Mayorazgos: los marqueses de Espinardo, una familia de la nobleza en la villa de Morata (V)
Hasta la llegada del marqués de Leganés, los antecesores de los marqueses de Espinardo fueron los mayores propietarios de Morata
En Chinchón también acumulaban propiedades en la vega y en Perales eran propietarios del molino del Congosto
A lo largo de estas semanas hemos tratado sobre la historia del mayorazgo que en el siglo XIV fundaron Fernán Rodríguez Pecha y su mujer Elvira Martínez. Los bienes que formaban parte de este mayorazgo desde su fundación estaban localizados en Morata y en las antiguas aldeas de Villaverde, Eza y Monasterio, en lo que hoy es el término de Chinchón. Posteriormente se añadirían propiedades localizadas en Perales de Tajuña. En la entrega de esta semana vamos a tratar sobre los bienes inmuebles -tierras, casas, molinos...- que integraban el patrimonio de este mayorazgo. En el caso de Morata, estas propiedades convirtieron a los titulares del mayorazgo de la Vega del Tajuña en los mayores hacendados de la villa hasta que, ya en el siglo XVII, los martqueses de Leganés adquirieron el señorío.
Desde que a mediados del siglo XIV Fernán Rodríguez Pecha y su mujer Elvira Martínez crearan un mayorazgo con los bienes que poseían en la villa de Morata y en las aldeas de Eza, Villaverde y Monasterio, fue muy frecuente la elaboración de apeos e inventarios que recogían las propiedades que pertenecían a los titulares de dicho mayorazgo. Sin embargo, vicisitudes históricas como el incendio del archivo de la casa o la incautación del mismo durante la guerra civil, no hace sencilla la tarea de documentar qué bienes poseían en la villa de Morata los titulares del mayorazgo en diferentes periodos históricos, de ahí la importancia que tiene la documentación generada por los responsables del Catastro de Ensenada que es la que vamos a utilizar para describir y conocer qué bienes se incluían en el mayorazgo. La ventaja de esta documentación es su accesibilidad y, sobre todo, según los especialistas, la fiabilidad de los datos que aporta dicha documentación.
Cuando se redactaron estos papeles, a mediados del siglo XVIII (1751), la titularidad del mayorazgo en Morata pertenecía a Diego Manuel de Vera Fajardo y Varona, IX marqués de Espinardo, hijo de Juan Alonso de Vera Albuquerque y Fajardo. Este coronel del arma de infantería fue gentilhombre en la corte de Felipe V y, posteriormente, intendente de Burgos y su provincia -cargo que ocupaba cuando se elaboró el catastro- y regidor perpetuo de la ciudad de Mérida.
Según consta en la documentación catastral, de los intereses del marqués de Espinardo en Morata se encargaba en estos años Francisco Sánchez Alonso, un vecino que contaba con un salario de 2.200 reales por este trabajo de administración de los bienes adscritos al mayorazgo además de los que la casa poseía en las villas vecinas de Perales de Tajuña y Chinchón. En esta labor de administración también participaba, y así constaba en el catastro, un vecino de Madrid, Antonio Guerra, que también percibía por esta labor un salario anual de 2.200 reales.
En 1751 el administrador Francisco Sánchez realiza ante los encargados del Catastro de Ensenada la declaración del patrimonio que posee en Morata el marqués de Espinardo. Se trata, sin duda, de una de las declaraciones más extensas de las que se presentan en la villa: solo la declaración del marqués de Altamira, entre los miembros del estado seglar, poseedor del señorío de Morata, supera en bienes a la familia Fajardo, titular del mayorazgo que fundaran Fernán Rodriguez Pecha y su mujer Elvira Martínez. En el estado eclesiástico, sólo la hacienda que explotaban en Morata los frailes del convento del Rosario de Madrid superaba a su vez el patrimonio del marqués de Espinardo en la villa*.
