jueves, 25 de julio de 2024

Los años cruciales del Ferrocarril del Tajuña

En 1919 se aceleró el proyecto de enlazar la línea con el Central de Aragón
En 1921 se amplió el capital para financiar unas obras que nunca llegaron a realizarse
La suspensión de pagos de 1932 fue el inició del fin del ferrocarril en la comarca del Tajuña

El pasado 21 de julio se cumplía el 123 aniversario de la llegada del primer tren a Morata. La empresa del Ferrocarril del Tajuña, tras muchas vicisitudes, tras muchos retrasos, continuaba con proyecto de ampliación de la línea ferroviaria que en los años siguientes llegaría a Chinchón y Colmenar de Oreja (1902), Perales de Tajuña, Tielmes, Carabaña y Orusco (1910), Mondéjar, Yebra y Bolarque (1916), Anguix (1917), Auñón (1919), Sacedón (1920) y Alocén (1921). Ese mismo año de 1921 la compañía emitía una serie de obligaciones hipotecarias por importe de 22.500.000 pesetas. El objetivo, financiar su proyecto más ambicioso, ampliar la línea hasta llegar a la provincia de Teruel y enlazar allí con el Ferrocarril Central de Aragón y con la costa valenciana. En la entrega del semanal del blog tratamos sobre ese periodo crucial en la historia del ferrocarril en la comarca del Tajuña, esos años entre 1919 y 1932 en los que se decidió el futuro de este proyecto de progreso para la comarca.


En 1919 la Compañía del Ferrocarril del Tajuña cambiaba su denominación histórica por la de Compañía del Ferrocarril de Madrid a Aragón. La modificación, acordada por la Junta General de Accionistas celebrada el 17 de marzo de 1919, iba más allá de un simple cambio de razón social. Se trataba, en el fondo, de verbalizar el ambicioso objetivo de la sociedad de llevar la línea ferroviaria hasta la localidad turolense de Caminreal y enlazar allí con el Ferrocarril Central de Aragón que comunicaba, a su vez, con Valencia. 

Según publicaba la Gaceta de los Caminos de Hierro en su edición del 16 de septiembre de 1919, la Dirección General de Obras Públicas aprobó el cambio en la razón social de la empresa ferroviaria por una real orden emitida el 2 de agosto en la que se reconocía a la empresa todas las concesiones de la que hasta entonces era titular la Compañía del Ferrocarril del Tajuña, es decir, las de Madrid a Vaciamadrid, y de este punto a Arganda, la de Arganda a Colmenar de Oreja con un ramal de Morata a Orusco y la de Orusco a Cifuentes, y en los de petición de concesión del ferrocarril secundario de Cifuentes a Caminreal, y el estratégico de Puertollano a La Carolina (…). (Gaceta de los Caminos de Hierro, 16 de septiembre de 1919)

La conexión de las lineas ferroviarias de ambas sociedades era un proyecto que interesaba a ambas sociedades que, no por casualidad, compartían algunos destacados miembros en sus respectivos consejos de administración. Para la provincia de Teruel la conexión significaba enlazar directamente con Madrid; para el ferrocarril madrileño, además de ampliar la linea y, en consecuencia, los viajeros y las mercancías potenciales, se posibilitaba enlazar con Valencia y con sus ricos mercados agrícolas. 

Estos intereses comunes y compartidos se pusieron de manifiesto cuando la Compañía del Ferrocarril de Madrid a Aragón decidió emitir una ambiciosa campaña de captación de fondos para financiar sus proyectos de expansión. En 1921 se lanzó al mercado financiero una emisión obligaciones hipotecarias por un importe de 22.500.000 pesetas. Para apoyar este proyecto, la Compañía del Ferrocarril Central de Aragón convocó unos meses antes a sus accionistas a una Junta General Extraordinaria para acordar la concesión de garantía subsidaria a la Compañía del Ferrocarril de Madrid a Aragón a los efectos de una emisión de obligaciones hipotecarias. En Aragón entendían que apoyar al antiguo Ferrocarril del Tajuña era apoya a su propia región y una conexión directa con Madrid que, aún hoy, todavía no existe. La revista Los Transportes Férreos informaba sobre el apoyo de la compañía aragonesa a la Compañía del Ferrocarril de Madrid a Aragón y añadía:

(…) Cuando se aproxime la terminación de esta construcción (…) habrá lugar de obtener la concesión del otro secundario de Cifuentes a Caminreal (157 kilómetros) y una vez construido también este último (...), entonces la Compañía de Madrid a Aragón contactará en Caminreal con la del Central de Aragón (…). (Los Transportes Férreos, 24 de noviembre de 1920).

La emisión de las obligaciones hipotecarias significaron una importante inyección económica para la compañía. La década de los 20 del pasado siglo fueron años de crecimiento para la empresa que había ampliado notablemente su trazado, sobrepasando la provincia de Madrid y llegando a la de Guadalajara como punto intermedio y necesario en su ambicioso proyecto de llegar a tierras aragonesas. Por esos años, la empresa basaba sus economía no solo en los viajeros de los ramales que llegaban desde Madrid hasta Colmenar y hasta Alocén. Además contaba, y no era un aspecto menor, con los ingresos procedentes del flete de mercancías en unos años en los que a los materiales de construcción destinados a Madrid (piedra caliza, yeso, piedra de Colmenar y de la cantera de Cornicabra en Morata) se añadía el creciente mercado de los productos agrícolas, especialmente la producción de remolacha que la prolífica vega del Tajuña destinaba a la azucarera de La Poveda. 


Obligación hipotecaria del Ferrocarril de Madrid a Aragón, 1921 (Fuente: colección particular del autor)

Lo que por entonces se veía, con razón, como un proyecto ambicioso y de futuro se trasladaba a la prensa económica de la época que no dejaba de resaltar la situación financiera de la Compañía del Ferrocarril de Madrid a Aragón, las perspectivas económicas que se planteaban de cara a los años siguientes y la oportunidad de inversión que ofrecía la reciente emisión de obligaciones hipotecarias realizada por la empresa:

Las obligaciones 6 por 100, de 500 pesetas, hipotecarias, de la Compañía del Ferrocarril de Madrid a Aragón, se están cediendo a 93,50, según dice la Sociedad, en el Banco Urquijo; pero resultan, realmente, a 91,50, contando los intereses corridos del cupón de Enero, y a este tipo reditúan un interés líquido de 6,55 por 100, a deducir impuestos y sin considerar la prima de amortización. Es un ferrocarril que tiene asignada una zona muy rica en productos agrícolas y pecuarios y en maderas de construcción, pero la Compañía no es aún lo suficientemente conocida. Se trata del ferrocarril que, partiendo de Madrid, estación de Arganda, llega a Orusco para terminar en Cifuentes (Guadalajara) y continuar después a Molina de Aragón y unirse en Caminreal al Central de Aragón, que va de Calatayud a Valencia. La zona que abarca es muy rica en el Bajo Aragón y en Guadalajara, y la garantía de las obligaciones es la hipotecaria, la del Estado, en cuanto al interés de 5 por 100 al capital, y una especial de la Compañía del Ferrocarril Central de Aragón. (La Actualidad financiera, 29 de noviembre de 1922).

El buen momento económico por el que pasaba la compañía también era recogido al año siguiente, por la prensa generalista que recordaba su propósito de llegar a Cifuentes antes de afrontar la conexión con el Central de Aragón:

(…) De empresas particulares, sólo pueden mencionarse como dando señales de, vida, la Compañía del ferrocarril de Madrid A Aragón, que se propone llegar pronto a Cifuentes para seguir buscando la confidencia con el Central de Aragón, en Caminreal, primera fase del gran proyecto para establecer la comunicación entré Madrid, Zaragoza y Valencia. (La Época, 10 de febrero de 1923).

