miércoles, 11 de marzo de 2020

El poblamiento de casas-cueva en Morata y en el valle del Tajuña (V)

La existencia de las casas-cueva en tantos lugares de la geografía española resultó un poderoso y atractivo imán para escritores, pintores y toda clase de artistas extranjeros. Washington Irving, Richard Ford, Jean Charles Davillier o Gustavo Dore fueron solo algunos de estos autores que dejaron impronta de su paso por barrios como el Sacromonte granadino, referente para el mundo de estas viviendas trogloditas. Aunque los barrios de viviendas-cueva del valle del Tajuña nunca encontraron un escritor que diera a conocer su existencia al mundo, sí que han aparecido frecuentemente en publicaciones periódicas españolas. En la entrega de hoy, ofrecemos una pequeña selección de algunas referencias de la prensa escrita a los barrios de cuevas de la comarca.





La aparición de los barrios de casas-cueva del valle del Tajuña no era extraña en la prensa madrileña de principios del siglo XX. La existencia de estas viviendas a escasas decenas de kilómetros de la capital de España, de la Puerta del Sol como apuntaban en algunos de estos textos, lejos de contemplarse, por ejemplo, como el pintoresco barrio del Sacromonte granadino, tan atractivo para los autores extranjeros, era más bien objeto de curiosidad y, en ocasiones, de punto de interés por acontecimientos extremos como los daños provocados por distintos fenómenos climatológicos en estas rudimentarias viviendas.
Así sucedió en más de una ocasión con motivo de la caída de fuertes tormentas, a comienzos de siglo, que provocaron el hundimiento o inundación de casas-cueva en algunas localidades de la comarca como Morata. En el año 1902, por ejemplo, una fuerte tormenta desencadenada en la tarde del 22 de julio provocó enormes daños e inmensas pérdidas, según publicaba el periódico La Época en su edición del día siguiente. En la noticia el periódico añadía que (…) la gran cantidad de agua que cayó inundó en poco tiempo las casas del pueblo, cuevas habitables, plantíos y los esquilmos de la vega.
Mucho más graves fueron las consecuencias de una tormenta que asoló el término municipal de Morata el 3 de septiembre de 1906. Días después, el 5 de septiembre, los periódicos madrileños se ocuparon ampliamente de los daños que ocasionados en la localidad. En el diario El Siglo Futuro repasaban los efectos de una tormenta que se prolongó durante más tres horas y que provocó que casas y bodegas-cueva resultaran inundadas, que las calles se convirtieran en auténticos canales y que se dieran por perdidas las cosechas en la vega y en los cultivos de secano.
Periodistas de El Imparciall, otro periódico que se ocupó igualmente de los efectos de la tormenta en su edición del 6 de septiembre, visitaron Morata para comprobar sobre el terreno las consecuencias de la lluvia torrencial y, además de reiterar los daños que se habían relatado en otros diarios, también se refirió a las consecuencias de la tormenta en los barrios con casas-cueva. Tras describir el estado de un molino aceitero derruido en las proximidades de la estación del Ferrocarril del Tajuña, el periodista de El Imparcial escribía:
(…) Unos pasos más arriba están las cuevas clásicas y características viviendas de Morata, donde se albergan unos 300 obreros de los más pobres. Algunas de estas habitaciones formadas en las hendiduras del monte se han venido abajo, sepultando el mísero ajuar de sus habitantes y algunos animales, pero sin producir afortunadamente ninguna desgracia personal. De haber descargado la tormenta de noche, durante el descanso de sus habitantes, las víctimas habrían sido incalculables (…). (A. Rivero Aguilar, El Imparcial, 6 de septiembre de 1906).
Unos años después de que los periódicos se ocuparan de las tormentas de verano y de cómo afectaron a las viviendas-cueva del municipio estas construcciones volvieron a interesar a El Sol, un diario madrileño que el 14 de julio incluía en sus páginas una información titulada Las madrigueras del Tajuña (Visiones castellanas). Valentín Laseca, el redactor del periódico aludía a lo que, en una definición no muy afortunada, definía como madrigueras:
(…) Después de pasar Arganda, llegamos, al fin, a Morata de Tajuña, y ahora, lector, voy a hablarte de las madrigueras de los pueblos enclavados en la ribera de este río. Los pueblos son Morata de Tajuña, Perales, Tielmes y Carabaña. Poseen estos pueblos una fértil vega de regadío; sus productos, son bien vendidos por su proximidad a Madrid, y, sin embargo, estos ricos pueblos tienen infinidad de vecinos que viven en madrigueras, como los topos. Son gente que están en contacto diario con la capital de España, muchos de ellos propietarios de fincas, vienen a vender sus carros de hortalizas a Madrid, y después regresan al pueblo y se deslizan a su cueva, arrastrando un buen talego de duros, producto de la venta de sus mercancías.
Por la noche, en la ladera del monte, se ven blanquear a ras de tierra las chimeneas, como panteones de un cementerio, y junto a estas chimeneas, hombres toscos de pueblo que lloran y parecen rezar en voz queda. Son los enamorados que hablan con sus novias por las chimeneas y lloran no por estar tristes, sino porque el humo irrita sus párpados.
Yo pido solemnemente que los ayuntamientos de estos pueblos abran una información sobre este asunto, y que, después de construir casas baratas, sean desalojadas estas madrigueras. Lo pido en nombre de esos enamorados que lloran de noche a la luz de la luna en las bocas de las chimeneas; en nombre de la higiene, y, además, porque en los tiempos que corremos es necesario que los hombres piensen en elevados ideales, y en esos elevados ideales no pueden pensar los hombres que, como los topos, viven en madrigueras. (El Sol, 14 de julio de 1923).
La localización de los barrios de viviendas-cueva en las proximidades de la línea del Ferrocarril del Tajuña otorgaba gran visibilidad a estas construcciones desde el propio ferrocarril. Una de estas cuevas, situada en Perales de Tajuña, se hundió al paso del convoy del tren en 1928, según una noticia encabezada con el titular Suceso emocionante publicada el 14 de mayo de 1928 en La Nación:
Al hundirse una vivienda mata a una niña he hiere gravemente a una mujer y a su hijo. Hoy han ingresado en las salas quinta y novena del Hospital Provincial una mujer y su hijo, heridos gravemente en Perales de Tajuña (Madrid).
En dicho pueblo habitaban desde hace dos años Teresa Espada Arcón, de cincuenta y ocho años, con su hermano Antonio y sus hijos Pío, de veinticuatro años; Felipe, de trece; Eulogio, de nueve, y Carmen, de cuatro. Todos son naturales de Driedes (Guadalajara), variando su residencia a Perales de Tajuña por haberles facilitado trabajo en el campo.
Ocupaban una de las varias viviendas que existen en los pueblos de la ribera del Tajuña hechas en la profundidad de la montaña, viviendas o cuevas que a veces tienen 14 metros de fondo y varias habitaciones; verdaderas cuevas en las entrañas del monte. La que ocupaba esta familia constaba sólo de cuatro piezas.
Próxima a esas cuevas pasa la línea del ferrocarril, y, según nos refirieron Felipe y su madre, serían las cinco de la madrugada cuando, al pasar el tren, notaron una trepidación rara en el monte, e inmediatamente se hundió, sepultando a Teresa y a sus hijos Carmen y Felipe.
Horrorizados, salieron al campo Antonio, Pío y Eulogio, que inmediatamente volvieron a lo que fue vivienda, y ayudados de varios vecinos, lograron desenterrar a la anciana
Teresa, que tenía varias lesiones y una extensa herida en la cabeza; Felipe, magullamiento general y fractura completa del fémur izquierdo.
La niña Carmencita era cadáver. La gran masa de tierra había aplastado la cabeza, presentaba otras lesiones, también mortales de necesidad. Trasladados los heridos al pueblo, que está muy próximo, fueron debidamente atendidos (…). (La Nación, 14 de mayo de 1928).

