En
la toponimia de Morata aparecen con mucha frecuencia términos
relacionados con la existencia de numerosas huertas en la vega que
riega el río Tajuña: camino
de la Huerta, huerta de la Sancha, rincón de la Huerta, huerta de
los Hoyos, molino de la Huerta de Angulo.
En todos los casos son denominaciones que hacen referencia a un
sistema de explotación de las tierras de regadío del término de
Morata que combinaba el cultivo de hortalizas y cereal con árboles
frutales. Con los años estas prácticas agrícolas se ha perdido
casi en su totalidad. Por desgracia, cada día es más difícil ver
árboles frutales en Morata y no digamos ya las antiguas huertas que,
desde antiguo, caracterizaban a la vega morateña.
No
son pocas las referencias documentales que a lo largo de los siglos
hacían referencia a la presencia de huertas y árboles frutales en
la vega de Morata. Gracias a las Relaciones Topográficas, que Felipe
II ordenara redactar en cada pueblo, ciudad y lugar de la Corona de
Castilla, sabemos que ya en el siglo XVI los vecinos de la villa
cultivaban en la vega de Morata huertas y árboles frutales con los
que completar sus ingresos y acceder al consumo de fruta de muy buena
calidad. En la vigésima respuesta del cuestionario ordenado por
Felipe II ya se hacía mención de huertas y frutales al reseñar el
curso del río Tajuña:
A
los veinte capítulos dijeron que el río que se dice Tajuña pasa
por junto a la dicha villa la vega abajo dos tiros de arcabuz de ella
por la parte del mediodía de la dicha villa, y que no es caudaloso
de mucha agua, tiene a un lado y otro del dicho río una ribera, con
cuya agua se riegan tres mil fanegas de pan en sembradura pocas más
o menos, adonde se cogen muchos frutos de cáñamo y pan, en
la cual hay algunas huertas y frutales de buenas frutas
(…).
Siglos
después, en otro documento destinado a inventariar las riquezas de
todas los villas pertenecientes a la Corona de Castilla también se
cita la existencia de huertas y árboles frutales en la vega de
Morata e incluso se hace referencia a cómo tributaban al fisco real
estas explotaciones agrícolas:
(…)
Que de las frutas que se cogen en la huerta que pertenece a los
señores de esta villa se paga de diezmo de dieciocho arrobas, que la
que pertenece en este término a Don Claudio Sánchez y Torres,
canónigo de la santa Iglesia de Osma, es libre de diezmo y
únicamente paga a la Parroquial de esta villa por razón de feudo
seis maravedíes en cada un año.
Sin
embargo, es en la respuesta a la pregunta decimotercera del
cuestionario denominado Preguntas
generales donde se
cuantifica la importancia fiscal de los cultivos hortofrutícolas de
la vega de Morata. Por aquellos años de mediados del siglo XVIII,
era muy habitual que prácticamente en todas las parcelas existieran
varios ejemplares de árboles frutales:
A
la pregunta trece declararon que de cada fanega de álamos negros o
blancos consideran se pueden cortar de diez en diez años treinta
palos y que la común estimación de cada uno es ocho reales. Que
cada fanega de tierra plantada de frutales tendrá como cuarenta y
que cada uno de estos regulan podrá producir un año con otro media
arroba de fruta que compensado el más valor que unas tiene con el
menor consideramos a cada arroba el precio de cinco reales y esto que
el plantío esté a marco o sin el pues en los pocos frutales que hay
en este término no hallamos diferencia.
En
otros apartados del catastro aparecen también citados los cultivos
frutales, considerados como marginales, en tanto que la mayoría de
las parcelas se dedicaban a la siembra de cereales de regadío. Eso
no impedía que en todas las fincas en la que existían árboles
frutales estos quedaran minuciosamente reflejados ya que influían en
el valor de las tierras catastradas, como sucedía, por ejemplo, en
una tierra en La Aceña,
propiedad Miguel Sánchez Alonso, vecino de Morata, donde se
catastran (...) alrededor de
ochenta árboles de membrillo y veinte y nueve guindales, y es de
buena calidad.
Aparte
de estos frutales aislados, el Catastro de Ensenada recoge dos
grandes huertas de frutales en el término de Morata. Incluso ahora,
más de doscientos cincuenta años después de que se elaborara el
catastro, la huerta del Molino (de Angulo) y de los Hoyos permanecen
en la toponimia morateña aunque ya sin contar con los miles de
frutales que llegaron a cultivarse en ambas propiedades.