Según el Anuario de los Ferrocarriles Españoles de 1925, el año anterior de 1924 la Compañía del Ferrocarril de Madrid a Aragón operaba sobre una linea de 160 kilómetros en sus dos ramales

de Madrid a Arganda y Colmenar y el ramal de Morata a Orusco y Alocén. La misma publicación ofrecía los datos económicos referidos al ejercicio de 1924 en el que los ingresos habían ascendido a 1.823.083 pesetas (11.394 por km. de línea) y los gastos a 1.444.554. Ese mismo año de 1924 el ejercicio se cerró con 178.433 viajeros y con un total de 200.409 toneladas de transporte de mercancías. 

La compañía también apuntaba que tenía en construcción 33 kilómetros entre Alocén y Cifuentes y, en tramitación, la línea de Cifuentes por Trillo y Molina de Aragón a Caminreal de 156 kilómetros. Lamentablemente, los años de beneficios económicos no se prolongaron en el tiempo y los proyectos de ampliación de la línea no pasaron de unas buenas intenciones que nunca llegarían a materializarse. De hecho, Alocén fue la última estación en servicio y el Ferrocarril de la Compañía de Madrid a Aragón nunca sobrepasó esta pequeña localidad alcarreña a pesar de que las obras para enlazar con Cifuentes llegaron a iniciarse aunque nunca llegaron a concluirse.

Crisis económica, pérdidas y abandono del proyecto de conectar con Aragón

Resulta curioso que los años de la dictadura de Primo de Rivera, que trató de impulsar las obras públicas y mejorar y ampliar las líneas ferroviarias en todo el país, resultaran tan negativos para la Compañía del Ferrocarril de Madrid a Aragón. Pese a que en estos años se trató de incentivar la construcción y ampliación de líneas férreas, la antigua Compañía del Ferrocarril del Tajuña llegó al año 1927 con una preocupante situación económica que se plasmó en las cuentas económicas del ejercicio de 1926 y siguientes. Según la Revista Ilustrada de Banca, Ferrocarriles, Industria y Seguros el ejercicio de 1927 se cerró con pérdidas según unas cuentas que recogían unas pérdidas de 225.786 pesetas y una balance en el que destacaba la cuenta de acreedores con 1.208.869 pesetas:

(…) Ha liquidado esta Compañía el ejercicio de 1927 con un pérdida de 225.786,42 pesetas. Débese la baja de sus beneficios y la pérdida consiguiente, de una parte, a la disminución del número de viajeros, y de otra, a la del transporte de piedra, remolacha y maderas. 

Los ingresos brutos de la explotación, que han ascendido a 1,894 millones de pesetas, representan una disminución de 71.009 comparados con los de 1926. 

Además, los gastos han tenido un aumento de 114.533 pesetas por la supresión de anticipos para pago de personal. 

Examinado el balance de 31 de diciembre de 1927 y comparado con el de 1926 se echa de ver que hay una reducción de 5.000 pesetas en los efectos en cartera, correspondientes a la amortización de diez obligaciones de la Diputación provincial de Madrid, y una disminución de 126.000 pesetas en el saldo de Caja y Bancos, compensada en algo por el aumento de la cuenta de almacenes (41 000 pesetas más que en 1926). 

La variación más importante del pasivo consiste en el aumento de 185.000 pesetas en la partida de «Acreedores varios». Este aumento se debe al crédito que se pidió para el pago del cupón de las obligaciones que vencieron el primero de año. (Revista ilustrada de Banca, Ferrocarriles, Industria y Seguros, 25 de octubre de 1928).

En ese balance ya se apuntaba el descenso en el transporte de mercancías y viajeros como causa de las pérdidas y los años siguientes, de crisis económica y social en España, no mejoraron las perspectivas económicas de la compañía. La construcción de nuevos kilómetros para enlazar con Cifuentes, Trillo y Molina de Aragón antes de llegar a tierras de Teruel se había detenido y la mala situación de las cuentas de la empresa provocaron los primeros problemas para cumplir con los diversos compromisos económicos, entre ellos el pagó de los intereses de las obligaciones hipotecarias emitidas en 1921.

Esta ampliación no solo se paralizó sino que, por decisión de la propia empresa, se suspendieron oficialmente cuando la compañía del Ferrocarril de Madrid a Aragón solicitó a la administración la segregación de la sección Alocén-Cifuentes, por construir, de la sección Orusco-Alocén que estaba en servicio. En la práctica esta decisión, a corto plazo, significaba abandonar el proyecto de enlazar con el Ferrocarril Central de Aragón en Caminreal y, a la larga, condenar al antiguo Ferrocarril del Tajuña a su desaparición como así sucedió al carecer de perspectivas de futuro y de un proyecto rentable en una España sumida en una crisis acrecentada por la guerra civil y la pobreza subsiguiente de la posguerra. La Gaceta de Madrid publicaba la orden de 28 de agosto de 1931 que aprobaba la solicitud de la compañía:

(…) Este Ministerio, de conformidad con lo propuesto por el referido Consejo Superior, ha resuelto acceder a la petición de la Compañía del ferrocarril de Madrid a Aragón, segregando la referida sección de Alocén a Cifuentes de la concesión del ferrocarril de Orusco a Cifuentes, que queda reducida a la sección ya construida y su explotación de Orusco a Alocén, subsistiendo desde luego todas las demás condiciones con que fue otorgada y el capital de establecimiento reconocido a la misma. (Gaceta de Madrid, 8 de septiembre de 1931).

No pasaría mucho tiempo hasta que tuviera lugar otra situación que no dejó de empeorar las situación de la compañía. El 31 de mayo de 1932 se declaró la suspensión de pagos, una medida que acarreó como primera consecuencia empresarial la retirada del consejo de administración de la compañía de los consejeros comunes que compartía con la Compañía del Ferrocarril Central de Aragón: la vieja alianza empresarial y los proyectos compartidos se daban definitivamente por finalizados. 

En estos años previos a la guerra civil, y aunque pueda parecer paradójico, la propia compañía se hacía la competencia así misma al hacerse cargo del servicio de transporte por carretera en Morata y Madrid. No dejaba de ser una forma de reconocer que el servicio prestado no era competitivgo con el creciente impulso del transporte por carretera:

Ha sido otorgado a la Compañía del Ferrocarril de Madrid a Aragón el servicio para el transporte de viajeros por carretera entre Madrid y Morata de Tajuña. El número de coches adscritos a esta línea, como mínimo, sera de tres coches de 25 asientos cada uno y se realizará un viaje diario de ida y vuelta. (El Financiero, 31 de octubre de 1935).

Por otra parte y aunque la suspensión de pagos fue superada ya nada fue igual, especialmente después de los problemas añadidos provocados por la guerra, un conflicto que significó a la postre confirmar la muerte lenta del ferrocarril en la comarca del Tajuña.


Fuentes y bibliografía:

  • Anuario de los Ferrocarriles, 1925. Enrique de la Torre, editor. Imprenta de Huelves y Compañía. Madrid, 1925.

  • Periódicos y publicaciones citados en el texto.





jueves, 18 de julio de 2024

Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo

De este libro de José Hidalgo Tablada, alcalde, juez y vecino de Morata, se realizaron tres ediciones en 1870, 1899 y 1921
En 2008 y 2010 se publicaron dos ediciones, facsímil, del mismo título

En 1921 el editor Luis Santos sacaba al mercado una nueva edición del Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo. Este trabajo de José Hidalgo Tablada, quien fuera alcalde* y juez de Morata, militar, periodista y catedrático de agricultura, llegaba a las librerías españolas cincuenta años después de la primera edición y casi treinta años después de la muerte del propio autor. La reedición de uno de los títulos más divulgados de José Hidalgo Tablada, demuestra la vigencia de su obra y la influencia que sus textos tuvo durante décadas en el sector agrícola español.



Entre la amplia bibliografía de José Hidalgo Tablada, su Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo es sin duda uno de sus trabajos más divulgados y que más influencia tuvo en su tiempo. La edición de la que tratamos en esta entrega del post –que hemos localizado más de 100 años después en el mercado de libros de segunda mano- llegó a las librerías como una nueva tirada de la tercera edición, publicada en 1899, que se había imprimido en la editora que había sacado al mercado la mayor parte de la obra de Hidalgo Tablada: la librería Cuesta y sus sucesores, viuda e hijos. El propio editor Luis Santos, propietario también de una famosa librería en la calle de Carretas de Madrid, se declara sucesor de Cuesta.