Si analizamos es su totalidad estos bienes recogidos la documentación del Catastro de Ensenada de la villa de Morata hay que resaltar que la mayoría de este patrimonio se encuentra en la vega de Morata, es decir, en tierras de regadío. Son en total 381 fanegas en tierras de riego las que pertenecen al marqués de Espinardo en esos años de mediados del siglo XVIII. No por casualidad, el mayorazgo se denomina, en la documentación de la época, como de la vega de Morata. De hecho y para constatar esta realidad, las propiedades de secano de la familia apenas llegan a las 39 fanegas y con la particularidad de que la mayoría de ellas se sitúan en el entorno del paraje de La Estacada [sic, así aparece en la documentación catastral] y de Valdelaosa, precisamente allí donde se localizaban también la mayoría de las tierras de regadío. Según la declaración del administrador de los Espinardo, la familia era propietaria en total de 186 fincas.
Resulta interesante destacar que la mayoría de las fincas se catalogaban de regadío. De las 381 fanegas de regadío que pertenecían al marqués de Espinardo, 79 parcelas se encuadraban en la categoría que el propio catastro definía como de buena calidad que sumaban 210 fanegas. Las de mediana calidad suman 150 fanegas en 71 parcelas y las de inferior calidad, 21 fanegas en 9 parcelas. Para tener una idea de la importancia de este patrimonio hay que recordar que la vega de Morata contaba con 2.500 fanegas de regadío, según el catastro, por lo los Espinardo acumulaban alrededor de el 15 por ciento del total de fincas de regadío de la vega de Morata.
A las tierras de riego en la vega y a las de secano había que añadir las viñas propiedad de los Espinardo. En los años que se elaboró el Catastro de Ensenada, mediados del siglo XVIII, y anteriormente, al menos desde mediados del siglo XVI, era muy frecuente cultivar viñas de regadío en la vega de Morata. De hecho está práctica se extendió hasta los años sesenta del siglo pasado. En la hacienda del marqués de Espinardo en Morata también aparecían estas viñas de regadío, 5 parcelas, localizadas principalmente en el paraje de El Taray. En total, Diego Manuel de Vera Fajardo y Varona poseía 28 fanegas de viñas de riego -27 fanegas de buena calidad y 1 fanega de mediana calidad- y un total de 8.200 cepas. En cultivo de secano, la viñas propiedad del marques de Espinardo apenas llegaban a las 1.000 cepas plantadas en 2 fanegas y media.
Como es habitual en la vega de Morata, las 381 fanegas catastradas e incluidas en el mayorazgo correspondían a parcelas de pequeña extensión, la mayoría entre una y dos fanegas. Resulta inhabitual encontrar parcelas de mayor extensión, lo que no significa que no se contabilizaran parcelas de mayor superficie, como la localizada en el paraje de El Cercado de 20 fanegas. Por otra parte, hay que hacer notar que, aunque estas parcelas de riego se sitúan prácticamente en todos los parajes de la vega, hay dos de estos parajes en los que hay mayor presencia de propiedades de los Espinardo: Valdelaosa, con 28 fanegas y media y, sobre todo, La Estacada, donde se alcanzan las 68 fanegas y media. A estas propiedades en la vega se sumaba una poza de empozar cáñamo.
A estas propiedades en la vega de Morata, y en menor medida en las propiedades en tierras de secano, había que añadir la casa palacio de los Espinardo. Recordemos que la residencia de los propietarios del mayorazgo de la vega de Morata ya aparece en la documentación histórica como una de las edificaciones más destacadas de la villa. Así aparece reseñada en las Relaciones Topográficas de Felipe II. Algo menos de 200 años después cuando se elabora el catastro en 1751, el palacio de los Espinardo se sitúa según el callejero de la época en la plazuela de Espinardo. La descripción del edificio en la documentación catastral resulta bastante más modesta y se limita a recoger las medidas de la parcela y su valoración. A estas alturas, el palacio de los Altamira es la edificación más destacada de Morata. Así describe el catastro la casa de los Espinardo:
Una casa palacio en la plazuela que dicen de Espinardo, tiene de frontera al poniente 46 varas y de fondo 47, linda al M con la calle que va a la iglesia desde dicha plazuela y al N calle que llaman de la Fragua Vieja, consiste su habitación en bajo y principal con lagar, sótano con una cueva y una tinaja, su cabida 600 arrobas, y está regulado su alquiler en cada un año en 515 reales.
