jueves, 27 de junio de 2024

 Mayorazgos: los marqueses de Espinardo, una familia de la nobleza en la villa de Morata (VI)

Los titulares del mayorazgo explotaron su patrimonio mediante el arrendamiento de sus propiedades en la vega de Morata.

Entre los Espinardo y los Altamira acumularon en determinadas épocas la mitad de las tierras de regadío

Veíamos en la última entrega del blog el patrimonio que acumularon los titulares del mayorazgo de la vega del Tajuña. Para administrar esta extensa hacienda se utilizó, preferentemente, el sistema de arrendar estas fincas a los vecinos por una cantidad anual. Además, en determinados casos, se firmaron censos reservativos que ofrecían una rentabilidad en torno al 3 por ciento del valor de la finca cedida, habitualmente para plantar de viñas en fincas de regadío situadas en la vega del Tajuña. Este método de explotar el patrimonio inmobiliario fue determinante en determinados periodos históricos: a mediados del siglo XVIII, por ejemplo, entre los condes de Altamira y los marqueses de Espinardo llegaron a controlar, aproximadamente, el 50 % de las tierras de regadío de Morata.



En toda la documentación generada por el mayorazgo de la vega del Tajuña es habitual encontrar, y así lo hemos reflejado en anteriores entregas del blog, cómo los titulares ordenaban realizar inventarios y recuentos de los bienes que poseían y cómo se explotaban estos, habitualmente por el sistema de arrendar los mismos a los vecinos de Chinchón, Morata y Perales. En estos inventarios, según aparece reflejado en el inventario del archivo que ordenó elaborar en 1749 el marqués de Diego Manuel de Vera Fajardo, se recogían las condiciones económicas de estos arrendamientos, quiénes los contrataban y, en su caso, la duración de estos contratos, el precio del arrendamiento y los medios de pago. 

A falta de poder consultar estos inventarios que, tal como ya señalamos, algunos se perdieron en el incendio del archivo o en la guerra civil, contamos con otra documentación igualmente valiosa, el Catastro de Ensenada. En esta documentación, ya analizada en la anterior entrega del blog, encontramos información muy fiable y abundante sobre cómo se explotaban en esos años los bienes inmuebles, adscritos al mayorazgo, fundamentalmente tierras de regadío, en Morata, Chinchón y Perales de Tajuña.

Esta información a la que nos referimos aparece recogida en las declaraciones individuales de todos los vecinos de Morata que es la que hemos consultado. En estas declaraciones, además de todos los bienes propiedad de cada uno de estos vecinos (casas, tierras de secano y regadío, olivares, viñas, eras de trillar y distintos tipos de ganados como el ovino o el mular) aparece al final de la relación las tierras que labraban en arrendamiento. En esta relación se incluye la localización de cada una de estas fincas en los distintos parajes del término municipal, la extensión y calidad de las tierras, el propietario de las mismas y la cantidad económica que se abonaba por ellas anualmente. 

El arrendamiento de las tierras del mayorazgo de la vega de Morata

Según las declaraciones individuales del catastro, hasta 48 vecinos de Morata afirman llevar en arrendamiento fincas pertenecientes al marqués de Espinardo, Diego Manuel de Vera Fajardo en 1751, cuando se realizaron los trabajos del catastro. En esta relación aparecen vecinos de todas las clases sociales recogidas en el catastro: labradores del estado llano, como Francisco y Gabriel de Peces o Miguel Sánchez, que completan con las tierras arrendadas al marqués de Espinardo sus haciendas; miembros de la nobleza, como Miguel Salcedo o Phelipe Almazán; viudas como Teresa Velilla o Águeda Blanco, empadronadas en Morata y calificadas de labradoras. En esta relación de arrendatarios no faltan miembros de otras profesiones como el pastor Lorenzo Silvestre, que arrienda una extensa finca de doce fanegas en el Cercado de la Vega; el escribano del Ayuntamiento, Miguel Bello Marín, y hasta el propio administrador de los bienes del mayorazgo, Francisco Sánchez Alonso, o Pedro Fuertes, un vecino de Madrid que administraba y explotaba una extensa hacienda en la villa de Morata.

De acuerdo con las declaraciones catastrales, de las 381 fanegas de vega que estaban integradas en el mayorazgo propiedad de los Espinardo, tal como vimos la pasada semana, 368 estaban arrendadas a esos 48 vecinos de Morata -y algún otro forastero, como se les calificaba en el propio Catastro de Ensenada- que se obligaban a pagar, en metálico, la renta acordada. Estos pagos en metálico suponían prácticamente la totalidad de las rentas ya que, según los datos consultados, únicamente uno de estos arrendatarios, Pedro Fuertes, se comprometía a pagar en especie, concretamente una cuba y once tinajas de vino (sin especificar su capacidad y valoradas en 100 ducados o 1.100 reales) por dos viñas de regadío situadas en el paraje de El Taray

A falta de contabilizar alguno de los arrendamientos, cuyo importe no aparece en la documentación catastral, el marqués de Espinardo recibía anualmente por este sistema de explotación de sus propiedades en Morata un total de 11.514 reales. Insistimos que esta cantidad sería superior si se añadieran las rentas anuales que algunos vecinos no incluyen en su declaración. Esta cantidad total procedía de rentas elevadas, como la que pagaba Gabriel de Peces, que anualmente aportaba 891 reales a las cuentas de los Espinardo, o el propio Pedro Fuertes, 1.570 reales entre las rentas de viñas y tierras de regadío; o aportaciones más modestas como las de Juan Granizo, 100 reales, o Pedro Garcés, 90 reales. Lo más habitual, sin embargo, eran las rentas de entre 200 y 300 reales anuales que pagaban la mayoría de los citados 48 arrendatarios.

Además de esta cantidad total interesa conocer el importe de estas rentas por fanega de tierra, siempre en función de la calidad de las mismas que, como ya se ha apuntado en alguna ocasión, se clasificaban en tierras de buena, mediana e ínfima calidad. Si seguimos las declaraciones de los vecinos, no había una tarifa fija para los distintos tipos de arrendamiento por fanega y año. Así con oscilaciones, la tierras de buena calidad podían pagar anualmente entre 40 y 50 reales por fanega, aunque lo más habitual eran cifras cercanas a los 40 reales. Por las tierras calificadas como de mediana calidad, los precios de la renta anual podía oscilar entre 25 y 40 reales, aunque la mayoría estaban en torno a los 30 reales por fanega. Por último, por las pocas las tierras de riego clasificadas de ínfima calidad que hemos localizado en las declaraciones de los vecinos, se abonaban anualmente 20 reales por fanega. Para poner en contexto lo que significaban estos gastos de renta anual para los labradores y distintos arrendatarios de estas tierras señalemos que, según el propio catastro estas tierras de regadío de buena, mediana e ínfima calidad producían anualmente, como media, 7, 6 y 5 fanegas de trigo, respectivamente. El trigo se pagaba, también como media, a 19 reales la fanega. Los jornaleros del campo recibían por día de trabajo 5 reales.

Este sistema de explotar los bienes adscritos al mayorazgo, en metálico y por el sistema de arrendamiento de los bienes, que utilizaban a mediados del siglo XVIII los marqueses de Espinardo para rentabilizar su patrimonio en la villa de Morata, seguramente difería de otros periodos históricos anteriores cuando, lo más habitual, era el pago en especie. Este pago en especie evitaba que la inflación deteriorara los ingresos netos tal como podía suceder en el caso de que los arrendamientos y que sus condiciones económicas se extendieran en el tiempo. En cualquier caso, el cobro de rentas simplificaba enormemente la gestión de estos bienes patrimoniales por medio de un administrador (sabemos que Francisco Sánchez Alonso, administrador de Morata gestionaba tanto el patrimonio de esta villa como el de Perales de Tajuña. En Chinchón también se evitaba la gestión directa y se acudía al sistema de rentas).

Los marqueses de Espinardo al decidir gestionar su patrimonio en Morata por el método de arrendar las distintas parcelas de la vega a los vecinos de Morata coincidieron con los condes de Altamira, poseedores del señorío de la villa y de una extensa relación de tierras de regadío y, además y a diferencia de los Espinardo, también de secano. En estos años, ambas casas de la nobleza sumaban entre ambas alrededor de la mitad de las tierras de regadío en la vega de Morata (31,62 y 15 por ciento, respectivamente). Que las dos haciendas más extensas de la villa utilizaran el mismo sistema de explotación de sus tierras significaba que muchos agricultores dependían, inevitablemente, de estas familias de la nobleza que, al mismo tiempo, influían así decisivamente en la economía de Morata. Estas dos familias, por otra parte, utilizaron también otro sistema para rentabilizar sus bienes en Morata sin acudir a la gestión y explotación directa de los mismos, los denominados censos reservativos.


