miércoles, 11 de marzo de 2020

El poblamiento de casas-cueva en Morata y en el valle del Tajuña (V)

La existencia de las casas-cueva en tantos lugares de la geografía española resultó un poderoso y atractivo imán para escritores, pintores y toda clase de artistas extranjeros. Washington Irving, Richard Ford, Jean Charles Davillier o Gustavo Dore fueron solo algunos de estos autores que dejaron impronta de su paso por barrios como el Sacromonte granadino, referente para el mundo de estas viviendas trogloditas. Aunque los barrios de viviendas-cueva del valle del Tajuña nunca encontraron un escritor que diera a conocer su existencia al mundo, sí que han aparecido frecuentemente en publicaciones periódicas españolas. En la entrega de hoy, ofrecemos una pequeña selección de algunas referencias de la prensa escrita a los barrios de cuevas de la comarca.





La aparición de los barrios de casas-cueva del valle del Tajuña no era extraña en la prensa madrileña de principios del siglo XX. La existencia de estas viviendas a escasas decenas de kilómetros de la capital de España, de la Puerta del Sol como apuntaban en algunos de estos textos, lejos de contemplarse, por ejemplo, como el pintoresco barrio del Sacromonte granadino, tan atractivo para los autores extranjeros, era más bien objeto de curiosidad y, en ocasiones, de punto de interés por acontecimientos extremos como los daños provocados por distintos fenómenos climatológicos en estas rudimentarias viviendas.
Así sucedió en más de una ocasión con motivo de la caída de fuertes tormentas, a comienzos de siglo, que provocaron el hundimiento o inundación de casas-cueva en algunas localidades de la comarca como Morata. En el año 1902, por ejemplo, una fuerte tormenta desencadenada en la tarde del 22 de julio provocó enormes daños e inmensas pérdidas, según publicaba el periódico La Época en su edición del día siguiente. En la noticia el periódico añadía que (…) la gran cantidad de agua que cayó inundó en poco tiempo las casas del pueblo, cuevas habitables, plantíos y los esquilmos de la vega.
Mucho más graves fueron las consecuencias de una tormenta que asoló el término municipal de Morata el 3 de septiembre de 1906. Días después, el 5 de septiembre, los periódicos madrileños se ocuparon ampliamente de los daños que ocasionados en la localidad. En el diario El Siglo Futuro repasaban los efectos de una tormenta que se prolongó durante más tres horas y que provocó que casas y bodegas-cueva resultaran inundadas, que las calles se convirtieran en auténticos canales y que se dieran por perdidas las cosechas en la vega y en los cultivos de secano.
Periodistas de El Imparciall, otro periódico que se ocupó igualmente de los efectos de la tormenta en su edición del 6 de septiembre, visitaron Morata para comprobar sobre el terreno las consecuencias de la lluvia torrencial y, además de reiterar los daños que se habían relatado en otros diarios, también se refirió a las consecuencias de la tormenta en los barrios con casas-cueva. Tras describir el estado de un molino aceitero derruido en las proximidades de la estación del Ferrocarril del Tajuña, el periodista de El Imparcial escribía:
(…) Unos pasos más arriba están las cuevas clásicas y características viviendas de Morata, donde se albergan unos 300 obreros de los más pobres. Algunas de estas habitaciones formadas en las hendiduras del monte se han venido abajo, sepultando el mísero ajuar de sus habitantes y algunos animales, pero sin producir afortunadamente ninguna desgracia personal. De haber descargado la tormenta de noche, durante el descanso de sus habitantes, las víctimas habrían sido incalculables (…). (A. Rivero Aguilar, El Imparcial, 6 de septiembre de 1906).
Unos años después de que los periódicos se ocuparan de las tormentas de verano y de cómo afectaron a las viviendas-cueva del municipio estas construcciones volvieron a interesar a El Sol, un diario madrileño que el 14 de julio incluía en sus páginas una información titulada Las madrigueras del Tajuña (Visiones castellanas). Valentín Laseca, el redactor del periódico aludía a lo que, en una definición no muy afortunada, definía como madrigueras:
