viernes, 28 de octubre de 2022

 

El pago del diezmo a la Iglesia en la villa de Morata (I)

En 1595 los vecinos de la villa aportaron 1.799.756 maravedíes en este impuesto eclesial


En algunas entregas del blog han aparecido algunas referencias a un impuesto muy concreto que los campesinos y ganaderos de la monarquía española debían abonar a las autoridades eclesiásticas: el diezmo. Iniciamos esta semana una serie dedicada a este impuesto que se mantuvo vigente desde el siglo XII hasta bien entrado el siglo XIX. Para comprender cómo afectaba a los vecinos de Morata utilizaremos las fuentes documentales que hemos encontrado sobre este esta carga fiscal en dos momentos históricos muy concretos, los años finales del siglo XVI y los datos que sobre el mismo diezmo recogieron en 1751 los jueces encargados de elaborar en Morata la documentación del Catastro de Ensenada en Morata. Finalizaremos esta serie de entregas sobre los diezmos con el análisis de las denominadas Tercias de Alcalá, una parte del diezmo eclesiástico que se recaudaba en las villas y lugares pertenecientes al arciprestazgo de Alcalá de Henares, entre ellos Morata, y cuyo cobro, por Bartolomeo Passarotti distintas vicisitudes históricas, correspondía a los condes de Altamira.

 

Noël Salomón, uno de los historiadores que más y mejor estudió la sociedad castellana durante el reinado de Felipe II, expresaba muy gráficamente lo que significaba el impuesto del diezmo para los campesinos en el siglo XVI:

(…) Donde quiera que cave, siembre y coseche, sea su pueblo de abadengo, de señorío, realengo o de orden militar, Juan Labrador no puede escapar a este tributo (…).

Se refería el historiador francés, claro, al diezmo ese impuesto religioso cuyo origen se puede rastrear en la Biblia y que en la época sobre la que escribía Noél Salomon, siglo XVI, ya estaba vigente y su pago normalizado al menos desde el siglo XII.

Como carga fiscal perteneciente a la Iglesia, el diezmo se gestionaba y administraba desde las propias instituciones eclesiales y, más concretamente, desde cada arzobispado u obispado en tanto que principales beneficiarios de unos ingresos con los que se financiaban la mayoría de sus gastos y el mantenimiento de sus ministros, desde los más altos cargos de la curia hasta el más modesto sacerdote.

Como consecuencia de este sistema de administración, los diezmos recaudados en Morata pertenecían al arzobispado de Toledo, el más poderoso desde los tiempos de la Edad Media de toda la corona castellana. La pertenencia de Morata al arzobispado toledano, al menos desde los tiempos de la reconquista de las tierras situadas en torno al curso medio del río Tajo, era reconocida por los vecinos de la villa en la contestación a la pregunta décimo primera del cuestionario que mandara elaborar el rey Felipe II en el último cuarto del siglo XVI:

(…) En cuanto al onceno capítulo dijo que la dicha villa es del arzobispado de Toledo y del arciprestazgo de Alcalá, y que dista de la dicha ciudad de Toledo once leguas. (Relaciones Topográficas, respuesta del doctor Mejía, cura de la parroquia el 18 de agosto de 1580).

En esta respuesta, a diferencia de las que se dieron en otras villas, no aparece ninguna referencia ni al montante anual de los diezmos ni tampoco mención alguna a cómo se realizaba el reparto de estos ingresos por parte de arzobispado toledano en los años finales del siglo XVI. Sobre este reparto de los ingresos del diezmo, que podía variar de una localidad a otra, Manuel Gutiérrez García Brazales, en su trabajo sobre la decimación en el arzobispado de Toledo, apuntaba que se distribuía en tres partes destinadas, la primera, a la fábrica –mantenimiento- de la iglesia parroquial donde se habían recaudado los diezmos, otra parte correspondiente al arzobispo y, por ultimo, el porcentaje destinado a los curas y clérigos de cada parroquia. Estas asignaciones del total de los ingresos procedentes de los diezmos se adjudicaban, a su vez, a distintos beneficiarios físicos o instituciones:

  • De la parte de la iglesia parroquial se sacaba una tercera parte para la propia iglesia y dos terceras partes, denominadas tercias reales, para el rey.

  • De la parte del arzobispo se distribuía una quinta parte para el propio arzobispo, una trigésima parte para el arcediano donde se recaudaban los diezmos y rers trigésimas partes para los canónigos de la catedral.

  • Por último, la tercera parte correspondiente a los clérigos de cada parroquia, se repartía entre curas, beneficiados y prestameros. Aunque antes había que detraer el denominado excusado del rey, de la iglesia, de la fábrica de la catedral y de los catedráticos.

En la práctica, Manuel Gutiérrez García Brazales resumía este sistema de reparto con un ejemplo de cómo se distribuirían 30 fanegas procedentes del diezmo e ingresadas por una parroquia:

  • Iglesia parroquial, 3,33 fanegas

  • Rey, 3,66 fanegas

  • Arcediano, 1 fanega

  • Arzobispo, 6 fanegas

  • Canónigos, 3 fanegas

  • Cura y beneficiados, 10 fanegas.

Este sistema de reparto, que en el caso del diezmo correspondiente a los cereales se realizaba en especie, se aplicaba igualmente cuando los diezmos, como veremos, se cobraban en metálico, caso del diezmo del vino, de los corderos o los menudos. 

Pío V, el papa que concedió a Felipe II la bula del excusado (Oleo de Bartolomeo Passarotti)

Pagos de los diezmos en Morata a finales del siglo XVI

En un documento de finales del siglo XVI, conservado en el Archivo General de Simancas, aparecen reflejados los importes en los que eran arrendados los diezmos que pagaban los vecinos de Morata al arzobispado de Toledo en la última década del siglo XVI, coincidiendo con los años finales del reinado de Felipe II.

Año 1590

  • Diezmo pan Pontifical y pan de excusado: 245 cahices de pan por mitad (trigo y cebada). Arrendador ¿?

  • Vino pontifical y de excusado: 44.100 maravedíes. Arrendador: ¿?

  • Menudo pontifical y de excusado: 381.875 maravedíes. Arrendador: Francisco Ruiz y Marcelo Sánchez Bravo

  • Corderos pontifical y de excusado: 47.250 maravedíes. Arrendador: Francisco Giménez, vecino de Chinchón.

Año 1591

  • Diezmo pan Pontifical y pan de excusado: 43 cahices, 5 celemines y 3 ¿quintales de trigo?; 23 cahices, 9 fanegas y 10,5 celemines de cebada. Además se cobró en dinero por este diezmo 70.168 maravedíes. Arrendador: ¿?

  • Vino pontifical y de excusado: 65.000 maravedíes. Arrendador: Juan de Colmenar.

  • Menudo pontifical y de excusado: 350.000 maravedíes. Arrendador: ¿?

  • Corderos pontifical y de excusado: 52.000 maravedíes. Arrendador: Julio Ruiz.

Año 1592

  • Diezmo pan Pontifical y pan de excusado: 200 cahices de pan por mitad (trigo y cebada). Arrendador: Julio Gómez, vecino de Perales

  • Vino pontifical y de excusado: 84.000 maravedíes. Arrendador: Pedro González de Almenar.

  • Menudo pontifical y de excusado: 350.000 maravedíes. Arrendador: ¿?

  • Corderos pontifical y de excusado: 42.000 maravedíes. Arrendador: Blas López, vecino de Morata.

Año 1593

  • Diezmo pan Pontifical* y pan de excusado**: 180 cahices*** por mitad (trigo y cebada). Arrendador: Francisco Sánchez Bravo, vecino de Morata.

  • Vino pontifical y de excusado: 60.675 maravedíes. Arrendador: ¿?

