió retirarse a la ermita de Nuestra Señora del Castañar, cerca de Toledo tras producirse la muerte de su mujer y de una de sus hijas. En 1366 Pedro Fernandez se traslada a la ermita de Nuestra Señora de Bellascusa, en Orusco, y sólo un año después a San Bartolomé de Lupiana, en Guadalajara, auténtico germen de la orden jerónima en Castilla. En 1372 Pedro Fernandez Pecha y Pedro Roman fueron designados por sus hermanos en el eremitorio de Lupiana para trasladarse a Avignon en Francia con el fin de solicitar el permiso papal y crear, como así hicieron, la orden de San Jerónimo. En 1374 Pedro Fernández, ya conocido como Frai Pedro de Guadalajara, abandonó San Bartolomé para trasladarse a Toledo a fundar un nuevo monasterio, el de Nuestra Señora de Sisla. En 1400, cerca ya de su muerte, se trasladó, definitivamente, al monasterio de Guadalupe, donde falleció. 


Fuentes y bibliografía:

  • Escritura de fundación de mayorazgo otorgada por Fernán Rodríguez, camarero del Rey [Alfonso XI] y su mujer, doña Elvira Martínez, camarera de la reina doña María, de Morata, Villaverde y Monasterio, aldeas de Segovia.

  • Indice de colección de Don Luis de Salazar Castro. Volumen 49. Real Academia de la Historia.

  • Las profesiones femeninas de la nobleza y de las oligarquías urbanas en la Castilla bajomedieval. Cusas, dinámicas, privilegios y donaciones. Prieto Sayagües, Juan Antonio. Revista Espacio, tiempo y forma. Serie III. Historia Medieval. Julio 2021.

  • Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo LXX VIII. Cuaderno I. Editorial Reus. Madrid, enero de 1921.

  • Revista de España. Vigesimo séptimo año. Tomo CXLIX. Noviembre y diciembre. Establecimiento tipográfico de Ricardo Fe. Madrid. 1891.

  • Nobleza de la Andalucía. Argote de Molina. Gonzalo. Imprenta Fernando Díaz. Sevilla, 1588.

  • Asturias Ilustrada, primitivo origen de la nobleza de España, su antigüedad. Clases, diferencias con la descendencia sucesiva de las principales familias del reino. Trelles Villademoros, Joseph Manuel. Tomo III. Madrid, 1760.

  • Relaciones topográficas de los pueblos de España. Vol. III. Consejo Superior de Investigaciones Cientificas. Madrid, 1994.