La primera y segunda edición del Tratado del olivo... se habían publicado en 1870, cuando su autor ocupaba el juzgado de paz de Morata, y en unos años en que su producción editorial aumentó considerablemente con otras obras también muy difundidas como su Tratado del cultivo de la vid en España y modo de mejorarlo. El propio Hidalgo Tablada se refirió así en la portadilla del libro a la segunda edición del Tratado del cultivo del olivo...: y los cambios respecto a la primera

(…) Los que tengan la primera edición, advertirán algunas diferencias, entre otras las de haber confundido los grabados de las variedades colchonado, ojülo de liebre bellotudo, no habiendo podido ver las pruebas, corrió error tan grave, que está en esta edición corregido; y también kilómetro por kilogramo; circunferencia por diámetro, etc. Dispensen faltas cometidas por la imposibilidad de repasar las pruebas, que en asuntos de este género, no hay sustitución posible.

La realidad es que existen muy pocas referencias sobre la primera edición del libro del que tratamos. De hecho en la Biblioteca Nacional** no hay noticias de esta primera edición, de cuándo se editó ni tampoco qué editorial la publicó. 

En cua,quier caso, esta segunda edición, aparecida en noviembre de 1870, fue muy bien recibida en el mercado editorial y en sector agrícola español. Por estos años, Hidalgo Tablada ya había publicado varias obras y había acrecentado su prestigio como periodista agrícola, catedrático de los primeros estudios reglados en agricultura y, por supuesto, como uno de los mayores especialistas en los cultivos de la vid y del olivo, tan esenciales para el sector primario español. La publicación del Tratado del cultivo del olivo... fue recibida así por periódico de mayor tirada de esos años, La Correspondencia de España:

La casa editorial de los señores Cuesta acaba de publicar un libro importantísimo para nuestra agricultura.Titúlase Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo, escrito por D. José Hidalgo Tablada. (La Correspondencia de España, 20 de noviembre de 1870)

En otros periódicos publicados en esos años en torno a 1870, como el conservador La Época, también comentaban positivamente el libro del vecino de Morata:

(…) Entre tanto libro insulso que se publica, acogemos con satisfacción todos aquellos que consagran algún legítimo progreso u ofrecen verdadera utilidad. En esta categoría debemos colocar el excelente Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo que ha publicado el sr. Tablada, y se vende en Madrid, en la librería de Cuesta, calle de Carretas. (La Época, 20 de noviembre de 1870).

En La República Ibérica se analizaba también la publicación del libro de Hidalgo Tablada:

Tratado del cultivo del olivo en España y arte de mejorarlo. Con este título acaba de publicar el Sr. Hidalgo Tablada autor de otras obras de este género un pequeño libro que será utilísimo para los que se dedican aa la agricultura. El Sr. Hidalgo Tablada ha prestado ya muchos servicios á los cultivadores españoles con sus bien escritos tratados, y es bastante conocida su competencia en estas materias para dispensarnos de todo elogio. El nombre del Sr. Hidalgo Tablada es bien conocido entre todos los que se dedican á los trabajos agrícolas, y esto basta para que pueda juzgarse lo que será en su segunda edición el Tratado del cultivo del olivo. (…) puede apreciarse la importancia de este tratado utilísimo para todos é imprescindible para los que se dedican aa las faenas del campo. Felicitamos al Sr. Hidalgo Tablada. con tanto más placer, cuanto que en España son muy pocos por desgracia los que se dedican aa obras de este género. (La República Ibérica, 24 de noviembre de 1870).

Edición de 1921 del Tratado del Cultivo del olivo en España

Nuevas ediciones del tratado del cultivo del olivo...

En 1899 la misma editorial que había publicado en 1870 la segunda edición del Tratado del cultivo del olivo... publicó una tercera edición. Hidalgo Tablada ya había fallecido (Morata, 30 de diciembre de 1894) pero su obra seguía vigente, tal como demuestra la reedición de la misma. Esta tercera edición aparece en las librerías con menos páginas que las anteriores -313 páginas la segunda edición y 271 la tercera- pero, según se afirma en la portadilla, se publica corregida y mejorada con nuevos datos e ilustrada con 52 grabados. Los nuevos grabados e ilustraciones, un aspecto de sus obras que Hidalgo Tablada procuraba ofrecer a sus lectores, tratan sobre las enfermedades y plagas que afectan al olivo y también sobre los distintos sistemas de recolección de las cosechas. En la introducción, además, se incluye la siguiente entradilla: Las riquezas que se fundan en los productos de la tierra hacen a una nación feliz y poderosa. 

La misma frase se reproduce en la edición de 1921 cuando se distribuya esta nueva tirada que no es sino una reimpresión de la de 1899. Una demostración de que habían pasado varias décadas desde la primera aparición de la obra la encontramos en el precio del libro. Cuando se publicó en 1821 la reedición de la tercera edición el precio de venta ya ascendía a 4 pesetas y 4,50 pesetas en provincias. En cualquier caso, tal como se afirmaba en la Gaceta Agrícola del Ministerio de Fomento esta última edición*** del trabajo de vecino de Morata José Hidalgo Tablada no era sino el reconocimiento de que era una de la obras más interesantes y de mayor utilidad sobre el sector olivarero.

Citas del sector olivarero de Morata en el libro de Hidalgo Tablada

Para completar la información sobre el trabajo de José Hidalgo Tablada no podemos dejar de recoger las citas que sobre el sector olivarero de Morata incluyó el autor en su libro. Estas referencias a la agricultura de Morata y su comarca era muy habitual en los textos de Hidalgo Tablada que, no lo olvidemos, además de su trabajo como investigador agrícola, llegó a promover y dirigir varios periódicos de ámbito nacional desde su residencia de la calle de la Iglesia número 21 de Morata. Como era lógico, Hidalgo no podía obviar que su trabajo y sus experiencias agrícolas se realizaban y se ponían en práctica en la localidad donde vivió durante más de cuarenta años y estas citas, así lo confirman. En estos textos se refiere a las variedades de aceituna cultivadas en Morata, las técnicas de cultivo y plantación del olivo así como a las plagas y enfermedades que afectaban a la planta:

(…) Desde que nos hizo conocer esta variedad el señor Moreno [variedad madrileña] hemos tratado de averiguar si existía en la provincia de Madrid de donde parece debió llevarse a Andalucía (...) como todas las variedades de las que damos grabados, las hemos estudiado la mayor parte por cultivarlas en nuestra propiedad de Morata de Tajuña, o por haberlas encontrado en nuestros viajes en varios puntos. (…) comparado el fruto de la aceituna madrileña con las ya descritas y que vamos a describir, en nada se parecen ni fruto ni hueso: este caso es de los muchos que en las prácticas del cultivo son difíciles de explicar.


Transpiración de la planta de olivo: Que la nutrición es más regular y provechosa a la planta cuanto más en armonía está la transpiración con la absorción, pues la falta de equilibrio hace enfermar al árbol; ésta, expuesto a un sol ardiente, tiene una transpiración, por lo regular, más activa que la absorción, y las hojas se marchitan, secan y caen» como se ve este año en el término de Morata de Tajuña.


Olivo cultivado: Ya dijimos qué distancia y profundidad; tenemos ejemplos para conocer la marcha de las raíces del olivo; ahora añadiremos que hace años arrancamos una oliva de grandes dimensiones; pero que, efecto de haberse cortado hacía muchos años las guías de las cuatro piernas [sic] que tenía estaba muy deteriorada y no llevaba fruto. El árbol medía de diámetro encima de la chopera o cepa 1 metro 50 centímetros; de aquí nacían cuatro piernas, que la menor tenía 7 metros de altura y hasta la raíz 8 metros 50 centímetros; era de la variedad cornicabra que es la que domina en este término de Morata.


