jueves, 24 de octubre de 2024

El esparto, un recurso económico para las familias más modestas (II) 

Durante el siglo XIX el esparto llegó a tener una demanda superior al cáñamo

Hasta el año 1963 el ayuntamiento de Morata subastó anualmente la explotación del esparto de los cerros concejiles

Como ya señalábamos la pasada semana a mediados del siglo XIX la explotación del esparto vivía uno de sus mejores momentos en la entonces provincia de Madrid y, más concretamente, en la comarca delimitada por lo que entonces era el partido judicial de Chinchón. En comparación con el cáñamo, otra fibra textil con mucho arraigo en la comarca, el esparto era muy demandado por una pequeña industria del ámbito rural y también por los pequeños artesanos que lo utilizaban como materia prima para elaborar utensilios de uso común.



Esta demanda del producto en bruto puso en valor los atochares o espartales que se prosperaban en los terrenos de secano de la comarca. Tanto las instituciones públicas, los ayuntamientos sobre todo, como los propietarios privados vieron en la explotación del esparto una forma de obtener un rendimiento económico tanto para los propios ayuntamientos como para los particulares que contaban con terrenos en los que prosperaban los atochares. 

En Morata, en torno a esa época de mediados del siglo XIX, nos encontramos con una situación en que tanto el Ayuntamiento como el propio conde de Altamira, como mayor propietario de la villa, explotaban indirectamente el esparto que crecía en sus propiedades. El Ayuntamiento, antes de que las leyes desamortizadoras de los bienes de propios y del común sacaran al mercado estos montes de propiedad pública, disponía tanto del esparto que crecía en la dehesa carnicera como del que se podía recolectar en el resto de los montes de los denominados cerros concejiles.

En el caso de la dehesa carnicera era habitual por entonces sacar a subasta los pastos de esta finca que formaba parte del patrimonio del Ayuntamiento desde, al menos, los años finales del siglo XVI. Tradicionalmente, los pastos de esta finca habían servido para alimentar al ganado del que se abastecía la villa, de ahí su denominación de dehesa carnicera. Una vez que la venta de carne para el consumo del vecindario se liberalizó en el siglo XIX el Concejo de la villa siguió arrendando al mejor postor no sólo los pastos de la dehesa sino también el esparto, un producto muy solicitado en esos años, y hasta las leñas utilizada para consumo doméstico. En 1857 el Boletín Oficial de Madrid publicaba el anuncio de la subasta de los pastos y el esparto de la dehesa:

Alcaldía constitucional de Morata:

En la villa de Morata de Tajuña, a pesar de haberse anunciado dos remates para la subasta del aprovechamiento del esparto de la mitad de la dehesa de propios de la misma, no ha habido licitadores, por lo que se ha señalado el día 27 del actual para la celebración de nuevo remate en las casas consistoriales (…), advirtiéndose que se admitirán posturas que cubran las dos terceras partes de la cantidad de 700 reales, en que ha sido valuado el expresado esparto por el perito agrónomo. (Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 24 de septiembre de 1857). 

Según se desprende el anuncio de la subasta, por entonces la práctica habitual para aprovechar el esparto, y permitir su regeneración, consistía en explotar cada año la mitad de las 232 hectáreas que, según la documentación, tenía de extensión una dehesa en la que crecían según esa misma documentación romeros, carrascas, espartos y pastos.

Aparte de la dehesa carnicera, el Ayuntamiento de Morata también poseía los denominados cerros concejiles. Estos cerros, situados la mayoría de ellos en los montes de la margen izquierda del Tajuña que divide el término municipal, también salieron a subasta durante el proceso de desamortización de los bienes de propiedad pública. Tradicionalmente en estos cerros se habían abastecido de esparto los jornaleros sobre los que hablábamos en la pasada entrega del blog. 

Los cerros concejiles, al igual que la dehesa, salieron a subasta, aunque algunos de ellos aún permanecieron en el patrimonio publico por falta de comprador. En la documentación de las subastas celebradas durante la desamortización de estas bienes aparecen registradas estas ventas de cerros baldíos situados, entre otros, en los parajes de Las Cabezas, El Artesón y El Fraile. Recogemos, a modo de ejemplo algunas de estas ventas:

(...) Unos cerros baldíos en El Artesón que llevan en renta Genaro Navarro, Saturnino Torre y otros. Contiene cuatro pedazos de tierra de labor, esparto y pastos. Su cabida 54 fanegas.

(…) Unos cerros baldíos en Las Cabezas conteniendo esparto, pasto y tomillos, su cabida 8 fanegas (…).

En total, incluida la propia dehesa, durante la desamortización salieron del patrimonio municipal alrededor de 1.960 fanegas. La mayor parte de esta superficie hasta entonces de uso y acceso público correspondía a los cerros donde era común recolectar libremente el esparto. A partir de las desamortizaciones, esos recursos habían sido privatizados y dejado de pertenecer a los vecinos*.

Por esos mismos años en que salió a subasta el esparto de los montes de titularidad pública también se puso en el mercado el esparto de titularidad privada. Nos referimos al patrimonio que aún conservaba en Morata el conde de Altamira. Encontramos, por ejemplo, cómo en 1856 el Diario Oficial de Avisos de Madrid publicaba el anuncio de la subasta del esparto que crecía en El Bosque:

ARRIENDO DE ESPARTO.-Se arrienda en pública subasta y por el tiempo preciso para su recolección el esparto del bosque de Morata de Tajuña, perteneciente al Excmo. Sr. conde de Altamira, cuyo doble remate se ha de celebrar el día 22 del corriente en la casa administración de aquella villa, y en la contaduría de dicho Excmo. Señor conde de Altamira, hallándose de manifiesto en ambas dependencias el pliego de condiciones bajo las cuales ha de tener efecto este remate.(Diario Oficial de Avisos de Madrid, 2 de junio de 1856).

Viejos y nuevos usos para el esparto

Además de la utilización del esparto en útiles de uso doméstico (valeos, esteras, alfombras...) o también los empleados en la agricultura (Espuertas, serones, sogas...), el esparto de la comarca tenía una gran demanda por ser la materia prima empleada en un elemento fundamental en la elaboración del aceite de oliva, tan importante para la economía de la comarca. En el tomo I del Diccionario de Agricultura, obra entre otros autores de José Hidalgo Tablada, se trata sobre estos usos más habituales del esparto:

Prensado de aceite con capachos

Esta se coloca dentro de unos capachos de esparto, los cuales se apilan en el plato inferior de la prensa. Dichos capachos son redondos, con un reborde o pestaña para contener la masa. Puesto el primer capacho sobre el plato inferior de la prensa, se llena de aceituna molida, repartiéndola con igualdad con la mano. Encima de aquél se coloca otro, que se llena de la misma manera, teniendo cuidado de que la carga vaya subiendo muy vertical, y que los capachos se coloquen bien planos, en cuya disposición han de ser comprimidos sin que se ladee la carga. 

Los capachos de esparto hasta hace pocos años habían presentado todas las ventajas de baratura, duración, limpieza y comodidad; pero desde que empezó á utilizarse esta fibra para la fabricación del papel, ha subido de precio, empeorando la calidad del que se destina aa la fabricación de capachos. Así es que no pueden éstos resistir muchas presiones consecutivas y revientan, dejando salir la masa del interior, y quedando prontamente inutilizados. En vano se ha buscado hasta ahora un medio de sustituir los capachos de esparto. Los esportines (scourlin) de crin o pelo de cabra que usan los fabricantes franceses para prensar las semillas oleaginosas, no ofrecen grandes ventajas si se atiende á su valor, mucho mayor que el de los capachos de esparto, y lo natural sería que, puesto quee podemos tener buen esparto, se destinara el mejor que se produzca para este objeto. 

Sin embargo, siendo difícil aunar los intereses del productor de esparto del fabricante de capachos y del cosechero de aceite, se han hecho y se hacen grandes esfuerzos para sustituir los capachos por medio de aparatos de hierro que, manteniendo la carga vertical mientras sufre la presión, dejen salir el aceite, recogiéndose éste fácilmente, como de ordinario, al pie de la carga (...).

El propio José Hidalgo Tablada, en su Curso de Economía Rural (tomo I) también hace referencia a otro uso menos habitual del esparto pero no por ello menos importante: su utilización en la elaboración de papel:

(…) La fibra del esparto tiene bastante consistencia cuando se beneficia y arregla con cuidado, la hebra es fina aunque por los métodos hasta ahora conocidos aparece tosca; pero no dudamos que estudiando la manera de mejorar sus aplicaciones, se obtendrían algunas más lucrativas que las existentes. En Argelia se hace papel de esparto y se usa para algunos tejidos. En España se hace cartón, en Morata hubo hace unos cuantos años una fábrica , que después se dedicó para papel de trapo (...).

