El esparto, un recurso económico para las familias más modestas (II)
Durante el siglo XIX el esparto llegó a tener una demanda superior al cáñamo
Hasta el año 1963 el ayuntamiento de Morata subastó anualmente la explotación del esparto de los cerros concejiles
Como ya señalábamos la pasada semana a mediados del siglo XIX la explotación del esparto vivía uno de sus mejores momentos en la entonces provincia de Madrid y, más concretamente, en la comarca delimitada por lo que entonces era el partido judicial de Chinchón. En comparación con el cáñamo, otra fibra textil con mucho arraigo en la comarca, el esparto era muy demandado por una pequeña industria del ámbito rural y también por los pequeños artesanos que lo utilizaban como materia prima para elaborar utensilios de uso común.
Esta demanda del producto en bruto puso en valor los atochares o espartales que se prosperaban en los terrenos de secano de la comarca. Tanto las instituciones públicas, los ayuntamientos sobre todo, como los propietarios privados vieron en la explotación del esparto una forma de obtener un rendimiento económico tanto para los propios ayuntamientos como para los particulares que contaban con terrenos en los que prosperaban los atochares.
En Morata, en torno a esa época de mediados del siglo XIX, nos encontramos con una situación en que tanto el Ayuntamiento como el propio conde de Altamira, como mayor propietario de la villa, explotaban indirectamente el esparto que crecía en sus propiedades. El Ayuntamiento, antes de que las leyes desamortizadoras de los bienes de propios y del común sacaran al mercado estos montes de propiedad pública, disponía tanto del esparto que crecía en la dehesa carnicera como del que se podía recolectar en el resto de los montes de los denominados cerros concejiles.
En el caso de la dehesa carnicera era habitual por entonces sacar a subasta los pastos de esta finca que formaba parte del patrimonio del Ayuntamiento desde, al menos, los años finales del siglo XVI. Tradicionalmente, los pastos de esta finca habían servido para alimentar al ganado del que se abastecía la villa, de ahí su denominación de dehesa carnicera. Una vez que la venta de carne para el consumo del vecindario se liberalizó en el siglo XIX el Concejo de la villa siguió arrendando al mejor postor no sólo los pastos de la dehesa sino también el esparto, un producto muy solicitado en esos años, y hasta las leñas utilizada para consumo doméstico. En 1857 el Boletín Oficial de Madrid publicaba el anuncio de la subasta de los pastos y el esparto de la dehesa:
Alcaldía constitucional de Morata:
En la villa de Morata de Tajuña, a pesar de haberse anunciado dos remates para la subasta del aprovechamiento del esparto de la mitad de la dehesa de propios de la misma, no ha habido licitadores, por lo que se ha señalado el día 27 del actual para la celebración de nuevo remate en las casas consistoriales (…), advirtiéndose que se admitirán posturas que cubran las dos terceras partes de la cantidad de 700 reales, en que ha sido valuado el expresado esparto por el perito agrónomo. (Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 24 de septiembre de 1857).
Según se desprende el anuncio de la subasta, por entonces la práctica habitual para aprovechar el esparto, y permitir su regeneración, consistía en explotar cada año la mitad de las 232 hectáreas que, según la documentación, tenía de extensión una dehesa en la que crecían según esa misma documentación romeros, carrascas, espartos y pastos.
Aparte de la dehesa carnicera, el Ayuntamiento de Morata también poseía los denominados cerros concejiles. Estos cerros, situados la mayoría de ellos en los montes de la margen izquierda del Tajuña que divide el término municipal, también salieron a subasta durante el proceso de desamortización de los bienes de propiedad pública. Tradicionalmente en estos cerros se habían abastecido de esparto los jornaleros sobre los que hablábamos en la pasada entrega del blog.
Los cerros concejiles, al igual que la dehesa, salieron a subasta, aunque algunos de ellos aún permanecieron en el patrimonio publico por falta de comprador. En la documentación de las subastas celebradas durante la desamortización de estas bienes aparecen registradas estas ventas de cerros baldíos situados, entre otros, en los parajes de Las Cabezas, El Artesón y El Fraile. Recogemos, a modo de ejemplo algunas de estas ventas:
(...) Unos cerros baldíos en El Artesón que llevan en renta Genaro Navarro, Saturnino Torre y otros. Contiene cuatro pedazos de tierra de labor, esparto y pastos. Su cabida 54 fanegas.
(…) Unos cerros baldíos en Las Cabezas conteniendo esparto, pasto y tomillos, su cabida 8 fanegas (…).
En total, incluida la propia dehesa, durante la desamortización salieron del patrimonio municipal alrededor de 1.960 fanegas. La mayor parte de esta superficie hasta entonces de uso y acceso público correspondía a los cerros donde era común recolectar libremente el esparto. A partir de las desamortizaciones, esos recursos habían sido privatizados y dejado de pertenecer a los vecinos*.
