miércoles, 29 de mayo de 2019

Inventario de bienes del marquesado de Leganés en Morata (1642)

Hace unas semanas publicamos en el blog la relación de algunas de las primeras adquisiciones del I marqués de Leganés en Morata. Estas primeras compras, junto con los solares en los que se construyó el palacio condal, fueron realizadas por la primera mujer de Diego Mexía Felípez de Guzmán, Policena Spínola, con la que se había casado en 1627 y que falleció diez años después, en 1637, cuando el marqués se encontraba destinado en Milán como gobernador máximo representante del rey Felipe IV. A la muerte de Policena y antes del segundo matrimonio del marqués de Leganés, fue necesario realizar un inventario de los bienes libres pertenecientes a ambos. Este inventario de bienes, realizado en 1642, nos permite ver cómo la Casa de Leganés adquirió un importante patrimonio en forma de bienes inmuebles en Morata tras fallecer la primera esposa del marqués.



Policena Spinola, segunda hija de Ambrosio Espínola, marqués de los Balbases –que ha pasado a la historia por protagonizar el cuadro de La rendición de Breda, de Velázquez- se había casado con el primer marqués de Leganés en 1628, poco después de que el rey Felipe IV concediera a Diego Mexía Felípez de Guzmán el marquesado de Leganés. Debido a las múltiples obligaciones militares y diplomáticas de su marido, primero en Flandes y posteriormente en Milán, Policena, una mujer con una sólida formación intelectual no dudó en hacerse cargo de la gestión ingente del patrimonio familiar en España.
En este papel de administradora de los bienes matrimoniales, Policena tuvo un papel destacado en la llegada de la Casa de Leganés a Morata: fue la responsable, como vimos hace una semanas, de la compra de las primeras tierras en la vega de Morata, de las casas y solares en los que se levantó el palacio familiar y de organizar la administración de los bienes y derechos (alcabalas, escribanías, posadas, pozo de la nieve, …) que el matrimonio fue adquiriendo en la villa.
Dama de honor de la reina Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV y madre de tres hijos -Gaspar, que sería el II marqués de Leganés a la muerte de su padre, Inés y Ambrosio, que ocuparía los arzobispados de Santiago y Sevilla-, Policena también fue muy aficionada al arte y como tal participó del afán coleccionista de su marido que se manifestó en la compra de cientos de cuadros incluidos, como veremos en próximas semanas, en el inventario realizado tras su muerte, ocurrida el 14 de junio de 1637 en Villaviciosa de Odón mientras su marido se encontraba ejerciendo su cargo de gobernador en Milán.
De este inventario realizado en 1642, unos meses antes de que el I marques de Leganés se casara en segundas nupcias con Juana de Rojas, marquesa de Poza, nos interesa especialmente el apartado en el que se describen los bienes adquiridos por Diego Mexía en la villa de Morata en el periodo comprendido entre la muerte de Policena Spínola y su segundo matrimonio.
A pesar de que los años inventariados son poco más de cinco, sorprende cómo en este lustro la Casa de Leganés se dedicó a incrementar notablemente su patrimonio en Morata. En estos años, a pesar de que el marqués de Leganés mantuvo una actividad frenética como político y militar encargado del gobierno de Milán y de que en 1641 se hizo cargo del ejército que se enfrento a la sublevación en Cataluña, no por ello dejó de administra su señorío en Morata como se hace patente en la relación de bienes y derechos adquiridos en estos años: tierras en la vega y en el llano, molinos, imposición de censos con varios vecinos son algunos de los activos incluidos en el inventario de sus bienes que se elaboró en marzo de 1642.
Según este inventario la Casa de Leganés adquirió entre los años 1637 y 1641 unas 236 fanegas en tierras de riego en la vega de Morata, repartidas por todos los parajes pero especialmente por la zona de El Taray. Esta extensión de terreno de regadío se distribuía en 138 parcelas en las que no faltaban varias pozas para el tratamiento del cáñamo y varias alamedas junto al río Tajuña. Además la Casa de Leganés se hizo propietaria de 14 fanegas en dos de tierras de secano a las que había que añadir 434 olivos en 12 olivares y 2 viñas con unas 2000 cepas.
