Abogado
y periodista fueron sólo algunas de las actividades en las que
destacó Ignacio Rojo Arias. Nacido en Morata en el primer tercio del
siglo XIX, Rojo Arias fue también un destacado activista político,
siempre desde su militancia en partidos progresistas a los que
representó como parlamentario tanto en el Congreso de los Diputados
como en el Senado. Destacado miembro de la masonería, una de cuyas
logias nacionales llegó a presidir, fue también muy activo en su
trabajo como abogado, interviniendo en asuntos tan conocidos como el
llamado crimen
de la calle Fuencarral.
Testigo privilegiado de acontecimientos políticos que marcaron el
siglo XIX, como La
Gloriosa o
el
asesinato de Juan Prim, Rojo Arias nunca perdió el contacto con su
pueblo natal y no dudó, por ejemplo, en defender gratuitamente a
alguno de su vecinos.
Ignacio
Rojo Arias nació en Morata de Tajuña el 1 de febrero de 1831* en
medio de un agitado periodo político marcado por los meses previos a
la muerte de Fernando VII, Ia I guerra carlista y el gobierno de la
reina regente María Cristina, madre de la futura Isabel II. El
recién nacido era hijo primogénito de Francisco Fructuoso Rojo
Fernández de Lara y de Joaquina Arias Oliva. Según su partida de
bautismo, fechada un día después de su nacimiento y firmada por
Nicolás Lorenzo de Rada, párroco de la iglesia de la Purísima
Concepción de Morata, al recién nacido se le impuso el nombre de
Ignacio Guillermo y fue apadrinado por Guillermo Ortega y su mujer
Ramona Rojo, vecinos de Madrid.
Según
esta certificación, conservada en el archivo del Senado y emitida en
el año 1872 por el entonces cura párroco de Morata Félix Pérez,
los abuelos maternos de Ignacio Guillermo fueron Enrique Arias y
María Oliva, ambos naturales y vecinos de Morata en el año del
nacimiento de su nieto. Los abuelos paternos, por el contrario no
eran naturales de Morata. Miguel Rojo, ya fallecido en la fecha del
nacimiento de Ignacio, era natural de la localidad leonesa de
Villamañán de Campos, mientras que su abuela paterna, Teresa
Fernández de Lara, había nació en la localidad madrileña de
Pinto.
Copia de la partida de nacimiento de Ignacio Rojo Arias
Miguel
Rojo había llegado a Morata en los últimos años del siglo XVIII
para ejercer como administrador del conde de Altamira. Como tal
administrador de la Casa de Altamira en Morata, la familia residió
en un ala del palacio condal, en la llamada Casa
de la Administración,
situada en la calle de la Cruz de Orozco esquina a la calle del
Ciego. Su padre, con el tiempo, también trabajaría para los condes
de Altamira en la provincia de León, concretamente en la localidad
de Valderas, donde administraba el patrimonio de los Osorio de
Moscoso procedente del marquesado de Astorga.
Ignacio
Rojo, que se había trasladado con toda la familia a la provincia de
León, estudió la carrera de Derecho en la Universidad de
Valladolid. Con 22 años y ya licenciado ingresó en la carrera
fiscal que ejerció, entre otros lugares, en la localidad madrileña
de San Martín de Valdeiglesias.
En
el plano personal, la muerte temprana de su padre le convirtió en el
principal sostén de sus cinco hermanos, en un tiempo en el que
compaginó su labor como abogado con una intensa actividad como
periodista en el periódico La
Iberia.
En este diario de tendencia liberal progresista, surgido al amparo de
la revolución de 1854 por iniciativa de Pedro Calvo Asensio, su
primer director, practicaría Ignacio Rojo Arias un periodismo
combativo, agresivo y polémico que le generaría, como veremos, no
pocos problemas con la justicia en los años siguientes. En La
Iberia –periódico que
también dirigió años más tarde a la muerte de su fundador el que
sería con el paso del tiempo jefe de la facción liberal en el
periodo de la Restauración canovista, Práxedes Mateo Sagasta-,
Ignacio Rojo expuso sus ideas progresistas durante varios años, con
un periodo de silencio obligado cuando el poder conservador consiguió
la suspensión momentánea del diario, aunque Rojo vería como
reaparecía tras el triunfo de la revolución de 1868.