Floración del olivo: Morata de Tajuña: situada en la provincia de Madrid, a seis leguas al Este, el olivo florece en los últimos días de Mayo y primeros de Junio (…).

(…) En Morata, como en las inmediaciones de Madrid, los hielos principian de ordinario ea Noviembre; pero en este mea sólo desciende el termómetro aa un grado o dos bajo O, y la máxima sube hasta 16, lo cual hace que no se suspenda la vegetación del olivo. 

Maduración de la aceituna: Morata de Tajuña, situada [como Madrid), a 40 24' 30'' y á 575 metros de altura, la aceituna madura en Diciembre, como en Barcelona, sin embargo de estar ésta en el litoral Mediterráneo y aquélla en el centro de la región central; pero esto consiste en la diferencia de latitud y de altura. 

Variedad de olivo Sevillano: Fruto. La aceituna de mayor tamaño que se conoce es la que produce la variedad llamada Sevillana. La que representa la figura 4ª procede de olivos que cultivamos en Morata, y de consiguiente, aquí la dimensión es, por término medio, dos quintos menos que en Sevilla, no eligiendo las mayores sino las regulares en tamaño.

Variedad de olivo redondillo: En la región central, en Morata, tenemos árboles que viven bien al lado de cornicabra y los fríos no le hacen daño al olivo redondillo en cuanto no lo hacen al otro; resiste el frío y es muy apto para la región septentrional (…).

Olivo empeltre: (...) es bueno para adobar, y excelente para aceite, que es el uso a que se destina, y que da en abundancia. Es muy temprano y resiste el frío perfectamente pues vive en las riberas del Ebro y en Morata.(...) Los tenemos en riego y en secano, en tierra caliza suelta y algo compacta, en olivares de cornicabra y redondillo, y el empeltre lleva todos los años desde 1860; los otros no son tan consecuentes. En secano llevan bien, pero no como en riego. Cerca de Morata, y por nuestra indicación, se han traído de Zaragoza plantas que se han puesto en Chinchón pon D. Juan Caballero y en Ciempozuelos por el general Ustáriz.

Plantación de estacas y garrotes: (…) Hay costumbres de localidad que establecen prácticas, que marcan la condición del clima, así como hay otras que no tienen razón de ser, que solo el empirismo las conserva y perpetúa.(…) en Morata, cerca de Madrid, esto es, en el centro de la región central, tenemos multiplicados ejemplos de olivos que de ambas formas hemos plantado [con estacas y garrotes] dando buen resultado; esto sentado, hacemos advertir que no hay inconveniente en seguir uno u otro método, y que puede desecharse como rutinario el supuesto de convenir uno en ciertos sitios y el otro en otro (...).

Abonos a propósito para el olivo: No es solo la falta de cosechas el mal que se advierte en la producción del olivo cuando la tierra no contiene los medios de nutrir el fruto, o son en una escala que solo permite al árbol cuajar una parte de lo que en otro caso llevaría. Entonces la poca energía de la vegetación hace que se retrase la madurez, y en los años de grandes y repetidas heladas, llegan los fríos, coge la aceituna verde, y este estado se prolonga, y sucede, como tiene lugar en algunos olivares de la región central, y en el punto que escribimos, Morata, que habrá de aplazarse la recolección hasta el mes de febrero, con el fin de madure algo más la aceituna.

La melera no la produce el kermes: (…) hemos tenido la suerte de vivir la mayor parte del tiempo en Morata, y tenemos en nuestra propiedad y en la de nuestros amigos y convecinos elementos que estudiar, y de consiguiente formularemos nuestra opinión que está fortificada con la comparación que hemos tenido lugar de hacer en Navarra, Aragón, Castilla La Mancha, Andalucía, etc; y para nosotros la mangla o negra es una cosa, y el kermes otra; y si bien ambos se desarrollan en condiciones análogas, éstas son variables, pues en terreno seco y húmedo los hemos visto juntos y separados también.

(…) La melera la hemos visto en sitios de regadío, en los olivares de las inmediaciones de Jaén, en Alicante, Almería, Morata, Aragón, Tudela y Corella, en Navarra, y esto a gran escala; (…) nosotros tenemos olivos que, expuestos al mediodía, terreno y seco y ventilado, se ha presentado y continua presentándose, cuando los años secos y alta temperatura hacen que la transpiración sea excesiva.

Barrenillo o escarabajuelo: (…) En 1870 se helaron multitud de olivos en diferentes sitios del término que escribimos, Morata de Tajuña, y pueblos colindantes; examinadas las plantas, en todas partes se veían los sitios enfermos atacados del escarabajuelo.



* José Hidalgo Tablada fue alcalde de Morata en dos periodos distintos, entre 1846 y 1850 y entre 1880 y 1885.

**En la Web de la Biblioteca Nacional de España se recoge en la sección de Datos la extensa actividad bibliográfica de José Hidalgo Tablada y las distintas ediciones de sus obras que se encuentran depositadas dicha institución. Entre todas estas obras, la que mayor éxito alcanzó, si hacemos caso al número de ediciones publicadas, cuatro, es sin duda este Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo. También hay que señalar que sobre la primera edición no hemos conseguido datos respecto a cuándo fue editada la misma.


***Que el trabajo de José Hidalgo Tablada fue muy apreciado en el sector olivarero se confirmó nada menos que 138 años después de la primera edición del trabajo de quien fuera vecino, juez y alcalde de Morata. La Editorial Maxtor, de Valladolid, realizó una reedición de la obra en el año 2010 y la Editora y Distribuidora El Olivo, S. L., una editorial especializada en tema relacionados con la olivicultura, también reeditó, dos años antes, en 2008, una edición facsímil de la segunda edición de la obra aparecida en 1870. Esta edición facsímil incluye un prólogo de María Roldán Lozano y José Cabral Fernández. 


Fuentes y bibliografía:

  • Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo. Segunda edición, corregida y aumentada con nuevos datos. Madrid, 1870. Librería de la señora viuda e hijos de D.José Cuesta, editores. Calle de Carretas, número,9. Madrid, establecimiento tipográfico de Eduardo Cuesta. Rollo, 6, bajo.

  • Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo. Tercera edición, corregida y mejorada con nuevos datos e ilustrada con 52 grabados. Librería de Luis santos. Editor sucesor de Cuesta. Calle de Carretas, nº 9. Madrid, 1921.

  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.





jueves, 11 de julio de 2024

Mayorazgos: los marqueses de Espinardo, una familia de la nobleza en la villa de Morata (Epílogo)

La Casa de Espinardo se unió, vía matrimonial, a los condes de sástago y a los marqueses de Benalúa y de Argelita 
La desaparición del mayorazgo favoreció la dispersión de sus antiguos bienes entre distintos herederos

María Francisca de Asís Vera de Aragón fue la última titular del mayorazgo de la Vega de Morata. Durante nada menos que cuarenta y nueve años la XII marquesa de Espinardo figuró como poseedora de este mayorazgo fundado a mediados del siglo XVI y que durante casi quinientos años incluyó entre sus bienes prácticamente el 15 por ciento de las tierras de regadío de la vega morateña. Con la eliminación del mayorazgo de los Espinardo la propiedad de los bienes incluidos en los mismos permaneció en el patrimonio de la familia pero ya sin las limitaciones legales que impedían, por ejemplo vender o enajenar este patrimonio, hipotecarlo o dejarlo en herencia a quien decidiera su legitimo propietario. Como epílogo a este serie en la que hemos tratado sobre la historia del mayorazgo de la Vega de Morata, tratamos esta semana sobre las décadas inmediatamente siguientes a la desaparición de dicho mayorazgo.



Cuando el 31 de diciembre de 1836 falleció en la villa de Espinardo María Francisca de Asís Vera hacia tres meses que se habían abolido los mayorazgos. Con esta desaparición, los siguientes marqueses de Espinardo dejaron de incluir entre sus títulos nobiliarios y demás privilegios familiares el de titular de la hacienda y mayorazgo de la Vega de Morata. Esta denominación dejó de figurar entre los sucesivos herederos del marquesado de Espinardo que sucedieron a María Francisca Asís de Vera en este título nobiliario, lo que no significa que la familia dejara de tener en su patrimonio los bienes que durante siglos habían permanecido vinculados al mayorazgo fundado por Fernán Rodríguez Pecha y su mujer Elvira Martínez en el siglo XIV. 