Vista aérea de la Vega de Morata, año 1946 (Instituto de Estadística de la Comunidad de Madrid)

La plantación de viñas de riego con la garantía de los censos reservativos

Durante siglos en la vega baja del Tajuña era muy habitual la plantación de viñas en tierras de riego. Esta práctica agrícola, que llegó hasta los años sesenta del siglo pasado, buscaba esencialmente obtener la mayor rentabilidad y productividad de estas tierras de regadío. Cuando se generalizó la plantación de viñas en la vega -de la que existe noticias al menos desde el siglo XVI pero que insistimos llegó hasta el siglo XX- los agricultores buscaban elevar la producción de uvas, muy superior en las parcelas de regadío que en las de secano, aunque ello significara disminuir la calidad de los caldos producidos. 

Con estos condicionantes económicos, se generalizó este sistema de explotación de tierras de regadío, dedicadas al cultivo de viñas y gestionadas mediante la contratación de los denominados censos reservativos. Ya en el siglo XVII, cuando el marqués de Leganés adquirió el señorío de la villa, sus administradores recurrieron a la contratación de estos censos como medio de gestión de una parte del patrimonio inmobiliario que la casa poseía en la vega. Posteriormente, los condes de Altamira y los marqueses de Espinardo utilizaron estos mismos censos reservativos cuando así les convenía para administrar su hacienda. Cuando se acordaba la firma de dichos censos el propietario del bien inmueble cedía el pleno dominio de la finca al censatario a cambio de una pensión o renta anual. Esta pensión anual se calculaba en función de la valoración de la finca sobre la que se firmaba dicho censo.

La documentación catastral registra estos censos reservativos e identifica tanto a los censualistas, o propietarios del bien afectado, como a los censatarios que se comprometían a abonar la renta anual. Además, en la mayoría de los casos, se consignaba en los apuntes las características de la finca que servía de base al censo reservativo: localización, superficie y valoración de la misma. 

Antonio Camargo, Manuel Miguel, Águeda Blanco, Eugenio Arias, Francisco Sánchez Alonso, Francisco Peces, Joseph Sánchez San Agustín, Joseph Roldán, Miguel Sanchez Alonso, Gabriel de Peces, Joseph Páez Jaramillo o Pedro Fuertes son algunos de los vecinos de Morata que contrataron con el marqués de Espinardo estos censos reservativos para plantar viñas de riego en la vega. La mayoría de estas fincas se localizaban en El Taray y Valdelaosa, aunque también aparecen en otros parajes como las Tierras Largas o Valpeñosillo. En la relación de Gabriel de Peces, por ejemplo, se especifica al detalle las características de la finca sobre la que se impuso el censo: 

(…) Más otra viña en este dicho término do dicen El Taray que tiene nueve aranzadas y doscientas treinta y cinco cepas de riego y seis aranzadas y setenta y dos cepas fuera de riego, linde por el levante viña de Don Joseph Guerra, por mediodía el río Tajuña y en la cabezada tiene emparrado y este año he puesto unas matas de membrillo y tendrá como sesenta cepas, linde por el poniente viña de Joseph Páez, por el norte camino de Perales, cuya viña de riego fuera de él esta puesta en tierra propia del marqués de Espinardo sobre que le pago de réditos de censo todos los años doscientos sesenta y cuatro reales de vellón, cuyas aranzadas de riego son de buena calidad y las de fuera de él de mediana. [En el margen] Todo buena calidad. 

Esta declaración sobre el censo acordado por el marqués de Espinardo y Gabriel de Peces tiene el valor añadido de describir perfectamente la parcela cedida y describir algunas prácticas habituales por entonces en la vega: la plantación de emparrados como sistema para delimitar las parcelas y la siembra de membrilleros, una fruta muy extendida por la vega del Tajuña.

En la declaración de Joseph Páez Jaramillo, otro vecino de Morata que firmó un censo reservativo con el marqués de Espinardo, también se incluye el interés anual, el tres por ciento sobre el valor de la finca, que generaban estos censos sobre el valor en que se tasaban las parcelas:

(…) Otra [viña] donde llaman El Taray que me la tiene dada el señor marqués de Espinardo a censo reservativo con la carga del principal de un mil quinientos setenta y cinco reales de vellón con sus réditos correspondientes a tres por ciento en cada un año, y es de dos fanegas y media de sembradura con novecientas y cincuenta cepas, las quinientas y cincuenta de buena calidad en riego y las otras cuatrocientas en secano de mediana, y linda toda ella al O viña de Gabriel de Peces, por el P con Francisco de Peces, al N con camino que va Perales y al M con el río Tajuña. [En el margen] Comprobada la carga por la relación de la parte. Todo bueno.

Este mismo sistema de firmar censos reservativos, a cambio de una pensión anual, utilizado por los marqueses de Espinardo en algunas de sus fincas de regadío en la vega de Morata se puso también en práctica en la vega de Chinchón y en mayor medida, incluso, que en Morata. Según la documentación catastral, hasta 58 vecinos de Chinchón tenían contratados censos reservativos con los marqueses de Espinardo por un importe que, a mediados del siglo XVIII, ascendía a 115.323 reales -valor adjudicado a las fincas afectadas- que producían unas rentas anuales de unos 3.500 reales para los titulares del mayorazgo. Estos censos reservativos iban desde pequeñas cantidades de 200 reales hasta préstamos más elevados como el que firmaron Blas y Manuel Suret que ascendía a 26.720 reales. En el caso de Perales de Tajuña, donde los bienes de los Espinardo eran sensiblemente inferiores a los que poseían en Morata y Chinchón, no nos consta que utilizaran los censos reservativos para administrar su hacienda.

La fórmula de arrendar los bienes de su propiedad en la vega del Tajuña por parte de los marqueses de Espinardo parece que continuó en las siguientes décadas, al menos hasta que ya en el primer tercio del siglo XIX, las políticas liberales de la monarquía española eliminaron la figura del mayorazgo sobre la que hemos tratado estas semanas. Sobre estos últimos años, y los titulares de dicho mayorazgo trataremos en la entrega de la próxima semana.


Fuentes y bibliografía:

  • Escritura de fundación de mayorazgo otorgada por Fernán Rodríguez, camarero del Rey [Alfonso XI] y su mujer, doña Elvira Martínez, camarera de la reina doña María, de Morata, Villaverde y Monasterio, aldeas de Segovia.

  • Indice de colección de Don Luis de Salazar Castro. Volumen 49. Real Academia de la Historia.

  • Las profesiones femeninas de la nobleza y de las oligarquías urbanas en la Castilla bajomedieval. Cusas, dinámicas, privilegios y donaciones. Prieto Sayagüés, Juan Antonio. Revista Espacio, tiempo y forma. Serie III. Historia Medieval. Julio 2021.

  • Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo LXX VIII. Cuaderno I. Editorial Reus. Madrid, enero de 1921.

  • Revista de España. Vigésimo séptimo año. Tomo CXLIX. Noviembre y diciembre. Establecimiento tipográfico de Ricardo Fe. Madrid. 1891.

  • Nobleza de la Andalucía. Argote de Molina. Gonzalo. Imprenta Fernando Díaz. Sevilla, 1588.

  • Asturias Ilustrada, primitivo origen de la nobleza de España, su antigüedad. Clases, diferencias con la descendencia sucesiva de las principales familias del reino. Trelles Villademoros, Joseph Manuel. Tomo III. Madrid, 1760.

  • Documentos de Enrique III. Fondo Mercedes Gaibrois de Ballesteros.

  • Inventario de documentos existentes en el archivo de Diego Alonso de Entenza Fajardo Vera, marqués de Espinardo, realizado por el administrador Nicolás Castañón en el año 1749. Archivo Histórico de la Nobleza, ESPINARDO, C.4,D.1.

  • Relaciones topográficas de los pueblos de España. Vol. III. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1994.

  • La venta de jurisdicciones eclesiásticas en la Corona de Castilla durante el reinado de Felipe II. Faya Días, María Ángeles. Universidad de Oviedo.

  • La Casa del Rey. Cuatro siglos de historia. Torre Briceño, José Antonio de la, y otros. Ayuntamiento de Arganda del Rey, 1997.

  • La política hidráulica de Felipe II en el heredamiento de Aranjuez. De Miguel Rodríguez, Juan Carlos, Segura Graiño, Cristina. Madrid. Revista de arte, geografía e historia. Nº 1. 1998.

  • En el pleito que v.m. tiene visto entre don Beltran de Guevara, con doña Juana Otazo de Guevara, su sobrina, sobre la tenuta, y posesión de los bienes del mayorazgo que vaco por fin y muerte de don Juan Otazo de Guevara, padre de la dicha doña Juana. Biblioteca Nacional . PORCONES/298(5).

  • Un linaje aristocrático en la España de los Habsburgo: los marqueses de los Vélez. Tesis doctoral Universidad de Murcia.Raimundo A. Rodríguez Pérez. Murcia, 2010.

  • Escritura de capitulaciones acordada por Luis Fajardo, comendador del Moral en la Orden de Calatrava, y capitán general de la Real armada del mar Océano, por sí y en virtud del poder de su hijo, Juan Fajardo, almirante general de dicha armada, caballero de Calatrava, después I marqués de Espinardo, hecho en Lisboa, a 2 de julio de 1613, de una parte; y doña Juana de Guevara, viuda de Diego Fajardo, y doña Leonor María Fajardo de Guevara, de la otra, para el matrimonio que pensaba contraer esta última con el dicho Juan. Copia de 18 de julio de 1613. RAH, M.4 fol. 72r-73v.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Catastro de Ensenada. Morata de Tajuña. Tomo H-408. Interrogatorio y registro de haciendas del estado seglar.