  • Menudo pontifical y de excusado: 290.000 maravedíes. Arrendador: Francisco Calderón, vecino de Morata.

  • Corderos pontifical y de excusado: 46.000 maravedíes. Arrendador: Blas López, vecino de Morata.

Año 1594

  • Diezmo pan Pontifical y pan de excusado: 190 cahices de pan por mitad (trigo y cebada). Arrendador: Alonso Mexía, vecino de Morata.

  • Vino pontifical y de excusado: 60.000 maravedíes. Arrendador: Francisco Calderón, vecino de Morata.

  • Menudo pontifical y de excusado: 309.250 maravedíes. Arrendador: Francisco Calderón, vecino de Morata.

  • Corderos pontifical y de excusado: 25.200 maravedíes. Arrendador: Luis de Felipe, vecino de Arganda.

Año 1595

  • Diezmo pan Pontifical y pan de excusado: 165 cahices de pan por mitad (trigo y cebada). Arrendador: Alonso Mexía, vecino de Morata.

  • Vino pontifical y de excusado: 67.000 maravedíes. Arrendador: Juan de Almenar, vecino de Morata.

  • Menudo pontifical y de excusado: 329.572 maravedíes. Arrendador: ¿?

  • Corderos pontifical y de excusado: 55.000 maravedíes. Arrendador: Diego de Salvanés, vecino de Morata.

(Archivo General de Simancas. Expedientes de Hacienda. Legajo 131.)

Para hacernos una idea del montante económico que suponía cada año el diezmo del cereal (trigo y cebada) abonado en especie podemos tomar como referencia el año 1595, cuando en unos años de alta inflación el precio de la fanega de trigo se cotizaba a 908 maravedíes, algo más de 26 reales de vellón, y la de cebada a la mitad, 13 reales. Según estos precios, ese año, en Morata los diezmos del cereal significaron, en dinero 898.724 maravedíes por el trigo y 449.460 maravedíes por los diezmos de la cebada. Junto con el importe en metálico del resto de los diezmos el total en ese año de 1595 ascendió a 1.799.756 maravedíes.

Por otra parte, partir del año 1592 también aparecen reflejados los datos del mayor contribuyente de la villa, por aquellos años don Diego Fajardo:

1592:

2.183 fanegas de trigo y 506 fanegas de cebada. (No se pudo averiguar el beneficio del cáñamo).

1593:

No se pudo averiguar las fanegas de trigo que se cogieron en sus tierras [de don Diego Fajardo].

1594:

449 fanegas de trigo, 94 fanegas de cebada y 126 arrobas de cáñamo.

1595:

2.613 fanegas de trigo, 530 fanegas de cebada y 153 arrobas de cáñamo.

Estos apuntes individualizados respondían a que el denominado diezmo del excusado, correspondiente al mayor hacendado de cada parroquia o villa, se adjudicaba al rey (aunque también se aplicó al tercer contribuyente), según una bula papal de Pío V de 1567 que fue renovándose sucesivamente a favor de la Corona.

Por otra parte, como se deduce de esta relación del diezmo recaudado en la villa de Morata a finales del siglo XVI, el pago de este impuesto religioso se realizaba en especie, en el caso del diezmo de los cereales (el cultivo más extendido en la agricultura castellana), mientras que el abono del resto de diezmos se realizaba en metálico. Esta circunstancia se basada en el hecho de que los cereales se podían almacenar sin problema –en las denominadas cillas, edificios en los que se almacenaba el cereal hasta su venta o traslado-, situación que no se producía con el diezmo de los menudos (productos de la huerta, frutas, …), del vino y de los corderos que, por sus propias características, no se podían almacenar.

De este documento nos interesa también la inclusión en el mismo del nombre del arrendador de cada diezmo concreto. Esta figura del arrendador de los diezmos resultaba fundamental para la gestión y, sobre todo, el cobro del impuesto a cada vecino. Cada campaña, antes de que se realizase la cosecha, la Contaduría Mayor de Rentas Decimales **** , institución encargada del funcionamiento del complejo jurídico-administrativo responsable de administrar los diezmos, procedía a subastar el arrendamiento de cada uno de los distintos diezmos en todas las ciudades, villas y lugares del extenso territorio del arzobispado toledano.

Este sistema de arriendo del cobro de los ingresos procedentes del diezmo permitía a las autoridades eclesiales asegurar el ingreso del mismo, ya que los arrendadores se comprometían, mediante escritura pública, a abonar el importe de la puja independientemente de que los pagos finales cubrieran el importe de la misma. De este pago respondían los arrendadores con sus bienes, de ahí que como máximos interesados en su cobro, se convirtieran en los mejores garantes de que no se produjeran fraudes y que nadie pudiera eludir los pagos anuales en función de sus cosechas.

La próxima semana veremos a cuanto ascendían los pagos por los diezmos a mediados del siglo XVIII y también cómo se distribuían estos ingresos entre los distintos estamentos de la Iglesia y también los que correspondían al rey y a los miembros de la nobleza.



*Diezmo pontifical: diezmos sobre la producción para distinguirlo de los diezmos del trabajo.


**Excusado: el excusado era un impuesto, implantado durante el reinado de Felipe II, que recibía la Corona y que consistía en recibir el diezmo del mayor contribuyente de una parroquia.


***Cahiz: medida de capacidad de cereales equivalente a 12 fanegas.

Fanega: medida de capacidad de cereales equivalente a 55 litros.

Celemín: medida de capacidad de cereales equivalente a 4,625 litros.

Diezmo de menudos: impuesto eclesial que se aplicaba a los denominados frutos menores como los cereales que no fueran cebada o trigo, frutas, hortalizas, miel, cera…

Diezmo de corderos y vino: afectaba a los corderos y el vino y se pagaba en dinero, a diferencia de los diezmos de cereales.


**** La Contaduría Mayor de Rentas Decimales era la institución encargada de gestionar el complejo sistema del cobro de los diezmos en el territorio del arzobispado de Toledo. Para facilitar este trabajo la contaduría se dividía en dos grandes departamentos: el principal, situado en Toledo y el subalterno con sede en Alcalá de Henares, a cuyo arciprestazgo que pertenecía la villa de Morata.

Cada uno de estos dos departamentos estaba a cargo de un contador mayor auxiliado por un teniente de contador.

El contador mayor era el encargado de tratar los pleitos que pudieran surgir entre dezmeros, arrendadores, etc. Como vértice superior de todo el entramado administrativo, el contador mayor también tenía a su cargo a mayordomos, administradores, contadores, escribanos, agentes y procuradores entre otros cargos.



Fuentes y bibliografía:

  • La vida rural castellana en tiempos de Felipe II. Salomon, Noël. Ariel Historia. Barcelona, 1982.

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio-Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999. (transcripción de las respuestas de las Relaciones Topográficas de Felipe II).

  • La decimación del Arzobispado de Toledo (1508-1537).Gutiérrez García-Brazales. Toletum: boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, nº 13. Toledo, 1982.

  • Archivo General de Simancas. Expedientes de Hacienda. Legajo 131.



viernes, 21 de octubre de 2022

 

La Fábrica de Tejidos de Morata

A finales del siglo XVIII los hermanos March, procedentes de Cataluña, instalaron varios telares y una escuela-taller de hilados

Tras la muerte de Joseph March, la fábrica se trasladó a San Fernando de Henares

La pasada semana veíamos cómo el cultivo del cáñamo, en Morata y en otros pueblos del curso bajo del Tajuña, había generado unos modestos puestos de trabajo artesanales en torno a la hilaza de esta planta. En estos pequeños talleres, casi siempre a cargo de mujeres, se tejieron sayas, costales y distintos tipos de hilaturas de cáñamo que se destinaban al consumo local y, en pequeñas cantidades, a su venta en los mercados de Madrid. En Morata, además de esta actividad en torno al cáñamo, a finales del siglo XVIII se puso en marcha otro proyecto textil, mucho más ambicioso, promovido por una familia catalana que durante unos años regentó en la villa una fábrica de texidos de lana de todas las clases y colores, con mezcla de algodón, seda, hilo y pelo (…).