El
conde de Altamira era el propietario de una de estas huertas,
concretamente la que se denominaba huerta del Molino, [luego con su
venta huerta del Molino de Angulo]: (...)
su caber cincuenta y cuatro fanegas con mil y doscientos árboles
frutales doscientas sesenta y cinco plantas que a dichos frutales se
van cruzando y la circunda el río Tajuña de buena calidad (...).
La
otra huerta que aparece en el catastro era propiedad de la familia
Ruiz de Castañeda, concretamente de Pedro Antonio Ruiz de Castañeda:
(...)
su caber siete fanegas de tierra plantada de frutales de distintos
géneros ordinarios y tiene seiscientos y sesenta árboles de medina
calidad y está criada donde llaman Las Hoyas [sic], que por un lado
la cerca el río un pedazo de viña del mismo dueño, dista media
legua de la población.
Declive
del cultivo de árboles frutales
A
finales del siglo XIX, Juan de Diego Arribas, en su libro sobre la
historia de Morata no se olvida de citar las dos huertas que ya
aparecían como hemos señalado en el Catastro de Ensenada:
(…)
Entre las muchas y buenas huertas de que hemos hablado ya en otro
capítulo, merecen especial mención dos: la titulada del Espinardo y
la de Ángulo; la primera de la propiedad del conde de Sástago
[Espinardo] , y la segunda del Sr. Jaraba.
Una
y otra son espaciosas, con diversidad de plantas, árboles, flores y
riquísimos frutos, lo que prueba la bondad de su tierra y abundantes
aguas; cada una de ellas tiene una magnífica casa de recreo (…).
Arribas
también hacía una relación de algunas de las especies de árboles
frutales que se cultivaban en la vega de Morata, muchos de ellos ya
desaparecidos:
(…)
Desde el humilde y poco apreciado ciruelo, en su diversidad de
clases, hasta la encopetada pera de Donguindo y otras no menos
estimadas por su clase y condición, tienen aquí cabida, sin excluir
el melocotonero, albaricoquero, guindo, el sabroso pero, la no menos
popular manzana, y para terminar (pues sería tarea muy pesada ir
refiriendo una por una todas las clases de frutas que aquí se
cultivan), diremos que la mayoría de los árboles aclimatados en
nuestra Península se encuentran aquí. Si el radio de Madrid
poseyera un terreno como el de Morata, con todas sus condiciones
¡cuántos encantos y distracciones proporcionaría á los
madrileños, que no conocen los prodigios de la agricultura, y cuan
distinto sería el efecto que produciría al foráneo la entrada de
la coronada villa! (…).
A
finales del siglo XIX se documenta la existencia de otras huertas en
la vega de Morata, entre ellas la que se cultivaba en el entorno del
antiguo batán de paños. Esta huerta, ya desaparecida, se describía
así, cuando se publicó un anuncio en la prensa de la época
anunciando su subasta:
Una
posesión en la villa de Morata, situada sobre el río Tajuña, de
caber 3 fanegas, 6 celemines y dos estadales, destinada su mayor
parte a huerta cercada por una arboleda poblada de árboles frutales,
tasada en 20.273 rs.
También
es en estos años de finales del siglo XIX cuando ya algunos
morateños comenzaron a denunciar el declive de los cultivos
hortofrutícolas en la vega de Morata. Es cierto que este declive fue
especialmente patente a partir de los años sesenta del pasado siglo,
pero lo cierto es que muchos años antes José de Hidalgo Tablada, un
autor del que ya hemos publicado varias entradas en el blog,
denunciaba el estado de los cultivos frutales en la vega de Morata.
Hidalgo
Tablada había descrito en algunas de sus muchas publicaciones
especializadas algunas de las especies frutales características de
Morata, entre ellas las que denominaba pera temprana:
(…)
De esta hay dos variedades, una denominada de fruto pequeño, y otra
de grande; porque comparativamente la última es mayor tres cuartas
partes; la primera tiene poco más de un centímetro de alto y la
segunda cuatro.
La
grande presenta el fruto amarillo en el lado de la sombra y muy
colorado en la parte que le da el sol; la pequeña es amarilla toda.
En uno y otro árbol se observa gran desarrollo, si se injerta en
franco, lo cual requiere, así como el que no se sujeten a las formas
de espaldera., etc., que exigen podas repetidas. De la variedad
pequeña, tenemos una planta procedente de semilla, que, si un
arbolista de oficio la hubiese conseguido, estaría bautizada con el
nombre de la finca o del pueblo en que la hubiese obtenido, se
llamaría temprana, de Morata.