  • Archivo Histórico Provincial de Segovia. Catastro de Ensenada. Chinchón- Rollo 97 y 98. Interrogatorio y registro de haciendas del estado seglar.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Catastro de Ensenada. Perales de Tajuña. H-510. Interrogatorio y registro de Haciendas del estado seglar.

jueves, 20 de junio de 2024

Mayorazgos: los marqueses de Espinardo, una familia de la nobleza en la villa de Morata (V)

Hasta la llegada del marqués de Leganés, los antecesores de los marqueses de Espinardo fueron los mayores propietarios de Morata
En Chinchón también acumulaban propiedades en la vega y en Perales eran propietarios del molino del Congosto

A lo largo de estas semanas hemos tratado sobre la historia del mayorazgo que en el siglo XIV fundaron Fernán Rodríguez Pecha y su mujer Elvira Martínez. Los bienes que formaban parte de este mayorazgo desde su fundación estaban localizados en Morata y en las antiguas aldeas de Villaverde, Eza y Monasterio, en lo que hoy es el término de Chinchón. Posteriormente se añadirían propiedades localizadas en Perales de Tajuña. En la entrega de esta semana vamos a tratar sobre los bienes inmuebles -tierras, casas, molinos...- que integraban el patrimonio de este mayorazgo. En el caso de Morata, estas propiedades convirtieron a los titulares del mayorazgo de la Vega del Tajuña en los mayores hacendados de la villa hasta que, ya en el siglo XVII, los martqueses de Leganés adquirieron el señorío.


Desde que a mediados del siglo XIV Fernán Rodríguez Pecha y su mujer Elvira Martínez crearan un mayorazgo con los bienes que poseían en la villa de Morata y en las aldeas de Eza, Villaverde y Monasterio, fue muy frecuente la elaboración de apeos e inventarios que recogían las propiedades que pertenecían a los titulares de dicho mayorazgo. Sin embargo, vicisitudes históricas como el incendio del archivo de la casa o la incautación del mismo durante la guerra civil, no hace sencilla la tarea de documentar qué bienes poseían en la villa de Morata los titulares del mayorazgo en diferentes periodos históricos, de ahí la importancia que tiene la documentación generada por los responsables del Catastro de Ensenada que es la que vamos a utilizar para describir y conocer qué bienes se incluían en el mayorazgo. La ventaja de esta documentación es su accesibilidad y, sobre todo, según los especialistas, la fiabilidad de los datos que aporta dicha documentación.

Cuando se redactaron estos papeles, a mediados del siglo XVIII (1751), la titularidad del mayorazgo en Morata pertenecía a Diego Manuel de Vera Fajardo y Varona, IX marqués de Espinardo, hijo de Juan Alonso de Vera Albuquerque y Fajardo. Este coronel del arma de infantería fue gentilhombre en la corte de Felipe V y, posteriormente, intendente de Burgos y su provincia -cargo que ocupaba cuando se elaboró el catastro- y regidor perpetuo de la ciudad de Mérida. 

Según consta en la documentación catastral, de los intereses del marqués de Espinardo en Morata se encargaba en estos años Francisco Sánchez Alonso, un vecino que contaba con un salario de 2.200 reales por este trabajo de administración de los bienes adscritos al mayorazgo además de los que la casa poseía en las villas vecinas de Perales de Tajuña y Chinchón. En esta labor de administración también participaba, y así constaba en el catastro, un vecino de Madrid, Antonio Guerra, que también percibía por esta labor un salario anual de 2.200 reales.

En 1751 el administrador Francisco Sánchez realiza ante los encargados del Catastro de Ensenada la declaración del patrimonio que posee en Morata el marqués de Espinardo. Se trata, sin duda, de una de las declaraciones más extensas de las que se presentan en la villa: solo la declaración del marqués de Altamira, entre los miembros del estado seglar, poseedor del señorío de Morata, supera en bienes a la familia Fajardo, titular del mayorazgo que fundaran Fernán Rodriguez Pecha y su mujer Elvira Martínez. En el estado eclesiástico, sólo la hacienda que explotaban en Morata los frailes del convento del Rosario de Madrid superaba a su vez el patrimonio del marqués de Espinardo en la villa*.

Si analizamos es su totalidad estos bienes recogidos la documentación del Catastro de Ensenada de la villa de Morata hay que resaltar que la mayoría de este patrimonio se encuentra en la vega de Morata, es decir, en tierras de regadío. Son en total 381 fanegas en tierras de riego las que pertenecen al marqués de Espinardo en esos años de mediados del siglo XVIII. No por casualidad, el mayorazgo se denomina, en la documentación de la época, como de la vega de Morata. De hecho y para constatar esta realidad, las propiedades de secano de la familia apenas llegan a las 39 fanegas y con la particularidad de que la mayoría de ellas se sitúan en el entorno del paraje de La Estacada [sic, así aparece en la documentación catastral] y de Valdelaosa, precisamente allí donde se localizaban también la mayoría de las tierras de regadío. Según la declaración del administrador de los Espinardo, la familia era propietaria en total de 186 fincas.


Legajo del Catastro de Ensenada de la Villa de Morata (Archivo Histórico Provincial de Toledo).

Resulta interesante destacar que la mayoría de las fincas se catalogaban de regadío. De las 381 fanegas de regadío que pertenecían al marqués de Espinardo, 79 parcelas se encuadraban en la categoría que el propio catastro definía como de buena calidad que sumaban 210 fanegas. Las de mediana calidad suman 150 fanegas en 71 parcelas y las de inferior calidad, 21 fanegas en 9 parcelas. Para tener una idea de la importancia de este patrimonio hay que recordar que la vega de Morata contaba con 2.500 fanegas de regadío, según el catastro, por lo los Espinardo acumulaban alrededor de el 15 por ciento del total de fincas de regadío de la vega de Morata.

A las tierras de riego en la vega y a las de secano había que añadir las viñas propiedad de los Espinardo. En los años que se elaboró el Catastro de Ensenada, mediados del siglo XVIII, y anteriormente, al menos desde mediados del siglo XVI, era muy frecuente cultivar viñas de regadío en la vega de Morata. De hecho está práctica se extendió hasta los años sesenta del siglo pasado. En la hacienda del marqués de Espinardo en Morata también aparecían estas viñas de regadío, 5 parcelas, localizadas principalmente en el paraje de El Taray. En total, Diego Manuel de Vera Fajardo y Varona poseía 28 fanegas de viñas de riego -27 fanegas de buena calidad y 1 fanega de mediana calidad- y un total de 8.200 cepas. En cultivo de secano, la viñas propiedad del marques de Espinardo apenas llegaban a las 1.000 cepas plantadas en 2 fanegas y media.

Como es habitual en la vega de Morata, las 381 fanegas catastradas e incluidas en el mayorazgo correspondían a parcelas de pequeña extensión, la mayoría entre una y dos fanegas. Resulta inhabitual encontrar parcelas de mayor extensión, lo que no significa que no se contabilizaran parcelas de mayor superficie, como la localizada en el paraje de El Cercado de 20 fanegas. Por otra parte, hay que hacer notar que, aunque estas parcelas de riego se sitúan prácticamente en todos los parajes de la vega, hay dos de estos parajes en los que hay mayor presencia de propiedades de los Espinardo: Valdelaosa, con 28 fanegas y media y, sobre todo, La Estacada, donde se alcanzan las 68 fanegas y media. A estas propiedades en la vega se sumaba una poza de empozar cáñamo.

A estas propiedades en la vega de Morata, y en menor medida en las propiedades en tierras de secano, había que añadir la casa palacio de los Espinardo. Recordemos que la residencia de los propietarios del mayorazgo de la vega de Morata ya aparece en la documentación histórica como una de las edificaciones más destacadas de la villa. Así aparece reseñada en las Relaciones Topográficas de Felipe II. Algo menos de 200 años después cuando se elabora el catastro en 1751, el palacio de los Espinardo se sitúa según el callejero de la época en la plazuela de Espinardo. La descripción del edificio en la documentación catastral resulta bastante más modesta y se limita a recoger las medidas de la parcela y su valoración. A estas alturas, el palacio de los Altamira es la edificación más destacada de Morata. Así describe el catastro la casa de los Espinardo:

Una casa palacio en la plazuela que dicen de Espinardo, tiene de frontera al poniente 46 varas y de fondo 47, linda al M con la calle que va a la iglesia desde dicha plazuela y al N calle que llaman de la Fragua Vieja, consiste su habitación en bajo y principal con lagar, sótano con una cueva y una tinaja, su cabida 600 arrobas, y está regulado su alquiler en cada un año en 515 reales

A esta edificación se sumaban otras edificaciones propiedad de los Espinardo situadas en la plazuela del mismo nombre:

Otra en dicha plazuela, linde al M casa de Manuel Miguel y al N calle que viene a esta plazuela, tiene de frontis 11 varas y de fondo 13, su habitación consiste en bajo con diferentes oficinas, su alquiler a el año ochenta y ocho reales.