(…) Después de pasar Arganda, llegamos, al fin, a Morata de Tajuña, y ahora, lector, voy a hablarte de las madrigueras de los pueblos enclavados en la ribera de este río. Los pueblos son Morata de Tajuña, Perales, Tielmes y Carabaña. Poseen estos pueblos una fértil vega de regadío; sus productos, son bien vendidos por su proximidad a Madrid, y, sin embargo, estos ricos pueblos tienen infinidad de vecinos que viven en madrigueras, como los topos. Son gente que están en contacto diario con la capital de España, muchos de ellos propietarios de fincas, vienen a vender sus carros de hortalizas a Madrid, y después regresan al pueblo y se deslizan a su cueva, arrastrando un buen talego de duros, producto de la venta de sus mercancías.
Por la noche, en la ladera del monte, se ven blanquear a ras de tierra las chimeneas, como panteones de un cementerio, y junto a estas chimeneas, hombres toscos de pueblo que lloran y parecen rezar en voz queda. Son los enamorados que hablan con sus novias por las chimeneas y lloran no por estar tristes, sino porque el humo irrita sus párpados.
Yo pido solemnemente que los ayuntamientos de estos pueblos abran una información sobre este asunto, y que, después de construir casas baratas, sean desalojadas estas madrigueras. Lo pido en nombre de esos enamorados que lloran de noche a la luz de la luna en las bocas de las chimeneas; en nombre de la higiene, y, además, porque en los tiempos que corremos es necesario que los hombres piensen en elevados ideales, y en esos elevados ideales no pueden pensar los hombres que, como los topos, viven en madrigueras. (El Sol, 14 de julio de 1923).
La localización de los barrios de viviendas-cueva en las proximidades de la línea del Ferrocarril del Tajuña otorgaba gran visibilidad a estas construcciones desde el propio ferrocarril. Una de estas cuevas, situada en Perales de Tajuña, se hundió al paso del convoy del tren en 1928, según una noticia encabezada con el titular Suceso emocionante publicada el 14 de mayo de 1928 en La Nación:
Al hundirse una vivienda mata a una niña he hiere gravemente a una mujer y a su hijo. Hoy han ingresado en las salas quinta y novena del Hospital Provincial una mujer y su hijo, heridos gravemente en Perales de Tajuña (Madrid).
En dicho pueblo habitaban desde hace dos años Teresa Espada Arcón, de cincuenta y ocho años, con su hermano Antonio y sus hijos Pío, de veinticuatro años; Felipe, de trece; Eulogio, de nueve, y Carmen, de cuatro. Todos son naturales de Driedes (Guadalajara), variando su residencia a Perales de Tajuña por haberles facilitado trabajo en el campo.
Ocupaban una de las varias viviendas que existen en los pueblos de la ribera del Tajuña hechas en la profundidad de la montaña, viviendas o cuevas que a veces tienen 14 metros de fondo y varias habitaciones; verdaderas cuevas en las entrañas del monte. La que ocupaba esta familia constaba sólo de cuatro piezas.
Próxima a esas cuevas pasa la línea del ferrocarril, y, según nos refirieron Felipe y su madre, serían las cinco de la madrugada cuando, al pasar el tren, notaron una trepidación rara en el monte, e inmediatamente se hundió, sepultando a Teresa y a sus hijos Carmen y Felipe.
Horrorizados, salieron al campo Antonio, Pío y Eulogio, que inmediatamente volvieron a lo que fue vivienda, y ayudados de varios vecinos, lograron desenterrar a la anciana
Teresa, que tenía varias lesiones y una extensa herida en la cabeza; Felipe, magullamiento general y fractura completa del fémur izquierdo.
La niña Carmencita era cadáver. La gran masa de tierra había aplastado la cabeza, presentaba otras lesiones, también mortales de necesidad. Trasladados los heridos al pueblo, que está muy próximo, fueron debidamente atendidos (…). (La Nación, 14 de mayo de 1928).