Durante todo el siglo XVIII, al amparo de las ideas de la Ilustración y del impulso de las Sociedades de Amigos del País, fueron continuos los intentos de promover una industria nacional que aprovechara las materias primas del país y evitara, a la vez, la dependencia de manufacturas procedentes del exterior. El sector textil fue uno de los que concentraron mayores esfuerzos para conseguir reducir esta dependencia exterior gracias, entre otras circunstancias, al amparo de una legislación con la que la Corona pretendía favorecer a esta industria.

Y fue en parte gracias a esta legislación favorable a la industria textil como los hermanos Josepf y Mariano March, procedentes de Cataluña, llegaron a instalar en Morata su fábrica de texidos de lana a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. Sobre esta fábrica textil de Morata se conserva, en el archivo del Museo Textil de Tarrasa, una Real Cédula* que recoge los privilegios y franquicias que el rey Carlos IV otorgó al proyecto empresarial promovido por los emprendedores catalanes en Morata y también para el comercio de telas que regentaban en la calle Miralrío de Madrid.

Sobre esta fábrica, y las circunstancias en que llegó a funcionar en Morata, la investigadora Pilar Corella Suárez publicó un amplio trabajo, La fábrica de tejidos e hilados de Morata de Tajuña (Madrid) a finales del siglo XVIII, aparecido con motivo de las Jornadas de San Fernando de Henares.

Gracias a este trabajo de investigación sabemos que el proyecto de los hermanos March llegó a contar con dos sedes en Morata: el antiguo batán de paños que, por aquellos años de finales del siglo XI, pertenecía a la casa de Altamira y que fue alquilado durante un periodo de siete años, y otras instalaciones situadas en el casco urbano de la villa, una propiedad adquirida a un vecino de Morata, José Ruiz de Orive, quien ya constaba como propietario e estos bienes unos años antes en los legajos del Catastro de Ensenada**.

Puede que fuera la existencia del batán de paños perteneciente a los condes de Altamira el motivo que determinara la localización de la fábrica de hilados en Morata. La garantía del caudal de agua continuado que proporcionaba el río Tajuña, junto con cierta tradición en los trabajos de hilado del cáñamo y, por supuesto, la relativa cercanía de Morata a la capital del reino determinaron la instalación de esta fábrica, primero en el batán y posteriormente en las nuevas instalaciones.

Según se desprende de los datos investigados por Corella Suárez a los tres telares que funcionaban en 1798 se sumaron nuevas máquinas para ampliar la producción.

Jesús Antonio de la Torre, autor de Historia de la Villa de Morata de Tajuña, también se refiere a las vicisitudes que atravesó el proyecto de industria textil de los hermanos March y refiere cómo los industriales catalanes adquirieron los bienes propiedad de la familia Ruiz de Orive:

En la villa de Morata a tres de junio de 1799, ante mí, el escribano y testigos infrascriptos pareció Nicolás Ruiz de Orive vecino de esta villa poseedor de la memoria que fundó Don Miguel Ruiz de Orive, su tío, consistente en una casa medio arruinada y una viña de muy pocas cepas y dijo que para poder reedificar en algún modo la mencionada casa y que no se arruine enteramente ha determinado sacar facultad real para vender una corraliza que tiene dicha casa que igualmente está afecta a la citada vinculación y para el seguimiento de cuantas diligencias sean necesarias (…) a Don Joseph y Don Mariano March residentes al presente en esta villa puedan ambos unos o cada uno parecer y parezcan ante S. M. que Dios guarde y señores de sus Reales consejos especialmente por la Real Cámara y soliciten se le conceda de otorgante la correspondiente facultad Real para la venta referida y que con su importe se reedifique el cuerpo de la casa (AHPM, nº 30099).

Para dar servicio a las instalaciones, según publica Torre Briceño, los March solicitaron permiso al Concejo para poder utilizar las aguas de un manantial situado en el paraje del Calabazón y conducirlas mediante cañería hasta un pilón del que se abastecería la industria de hilados y los vecinos de la villa.

De la Torre Briceño transcribe también un documento conservado en el Archivo General de Simancas, Secretaria y Superintendencia de Hacienda, en el que los hermanos March, en un texto de ocho puntos, expresan las dificultades a las que se hubieron de enfrentar para desarrollar su proyecto. En este documento, además de expresar que en Morata no existía otra fábrica ni trabajo distinto a las labores del campo, se quejaban de que se vieron obligados a enviar lana a otros pueblos para que la cardasen, lo que le originaban excesivos gastos. También reflejan en el apartado 4º, que habían establecido una escuela de hilado:

Que movido de un celo patriótico sin perdonar gastos ni fatiga alguna he establecido a mi costa escuelas de hilado procurando animar a la juventud indigente con premios después de satisfacer el trabajo y jornal diario, con cuyo medio he podido lograr que varios vecinos de este pueblo de uno y otro sexo se dediquen a esta manufactura y demás anexas, contándose entre el hilado y esmotado [sic] hasta veinte y dos mujeres y en las demás maniobras seis hombres (…) gozando todo el público de una entera satisfacción por la brillamen, porte y buen modo con que se presentan los dependientes de la fábrica, con especialidad las muchachas que han entrado en la nuevas escuelas de hilado de las cuales tres se han casado con oficiales de la misma (…).

Insistía a continuación en la necesidad de seguir remitiendo el producto para el cardado a pueblos vecinos, con los gastos consiguientes, y en su solicitud de utilizar los manantiales del pueblo para su fábrica y evitar así los gastos requeridos para abastecerse de agua con un carro cuba.


Real Cédula de Carlos IV, de 1799, concediendo privilegios a la fábrica de tejidos de Morata (Archivo del Museo Textil de Tarrasa).

Escuela de hilado

La escuela de hilado a la que hacen referencia los March formaba parte de un movimiento de creación de las llamadas escuelas-taller que superaba el ámbito de Morata y que afectaba a muchas villas del entorno madrileño. Victoria López Baraona estudió este fenómeno formativo en un trabajo de investigación premiado por la Asociación Española de Investigación Histórica de las Mujeres y la Asociación de Historia Social, Las escuelas-taller: aprendizas, oficialas y maestras de niñas en la industria textil madrileña del Setecientos, en el que se definen estos establecimientos como centros de aprendizaje para pobres asistidos, huérfanos, niñas y mujeres adultas de las clases populares de la ciudad y el campo.

El ordenamiento legal promulgado en esos años de finales del XIX favoreció la creación de estos centros formativos que legalizaba el aprendizaje de las mujeres de los oficios textiles pero que, al mismo tiempo, les impedía superar una cualificación poca más allá de la categoría de aprendizas u oficiales. Estas circunstancias sobre la cualificación de la mujer, así como el escaso salario asignado a las mujeres que trabajaban en los telares, un real diario a una plantilla que llegó a contar como hemos visto con 22 aprendizas, no favorecieron que el proyecto de los hermanos March se asentara ni que consiguiera contar con una fuerza de trabajo suficiente, de ahí sus quejas sobre la obligación de trasladar parte del trabajo a otras localidades vecinas donde también existían escuelas de aprendizaje textil.

Victoria López Baraona, en otro trabajo sobre este asunto, Pobreza, trabajo y control social: las hilanderas de las Reales Fábricas de Guadalajara (1780-1800) expone como en las fábricas de Guadalajara, Ocaña o Aranjuez los salarios de las operarias eran muy similares así como el rechazo social a trabajar en estos centros textiles.