Litografía con la imagen de Ignacio Rojo Arias en 1869
Precisamente,
uno de los artículos que Ignacio Rojo Arias publicó en La
Iberia
en los años previos a la revolución progresista le acarreó un
largo proceso judicial del que salió finalmente declarado inocente,
aunque en primera instancia fue condenado a 27 meses de cárcel. En
el origen de este proceso está la denuncia por un presunto delito de
injurias y calumnias presentada por el gobernador civil de Ciudad
Real, Enrique Cisneros, contra Ignacio Rojo, quien en años
anteriores había ejercido como teniente-fiscal en la provincia
manchega.
La
denuncia se basaba en un artículo publicado en el número 2.182 de
La
Iberia
en el que el político y abogado morateño responsabilizaba al
gobernador civil de Ciudad Real de realizar, entre otras actividades
ilícitas, negociaciones prohibidas a los funcionarios públicos, ser
participe de la usurpación al Estado de 4.000 fanegas de tierra y
de abusar
gravemente de su cargo.
En la denuncia criminal presentada ante un juzgado de Madrid también
se incluía al editor responsable de La
Iberia,
Inocente Ortiz Casado. Durante la vista, los dos denunciados se
ratificaron en sus actos y afirmaciones y confirmaron que los hechos
que aparecían en el polémico artículo de Rojo Arias eran ciertos.
En
la sentencia hecha pública el 16 de noviembre de 1862 se condenaba a
Rojo Arias a la pena de 27 meses de cárcel como
autor convicto y confeso de los delitos de calumnia e injurias graves
cometidas por escrito y con publicidad. En
la misma sentencia se declaró inocente de los cargos presentados
contra él a Inocente Ortiz.
Días
después, en la edición de La
Iberia
del 20 de noviembre, los compañeros de Rojo Arias criticaban la
decisión de la Justicia y afirmaban no
comprender la sentencia condenatoria que ha recaído contra nuestro
amigo. No analizaremos la sentencia, ni en su parte de exposición,
ni en la dispositiva, ni compararemos si hay o no relación entre
ambas. El señor Rojo lo hará con su acostumbrada lucidez en su día
ante el Tribunal Superior. (La
Iberia, 20
de noviembre de 1862).
Como
afirmaban sus compañeros del periódico, Ignacio Rojo lógicamente
presentó recurso contra la sentencia condenatoria ante instancias
superiores. En el recurso se ratificó en la certeza de sus denuncias
contra el gobernador civil publicadas en el artículo aparecido en La
Iberia
el 18 de mayo de 1861 y afirmó que como
autor del artículo denunciado excuso no contener dicho artículo
ninguna imputación calumniosa, ni injuria a nadie, y que los hechos
contenidos eran completamente ciertos en todas sus partes.
Tras
analizar tanto el recurso del político morateño como las
alegaciones del gobernador civil de Ciudad Real en uno de los
considerandos previos a la sentencia definitiva se señala que de
la prueba aducida resulta la verdad de las afirmaciones hechas en el
periódico La Iberia. Con
estos y otros argumentos la Audiencia Territorial absolvió a Ignacio
Rojo Arias de los delitos de injurias y calumnias en una sentencia
que se hizo pública el 27 de noviembre de 1863.
Al
comentar el fallo que absolvía a su compañero de la dura sentencia
inicial, el periódico La
Iberia
indicaba:
(…)
Esto indemniza al señor Rojo Arias de todos los perjuicios y
quebrantos sufridos, y si a esta solemne declaración se agrega el
afecto y general simpatía de la opinión pública, que ha seguido
paso a paso este largo proceso, apreciando las dotes del señor Rojo
Arias como hombre digno y enérgico, y como abogado distinguido, que
ha hecho en todas las instancias su propia defensa, le felicitamos
por las por las persecuciones de que ha sido objeto (…). (La
Iberia,
3 de diciembre de 1863).
Tras
evitar su paso por la cárcel y anular las penas accesorias de la
condena inicial, Ignacio Rojo continúo con su actividad periodística
y profesional como abogado pero, eso sí, sin olvidar su compromiso
político. Se avecinaban años apasionantes en la política española,
justo en los meses previos y siguientes a la caída de la monarquía
encarnada en la figura de Isabel II, un periodo que daría paso al
sexenio revolucionario del que Rojo Arias sería cronista, espectador
privilegiado y protagonista de muchos de sus episodios más
relevantes.
*Aunque
en algunas fuentes aparece como fecha de nacimiento de Ignacio Rojo
Arias el año 1832, hemos decidido optar por el año 1831 por ser el
que aparece en su partida de bautismo.
Fuentes
y bibliografía
- Archivo del Senado. Leg. 389. Nº 4 (2).
- Oratoria y periodismo en la España del siglo XIX. Seoane, María Cruz. Editorial Castalia. Madrid, 1977.
- Periódicos y publicaciones citados en el texto.
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