La mayoría de estas tierras fueron adquiridas en sendos lotes pertenecientes a Manuela de Cáceres, vecina de Segovia, y Pedro Monsalud y Pedro González de Torres. A Manuela de Cáceres pertenecía un lote de setenta y cuatro tierras:
(…) que compró su excelencia a Don Juan de Cepeda Navarro, vecino de la ciudad de Segovia por sí y en nombre de doña Manuela de Cáceres, su mujer, como consta en la escritura otorgada en nueve de abril de mil y seiscientos y treinta y nueve años por ante el dicho Francisco Suárez y en virtud de facultad real de su majestad, de catorce de enero de mil y seiscientos y treinta y nueve años, firmado de su real mano y refrendado de don Sebastián Antonio de Contreras y (…) de su secretario, las cuales dichas tierras están en el término de la villa de Morata.
A Miguel Monsalud y a Pedro González el marqués de Leganés también les compró un lote de tierras en la vega:
(…) cuarenta y dos tierras que su excelencia compró del Licenciado Don Miguel de Monsalud y de Don Pedro González de Torres, su cuñado, que tenían en la vega de la dicha villa de Morata, las veintiséis de ellas del dicho Don Miguel, y las diez y seis del dicho Don Pedro, la cual cantidad es en moneda de vellón y todas las demás dichas, como consta de la escritura de venta en quince de octubre del año de treinta y siete (…).
Ente los vendedores de tierras al marqués de Leganés el inventario también incluye las que fueron compradas a la marquesa de Espinardo y el conde de Puñonrostro. El conde de Puñonrostro era también propietario de una parte de uno de los molinos que compró por estos años el marqués de Leganés:
(…) Mas veinte mil y cuatrocientos maravedíes que costó a su excelencia la parte que compró a Luis Vélez y Don Francisco Carrión del molino del Taray, porque las demás partes tenía su excelencia compradas al conde de Puñonrostro y don Juan de Cepeda, vecino de Segovia. Como consta de escritura otorgada en seis de (…) del año de cuarenta ante Francisco Suárez.
El molino del Taray, reconvertido en batan posteriormente, tenía otros propietario que también vendiern su parte al marqués de Leganés:
(…) mitad del molino del Taray y tres censos perpetuos y otras cosas que compró su excelencia de Don Juan de Cepeda Navarro, vecino de la ciudad de Segovia por sí y en nombre de doña Manuela de Cáceres (…).
La inversión del marqués de Leganés en molinos y batanes se completó con la compra a sus propietarios del Molino de la Huerta que luego conocido como molino de Angulo:
(…) Mas novecientos y cuarenta y un mil cuatrocientos y sesenta maravedíes que costó a su excelencia el molino nuevo, ansí en la compra que hizo de Pedro de Humanes de rueda y media como consta de la escritura otorgada a cuatro de julio de mil y seiscientos y cuarenta por ante el dicho escribano que fueron seis mil y novecientos reales media rueda que compró de Mateo de Tordesillas, vecino de Getafe en dos mil y ochenta y ocho reales, como consta de la escritura otorgada el mes de diciembre del dicho año de cuarenta por ante dichos Izquierdo, escribano de número de Madrid, más otra rueda de doña Antonia de Angulo en cuatrocientos ducados como consta de escritura que otorgó el padre Francisco de Angulo en virtud del poder de la susodicha en veinte y siete de noviembre del año de cuarenta por ante Rodrigo Hidalgo. Más catorce mil trescientos y dos reales que costó de levantar el dicho molino como consta de las cuentas que dio Felipe de Reynaldos, mayordomo de su excelencia que las dichas partida montan los dicho (941.460 anotado en el margen).
En total, las compras del marquesado de Leganés en Morata en los años transcurridos entre la muerte de Policena Spinola, primera mujer del Diego Mexía, y los meses anteriores a su segundo matrimonio con Juana de Rojas , ascendieron a 10.184.179 maravedíes, equivalentes a 299.534.676 reales, una cantidad sólo al alcance de un miembro de la nobleza en la cumbre de su poder gracias a su estrecha relación con el conde duque de Olivares, como era el caso del marqués de Leganés.