Un solar en dicha plazuela, tiene de frontera 56 varas y de fondo 17, linda M callejuela que va la calle de Los Búcares y al N calle del Toril, está arruinado y no se le regula alquiler.

Otro en dicha plazuela con sus tapias, tiene de frente 36 varas y media y 8 y media de fondo, linde a O y N casa del conde de Altamira, al que no se le regula alquiler alguno por lo arruinado.

Cuando se elaboró el catastro, el administrador de los bienes de los Espinardo, Francisco Sánchez, hizo notar una circunstancia que afectaba a una de las propiedades más emblemáticas de todo el término municipal de Morata: la dehesa carnicera. En la documentación, el administración indica lo siguiente respecto a esta finca:

Así mismo declaro le pertenece una dehesa en término de esta Villa a dicho señor marqués, un territorio que llama la Dehesa […] cuyo paraje llaman ¿Cañizares? Por habérsela donado el rey don Alphonso el onceno, confiscada que fue a Gómez Tello y la está disfrutando esta Villa sin saber con qué título, tiene setecientas fanegas de tierra de inferior calidad y linda al O la Raya de Perales, al N el Llano que llaman de Arriba, por los rastros al P olivar de Don Jacinto Camargo y al M el camino que va a Perales. [En el margen] No se regula por los peritos porque lo está en la relación de la Villa que es quien disfruta esta Dehesa.

Resulta evidente que el marqués de Espinardo consideraba que la dehesa, perteneciente en esos años al Concejo de Morata como se constata en el catastro, formaba parte de su mayorazgo. Esta apelación a su derecho a la propiedad no tuvo efectos legales ya que la dehesa permaneció en el patrimonio municipal hasta que fue desamortizada, subastada y adquirida por un particular a mediados del siglo XIX.

Los bienes del mayorazgo en Eza, Villaverde y Monasterio (Chinchón) y Perales de Tajuña 

Los legajos de Catastro de Ensenada que se redactaron en Chinchón recogen en un lugar destacado las posesiones en su término municipal adscritas al mayorazgo que fundaran Fernán Rodriguez Pecha y su mujer Elvira Martínez. Tal como aparece reflejado en la propia escritura de fundación del mayorazgo estos bienes estaban localizados, exclusivamente, en el entorno del río Tajuña y, prácticamente todas las propiedades registradas en el catastro, se califican como de regadío con la excepción de dos parcelas de secano pero muy próximas a la vega.

Como ya recogimos en entregas anteriores del blog, los bienes adscritos al mayorazgo de la vega de Morata en el término de Chinchón se localizaban en el entorno de las antiguas aldeas, despobladas desde el siglo XVI, de Eza, Villaverde y Monasterio. Estas aldeas, muy próximas al curso del río y a las lagunas que flanqueaban sus riberas, habían sido tradicionalmente propiedad de familias procedentes de la ciudad de Segovia, caso de los Arias Dávila, propietarios del castillo de Casasola y de un importante patrimonio en las proximidades de la fortaleza y en la misma vega del Tajuña. Recordemos que los fundadores del mayorazgo de la vega de Morata, como los Arias Dávila también procedían de la ciudad de Segovia.

Según la documentación catastral, el mayorazgo sumaba 154 obradas y media** localizadas principalmente en los parajes de Villaverde, Eza y Monasterio, aunque tampoco faltaban las parcelas situadas en las proximidades del límite de Chinchón con el término de Morata. Según esta documentación, las propiedades en Chinchón se distribuían exactamente en 259 fincas que, como sucedía en el caso de las de Morata, no destacaban por su extensión, siendo lo más habitual que no sobrepasaran las obrada y media y que la mayoría no superara una obrada de extensión. 

El patrimonio de los marqueses de Espinardo en la villa de Perales de Tajuña era bastante más reducido que el que poseían los propietarios del mayorazgo en Morata y en Chinchón. Sin embargo, al igual que sucedía con los bienes de estas villas de Morata y Chinchón, los Espinardo también concentraban la mayor parte de sus propiedades en Perales en tierras de regadío localizadas la mayoría de ellas en el paraje de Valdelaosa y en las proximidades de El Congosto. En total, el mayorazgo contaba en Perales de Tajuña con 11 parcelas que sumaban 60 fanegas de tierra de vega (5 parcelas y 20 fanegas tierra de buena calidad, 4 parcelas y 29 fanegas de tierra mediana calidad y 2 parcelas y 11 fanegas de tierra de ínfima calidad). Además había que añadir una poza para empozar cáñamo en Valdelaosa. En el secano de Perales, los Espinardo no poseían ni viñas ni olivares y sus bienes se limitaban a 10 fanegas en tierras de pan llevar distribuidas en 3 parcelas.

Para completar su hacienda en Perales los marqueses de Espinardo contaban con una propiedad que destacaba entre todos sus bienes: el molino de El Congosto. Como vimos en entregas anteriores, en el siglo XVI Juan Otazo de Guevara, poseedor por esos años del mayorazgo, y su mujer, Jerónima de Velasco, aparecían ya como propietarios de una parte de este molino. Ahora, casi doscientos años después, los marqueses de Espinardo aparecen como únicos propietarios de este molino que se describe así en la documentación catastral:

Un molino harinero en el Congosto distante media legua con tres piedras, muele con agua corriente, con todos sus pertrechos y le tienen arrendado en noventa y cuatro fanegas anualmente que regulada por las Respuestas Generales a veinte reales cada una importan mil ochocientos y ochenta reales de vellón. 

Ademas de este patrimonio en bienes inmuebles localizados en Morata, Chinchón y Perales de Tajuña, los Espinardo eran titulares de varios censos contratados con vecinos de estas villas. Sobre estos censos y también sobre el sistema de explotación que utilizaban los propietarios del mayorazgo trataremos en la próxima entrega del blog.


*Según la documentación del Catastro de Ensenada referida de Morata el mayor propietario de la villa perteneciente al estado seglar era, con mucha diferencia, el conde de Altamira. Según la declaración del administrador de la casa de Altamira en Morata, Diego de Almazán, en 1751 Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba, X conde de Altamira, poseía en Morata 792 fanegas de riego en la vega del Tajuña a las que había que añadir 79 fanegas de olivar, 24 viñas explotadas a censo por vecinos de Morata, 72 fanegas de tierras de secano y 214 fanegas de El Bosque. A estas propiedades había que añadir la casa Palacio, el molino harinero, un molino de aceite y el batán de paños. Como se ve, bienes muy por encima del patrimonio del marqués de Espinardo, la segunda hacienda en importancia de la villa.

En el estado eclesiástico otra hacienda, la perteneciente a la casa de labor de los frailes dominicos del convento del Rosario también era más extensa que la del marqués de Espinardo. Aunque las tierras de regadío de los religiosos del Rosario en la vega de Morata con sus 99 fanegas estaban muy por debajo de las 381 del marqués de Espinardo, los dominicos sumaban a estas tierras de riego un extenso patrimonio en el secano morateño. 100 fanegas de viñas de distintas calidades en El Llano de Morata sumaban 35.433 cepas y 1.502 olivas repartidas por dichas parcelas. En olivares los dominicos sumaban 88 fanegas con 1.434 olivos. Además, en tierras de pan llevar los religiosos añadían 58 fanegas al patrimonio de su convento. En total: 99 fanegas de regadío y 246 de secano entre viñas, olivares y tierras de pan llevar. A este patrimonio se sumaba la casa de labor, varios lagares y un molino aceitero.


**En la documentación catastral que recoge los bienes del mayorazgo de la vega de Morata en la propia villa de Morata, en Chinchón y en Perales de Tajuña aparecen las distintas medidas de superficie utilizadas en cada uno de los municipios. En el caso de Morata y Perales de Tajuña el catastro recoge cómo en ambas villas la unidad de superficie era la fanega, de doscientos estadales en el caso de fanegas de riego y de cuatrocientos estadales en el caso de las fanegas de olivares, viñas y tierras de secano. En el caso de Chinchón, en el Catastro de Ensenada aparece una unidad de superficie distinta, la obrada de seiscientos estadales. La antigua pertenencia de la villa de Chinchón a la Comunidad de Segovia, donde era habitual la utilización de la obrada, explica esta diferencia que también se producía en otros pueblos como San Martín de la Vega, Villaconejos o Valdelaguna, todos ellos, como Chinchón, pertenecientes en distintos periodos históricos a la Comunidad de la ciudad segoviana.


Fuentes y bibliografía:

  • Escritura de fundación de mayorazgo otorgada por Fernán Rodríguez, camarero del Rey [Alfonso XI] y su mujer, doña Elvira Martínez, camarera de la reina doña María, de Morata, Villaverde y Monasterio, aldeas de Segovia.

  • Indice de colección de Don Luis de Salazar Castro. Volumen 49. Real Academia de la Historia.