El sucesor de la última poseedora del mayorazgo en el marquesado de Espinardo, hijo de su primer matrimonio con Francisco de Paula Fernández de Córdoba Alagón de la Cerda, fue Joaquín María Fernández de Córdoba Vera de Aragón, heredero de los bienes localizados en Morata, Chinchón y Perales de Tajuña, tradicionalmente vinculados al mayorazgo que fundaran sus antepasados. En las fuentes de la época aparece normalmente citado como conde de Sástago, el título de origen aragonés que, como primogénito, había heredado de su padre.

Contamos con algunos datos que corroboran cómo Joaquín María Fernández de Córdoba, identificado en estas fuentes como conde de Sástago y marqués de Espinardo, explotaba directamente, al menos, las viñas que había heredado de su familia en Morata. En una gacetilla publicada en varios periódicos de mediados del siglo XIX se informaba cómo el heredero de la ultima titular del mayorazgo de la Vega de Morata había obtenido un galardón como cosechero de vino en la villa de Morata:

Adjudicación de premios:

En la última sesión que ha celebrado la Sociedad Económica [de Amigos del País de Madrid] la junta calificadora de las muestras de vinos y aguardientes que han optado al concurso de este año dio cuenta de haber terminado sus operaciones (...) con el dictamen en que consta la calificación que han merecido a la junta las muestras presentadas y la designación de los premios que deben adjudicarse, a saber:

(…) Un certificado de mérito al excelentísimo señor conde de Sástago, marqués de Espinardo, como cosechero y dueño que aparece ser de la muestra de vino número 6, elaborado y conservado en vasija de barro del año 1847, procedentes de las uvas llamadas jaén, tinto y malvás [sic] cosechadas en las viñas de El Mojonazo, La Torreza, Llano de Arriba y Estacada, de riego y secano, de la propiedad del expresado señor en la villa de Morata de Tajuña, provincia de Madrid.

(La España, 14 de agosto de 1849).

El texto de la noticia corrobora el hecho de que en esos años, como comentamos en semanas anteriores, aún se explotaban viñas de regadío en la vega del Tajuña y que, además, los Espinardo contaban ahora con viñas de secano, situación que no ocurría cuando se realizó el Catastro de Ensenada.

Esta actividad vitivinícola de Joaquín María Fernández de Córdoba, marqués de Espinardo y conde de Sástago, en el término municipal de Morata se confirma también con una información aparecida en la Gaceta Agrícola del Ministerio de Fomento. Esta publicación oficial incluía en 1877 una información de José Hidalgo Tablada, el que fuera alcalde de Morata, catedrático de agronomía y autor de una amplia bibliografía especializada en temas agrícolas, sobre la dedicación de Joaquín María Fernández de Córdoba al cultivo de la vid y a la elaboración de vino. Concretamente, Hidalgo Tablada relata una experiencia, en esta caso fallida, del marqués de Espinardo al intentar explotar nuevas variedades de vid, la garnacha aragonesa, en sus propiedades morateñas:

(…) Llevados de la celebridad que la uva garnacha tiene para los vinos tintos de Aragón y de algunos puntos de Navarra y Cataluña, se trajeron a Morata en 1845 plantas de garnacha roja [tinto aragonés de Madrid), y se puso una gran viña por el señor conde de Sástago; hoy no existe una cepa, pues el caldo que aquí producía el tinto aragonés era de poca fuerza y el vino de color ojo de gallo. (Gaceta Agrícola del Ministerio de Fomento, 4 de junio de 1877). No resulta casual que el conde de Sástago y marqués de Espinardo, originario como su primer título de Aragón, intentara introducir, sin mucho éxito, todo hay que decirlo, una variedad de uva muy extendida y apreciada sobre todo en la provincia de Zaragoza

En los periódicos de la época encontramos alguna otra noticia relacionada con los Espinardo-Sástago en la comarca. En 1866, ya con una nueva titular del título de los Espinardo, María de la Soledad Fernández de Córdoba y Bernaldo de Quiros, el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid publicó en 1866 la subasta de leñas propiedad de la familia en término de Perales de Tajuña:

Se venden en subasta particular las leñas de mala parda, carrasca, tomillos, y cuanta leña baja contiene el monte titulado del Litigio, término de Perales de Tajuña, propio del excmo. Sr. Conde de Sástago, Marqués de Monistrol y de Espinardo. El remate tendrá lugar el domingo 3 de septiembre en casa del Administrador de S. E., en Morata de Tajuña, donde se hallan de manifiesto las condiciones.

Evolución del patrimonio de los Espinardo tras la abolición de los mayorazgos

Con esta información podemos confirmar que los herederos de los bienes que históricamente pertenecieron al mayorazgo de la vega de Morata mantenían este patrimonio en la familia y que para su gestión se seguía usando la figura de un administrador que controlaba la explotación de estos bienes, tal como sucedió históricamente y como se reflejaba, por ejemplo, en la documentación del Catastro de Ensenada. Gracias a un texto al que hemos tenido acceso, obra de un descendiente de la familia, Luis Alfonso Vidal de Barnola, hemos podido conocer algunos datos muy interesantes sobre cómo evolucionó este patrimonio en la comarca de la vega baja del Tajuña durante la última mitad del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX.

A la muerte en 1857 de Joaquín María Fernandez de Cordóba y Vera de Aragón, fallecido en Madrid cuando ocupaba los cargos de senador vitalicio, diputado a Cortes y presidente del Canal de Isabel II, se realizó el inventario de sus bienes que sumaban 3.477.191 reales en metálico, ademas de 2.998.050 en efectos públicos, a lo que había que sumar las alhajas y otros bienes como muebles, y varios inmuebles y propiedades rústicas y urbanas en Madrid, Murcia, Bélgica, Granada, Mérida, Bullas, Vélez Blanco y Zaragoza. 

De todos estos bienes nos interesan los que pertenecían a la familia en Morata de Tajuña, Chinchón y Perales de Tajuña, las antiguas villas donde poseyeron el mayorazgo. Según el texto al que nos referimos, así se valoraban estos bienes a mediados del siglo XIX:

Administración de Morata de Tajuña: (Marquesado de Espinardo): Palacio de Morata y rústicas: 1.1613.068 reales.

Administración de Perales de Tajuña (Marquesado de Sástago): 234.671 reales.

Administración de Chinchón (Marquesado de Espinardo): 681.539 reales.

Unos años después de realizarse este inventario, una de las herederas de Joaquín Fernández de Cordoba, Hipólita Fernandez de Córdoba y Bernaldo de Quirós, recibió como herencia paterna, en 1862, diversos bienes entre los que se encontraban bienes raíces en Morata y el palacio familiar de la plazuela de Espinardo, tasados en conjunto en 403.267 reales. En el documento en el que hemos obtenido estos datos se indica sobre estos bienes de Morata:

(…) A la vista de las partidas consignadas observamos que nuestra bisabuela, [Hipólita Fernández de Córdoba]además de de la casa palacio de Santa bárbara, 1, poseía también el magnífico palacio de Espinardo (Murcia) y el de Morata de Tajuña (Madrid) que en 1926 compró el tío Joaquín, marqués de Benalúa, en 45.000 pesetas, de la testamentaría de su madre. Tanto el palacio de Espinardo como el de Morata de Tajuña, procedían de los marqueses de Espinardo, linea segunda de los Fajardo. (…) El palacio de Morata de Tajuña procedía del mayorazgo Ladrón de Guevara, entroncado con los Espinardo.(...). 

Plano del palacio de los Espinardo en Morata en 1869 (Fuente: Morata de Tajuña: Ayer y Hoy.