A esta edificación se sumaban otras edificaciones propiedad de los Espinardo situadas en la plazuela del mismo nombre:
Otra en dicha plazuela, linde al M casa de Manuel Miguel y al N calle que viene a esta plazuela, tiene de frontis 11 varas y de fondo 13, su habitación consiste en bajo con diferentes oficinas, su alquiler a el año ochenta y ocho reales.
Un solar en dicha plazuela, tiene de frontera 56 varas y de fondo 17, linda M callejuela que va la calle de Los Búcares y al N calle del Toril, está arruinado y no se le regula alquiler.
Otro en dicha plazuela con sus tapias, tiene de frente 36 varas y media y 8 y media de fondo, linde a O y N casa del conde de Altamira, al que no se le regula alquiler alguno por lo arruinado.
Cuando se elaboró el catastro, el administrador de los bienes de los Espinardo, Francisco Sánchez, hizo notar una circunstancia que afectaba a una de las propiedades más emblemáticas de todo el término municipal de Morata: la dehesa carnicera. En la documentación, el administración indica lo siguiente respecto a esta finca:
Así mismo declaro le pertenece una dehesa en término de esta Villa a dicho señor marqués, un territorio que llama la Dehesa […] cuyo paraje llaman ¿Cañizares? Por habérsela donado el rey don Alphonso el onceno, confiscada que fue a Gómez Tello y la está disfrutando esta Villa sin saber con qué título, tiene setecientas fanegas de tierra de inferior calidad y linda al O la Raya de Perales, al N el Llano que llaman de Arriba, por los rastros al P olivar de Don Jacinto Camargo y al M el camino que va a Perales. [En el margen] No se regula por los peritos porque lo está en la relación de la Villa que es quien disfruta esta Dehesa.
Resulta evidente que el marqués de Espinardo consideraba que la dehesa, perteneciente en esos años al Concejo de Morata como se constata en el catastro, formaba parte de su mayorazgo. Esta apelación a su derecho a la propiedad no tuvo efectos legales ya que la dehesa permaneció en el patrimonio municipal hasta que fue desamortizada, subastada y adquirida por un particular a mediados del siglo XIX.
Los bienes del mayorazgo en Eza, Villaverde y Monasterio (Chinchón) y Perales de Tajuña
Los legajos de Catastro de Ensenada que se redactaron en Chinchón recogen en un lugar destacado las posesiones en su término municipal adscritas al mayorazgo que fundaran Fernán Rodriguez Pecha y su mujer Elvira Martínez. Tal como aparece reflejado en la propia escritura de fundación del mayorazgo estos bienes estaban localizados, exclusivamente, en el entorno del río Tajuña y, prácticamente todas las propiedades registradas en el catastro, se califican como de regadío con la excepción de dos parcelas de secano pero muy próximas a la vega.
Como ya recogimos en entregas anteriores del blog, los bienes adscritos al mayorazgo de la vega de Morata en el término de Chinchón se localizaban en el entorno de las antiguas aldeas, despobladas desde el siglo XVI, de Eza, Villaverde y Monasterio. Estas aldeas, muy próximas al curso del río y a las lagunas que flanqueaban sus riberas, habían sido tradicionalmente propiedad de familias procedentes de la ciudad de Segovia, caso de los Arias Dávila, propietarios del castillo de Casasola y de un importante patrimonio en las proximidades de la fortaleza y en la misma vega del Tajuña. Recordemos que los fundadores del mayorazgo de la vega de Morata, como los Arias Dávila también procedían de la ciudad de Segovia.
Según la documentación catastral, el mayorazgo sumaba 154 obradas y media** localizadas principalmente en los parajes de Villaverde, Eza y Monasterio, aunque tampoco faltaban las parcelas situadas en las proximidades del límite de Chinchón con el término de Morata. Según esta documentación, las propiedades en Chinchón se distribuían exactamente en 259 fincas que, como sucedía en el caso de las de Morata, no destacaban por su extensión, siendo lo más habitual que no sobrepasaran las obrada y media y que la mayoría no superara una obrada de extensión.