  • Las profesiones femeninas de la nobleza y de las oligarquías urbanas en la Castilla bajomedieval. Cusas, dinámicas, privilegios y donaciones. Prieto Sayagüés, Juan Antonio. Revista Espacio, tiempo y forma. Serie III. Historia Medieval. Julio 2021.

  • Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo LXX VIII. Cuaderno I. Editorial Reus. Madrid, enero de 1921.

  • Revista de España. Vigésimo séptimo año. Tomo CXLIX. Noviembre y diciembre. Establecimiento tipográfico de Ricardo Fe. Madrid. 1891.

  • Nobleza de la Andalucía. Argote de Molina. Gonzalo. Imprenta Fernando Díaz. Sevilla, 1588.

  • Asturias Ilustrada, primitivo origen de la nobleza de España, su antigüedad. Clases, diferencias con la descendencia sucesiva de las principales familias del reino. Trelles Villademoros, Joseph Manuel. Tomo III. Madrid, 1760.

  • Documentos de Enrique III. Fondo Mercedes Gaibrois de Ballesteros.

  • Inventario de documentos existentes en el archivo de Diego Alonso de Entenza Fajardo Vera, marqués de Espinardo, realizado por el administrador Nicolás Castañón en el año 1749. Archivo Histórico de la Nobleza, ESPINARDO, C.4,D.1.

  • Relaciones topográficas de los pueblos de España. Vol. III. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1994.

  • La venta de jurisdicciones eclesiásticas en la Corona de Castilla durante el reinado de Felipe II. Faya Días, María Ángeles. Universidad de Oviedo.

  • La Casa del Rey. Cuatro siglos de historia. Torre Briceño, José Antonio de la, y otros. Ayuntamiento de Arganda del Rey, 1997.

  • La política hidráulica de Felipe II en el heredamiento de Aranjuez. De Miguel Rodríguez, Juan Carlos, Segura Graiño, Cristina. Madrid. Revista de arte, geografía e historia. Nº 1. 1998.

  • En el pleito que v.m. tiene visto entre don Beltran de Guevara, con doña Juana Otazo de Guevara, su sobrina, sobre la tenuta, y posesión de los bienes del mayorazgo que vaco por fin y muerte de don Juan Otazo de Guevara, padre de la dicha doña Juana. Biblioteca Nacional . PORCONES/298(5).

  • Un linaje aristocrático en la España de los Habsburgo: los marqueses de los Vélez. Tesis doctoral Universidad de Murcia.Raimundo A. Rodríguez Pérez. Murcia, 2010.

  • Escritura de capitulaciones acordada por Luis Fajardo, comendador del Moral en la Orden de Calatrava, y capitán general de la Real armada del mar Océano, por sí y en virtud del poder de su hijo, Juan Fajardo, almirante general de dicha armada, caballero de Calatrava, después I marqués de Espinardo, hecho en Lisboa, a 2 de julio de 1613, de una parte; y doña Juana de Guevara, viuda de Diego Fajardo, y doña Leonor María Fajardo de Guevara, de la otra, para el matrimonio que pensaba contraer esta última con el dicho Juan. Copia de 18 de julio de 1613. RAH, M.4 fol. 72r-73v.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Catastro de Ensenada. Morata de Tajuña. Tomo H-408. Interrogatorio y registro de haciendas del estado seglar.

  • Archivo Histórico Provincial de Segovia. Catastro de Ensenada. Chinchón- Rollo 97 y 98. Interrogatorio y registro de haciendas del estado seglar.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Catastro de Ensenada. Perales de Tajuña. H-510. Interrogatorio y registro de Haciendas del estado seglar.

jueves, 13 de junio de 2024

Mayorazgos: los marqueses de Espinardo, una familia de la nobleza en la villa de Morata (IV)

Leonor María Fajardo, poseedora del mayorazgo a comienzos del siglo XVII, se casó con su primo Juan Fajardo.

El rey Felipe IV concedió el marquesado de Espinardo, asociado desde entonces al mayorazgo morateño, a Juan Fajardo de Tenza

Juana de Guevara se había visto obligada, a finales del siglo XVI, a pleitear con su tío Beltrán para defender su derecho a heredar el mayorazgo de Morata. Con el veredicto de la justicia a su favor, en 1613, Juana de Guevara, propietaria del mayorazgo de la vega de Morata y residente en el palacio morateño de la familia firmaba las capitulaciones matrimoniales que iban a regir el matrimonio de su hija, Leonor María Fajardo, con Juan Fajardo de Tenza, su primo hermano e hijo de su tío carnal Luis Fajardo. El matrimonio se celebró en 1615 en Morata. Años después, en 1627, Juan Fajardo obtenía de Felipe IV el marquesado de Espinardo, el titulo nobiliario que permanecería ligado a al mayorazgo familiar de Morata hasta que en el siglo XIX se abolieron los mayorazgos. 




Cuando se firmaron las capitulaciones matrimoniales* del compromiso entre Juan Fajardo de Tenza y Leonor María Fajardo de Guevara, el 6 y el 18 de julio de 1613, ambos contrayentes se encontraban separados por más de seiscientos kilómetros: el novio en Lisboa, acompañado de su padre Luis y cumpliendo con sus obligaciones militares; la novia en su palacio morateño en compañía de Juana de Guevara, su madre y tutora. Juana era viuda de Diego Fajardo de Tenza, fallecido en 1599 y hermano del padre del novio. Como había sucedido en tantas ocasiones en la familia Guevara, Leonor estaba destinada a heredar el mayorazgo de Morata a pesar de no ser la primogénita, de hecho, era la tercera hija del matrimonio de Diego Fajardo y Juana de Guevara. Su hermano y primogénito y su hermana, primera hija del matrimonio, habían fallecido convirtiéndola en la única heredera tanto por linea paterna como por línea materna. 

Firmadas las capitulaciones el matrimonio no se celebró inmediatamente. El compromiso del novio con la armada real obligó a posponer el enlace matrimonial hasta varios meses después, concretamente el 24 de mayo de 1615: Juan Fajardo y Leonor María Fajardo se casaron en la villa de Morata en una ceremonia oficiada por Diego López Caro, párroco en la iglesia de Santa María. Para entonces, tanto el padre del novio, Luis Fajardo, como la madre de la novia, Juana de Guevara**, firmantes de las capitulaciones, habían fallecido. Las velaciones del matrimonio, como era costumbre, se celebraron semanas después, el 22 de junio en la iglesia del convento de religiosas de San Juan de Toledo. 

Juan Fajardo había nacido en una fecha indeterminada en la ciudad de Murcia. Caballero de la orden de Calatrava era el segundo hijo -el primero Alonso Fajardo*** también se dedicó a la milicia- de Luis Fajardo Ruiz de Avendaño, capitán general de la Armada e hijo bastardo del marqués de los Vélez, Luis Fajardo de la Cueva. Ejerció como almirante de la flota general del Atlántico desde 1616, poco después de casarse con Leonor María de Guevara. En 1622 ascendió a capitán general de la Armada, el mismo cargo que había ejercido su padre, pero un enfrentamiento con el almirante Oquendo le obligó a retirarse a sus propiedades en Espinardo. Rehabilitado en su carrera militar, Juan Fajardo ejerció como gobernador de Gibraltar y participó en varias batallas contra las armadas francesa, holandesa y brasileña. Al final de su carrera fue nombrado capitán general de Galicia. 

Esta exitosa trayectoria en la Armada española le impidieron compartir las posesiones de su mujer en Morata. No obstante, algunos documentos sitúan al matrimonio como residentes en la villa en algún periodo de su vida. En 1622, por ejemplo, Juan Fajardo de Guevara [en esta fecha ya utilizaba el apellido Guevara como había exigido su suegra en las capitulaciones matrimoniales] y Leonor María Fajardo de Guevara otorgan un codicilo, como señores de las villas de Ceutí y Monteagudo, ante el escribano de número de la villa de Morata Gregorio de Orbezu. En este codicilo declaran tener hecho testamento en la ciudad de Gibraltar, ante Gaspar de Morales escribano en 31 de marzo de 1619. en este codicilo ratifican que Alonso Fajardo de Tenza es su hermano y patrón de la capilla de San Agustín de Murcia y que don Luis Fajardo, su padre, no había cumplido con lo que la ofreció a Leonor María, su mujer, a causa de haber fallecido. Ambos instituyeron como heredero a su cónyuge y ambos a Don Alonso Fajardo y Doña Mencía Fajardo sus hermanos y cuñados con algunos aditamentos y condiciones.

Juan Fajardo de Tenza, pintura de Juan Bautista Maimó (Museo Del Prado)

Los servicios a la Corona tuvieron su recompensa en 1627. Ese año, el 17 de agosto, el rey Felipe IV firma un real despacho por el que concede el marquesado de Espinardo a Juan Fajardo de Tenza. Curiosamente esta merced real a la familia Fajardo-Guevara se aprobó sólo dos semanas después de que el mismo monarca concediera a Diego Messía Felípez de Guzmán el marquesado de Leganés. Solo en unos años, ambas familias compartirían intereses en la villa de Morata como miembros de la nobleza. 

