Mayorazgos: los marqueses de Espinardo, una familia de la nobleza en la villa de Morata (I)
En el siglo XIV, el matrimonio integrado por Fernán Rodriguez Pecha y Elvira Martínez instituyó el mayorazgo con bienes localizados en Morata, Chinchón y Perales de Tajuña
El primer heredero del vínculo fue Pedro Fernández Pecha, fundador de la orden Jerónima en Castilla
Además de los marqueses de Leganés y de sus sucesores en el señorío de Morata, los condes de Altamira, otra familia perteneciente a la nobleza ha mantenido una larga relación con la villa: los marqueses de Espinardo, y su otra rama familiar representada por los marqueses de Benalúa. Ambos linajes poseyeron, en su tiempo, un palacio en la villa, pero a diferencia de los Leganés-Altamira, la casa de Espinardo-Benalúa nunca poseyó el señorío de Morata, aunque sí un amplio patrimonio en la vega y en el secano morateño. Contamos a partir de esta semana la historia, desde sus orígenes, de la casa nobiliaria de los Espinardo en Morata. Veremos cómo la presencia de esta familia de la nobleza española comenzó en un lejano 1360, cuando sus antepasados Fernán Rodríguez Pecha y su mujer Elvira Martínez, crearon un mayorazgo* que sustentó durante siglos la presencia de sus sucesores en Morata. Hoy, de esa presencia tan prolongada sólo nos queda poco más que el nombre de una de las plazuelas del callejero morateño: la plazuela de Espinardo, donde se levantaba el palacio familiar
Durante muchas décadas, y al menos hasta final del siglo XIX, el palacio de los Leganés-Altamira y y el de los Espinardo-Benalúa han compartido un espacio muy próximo en el trazado urbano de Morata, separados físicamente por la calle Cruz de Orozco. Pero más allá de esta circunstancia sobre las respectivas residencias de estas familias de la nobleza en Morata -de las que, lamentablemente, pocos vestigios de las construcciones palaciegas originales nos han llegado-, uno y otro linaje fueron, en su momento, muy influyentes en la vida económica de la villa: sus amplias propiedades rústicas condicionaron durante siglos el sector primario en Morata si bien es cierto que los Leganés-Altamira, además, sumaban a su patrimonio inmobiliario su condición de poseedores del señorío de Morata durante dos siglos, como ya hemos visto en varias entradas del blog.
Por el contrario, tanto los creadores del mayorazgo de los Rodríguez Pecha como los propios marqueses de Espinardo-Benalúa nunca llegaron a poseer el señorío de la villa, lo que no significa, como veremos en las próximas semanas, que su presencia en Morata no fuera igualmente importante e influyente, tanto a nivel social como económico, desde el momento en que el matrimonio formado por Fernán Rodriguez Pecha y Elvira Martínez decidiera crear el citado mayorazgo con los bienes que habían acumulado tanto en el término de Morata como también en las entonces aldeas cercanas de Eza, Villaverde y Monasterio, localizadas en lo que hoy es término municipal y vega de Chinchón junto a las riberas del río Tajuña.
Creación del mayorazgo en Morata
Este mayorazgo que pasaría, vía sucesión hereditaria, por distintos apellidos como los propios Fernandez Pecha o los Guevara y Otazo hasta llegar a los Fajardo que ostentarían por primera vez el marquesado de Espinardo, fue instituido, como señalamos, por Fernán Rodriguez Pecha y por Elvira Martinez. Ambos procedían de familias asentadas en la ciudad de Segovia aunque posteriormente, como veremos, llegarían a prosperar en el entorno de la ciudad y la actual provincia de Guadalajara.