Inventario de las tierras del marqués de Leganés en Morata (1642, AHPM)



Fuentes y bibliografía:
  • Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Tomo 5993, fol. 525r-556v.
  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada-Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.
  • Poder y nobleza en la primera mitad del siglo XVII: el I marqués de Leganés. (Tesis doctoral). Arroyo Martín, Francisco. Universidad Carlos III de Madrid, Departamento de Humanidades: Historia, Geografía y arte. Getafe, 2012.


martes, 21 de mayo de 2019

El cultivo de árboles frutales en la vega de Morata

En la toponimia de Morata aparecen con mucha frecuencia términos relacionados con la existencia de numerosas huertas en la vega que riega el río Tajuña: camino de la Huerta, huerta de la Sancha, rincón de la Huerta, huerta de los Hoyos, molino de la Huerta de Angulo. En todos los casos son denominaciones que hacen referencia a un sistema de explotación de las tierras de regadío del término de Morata que combinaba el cultivo de hortalizas y cereal con árboles frutales. Con los años estas prácticas agrícolas se ha perdido casi en su totalidad. Por desgracia, cada día es más difícil ver árboles frutales en Morata y no digamos ya las antiguas huertas que, desde antiguo, caracterizaban a la vega morateña.




No son pocas las referencias documentales que a lo largo de los siglos hacían referencia a la presencia de huertas y árboles frutales en la vega de Morata. Gracias a las Relaciones Topográficas, que Felipe II ordenara redactar en cada pueblo, ciudad y lugar de la Corona de Castilla, sabemos que ya en el siglo XVI los vecinos de la villa cultivaban en la vega de Morata huertas y árboles frutales con los que completar sus ingresos y acceder al consumo de fruta de muy buena calidad. En la vigésima respuesta del cuestionario ordenado por Felipe II ya se hacía mención de huertas y frutales al reseñar el curso del río Tajuña:
A los veinte capítulos dijeron que el río que se dice Tajuña pasa por junto a la dicha villa la vega abajo dos tiros de arcabuz de ella por la parte del mediodía de la dicha villa, y que no es caudaloso de mucha agua, tiene a un lado y otro del dicho río una ribera, con cuya agua se riegan tres mil fanegas de pan en sembradura pocas más o menos, adonde se cogen muchos frutos de cáñamo y pan, en la cual hay algunas huertas y frutales de buenas frutas (…).
Siglos después, en otro documento destinado a inventariar las riquezas de todas los villas pertenecientes a la Corona de Castilla también se cita la existencia de huertas y árboles frutales en la vega de Morata e incluso se hace referencia a cómo tributaban al fisco real estas explotaciones agrícolas:
(…) Que de las frutas que se cogen en la huerta que pertenece a los señores de esta villa se paga de diezmo de dieciocho arrobas, que la que pertenece en este término a Don Claudio Sánchez y Torres, canónigo de la santa Iglesia de Osma, es libre de diezmo y únicamente paga a la Parroquial de esta villa por razón de feudo seis maravedíes en cada un año.
Sin embargo, es en la respuesta a la pregunta decimotercera del cuestionario denominado Preguntas generales donde se cuantifica la importancia fiscal de los cultivos hortofrutícolas de la vega de Morata. Por aquellos años de mediados del siglo XVIII, era muy habitual que prácticamente en todas las parcelas existieran varios ejemplares de árboles frutales:
A la pregunta trece declararon que de cada fanega de álamos negros o blancos consideran se pueden cortar de diez en diez años treinta palos y que la común estimación de cada uno es ocho reales. Que cada fanega de tierra plantada de frutales tendrá como cuarenta y que cada uno de estos regulan podrá producir un año con otro media arroba de fruta que compensado el más valor que unas tiene con el menor consideramos a cada arroba el precio de cinco reales y esto que el plantío esté a marco o sin el pues en los pocos frutales que hay en este término no hallamos diferencia.
En otros apartados del catastro aparecen también citados los cultivos frutales, considerados como marginales, en tanto que la mayoría de las parcelas se dedicaban a la siembra de cereales de regadío. Eso no impedía que en todas las fincas en la que existían árboles frutales estos quedaran minuciosamente reflejados ya que influían en el valor de las tierras catastradas, como sucedía, por ejemplo, en una tierra en La Aceña, propiedad Miguel Sánchez Alonso, vecino de Morata, donde se catastran (...) alrededor de ochenta árboles de membrillo y veinte y nueve guindales, y es de buena calidad.
Aparte de estos frutales aislados, el Catastro de Ensenada recoge dos grandes huertas de frutales en el término de Morata. Incluso ahora, más de doscientos cincuenta años después de que se elaborara el catastro, la huerta del Molino (de Angulo) y de los Hoyos permanecen en la toponimia morateña aunque ya sin contar con los miles de frutales que llegaron a cultivarse en ambas propiedades.
El conde de Altamira era el propietario de una de estas huertas, concretamente la que se denominaba huerta del Molino, [luego con su venta huerta del Molino de Angulo]: (...) su caber cincuenta y cuatro fanegas con mil y doscientos árboles frutales doscientas sesenta y cinco plantas que a dichos frutales se van cruzando y la circunda el río Tajuña de buena calidad (...).
La otra huerta que aparece en el catastro era propiedad de la familia Ruiz de Castañeda, concretamente de Pedro Antonio Ruiz de Castañeda:
(...) su caber siete fanegas de tierra plantada de frutales de distintos géneros ordinarios y tiene seiscientos y sesenta árboles de medina calidad y está criada donde llaman Las Hoyas [sic], que por un lado la cerca el río un pedazo de viña del mismo dueño, dista media legua de la población.
Declive del cultivo de árboles frutales
A finales del siglo XIX, Juan de Diego Arribas, en su libro sobre la historia de Morata no se olvida de citar las dos huertas que ya aparecían como hemos señalado en el Catastro de Ensenada:
(…) Entre las muchas y buenas huertas de que hemos hablado ya en otro capítulo, merecen especial mención dos: la titulada del Espinardo y la de Ángulo; la primera de la propiedad del conde de Sástago [Espinardo] , y la segunda del Sr. Jaraba.