Con estos condicionantes sociales y laborales, junto con la muerte de uno de los hermanos, Joseph March, el proyecto de la fábrica textil de Morata fue perdiendo empuje. A pesar de que en 1799 al frente de la dirección de la fábrica de hilados Morata se encontraba un personaje muy importante en la corte, Pedro Boada de las Costas***, la mayor parte de la producción se trasladó en 1801 al Real Sitio de San Fernando de Henares, aunque hasta 1807 todavía consta la existencia de seis telares que aún seguían funcionando en las instalaciones de Morata y que pertenecían a Blasa Labores, viuda de Joseph March.







* Texto del la Real cédula que otorgaba privilegios a la fábrica textil de los hermanos March en Morata:

(…) Por cuanto a conveniencia de lo prevenido en mi Real Orden de diez y ocho de Mayo de este año comunicada a la Junta general de Comercio y Moneda por Dn Miguel Cayetano Soler, de mi Consejo de Estado, Secretario del Despacho Universal de Hacienda de España e Indias y Superintendente general de ella se despachó la correspondiente Real Cédula, firmada de mi Real Mano y refrendada de Dn Manuel Giménez Bretón, mi Secretario y de la propia Junta, declarando que a la Fábrica de Texidos de Lana de todas las clases y colores, con mezcla de algodón, seda, hilo y pelo que los hermanos Dn Josef y Dn Mariano March han establecido en esta Villa de Madrid y en la de Morata e Tajuña, provincia de Toledo, la corresponden y debn gozar de las gracias y franquicias dispensadas por pronto general para su subsistencia y fomento de las de su clase del Rey ni en las diferentes Reales Resoluciones que en ella se expresan.

Y habiéndose [acudido a mi Consejo de Hacienda por Dn Pedro Boada de las Costas, Alcalde supernumerario del Crimen de mi Real Audiencia de Cataluña y Protector de esta nueva Fábrica exhibiendo dicha Real Cédula solicitó que para el goce de las franquicias se librare la conveniente sobrecédula:

Visto en él condescendió con la instancia y para su debido cumplimiento he tenido a bien expedir la presente por la cual declaro comprendida a dicha Fábrica en el disfrute de las franquicias de que trata el Real Decreto de diez y ocho de Junio de mil setecientos cincuenta y seis y de todas las demás que se prescriben en la Real Cédula de diez y ocho de noviembre de mil setecientos setenta y nueve, Reales disposiciones de mil setecientos ochenta y tres y que así mismo deben gozar de la libertad de los derechos de los instrumentos, herramientas, efectos simples e ingredientes para tintes que para sus diferentes operaciones necesiten y convenga a estos interesados traer de fuera del Reyno, según y en los términos que en ellas mismas se declara y con arreglo a lo que se dispone en la citada Real Cédula de diez y siete de este mes, despachada por mi Junta general de Comercio y Moneda, que ha de andar unida a esta y arreglarse a ambas.

Y mandó a los intendentes, Administradores generales y particulares de todas mis Rentas, Tesoreros, Arrendadores, Visitadores, Aduaneros, (…), Fieles, Guardas, Veedores y Diputados de Gremios y a otros cualesquier Jueces, Ministros y personas de la Recaudación y Administración de las insinuadas rentas a quienes toque o tocar pueda en manera alguna el cumplimiento de lo que en esta Real Cédula contenido y en la expresada de la Junta General de Comercio y Moneda que luego que les sean presentadas, o sus traslados signados de Escribano público de forma que hagan fe, las obedezcan, guarden y cumplan, hagan guardar, cumplir y executar en todo y por todo según queda referido, que así es mi voluntad y que de esta Real Cédula se tome razón en las Contadurías generales de Valores y Distribución de mi Real Hacienda, en las principales de Rentas Generales y Provinciales del Reyno en el término de dos meses de su fecha y no haciéndolo sean nulas las franquicias en la principal de la Intendencia de Toledo y demás partes que convenga.

Dada en Madrid a trece de Julio de mil setecientos noventa y nueve.

Yo el Rey.

Por mandado del Rey Nuestro Señor

Pedro Fernando de Indarte

S. M. se sirve conceder a la Fábrica de texidos de Lana de todos los colores y clases que han puesto en esta Villa y en la de Morata de Tajuña Dn Josef y Dn Mariano March, hermanos, las franquicias de Derechos Reales que se expresan.

Tomose razón de la Cédula de S. M. escrita en las tres hojas con esta en las Contadurías Generales de Valores y Distribución de la Real Hacienda.

Madrid, 3 de Agosto de mil setecientos noventa y nueve.

Josef Álvarez Niño Leandro (…)

Tomose razón en la contaduría General de las Rentas Generales y en la Principal de las Provinciales del Reyno.

Madrid, 5 de Agosto de mil setecientos noventa y nueve.

Josef de Arozarena Juan (…). (Centro de Documentación del Museo Textil de Tarrasa CDMT, CA 267).



** En el Catastro de Ensenada aparece la siguiente propiedad de Joseph Ruiz de Orive que podría corresponder a la que posteriormente adquirieron los March:

Joseph Ruiz de Orive

(…) Así mismo tengo un pajar en la población de esta villa en la calle que baja a la calle Real que viene a la Fuente como se entra viniendo de Arganda, que linda la mediodía con casa de Eugenio Blanco y al norte con pajar de Joseph Muñoz, y tiene de fachada 12 varas y de fondo cinco, su renta cada un año cuarenta y cinco reales poco más o menos.



** * Noticias de España-Madrid (…) atendiendo igualmente S. M. al mérito y servicios de D. Pedro Boada de las Costas y Figueras, así en el Diccionario de las Artes de la Pesca Nacional, como en promover varios ramos de industria, ha venido S. M. en concederle plaza supernumeraria de Ministro del Crimen de la real Audiencia de Cataluña, sin sueldo hasta que entre en la nacional de número que primero vacare, a la que optará sin previo decreto, y sin que por ahora tenga precisión de residirla, por hallarse encargado de la dirección de la nueva fábrica de texidos de Morata (El Mercurio de España, junio de 1799).



Fuentes y bibliografía:

  • Coyuntura económica e ilustración. La fábrica de tejidos e hilados de Morata de Tajuña (Madrid) a fines del siglo XVIII. Corella Suárez, María Pilar. Jornadas sobre el Real Sitio de San Fernando y la Industria en el siglo XVIII. San Fernando de Henares, 1997.

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio-Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.

  • Las trabajadoras madrileñas del siglo XVIII. Familias, talleres y mercados. López Barahona, Victoria. Tesis doctoral dirigida por los profesores Santos Madrazo Madrazo y José Miguel López García. Departamento de Historia Moderna, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Autónoma de Madrid. Junio de 2015.

  • Pobreza, trabajo y control social: las hilanderas de las Reales Fábricas de

  • Guadalajara (1780-1800). López Barahona, Victoria. Actas del V Congreso de Historia Social de España. Las figuras del desorden: heterodoxos, proscritos y marginados. Madrid, 2006.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.

  • (Centro de Documentación del Museo Textil de Tarrasa CDMT, CA 267.

  • Periódicos y publicaciones citados en el texto.

viernes, 14 de octubre de 2022

 

El cultivo del cáñamo en la ribera del Tajuña (Epílogo)

Desde mediados del siglo XIX el cáñamo fue sustituido por otros cultivos de regadío como el maíz, la patata y la remolacha

En los años sesenta del pasado siglo se utilizaban las plantas de cáñamo como cortavientos en los cultivos de tomates o de judías.