Hidalgo
Tablada denunciaba ya entonces, cuando aún el cultivo de fruta tenía
cierta importancia para los agricultores morateños, el arranque de
los frutales para, supuestamente, obtener mayor rentabilidad en sus
tierras de regadío:
(…)
Cuando se ve, como en el
presente año hemos visto en el sitio en que escribimos (Morata de
Tajuña), arrancar plantíos enteros de arbolado frutal de pipa y
hueso, y se considera que están situados a cinco leguas de la Corte,
de ese mercado a que concurren frutas de todos los puntos de la
Península y se venden con regular estimación, cuando se examina que
la tierra ocupada por los árboles tiene riego abundantísimo y que
la fruta es de muy buena calidad, especialmente la de pipa; se ocurre
dudar de la utilidad de nuestro trabajo sobre una materia que desde
luego aparece aquí, como poco o nada productiva, siendo esta la idea
que se sustenta y defiende por los que han dado los árboles casi de
balde con el solo fin de tener pronto libre el suelo de plantas que
vimos poner hace veinticinco años y estaban en plena producción
(…).
De
alguna manera, como en tantos otros aspectos de la agricultura en
Morata, Hidalgo Tablada vio venir el negro futuro que le esperaba a
las huertas morateñas. Y eso a pesar de que, como bien recordaba el
catedrático de Agricultura y exalcalde, Morata contaba por entonces
–y ahora-con una ventaja fundamental frente a otras zonas
agrícolas: la cercanía con los mercados madrileños. No resultaba
extraño que en aquellos años de finales de siglo, y en las primeras
décadas del siglo siguiente, se citaran continuamente los cultivos
de Morata en general, y por supuesto también las frutas, como
productos de calidad y habituales en los mercados de Madrid (por
aquellos años el mercado de la plaza de la Cebada y posteriormente
el mercado de Legazpi). José Antonio Huertas y Emilio Rodríguez, en
una publicación que detallaba las principales poblaciones de las que
se abastecía la capital de España (Memoria
relativa a los centros de producción de frutas, verduras y
hortalizas, así como de los que surten de estos artículos a nuestro
mercado), incluían en uno
de sus capítulos las acelgas, ajos, tomates, patatas, pimientos,
uvas, peras e higos procedentes de la vega de Morata como algunos de
los productos de calidad que surtían al mercado de la plaza de la
Cebada.
Unos
años más tarde, en el diario El
Imparcial del 28 de agosto
de 1930, aparecía una reseña titulada El
vientre de Madrid. En este
texto periodístico se
analizaba la entrada de frutas y hortalizas diariamente en el Mercado
de la plaza de la Cebada donde se vendían la mayor parte de los
500.000 kilos de frutas y verduras que se consumían diariamente en
Madrid:
(…)
Ahora la mayor parte del
género viene por carretera por ser el transporte más rápido y
económico. Las frutas de este tiempo, que son los higos, las peras,
los melocotones, las uvas los melones y las sandías vienen
directamente en camiones de los puntos de producción. De Talavera,
Navalcarnero, El Álamo y Morata (…).
Perdida
de huertas y árboles frutales en la vega de Morata (1946-2016)
La
web nomecalles,
de la Comunidad de Madrid, ofrece la posibilidad de visionar
fotografías aéreas de todos los municipios madrileños realizadas
desde mediados del siglo pasado. La secuencia fotográfica que
ofrecemos, que se comenta por sí sola, se inicia en el año 1946 y
finaliza en 2016. Es fácil apreciar cómo se ha producido la pérdida
paulatina de casi todo el arbolado en la vega de Morata,
concretamente en el paraje de El
Taray.
Foto aérea 1946
Foto aérea 1956
Foto aérea 1961
Foto aérea 1975
Foto aérea 1991
Foto aérea 2016
Fuentes
y bibliografía:
- Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada-Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.
- Relación Topográfica de los pueblos de España. Transcritas en Historia de la villa de Morata de Tajuña. Torre Briceño, Jesús Antonio de la. Ayuntamiento de Morata de Tajuña. Madrid, 1999.
- Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada-Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.
- Tratado del cultivo de los árboles frutales en España y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de. Librería de los Sres. Viuda e hijos de don José Cuesta, editores. Segunda edición, corregida y aumentada con nuevos datos. Madrid, 1871.
- Morata de Tajuña (Biblioteca de la Provincia). Arribas, Juan de Diego. Biblioteca de la Revista ilustrada La Provincia. Madrid, 1891.
- Memoria relativa a los centros de producción de frutas, verduras y hortalizas, así como de los que surten de estos artículos a nuestro mercado. Huertas, José Antonio, Rodríguez, Emilio. Imprenta Municipal. Madrid, 1927.
- Publicaciones y periódicos citados en el texto.
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