Una y otra son espaciosas, con diversidad de plantas, árboles, flores y riquísimos frutos, lo que prueba la bondad de su tierra y abundantes aguas; cada una de ellas tiene una magnífica casa de recreo (…).
Arribas también hacía una relación de algunas de las especies de árboles frutales que se cultivaban en la vega de Morata, muchos de ellos ya desaparecidos:
(…) Desde el humilde y poco apreciado ciruelo, en su diversidad de clases, hasta la encopetada pera de Donguindo y otras no menos estimadas por su clase y condición, tienen aquí cabida, sin excluir el melocotonero, albaricoquero, guindo, el sabroso pero, la no menos popular manzana, y para terminar (pues sería tarea muy pesada ir refiriendo una por una todas las clases de frutas que aquí se cultivan), diremos que la mayoría de los árboles aclimatados en nuestra Península se encuentran aquí. Si el radio de Madrid poseyera un terreno como el de Morata, con todas sus condiciones ¡cuántos encantos y distracciones proporcionaría á los madrileños, que no conocen los prodigios de la agricultura, y cuan distinto sería el efecto que produciría al foráneo la entrada de la coronada villa! (…).
A finales del siglo XIX se documenta la existencia de otras huertas en la vega de Morata, entre ellas la que se cultivaba en el entorno del antiguo batán de paños. Esta huerta, ya desaparecida, se describía así, cuando se publicó un anuncio en la prensa de la época anunciando su subasta:
Una posesión en la villa de Morata, situada sobre el río Tajuña, de caber 3 fanegas, 6 celemines y dos estadales, destinada su mayor parte a huerta cercada por una arboleda poblada de árboles frutales, tasada en 20.273 rs.
También es en estos años de finales del siglo XIX cuando ya algunos morateños comenzaron a denunciar el declive de los cultivos hortofrutícolas en la vega de Morata. Es cierto que este declive fue especialmente patente a partir de los años sesenta del pasado siglo, pero lo cierto es que muchos años antes José de Hidalgo Tablada, un autor del que ya hemos publicado varias entradas en el blog, denunciaba el estado de los cultivos frutales en la vega de Morata.
Hidalgo Tablada había descrito en algunas de sus muchas publicaciones especializadas algunas de las especies frutales características de Morata, entre ellas las que denominaba pera temprana:
(…) De esta hay dos variedades, una denominada de fruto pequeño, y otra de grande; porque comparativamente la última es mayor tres cuartas partes; la primera tiene poco más de un centímetro de alto y la segunda cuatro.
La grande presenta el fruto amarillo en el lado de la sombra y muy colorado en la parte que le da el sol; la pequeña es amarilla toda. En uno y otro árbol se observa gran desarrollo, si se injerta en franco, lo cual requiere, así como el que no se sujeten a las formas de espaldera., etc., que exigen podas repetidas. De la variedad pequeña, tenemos una planta procedente de semilla, que, si un arbolista de oficio la hubiese conseguido, estaría bautizada con el nombre de la finca o del pueblo en que la hubiese obtenido, se llamaría temprana, de Morata.
Hidalgo Tablada denunciaba ya entonces, cuando aún el cultivo de fruta tenía cierta importancia para los agricultores morateños, el arranque de los frutales para, supuestamente, obtener mayor rentabilidad en sus tierras de regadío:
(…) Cuando se ve, como en el presente año hemos visto en el sitio en que escribimos (Morata de Tajuña), arrancar plantíos enteros de arbolado frutal de pipa y hueso, y se considera que están situados a cinco leguas de la Corte, de ese mercado a que concurren frutas de todos los puntos de la Península y se venden con regular estimación, cuando se examina que la tierra ocupada por los árboles tiene riego abundantísimo y que la fruta es de muy buena calidad, especialmente la de pipa; se ocurre dudar de la utilidad de nuestro trabajo sobre una materia que desde luego aparece aquí, como poco o nada productiva, siendo esta la idea que se sustenta y defiende por los que han dado los árboles casi de balde con el solo fin de tener pronto libre el suelo de plantas que vimos poner hace veinticinco años y estaban en plena producción (…).
De alguna manera, como en tantos otros aspectos de la agricultura en Morata, Hidalgo Tablada vio venir el negro futuro que le esperaba a las huertas morateñas. Y eso a pesar de que, como bien recordaba el catedrático de Agricultura y exalcalde, Morata contaba por entonces –y ahora-con una ventaja fundamental frente a otras zonas agrícolas: la cercanía con los mercados madrileños. No resultaba extraño que en aquellos años de finales de siglo, y en las primeras décadas del siglo siguiente, se citaran continuamente los cultivos de Morata en general, y por supuesto también las frutas, como productos de calidad y habituales en los mercados de Madrid (por aquellos años el mercado de la plaza de la Cebada y posteriormente el mercado de Legazpi). José Antonio Huertas y Emilio Rodríguez, en una publicación que detallaba las principales poblaciones de las que se abastecía la capital de España (Memoria relativa a los centros de producción de frutas, verduras y hortalizas, así como de los que surten de estos artículos a nuestro mercado), incluían en uno de sus capítulos las acelgas, ajos, tomates, patatas, pimientos, uvas, peras e higos procedentes de la vega de Morata como algunos de los productos de calidad que surtían al mercado de la plaza de la Cebada.
Unos años más tarde, en el diario El Imparcial del 28 de agosto de 1930, aparecía una reseña titulada El vientre de Madrid. En este texto periodístico se analizaba la entrada de frutas y hortalizas diariamente en el Mercado de la plaza de la Cebada donde se vendían la mayor parte de los 500.000 kilos de frutas y verduras que se consumían diariamente en Madrid:
(…) Ahora la mayor parte del género viene por carretera por ser el transporte más rápido y económico. Las frutas de este tiempo, que son los higos, las peras, los melocotones, las uvas los melones y las sandías vienen directamente en camiones de los puntos de producción. De Talavera, Navalcarnero, El Álamo y Morata (…).