Sobre este uso del esparto en la fabricación del papel hemos encontrado esta cita en la prensa de la época en la que se trata sobre este asunto en relación con la fábrica de papel de Romillo, Velasco y Cía en Morata:

En la fábrica que tienen en Morata de Tajuña los señores Romillo, Velasco y Compañóa, se está elaborando papel de varias clases, blanco y de colores por medio del esparto, haciéndose las operaciones de una manera admirable y perfecta por la limpieza con que se efectúan y la gran prontitud con que se fabrica el nuevo papel, modelo en su género. Creemos digno de recomendar a los fabricantes españoles el sistema adoptado por aquellos señores, cuyo inventor privilegiado D. Joaquín Layret (…) está dispuesto a dar pormenores sobre su invento a cuantos pretendan adoptarlo. (La Correspondencia de España, 6 de enero de 1865).

Sobre esta utilización del esparto en la fabricación de papel hemos encontrado una sola referencia más a este asunto. Se trata de un reportaje publicado en Crónica de la industria y que aparecía en las últimas décadas del siglo XIX, aunque, bien es cierto que no se cita que en la fábrica se utilizara esparto de los cerros de Morata:

La fábrica de Nuestra Señora del Rosario trabaja los trapos, las alpargatas viejas, el esparto nuevo y usado, y está haciendo ensayos para utilizar también la pasta de madera. Tienen en contra el costo considerable del arrastre, sobre todo el de combustible y el de las drogas, efecto principalmente de las tarifas elevadísimas de los ferrocarriles. En cambio la proximidad de una gran población como Madrid les facilita en buenas condiciones los trapos, esparto usado y otros residuos filamentosos. (Crónica de la Industria, 31 de enero de 1880).

La explotación del esparto en el siglo XX

Aunque hemos encontrado muy poca documentación sobre el esparto en las primeras décadas del siglo XX resulta evidente que esta materia prima continuó siendo una materia prima utilizada en la elaboración de elementos propios de la agricultura y de la industria agroalimentaria. Además, también seguía siendo la base de objetos de uso cotidiano entre las familias. 

Sí que es es cierto que las tan habituales subastas del esparto de los cerros concejiles ya no aparecían publicadas en la prensa, lo que no significa, insistimos, que el esparto dejara de recolectarse. Por el contrario, al margen de estas subastas resulta claro que el esparto aún tenía cierta importancia en la comarca si observamos cómo un medio tan importante como el Ferrocarril del Tajuña tenía tarifas especiales para el transporte de esta materia prima:

Tarifas especiales del F.C. Del Tajuña. El 19 de agosto han quedado anuladas las tarifas especiales (…) siendo sustituidas por otra especial número 1 nueva que comprende las siguientes mercancías clasificadas en siete grupos (…) 2º grupo: cereales y semillas, esparto labrado, materiales de construcción y sal. 3º grupo: abonos químicos, aceites, aceitunas, aguas minerales, aguardientes, alcoholes, azufre, baldosines y azulejos, carbón, cemento, drogas, esparto en rama (…). (Los transportes férreos, 8 de septiembre de 1903).

También hemos encontrado una luctuosa noticia relacionada con el aprovechamiento del esparto y que, de alguna manera, nos confirma que este producto seguía aportando recursos a las familias más modestas de Morata:

En el pueblo de Morata de Tajuña ocurrió, en la noche del 19 de septiembre del pasado año, un sangriento suceso, en el que fue actor principal Domingo Hilario Mesonero. 

Salió éste, montado en una burra, para recoger esparto, y el animal le hizo caer a tierra, viendo lo cual un hijo de Domingo, llamado Feliciano, échose a reír, provocando la indignación del padre, que comenzó a insultarle. Padre e hijo se acometieron, esgrimiendo los cuchillos, y Feliciano resultó muerto de una cuchillada en el corazón. (La Época, 17 de mayo de 1918).

"La Época, 17 de mayo de 1918 (Fuente: Hemeroteca Digital BNE)

Mas allá de estas noticias relacionadas con el esparto en las primeras décadas del siglo XX, tenemos que acudir a los años posteriores a la guerra civil para volver a encontrarnos con las subastas del esparto de los montes públicos tan habituales en el siglo anterior. En estos años, recordemos, España se encontraba aislada y con un comercio exterior muy reducido que provocaba a su vez una enorme carencia de materia primas. 

En este contexto económico y social, el esparto vivió un cierto resurgimiento en la posguerra que fue propiciado por las propias autoridades del país. En una publicación de la Universidad de Murcia, Contribución al estudio del esparto español, se incluía la producción en esparto de las provincias productoras de esta fibra textil. En el caso de la provincia de Madrid se cuantificaban en el año 1948 8.4833 hectáreas en las que se explotaba el esparto y una producción total de 1.737.709 kilos; es decir, si en el año 1876 se habían recolectado 793.626 kilos en los montes madrileños, unos 70 años después la producción había aumentado en casi un millón de kilos.

Para entender este incremento el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid es una buena fuente de información. En esta publicación oficial, y desde los años cuarenta hasta los primeros años de la década de los sesenta del siglo XX, nos encontramos los anuncios de las subastas para explotar los montes públicos en prácticamente todos los pueblos de la comarca. 

En el caso de Morata la primera referencia que encontramos se refiere al año 1943, cuando el 17 de julio se anunciaba la primera subasta del esparto de los cerros concejiles. A partir de esa fecha prácticamente todos los años se anunciaron estas subastas que, en algunos casos, exigían que los rematantes estuvieran inscritos en el Sindicato Nacional del Textil del Papel, de la Prensa y de Artes Gráficas. 

En estos anuncios no siempre se informaba del tipo que servía de base a la subasta, remitiéndose en ese caso a la información que se proporcionaba en las oficinas municipales, pero en otros casos sí que se ofrecía este dato. En 1954 el tipo de salida fijaba un mínimo de 50.000 pesetas y un máximo de 70.000 pesetas. Uno de los años en que se ofrecía más información sobre la subasta del esparto de los montes de propiedad municipal lo encontramos en el anuncio del año 1957. En dicho anuncio oficial se especificaba la producción de esparto que se calculaba en los montes morateños:

(…) la producción estimada es de 100.000 kilos, producción superior a la de los años anteriores, debido sin duda a la conservación que de dicho producto se viene produciendo por el Ayuntamiento, así como en atención a las condiciones climatológicas actuales.(Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 15 de julio de 1957).

En el punto cuarto también se anunciaba que el tipo mínimo para la subasta era de 90.000 pesetas y el máximo 120.000. Estas cantidades, que no eran pequeñas para la época, casi nunca se alcanzaban en la primera subasta por lo que era necesario recurrir a nuevas convocatorias hasta la adjudicación definitiva, ya sin una cantidad mínima para adjudicarse la explotación del esparto. La repetición de las subastas, por falta de pujas, se repitieron con mayor frecuencia ya en los años sesenta, cuando crecimiento económico del país y el acceso a materias primas más modernas propició un lento declive en la explotación y uso del esparto. 

En los años 1958, 1959, 1960, 1960 y 1962 hubieron de convocarse segundas y hasta terceras subastas por falta de licitadores. Era una prueba más del declive que sufría esta actividad. En 1963, según hemos comprobado en el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, el Ayuntamiento de Morata anunció la última subasta del esparto que crecía en los cerros concejiles:

(…) anuncio en el Boletín Oficial de la Provincia del pliego de condiciones que habrá de regir la subasta del aprovechamiento de esparto de los cerros concejiles, de propios, de este ayuntamiento en el presente ejercicio (…). El tipo de subasta se fija en 30.000 pesetas.(Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 21 de agosto de 1963).Significativamente, en este último año, el tipo de la subasta había descendido drásticamente hasta la cantidad de 30.000 pesetas, la mejor demostración de que el esparto había dejado de ser un recurso económicamente interesante para el Ayuntamiento de Morata y que también había dejado de ser tan recurrente como en siglos y décadas anteriores para una sociedad que se iba mostrando más permeable a las nuevos materiales.



*Por estos bienes desamortizados el Ayuntamiento recibió a cambio títulos de Deuda Pública, muy devaluados en su cotización, que de ninguna manera cubría el valor de este patrimonio público privatizado. En 1893, por ejemplo, el consistorio recibió unas 2.000 pesetas como intereses de esta deuda pública, una cantidad muy por debajo del valor de los bienes desamortizados.