Fernán Rodriguez pertenecía a una familia de origen italiano de donde procedía su padre, Esteban Pérez Pecha, natural de la ciudad de Sena, que se casó ya en España con Mayor Rodríguez de Balboa y que ejerció durante un tiempo como alcaide de Zamora. Desde la ciudad segoviana, Fernán consiguió unirse a la figura del rey Alfonso XI y de su segunda mujer, la reina María de Portugal. Prácticamente desde que Alfonso XI encabezará la corona castellana, en 1325, Fernán Rodríguez entró a formar parte del entorno palaciego como camarero -primero menor y, al final de su carrera, mayor- del monarca. Estos cargos, que ejerció desde 1326 hasta el año de su muerte en 1345, le permitieron participar en la gestión económica y palaciega de la monarquía y ejercer, en paralelo, como notario mayor de los privilegios rodados. Al mismo tiempo ejerció también como camarero de don Pedro, heredero de la corona castellana y del propio Alfonso XI. Su mujer, Elvira Martínez, también pudo ejercer su influencia en la corte como camarera de la reina María.
El ejercicio de estos cargos palaciegos, durante un periodo de tiempo cercano a los veinte años, resultó fundamental para la economía familiar del matrimonio. Fernán Rodriguez aprovechó su cercanía al poder no solo para ejercer sus cargos oficiales ya que consiguió también convertirse, gracias al apoyo real, en arrendador de los servicios de aduanas del reino desde 1328. Posteriormente, en 1338 también gestionó el arrendamiento del servicio de ganados trashumantes en Castilla. Ambos cargos, más allá de influencia en la corte le permitió también ampliar su patrimonio e incorporarlo, entre otros destinos, a su mayorazgo en Morata.
Este trabajo combinado de camarero del rey, junto a su gestión en el arrendamiento de los servicios aduaneros y de la trashumancia -situación que también vivió su hijo Pedro como tesorero real y arrendador de las minas de mercurio de Almadén-, se materializó en una holgada situación económica de la familia y, como consecuencia, en la adquisición de bienes raíces en distintos territorios, entre ellos la villa de Morata y las entonces aldeas de Eza, Monasterio y Villaverde. En estos años de comienzos del siglo XIV, tanto Morata como las citadas aldeas pertenecían a la Comunidad de la Ciudad de Segovia, por lo que resulta lógico que el matrimonio, con orígenes segovianos, adquiriera bienes en un territorio perteneciente a su lugar de origen. (Recordemos que, como también vimos también en el blog, la presencia de familias de la burguesía segoviana en la comarca resultaba habitual en aquellos años, cuando también adquirieron bienes linajes familiares como, entre otros, los Arias-Davila).
Primera sucesión en el mayorazgo de los Rodriguez Pecha-Martínez
La creación y fundación de un mayorazgo, por definición, busca perpetuar en el tiempo un linaje familiar, ligando una serie de posesiones materiales a un poseedor y heredero del mismo, según una serie de cláusulas fijadas por los fundadores de esta figura jurídica que regulan la sucesión en la titularidad de los bienes indivisibles y no enajenables ligados a dichos mayorazgos. En el caso del mayorazgo fundado en el año 1334 por Fernán Rodriguez Pecha y su mujer Elvira Martínez sobre los bienes que poseían en Morata y en las aldeas próximas de Eza, Villaverde y Monasterio existe un documento impreso que recoge estas cláusulas que regulan la sucesión en el citado mayorazgo. Del cumplimiento de estas cláusulas o condiciones dependía la permanencia en el tiempo de los bienes asignados al mayorazgo y, en definitiva, la presencia de la familia de los sucesores de los fundadores en la propia villa de Morata, como así sucedió durante varios siglos.
La interpretación de estas clausulas, por otra parte, fue el origen de no pocos pleitos que se plantearon en varias ocasiones entre distintos litigantes que se creían con derecho a heredar el mayorazgo fundado, según recoge una escritura conservada en Real Academia de la Historia (Colección de Luis Salazar) el 23 de agosto de 1343. El texto se refiere a (…) las dichas casas e heredamientos e bienes sobre dichos al dicho Diego Pedro Fernández [primer heredero], con esta condición, que después de sus días del dicho Pedro Fernández, las dichas casas, e todos los bienes e heredamientos sobre dichos, e el pan e los bueyes e las armas que estuvieren en la dichas casas a su finamiento que sin que a su hijo varón legítimo que el dejare a su finamiento (…). En total son once clausulas en las que se refleja el derecho prioritario de los hijos varones y primogénitos, sobre las hijas, y en ausencia o muerte de varones sin descendencia, a los descendientes también varones de las hijas.