Por esos mismos años en que salió a subasta el esparto de los montes de titularidad pública también se puso en el mercado el esparto de titularidad privada. Nos referimos al patrimonio que aún conservaba en Morata el conde de Altamira. Encontramos, por ejemplo, cómo en 1856 el Diario Oficial de Avisos de Madrid publicaba el anuncio de la subasta del esparto que crecía en El Bosque:
ARRIENDO DE ESPARTO.-Se arrienda en pública subasta y por el tiempo preciso para su recolección el esparto del bosque de Morata de Tajuña, perteneciente al Excmo. Sr. conde de Altamira, cuyo doble remate se ha de celebrar el día 22 del corriente en la casa administración de aquella villa, y en la contaduría de dicho Excmo. Señor conde de Altamira, hallándose de manifiesto en ambas dependencias el pliego de condiciones bajo las cuales ha de tener efecto este remate.(Diario Oficial de Avisos de Madrid, 2 de junio de 1856).
Viejos y nuevos usos para el esparto
Además de la utilización del esparto en útiles de uso doméstico (valeos, esteras, alfombras...) o también los empleados en la agricultura (Espuertas, serones, sogas...), el esparto de la comarca tenía una gran demanda por ser la materia prima empleada en un elemento fundamental en la elaboración del aceite de oliva, tan importante para la economía de la comarca. En el tomo I del Diccionario de Agricultura, obra entre otros autores de José Hidalgo Tablada, se trata sobre estos usos más habituales del esparto:
Prensado de aceite con capachos
Esta se coloca dentro de unos capachos de esparto, los cuales se apilan en el plato inferior de la prensa. Dichos capachos son redondos, con un reborde o pestaña para contener la masa. Puesto el primer capacho sobre el plato inferior de la prensa, se llena de aceituna molida, repartiéndola con igualdad con la mano. Encima de aquél se coloca otro, que se llena de la misma manera, teniendo cuidado de que la carga vaya subiendo muy vertical, y que los capachos se coloquen bien planos, en cuya disposición han de ser comprimidos sin que se ladee la carga.
Los capachos de esparto hasta hace pocos años habían presentado todas las ventajas de baratura, duración, limpieza y comodidad; pero desde que empezó á utilizarse esta fibra para la fabricación del papel, ha subido de precio, empeorando la calidad del que se destina aa la fabricación de capachos. Así es que no pueden éstos resistir muchas presiones consecutivas y revientan, dejando salir la masa del interior, y quedando prontamente inutilizados. En vano se ha buscado hasta ahora un medio de sustituir los capachos de esparto. Los esportines (scourlin) de crin o pelo de cabra que usan los fabricantes franceses para prensar las semillas oleaginosas, no ofrecen grandes ventajas si se atiende á su valor, mucho mayor que el de los capachos de esparto, y lo natural sería que, puesto quee podemos tener buen esparto, se destinara el mejor que se produzca para este objeto.
Sin embargo, siendo difícil aunar los intereses del productor de esparto del fabricante de capachos y del cosechero de aceite, se han hecho y se hacen grandes esfuerzos para sustituir los capachos por medio de aparatos de hierro que, manteniendo la carga vertical mientras sufre la presión, dejen salir el aceite, recogiéndose éste fácilmente, como de ordinario, al pie de la carga (...).
El propio José Hidalgo Tablada, en su Curso de Economía Rural (tomo I) también hace referencia a otro uso menos habitual del esparto pero no por ello menos importante: su utilización en la elaboración de papel:
(…) La fibra del esparto tiene bastante consistencia cuando se beneficia y arregla con cuidado, la hebra es fina aunque por los métodos hasta ahora conocidos aparece tosca; pero no dudamos que estudiando la manera de mejorar sus aplicaciones, se obtendrían algunas más lucrativas que las existentes. En Argelia se hace papel de esparto y se usa para algunos tejidos. En España se hace cartón, en Morata hubo hace unos cuantos años una fábrica , que después se dedicó para papel de trapo (...).
Sobre este uso del esparto en la fabricación del papel hemos encontrado esta cita en la prensa de la época en la que se trata sobre este asunto en relación con la fábrica de papel de Romillo, Velasco y Cía en Morata:
En la fábrica que tienen en Morata de Tajuña los señores Romillo, Velasco y Compañóa, se está elaborando papel de varias clases, blanco y de colores por medio del esparto, haciéndose las operaciones de una manera admirable y perfecta por la limpieza con que se efectúan y la gran prontitud con que se fabrica el nuevo papel, modelo en su género. Creemos digno de recomendar a los fabricantes españoles el sistema adoptado por aquellos señores, cuyo inventor privilegiado D. Joaquín Layret (…) está dispuesto a dar pormenores sobre su invento a cuantos pretendan adoptarlo. (La Correspondencia de España, 6 de enero de 1865).