Fuentes y bibliografía:

  • Datos sobre la vegetación de la comarca de Morata de Tajuña. (Madrid. España). Gavilán García, Rosario G; Díaz Sánchez, Ricardo; Casas, Inmaculada; Echevarría, Juan E. Lazaroa, vol. 11. (1989). 

  • Archivo General de Simancas. Catastro de Ensenada. Respuestas Generales. Toledo. Volumen 408. Información hecha sobre el contenido de los artículos del interrogatorio impreso. Pieza 2. Catastro de Ensenada. 

  • Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fabricas y minas de España, con inclusión de los reales decretos, ordenes, cédulas, aranceles y ordenanzas expedidas para su gobierno y fomento . Vol. II, VI y IX. Larruga, Eugenio. Imprenta de Benito Cano. Madrid, 1788, 1789.

  • Las trabajadoras madrileñas del siglo XVIII. Familias, talleres y mercados. López Barahona, Victoria. Tesis doctoral dirigida por los profesores Santos Madrazo Madrazo y José Miguel López García. Departamento de Historia Moderna, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Autónoma de Madrid. Junio de 2015. 

  • Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid y mejoras convenientes para su desarrollo. Abela y Sainz de Andino, Eduardo. Imprenta,Estereotipia y Galvanoplastia de Aribu y Cia. Madrid, 1876.

  • Anuario administrativo y estadístico de la provincia de Madrid para el año 1868. Bona, Francisco Javier de. Diputación Provincial de Madrid. Oficina Tipográfica del Hospicio. Madrid, 1869. 

  • Curso de Economía Rural Española. Tomo 1. José Hidalgo Tablada.

  • Diccionario de Agricultura, Tomo 1.

  • Contribución al estudio del esparto español. A. SOLER Y G. GUZMAN. Universidad de Murcia.

  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.

 

jueves, 17 de octubre de 2024

Esparto, un recurso económico aprovechado por las familias más modestas (I) 

Durante muchos años la manipulación del esparto mejoró las economías familiares en Morata y la comarca del bajo Tajuña

Palabras actualmente muy poco utilizadas como capazo, serón, valéo, soga estera tienen en común que se refieren a objetos cotidianos que dejaron de usarse hace muchos años y que, todos ellos, se elaboraban con una fibra textil muy extendida en Morata y en toda la comarca: el esparto. Muy ligado a las actividades agrícolas, el esparto estaba también muy presente en la vida diaria. Convenientemente manipulado, el esparto fue la materia prima que suplió a otros materiales más nobles en tiempos de escasez y que sirvió, en muchos casos, para sacar unos ingresos extra a las familias más modestas.



El esparto, nombre común o vulgar de la stipa tenacissima, es una planta muy común en Morata y en todos los municipios de la comarca. En la publicación Datos sobre la vegetación de la comarca de Morata de Tajuña se recoge cómo el espartal ocupa una amplia faja de terreno en la margen derecha del río Tajuña (solana), aunque también es muy abundante en la margen izquierda. También se define el espartal como una formación graminoide dominada por el esparto o atocha, el otro nombre con el que se conoce a la planta. 

La presencia de esparto es, por lo tanto, muy común en los terrenos de secano de toda la comarca y desde siempre ha sido utilizada por sus gentes como materia prima de todo tipo de objetos de uso diario tanto en la agricultura como en la vida diaria. Una de las primeras manifestaciones documentadas sobre la presencia del esparto en el término municipal de Morata la encontramos en los legajos del Catastro de Ensenada. Al responder al cuestionario general, las conocidas como Respuestas Generales, los informantes señalaron que el Bosque propio de los condes de Altamira se componía de una porción de olivos, algo de alamedas y lo demás son espartales y algunas encinas. 

También en el Registro General de Haciendas se señala la existencia del esparto:

(...) unos cerros con sus faldas que llaman la dehesa que tendrá como setecientas fanegas en faldas y tierras de muy mala calidad, la que es toda infructífera de espartales, sin siembra de cosa alguna ni dar de sí (…).

Aparte de estas referencias a su presencia marginal en el término municipal, nos encontramos en el Catastro de Ensenada otras citas mucho más interesantes para documentar el esparto en Morata y, sobre todo, para saber quien y cómo utilizaba esta fibra vegetal y cuál era su aprovechamiento en esos años de mediados del siglo XVIII. Nos referimos a las declaraciones individuales que realizaron los vecinos de Morata ante los jueces del catastro para dar cuenta de sus actividades y cómo obtenían sus ingresos económicos. 

En este apartado aparecen hasta nueve vecinos de la villa, que en esos años contaba con unas quinientas familias, que declaran tener algún tipo de relación con la recolección del esparto de los cerros morateños y con la venta de esta fibra. Se trata en todos los casos de vecinos que se califican a ellos mismos como jornaleros. Por su propias declaraciones, se deduce que tenían en el trabajo con el esparto una actividad secundaria para completar los ingresos familiares. Reproducimos algunas de estas declaraciones individuales del Catastro de Ensenada como muestra de esta utilización del esparto por parte de los vecinos de Morata hacia 1750:

Ángel Mudarra: (...) mi ejercicio [trabajo] jornalero, declaro que lo que poseo es una pollina que sirve para llevar una carguilla [sic] de esparto u otra cosa fuera de esta Villa (…).

Francisco García: (…) tengo dos caballerías menores que me sirven de traer esparto o leña para el gasto de mi casa (…).

Francisco de la Cuesta: (…) así mismo una borrica que la empleo en traer agua para mi casa y algunas cargas de esparto, que es lo único que tengo y poseo (…).

Miguel Blas: (…) tengo una borriquita que la ocupo en llevar cargas de esparto, melones o lo que sale fuera de esta villa, esto los días que no tengo jornal que ganar (…).

Joseph Carrasco: tengo una pollina que esta me sirve para traer una carga de esparto y leña el día que no tengo donde ganar un jornal.

Joseph de las Heras: (...) tengo de familia a [mi hijo] Manuel, de edad de diez y ocho años, este se ocupa en venir a coger una carga de esparto y llevarla a San Martín a vender con una pollina que tengo.

Juan de la Cuesta: (…) vivo de coger un haz de esparto para mantenerme por estar impedido y no poder ganar un jornal.

Jacinto Ortiz: (…) mi ejercicio el de un pobre espartero sin más hacienda que una casa. (…) Mas tengo una borrica que sirve para el ministerio de ir para una carga de esparto y otras cosas necesarias al servicio de mi casa.

Juan Ximénez: (…) también tengo una burra para el tráfico de mi casa y llevar algunas cargas de leña y esparto a vender fuera.

Con estas declaraciones individuales al catastro comprobamos como estos vecinos, todos ellos de origen modesto, jornaleros, utilizaban el esparto como recurso para sobrevivir, en unos casos recogiéndolo para venderlo fuera de Morata o, también, para su uso propio. 

La recolección del esparto que, recordemos, crecía en los cerros concejiles de propiedad comunal, era una actividad que también era muy frecuente en otros pueblos de la comarca. En una serie de obras publicadas unos años después de la elaboración del Catastro de Ensenada, las Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fabricas y minas de España, con inclusión de los reales decretos, ordenes, cédulas, aranceles y ordenanzas expedidas para su gobierno y fomento, de Eugenio Larruga, se hace referencia a la manufacturas del esparto existentes por entonces (1788-1790):

(…) Para estas manufacturas hay en Madrid un gremio que su mayor ganancia consiste en comprar esteras fabricadas en otras Provincias, y revenderlas al tiempo del estero : regularmente se emplea también en hacer soga, ataderos y otras obras. Los pueblos de la Provincia que conocen esta industria, son lllana y Brea [de Tajo] que fabrican sogas, lías, ramales y medianas (…) (Vol. II). 

En el volumen VI de estas Memorias se informa sobre el precio que alcanzaba el esparto en esos años de finales del siglo XVIII, dos reales en bruto, y en el volumen IX se especifica con más detalle la dedicación de los vecinos de pueblos de la comarca al trabajo con el esparto:

(…) En la villa de Fuentidueña hay fabrica de esparto: sus labores son maromas de barca, de noria y pozo; sobrecargas, soga carretera, novillera; terciado corto y largo; y sogas malas para hachones de viento. Fabricarán al año como 220 arrobas. 

(…) En la villa de Valdaracete se fabrican ruedos, y al año como 168, El esparto lo compran de los pueblos inmediatos, y del que va de tierra de Murcia.