El patrimonio de los marqueses de Espinardo en la villa de Perales de Tajuña era bastante más reducido que el que poseían los propietarios del mayorazgo en Morata y en Chinchón. Sin embargo, al igual que sucedía con los bienes de estas villas de Morata y Chinchón, los Espinardo también concentraban la mayor parte de sus propiedades en Perales en tierras de regadío localizadas la mayoría de ellas en el paraje de Valdelaosa y en las proximidades de El Congosto. En total, el mayorazgo contaba en Perales de Tajuña con 11 parcelas que sumaban 60 fanegas de tierra de vega (5 parcelas y 20 fanegas tierra de buena calidad, 4 parcelas y 29 fanegas de tierra mediana calidad y 2 parcelas y 11 fanegas de tierra de ínfima calidad). Además había que añadir una poza para empozar cáñamo en Valdelaosa. En el secano de Perales, los Espinardo no poseían ni viñas ni olivares y sus bienes se limitaban a 10 fanegas en tierras de pan llevar distribuidas en 3 parcelas.
Para completar su hacienda en Perales los marqueses de Espinardo contaban con una propiedad que destacaba entre todos sus bienes: el molino de El Congosto. Como vimos en entregas anteriores, en el siglo XVI Juan Otazo de Guevara, poseedor por esos años del mayorazgo, y su mujer, Jerónima de Velasco, aparecían ya como propietarios de una parte de este molino. Ahora, casi doscientos años después, los marqueses de Espinardo aparecen como únicos propietarios de este molino que se describe así en la documentación catastral:
Un molino harinero en el Congosto distante media legua con tres piedras, muele con agua corriente, con todos sus pertrechos y le tienen arrendado en noventa y cuatro fanegas anualmente que regulada por las Respuestas Generales a veinte reales cada una importan mil ochocientos y ochenta reales de vellón.
Ademas de este patrimonio en bienes inmuebles localizados en Morata, Chinchón y Perales de Tajuña, los Espinardo eran titulares de varios censos contratados con vecinos de estas villas. Sobre estos censos y también sobre el sistema de explotación que utilizaban los propietarios del mayorazgo trataremos en la próxima entrega del blog.
*Según la documentación del Catastro de Ensenada referida de Morata el mayor propietario de la villa perteneciente al estado seglar era, con mucha diferencia, el conde de Altamira. Según la declaración del administrador de la casa de Altamira en Morata, Diego de Almazán, en 1751 Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba, X conde de Altamira, poseía en Morata 792 fanegas de riego en la vega del Tajuña a las que había que añadir 79 fanegas de olivar, 24 viñas explotadas a censo por vecinos de Morata, 72 fanegas de tierras de secano y 214 fanegas de El Bosque. A estas propiedades había que añadir la casa Palacio, el molino harinero, un molino de aceite y el batán de paños. Como se ve, bienes muy por encima del patrimonio del marqués de Espinardo, la segunda hacienda en importancia de la villa.
En el estado eclesiástico otra hacienda, la perteneciente a la casa de labor de los frailes dominicos del convento del Rosario también era más extensa que la del marqués de Espinardo. Aunque las tierras de regadío de los religiosos del Rosario en la vega de Morata con sus 99 fanegas estaban muy por debajo de las 381 del marqués de Espinardo, los dominicos sumaban a estas tierras de riego un extenso patrimonio en el secano morateño. 100 fanegas de viñas de distintas calidades en El Llano de Morata sumaban 35.433 cepas y 1.502 olivas repartidas por dichas parcelas. En olivares los dominicos sumaban 88 fanegas con 1.434 olivos. Además, en tierras de pan llevar los religiosos añadían 58 fanegas al patrimonio de su convento. En total: 99 fanegas de regadío y 246 de secano entre viñas, olivares y tierras de pan llevar. A este patrimonio se sumaba la casa de labor, varios lagares y un molino aceitero.