Hipólita Fernandez de Córdoba, propietaria del palacio de los Espinardo en Morata falleció en 1921. Antes había contraído matrimonio, a los 22 años de edad, con Luis Bertrán Escrivá de Romaní y Dusay, diputado a Cortes y marqués de Argelita. El matrimonio tuvo diez hijos, algunos de los cuales recibieron bienes localizados en Morata según los lotes realizados en beneficio de los distintos herederos:

  • Lote 7. La huerta de Morata de Tajuña*, valorada en 260.000 pesetas.

  • Lote 8. Valdelaosa, término de Morata de Tajuña, 259.000 pesetas. 

  • Lote 9. El Peñón, término de Morata de Tajuña, 258.000 pesetas.

Según la publicación que estamos analizando, en el caso de los bienes localizados en Morata así fue el reparto: un lote de Morata “a los Benalúa”, otro lote de Morata a la tía Fanny, así mismo otro de Morata a la tía Lucía. Al primero de estos lotes, adjudicado a los Benalúa, según la documentación, se unió la propiedad del palacio, que el mismo Joaquín Escrivá de Romaní y Fernández de Córdoba había adquirido a su madre por 45.000 pesetas en 1926. 

Joaquín Escrivá de Romaní y Fernández de Córdoba, el menor de los hijos varones del matrimonio entre Hipólita Fernández de Córdoba y Luis Bertrán Escrivá de Romaní, y propietario del palacio familiar de los Espinardo contrajo matrimonio con María Aguilera y Waring, 5ª marquesa de Benalúa. Bibliotecario y archivero de profesión, residió en el palacio morateño, de ahí, quizás, que adquiriera su propiedad antes del reparto de los bienes de su madre. En 1935, en la guía de teléfonos de la provincia de Madrid, aparecía el número de teléfono de Joaquín Escriba de Romaní Fernández de Córdoba, con domicilio en la plaza de Espinardo, 7. Falleció asesinado en 1936 en Morata.

Su hijo primogénito, Joaquín Escrivá de Romaní, fue el último propietario del palacio situado en la plazuela de Espinardo. Marqués consorte de Benalúa, no tuvo descendencia de su matrimonio con María Aguilera. Ejerció como alcalde de Morata entre los años 1940 y 1943

Con los años, el palacio de los Espinardo, la propiedad más emblemática incluida, al menos desde el siglo XVI en el patrimonio del mayorazgo de la Vega de Morata, fue vendido por parcelas. Curiosamente, sufrió el mismo proceso que el palacio de los Altamira. Más de quinientos años después de que se creara el mayorazgo, la presencia en el callejero de la plazuela de Espinardo, y el escudo de la familia en la iglesia parroquial, es casi el único vestigio que queda de esta familia en la villa.


*Así se refería a esta huerta Juan de Diego Arribas en su obra sobre la historia de Morata:

(…) Entre las muchas y buenas huertas de que hemos hablado ya en otro capítulo merecen especial atención dos: la titulada de Espinardo y la de angulo; la primera de la propiedad del conde de Sástago y la segunda del señor Jarava. Una y otra son espaciosas, con diversidad de plantas, árboles, flores y riquísimos frutos, lo que prueba la bondad de su tierra y abundantes aguas, cada una de ellas tiene una magnífica casa de recreo (...).


Fuentes y bibliografía:

  • Escritura de fundación de mayorazgo otorgada por Fernán Rodríguez, camarero del Rey [Alfonso XI] y su mujer, doña Elvira Martínez, camarera de la reina doña María, de Morata, Villaverde y Monasterio, aldeas de Segovia.Indice de colección de Don Luis de Salazar Castro. Volumen 49. Real Academia de la Historia.

  • Las profesiones femeninas de la nobleza y de las oligarquías urbanas en la Castilla bajomedieval. Cusas, dinámicas, privilegios y donaciones. Prieto Sayagüés, Juan Antonio. Revista Espacio, tiempo y forma. Serie III. Historia Medieval. Julio 2021.

  • Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo LXX VIII. Cuaderno I. Editorial Reus. Madrid, enero de 1921.

  • Revista de España. Vigésimo séptimo año. Tomo CXLIX. Noviembre y diciembre. Establecimiento tipográfico de Ricardo Fe. Madrid. 1891.

  • Nobleza de la Andalucía. Argote de Molina. Gonzalo. Imprenta Fernando Díaz. Sevilla, 1588.

  • Asturias Ilustrada, primitivo origen de la nobleza de España, su antigüedad. Clases, diferencias con la descendencia sucesiva de las principales familias del reino. Trelles Villademoros, Joseph Manuel. Tomo III. Madrid, 1760.

  • Documentos de Enrique III. Fondo Mercedes Gaibrois de Ballesteros.

  • Inventario de documentos existentes en el archivo de Diego Alonso de Entenza Fajardo Vera, marqués de Espinardo, realizado por el administrador Nicolás Castañón en el año 1749. Archivo Histórico de la Nobleza, ESPINARDO, C.4,D.1.

  • Relaciones topográficas de los pueblos de España. Vol. III. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1994.

  • La venta de jurisdicciones eclesiásticas en la Corona de Castilla durante el reinado de Felipe II. Faya Días, María Ángeles. Universidad de Oviedo.

  • La Casa del Rey. Cuatro siglos de historia. Torre Briceño, José Antonio de la, y otros. Ayuntamiento de Arganda del Rey, 1997.

  • La política hidráulica de Felipe II en el heredamiento de Aranjuez. De Miguel Rodríguez, Juan Carlos, Segura Graiño, Cristina. Madrid. Revista de arte, geografía e historia. Nº 1. 1998.

  • En el pleito que v.m. tiene visto entre don Beltran de Guevara, con doña Juana Otazo de Guevara, su sobrina, sobre la tenuta, y posesión de los bienes del mayorazgo que vaco por fin y muerte de don Juan Otazo de Guevara, padre de la dicha doña Juana. Biblioteca Nacional . PORCONES/298(5).

  • Un linaje aristocrático en la España de los Habsburgo: los marqueses de los Vélez. Tesis doctoral Universidad de Murcia.Raimundo A. Rodríguez Pérez. Murcia, 2010.

  • Escritura de capitulaciones acordada por Luis Fajardo, comendador del Moral en la Orden de Calatrava, y capitán general de la Real armada del mar Océano, por sí y en virtud del poder de su hijo, Juan Fajardo, almirante general de dicha armada, caballero de Calatrava, después I marqués de Espinardo, hecho en Lisboa, a 2 de julio de 1613, de una parte; y doña Juana de Guevara, viuda de Diego Fajardo, y doña Leonor María Fajardo de Guevara, de la otra, para el matrimonio que pensaba contraer esta última con el dicho Juan. Copia de 18 de julio de 1613. RAH, M.4 fol. 72r-73v.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Catastro de Ensenada. Morata de Tajuña. Tomo H-408. Interrogatorio y registro de haciendas del estado seglar.

  • Archivo Histórico Provincial de Segovia. Catastro de Ensenada. Chinchón- Rollo 97 y 98. Interrogatorio y registro de haciendas del estado seglar.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Catastro de Ensenada. Perales de Tajuña. H-510. Interrogatorio y registro de Haciendas del estado seglar.

  • Suplemento de la Gaceta del Gobierno del 20 de octubre de 1820. 

  • Periódicos y publicaciones citados en el texto.

  • Los Escrivá de Romaní, Espinardo y Sástago. Luis Alfonso Vidal de Barnola.

  • Biblioteca de la provincia de Madrid. Morata de Tajuña. Arribas, Juan de Diego. Madrid, 1891.

jueves, 4 de julio de 2024

Mayorazgos: los marqueses de Espinardo, una familia de la nobleza en la villa de Morata (VII)

En 1836 las leyes liberales pusieron fin a casi quinientos años de historia del mayorazgo de la vega de Morata.