(…) En la villa de Estremera se emplea la mayor parte de su vecindario en la manufactura de esparto; labrando peludos, cubiertas, lías , cordel, etc. Se regula por un decenio que se consumen de 260 arrobas de esparto al año. 

(…) Los pobres jornaleros de la villa de Villarejo de Salvanés, fabrican para su manutención el esparto en sobrecargas, maromillas, cuerdas, terciado y otros géneros. 

(…) En el término de la villa de Perales de Tajuña hay abundancia de espartales, que anualmente se venden a forasteros por la Junta de propios, y los vecinos el esparto que se les señala le fabrican en soguilla, que llaman curtida, de la que al año sacan á vender a Madrid, y otras partes, como 100 cargas. 

Estas informaciones sobre el trabajo con el esparto y los objetos que se elaboraban con esta fibra coinciden con los datos que recogía el Catastro de Ensenada en Morata: con mayor o menor dedicación, el esparto era una actividad secundaria a la que se dedicaban los jornaleros para completar sus ingresos. Es cierto que en pueblos como Fuentidueña, con una fábrica, y Estremera, Valdaracete o, incluso Villarejo de Salvanés, el sector del esparto parece que tenía más importancia que en Morata, mientras que en Perales se cita la venta del esparto de los cerros comunales a forasteros y las manufacturas con este material por parte de los vecinos.

En un trabajo que trata sobre estos años del siglo XVIII, Las trabajadoras madrileñas del siglo XVIII. Familias, talleres y mercados, se analiza la relación existente entre el trabajo femenino y la manipulación del esparto:

(…) Por el contrario, en las Vegas del Tajo y Tajuña, es la pobreza derivada de la carencia de tierras y recursos comunales lo que arrastra a los campesinos a la industria del esparto 

En el esparto y el cáñamo, la hilaza es tarea femenina y la distribución cosa de hombres. Cuando el volumen de producción aumenta, la unidad doméstica incorpora trabajadores asalariados 

Por estas fechas [último cuarto del siglo XVIII], en el campo castellano aún sobrevive descapitalizada la industria textil artesanal de base doméstica que se compagina con las tareas agrícolas, como vimos en el capítulo 2. En la provincia de Madrid, destacábamos los núcleos de Chinchón, Colmenar de Oreja, Valdemoro, Colmenar Viejo, Fuenlabrada y Getafe, dedicados a la pañería, mientras que en pueblos de las vegas del Tajo, Henares y Tajuña se transforman las fibras del esparto y el cáñamo (…). 


Planta del esparto o atocha

El esparto en el partido judicial de Chinchón en el siglo XIX

Los datos sobre la explotación del esparto en Morata y en la comarca en el siglo XVIII podrían indicar que su influencia en la economía de los habitantes de estas villas, que con el tiempo pasarían a conformar el partido judicial de Chinchón, era de escasa importancia y menor, en cualquier caso, que la del cáñamo, otro cultivo de fibra textil muy extendido en la comarca desde, al menos, el siglo XV. 

En comparación con el cáñamo, pese a que podría parecer lo contrario, el esparto mantuvo su presencia en estos pueblos como materia prima de pequeñas manufacturas relacionadas con la agricultura: esportones, capazos, espuertas, serones y otros utensilios utilizados en el campo y los hogares se seguían fabricando en el siglo XIX con el esparto de los montes mientras que el cáñamo, más importante en siglos anteriores, había perdido presencia en las vegas regadas por el Tajuña en favor de otros cultivos más rentables como las hortalizas o, incluso las viñas. 

Para confirmar esta realidad que se produce en el siglo XIX respecto al cáñamo y el esparto contamos con dos fuentes documentales muy fiables, el Anuario administrativo y estadístico de la provincia de Madrid, de Francisco Javier Bona (1869), y la Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid y mejoras convenientes para su desarrollo, de Eduardo Abela (1876).

En la primera de esta obras, el Anuario administrativo, aparece una estadística determinante sobre ambos cultivos en los pueblos que integraban por entonces el partido judicial de Chinchón. En 1868 sólo se contabilizaron 2.525 arrobas de cáñamo frente a 55.511 arrobas anuales de esparto.

Unos años después, en 1876 Eduardo Abela, en su memoria sobre la agricultura madrileña, también recalca la importancia del esparto en el partido judicial de Chinchón frente al declive del cáñamo:

(…) En los terrenos yermos o eriales de esta zona [partido judicial de Chinchón] se cría mucho y muy fino esparto, tanto en la parte caliza como en la de yesos, de cuyo producto hacen cada día más importante industria algunos de los pueblos de aquel partido. Esparto, que cada día crece en importancia, y representa 793.626 kilogramos; principalmente en Chinchón, una sexta parte en Getafe y algo en Alcalá de Henares. 

(…) Los productos más notables de textiles y tintóreas se refieren en la provincia a la utilización de plantas espontáneas , como la que del esparto se hace principalmente en el partido de Chinchón; poco en Alcalá de Henares y Getafe. También la utilización del zumaque donde presenta mayor interés es en Chinchón, y muy reducido hasta ahora en Torrelaguna. 

Por estos años del siglo XIX también se generalizó una práctica en relación con el esparto inexistente en el siglo XVIII. Los municipios comenzaron a rentabilizar los espartales que crecían en los cerros de su propiedad y subastaron la explotación anual de las atochas. Esto no significa que no se mantuviera la actividad, más reducida en relación a décadas anteriores, de las familias más modestas que aprovechaban el esparto para pequeños trabajos artesanales. Sobre estas adjudicaciones, que se mantuvieron con altibajos hasta los años sesenta del siglo pasado, trataremos la próxima semana. 



Fuentes y bibliografía:

Datos sobre la vegetación de la comarca de Morata de Tajuña. (Madrid. España). Gavilán García, Rosario G; Díaz Sánchez, Ricardo; Casas, Inmaculada; Echevarría, Juan E. Lazaroa, vol. 11. (1989). 

Archivo General de Simancas. Catastro de Ensenada. Respuestas Generales. Toledo. Volumen 408. Información hecha sobre el contenido de los artículos del interrogatorio impreso. Pieza 2. Catastro de Ensenada. 

Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fabricas y minas de España, con inclusión de los reales decretos, ordenes, cédulas, aranceles y ordenanzas expedidas para su gobierno y fomento . Vol. II, VI y IX. Larruga, Eugenio. Imprenta de Benito Cano. Madrid, 1788, 1789.

Las trabajadoras madrileñas del siglo XVIII. Familias, talleres y mercados. López Barahona, Victoria. Tesis doctoral dirigida por los profesores Santos Madrazo Madrazo y José Miguel López García. Departamento de Historia Moderna, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Autónoma de Madrid. Junio de 2015. 

Anuario administrativo y estadístico de la provincia de Madrid para el año 1868. Bona, Francisco Javier de. Diputación Provincial de Madrid. Oficina Tipográfica del Hospicio. Madrid, 1869.

Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid y mejoras convenientes para su desarrollo. Abela y Sainz de Andino, Eduardo. Imprenta, Estereotipia y Galvanoplastia de Aribu y Cia. Madrid, 1876.





 

jueves, 10 de octubre de 2024

Registro de morateños pasajeros al nuevo mundo (II)

La mayoría de los vecinos de Morata que viajaron a America lo hicieron como criados de miembros del clero o funcionarios de la Corona

Francisco Bravo escribano en Perú dejó una cuantiosa herencia a sus herederos en Morata

El camino que iniciaron en el siglo XV los primeros vecinos de Morata en viajar al continente americano, tuvo su continuidad en el siguiente siglo. Según los registro de la Casa de la Contratación de Sevilla, donde se conserva toda la documentación delos nuevos territorios de las Indias, la mayoría de estos pasajeros respondían al mismo patrón: religiosos, o también, criados al servicio de funcionarios de la Corona o de otros religiosos. Todos ellos, como veíamos la pasada semana, tuvieron que pasar por el proceso de probar que ellos mismos, y sus ascendientes, eran cristianos viejos.



En el expediente para conseguir la licencia de pasajero a Indias de Gregorio Páez de Andrade encontramos un buen ejemplo de vecino y natural de Morata que viaja al continente americano como criado al servicio de un religioso. Además, en este caso se dio también la circunstancia de que Gregorio Páez de Andrade viajó a la provincia del Perú como criado de otro morateño, el jesuita Alonso Mexía.