**En la documentación catastral que recoge los bienes del mayorazgo de la vega de Morata en la propia villa de Morata, en Chinchón y en Perales de Tajuña aparecen las distintas medidas de superficie utilizadas en cada uno de los municipios. En el caso de Morata y Perales de Tajuña el catastro recoge cómo en ambas villas la unidad de superficie era la fanega, de doscientos estadales en el caso de fanegas de riego y de cuatrocientos estadales en el caso de las fanegas de olivares, viñas y tierras de secano. En el caso de Chinchón, en el Catastro de Ensenada aparece una unidad de superficie distinta, la obrada de seiscientos estadales. La antigua pertenencia de la villa de Chinchón a la Comunidad de Segovia, donde era habitual la utilización de la obrada, explica esta diferencia que también se producía en otros pueblos como San Martín de la Vega, Villaconejos o Valdelaguna, todos ellos, como Chinchón, pertenecientes en distintos periodos históricos a la Comunidad de la ciudad segoviana.
Fuentes y bibliografía:
Escritura de fundación de mayorazgo otorgada por Fernán Rodríguez, camarero del Rey [Alfonso XI] y su mujer, doña Elvira Martínez, camarera de la reina doña María, de Morata, Villaverde y Monasterio, aldeas de Segovia.
Indice de colección de Don Luis de Salazar Castro. Volumen 49. Real Academia de la Historia.
Las profesiones femeninas de la nobleza y de las oligarquías urbanas en la Castilla bajomedieval. Cusas, dinámicas, privilegios y donaciones. Prieto Sayagüés, Juan Antonio. Revista Espacio, tiempo y forma. Serie III. Historia Medieval. Julio 2021.
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Nobleza de la Andalucía. Argote de Molina. Gonzalo. Imprenta Fernando Díaz. Sevilla, 1588.
Asturias Ilustrada, primitivo origen de la nobleza de España, su antigüedad. Clases, diferencias con la descendencia sucesiva de las principales familias del reino. Trelles Villademoros, Joseph Manuel. Tomo III. Madrid, 1760.
Documentos de Enrique III. Fondo Mercedes Gaibrois de Ballesteros.
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La política hidráulica de Felipe II en el heredamiento de Aranjuez. De Miguel Rodríguez, Juan Carlos, Segura Graiño, Cristina. Madrid. Revista de arte, geografía e historia. Nº 1. 1998.
En el pleito que v.m. tiene visto entre don Beltran de Guevara, con doña Juana Otazo de Guevara, su sobrina, sobre la tenuta, y posesión de los bienes del mayorazgo que vaco por fin y muerte de don Juan Otazo de Guevara, padre de la dicha doña Juana. Biblioteca Nacional . PORCONES/298(5).
Un linaje aristocrático en la España de los Habsburgo: los marqueses de los Vélez. Tesis doctoral Universidad de Murcia.Raimundo A. Rodríguez Pérez. Murcia, 2010.
Escritura de capitulaciones acordada por Luis Fajardo, comendador del Moral en la Orden de Calatrava, y capitán general de la Real armada del mar Océano, por sí y en virtud del poder de su hijo, Juan Fajardo, almirante general de dicha armada, caballero de Calatrava, después I marqués de Espinardo, hecho en Lisboa, a 2 de julio de 1613, de una parte; y doña Juana de Guevara, viuda de Diego Fajardo, y doña Leonor María Fajardo de Guevara, de la otra, para el matrimonio que pensaba contraer esta última con el dicho Juan. Copia de 18 de julio de 1613. RAH, M.4 fol. 72r-73v.
Archivo Histórico Provincial de Toledo. Catastro de Ensenada. Morata de Tajuña. Tomo H-408. Interrogatorio y registro de haciendas del estado seglar.
Archivo Histórico Provincial de Segovia. Catastro de Ensenada. Chinchón- Rollo 97 y 98. Interrogatorio y registro de haciendas del estado seglar.
Archivo Histórico Provincial de Toledo. Catastro de Ensenada. Perales de Tajuña. H-510. Interrogatorio y registro de Haciendas del estado seglar.
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