Sobre esta utilización del esparto en la fabricación de papel hemos encontrado una sola referencia más a este asunto. Se trata de un reportaje publicado en Crónica de la industria y que aparecía en las últimas décadas del siglo XIX, aunque, bien es cierto que no se cita que en la fábrica se utilizara esparto de los cerros de Morata:
La fábrica de Nuestra Señora del Rosario trabaja los trapos, las alpargatas viejas, el esparto nuevo y usado, y está haciendo ensayos para utilizar también la pasta de madera. Tienen en contra el costo considerable del arrastre, sobre todo el de combustible y el de las drogas, efecto principalmente de las tarifas elevadísimas de los ferrocarriles. En cambio la proximidad de una gran población como Madrid les facilita en buenas condiciones los trapos, esparto usado y otros residuos filamentosos. (Crónica de la Industria, 31 de enero de 1880).
La explotación del esparto en el siglo XX
Aunque hemos encontrado muy poca documentación sobre el esparto en las primeras décadas del siglo XX resulta evidente que esta materia prima continuó siendo una materia prima utilizada en la elaboración de elementos propios de la agricultura y de la industria agroalimentaria. Además, también seguía siendo la base de objetos de uso cotidiano entre las familias.
Sí que es es cierto que las tan habituales subastas del esparto de los cerros concejiles ya no aparecían publicadas en la prensa, lo que no significa, insistimos, que el esparto dejara de recolectarse. Por el contrario, al margen de estas subastas resulta claro que el esparto aún tenía cierta importancia en la comarca si observamos cómo un medio tan importante como el Ferrocarril del Tajuña tenía tarifas especiales para el transporte de esta materia prima:
Tarifas especiales del F.C. Del Tajuña. El 19 de agosto han quedado anuladas las tarifas especiales (…) siendo sustituidas por otra especial número 1 nueva que comprende las siguientes mercancías clasificadas en siete grupos (…) 2º grupo: cereales y semillas, esparto labrado, materiales de construcción y sal. 3º grupo: abonos químicos, aceites, aceitunas, aguas minerales, aguardientes, alcoholes, azufre, baldosines y azulejos, carbón, cemento, drogas, esparto en rama (…). (Los transportes férreos, 8 de septiembre de 1903).
También hemos encontrado una luctuosa noticia relacionada con el aprovechamiento del esparto y que, de alguna manera, nos confirma que este producto seguía aportando recursos a las familias más modestas de Morata:
En el pueblo de Morata de Tajuña ocurrió, en la noche del 19 de septiembre del pasado año, un sangriento suceso, en el que fue actor principal Domingo Hilario Mesonero.
Salió éste, montado en una burra, para recoger esparto, y el animal le hizo caer a tierra, viendo lo cual un hijo de Domingo, llamado Feliciano, échose a reír, provocando la indignación del padre, que comenzó a insultarle. Padre e hijo se acometieron, esgrimiendo los cuchillos, y Feliciano resultó muerto de una cuchillada en el corazón. (La Época, 17 de mayo de 1918).
"La Época, 17 de mayo de 1918 (Fuente: Hemeroteca Digital BNE)Mas allá de estas noticias relacionadas con el esparto en las primeras décadas del siglo XX, tenemos que acudir a los años posteriores a la guerra civil para volver a encontrarnos con las subastas del esparto de los montes públicos tan habituales en el siglo anterior. En estos años, recordemos, España se encontraba aislada y con un comercio exterior muy reducido que provocaba a su vez una enorme carencia de materia primas.
En este contexto económico y social, el esparto vivió un cierto resurgimiento en la posguerra que fue propiciado por las propias autoridades del país. En una publicación de la Universidad de Murcia, Contribución al estudio del esparto español, se incluía la producción en esparto de las provincias productoras de esta fibra textil. En el caso de la provincia de Madrid se cuantificaban en el año 1948 8.4833 hectáreas en las que se explotaba el esparto y una producción total de 1.737.709 kilos; es decir, si en el año 1876 se habían recolectado 793.626 kilos en los montes madrileños, unos 70 años después la producción había aumentado en casi un millón de kilos.
Para entender este incremento el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid es una buena fuente de información. En esta publicación oficial, y desde los años cuarenta hasta los primeros años de la década de los sesenta del siglo XX, nos encontramos los anuncios de las subastas para explotar los montes públicos en prácticamente todos los pueblos de la comarca.
En el caso de Morata la primera referencia que encontramos se refiere al año 1943, cuando el 17 de julio se anunciaba la primera subasta del esparto de los cerros concejiles. A partir de esa fecha prácticamente todos los años se anunciaron estas subastas que, en algunos casos, exigían que los rematantes estuvieran inscritos en el Sindicato Nacional del Textil del Papel, de la Prensa y de Artes Gráficas.