Sin embargo, la presencia de religiosos originarios de Morata en Perú no comenzó con este Alonso Mexía sino con otro morateño, Esteban Páez*, perteneciente también a la orden de los jesuitas.

Para poder pasar a su destino junto al jesuita Alonso Mexía, Gregorio Páez de Andrade hubo de pasar por todo el proceso de probanza habitual para conseguir la licencia de pasajero. Este proceso se inició en Morata en el mes de enero de 1609, ante el alcalde ordinario de la villa: Diego de la Fuente:

(…) Rodrigo Sánchez Páez vecino de esta villa de Morata como padre y legítimo administrador (….) de los bienes de Gregorio Páez de Andrade, (...) que al dicho mi hijo le conviene hacer información de su libertad, vida y costumbres y otras cosas al poder pasar en los reinos del Perú en las Indias (…).

Para que testificaran en favor de la intención de Gregorio Páez de partir hacia Perú, se plantearon las siete preguntas habituales sobre la limpieza de sangre del solicitante y sus ascendientes -padres y abuelos paternos y maternos-, la legitimidad de su nacimiento y las otras cuestiones que le permitían obtener la licencia de pasajero. Para ello presentó a los testigos Pedro de Madrid, hijodalgo; Juan Galiano, el viejo; Gerónimo Mexía; Gaspar Carrasco; Alonso de Peces, el viejo, y Pedro Pareja. Los testimonios favorables a Gregorio Páez de Andrade, de catorce años de edad -el más joven de los morateños documentados que pasaron al continente americano-, fueron recogidos en el expediente que firmó el propio alcalde ordinario de Morata Diego de la Fuente y el escribano Diego Pérez de Escamilla. Una vez analizado el expediente, el joven Gregorio Paéz de Andrade recibió su licencia de Pasajeros:

En la ciudad de Sevilla en la Casa de la Contratación a veinte y siete días del mes de febrero de mil seiscientos y nueve (...) los jueces y oficiales de la dicha Casa dijeron que daba y dieron licencia a Gregorio Páez de Andrade para que pueda pasar y pase a la provincia del Perú por soltero y criado del padre jesuita Alonso Mexía de la Compañía de Jesús que (…). 

Con la misma condición de criado de un miembro del clero encontramos a otro pasajero a Indias que consiguió su licencia de pasajero solo unos pocos años después de Gregorio Páez de Andrade. En 1612, Juan de Almoguer Negrete también consiguió probar ante las autoridades que cumplía con los requisitos exigidos para desplazarse hasta la ciudad de Trujillo, también en Perú, como criado y miembro del séquito que acompañó al obispo Jerónimo de Cárcamo. El expediente de probanza se inició en 1611, el 14 de septiembre, con la solicitud presentada ante el consistorio de Morata de la información de los testigos:

(...) compareció Juan de Almoguer Negrete presentó una información e interrogatorio firmada de su nombre y el licenciado Diego Gil Ramírez del tenor siguiente:

Juan de Almoguer Negrete, vecino de esta villa, como mejor en derecho puedo (…) a causa de pasar a las Indias me conviene hacer información de mi libertad, vida y costumbres, filiación y otras cosas (…). 

A continuación expresa las preguntas habituales, siete, sobre si conocen al peticionario, a sus padres y abuelos así como si es hijo de matrimonio legítimo. En el expediente aparecen los nombres de su padre, Diego Gil Ramírez, y de su madre, María Páez. Como abuelos paternos aparecen Diego Gil Negrete y Ana de Almaguer y como abuelos maternos Pedro Sánchez Páez y María (…). En el expediente también se hace mención de los hermanos de Juan de Almoguer Negrete, ya residentes en Perú.

Diego Pérez de Escamilla, escribano; Melchor Mexía de Palacios, del estado de los hijosdalgo; Francisco Escobar, el viejo; el clérigo Pedro Sánchez Carretero; Diego Mexía, el viejo, hijodalgo notorio, fueron quienes presentaron testimonio a favor de Juan de Almoguer Negrete, en una declaración que fue certificada por el escribano de número de la villa de Morata Alonso Pérez de Vivero. Examinada esta información, se le concedió licencia de pasajero:

En Sevilla en la Casa de Contratación de las Indias a veinte y seis días del mes de enero de mil y seiscientos y doce años, los señores jueces y oficiales por S. M. en la dicha casa dijeron que daban y dieron licencia a Juan de Almoguer Negrete para que pueda pasar y pase a la ciudad de Trujillo (…) criado de Jerónimo de Cárcamo obispo de la dicha ciudad de Trujillo (…)

En el año 1614 otro morateño formó parte del séquito de un obispo con sede en las Indias. Alonso de Escobar, natural y vecino de Morata, acompañó a Juan Zapata y Sandoval a su sede episcopal en Chiapas. En abril de ese año de 1614 se inició el expediente de información y probanza:

En la villa de Morata a veinticuatro días del del mes de abril de mil seiscientos catorce años ante el alcalde ordinario Alonso de Meco compareció Francisco de Escobar como padre de Alonso de Escobar (…) digo que para pasar a Indias a Nueva España en servicio del obispo (….) tiene necesidad de hacer información de cómo es cristiano viejo, libre y soltero y no pariente de los Pizarro y demás de los que está prohibido el pasaje a las Indias, mande examinar los testigos que presenta del tenor de las preguntas siguientes (…).

Las preguntas hacían referencia a Francisco Escobar y Catalina de Pareja, padre y madre del solicitante de la licencia de pasajero a Indias; a Francisco Escobar y María Sánchez del Moral, abuelos paternos, y a Luis de Pareja y Teresa de Valencia, abuelos maternos. Las siguientes preguntas trataban sobre si los testigos sabían que Alonso Escobar era hijo legítimo de Francisco Escobar y Catalina de Pareja, si Alonso de Escobar y sus antecesores son cristianos viejos y limpios de toda sangre, si saben que es de edad de diez y ocho años y que no tiene prohibido pasar a las Indias. 

Francisco Escobar presentó por testigos a Melchor Mexía; Diego Mexía, el viejo; Pedro de Madrid, Antonio de la Fe, y Francisco de Contreras que presentaron su testimonio de que cumplía con las condiciones exigidas para obtener la licencia de pasajero a Indias. El 28 de abril de 1614 se le da la escritura con los testimonios firmada por Alonso Pérez del Vivero, escribano del número de la villa de Morata. En el mes de junio, obtiene la licencia en la Casa de la Contratación 

En Sevilla, en la casa de la contratación de las Indias a seis días del mes de junio de mi seiscientos y catorce y ante los jueces y oficiales de la dicha Casa dijeron de daba y dieron licencia a Alonso Escobar para que pueda pasar y pase a la provincia de Chiapas por soltero y criado de (…) Fray Juan Zapata y Sandoval, obispo de la dicha provincia (…).

Del siguiente morateño que consiguió obtener licencia para pasar a los nuevos territorios de la monarquía española únicamente contamos con el expediente conjunto en el que parecen registrados los religiosos que se desplazaron en 1644 a las islas Filipinas. En este año, Martín de Santiago, procurador general y comisario de los franciscanos descalzos en Filipinas, presentó los nombres de 24 religiosos que se iban a desplazar a las islas en su compañía. Entre ellos se encontraba un fraile originario de Morata del que únicamente conocemos que viajó como fray Cristóbal de Toledo y de quien desconocemos sus apellidos civiles.

El último expediente con información sobre una persona originaria de Morata y con destino a las Indias corresponde a la única mujer que hemos localizado en la documentación conservada en el archivo de la Casa de la Contratación. Se trata de Lucía Jiménez, natural de Morata, que inició el expediente de información y licencia de pasajero para acompañar como criada a Sebastián de Guzmán y Córdoba, contador y juez oficial de la Real Hacienda de Mexico.

El expediente para la correspondiente licencia lleva fecha de 8 de junio de 1675. En ese año Sebastián de Guzmán y Cordoba, nombrado alto funcionario de la Corona, se desplaza al continente americano para ejercer su cargo en la Real Hacienda de México. Viajaba acompañado de su mujer ; Lucía Gallo, dos criados y dos criadas y un esclavo negro. Una de estas criadas es la vecina de Morata Lucía Jiménez, hija de Pedro Jiménez y de Francisca de Berlanga, también vecinos y naturales de Morata. 