Cuando a mediados del siglo XVIII se elabora el Catastro de Ensenada, en el que se recogen las propiedades del marquesado de Espinardo en Morata, la administración de estos bienes no había variado mucho desde la creación del mayorazgo de la Vega de Morata en el siglo XIV. Diego Manuel de Vera Fajardo, titular del marquesado de Espinardo en 1751, continuó con la práctica de arrendar los bienes adscritos al mayorazgo a vecinos de Morata, Chinchón y Perales de Tajuña como medio de rentabilizar un patrimonio que, desde hacía siglos, también tenía algunas cargas en forma de censos, capellanías y obras pías que lastraban las cuentas de los Espinardo. En 1836, la supresión de los mayorazgos significó un cambio significativo para este patrimonio con siglos de historia: a partir de ese año este patrimonio entro en el mercado y podía ser vendido o hipotecado sin ninguna limitación.


Distintas instituciones de la Iglesia eran los principales beneficiarios de los censos -créditos- que se reconocían en la documentación del Catastro de Ensenada y que, anualmente, generaban unos intereses que debían abonar los titulares del mayorazgo. En esta documentación se manifestaba, expresamente, que estos intereses anuales se pagan del producto de esta hacienda y la que goza dicho señor marqués en término de Chinchón y Perales (…). 

Entre los censos contratados con instituciones eclesiásticas destaca el que la Casa de Espinardo tenia a favor de la Iglesia de Toledo por un importe de 3.000 ducados que generaban 900 reales anuales de interés. El convento de San Martín en Madrid también poseía a su favor y contra los Espinardo un censo de 25.600 reales de principal que generaban unos intereses anuales de 768 reales y 18 maravedíes.

Un particular, vecino de la ciudad de Lugo, Joseph Antonio Santiso, era titular de un censo contra los bienes de los Espinardo por un importe de 4.000 ducados de principal y 1.320 reales de vellón de intereses anuales.

Por otra parte, las dos capellanías que dependían del mayorazgo de los Espinardo también originaban gastos anuales por un importe de 1.650 reales, en el caso de la que se mantenía en el convento de las religiosas carmelitas de Santa Ana de Madrid, y 2.732 reales por la capellanía de la que era titular el cura de Villamanrique de Tajo. Estas cargas se completaban con un censo a favor del Hospital de Pobres de la villa de Morata que generaba unos modestos intereses anuales de 17 reales y medio.

Según se especifica en la declaración que hicieron a los responsables del catastro los administradores de los Espinardo estos intereses anuales debían abonarse, por mitad, con los beneficios de los bienes localizados en Morata, 3.730 reales al año, y el resto con los beneficios del patrimonio de los marqueses de Espinardo en Chinchón y en Perales de Tajuña.

Relación de los marqueses de Espinardo titulares del mayorazgo de la vega de Morata

Desde que el 7 de agosto de 1627 Felipe IV concediera a Juan Fajardo de Tenza el título de marqués de Espinardo, los sucesivos poseedores de este marquesado tenían asociado a este título nobiliario la titularidad del mayorazgo de la Vega de Morata y así aparece reflejado en toda la documentación. A estas alturas del siglo XVII este mayorazgo, que fundaran en 1360 Fernán Rodriguez Pecha y su mujer Elvira Martínez, contaba ya con casi 300 años de historia ligados a los descendientes de los fundadores y a los apellidos Rodríguez Pecha y Guevara.

A partir de la creación del marquesado de Espinardo, la sucesión en este título, como el caso del mayorazgo de la Vega de Morata, siguió la linea de sucesión que favorecía a los primogénitos y a los varones. Con estas condiciones, desde la muerte del I marqués de Espinardo, le sucedieron en la titularidad de la casa de Espinardo los siguientes marqueses:

  • Diego Ambrosio Fajardo de Guevara y Córdoba (1631-1649), hijo del I marqués de Espinardo, murió sin descendencia.

  • Luisa Antonia Fajardo de Guevara y Córdoba (1649-1652), hermana del II marqués de Espinardo y casada Luis Felipe Ladrón de Guevara y Zúñiga. Cedió en 1652 su titulo en vida a su primogénito así como los distintos mayorazgos de los que era titular, entre ellos el de la Vega de Morata.

  • Juan Manuel Fajardo de Guevara (1652-1654), falleció a la temprana edad de 19 años, sin descendencia y le sucedió su hermano segundogénito.

  • Juan Antonio Fajardo de Guevara (1654-1663), de profesión militar y gentilhombre de cámara de Juan José de Austria. 

  • José de Guevara Fajardo y duque de Estrada (1663-1680), gentilhombre de cámara de Carlos II. La muerte accidental de su único hijo, fallecido ahogado en un estanque, y la ausencia de un familiar más cercano provocó que el marquesado pasara a su prima hermana Ana Ortiz María Ortíz de Zúñiga.

  • Ana María Ortíz de Zúñiga Leyva y Fajardo (1680-1695), accedió al marquesado por vía materna. Casada con Diego Manuel de Vera Albuquerque, gentilhombre de boca de Carlos II.

  • Juan Alonso de Vera Albuquerque y Fajardo (1695-1748), accedió al marquesado por renuncia en vida de su madre, Ana María Ortiz. Fue gobernador y capitán general de la isla Margarita y en Nicaragua y Honduras.

  • Diego Manuel de Vera Fajardo y Varona (1748-1758), gentilhombre de cámara de Felipe V e intendente de Burgos. Ostentaba la titularidad del marquesado cuando se elaboró el Catastro de Ensenada. Casado en tres ocasiones, le sucedió el hijo de su primer matrimonio con Antonia María de Cáceres y Quiñones, hija del marqués de Albuidete.

  • Francisco Antonio de Vera Tenza Fajardo y Quiñones (1758-?), mayordomo de semana de Carlos III. Casado en dos ocasiones, le sucedió en el marquesado y en el mayorazgo de la Vega de Morata el primogénito de su primer matrimonio con Francisca de Saurín y Gaitero. 

  • Joaquín Alonso Vera de Aragón Tenza y Saurín (-1787), casó con María Teresa Manuel de Villena y Mendoza, hija del marqués del Real Tesoro. 

  • María Francisca de Asís Vera de Aragón y Manuel de Villena (1787-1836), hija del XI marqués de Espinardo y dama de la Real Orden de las Damas Nobles de la Reina María Luisa. Ostento la titularidad del marquesado de Espinardo durante un largo periodo de 49 años. Casada en primeras nupcias con Francisco de Paula Fernández de Córdoba y Alagón de la Cerda, este primer matrimonio le permitió añadir al marquesado de Espinardo y otros títulos de su antepasados los condados de Sástago, Gilmes y Sacro Imperio y el marquesado de Aguilar.

    María Francisca de Asis Vera de Aragón, XII marquesa de Espinardo, última titular del mayorazgo de la Vega de Morata, pintada por Agustín Esteve en 1798 (Fuente: Museo Fundación Lázaro Galdiano).

Supresión de los mayorazgos y bienes vinculados

Cuando el 31 de diciembre de 1836 falleció en Madrid Maria Francisca de Asis Vera de Aragón, XII marquesa de Espinardo, uno de los múltiples cambios políticos ocurridos desde la muerte de Fernando VII en 1833 fue la aprobación de un decreto que significó la supresión de los mayorazgos en el reino de España. En plena I guerra carlista y durante la regencia de María Cristina de Borbón, por la minoría de edad de la reina Isabel II, se sucedieron varías leyes y decretos que, al menos en el plano legal, ponía punto y final a distintas figuras de origen medieval que aún subsistían en la España del siglo XIX: el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición (1834), los mayorazgos (1836) y los señoríos (1837) fueron sucesivamente eliminados gracias a las políticas liberales de los primeros años del reinado de Isabel II

Tanto la Inquisición como los señoríos ya habían sido objeto, desde la guerra de la Independencia y también desde la aprobación de la Constitución de Cádiz de 1812, de distintas iniciativas legales que buscaban suprimir estas instituciones. Sin embargo, la infausta vuelta de Fernando VII y el regreso a las políticas absolutistas del rey felón, propició la recuperación, al menos temporal, tanto del Santo Oficio como de los señoríos en manos de los miembros de la nobleza.