Perdida de huertas y árboles frutales en la vega de Morata (1946-2016)
La web nomecalles, de la Comunidad de Madrid, ofrece la posibilidad de visionar fotografías aéreas de todos los municipios madrileños realizadas desde mediados del siglo pasado. La secuencia fotográfica que ofrecemos, que se comenta por sí sola, se inicia en el año 1946 y finaliza en 2016. Es fácil apreciar cómo se ha producido la pérdida paulatina de casi todo el arbolado en la vega de Morata, concretamente en el paraje de El Taray.



Foto aérea 1946


Foto aérea 1956


Foto aérea 1961


Foto aérea 1975


Foto aérea 1991


Foto aérea 2016

Fuentes y bibliografía:

  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada-Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.
  • Relación Topográfica de los pueblos de España. Transcritas en Historia de la villa de Morata de Tajuña. Torre Briceño, Jesús Antonio de la. Ayuntamiento de Morata de Tajuña. Madrid, 1999.
  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada-Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.
  • Tratado del cultivo de los árboles frutales en España y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de. Librería de los Sres. Viuda e hijos de don José Cuesta, editores. Segunda edición, corregida y aumentada con nuevos datos. Madrid, 1871.
  • Morata de Tajuña (Biblioteca de la Provincia). Arribas, Juan de Diego. Biblioteca de la Revista ilustrada La Provincia. Madrid, 1891.
  • Memoria relativa a los centros de producción de frutas, verduras y hortalizas, así como de los que surten de estos artículos a nuestro mercado. Huertas, José Antonio, Rodríguez, Emilio. Imprenta Municipal. Madrid, 1927.
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.

miércoles, 15 de mayo de 2019

Arrendamiento de tierras del conde de Altamira en El Taray

La pasada semana transcribimos parte de un documento, conservado en el Archivo Histórico Nacional, en el que se recogía una relación de tierras adquiridas por el I marqués de Leganés en el paraje de El Taray. Este lote de tierras fue una de las primeras compras de Diego Mexía Felípez de Guzmán en Morata y permanecieron en el patrimonio de los poseedores del señorío de Morata hasta el siglo XIX. Sin embargo, pese a que a lo largo de los años los marqueses de Leganés y los condes de Altamira acumularon un gran patrimonio inmobiliario en Morata nunca explotaron directamente estas tierras y optaron por su arrendamiento a distintos vecinos de la villa.