Cuando Juan Fajardo de Tenza falleció en 1631 en la ciudad de La Coruña, donde ejercía el cargo de capitán general, tanto el marquesado como el mayorazgo de la villa de Morata recayeron en su único hijo y heredero: Diego Ambrosio Fajardo de Guevara y Córdoba. Tras dos generaciones en que el mayorazgo de Morata habían pertenecido a una mujer, su abuela Juana y posteriormente sum madre Leonor, la titularidad recaía en un miembro varón de la familia. Diego Ambrosio fue titular del mayorazgo hasta 1639. Como poseedor de este vínculo fundado en el ya lejano siglo XIV, hacía ya más de 300 años, Diego Ambrosio Fajardo debía administrar un amplio patrimonio que se extendía por Morata, Perales de Tajuña y Chinchón. Incluía tierras de labor, principalmente de regadío -de ahí que el mayorazgo fuera ya conocido como de la vega de Morata- y también molinos y por, supuesto, el palacio familiar de la plazuela de Espinardo en Morata. Sobre este patrimonio, trataremos en la próxima entrega del blog.




*Las capitulaciones matrimoniales se firmaron en Lisboa, donde el novio ejercía como almirante general de la Real Armada, y en Morata el 2 y el 18 de julio de 1613. Los lazos familiares que compartían los contrayentes, primos hermanos, obligaron a obtener la dispensa papal para validar el matrimonio. Las capitulaciones recogían como era habitual en este tipo de documentos las obligaciones a las que se comprometían ambos contrayentes. 

Así, Leonor se comprometía aportar al matrimonio los bienes heredados de su padre y de su madre -entre ellos el mayorazgo de Morata- como única superviviente de los tres hijos que tuvieron sus padres, así como los que le correspondían como herencia de sus tías Mencía y Francisca Fajardo. El novio, por su parte, otorgaba como arras a su mujer la cantidad de 6.000 ducados.

Tanto el padre del novio como la madre de la novia también se comprometían con los gastos del futuro matrimonio con sus bienes personales. Luis Fajardo, padre del novio, se obligaba a ponelles casa y a ambos los vestiré y daré joyas a la dicha doña Leonor Fajardo por una vez. El compromiso incluía a los criados y también la cantidad de 1000 ducados anuales en el supuesto de que el matrimonio decidiera residir en casa propia. 

La escritura de capitulaciones recogía así el compromiso económico de Luis Fajardo con su hijo, con su nuera y con la madre de esta, Juana de Guevara:

(…) desde el día que se desposare y velaren, en adelante todo el tiempo que la dicha señora doña Juana de Guevara y don Juan Fajardo y doña Leonor María estuvieren y residieren en esta villa de Morata hasta que de allí se partan para Portugal o a otra parte donde yo tuviere mi casa les haré la costa y comida de todos tres y sus criados y criadas y el tiempo que así los sustentare en la dicha villa de Morata o en cualquier otra parte hasta que hagan el viaje no les he de dar otra ninguna cosa y esto se entiende estando juntos la dicha señora Doña Juana y la dicha su hija.

Por esta cláusula de las capitulaciones sabemos que, en efecto, los Fajardo Guevara, por tiempo indeterminado, residieron en su palacio morateño.

La madre de la novia, Juana de Guevara, también adquirió el compromiso de pagar las deudas y censos que afectaban a sus mayorazgos. Además, Juana de Guevara en un intento de proteger el apellido familiar ponía como condición la prevalencia del apellido Guevara:

(…) y que la misma obligación [apellidarse Guevara en primer lugar] aya [sic] de tener el hijo que sucediere en esta casa y es declaración y capitulación que en caso de que la dicha Doña Leonor María herede alguna casa o mayorazgo que sea mayor que el suyo, en este caso se guardarán las clausulas y gravámenes del mayorazgo de Guevara, que es que hayan de pasar al hijo segundo que tuvieren de su matrimonio. Esta clausula quedaría sin efecto pues el matrimonio únicamente tuvo un descendiente, Diego Ambrosio Fajardo de Guevara. La escritura de las capitulaciones, que habían firmado el novio y su padre en Lisboa el 2 de julio de 1613, se ratificó y firmó por parte de Juana de Guevara el 18 del mimo mes en la villa de Morata, ejerciendo como testigos el licenciado Gaspar de Melo y Pedro Ruiz Bravo, clérigos, y Lucas Vázquez, vecinos de la Morata y Gregorio de Orbizu escribano del númnero y del ayuntamiento.


**Juana de Guevara y Otazo otorgó testamento cerrado que en la villa de Morata en 30 de abril de 1615 ante Gregorio de Orbizu escribano de dicha villa de Morata. Se abrió y publicó en 1 de mayo del mismo año ante dicho escribano. Fue enterrada en la capilla de San Lucas de los marqueses de Vélez de la iglesia mayor de Murcia. Sus albaceas, su hija Leonor y Juan Fajardo fundaron una capellanía de misas perpetua en la parte y lugar donde estuvieren trasladados sus huesos y nombro su patrona de ella Leonor María Fajardo, su hija y quien sucediese en sus mayorazgos. 


***Alonso Fajardo de Tenza, hermano del I marqués de Espinardo y caballero de Alcántara, desarrolló una brillante carrera militar en la que alcanzó el grado de general después de participar en el sitio de Ostende. Posteriormente ocupó el cargo de capitán mayor de Murcia. Su desempeño más destacado en la milicia fue su nombramiento, en 1616, como capitán general y gobernador de las islas Filipinas. En el desempeño de su cargo, Alonso Fajardo se enfrentó con éxito a los piratas holandeses y musulmanes que amenazaban la próspera economía de la isla. En paralelo vivió un continuo enfrentamiento con la Audiencia, la instancia administrativa que representaba el poder civil de la corona española en las Filipinas, que le acusó de nepotismo y corrupción en el ejercicio de su cargo. Más allá de estas consideraciones y controversias sobre su trayectoria, la figura de Alonso Fajardo alcanzó enorme repercusión en su época por ser protagonista de un escándalo en el que aparece como aspecto relevante y determinante el concepto del honor entre los miembros de la nobleza. Alonso Fajardo, informado de que su mujer mantenía relaciones con el mercader Juan de Mesa Suero, contador de la Real Hacienda y exjesuita, preparó el escenario para sorprender a los amantes y vengarse de ellos. En primer lugar hirió y mató al piloto Andrés Rodríguez, que acompañaba a su mujer y a Mesa en el momento en que les sorprendió. Posteriormente se batió con el amante de su mujer, a quien también hirió de muerte. Por último, hirió a su mujer, pidió la asistencia de un sacerdote que la confesara y, acabado el sacramento, remató a Catalina de Zambrano. Tan trágico suceso no impidió que, a su muerte, Alonso solicitara en su testamento ser enterrado junto a su mujer. Años después, su hermano Juan y su cuñada Leonor, poseedores del mayorazgo de Morata, solicitaron a la Corona que le fueran restituidos los bienes embargados de Alonso Fajardo de Tenza. Algunos autores aseguran que el argumento de El médico de su honra, obra de Calderón de la Barca, se basa en este trágico episodio. 



Fuentes y bibliografía:

  • Escritura de fundación de mayorazgo otorgada por Fernán Rodríguez, camarero del Rey [Alfonso XI] y su mujer, doña Elvira Martínez, camarera de la reina doña María, de Morata, Villaverde y Monasterio, aldeas de Segovia.

  • Indice de colección de Don Luis de Salazar Castro. Volumen 49. Real Academia de la Historia.

  • Las profesiones femeninas de la nobleza y de las oligarquías urbanas en la Castilla bajomedieval. Cusas, dinámicas, privilegios y donaciones. Prieto Sayagüés, Juan Antonio. Revista Espacio, tiempo y forma. Serie III. Historia Medieval. Julio 2021.

  • Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo LXX VIII. Cuaderno I. Editorial Reus. Madrid, enero de 1921.

  • Revista de España. Vigésimo séptimo año. Tomo CXLIX. Noviembre y diciembre. Establecimiento tipográfico de Ricardo Fe. Madrid. 1891.

  • Nobleza de la Andalucía. Argote de Molina. Gonzalo. Imprenta Fernando Díaz. Sevilla, 1588.

  • Asturias Ilustrada, primitivo origen de la nobleza de España, su antigüedad. Clases, diferencias con la descendencia sucesiva de las principales familias del reino. Trelles Villademoros, Joseph Manuel. Tomo III. Madrid, 1760.

  • Documentos de Enrique III. Fondo Mercedes Gaibrois de Ballesteros.

  • Inventario de documentos existentes en el archivo de Diego Alonso de Entenza Fajardo Vera, marqués de Espinardo, realizado por el administrador Nicolás Castañón en el año 1749. Archivo Histórico de la Nobleza, ESPINARDO, C.4,D.1.

  • Relaciones topográficas de los pueblos de España. Vol. III. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1994.

  • La venta de jurisdicciones eclesiásticas en la Corona de Castilla durante el reinado de Felipe II. Faya Días, María Ángeles. Universidad de Oviedo.