La misma situación se produjo en el caso de los mayorazgos y la vinculación de bienes: su recorrido histórico no superó el reinado de Fernando VII. La figura legal que había propiciado que durante casi quinientos años se prolongara en el tiempo el mayorazgo de la Vega de Morata, fundado por Fernán Rodriguez Pecha y Elvira Martínez, desapareció definitivamente el 3 de octubre de 1836. Ese día, la Gaceta de Madrid, el periódico oficial del reino, publicaba el decreto de las Cortes que restablecía, a su vez, otro decreto de 27 de diciembre de 1820 de supresión de toda especie de vinculaciones.

Este decreto desarrollaba en varios artículos la desaparición del ordenamiento legal de origen medieval que regulaba los mayorazgos y la vinculación de bienes. El decreto emitido por Fernando VII en pleno trienio liberal, constaba de 16 artículos en los que se fijaban cuestiones como los periodos transitorios de adaptación de la nueva legislación a la nueva realidad política o el tratamiento futuro de los distintos tipos de censos hasta su extinción. Resultan especialmente destacados los dos primeros capítulos:

Art. 1.° Quedan suprimidos todos los mayorazgos, fi­deicomisos, patronatos y cualquiera otra especie de vin­culaciones de bienes raíces, muebles, semovientes, censos, juros, foros o de cualquiera otra naturaleza, los cuales se restituyen desde ahora a la clase de absolutamente libres. 

2.° Los poseedores actuales de las vinculaciones supri­midas en el artículo anterior podrán desde luego disponer, libremente como propios de la mitad de los bienes en que aquellas consistieren; y después de su muerte pasará la otra mitad al que debía suceder inmediatamente en el mayorazgo, si subsistiese, para que pueda también disponer, de ella libremente como dueño. (…). (Decreto aprobado el 27 de octubre de 1820 y ratificado el 3 de octubre de 1836).

En la práctica, la expresión, se restituyen desde ahora a la clase de absolutamente libres con la que finaliza el artículo 1º en referencia a los  mayorazgos, fi­deicomisos, patronatos y cualquiera otra especie de vin­culaciones de bienes raíces (…) significa que el histórico mayorazgo de la Vega de Morata dejaba de existir legalmente de hecho. En el plano meramente formal, esta denominación del mayorazgo de los Espinardo, deja de parecer en las referencias de los sucesivos marqueses de Espinardo. 

En el plano material y económico, la supresión del mayorazgo significa que estos bienes que, recordemos, significaban aproximadamente el 15 por ciento de las tierras de riego de la vega morateña, podían ser vendidos, hipotecados o traspasados sin ninguna traba legal y que, como bienes libres que ya eran, no era obligatorio solicitar un permiso real para su enajenación ni tampoco eran indivisibles entre los herederos de estos bienes. 

También resulta significativo que en el corto periodo de tiempo que va desde 1820 hasta 1837, los cambios legales afectaron de manera decisiva a los tres patrimonios más importantes de la villa: la hacienda y señorío de los condes de Altamira, el mayorazgo de los marqueses de Espinardo y, por último pero no menos importante, la desamortización de los bienes que el convento que los dominicos del Rosario poseían en el término de Morata. En el caso de los Altamira, ya desde 1820 se había iniciado, con permiso de la Corona y para hacer frente a sus deudas, la enajenación de la mayor parte de su patrimonio en Morata (fincas en la vega y en el llano y el molino harinero. Los bienes de los dominicos también entraron en el mercado gracias a las leyes desamortizadoras. Y, curiosamente, fue la familia Angulo, la misma que compró el molino harinero y las fincas de regadío a los Altamira la que también se hizo con la posesión más emblemática de los frailes dominicos, su casa de labor donde se levantaría, con los años, la Casa Mac-Crohon, descendientes de los angulo. En el caso de los bienes de los Espinardo, veremos la próxima semana, en el último capítulo de la serie, como evolucionó, ya sin las limitaciones que imponía el viejo ordenamiento legal abolido en 1836, el patrimonio adscrito al desaparecido mayorazgo de la Vega de Morata. 


Fuentes y bibliografía:

  • Escritura de fundación de mayorazgo otorgada por Fernán Rodríguez, camarero del Rey [Alfonso XI] y su mujer, doña Elvira Martínez, camarera de la reina doña María, de Morata, Villaverde y Monasterio, aldeas de Segovia.

  • Indice de colección de Don Luis de Salazar Castro. Volumen 49. Real Academia de la Historia.

  • Las profesiones femeninas de la nobleza y de las oligarquías urbanas en la Castilla bajomedieval. Cusas, dinámicas, privilegios y donaciones. Prieto Sayagüés, Juan Antonio. Revista Espacio, tiempo y forma. Serie III. Historia Medieval. Julio 2021.

  • Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo LXX VIII. Cuaderno I. Editorial Reus. Madrid, enero de 1921.

  • Revista de España. Vigésimo séptimo año. Tomo CXLIX. Noviembre y diciembre. Establecimiento tipográfico de Ricardo Fe. Madrid. 1891.

  • Nobleza de la Andalucía. Argote de Molina. Gonzalo. Imprenta Fernando Díaz. Sevilla, 1588.

  • Asturias Ilustrada, primitivo origen de la nobleza de España, su antigüedad. Clases, diferencias con la descendencia sucesiva de las principales familias del reino. Trelles Villademoros, Joseph Manuel. Tomo III. Madrid, 1760.

  • Documentos de Enrique III. Fondo Mercedes Gaibrois de Ballesteros.

  • Inventario de documentos existentes en el archivo de Diego Alonso de Entenza Fajardo Vera, marqués de Espinardo, realizado por el administrador Nicolás Castañón en el año 1749. Archivo Histórico de la Nobleza, ESPINARDO, C.4,D.1.

  • Relaciones topográficas de los pueblos de España. Vol. III. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1994.

  • La venta de jurisdicciones eclesiásticas en la Corona de Castilla durante el reinado de Felipe II. Faya Días, María Ángeles. Universidad de Oviedo.

  • La Casa del Rey. Cuatro siglos de historia. Torre Briceño, José Antonio de la, y otros. Ayuntamiento de Arganda del Rey, 1997.

  • La política hidráulica de Felipe II en el heredamiento de Aranjuez. De Miguel Rodríguez, Juan Carlos, Segura Graiño, Cristina. Madrid. Revista de arte, geografía e historia. Nº 1. 1998.

  • En el pleito que v.m. tiene visto entre don Beltran de Guevara, con doña Juana Otazo de Guevara, su sobrina, sobre la tenuta, y posesión de los bienes del mayorazgo que vaco por fin y muerte de don Juan Otazo de Guevara, padre de la dicha doña Juana. Biblioteca Nacional . PORCONES/298(5).

  • Un linaje aristocrático en la España de los Habsburgo: los marqueses de los Vélez. Tesis doctoral Universidad de Murcia.Raimundo A. Rodríguez Pérez. Murcia, 2010.

  • Escritura de capitulaciones acordada por Luis Fajardo, comendador del Moral en la Orden de Calatrava, y capitán general de la Real armada del mar Océano, por sí y en virtud del poder de su hijo, Juan Fajardo, almirante general de dicha armada, caballero de Calatrava, después I marqués de Espinardo, hecho en Lisboa, a 2 de julio de 1613, de una parte; y doña Juana de Guevara, viuda de Diego Fajardo, y doña Leonor María Fajardo de Guevara, de la otra, para el matrimonio que pensaba contraer esta última con el dicho Juan. Copia de 18 de julio de 1613. RAH, M.4 fol. 72r-73v.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Catastro de Ensenada. Morata de Tajuña. Tomo H-408. Interrogatorio y registro de haciendas del estado seglar.

  • Archivo Histórico Provincial de Segovia. Catastro de Ensenada. Chinchón- Rollo 97 y 98. Interrogatorio y registro de haciendas del estado seglar.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Catastro de Ensenada. Perales de Tajuña. H-510. Interrogatorio y registro de Haciendas del estado seglar.

  • Suplemento de la Gaceta del Gobierno del 20 de octubre de 1820.