La documentación de la época demuestra que para administrar y rentabilizar este patrimonio de fincas rurales, en secano y regadío, la Casa de Leganés optó, como posteriormente harían sus sucesores de la Casa de Altamira, por el arrendamiento de las mismas a los agricultores locales.
Al contrario que otras familias de la nobleza, los marqueses de Leganés y los condes de Altamira nunca explotaron directamente ni sus tierras en la vega ni las tierras de secano, con excepción de un periodo de tiempo, entre finales del siglo XVIII y mediados del siglo XIX, en que sí que cultivaron y recolectaron la cosecha de sus olivares para moler su producción en el molino que los Altamira poseían en las inmediaciones de El Bosque (Este molino estaba localizado en las inmediaciones de donde décadas mas arde se construiría la alcantarilla del Ferrocarril del Tajuña).
Sin embargo, este sistema de explotación directa de sus bienes patrimoniales fue una excepción y, de hecho, según se recoge en el Catastro de Ensenada, los condes de Altamira ni siquiera poseían entre sus bienes caballerías de labor, lo que indica que sus tierras eran cultivadas por los labradores que arrendaban sus tierras. A diferencia de otros grandes propietarios del término de Morata como, por ejemplo, los religiosos del convento del Rosario, los poseedores del señorío de Morata se limitaron a contar con una serie de administradores en Morata que se dedicaban a recaudar sus derechos señoriales (alcabalas, rentas de molinos y batanes alquileres de posadas y mesones,…) y a controlar los pagos de los arrendatarios de sus posesiones en la vega y en el llano de Morata.
En el documento que analizamos la pasada semana (Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C.22, D.67-74) podemos comprobar cómo se explotaban estas tierras arrendadas. En el documento, elaborado por el archivo condal en 1783, el conde de Altamira, en aquellos años Vicente Joaquín Osorio de Moscoso, solicitó a sus archiveros información sobre una de las fincas arrendadas a un vecino de Morata en el paraje de El Taray, y concretamente sobre los documentos de su compra por parte del I marqués de Leganés:
El archivo de Vuestra Excelencia en cumplimiento de la orden que Vuestra Excelencia se dignó dirigir en 25 de febrero próximo pasado relativa a entregar la escritura de venta de una tierra consistente en la villa de Morata al sitio del Taray de 1939 estadales, la cual se dio a censo a Don Pedro Fuertes con el canon anual de 243 reales de vellón.
Hace presente a Vuestra excelencia que (…) se ignora quien fue el vendedor de dicha finca y así mismo si esta adquisición fue por una sola escritura o por muchas, como puede suceder, le pareció conveniente y aun necesario hacer un resumen y relación sucinta de todas las que en dicho pago del Taray se hallan otorgadas favor de la Casa de vuestra Excelencia, con expresión de sus respectivas cabidas, linderos, señales y años de su otorgamiento, a fin de que sea del agrado de vuestra excelencia, se remita al administrador de dicha villa el cual en su vista puede saber o averiguar determinadamente cual es la tierra en cuestión y con su aviso exhibir la original o certificación (…) pues es muy regular que la referida escritura esté comprendida entre las que se expresa en la adjunta razón.
Parece evidente que los archiveros no pudieron localizar los documentos concretos que pedía el conde de Altamira, de ahí que remitieran la relación completa de las tierras adquiridas por el marqués de Leganés en el paraje de El Taray en los años en que se hizo por compra con el señorío de Morata, (de las que tratamos en la última entrega del blog). Los archiveros también informan de un apeo (inventario) realizado en 1744 que podría corresponder a la finca cuya información se solicita:
(…) Y dado caso que no pareciera esta, le parece se podría presentar por parte de (…) un apeo hecho en el año 1744, en virtud de provisión real al pedimento de la Excelentísima Señora Doña Ventura Fernández de Córdoba, marquesa viuda de Altamira, como curadora del Excelentísimo Señor Don Ventura de Moscoso Osorio, marqués de Leganés, cuyo apeo se halla con los poderes, citaciones, fijación de (…) y demás solemnidades de derecho, y expresa ser propia de la Casa de Vuestra Excelencia una tierra en dicho sitio del Taray, su cabida 1939 estadales, a razón de 400 cada fanega componen 4 fanegas, 10 celemines y 6 estadales, y con ellos 1827 cepas vivas y 158 marras, la cual linda hacia Perales y hacia Morata con viña nueva de herederos de Roque Casado, puesta en tierra del marqués de Espinardo, a la entrada de cuya tierra están las cepas marras y las nuevas están en un pedazo que mira a Perales y están incorporadas, cuya tierra es la misma que expresa y pide el referido administrador de Morata en su memorial decretado de Vuestra Excelencia.
La escritura de imposición del referido censo de 88.100 reales de capital y 243 de réditos anuales contra el mencionado don Pedro Fuertes y sobre las mismas fincas también existe en este archivo pero no hace relación alguna de la escritura primordial de venta ni otra noticia.
Es cuanto puedo informar a Vuestra Excelencia sobre este particular.
Madrid, 3 de marzo de 1783.

Documento del archivo Altamira con la relación de tierras de El Taray (1783)

Por el texto de la contestación de los archiveros a la petición del conde de Altamira comprobamos que la información solicitada correspondía a una viña situada en el mencionado término de El Taray. Por aquellos años, la plantación de viñas en la vega era una práctica muy común en Morata, particularmente en El Taray y parajes próximos. Estas viñas producían unas uvas de menor calidad pero tenían a favor una mayor producción de kilos por fanega. Los agricultores de Morata que tenían arrendadas estas tierras buscaban estas mayor producción y la seguridad de una cosecha abundante por la posibilidad de regar las cepas para así asegurarse unos ingresos que permitieran cubrir los gastos de las rentas cobradas por la Casa de Altamira y su propio beneficio. En concreto, vemos como la tierra dada a censo a Pedro Fuertes obligaba a este vecino de Morata a abonar 243 reales anuales al conde de Altamira. El propio Pedro Fuentes era también deudor de otros cincuenta reales anuales por otra tierra localizada en El Taray de seis fanegas y cuatro celemines:
(…) Además del censo de 8.100 reales de vellón de capital y 243 de réditos expresado en la representación y memoria del administrador de Morata Don Juan de Salinas y Setién contra don Pedro de la Fuente sobre la referida finca resulta también contra este y a favor de dicho señor Marqués otro censo de 50 reales y 22 maravedíes de pensión anual sobre otra tierra al propio sitio del Taray, su cabida seis fanegas y 4 celemines según resulta de la competente escritura de imposición otorgada en dicha villa de Morata a 22 de diciembre de 1732, la cual consta igualmente en este archivo (…).
Este sistema de explotación continuaría prácticamente hasta los años en que los condes de Altamira vendieron sus últimas posesiones rústicas en Morata. El documento que hemos analizado en estas entregas del blog incluye también el nombre de varios vecinos que se acogían a este régimen de arrendamientos de la Casa de Altamira en varias viñas localizadas en El Taray:
Francisco Anguita y Josefa Muñoz, su mujer, pagan 235 reales y 15 maravedíes anuales por dos viñas en el Taray y Llano de Arriba año de 1746.
Pedro Sánchez y Juana Conde, su mujer, pagan 148 reales y 6 maravedíes por dos viñas en dichos sitios, año idem.
Pablo Ruiz Orive y su mujer pagan 116 reales y 14 maravedíes por dos viñas al sitio del Taray y (…) año de 1746.
Javier Valerio paga 9 reales y 4 maravedíes por una vina de 287 cepas y una tierra (…) año 1763 (…).