  • La Casa del Rey. Cuatro siglos de historia. Torre Briceño, José Antonio de la, y otros. Ayuntamiento de Arganda del Rey, 1997.

  • La política hidráulica de Felipe II en el heredamiento de Aranjuez. De Miguel Rodríguez, Juan Carlos, Segura Graiño, Cristina. Madrid. Revista de arte, geografía e historia. Nº 1. 1998.

  • En el pleito que v.m. tiene visto entre don Beltran de Guevara, con doña Juana Otazo de Guevara, su sobrina, sobre la tenuta, y posesión de los bienes del mayorazgo que vaco por fin y muerte de don Juan Otazo de Guevara, padre de la dicha doña Juana. Biblioteca Nacional . PORCONES/298(5).

  • Un linaje aristocrático en la España de los Habsburgo: los marqueses de los Vélez. Tesis doctoral Universidad de Murcia.Raimundo A. Rodríguez Pérez. Murcia, 2010.

  • Escritura de capitulaciones acordada por Luis Fajardo, comendador del Moral en la Orden de Calatrava, y capitán general de la Real armada del mar Océano, por sí y en virtud del poder de su hijo, Juan Fajardo, almirante general de dicha armada, caballero de Calatrava, después I marqués de Espinardo, hecho en Lisboa, a 2 de julio de 1613, de una parte; y doña Juana de Guevara, viuda de Diego Fajardo, y doña Leonor María Fajardo de Guevara, de la otra, para el matrimonio que pensaba contraer esta última con el dicho Juan. Copia de 18 de julio de 1613. RAH, M.4 fol. 72r-73v.

jueves, 6 de junio de 2024

Mayorazgos: los marqueses de Espinardo, una familia de la nobleza en la villa de Morata (III)

Juan Otazo de Guevara se opuso a que Morata se convirtiera en villa real
Dirigió el inicio de las obras de la Real Acequia del Jarama

Desde que en el siglo XIV Fernán Rodríguez Pecha y su mujer Elvira Rodríguez instituyeran el mayorazgo de Morata con los bienes que poseían en la villa, alguno de sus poseedores destacaron por su trayectoria vital. Fue el caso del primer heredero, Pedro Fernández Pecha, impulsor y creador de la orden jerónima en Castilla. Ya en el siglo XVI, Juan Otazo de Guevara, heredero del mayorazgo por vía materna, participó activamente en cuestiones decisivas de la villa de Morata y también en proyectos muy importantes para el desarrollo de la comarca como las primeras obras de la Real Acequia del Jarama.
En 1574 tenemos una primera referencia documental en la que se aparece el nombre de Juan Otazo de Guevara ligado a la villa de Morata. Por entonces, el poseedor del mayorazgo, hijo primogénito de Juana de Guevara y Hernando de Otazo y Verastegui, regidor de la ciudad de Murcia, caballero de la orden de Calatrava y miembro de la cámara del rey Felipe II, parece que residía en el palacio familiar de Morata y ya participaba activamente en la vida del Concejo morateño. Por esos años del último tercio del siglo XVI, Morata vivía momentos tan decisivos para su historia y para los años futuros de la villa, como la desmembración del arzobispado de Toledo y la compra de su condición de villa real. 
Sabemos por las Relaciones topográficas del rey Felipe II que en ese año de 1574 la casa palacio de los Guevara era una de las edificaciones destacadas de la villa. En uno de los capítulos de las Relaciones se afirma qsobre la citada casa, entonces propiedad de Juan Otazo de Guevara:
(…). la cual es muy antigua con un mayorazgo unido con ella de más de doscientos años a esta parte, el cual fundó un caballero que se llamaba Hernán [sic] Rodríguez Pecha, que fue padre de Pedro Fernández Pecha, el cual fundó la orden de San Jerónimo viviendo en San Bartolomé de Lupiana que dicen el real. 
Cuando se redactaron las Relaciones de Felipe II en Morata se censaban unos 550 vecinos (familias) y 450 casas. Juan Otazo de Guevara era, sin duda, un vecino influyente en la Corte-ejerció como gentilhombre de boca de Felipe II- y en la villa de Morata aunque no formaba parte del Concejo que en esos años se plantaba desmembrarse del arzobispado de Toledo para adquirir la condición de villa real previo pago de 24.000 ducados a la hacienda real. Ante esta posibilidad, que obligó al Concejo de Morata a hipotecarse por la cantidad fijada para obtener la independencia del arzobispado toledano, el poseedor del mayorazgo fundado por sus antepasados no dudo en oponerse a la mayoría de los vecinos y del Concejo. 
En algún momento del proceso de venta y desmembración del arzobispado, Juan Otazo de Guevara llegó a plantearse que fuera su familia quien adquiriera el señorío de Morata -unas décadas después uno de sus sucesores Juan Fajardo compraría el señorío de la villa de Espinardo al rey Felipe IV- pero el precio tan elevado exigido por la hacienda real impidió que se materializara esta intención. No por ello, sin embargo, Juan de Otazo dejó de manifestar su oposición y la de su familia a la intención del Concejo de Morata, con el argumento de que, de producirse la compra del villazgo, como así sucedió finalmente, los vecinos de Morata se aprovecharían de su hacienda. Este argumento, que también se planteó en el caso de otras villas y lugares puestos en venta -en el lugar de Mármol del obispado de Jaén se produjo una situación similar-, no dejaba de ser la respuesta de uno de los mayores propietarios de la villa, como era Juan de Otazo, a un cambio jurisdiccional que, entre otros cambios sustantivos, significaba no sola la independencia de la mitra toledana sino también también la democratización de los oficios municipales, tanto en el Concejo como en la administración de justicia. 
La posibilidad de controlar estos oficios concejiles no era cuestión baladí cuando, como era el caso de Juan de Otazo de Guevara, estaba en posesión de uno de los patrimonios más importantes de la villa, si no el que más. Juan Otazo ya había acudido en varias ocasiones ante la justicia y el Concejo local para defender los intereses de su familia y y de su patrimonio en Morata. Así sucedió en 1573, unos años antes de que se produjera la compra de la condición de villa real por parte de Morata. En esa fecha solicita al corregidor de Morata poder sacar una acequia del río Tajuña para regar tierras de Morata. A partir de una Real Cédula, Juan Otazo de Guevara reclamó la construcción de esta acequia, previas las averiguaciones consiguientes y la citación de los concejos vecinos para determinar el trazado de dicha acequia aprobada según consta en un documento del escribano del concejo Luis de Magaña. (Archivo de los marqueses de Espinardo. Archivo Histórico de la Nobleza ESPINARDO, C4 D.1.) 
Juan Otazo de Guevara -en algunos documentos aparece como Juan de Guevara y Otazo- se casó con Jerónima Velasco y Vivero, hija del doctor Martín de Velasco, del Consejo de Cámara del rey Felipe II, y María de Vivero. El contrato de dote y arras del matrimonio se firmó y otorgó en Morata -otro indicio más de su residencia en la villa- el 21 de mayo de 1561 ante el escribano Pedro Fernández. Según este documento la dote de Jerónima Velasco ascendía a la cantidad de 17.000 ducados, una cantidad ciertamente elevada, a la que se habían de añadir otros 500.000 maravedíes en concepto de arras aportadas por el propio Juan de Otazo. 
El matrimonio administró desde su palacio familiar la hacienda y bienes incluidos en el mayorazgo que fundaran Hernán Rodriguez Pecha y Elvira Martínez. En el archivo familiar constan actuaciones como la que Juan Otazo de Guevara ejecuta en la villa de Chinchón, donde la familia y su mayorazgo tenía posesiones en las antiguas aldeas medievales de Eza, Villaverde y Monasterio. En 1595 el titular del mayorazgo registra ante el escribano del Concejo de Chinchón todos los arrendamientos que se habían contratado en término y jurisdicción de la villa con expresión de las tierras personas, cantidad y plazos de los mismos.(Archivo de los marqueses de Espinardo. Archivo Histórico de la Nobleza, ESPINARDO, C4 D.1.) 
En Perales de Tajuña, donde la familia también contaba con bienes adscritos al mayorazgo, se ha documentado también la presencia del matrimonio formado por Juan Otazo de Guevara y Jerónima de Velasco en una reunión de los propietarios mancomunados del molino del Congosto. Una primera reunión tiene lugar el 29 de marzo de 1585 y, unas semanas después, el 15 de abril, vuelven a reunirse para estudiar su posible reforma. A esta segunda reunión también asistió Alonso de Ágreda, alcalde Casa y Corte y copropietario de dicho molino (La Casa del Rey. Cuatro siglos de historia. Torre Briceño, José Antonio de la, y otros. Ayuntamiento de Arganda del Rey, 1997).