Paso del tren junto al Risco de las Cuevas en Perales de Tajuña

En la relación de noticias e informaciones sobre las casas-cueva de la Vega del Tajuña un reportaje del diario La Voz, aparecido unas semanas antes del inicio de la guerra civil, relacionaba las viviendas-cueva con la existencia del cercano Risco de las Cuevas y apuntaba también el hecho de que muchas de la cuevas, alrededor de 100 según el periódico, se habían construido en terrenos propiedad de un marqués. Reproducimos algunos de los párrafos del reportaje, firmado por Eduardo de Ontañón y titulado A 40 kilómetros de Madrid un pueblo rupestre habitado:
Por la carretera de Perales de Tajuña a Tielmes, en la provincia de Madrid, hay uno de esos contrastes tan duros, tan gráficos y representativos que tanto gustaban los poetas del siglo pasado, ojo avizor tanto al progreso como a la ruina, y que por su sola contemplación hubiera sido capaz de hacer entonar a cualquiera de ellos una oda tan kilométrica como altisonante.
Se trata nada menos que de un laderón de piedra yesera, paralelo a la carretera, por el que asoman, escalonadas y difíciles, las cuevas de todo un poblado rupestre, vacío y ruinoso desde cualquiera sabe qué cantidad de años Y justamente debajo, a sus mismos pies, el tendido de una vía férrea que aunque estrecha y sencilla, perteneciente a ese trenecillo infantil del Tajuña, es lo bastante para producir poemáticas reflexiones sobre el pasado y el futuro a cualquier observador de mediana propensión al lirismo.
(…) Pero me faltaba por ver el verdadero contraste de nuestros tiempos. No el juego pseudoliterario de la caverna y el ferrocarril, sino el aire triste y miserable del pueblo rupestre en nuestros días. Está poco más allá, a la entrada de Tielmes.
Así me lo anuncia otro hombre, que pasa por la carretera.
-¿Están ustedes viendo las cuevas "de los moros"? Pues vean también las de los cristianos ahí, en el pueblo, que en esas vive la gente y todo...
Llegando a Tielmes damos con ellas. Puede decirse que constituyen casi medio pueblo.
-Unas cien serán las habitadas...
Lo mismo que las otras: abiertas en la piedra yesera del carro, pero con la fachada que cubre su entrada, la chimenea que asoma a flor de tierra y el aire triste de estar hechas para el uso actual. Algunas tienen hasta sus ventanitas enrejadas, como casas formales; otras son tan míseras, que ni la fachada han podido revestir, formándola solamente grandes piedras superpuestas.
-¿Y cómo se les ocurriría abrir aquí estas cuevas para vivir? ¿Tomarían modelo de las otras?—pregunto un poco al aire ante un grupo de gentes que me rodean curiosas.
Y un viejo muy viejo, acaso el patriarca de este poblado primitivo, contesta por todos:
-Eso y la necesidad, que hace ingeniárselas a cualquiera! Lo que le diré a usted es que esto va en aumento, pues cuando yo vine aquí, que ya ha llovido, no había en el pueblo ni la mitad de cuevas que ahora...
Me dice también que las mayores tienen hasta ocho habitaciones, medianamente distribuidas, y que, en medio de todo, son un buen resguardo.
-¡Algo bueno "tién" que tener!, comenta conformado.
-¡Eso, y que no hay casero I, le digo para animarle.
-¡Quía, no, señor! ¡"Haile,haile"!...
Y me explica; los terrenos son de un marqués, que no saben cómo se llama, o de sus herederos, que tampoco están muy seguros, porque ellos con quien se entienden es con representantes más o menos cercanos. Y por ocuparlos han de pagar de dos a cinco pesetas al año (…). (La Voz, 3 de julio de 1936).
Para finalizar este repaso a la presencia de las casas-cueva en la prensa del siglo XX, incluimos una información publicada en el diario ABC del 17 de junio. El contenido de la noticia se refiere a la inauguración de una serie de viviendas sociales en Fuentidueña de Tajo con las que se pretendía acabar con este tipo de construcciones, una idea recurrente en todo el siglo pasado que pocas veces llegó a materializarse en proyectos concretos:
Entrega de viviendas sociales en Fuentidueña de Tajo
El gobernador civil de Madrid, Don Jesús López Cancio, presidió en Fuentidueña del Tajo la entrega de llaves de 50 viviendas sociales a otras tantas familias de la localidad. Hasta ahora habitaban estas en un barrio de cuevas cuya sustitución por hogares dignos se completará con otro grupo de 150 viviendas, próximo a iniciarse, informa CIFRA. (…) previamente a la entrega de llaves, el gobernador civil recorrió la zona de cuevas, visitando varias de ellas y comprobando la destrucción de las abandonadas por la traslado al nuevo grupo. Al contestar a la salutación del alcalde, el señor López Cancio aseguró que por el procedimiento de cooperación allí iniciado se acabaría en un plazo inmediato con el estigma social de las cuevas habitadas en las localidades de Carabaña, Tielmes, Ciempozuelos, Titulcia y Fuentidueña de Tajo, con lo que prácticamente se resolvería el problema en toda la provincia. ((ABC, 17 de junio de 1972).