Fuentes y bibliografía:
  • Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-222, D.67-74.
  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada-Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.




miércoles, 8 de mayo de 2019

Compra de tierras del marques de Leganés en El Taray

En 1634 el marqués de Leganés, poseedor por compra desde el 23 de octubre de 1632 del señorío de Morata, comienza el proceso de adquisición de los bienes inmuebles que constituirán su patrimonio en la villa. Ese mismo año de 1634, Diego Mexía Felípez de Guzmán había adquirido a varios propietarios las parcelas urbanas próximas a la iglesia sobre las que edificaría su palacio señorial y, paralelamente, inicia también la compra de tierras tanto en la vega como en el llano de Morata. En el caso de la vega, está documentada la adquisición de varias parcelas, que sumaban algo más de 91 fanegas en el paraje de El Taray.


En 1783 Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Guzmán, XII conde de Altamira solicitó a su archivo condal información sobre la compra de unas tierras en Morata que, ciento cincuenta años antes, había llevado a cabo su antepasado Diego Mexía Felípez de Guzmán, primer marques de Leganés y poseedor por compra a los vecinos del señorío de Morata. Los responsables del archivo emitieron un documento que es el que recoge información directa sobre estas primeras adquisiciones del I marques de Leganés en Morata.
En este documento, que se conserva en el Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-222, D.67-74, y que transcribimos en la parte que corresponde a las distintas adquisiciones de tierras por parte del Diego Mexía Felípez de Guzmán, aparece reflejado todo el proceso de compra de estas tierras entre los años 1634 y 1652. En total, fueron siete vecinos quienes traspasaron sus propiedades en el paraje de El Taray al marques de Leganés hasta sumar algo más de 91 fanegas. De todos estos vendedores fue Arias Gonzalo Dávila, conde de Puñonrostro, quien realizó la transacción más importante ya que vendó 15 tierras que ocupaban alrededor de 65 fanegas de terreno. Hay que recordar que el conde de Puñonrostro, poseedor del castillo de Casasola, disfrutaba de un mayorazgo en el término de Morata, por lo que fue necesario un permiso real para que el marques de Leganés adquiriera estas propiedades en la vega de Morata y también algunas de las fincas urbanas en las que Diego Mexía Felípez de Guzmán construyo su palacio señorial.
Juan Cepeda Navarro, en representación de su mujer, Manuela de Cáceres, también vendió con permiso real cinco parcelas que sumaban unas once fanegas de extensión, que pertenecían al mayorazgo del que era titular su esposa. El resto de las parcelas del paraje de El Taray, hasta completar las noventa y una fanegas, fueron vendidas por Damián Páez, Francisco Martos, Francisco Paz, Diego Páez y Juan Salcedo.


Vista aérea del paraje de El Taray (1975)