Plano de la Real Acequia del Jarama, 1917. (Ministerio de Cultura y Deporte)
Constructor de la Real Acequia del Jarama
Juan Otazo de Guevara no sólo se hizo presente en la vida del Concejo de Morata. Más allá de la villa donde se asentaba el mayorazgo de los Guevara y los bienes adscritos al mismo, el titular en estos años de finales del siglo XVI no dejó de participar en un proyecto emblemático de la comarca: la construcción de la Real Acequia del Jarama. 
Esta obra era un eslabón más de la política hidráulica de Felipe II en torno al propio río Jarama y al Tajo. Además de estudiar distintos proyectos de navegabilidad del Tajo, con el objetivo de unir la capital de Castilla con Lisboa, el monarca estaba muy interesado en promocionar cualquier obra que 'permitiera ampliar los regadíos en el entorno de la capital del reino y con ello la producción agrícola y los impuestos ligados a esa actividad. 
El contenido de este proyecto en concreto fue presentado al rey y se conserva en un documento del Archivo General de Simancas (AGS. Casa Real. Obras y7 bosques. Leg. 254, fol.85). Inicialmente, contemplaba el aumento y la mejora de los regadíos entre Vaciamadrid y la localidad de de Mocejón. Entre los personajes implicados en las obras aparecían figuras como la de Juanelo Turriano o Juan de Herrera, el arquitecto más emblemático del reinado de Felipe II.
La complejidad del proyecto, y la tradicional falta de fondos de la Corona, hizo que las obras se extendieran durante varias décadas. En lo que nos interesa en relación con la figura de Juan Otazo de Guevara, las obras que realizó el titular del mayorazgo morateño se iniciaron en 1571, bajo la supervisión del arquitecto real Juan de Herrera, cuando trabaja en la construcción de una presa en las proximidades de Vaciamadrid. Tres años después, en 1574, Juan Otazo de Guevara es el principal responsable de infraestructuras como una presa en las cercanías de Vaciamadrid y también de un elemento primordial del proyecto: la construcción de un conjunto de compuertas en el entorno del río en San Martín de la Vega en lo que se conoce como El Castillo.*
Pleito en la sucesión del mayorazgo de Morata
Tras la muerte de Juan Otazo de Guevara la sucesión en el mayorazgo de Morata vivió un momento problemático. El enfrentamiento entre distintos pretendientes que optaban a heredar el mayorazgo fue un hecho repetido en diferentes momentos históricos**. La falta de herederos, principalmente varones, era una situación recurrente y es la que se produjo al fallecer Juan Otazo. Su hija Juana Otazo de Guevara era la heredera directa del mayorazgo pero se encontró con la oposición de su tío y hermano de su padre, Beltran de Guevara.
Como ya había sucedido en otras ocasiones, la ausencia de un hijo varón en el matrimonio formado por Juan Otazo de Guevara y Jerónima de Velasco -además de Juana de Guevara, el matrimonio tuvo otras tres hijas, Ana, Isabel y Antonia de Guevara y Otazo- empujó al hermano de Juan, Beltrán de Guevara, a iniciar un proceso judicial con el que trataba de defender sus derechos sucesorios en el mayorazgo. El pleito generó una amplia documentación en las audiencias reales donde se sustanciaron los derechos esgrimidos por cada uno de los litigantes. Uno de estos documentos, impreso años después de la sentencia, se conserva en la sección de impresos de la Biblioteca Nacional:
(…) En el pleito que v.m. tiene visto entre don Beltran de Guevara, con doña Juana Otazo de Guevara, su sobrina, sobre la tenuta, y posesión de los bienes del mayorazgo que vacó por fin y muerte de don Juan Otazo de Guevara, padre de la dicha doña Juana (…).
Pese a los intentos de Beltrán, su tío carnal, de evitar que entrara en posesión del mayorazgo, Juana Otazo de Guevara disfrutó de dicho mayorazgo, conocido en algunos documentos como mayorazgo de la vega de Morata, ya sin mayores impedimentos legales. Casada con Diego Fajardo de Córdoba y residente en el palacio morateño de la familia, Juana protagonizó, como madre de Leonor María Fajardo, una curiosa ceremonia en la que su hija se convirtió en la mujer de Juan Fajardo de Tenza. Como veremos la próxima semana, el apellido Fajardo, futuros marqueses de Espinardo, entraba asío en la historia del mayorazgo de Morata.


*Las obras de la Real Acequia del Jarama trascendieron al monarca impulsor de la misma, Felipe II, y a los primeros responsables del proyecto, incluido Juan Otazo de Guevara. Las obras quedaron paralizadas hasta el reinado de Felipe IV, que dio un nuevo impulso a un proyecto que no dejó de acumular retrasos y modificaciones hasta que se realizaron los últimos trabajos ¡ya en el siglo XX!, más de trescientos años después de que se hubieran iniciado.


**La audiencia de Valladolid fue el lugar donde se vieron los pleitos que plantearon distintos aspirantes a heredar el mayorazgo que fundaran Fernán Rodríguez Pecha y su mujer Elvira Martínez. Cuando por circunstancias familiares se producía la ausencia de herederos varones y se seguía la vía femenina no era extraño que se presentaron estos pleitos ante la Justicia Los bienes adscritos al patrimonio del mayorazgo de Morata eran lo suficientemente atractivos como para animar a acudir a la Justicia a aquellos que se creían con algún derecho de sucesión. En la documentación de la familia Guevara y de los marqueses de Espinardo aparecen los siguientes pleitos relacionados con el mayorazgo de Morata: 
Licencia a Beltrán de Guevara para hipotecar ciertas villas y heredades de su mayorazgo, a fin de asegurar el pago de las 1.500 doblas de fianza para proseguir los pleitos que trata con Mendo de Zúñiga, Juan de Mendoza y otros sobre la propiedad de ciertas villas. Archivo General de Simancas, RGS, LEG, 150010,9.
Pleito de tenuta entre José María Vera Saurín, marido de Isabel Pacheco Tizón, y su sobrina María Francisca Vera Fajardo, X marquesa de Espinardo por los mayorazgos de Morata y Marchamalo. 
Fermín Rodríguez y Elvira Martínez, de Diego de Cáceres, Rodrigo de Alburquerque, Diego García de Otazu, Francisco de Mendoza y Vera, Alonso Ortiz de Leiva, María de las Roclas y Pedro Sandoval, Francisco Fajardo y Córdoba, Mencía Fajardo, Diego Fajardo, etc., vacantes por muerte de María Ortíz de Zúñiga, marquesa de Espinardo. Cáceres, Murcia y Mérida. Archivo Histórico Nacional, CONSEJOS, 26686, Exp.15.
Alegaciones en derecho. Por la marquesa de Espinardo contra los marqueses de Santo Floro. La marquesa de Espinardo pretende, que ha de ser absuelta de la pretensión que tienen los marqueses de Santo Floro para que como poseedora que dicen es de los mayorazgos de D. Juan Otazo de Guevara.

Fuentes y bibliografía:
Escritura de fundación de mayorazgo otorgada por Fernán Rodríguez, camarero del Rey [Alfonso XI] y su mujer, doña Elvira Martínez, camarera de la reina doña María, de Morata, Villaverde y Monasterio, aldeas de Segovia.
Indice de colección de Don Luis de Salazar Castro. Volumen 49. Real Academia de la Historia.
Las profesiones femeninas de la nobleza y de las oligarquías urbanas en la Castilla bajomedieval. Cusas, dinámicas, privilegios y donaciones. Prieto Sayagües, Juan Antonio. Revista Espacio, tiempo y forma. Serie III. Historia Medieval. Julio 2021.
Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo LXX VIII. Cuaderno I. Editorial Reus. Madrid, enero de 1921.
Revista de España. Vigesimo séptimo año. Tomo CXLIX. Noviembre y diciembre. Establecimiento tipográfico de Ricardo Fe. Madrid. 1891.
Nobleza de la Andalucía. Argote de Molina. Gonzalo. Imprenta Fernando Díaz. Sevilla, 1588.
Asturias Ilustrada, primitivo origen de la nobleza de España, su antigüedad. Clases, diferencias con la descendencia sucesiva de las principales familias del reino. Trelles Villademoros, Joseph Manuel. Tomo III. Madrid, 1760.
Documentos de Enrique III. Fondo Mercedes Gaibrois de Ballesteros.
Inventario de documentos existentes en el archivo de Diego Alonso de Entenza Fajardo Vera, marqués de Espinardo, realizado por el administrador Nicolás Castañón en el año 1749. Archivo Histórico de la Nobleza, ESPINARDO, C.4,D.1.
Relaciones topográficas de los pueblos de España. Vol. III. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1994.
La venta de jurisdicciones eclesiásticas en la Corona de Castilla durante el reinado de Felipe II. Faya Días, María Ángeles. Universidad de Oviedo.
La Casa del Rey. Cuatro siglos de historia. Torre Briceño, José Antonio de la, y otros. Ayuntamiento de Arganda del Rey, 1997.
La política hidráulica de Felipe II en el heredamiento de Aranjuez. De Miguel Rodríguez, Juan Carlos, Segura Graiño, Cristina. Madrid. Revista de arte, geografía e historia. Nº 1. 1998.
En el pleito que v.m. tiene visto entre don Beltran de Guevara, con doña Juana Otazo de Guevara, su sobrina, sobre la tenuta, y posesión de los bienes del mayorazgo que vaco por fin y muerte de don Juan Otazo de Guevara, padre de la dicha doña Juana. Biblioteca Nacional . PORCONES/298(5).