En estos anuncios no siempre se informaba del tipo que servía de base a la subasta, remitiéndose en ese caso a la información que se proporcionaba en las oficinas municipales, pero en otros casos sí que se ofrecía este dato. En 1954 el tipo de salida fijaba un mínimo de 50.000 pesetas y un máximo de 70.000 pesetas. Uno de los años en que se ofrecía más información sobre la subasta del esparto de los montes de propiedad municipal lo encontramos en el anuncio del año 1957. En dicho anuncio oficial se especificaba la producción de esparto que se calculaba en los montes morateños:
(…) la producción estimada es de 100.000 kilos, producción superior a la de los años anteriores, debido sin duda a la conservación que de dicho producto se viene produciendo por el Ayuntamiento, así como en atención a las condiciones climatológicas actuales.(Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 15 de julio de 1957).
En el punto cuarto también se anunciaba que el tipo mínimo para la subasta era de 90.000 pesetas y el máximo 120.000. Estas cantidades, que no eran pequeñas para la época, casi nunca se alcanzaban en la primera subasta por lo que era necesario recurrir a nuevas convocatorias hasta la adjudicación definitiva, ya sin una cantidad mínima para adjudicarse la explotación del esparto. La repetición de las subastas, por falta de pujas, se repitieron con mayor frecuencia ya en los años sesenta, cuando crecimiento económico del país y el acceso a materias primas más modernas propició un lento declive en la explotación y uso del esparto.
En los años 1958, 1959, 1960, 1960 y 1962 hubieron de convocarse segundas y hasta terceras subastas por falta de licitadores. Era una prueba más del declive que sufría esta actividad. En 1963, según hemos comprobado en el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, el Ayuntamiento de Morata anunció la última subasta del esparto que crecía en los cerros concejiles:
(…) anuncio en el Boletín Oficial de la Provincia del pliego de condiciones que habrá de regir la subasta del aprovechamiento de esparto de los cerros concejiles, de propios, de este ayuntamiento en el presente ejercicio (…). El tipo de subasta se fija en 30.000 pesetas.(Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 21 de agosto de 1963).Significativamente, en este último año, el tipo de la subasta había descendido drásticamente hasta la cantidad de 30.000 pesetas, la mejor demostración de que el esparto había dejado de ser un recurso económicamente interesante para el Ayuntamiento de Morata y que también había dejado de ser tan recurrente como en siglos y décadas anteriores para una sociedad que se iba mostrando más permeable a las nuevos materiales.
*Por estos bienes desamortizados el Ayuntamiento recibió a cambio títulos de Deuda Pública, muy devaluados en su cotización, que de ninguna manera cubría el valor de este patrimonio público privatizado. En 1893, por ejemplo, el consistorio recibió unas 2.000 pesetas como intereses de esta deuda pública, una cantidad muy por debajo del valor de los bienes desamortizados.
Fuentes y bibliografía:
Datos sobre la vegetación de la comarca de Morata de Tajuña. (Madrid. España). Gavilán García, Rosario G; Díaz Sánchez, Ricardo; Casas, Inmaculada; Echevarría, Juan E. Lazaroa, vol. 11. (1989).
Archivo General de Simancas. Catastro de Ensenada. Respuestas Generales. Toledo. Volumen 408. Información hecha sobre el contenido de los artículos del interrogatorio impreso. Pieza 2. Catastro de Ensenada.
Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fabricas y minas de España, con inclusión de los reales decretos, ordenes, cédulas, aranceles y ordenanzas expedidas para su gobierno y fomento . Vol. II, VI y IX. Larruga, Eugenio. Imprenta de Benito Cano. Madrid, 1788, 1789.
Las trabajadoras madrileñas del siglo XVIII. Familias, talleres y mercados. López Barahona, Victoria. Tesis doctoral dirigida por los profesores Santos Madrazo Madrazo y José Miguel López García. Departamento de Historia Moderna, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Autónoma de Madrid. Junio de 2015.
Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid y mejoras convenientes para su desarrollo. Abela y Sainz de Andino, Eduardo. Imprenta,Estereotipia y Galvanoplastia de Aribu y Cia. Madrid, 1876.
Anuario administrativo y estadístico de la provincia de Madrid para el año 1868. Bona, Francisco Javier de. Diputación Provincial de Madrid. Oficina Tipográfica del Hospicio. Madrid, 1869.
Curso de Economía Rural Española. Tomo 1. José Hidalgo Tablada.
Diccionario de Agricultura, Tomo 1.
Contribución al estudio del esparto español. A. SOLER Y G. GUZMAN. Universidad de Murcia.
Publicaciones y periódicos citados en el texto.