En el encabezamiento del texto anterior ya se cita a Pedro Fernández [Pecha] como primer poseedor de los bienes de Morata pero, muy pronto, las circunstancias vitales del primogénito de los fundadores condicionaron la primera sucesión y las siguientes en el mayorazgo. En efecto, Pedro Fernandez Pecha, como hijo primogénito de Fernán Rodriguez y Elvira Martínez, estaba destinado a prolongar el linaje familiar según las clausulas de sucesión en el mayorazgo creado por sus padres. Desde muy joven, ayudado por su padre, se movió en el entorno palaciego de la monarquía castellana. Pedro Fernandez Pecha ocupó la tesorería real y, como ya hemos comentado, fue responsable del arrendamiento de las minas de Almadén, durante el reinado de Pedro I, hijo de Alfonso XI y de María de Portugal, el mismo que pasaría a la historia con el sobrenombre de El Cruel.
Aunque la figura histórica de Pedro Fernandez Pecha bien merecería por sí sola un repaso a su trayectoria vital, ahora nos limitaremos a señalar cómo el primer poseedor del mayorazgo de Morata que fundaran sus progenitores, en un momento de su vida decidió abandonar la vida civil y dedicarse a la vida monástica en la que tuvo un papel destacado como fundador de la orden de los jerónimos en el reino de Castilla**. Antes de que se produjera un giro tan radical en su vida, Pedro Fernandez se había casado y había sido padre de cuatro hijos. Se desconoce el nombre de su mujer, pero sí sabemos que falleció joven después de ser madre de los cuatro hijos de Pedro Fernández, tres mujeres y un varón. Cuando Pedro Fernandez Pecha decidió dejar el entorno palaciego y pasar a ejercer de ermitaño, alguno de sus descendientes debería haber asumido el mayorazgo de la villa de Morata pero su fallecimiento temprano de su primogénito-situación que quizá influyó en su vocación religiosa sobrevenida- dio lugar a una complicada sucesión entre alguno de sus hermanos.
En efecto, la retirada de Pedro Fernandez Pecha a la vida religiosa provocó una primera sucesión compleja en la propiedad del mayorazgo de Morata. Descartado Pedro Fernandez Pecha, el primogénito, y fallecidos todos sus herederos, el mayorazgo y los bienes adscritos al mismo situados en Morata debían pasar al siguiente hijo varón de los fundadores, en este caso Alonso Pecha. El segundo hijo varón hubiera sido el destinado a asumir el mayorazgo de no darse la circunstancia de que cuando su hermano se retiró a su primer eremitorio, el ya había profesado como religioso e incluso había ejercido, a la temprana edad de 29 años, como obispo de Jaén, aunque no llegó a ejercer esta cargo hasta la muerte, tiempo después, de Andres su antecesor.
Descartado por lo tanto Alonso Fernández Pecha, y agotada la línea de los herederos varones quedaba la opción de que la titularidad del mayorazgo de Morata pasara a una de las hijas de los fundadores. Como hermana de mayor edad, María Fernández Pecha, casada con un miembro de la poderosa familia de los Mendoza de Guadalajara, Pedro Gonzalez de Mendoza, estaba destinada a prolongar el mayorazgo pero la ausencia de herederos en su matrimonio provocó que fuera su hermana, Beatriz Fernandez Pecha, casada con Juan García de Valdes, señor de Atanzón y Veleña, quien asumiera el mayorazgo. Sin embargo, de nuevo la ausencia de herederos en este matrimonio dio lugar a que que fuera Mayor Fernandez Pequeña, la menor de las hijas de los fundadores del mayorazgo y casada con otro de los hijos de los señores de Atanzón y Veleña, Arias García de Valdés, quien garantizara la futura sucesión en el vínculo morateño. Como vemos, la primera sucesión en el mayorazgo morateño de los Rodríguez Pecha-Martínez no dejó de atravesar infinidad de vicisitudes hereditarias que serían muy habituales a lo largo de la historia del mismo como veremos en los próximos capítulos de la serie.