El cultivo del cáñamo la vega baja del Tajuña comenzó a descender durante el siglo XIX hasta su total desaparición. Ya en el siglo XX el cáñamo, como tantos otros cultivos que en determinados momentos históricos fueron muy importantes para la economía de Morata y otros pueblos de la comarca, esta planta desapareció de las tierras de regadío y fue sustituida por otros cultivos más rentables para el agricultor como la patata, el maíz o la remolacha.



Que el cáñamo desapareciera en la vega de Morata, y también en las tierras de regadío del resto de municipios de la comarca, no deja de ser parte de un proceso –de contenido económico, social y laboral- que durante siglos se ha repetido en los municipios ribereños del curso bajo del río Tajuña con otros cultivos que en su momento también formaron parte fundamental de la economía y del sector agrícola de Morata y de muchos de los municipios vecinos.

En el blog ya hemos tratado y analizado, por ejemplo, cómo el sector vitivinícola de Morata, el cultivo de la vid y la elaboración de vino, ambas actividades tan pujantes en otros periodos históricos previos a su declive a finales del siglo XX, prácticamente desapareció, más allá de los interesantes y reconocidos proyectos que actualmente se desarrollan en torno a las bodegas instaladas en el municipio.

También vimos cómo el cultivo de una de las plantas industriales por excelencia, la remolacha, que marcó durante décadas la economía agrícola de todos los pueblos situados en el curso bajo del río Tajuña, también sufrió un periodo de prolongado declive que puso fin a esos años de comienzos del siglo XX cuando, el desarrollo del ferrocarril y la instalación de la Azucarera Madrileña en La Poveda, crearon las condiciones idóneas para que el cultivo remolachero se convirtiera en el más rentable de todos los que se explotaban en el sudeste de la provincia madrileña.

No resulta extraño, por tanto, que el cáñamo, el mismo cultivo que alcanzara su máxima importancia en el siglo XVI, años en que ya vimos propició el aumento de población en Morata, pasara también a ver cómo, paulatinamente, pasaba a convertirse en una opción cada vez menos atractiva para los agricultores.

Y es que pese a los intentos de fomentar actividades laborales e industriales en torno a la fibra textil, muy modestas y de repercusión cada vez más reducida desde finales del siglo XVIII y comienzos del XIX –tal como vimos la pasada semana-, la aparición de nuevos cultivos alternativos de regadío, como el maíz o la patata, con mayor demanda y más rentables para los agricultores significaron el progresivo declive del cáñamo, reducido finalmente a convertirse en una opción residual para los agricultores.

José Hidalgo Tablada, a quien tantas veces hemos acudido para analizar la situación del la agricultora de Morata y la comarca durante todo el siglo XIX, ya reflejaba hacia la mitad de la centuria que el cáñamo ya había vivido en las vegas de los pueblos que también conocía sus mejores años. En uno de sus trabajos más emblemáticos, Manual práctico de máquinas agrícolas, Hidalgo recordaba la importancia del cáñamo en periodos históricos anteriores a los que le tocó vivir en Morata:

La creación del Montepío de hilazas, y los premios ofrecidos por la Sociedad económica matritense a los labradores que mas número.de arrobas de lino y cáñamo justificasen haber cogido de su propia cosecha, hizo que se extendiera el cultivo de estas plantas, en tales términos, que el año 1776 se dio el premio de dicha Sociedad a D. Miguel González, vecino de Chinchón, por haber justificado haber recolectado

527 arrobas de cáñamo en limpio: el siguiente año recolectó en Tielmes 620 arrobas del mismo producto D. Lorenzo del Castillo. Sin embargo de esta sorprendente producción en un país en que la propiedad está tan dividida, hace muchos años que no se conoce tal cosecha en el primer pueblo, y es muy limitada la del segundo desde que cesó la fábrica que consumía esta producción; pero en aquella casi no se conocían el cultivo de los tomates, repollo y otras hortalizas y hoy ocupan la mayor parte de las tierras que en onces criaban el cáñamo (…).

Otras fuentes documentales consultadas y que hacen referencia a esos años de mediados del siglo XIX, el Diccionario geográfico y estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar, de Pascual Madoz, ya no cita el cultivo del cáñamo como unió de los característicos de la vega de Morata. Doce años después, el propio José de Hidalgo Tablada, como experto participante en un interrogatorio sobre el estado de la Agricultura en esos años en la entonces provincia de Madrid, Contestación al interrogatorio circulado por el Ministerio de Fomento, indicaba también:

(…). La región central por su topografía y sistema hidrográfico, se la ve que produce todos los cereales y legumbres, caldos, frutos y árboles de monte del resto de la península. Carece de prados de secano y no abunda de los de riego; en sus vegas se criaba antiguamente mucho lino y cáñamo que hoy se importa del extranjero, no porque sea mejor, sino porque el desarrollo dado á las viñas en regadío ha hecho que esta planta reemplace aquellos en parte. La escuela central debe introducir el cultivo de las plantas industriales, que algunas se crían silvestres en nuestros campos y sin embargo se compran al extranjero (…).


Grabado antiguo de una planta de cáñamo (Wikipedia)

El experto agrónomo que era José Hidalgo Tablada no dejaba de lamentarse por la práctica desaparición en las tierras que tan bien conocía del cultivo del cáñamo. Cuando en el párrafo citado con anterioridad citaba las importaciones de cáñamo el exterior a las que se veía obligada España, reconocía que los cuarenta millones en que se cuantificaban estas importaciones anuales bien podían producirse, en parte, en tierras que, como las de la vega del Tajuña, disponían de (…) aguas delgadas que producen el mejor lino de Europa, y vegas pingües en que el cáñamo no debiera tener rival (…) y en las que, según sus cálculos se podían producir, por hectárea, hasta 800 kilos de hilaza y 400 de cañamones, el otro producto de la cosecha del cáñamo, lo que aseguraba ingresos de unos 3.400 reales brutos por cada hectárea y unos beneficios de unos 800 reales líquidos

A pesar de estas cifras, que ponían en valor el cultivo de los cañamares, los agricultores de la provincia de Madrid, y más en concreto de de la vega baja del Tajuña, no dejaban de certificar en la práctica que ya habían renunciado en su mayoría a continuar con un cultivo al que no le veían futuro, lo que no impedía que en pequeña escala, aún estuviera presente en las tierras de regadío.

En el Anuario administrativo y estadístico de la provincia de Madrid para el año 1868, de José Bona, la producción de cáñamo registrada en todo el partido de Chinchón, comarca con más tradición en este cultivo, no pasaba de las 2.525 arrobas, cantidad muy reducida y netamente inferior, por ejemplo, a la de otra fibra vegetal que aún conservaba cierta importancia, el esparto del que se cosechaban en sus montes 55.511 arrobas anuales.

Que el esparto superaba ya ampliamente al cáñamo como fibra textil en el sudeste madrileño quedaba también confirmado unos años después cuando, Eduardo Abela, autor de la Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid y mejoras convenientes para su desarrollo (1876), cifraba en 793.626 kilogramos la producción provincial de esparto, principalmente en el partido de Chinchón, mientras que el cáñamo no llegaba a los 20.000 kilos.

A estas alturas de finales del siglo XVIII el cáñamo era ya evidente que había dejado de ser una alternativa para los agricultores morateños y de la comarca. Como indicamos al principio de este texto, el maíz y las patatas y, sobre todo en los años siguientes la remolacha, fueron los cultivos que sustituyeron a esta planta en la vega de Morata y los pueblos de la comarca.

Como colofón comentaremos también que aún algunos agricultores recuerdan que por la vega de Morata se vieron, hasta los años sesenta del pasado siglo, algunas plantas de cáñamo -y de baladre o planta escobera- plantadas en las cabeceras de las tierras y alrededor de los plantíos de tomates o judías verdes. Ambas plantas se consideraba, por su porte y altura, que eran un buen sistema para proteger estos cultivos de huerta del polvo de los caminos y como cortavientos. El baladre al cosecharlo se utilizaba para elaborar escobas y del cáñamo, fuera ya de cualquier uso como fibra textil, se aprovechaban los cañamones como alimentos para los pájaros o incluso, previo tostado, para el consumo humano.