Fuentes y bibliografía:
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.



martes, 3 de marzo de 2020

El poblamiento de casas-cueva en Morata y en el valle del Tajuña (IV)

Como vimos la pasada semana, en la anterior entrega del blog, a la hora de construir las viviendas-cueva en la comarca del Bajo Tajuña se desarrollaron distintos tipos constructivos que no hacían sino adaptarse a las condiciones del terreno. Al margen de esta variada tipología, la construcción de una vivienda-cueva respondía siempre a unos parámetros que perseguían las mejores condiciones de habitabilidad para sus moradores quienes, en la mayoría de los casos, eran quienes se encargaban de su construcción.



A la hora de afrontar la construcción de una vivienda-cueva era fundamental, para quienes se ocupaban de este trabajo, aprovechar las condiciones del terreno y que los futuros habitantes encontraran unas estancias lo más acogedoras posible para su vida cotidiana. Para quienes han estudiado las características y los elementos que definen estas peculiares construcciones a mayoría de ellas se caracterizan por contar con un único cuerpo al que se accede por la fachada que se abre a la calle donde se sitúa la vivienda cueva.
En el trabajo que sobre las características arquitectónicas del Municipio de Morata editó la Consejería de Obras Públicas de la Comunidad de Madrid, Arquitectura y desarrollo urbano (Tomo XII), sus autores al examinar las características de las cuevas del municipio señalan desde las fachadas de las viviendas-cueva se va configurando la estructura de la construcción:
(…) [La fachada] se adapta formalmente a la configuración del terreno, adquiriendo mayor altura en el eje central –donde se sitúa la puerta- a modo de frontón coronado con pequeño alero de teja cerámica curva. La puerta propiamente dicha –adintelada pero enmarcada, muchas veces, en un arco de medio punto de mayores dimensiones –puede estar flanqueada por dos contrafuertes, de sección variable, y protegida por un cobijo ejecutado también en teja. Por detrás de esta fachada de fábrica de mampostería revestida se encuentra la cubierta natural del terreno, sobre la que se levanta el único elemento que marca, en la pradera natural, la existencia de una vivienda: la chimenea, elemento de ventilación y también de iluminación de las crujías interiores de la cueva. Estas chimeneas se revisten y encalan siempre, coronándose con remates rústicos elaborados con tejas cerámicas u otros elementos metálicos. (…).
Precisamente, la chimenea constituye un elemento fundamental de la vivienda-cueva en tanto que a su función original de salida de humos del hogar se añade, además, la de servir como sistema de ventilación de las estancias interiores de estas construcciones que, como es evidente, carecen de otros huecos hacia el exterior al margen de la propia puerta de estancia y alguna ventana que se pueda abrir sobre la fachada delantera de la vivienda-cueva.
Sobre estos elementos tan característicos de las viviendas-cueva, la fachada y la chimenea,dos autoras que también han analizado estas construcciones trogloditas, Mª Dolores Sandoval y Luisa Bartolomé, señalan en su trabajo Viviendas trogloditas de la provincia de Madrid. Estudio de las cuevas vivienda en la ribera del Tajuña:
(…) La chimenea es uno de los elementos fundamentales de las viviendas-cueva con unas dimensiones de 0,50 m de lado por 1,50 de alto. Su función, evidente es la de favorecer la salida de humos del hogar interior y, por supuesto también de iluminación.
Al referirse a las fachadas, estas autoras también hacen notar la presencia del tejadillo que protege la entrada de la cueva.
Al margen de la entrada situada en la fachada y la chimenea, exteriormente las viviendas cueva también se caracterizan por la cubierta superior que forma parte de su estructura. Esta cubierta, que protege el interior de la vivienda de las inclemencias del tiempo, requiere una labor de mantenimiento de su cubierta vegetal para que no se descompacte el terreno y para que la humedad no penetre en las estancias habitables.
Desde la estructura exterior, que determina y dibuja el típico paisaje propio de los barrios donde se levantan las cuevas, el interior obedece a un modelo que se estructura a partir de la primera estancia de la vivienda-cueva que, a modo de vestíbulo o patio, da acceso a las distintas estancias. Es en esta primera habitación, donde se construye el hogar y la cocina así como el área de estar, diferenciado de las habitaciones o dormitorios que, dependiendo de la amplitud de la vivienda-cueva, pueden alcanzar las tres o cuatro estancias o incluso más, en función del tamaño original y las posibles ampliaciones añadidas con el paso del tiempo en función de las necesidades familiares de los sus moradores.
En la tan citada obra sobre el urbanismo del municipio de Morata se hace referencia también a los muros que sujetan la construcción y las estructura de la cueva:
(…) Los muros son de considerable grosor, especialmente los exteriores, aunque los interiores también ofrecen espesores de 60 a 100 cm. Los techos interiores son abovedados, evitando los fuertes empujes del terreno (espesores de 1,5 metros), los huecos de paso –siguiendo las bóvedas de caños de los techos- se rematan con arcos de medio punto que facilitan el encuentro con las techumbres abovedadas (…).
En un trabajo realizado por los profesores Gil Crespo, Barbero Barrera y Maldonado Ramos, de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, también se refieren al proceso constructivo de las viviendas-cueva y cómo estas construcciones se estructuraban a partir de la primera estancia:
(…) La excavación arrancaba con el desmonte del frente de la vivienda así como la apertura de la primera estancia, el zaguán, a partir del cual, en etapas sucesivas que permitieran la aireación y endurecimiento de la excavación, se van horadando el resto de estancias. El programa y el desarrollo de las viviendas variaban según las necesidades del habitante y de las condiciones del entorno como el agrupamiento de cuevas o la profundidad del estrato (…).