*El mayorazgo fue una institución jurídica de origen medieval mediante la que se vinculaban unos bienes patrimoniales a un único sucesor, normalmente el hijo mayor -de ahí su denominación- que heredaba estos derechos que no se podían enajenar ni dividir. Esta institución fue utilizada por los miembros de la nobleza para proteger su patrimonio y que se conservara en el tiempo. La imposibilidad de vender los bienes incluidos en el mayorazgo permitía que la propiedad se prolongara en el tiempo pero, a la vez, provocaba que algunas familias se hipotecaran ante la imposibilidad de acudir a la venta de algunas estas propiedades cuando se lo exigía su situación económica. En Morata, además del mayorazgo creado por Fernán Rodriguez Pecha y su mujer, del que trataremos en el blog en estas semanas, también estaban vinculados la mayoría de los bienes que poseía el marques de Leganés en la villa, incluida la fabulosa colección de cuadros que reunió en su palacio morateño Diego Messía Felípez de Guzmán. Los mayorazgos, como tal institución fueron eliminados del régimen jurídico español por un decreto firmado por Fernando VII el 27 de septiembre de 1820. Como consecuencia de su abolición, los condes de Altamira, sucesores de los marqueses de Leganés, vendieron, ya sin ningún impedimento legal, todas sus propiedades en Morata. No sucedería así con los bienes adscritos al mayorazgo fundado por l Matrimonio Rodrígez Pecha-Martínez y este patrimonio, en su mayor parte, permanecería ligado a sus sucesores hasta bien entrado el siglo XX.
**Pedro Fernández Pecha, junto con Fernando Yáñez de Figueroa, otro cortesano desencantado de su trabajo junto a los monarcas Alfonso XI y su hijo Pedro I , decidió retirarse a la ermita de Nuestra Señora del Castañar, cerca de Toledo tras producirse la muerte de su mujer y de una de sus hijas. En 1366 Pedro Fernandez se traslada a la ermita de Nuestra Señora de Bellascusa, en Orusco, y sólo un año después a San Bartolomé de Lupiana, en Guadalajara, auténtico germen de la orden jerónima en Castilla. En 1372 Pedro Fernandez Pecha y Pedro Roman fueron designados por sus hermanos en el eremitorio de Lupiana para trasladarse a Avignon en Francia con el fin de solicitar el permiso papal y crear, como así hicieron, la orden de San Jerónimo. En 1374 Pedro Fernández, ya conocido como Frai Pedro de Guadalajara, abandonó San Bartolomé para trasladarse a Toledo a fundar un nuevo monasterio, el de Nuestra Señora de Sisla. En 1400, cerca ya de su muerte, se trasladó, definitivamente, al monasterio de Guadalupe, donde falleció.
Fuentes y bibliografía:
Escritura de fundación de mayorazgo otorgada por Fernán Rodríguez, camarero del Rey [Alfonso XI] y su mujer, doña Elvira Martínez, camarera de la reina doña María, de Morata, Villaverde y Monasterio, aldeas de Segovia.
Indice de colección de Don Luis de Salazar Castro. Volumen 49. Real Academia de la Historia.
Las profesiones femeninas de la nobleza y de las oligarquías urbanas en la Castilla bajomedieval. Cusas, dinámicas, privilegios y donaciones. Prieto Sayagües, Juan Antonio. Revista Espacio, tiempo y forma. Serie III. Historia Medieval. Julio 2021.
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Nobleza de la Andalucía. Argote de Molina. Gonzalo. Imprenta Fernando Díaz. Sevilla, 1588.
Asturias Ilustrada, primitivo origen de la nobleza de España, su antigüedad. Clases, diferencias con la descendencia sucesiva de las principales familias del reino. Trelles Villademoros, Joseph Manuel. Tomo III. Madrid, 1760.
Relaciones topográficas de los pueblos de España. Vol. III. Consejo Superior de Investigaciones Cientificas. Madrid, 1994.
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