Por otra parte, y para terminar esta serie sobre el cáñamo, hemos consultado cuál es la situación actual del cáñamo textil, y subrayamos lo de textil, en el campo español. Según el Ministerio de Agricultura, este cultivo que prácticamente había desaparecido de los regadíos españoles desde el pasado silo XX, está experimentando, en los últimos años, un cierto resurgir al amparo del prestigio que esta fibra natural, tan humilde en otros tiempos, se ha ganado como material ecológico y de mucha calidad para nuevos tejidos y prendas de vestir gracias, en gran parte, o la mejora de los métodos de hilado de su fibra. Según los datos del Ministerio de Agricultura y Pesca publicaos en abril del pasado año ha multiplicado por ocho la superficie de cultivo en España, pasando de unas escasa 61 hectáreas en 2016 a 510 hectáreas cuatro años después, en el año 2020



Fuentes y documentación:

  • Ordenanzas para el buen régimen y gobierno de la muy noble y muy leal e imperial ciudad de Toledo. Imprenta de José de Cea. Toledo 1858.

  • Modelos de diversidad: crecimiento económico y crisis en los reinos hispanos en la Baja Edad Media. Rodríguez, Ana. Vínculos de Historia, nº 2. Instituto de Historia, Centro de Ciencias Humanas y Sociales. CSIC, Madrid. 2013.

  • Archivo General de Simancas, RGS, legajo, 149905,149.

  • Archivo General de Simancas, RGS, legajo, 149904,30.

  • Descripción y cosmografía de España. Colón, Hernando de. Boletín de la Real Sociedad Geográfica. Tomo L. imprenta de Eduardo Arias. Madrid, 1908.

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999 (transcripción de las respuestas de las Relaciones Topográficas de Felipe II).

  • Relaciones Topográficas de los Pueblos de España. Ortega y Rubio, Juan. Sociedad Española de Artes Gráficas. Madrid, 1919.

  • Alcabalas y diezmos de Morata. Archivo General de Simancas. Expedientes de Hacienda, legajo 131.

  • Diccionario Enciclopédico de agricultura, ganadería e industrias rurales. Tomos I y III. Madrid, Viuda e hijos de J. Cuesta editores. Madrid, 1886.

  • Tratado de las abejas, su multiplicación y productos en España. Hidalgo Tablada, José de. Librería Cuesta. Madrid, 1875.

  • Archivo General de Simancas. Catastro de Ensenada. Respuestas Generales. Toledo. Volumen 408. Información hecha sobre el contenido de los artículos del interrogatorio impreso. Pieza 2. Catastro de Ensenada. (Para las Respuestas Generales de Morata).

  • Archivo General de Simancas, Dirección General de Rentas, 1ª remesa. Catastro de Ensenada. Respuestas Generales. (para las respuestas del resto de municipios).

  • Ejecución de transcripciones literales de los manuscritos de las respuestas al cuestionario enviado por el cardenal Lorenzana (…). Martín Galán, M. M. y Sánchez Belén, J. A. Diputación Provincial de Madrid. Madrid, 1983. (Copia mecanografiada).

  • Guía práctica de labradores, hortelanos, jardineros y arbolistas. García Sanz, José. Tercera edición. Librería e imprenta de León Pablo Villaverde. Madrid, 1865.

  • Arte de cultivar el cáñamo, lino y algodón, de sus preparaciones hasta hilarlo. Imprenta de D. Manuel Romeral. Madrid, 1844. Manual del cultivador del lino y cáñamo con el nuevo método para preparar estas plantas. Cortés, Balbino. Imprenta de T. Fortanet. Madrid, 1852.

  • Copia de las Ordenanzas de la villa de Morata. Biblioteca Nacional de España. Ms. 4.508. (Copia de 1803 del escribano Ramón García Nieto).

  • La industria textil lanera en Toledo y Provincia. Santos Vaquero, Ángel. Diputación Provincial de Toledo. Toledo, 2011.

  • Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País. Memorias de la Sociedad Económica. Memorias de Industrias, Artes y Oficios. Antonio de Sancha. Madrid, 1780.

  • Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fabricas y minas de España, con inclusión de los reales decretos, ordenes, cedulas, aranceles y ordenanzas expedidas para su gobierno y fomento. Emilio Larruga. Imprenta de Antonio Espinosa. Volúmenes II, V, IX y XI. Madrid, 1787, 1789, 1790 y 1791.

  • Manual práctico de máquinas agrícolas. Hidalgo Tablada, José. 2ª edición. Imprenta del Colegio de Sordomudos y Ciegos. Madrid, 1852.

  • Diccionario geográfico y estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Tomo XI. Madoz, Pascual. Imprenta del geográfico y estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madrid, 1850.

  • Contestación al interrogatorio circulado por el Ministerio de Fomento. Hidalgo Tablada, José. Imprenta y Litografía de la Agricultura Española. Sevilla, 1862.

  • Curso de Economía Rural Española, Volumen 1. Hidalgo Tablada, José.

  • Anuario administrativo y estadístico de la provincia de Madrid para el año 1868. Bona, Francisco Javier de. Diputación Provincial de Madrid. Oficina Tipográfica del Hospicio. Madrid, 1869.

  • Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid y mejoras convenientes para su desarrollo. Abela y Sainz del Olmo, Eduardo. Imprenta, estenotipia y galvanoplastia de Aribaua y cia. Madrid, 1876.

  • Nota de prensa del ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, del 9 de abril de 2021.

viernes, 7 de octubre de 2022

El cultivo del cáñamo en la ribera del Tajuña (IV)

A finales del siglo XVIII, la hilaza de cáñamo la tejían mujeres en telares para elaborar costales, sayos, tendales o costales

La promoción del cultivo del cáñamo y de otras plantas industriales como el lino, junto con el apoyo a las industrias transformadoras de estas fibras, se convirtió en una cuestión prioritaria para la Corona y las autoridades del reino durante buena parte del siglo XVIII y comienzos del XIX. En paralelo, las Sociedades Patrióticas y de Amigos del País, seguidoras y promotoras del espíritu y de las ideas reformistas de la Ilustración, también se implicaron en estos proyectos innovadores que buscaban implantar pequeñas industrias transformadoras con materias primas nacionales como el propio cáñamo, la planta sobre la que venimos tratando en las últimas semanas.


El trabajo artesanal desarrollado en torno a la hilaza de cáñamo, junto con las labores de transformación de otra fibra vegetal muy abundante en la comarca, el esparto, generaron un pequeño foco de actividad preindustrial en los pueblos de la comarca del bajo Tajuña en el siglo XVIII. Con mayor o menor intensidad, con más o menos trabajadores implicados, se trataba de trabajar las materias primas que se producían en las vegas, o que se recolectaban en el monte, y que proporcionaban mucha mano de obra tanto en el cultivo de la planta como en los trabajos de transformación de la cosecha*.

Esta actividad industrial en torno a fibras textiles tan modestas como el cáñamo y el propio esparto contó con el apoyo en forma de normativa legal emanada de la Corona con la que perseguía favorecer este sector. En el corto espacio de tiempo que va desde 1777 hasta 1787 se aprobaron decretos y pragmáticas que, por ejemplo, permitieron la libertad de establecimiento y fabricación de tejidos de seda y lienzos de lino y cáñamo. Un año después, en 1778, se autorizaba y liberaba la posibilidad de imitar tejidos de seda extranjeros y, por último, en 1787 se liberaba el número de telares por maestro que podían instalarse en una fábrica textil.