La solicitud de información de Lucía Jimenez, residente en Madrid donde trabajaba como sirvienta, fue presentada en Morata por su tío, Manuel Jiménez. La información como era obligatorio se refería a sus progenitores, Pedro Jiménez y María de Berlanga; a Pedro Jiménez Carretero y María Martínez de Hornos, abuelos paternos, y Alonso Berlanga y Catalina Gutierrez, abuelos maternos, todos ellos vecinos de Morata y de ascendencia y sangre de cristianos viejos

Ante Gerónimo de Casanova, alcalde ordinario de Morata, se presentan el seis de junio de mil seiscientos y setenta y cinco años, los testimonios en favor de la petición de Lucía Jiménez por parte de los testigos Thomás Mexía de Palacios, Pedro Jiménez, el mayor; Juan Mexía; Alonso de Peces y el licenciado Cristóbal Ruiz de Castañeda, comisario del Santo Oficio de la Inquisición. Todos ellos confirmaron también que la peticionaria era soltera. El siete de junio, el alcalde Gerónimo de Casanova firma, junto con el escribano Alonso Sánchez, la certificación de los testimonios en favor de Lucía Jiménez.

Con toda esta documentación en su poder, Lucía Jiménez ya podía acompañar a Sebastián de Guzman a tierras americanas, aunque surgió un imprevisto que pudo abortar el viaje: la perdida del expediente que le permitía obtener su licencia de pasajero. Ante estea circunstancia, Sebastián de Guzmán solicitó el 25 de junio poder presentar en Cadiz, y no en Sevilla, la licencia correspondiente a Lucia Jimenez. El contador del rey, en efecto, solicito dicha licencia en Cadiz el 28 de junio para continuar el viaje. En esa fecha, Sebastián de Córdoba firmó un documento certificando que Lucía, de edad de treinta años, mediana de cuerpo, delgada, blanca (…), cumplía las condiciones exigidas para viajar al nuevo continente.


Requerimiento a los herederos De Francisco Bravo en Morata (Fuente: PARES)

Qué fue de los pasajeros a Indias originarios de Morata

Si sobre las circunstancias que permitieron el viaje de los vecinos de Morata a tierras americanas contamos con la información que ofrece el Archivo General de Indias no sucede lo mismo a la hora de conocer cómo se desenvolvieron en su destino. Tampoco sabemos si alguno de ellos regresó de su aventura en los territorios de ultramar. Únicamente en un caso, el del escribano Francisco Bravo, tenemos noticia de algunas de sus vivencias y de cómo se ganó la vida durante su estancia en Perú. Estos datos nos llegaron, curiosamente, gracias a un extenso documento, Autos sobre bienes de difuntos de Francisco Bravo Pantoja, que recoge todo el expediente que se generó con motivo de su fallecimiento en Castrovirreyna, la ciudad en la que ejerció como escribano durante varios años.

En esta ciudad, fundada en el año 1591y que creció en torno a sus minas de plata y oro, Francisco Bravo ejerció como escribano tal como se registra en varios documentos de la época entre 1592 y 1598. Estos documentos se referían en la mayor parte de ellos, a transacciones relacionadas con la actividad minera.

Por el expediente de bienes de difuntos, conservado en la Casa de la Contratación de Sevilla, conocemos que Francisco Bravo falleció en la Ciudad de los Reyes en el año 1605. En la villa de Morata, su lugar de origen y donde residía antes de partir hacía el Perú, también habían nacido sus tres hermanas: Paula Bravo, casada en la villa de Barajas con Francisco Salcedo; María Bautista, casada con Luis Fernández de Orive, y Ana Fernández Pantoja, casada con Miguel Mexía de Palacios. 

En su testamento**, otorgado en el año 1603, su hermano les había legado a cada una de ellas la cantidad de 2.000 ducados. Sin embargo, tal como consta en el expediente, Francisco Bravo también había nombrado universal heredero de sus bienes en Perú a Antonio Correa, receptor del Santo Oficio de la Ciudad de los Reyes. Este heredero, tras el fallecimiento de Francisco Bravo en abril de 1605, renunció a la herencia, según consta en el expediente con fecha de 29 de diciembre de 1605.

Ante esta renuncia, y una vez que fueron liquidadas las deudas del difunto y subastados sus bienes en su lugar de residencia, sus legítimas herederas universales, a falta de descendientes directos, eran sus hermanas o los herederos de las mismas.

Conocedoras de la existencia de la herencia, Ana Fernández Pantoja y María Bautista, las hermanas supervivientes, y los sobrinos, hijos de Paula Bravo, ya fallecida, iniciaron un largo proceso legal en el que debían demostrar que eran hermanas legítimas de Francisco Bravo y por lo tanto las únicas herederas de los bienes de su hermano Francisco Bravo. En el año 1606 iniciaron este proceso que incluía declaraciones de testigos que confirmaron que eran hermanas del fallecido y por lo tanto sus herederas. De hecho, según estos testigos, antes de partir hacia el Perú, Francisco Bravo ya había instituido como herederas a sus hermanas de los bienes que poseía en Morata. 

Para ejercer sus derechos, y que les representaran ante la Casa de la Contratación de Sevilla, donde estaban depositados los bienes en metálico que había sido repatriados desde el Perú como pertenecientes a su difunto hermano, María Bautista y Ana Fernández Pantoja otorgaron poderes a sus respectivos maridos, Luis Fernández y Miguel Mexía de Palacios. Estos poderes también representaban los intereses de María de Salcedo y Diego Rodriguez de Salcedo, hijos de la fallecida Paula Bravo y sobrinos y herederos de Francisco Bravo.

Ante la Casa de la Contratación actuaron por tanto como representantes de las hermanas y sobrinos de Francisco Bravo sus cuñados para hacerse cargo de una herencia cuyo importe certificó la Casa de la Contratación de Sevilla:

Yo, don Antonio López Calatayud, juez contador por su Majestad en la Casa de la Contratación de iIndias de esta ciudad de Sevilla: doy fe (...)

Francisco Bravo Pantoja

Ha de haber en diez y ocho de enero de mil y seiscientos y catorce años cuatrocientos y noventa y ocho mil y cincuenta y tres maravedíes [Equivalentes a mil novecientos noventa y siete pesos de plata, como se indica en otros documentos del expediente] (…) que por bienes suyos se trajeron en plata y reales de la provincia de tierra firme el año pasado de mil y seiscientos y trece (…).

En Sevilla a seis de febrero de febrero de 1614.

Para recibir esta cantidad, y dar fin al expediente, los representantes de los herederos presentaron el siguiente escrito en el que solicitaban se les entregase la herencia:

(…) digo que por bienes del susodicho [Francisco Bravo Pantoja] han venido y están en esta Casa [de la Contratación de Sevilla], cuatrocientos y noventa y ocho mil y cincuenta y tres maravedíes los cuales mis partes [herederos] los han de haber como hermanas y sobrinos del susodicho como consta de estas informaciones hechas en la naturaleza del dicho difunto en virtud de carta de diligencias de vista con los demás recados e informaciones (…).

A Vss pido y suplico mande en virtud de los dichos recados adjudicar al dicho mi parte (representante] en los dichos nombres la dicha cantidad y pido justicia para ello (...). 


*Sobre el padre jesuitta Esteban Páez, nacido en Morata, ya publicamos su biografía en varias entregas en el blog entre el 11 de octubre y el 7 de noviembre de 2017.

http://historiamorata.blogspot.com/2017/10/esteban-paez-un-jesuita-morateno-en.html

http://historiamorata.blogspot.com/2017/10/esteban-paez-un-jesuita-morateno-en_18.html

http://historiamorata.blogspot.com/2017/10/esteban-paez-un-jesuita-morateno-en_25.html

http://historiamorata.blogspot.com/2017/11/esteban-paez-un-jesuita-morateno-en.html

http://historiamorata.blogspot.com/2017/11/esteban-paez-un-jesuita-morateno-en_7.html



** En su testamento Francisco Bravo declara que es mozo soltero y que no había sido casado. También declara que en casa de su primo Alonso Fernández Pantoja, receptor del Santo Oficio en Toledo, una criada con la que había tratado le dijeron que había parido hace 20 años, poco más o menos, aunque yo nunca vi (…) mando que se den por enterados mis albaceas de que esto tiene alguna (…) de ser verdad y si esta hija o hijo estuvieren vivos le den limosna o si no a la madre. En el testamento también cita a un hermano, Juan Bravo Pantoja, muerto en Potosí y del que no hay rastro documental en la Casa de la Contratación de Sevilla, lo que demuestra que muchos pasajeros a tierras americanas nunca fueron registrados como tales.



Fuentes y bibliografía:

  • Los Pasajeros a Indias. Sainz Varela, José Antonio. Éxodo y documentos. Tábula, estudios archivísticos de Castilla y León. Salamanca, 1992.

