Visitador de la provincia del Perú
La
labor de Esteban Páez como padre provincial de la compañía de
Jesús en México se extendió por espacio de cinco años. En 1599 el
general de la orden, padre Aquaviva, encomendó al jesuita morateño
la misión de recorrer como visitador la provincia del Perú, la más
extensa de la orden. Junto a su secretario, el padre Juan Juárez,
Esteban Páez inició el viaje a su nuevo destino y el 31 de julio de
1599 llegaba a Lima.
La
temprana muerte de su secretario, acaecida a los pocos meses de su
llegada a Perú, obligó a Esteban Páez a designar a Diego de Torres
Bollo para este cargo. El padre Torres, junto con el provincial del
Perú, padre Rodrigo de Cabredo, y el propio Páez iniciaron en el
mes de octubre el recorrido por las numerosas casas y colegios que la
orden poseía en la extensa provincia americana.
Su
designación como visitador de la extensa provincia del Perú marcó
la existencia del jesuita morateño durante el resto de su vida.
Esteban Páez, en el año 1599 había cumplido ya 50 años en los
que, tras su formación en filosofía y teología había desempeñado
importantes cargos en la Compañía de Jesús. Como ya hemos visto,
hasta esta encrucijada vital de los cincuenta años, una edad muy
avanzada para la época, Esteban Páez ejerció la docencia en
Nápoles y en Caravaca de la Cruz, recorrió el reino de Portugal
para trabajar en la aceptación de Felipe II como nuevo rey de
Portugal y se convirtió en visitador y provincial de la provincia de
México. Tras un corto periodo de tiempo en el que de vuelta a España
ejerció como rector de la casa de profesos de los Jesuitas en la
provincia de Toledo, la más importante de España, Esteban Páez
regresó a América, a la provincia de México, desde donde partiría
a su destino definitivo en Perú.
El
padre Páez comenzó su trabajo como visitador de las misiones
jesuitas del Perú en octubre de 1599. Aunque no consta el itinerario
que siguió en su recorrido por la extensa provincia peruana, sí que
está documentado que tras visitar todas las casas y misiones
jesuitas en Perú Esteban Páez se desplazó a las lejanas misiones
de Tucumán y Paraguay, (puede afirmarse que Páez fue el primer
visitador jesuita de estas tierras).
Iglesia de los jesuitas en Cusco
La
llegada de Esteban Páez a Tucumán debió de producirse en torno al
mes de diciembre de 1600 o de enero de 1601. En esta ciudad Páez
comprobó que los misioneros jesuitas estaban diseminados por esta
basta región, lo que dificultaba su labor misionera. Ante esta
situación, el padre Páez decidió que los padres jesuitas
centralizaran su trabajo desde las misiones de Santiago del Estero y
Córdoba. En las cartas envidas a Roma se indica que Páez determinó
que:
(…)
Dejó en todas
orden el P. Visitador de que todos los nuestros que están en las
misiones se recogiesen a los dos puestos de Santiago del Estero y de
Córdoba, y de allí saliesen a sus misiones a los demás puestos
(…).
Esta
decisión se adoptó por parte de Páez y el provincial, padre
Cabredo, tras comprobar el primero con preocupación la débil
estructura con la que contaban los jesuitas en estas tierras, lo que
les colocaba en una situación de aislamiento, a miles de kilómetros
del centro rector de la provincia en Lima.
En
la visita de Esteban Páez a Paraguay, tras su recorrido por Tucumán,
ordenó que se reunieran en la ciudad de Salta todos los padres
pertenecientes a la orden. La situación en este territorio era muy
similar a Tucumán: los jesuitas carecían de residencias fijas y
estaban desconectados del superior provincial debido al alejamiento
geográfico y a la distancia con Lima, más de
setecientas leguas, según
los textos de la época.
Esta
realidad, empujó al padre Páez y al provincial Cabredo a proponer
que los jesuitas de Paraguay fueran adscritos a la provincia de
Brasil, más cercana que la sede limeña. Finalmente, sin embargo, se
determinó por parte del general de la orden crear una nueva
provincia independiente en este territorio y en el año 1608 el padre
Torres Bollo asumió el cargo de primer provincial de los jesuitas en
Paraguay.
Tras
regresar a Lima Esteban Páez, el visitador de los jesuitas acudió
al colegio de Quito, preludio de su viaje a Chile. La ciudad de
Quito, la más septentrional de la provincia, se inició el 7 de
julio de 1601 y, justo al cabo de un mes de viaje, Esteban Páez
llegó a su destino. El propio Páez en una carta dirigida a la sede
romana explicaba sus impresiones y señalaba que estaba muy
satisfecho del modo de proceder y del espíritu religioso de los 22
jesuitas –diez sacerdotes y doce hermanos- que componían el
colegio de Quito.
La
visita a Chile la inicia el padre Esteban Páez en el puerto del
Callao el 14 de febrero de 1602 en una travesía que se extendió
durante treinta y tres días de navegación. Al llegar a la ciudad de
Santiago el morateño queda sorprendido por lo que califica como un
valle magnífico que en
cielo y en suelo es como un paraíso, y la mejor tierra y la más
abundante y saludable que hay por acá.
En
cuanto al objeto principal de su visita a Chile, el padre Páez
adelanta el motivo de su viaje a Santiago:
Según
me escriben –anota
Esteban Páez- está muy
necesitado el colegio de consuelo y de visita, no obstante que le
había enviado rector nuevo, y como nunca han visto provincial ni
otro superior los que en él viven, paréceles que están olvidados y
como miembros cortados, y así es necesario que el P. Provincial o yo
le visitemos (…).
Posteriormente,
remitió a sus superiores su opinión sobre la buena labor de los
jesuitas de la que subrayó:
(…)
Los nuestros
están en el colegio muy recibidos y estimados y hacen notable
provecho, así en los españoles como en los naturales y negros, pues
se han aplicado muy de veras a saber su lengua, y acuden con
particular fervor al bien de las almas en todo género de
ministerios, habiendo entablado muy buenas congregaciones de
estudiantes y seculares (…).
El
visitador abunda en su buena opinión sobre sus hermanos jesuitas en
Chile y resalta, de nuevo, la bondad de su trabajo:
En
lo espiritual tengo contento de la gente de aquel colegio, porque a
una mano son todos muy siervos de Dios y verdaderos hijos de la
Compañía. Verdad es que como están tan a trasmano, y en tanto
tiempo no han sido visitados y de reducida les alcanzan las
aflicciones del reino, han vivido algunos de ellos con desconsuelo.
Pero esto se ha mejorado de dos años a esta parte con el nuevo
rector, que es el P. Juan de Frías, que como entró de refresco
acertó a alentar a los súbditos (…).
Fuentes
y bibliografía
- Jesuitas del Perú. Torres Saldamando, Enrique. Imprenta Liberal. Lima, 1882.
- Historia de la compañía de Jesús. Astraín, Antonio. Tomo IV (1581-1615). Revista Razón y Fe. Madrid, 1913.
- Historia de la provincia del Paraguay de la Compañía de Jesús. Del Techo, Nicolás. Tomo I. Librería y casa editorial de A. de Uribe y Compañía. Madrid, 1897.
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