Naturalmente, esta legislación tenía un ámbito de aplicación que rebasaba el pequeño y modesto sector del cáñamo en Morata y otras localidades ribereñas del Tajuña pero, aún así, no dejaba de expresar la realidad de un periodo histórico en el que, gracias al espíritu de la Ilustración, se intentó acabar con la precariedad de las industrias ligadas al sector primario. La Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, también fue una de las instituciones que, inspirada por las ideas de la Ilustración, intentó favorecer cultivos como el cáñamo. En 1780, en su memoria anual de actividades, publicaba las medidas que se habían aprobado en este sentido:

(…) Con aprobación de la Real Sociedad, procuró excitar al cultivo del lino y cáñamo, anunciando premios anuales a los que justificasen haber cogido de cosecha propia mayor cantidad para que así se facilitase el acopio necesario de estas primeras materias, y se fomentase su cultivo (…)

(…) La Sociedad podrá velar en su buena enseñanza, y en promover los repuestos de lino, cáñamo, lana, seda , algodón, o esparto, y en que se establezcan maestros, o maestras que enseñen a preparar, hilar, y beneficiar estos materiales; y en que por virtud de ellos se establezcan las manufacturas mas sencillas y fáciles (…).

El modo natural de propagar la industria, y perpetuarla en el pueblo era enseñar metódica, y progresivamente a preparar las primeras materias. Para que fuese constante, y durable esta instrucción, pensó la Sociedad en establecer cuatro Escuelas patrióticas, que enseñasen gratuitamente a los pobres (…).

Para favorecer estas iniciativas, los miembros de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País no dudaron en solicitar al rey la adopción de medidas proteccionistas de la industria textil española frente a las importaciones del exterior. Esta iniciativa se materializó en una Real Cédula de 1778 por la que se prohibían las importaciones de tejidos extranjeros:

(…) prohibiendo introducir en estos reinos gorros, guantes, calcetas, fajas, y otras manufacturas de lino, cáñamo, lana, y algodón, dando un año de término para el despacho de los géneros de esta especie introducidos anteriormente en el Reino (…).

Como prueba de que estas iniciativas a favor de la promoción del cultivo del cáñamo y de las labores de transformación de su fibra prendieron de alguna manera en la comarca, en esa misma memoria se refleja la intención de algunos vecinos de la villa de Chinchón de crear una sociedad a nivel local que favoreciese estos proyectos ilustrados:

(…) Algunos patriotas de la Villa de Chinchón solicitan en el Consejo permiso para erigir otra Sociedad particular en este pueblo: es digna de atención aquella solicitud, por la grande aplicación de aquellos naturales al cultivo y a la industria que podría propagarse a las vegas de Jarama, y Tajuña y a los pueblos situados en ellas (…).

                                        Máquina de hilar de Hargreaves, 1768 (Wikipedia)

 

Telares y trabajos del cáñamo en los pueblos de la ribera del Tajuña

Para analizar cómo influyeron estas medidas en la pequeña industria textil de la comarca generada en torno al cultivo del cáñamo contamos con una serie de publicaciones anuales, editadas en el último cuarto del siglo XVIII, que recogen varias referencias a esta actividad económica en los pueblos en los que era habitual el cultivo del cáñamo y también, en menor medida, la recogida de esparto en sus montes.

Se trata de las Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fabricas y minas de España (…), elaboradas por Eugenio Larruga y que se editaron entre los años 1787 y 1800 en 45 tomos que agrupaban los datos de las distintas provincias, entre ellas las de Toledo, Madrid y Segovia, en las que se integraban en esos años los pueblos de la comarca de la vega baja del Tajuña.

En una de estas publicaciones, editada en 1788 y que recogía datos de la provincia de Madrid, se indicaba que los trabajos de hilado y tejido del cáñamo se encontraban en decadencia en relación con otras provincias lo que no impedía que se elaboraran, anualmente y en distintos tipos de tejidos, alrededor de 950.000 varas.

En la misa publicación, se daba cuenta de cómo, por ejemplo, en la localidad de Brea de Tajo se registraba alguna actividad en el sector del cáñamo y el tipo de prendas que se tejían en los escasos telares localizados en el pueblo:

(…) En Brea hay 4 telares, que texen lienzo casero delgado y gordo, cuyos lienzos sirven para la ropa interior de los vecinos del pueblo, costales y tendales y no otras cosas precisas para los labradores: dicho lienzo se hace del cáñamo que se coge en su término, que será al año como 50 arrobas. Los telares no están corrientes todo el año, y sus dueños se emplean en las labores del campo algunas temporadas.

En el volumen correspondiente a la provincia de Segovia, a la que pertenecían los pueblos del condado de Chinchón, aparecía la villa de Valdelaguna donde, según se reseñaba:

(…) se coge cáñamo; cuya cosecha asciende al año á 130 arrobas, de más que mediana calidad. Se venden las dos terceras partes en Madrid; y la otra se consume en el pueblo (…).

En el volumen correspondiente a la provincia de Toledo, a la que pertenecían a finales del siglo XVIII la mayoría de los pueblos de la comarca, se remarca la situación del cultivo del cáñamo a nivel provincial y en villas como Perales de Tajuña:

(…) Es muy poco el [cáñamo] que se coge; y están los de esta provincia persuadidos de que no hay tierras buenas para ello. Esta opinión no tiene fundamento pues Perales de Tajuña ha tenido y tiene cosecha (…).

Tras cuantificar en 20.000 arrobas la producción de cáñamo en la provincia de Toledo se justifica la prevención de los agricultores a aumentar la cosecha en el siguiente argumento:

(…) Proviene la escasez de lino y cáñamo del infundado recelo que tienen los pueblos de que esta cosecha no es sana, y de que deja las tierras exhaustas de miga para producir otras cosechas , pero la experiencia hace ver lo contrario, y son las mas aptas para judías y melones de invierno.

En casi todas las referencias que encontramos sobre los trabajos de hilado del cáñamo se cita que estas labores se realizaban en casas particulares donde se instalaban los telares. Así ocurría, por ejemplo, en la villa de Valdaracete:

(…) Se fabrican lienzos caseros en la villa de Valdaracete para el gasto del pueblo. Hay 3 telares que tejen un año con otro como 2.100 varas, y están parados por lo general en el rigor del invierno por falta de telas.

Una situación similar se apuntaba en el caso de Morata:

(…) En la villa de Morata hay 3 telares, donde se teje el cáñamo que sus vecinos echan en telas para el consumo de sus casas.

Hay que reseñar también que para el caso de Morata se cita el trabajo realizado en el batán de paños situado en la ribera del Tajuña, propiedad por entonces del conde de Altamira. En este ingenio hidráulico se elaboraban, según la publicación de Eugenio Larruga, entre otras prendas y tejidos los sayos que utilizaban los monjes capuchinos de Madrid:

(…) En la villa de Morata hay un batan de agua en su término y vega del rio Ta]uña, donde se batanan paños, mantas y sayales. Es propio del Excelentísimo Señor Marques de Astorga; y en él se ocupan dos personas que batanan de limosna los sayales de los Padres Capuchinos.

Lamentablemente, en esta cita no se aclara qué tipos de fibra utilizaban para tejer estas prendas las dos personas que según el mismo texto trabajaban en el batán.

Finalizaremos estas referencias a los trabajos de elaboración de la hilaza del cáñamo en la comarca con información que aparece sobre el caso de Perales de Tajuña, villa donde, según estos datos, el tejido del cáñamo estaría más extendido:

(…) En la villa de Perales de Tajuña hay un maestro, con un oficial y 13 mujeres dedicadas a tejer cáñamo, caunes [sic] (que es otra clase de cáñamo) y costales, que llaman de estopa y maleza del cáñamo, del que se cría en su jurisdicción. Puede tejer cada mujer al día 5 varas de cáñamo, y 7 de tela para costales; cuyos lienzos tienen de ancho 5 cuartas y media, y los costales 2 tercias, que todo se consume por los vecinos de este pueblo en sus usos propios, a excepción de la tela de costales, que se vende la mayor parte a forasteros (…).