  • Archivo General de Indias. Pasajeros L.2, E.3773. Cristóbal de Sepúlveda.

  • Archivo General de Indias. Pasajeros L.2, E.4970. Juan Ruiz de Berlanga.

  • Archivo General de Indias. Pasajeros L.2, E.4969. Juan Ruiz de Arganda.

  • Archivo General de Indias. Pasajeros L.2, E.4968. Diego Alonso.

  • Real Provisión a Francisco Bravo, natural de la villa de Morata, dándole título de notario de Indias (extracto). Archivo General de Indias, INDIFERENTE, 426, L.28, F.66R.

  • Archivo General de Indias, INDIFERENTE, 2099, N.3. Expediente para pasar a Perú y Nueva Granada 1590-91. Francisco Bravo.

  • Archivo General de Indias. Contratación. 5240, N.1, R.39. Francisco Bravo.

  • Archivo General de Indias. LIMA, 179.B, N.61. Francisco Bravo.

  • Archivo General de Indias. Contratación, 5314, N.1, R.19. Gregorio Páez de Andrade.

  • Archivo General de Indias. Contratación 5330, N.7. Juan de Almoguer Negrete.

  • Archivo General de Indias. Contratación 5342, N.34. Alonso de Escobar. 

  • Archivo General de Indias, Consejo de Indias.FILIPINAS, 85, N.100. Cristóbal de Toledo.

  • Archivo General de Indias. Contratación, 5440.N.2, R.16. Lucía Jiménez.

  • Autos sobre bienes de difuntos de Francisco Bravo Pantoja. Archivo General de Indias. Contratación, 316A, N.1, R.1.

  • Las primeras mitas de Apurímac al servicio de las minas de Castrovirreyna, 1591-1599. Maldonado Pimentel, Ángel; Estacio Tamayo, Venancio Alcides. Lima, Perú, marzo de 2012.

jueves, 3 de octubre de 2024

Registro de morateños pasajeros al nuevo mundo (I)

Cristóbal de Sepúlveda, primer morateño en obtener la licencia de pasajero a Indias 1537

Francisco Bravo, también originario de Morata, viajó y ejerció de notario en Peru

Desde la primera llegada de las carabelas de Cristóbal Colón a las nuevas tierras de América, entonces todavía conocidas como las Indias, cientos de miles de personas procedentes de la península y súbditos de los reyes católicos se desplazaron hasta el nuevo continente. Estos viajeros, o pasajeros en la terminología de la época, podían tener múltiples motivos para realizar un viaje difícil y arriesgado que, en muchas ocasiones, no tenía billete de vuelta. Sobre los vecinos y naturales de Morata que, según la documentación consultada, cruzaron el océano entre los siglos XV y XVIII trataremos en estas entregas del blog sobre estos morateños pasajeros al nuevo mundo



El flujo migratorio entre el reino de España y el continente americano entre finales del siglo XV y comienzos del siglo XIX podría cuantificarse, según distintos especialistas, entre 400.000 y 500.000 pasajeros. En estas cifras se incluirían aquellos pasajeros que cumplieron con la exigente normativa que trataba de regular, desde 1518, estos desplazamientos. Naturalmente, entre los pasajeros a Indias no faltaron quienes eludieron los controles impuestos por las autoridades. Entre los pasajeros que sí que pasaron los filtros, instaurados por primera vez por Carlos I, encontramos a varios vecinos de Morata que aparecen en los registros y archivos de la época en los que se recogen los datos de quienes, por distintos motivos, se arriesgaban a realizar este arriesgado viaje.

Es el Archivo General de Indias, creado en 1785 por iniciativa de Carlos III para reunir toda la documentación relacionada con los territorios ultramarinos, el que aún conserva toda la documentación generada. Hasta su creación esta ingente volumen documental se encontraba disperso en distintos archivos localizados en ciudades como Cádiz y Sevilla y la localidad vallisoletana de Simancas. 

Pos otra parte, para localizar a los pasajeros que se desplazaron hasta America existen dos fuentes fundamentales localizadas ambas en la conocida como Sección de Contratación del Archivo General de Indias (AGI): las denominadas Informaciones y licencias de pasajeros y los Libros de asientos de pasajeros. En ambos casos, esta documentación de la Casa de la Contratación incluye datos comprendidos entre los años 1534 y 1790, año este último en el que suprimió la propia Casa de la Contratación.

En el primero de los casos, las informaciones y licencias de pasajeros, contienen información muy extensa sobre los pasajeros e incluyen, además de las averiguaciones sobre su limpieza de sangre* y todo tipo de información muy variada sobre los solicitantes de la licencia de viaje. Mucho más limitadas son las informaciones que aparecen en los libros de asientos de los pasajeros. En este caso, los datos se limitan a transcribir la filiación del viajero, la de sus progenitores y la vecindad de los mismos y el nombre de la embarcación y el maestre que comandaba la navegación hasta el destino americano que también figuraba junto al resto de datos del pasajero.

La documentación de los primeros pasajeros morateños

La documentación que se conserva de los vecinos de Morata y que viajaron a lo que entonces se conocía como las Indias o Nueva España -y que hemos podido documentar en el archivo digital Portal de Archivos Españoles, PARES- cronológicamente se inicia con Cristóbal de Sepúlveda. De este vecino de Morata, pionero al menos en la documentación en su viaje al continente americano, sabemos que era hijo de Jerónimo de Sepúlveda y de Constanza Zapata, vecinos de Morata, que se desplazó hasta San Juan de Puerto Rico. El expediente en el que se conservan los datos sobre Cristóbal de Sepúlveda, perteneciente a lo que se conocía como Libro de Pasajeros solo nos dan información sobre su embarque a su destino el 26 de mayo de 1537.

Cristóbal de Sepúlveda, del que desconocemos el motivo o la justificación de su viaje es el primer morateño registrado con destino a América, lo que no debe de significar, insistimos, en que fuera realmente el pionero de los pasajeros vecinos de Morata. Curiosamente, los siguientes vecinos de Morata registrados como pasajeros lo hicieron muy poco tiempo después y en la misma fecha del año 1538. 

Concretamente, es el 25 de junio de ese año de 1538 cuando la documentación del Archivo General de Indias incluye los datos de tres vecinos naturales de Morata: Diego Alonso, Juan Ruiz de Arganda y Juan Ruiz de Berlanga. En los tres casos, su filiación y otros datos, como el nombre del padre y de la madre y su vecindad en Morata aparecen correlativamente en el mismo legajo: Diego Alonso en el segundo lugar del folio 114, Juan Ruiz de Arganda en el tercer lugar del mismo folio y Juan Ruiz de Berlanga en el cuarto lugar. En los tres casos, aparece como su destino el virreinato de Nueva España, sin especificar mas datos y que viajaron en la nao de Gines (…). Que los tres pasajeros vecinos de Morata nos puede inducir a pensar que viajaron juntos y con el mismo destino. De los tres pasajeros sólo hemos podido recabar más datos sobre un Juan Ruiz de Berlanga, vecino de Morata, que en 1499 recibió merced de escribano y notario de la corte y reino. De su padre, Alonso Ruiz de Berlanga, también vecino de Morata, sabemos que en 1518 pleiteó ante la Sala de los Hijosdalgo de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid.

Solicitud de licencia de pasajero a Indias de Francisco Bravo (Fuente: PARES)

Probanza y licencia de pasajeros de Francisco Bravo, escribano en Perú

El limitado soporte documental de estos primeros morateños de los que tenemos constancia que obtuvieron la licencia de pasajeros varía notablemente al tratar sobre Francisco Bravo, un vecino de Morata que, según la documentación consultada que se conserva el Archivo General de Indias, viajo al continente americano a finales del siglo XVI no sin antes, según esta misma documentación, conseguir la licencia para ejercer como escribano en la provincia de Perú por un periodo que, en principio, se limitaba a tres años. 

Antes de realizar este viaje a Perú, con el fin de ejecutar la cobranza de cierta herencia, Francisco Bravo solicitó ser examinado como escribano público y como tal realizó la solicitud obligada: 

En San Lorenzo y a ocho de septiembre de mil y quinientos y noventa años se despachó una notaría de las Indias para Francisco Bravo, natural de la villa de Morata, y que fue examinado en el consejo con un signo como este [aparece dibujado en el documento el signo notarial] y con las (…) ordinarias firmadas de su mano y refrendado de Juan de Ibarra, su secretario y librado del Consejo.