Transcripción del documento emitido por el archivo del conde de Altamira
1783. nº 1
(…) Ventas de tierras y viñas al sitio del Taray término de la villa de Morata hechas a favor de la Casa del Excelentísimo Señor marqués de Leganés, con expresión de sus cabidas, linderos y años.
Año de 1634
Don Arias Gonzalo Dávila conde Puñonrostro vendió en el año de 1634 en virtud de facultad real al señor marqués de Leganés, Don Diego Felípez de Guzmán, varias tierras en el sitio del Taray de dicha villa que son las siguientes:
Una de dos fanegas y media que la cerca el río y que linda con tierras María Mudarra y de Don Gonzalo de Cáceres.
Otra de cinco fanegas que llega desde el río a los cerros y la divide el camino principal de Perales, linda por la parte de hacia Perales con tierra de Don Gonzalo de Cáceres y hacia Morata con tierra de Francisco de Cámara, la cual labraba Gaspar París El Viejo el año de 1635.
Otra de dos fanegas que llega desde el río a los cerros y linda por ambas partes con tierras de Don Gonzalo de Cáceres.
Otra de cuatro fanegas que está en frente del molino y linda por parte de abajo con tierras de Doña Juana Guevara y por parte de arriba con Don Gonzalo de Cáceres.
Otra de cinco fanegas que está entre los caminos de Perales y linda con tierras de Don Gonzalo de Cáceres y del mayorazgo de dicho conde de Puñonrostro.
Otra de cinco fanegas y está entre los caminos de Perales y linda por ambas partes con tierras del mayorazgo de dicho conde y descabeza en los referidos caminos de Perales, esta la labraba Lucas de la Fuente en dicho año de 1635.
Otra de cinco fanegas que linda con tierras de dicho mayorazgo y con otra de Don Gonzalo de Cáceres y llega a los dichos caminos de Perales, esta la labraba Gaspar París El Viejo el mismo año de 1639.
Otra de dos fanegas y media que llega al ejido del molino y la deslinda el río y el camino de Perales y tierra de Don Gonzalo de Cáceres y la cual es cabecera de las tres anteriores.
Otra de cuatro fanegas que linda por parte de abajo con tierras de Don Gonzalo de Cáceres y por parte de arriba con tierra de don Juan de Mexía que compró Francisco García Alonso.
Otra de doce fanegas que llega desde el río al camino alto de Perales y la divide el camino real de Perales, linda por la parte de hacia Morata con tierras de Gerónimo Mexía y por las de arriba con las de Don Gonzalo de Cáceres. Estas las labraban Gerónimo de Villar y Juan Pérez el mismo año de 1635.
Otra de dos fanegas donde llaman El Tranquillo, que linda por la parte de abajo con tierra de de Don Gonzalo de Cáceres y por la de arriba con tierra de Francisco Mexia, la cual tenía en renta Pedro Mexía el mismo año de 1635.
Otra de dos fanegas en el Tranquillo que linda por la parte de hacia Morata con tierra de Don Gonzalo de Cáceres y por la de Perales con otra de García López. Esta la traía en renta Roque Páez el mismo año de 1635.
Otra de cuatro fanegas y media también al Tranquillo que linda por la parte de hacia Morata con tierra de García López y por la de hacia Perales con otra del dicho mayorazgo. Esta la traía en renta Alonso Peral el mismo año de 1635.
Otra de cuatro fanegas y media que está más arriba de la precedente linda por la parte de arriba con tierra de de Diego Ruiz y por la de abajo con tierra del dicho mayorazgo. Esta la labraban Martín Ruiz y Alonso Guerra en el mismo año de 1635.
Otra de cinco fanegas donde llaman La Pocilla que linda por ambas partes con tierra de Francisco Almazán y con los dos caminos de Perales.
Año de 1637
Damián Páez, vecino de Morata vendió en el año de 1637 al referido marqués de Leganés una tierra de cinco fanegas y un celemín que linda por una parte con el río de Tajuña y por la otra con tierra de Agustín Páez, vecino de dicha villa.
Año de 1639
Don Juan Cepeda Navarro en nombre de doña Manuela de Cáceres, su mujer, vecino de la ciudad de Segovia, vendió en virtud de facultad Real al referido Señor Marques de Leganés en el año de 1639 varias tierras al dicho sitio del Taray que son las siguientes:
Una de catorce celemines que llega desde el camino de Perales al río y linda hacia Morata con tierras de María Mudarra, del conde de Puñonrostro y de Luis Fernández.
Otra de cinco fanegas que está más arriba de la dicha hacia Perales y llega desde el río a los cerros, linda por parte de arriba y abajo con tierras del dicho conde.
Otra de una fanega que está más arriba, junto al molino del Taray y linda por ambas partes con tierras del expresado conde de Puñonrostro.
Otra de dos fanegas que llega desde el río al camino alto de Perales y la divide el camino principal de Perales, linda con tierras del conde de Puñonrostro y de herederos de Damián Sánchez.
Otra de dos fanegas que está enfrente de la vuelta? del río y llega hasta los cerros, linda hacia Perales con tierras d3l dicho conde de Puñonrostro y hacia Morata con tierra de Diego Bermejo.
Año de 1642
Francisco Marcos y Felipa Fernández, su mujer, vecinos de Morata vendieron al referido marques de Leganés una tierra de 11 celemines y medio de marco, la cual linda por ambas partes con tierras de Francisco Páez y de Ana de la Fuente, su mujer y descabeza en los caminos alto y bajo que van a Perales.
Año de 1642
Francisco Paz y Ana de la Fuente vecinos de Morata vendieron al referido Señor marqués de Leganés dos tierras de una fanega y diez celemines y medio de marco, las cuales lindan con tierra de (…) que está en medio de las dos y con tierras de Miguel Gracia de la Fuente y Juan Salado y con los dos caminos alto y bajo que van a Perales.
Año de 1642
Diego Páez de Almazán vendió al expresado señor marqués una tierra de tres fanegas y tres celemines al dicho sitio del Taray donde llaman El Tranquillo, la cual linda con tierra de don Pedro Miranda y con los dos caminos alto y bajo que van a Perales.
Año de 1652
Juan Salcedo, vecino de Morata vendió al mismo señor marqués una tierra de cinco fanegas en dicho sitio del Taray que linda con otra de herederos de Gerónimo García. (…).
La compra de estas tierras significó el comienzo del proceso de creación del ingente patrimonio que, primero los marqueses de Leganés y posteriormente sus sucesores en el señorío de Morata, los condes de Altamira, acumularían en su término municipal tal como hemos tratado en varias entradas del blog. Baste recordar que sólo en la vega, cuando se realizó el Catastro de Ensenada a mediados del siglo XVIII, los condes de Altamira poseían 792 parcelas que ocupaban una extensión de 792 fanegas. A estas propiedades había que unir sus posesiones en tierras de secano (olivares, viñas, …), El Bosque y, naturalmente, sus inmuebles urbanos (palacio, posadas, molino, pozo de nieve, batán de paños, …).

Fuentes y bibliografía:

  • Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-222, D.67-74.
  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada. Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín. Bubok, 2011.