Por este texto, que confirma la existencia de maestros tejedores en Perales, también se ratifica que eran las mujeres quienes se responsabilizaban de las labores de tejer el cáñamo y que la producción, cuyos excedentes se vendían fuera de la localidad, se dedicaba preferentemente, como en otros pueblos, a la elaboración de costales y tendales para su uso en tareas agrícolas y de almacenaje, además de lienzos de tela para confeccionar modestas prendas de ropa.

Por estas informaciones también parece evidente que los trabajos de tejido y manipulación de la hilaza del cáñamo que se cultivaba en la vega baja del Tajuña nunca pasó de ser una sencilla y modesta actividad secundaria, más artesanal que industrial, y que su limitada importancia económica no dejó de disminuir hasta desaparecer, como el propio cultivo del cáñamo, tal como veremos en el epílogo de esta serie de entregas del blog.


*Aunque escapa a la intención y contenido de estas entregas del blog en torno al cáñamo -su cultivo y la elaboración de hilaza-, también recordaremos que en el siglo XVIII se pusieron en marcha en la comarca otras iniciativas de mayor calado y más ambiciosas en torno a la industria textil y papelera, casi todas ellas ligadas al proyecto impulsado por Juan de Goyeneche en Nuevo Baztán. En Morata, también se puso en marcha una pequeña industria textil promovida por dos hermanos procedentes de Cataluña, José y Mariano March, de la que trataremos la próxima semana en el epílogo de esta serie de entregas.

En cuanto a la explotación de las plantas de esparto que se recolectaban en los montes de la comarca hay que reseñar que también generaron a su alrededor una pequeña actividad artesanal que se mantuvo con cierta importancia económica hasta, más o menos, mediados del siglo pasado. En el caso de Morata, al menos en dos propiedades de gran extensión, se subastaba anualmente la explotación y cota del esparto que crecía en estos montes.

Una de estas propiedades en las que crecía el esparto era El Bosque propiedad del conde de Altamira. En el año 1856, cuando los bienes de la casa de Altamira en Morata habían disminuido muy significativamente en relación con periodos anteriores, aún se subastaba la explotación del esparto de El bosque, en un acto que se celebraba en la casa del administrador de los bienes de la casa de Altamira en la villa (Diario Oficial de Avisos de Madrid, 1 de junio de 1856).

En otra finca del término de Morata, propiedad en este caso del Ayuntamiento, la dehesa carnicera, también crecía gran cantidad de esparto cuya explotacíón se subastaba anualmente. Según los anuncios oficiales de estas subastas, publicados en el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, las pujas partían, a mediados del siglo XIX, de una cantidad inicial en torno a los 700 reales en que se valoraba la mitad del esparto de las 200 fanegas de la dehesa carnicera (En el año 1860, por ejemplo, el esparto de la dehesa se adjudicó a Julián García Padrón por un importe de 722 reales).

No obstante, en algunas campañas, como la de 1857 fue necesario realizar hasta tres subastas para poder adjudicar el esparto de ese año, ante la falta de postores en las dos subastas iniciales.

Aparte de estas subastas de las mayores fincas del término municipal, en los montes concejiles de Morata se podía también cosechar el esparto por parte de los particulares. Con esta fibra vegetal, los pequeños artesanos elaboraban utensilios para el campo (serones, espuertas o cuerdas) o también para el uso domestico (valeos, felpudos…).

La utilización del esparto para estos trabajos artesanales favoreció que fuera un material muy buscado y objeto, en ocasiones, de noticias como la que publicaba un periódico a finales del siglo XIX:

(…) Habiendo tenido noticia el cabo Hermógenes Fernández, comandante del puesto de Morata en esta provincia, de que se proyectaba cometer un robo en el monte de Vallequillas, propiedad de doña Ana quesada, dispuso lo conveniente para que se capturara a los delincuentes (…) que conducían cuatro caballerías cargadas de esparto en cantidad de 22 arrobas, extraído de dicho monte (…). (El Correo Militar, l 11 de mayo de 1886).


Fuentes y documentación:

  • Ordenanzas para el buen régimen y gobierno de la muy noble y muy leal e imperial ciudad de Toledo. Imprenta de José de Cea. Toledo 1858.

  • Modelos de diversidad: crecimiento económico y crisis en los reinos hispanos en la Baja Edad Media. Rodríguez, Ana. Vínculos de Historia, nº 2. Instituto de Historia, Centro de Ciencias Humanas y Sociales. CSIC, Madrid. 2013.

  • Archivo General de Simancas, RGS, legajo, 149905,149.

  • Archivo General de Simancas, RGS, legajo, 149904,30.

  • Descripción y cosmografía de España. Colón, Hernando de. Boletín de la Real Sociedad Geográfica. Tomo L. imprenta de Eduardo Arias. Madrid, 1908.

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999 (transcripción de las respuestas de las Relaciones Topográficas de Felipe II).

  • Relaciones Topográficas de los Pueblos de España. Ortega y Rubio, Juan. Sociedad Española de Artes Gráficas. Madrid, 1919.

  • Alcabalas y diezmos de Morata. Archivo General de Simancas. Expedientes de Hacienda, legajo 131.

  • Diccionario Enciclopédico de agricultura, ganadería e industrias rurales. Tomos I y III. Madrid, Viuda e hijos de J. Cuesta editores. Madrid, 1886.

  • Tratado de las abejas, su multiplicación y productos en España. Hidalgo Tablada, José de. Librería Cuesta. Madrid, 1875.

  • Archivo General de Simancas. Catastro de Ensenada. Respuestas Generales. Toledo. Volumen 408. Información hecha sobre el contenido de los artículos del interrogatorio impreso. Pieza 2. Catastro de Ensenada. (Para las Respuestas Generales de Morata).

  • Archivo General de Simancas, Dirección General de Rentas, 1ª remesa. Catastro de Ensenada. Respuestas Generales. (para las respuestas del resto de municipios).

  • Ejecución de transcripciones literales de los manuscritos de las respuestas al cuestionario enviado por el cardenal Lorenzana (…). Martín Galán, M. M. y Sánchez Belén, J. A. Diputación Provincial de Madrid. Madrid, 1983. (Copia mecanografiada).

  • Guía práctica de labradores, hortelanos, jardineros y arbolistas. García Sanz, José. Tercera edición. Librería e imprenta de León Pablo Villaverde. Madrid, 1865.

  • Arte de cultivar el cáñamo, lino y algodón, de sus preparaciones hasta hilarlo. Imprenta de D. Manuel Romeral. Madrid, 1844. Manual del cultivador del lino y cáñamo con el nuevo método para preparar estas plantas. Cortés, Balbino. Imprenta de T. Fortanet. Madrid, 1852.

  • Copia de las Ordenanzas de la villa de Morata. Biblioteca Nacional de España. Ms. 4.508. (Copia de 1803 del escribano Ramón García Nieto).

  • La industria textil lanera en Toledo y Provincia. Santos Vaquero, Ángel. Diputación Provincial de Toledo. Toledo, 2011.

  • Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País. Memorias de la Sociedad Económica. Memorias de Industrias, Artes y Oficios. Antonio de Sancha. Madrid, 1780.

  • Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fabricas y minas de España, con inclusión de los reales decretos, ordenes, cedulas, aranceles y ordenanzas expedidas para su gobierno y fomento. Emilio Larruga. Imprenta de Antonio Espinosa. Volúmenes II, V, IX y XI. Madrid, 1787, 1789, 1790 y 1791.