Al año siguiente, en mayo de 1591, el aspirante a escribano en América solicita le sean realizadas las pruebas que certifiquen su idoneidad para ejercer el oficio y la licencia de pasajero que ya posee, y de la que también trataremos:

(…) Francisco Bravo, vecino de la villa de Morata (…) digo que me fue librada licencia para pasar en el nuevo reino de Granada a la cobranza de cierta hacienda y para ello me conviene ir proveido [sic] de la licencia de escribano de aquellos reinos (…). 

Por tanto pido y suplico (…) que yo sea admitido al examen para el dicho efecto para lo cual hago presentación de la dicha licencia e información (…) de como concurren las calidades necesarias para ser tal escribano y no ser de los prohibidos de pasar a aquellas partes que en ello se me hará gran bien (…)

Francisco Bravo

Madrid, 31 de mayo de 1591.

Conseguida su licencia para ejercer como escribano, Francisco Bravo inició el obligatorio y preceptivo expediente de información o en otra expresión de la época la probanza para obtener la licencia que le permitiera embarcar con destino a Perú. Este expediente, que tiene fecha de inicio del 16 de enero de 1592, era el trámite imprescindible que la Corona española exigía a quienes aspiraban a viajar hasta el continente americano. El extenso expediente que recoge esta probanza se inicia con la solicitud al rey de licencia de pasajero:

(…) Francisco Bravo Pantoja, vecino de la villa de Morata, digo que a mí me conviene hacer información (...) soy hijo legítimo de Juan Alonso Bravo y de Sabina Fernández Pantoja, mis padres, vecinos de esta villa de Morata, ya difuntos, los cuales han sido y son cristianos viejo, limpios de toda (...) de moros judíos ni penitenciado por el santo Oficio de la Inquisición (…) debiendo pasar al mar océano y que soy hombre de buena estatura, moreno de rostro (…) de veinte y cinco años cumplidos (…).

La referencia a su características físicas del solicitante de la licencia, como veremos, resultaban imprescindibles para evitar que la documentación fuera utilizada por alguien distinto que no hubiera pasado por un proceso de probanza que, como hemos señalado, no era muy distinto al que se exigía para demostrar la condición de hidalgo o para ingresar en una de las órdenes militares. Para demostrara esta limpieza de sangre debían de aportarse los testimonios necesarios, debidamente autentificados por autoridades y escribanos de la localidad de residencia del solicitante y también de los lugares de donde procedían sus progenitores y abuelos paternos y maternos. Sobre las preguntas a los testigos se señala en el expediente:

¡(…) Primeramente sean preguntados si conocen al dicho Francisco Bravo a cuyo pedimento se hace esta probanza y si conocieron a Juan Alonso Bravo y Sabina Fernández Pantoja, y a Diego Alonso Bravo y a Francisca (…) de Mora su mujer, padres del dicho Juan Alonso Bravo,y si conocieron a Alonso Fernández Pantoja y su mujer María (…) su mujer, vecinos de la villa de Valdemoro (...) padres de la dicha Sabina Fernández Pantoja. 

Estas preguntas y las restantes que hacían referencia a su edad, nacimiento y fecha de bautismo, así como las declaraciones testificales, hasta nueve testigos en la villa de Morata, que confirmaban su limpieza de sangre. Un proceso similar se realizó en la villa de Valdemoro, lugar de origen de sus abuelos maternos y de su madre.

En enero de 1592, en la la Casa de Contratación de las Indias en la ciudad de Sevilla, se emite un documento que otorga la licencia de pasajero a Francisco Bravo:

(…) los señores jueces, oficiales (…) de esta dicha casa dijeron que daban y dieron licencia de pasajero a Francisco Bravo para que pueda pasar y pase al Peru (...) en virtud de una cédula de su majestad (…).

La cédula a la que se refieren los responsables de la Casa de la Contratación de Sevilla también está incorporada al expediente e incluye una descripción muy detallada de las características físicas de Francisco Bravo:

El Rey

A los presidente, jueces y oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla (…) dejéis pasar a las provincias del Perú a Francisco Bravo, hijo de Alonso Bravo y Sabina Fernández Pantoja, vecino de la villa de Morata, de edad de veinte y cinco años, de buen cuerpo, moreno de rostro barbinegro con un lunar en el lado izquierdo junto a la barba (…) no es casado (…).

En San Lorenzo a seis de julio de mil quinientos noventa y un años (…).

Concedida la licencia de pasajero a Indias en su poder, el vecino de Morata Francisco Bravo, escribano de ofició, se trasladó a las provincias del Perú. Al no contar con el Libro de Asiento de Pasajeros, en el que se registraba la filiación de los viajeros, el nombre de sus progenitores y su vecindad, desconocemos la fecha exacta en que Francisco Bravo a su destino en Perú. El rastro documental de Francisco Braco lo recuperamos unos años después, en 1603. Ya asentado en su destino de la ciudad de Castrovirreina, y sobradamente sonbrepasados los tres años de su licencia inicial, Francisco Bravo solicita que se confirme su oficio de escribano que, recordemos, había obtenido previamente a su viaje al continente americano:

Francisco Bravo, escribano público del cabildo [de minas] y regidor de Castrovirreina, en la provincias del Perú, digo que el dicho oficio [de escribano] se remató para él en Juan Verdugo, vecino de la dicha ciudad, como el mayor ponedor en cinco mil y seiscientos pesos de ocho reales cada peso, y habiendo cumplido con las condiciones del remate en la forma de la paga, le dio el virrey de aquel reino título del dicho oficio con que dentro de tres años llevase aprobación y confirmación del mismo como parece por los recaudos que presenta a V. M. pide y suplica le mande dar título del dicho oficio en la forma acostumbrada (...).

El virrey y gobernador del Perú, Luis de Velasco, emitió un oficio en el que manda despachar el título una vez que Francisco Bravo se comprometió a abonar a la hacienda la cantidad reseñada en el escrito anterior. Este nombramiento permitió a Francisco Bravo ejercer su oficio hasta su fallecimiento en tierras americanas. Este fallecimiento dio inicio a un largo y extenso proceso legal para que sus herederos en Morata recibieran los bienes de Francisco Bravo. Sobre estas circunstancias y sobre los demás vecinos y naturales de Morata de los que hemos comprobado su viaje al continente americano trataremos la próxima semana.



*Como en tantos otros procesos -reconocimiento de hidalguía, acceso a las órdenes militares o a cargos burocráticos de la Corona- el requisito de la limpieza de sangre también formaba parte de las probanzas que se exigían para recibir la licencia de pasajero a Indias. Para probar ante las autoridades esta limpieza de sangre, y la ausencia de antepasados moros y judíos, los aspirantes a viajar al nuevo continente debían remontarse hasta sus abuelos maternos y paternos, sus padres y él mismo. No haber sido reconciliado, condenado, por el Santo Oficio de la Inquisición era otra circunstancia que los solicitantes de licencia debían demostrar ante las autoridades. El procedimiento para probar la limpieza de los orígenes era el habitual en otros casos: la presentación de los testimonios por parte de los testigos que conocían al solicitante y sus antecesores y que estos testimonios favorables fueran confirmados por las autoridades locales del su lugar de vecindad y certificados por escribanos públicos. 


Fuentes y bibliografía:

  • Los Pasajeros a Indias. Sainz Varela, José Antonio. Éxodo y documentos. Tábula, estudios archivísticos de Castilla y León. Salamanca, 1992.

  • Archivo General de Indias. Pasajeros L.2, E.3773. Cristóbal de Sepúlveda.

  • Archivo General de Indias. Pasajeros L.2, E.4970. Juan Ruiz de Berlanga.

  • Archivo General de Indias. Pasajeros L.2, E.4969. Juan Ruiz de Arganda.

  • Archivo General de Indias. Pasajeros L.2, E.4968. Diego Alonso.

  • Real Provisión a Francisco Bravo, natural de la villa de Morata, dándole título de notario de Indias (extracto). - Archivo General de Indias, INDIFERENTE, 426, L.28, F.66R.

  • Real Provisión a Francisco Bravo, natural de la villa de Morata, dándole título de notario de Indias (extracto). - Archivo General de Indias, INDIFERENTE, 426, L.28, F.66R.

  • Francisco Bravo - Archivo General de Indias, INDIFERENTE, 2099, N.3. Expediente para pasar a Perú y Nueva Granada 1590-91. 

  • Francisco Bravo. Archivo General de Indias. Contratación. 5240, N.1, R.39.

  • Francisco Bravo. Archivo General de Indias. LIMA, 179.B, N.61.