Fachada de vivienda cueva en Morata (Autor desconocido)

Estos mismos autores también reseñan en su trabajo el proceso de inicio de la excavación de la cueva y el papel del maestro cuevero como especialista en su construcción:
(…) La excavación arrancaba con el desmonte del frente de la vivienda así como la apertura de la primera estancia, el zaguán, a partir del cual, en etapas sucesivas que permitieran la aireación y endurecimiento de la excavación, se van horadando el resto de estancias. El programa y el desarrollo de las viviendas variaban según las necesidades del habitante y de las condiciones del entorno como el agrupamiento de cuevas o la profundidad del estrato. (…) A pesar de que se trate de casos de autoconstrucción, como se ha indicado, el propietario contaba con la ayuda de un maestro de pico o cuevero, especializado en este trabajo. En este sentido, el conocimiento del terreno era esencial para garantizar la estabilidad y durabilidad de la construcción (…).
Para mejorar la habitabilidad y comodidad de las distintas estancias, estas eran convenientemente encaladas y el suelo, aunque irregular y en la mayoría de las ocasiones en pendiente, al menos en las primeras estancias, se sometía a un proceso de apisonamiento que facilitaba su conservación y las labores de limpieza diaria.


Fuentes y bibliografía:
  • Arquitectura y desarrollo urbano. Tomo XII. Comunidad de Madrid. Zona Sur. Dirección General de Arquitectura y Vivienda. Consejería de Obras Públicas, urbanismo y transporte. Madrid, 2004.
  • Viviendas trogloditas de la provincia de Madrid. Estudio de las cuevas vivienda en la ribera del Tajuña. Sandoval León, M. Dolores y Bartolomé Tejedor, Luisa. En Arqueología, Paleontología y Etnografía. Serie de la Consejería de Cultura. Comunidad de Madrid. Madrid, 1991.
  • Catalogación geográfica y análisis paisajístico de los conjuntos de casas cueva del Sureste madrileño. Gil Crespo, I. J., Barbero Barrera, M.M., Maldonado Ramos, L. I Congreso Internacional sobre Investigación en Construcción y Tecnología Arquitectónicas. Universidad Politécnica de Madrid. Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Madrid, 2014.