Paso del tren junto al Risco de las Cuevas en Perales de Tajuña

En la relación de noticias e informaciones sobre las casas-cueva de la Vega del Tajuña un reportaje del diario La Voz, aparecido unas semanas antes del inicio de la guerra civil, relacionaba las viviendas-cueva con la existencia del cercano Risco de las Cuevas y apuntaba también el hecho de que muchas de la cuevas, alrededor de 100 según el periódico, se habían construido en terrenos propiedad de un marqués. Reproducimos algunos de los párrafos del reportaje, firmado por Eduardo de Ontañón y titulado A 40 kilómetros de Madrid un pueblo rupestre habitado:
Por la carretera de Perales de Tajuña a Tielmes, en la provincia de Madrid, hay uno de esos contrastes tan duros, tan gráficos y representativos que tanto gustaban los poetas del siglo pasado, ojo avizor tanto al progreso como a la ruina, y que por su sola contemplación hubiera sido capaz de hacer entonar a cualquiera de ellos una oda tan kilométrica como altisonante.
Se trata nada menos que de un laderón de piedra yesera, paralelo a la carretera, por el que asoman, escalonadas y difíciles, las cuevas de todo un poblado rupestre, vacío y ruinoso desde cualquiera sabe qué cantidad de años Y justamente debajo, a sus mismos pies, el tendido de una vía férrea que aunque estrecha y sencilla, perteneciente a ese trenecillo infantil del Tajuña, es lo bastante para producir poemáticas reflexiones sobre el pasado y el futuro a cualquier observador de mediana propensión al lirismo.
(…) Pero me faltaba por ver el verdadero contraste de nuestros tiempos. No el juego pseudoliterario de la caverna y el ferrocarril, sino el aire triste y miserable del pueblo rupestre en nuestros días. Está poco más allá, a la entrada de Tielmes.
Así me lo anuncia otro hombre, que pasa por la carretera.
-¿Están ustedes viendo las cuevas "de los moros"? Pues vean también las de los cristianos ahí, en el pueblo, que en esas vive la gente y todo...
Llegando a Tielmes damos con ellas. Puede decirse que constituyen casi medio pueblo.
-Unas cien serán las habitadas...
Lo mismo que las otras: abiertas en la piedra yesera del carro, pero con la fachada que cubre su entrada, la chimenea que asoma a flor de tierra y el aire triste de estar hechas para el uso actual. Algunas tienen hasta sus ventanitas enrejadas, como casas formales; otras son tan míseras, que ni la fachada han podido revestir, formándola solamente grandes piedras superpuestas.
-¿Y cómo se les ocurriría abrir aquí estas cuevas para vivir? ¿Tomarían modelo de las otras?—pregunto un poco al aire ante un grupo de gentes que me rodean curiosas.
Y un viejo muy viejo, acaso el patriarca de este poblado primitivo, contesta por todos:
-Eso y la necesidad, que hace ingeniárselas a cualquiera! Lo que le diré a usted es que esto va en aumento, pues cuando yo vine aquí, que ya ha llovido, no había en el pueblo ni la mitad de cuevas que ahora...
Me dice también que las mayores tienen hasta ocho habitaciones, medianamente distribuidas, y que, en medio de todo, son un buen resguardo.
-¡Algo bueno "tién" que tener!, comenta conformado.
-¡Eso, y que no hay casero I, le digo para animarle.
-¡Quía, no, señor! ¡"Haile,haile"!...
Y me explica; los terrenos son de un marqués, que no saben cómo se llama, o de sus herederos, que tampoco están muy seguros, porque ellos con quien se entienden es con representantes más o menos cercanos. Y por ocuparlos han de pagar de dos a cinco pesetas al año (…). (La Voz, 3 de julio de 1936).
Para finalizar este repaso a la presencia de las casas-cueva en la prensa del siglo XX, incluimos una información publicada en el diario ABC del 17 de junio. El contenido de la noticia se refiere a la inauguración de una serie de viviendas sociales en Fuentidueña de Tajo con las que se pretendía acabar con este tipo de construcciones, una idea recurrente en todo el siglo pasado que pocas veces llegó a materializarse en proyectos concretos:
Entrega de viviendas sociales en Fuentidueña de Tajo
El gobernador civil de Madrid, Don Jesús López Cancio, presidió en Fuentidueña del Tajo la entrega de llaves de 50 viviendas sociales a otras tantas familias de la localidad. Hasta ahora habitaban estas en un barrio de cuevas cuya sustitución por hogares dignos se completará con otro grupo de 150 viviendas, próximo a iniciarse, informa CIFRA. (…) previamente a la entrega de llaves, el gobernador civil recorrió la zona de cuevas, visitando varias de ellas y comprobando la destrucción de las abandonadas por la traslado al nuevo grupo. Al contestar a la salutación del alcalde, el señor López Cancio aseguró que por el procedimiento de cooperación allí iniciado se acabaría en un plazo inmediato con el estigma social de las cuevas habitadas en las localidades de Carabaña, Tielmes, Ciempozuelos, Titulcia y Fuentidueña de Tajo, con lo que prácticamente se resolvería el problema en toda la provincia. ((ABC, 17 de junio de 1972).

Fuentes y bibliografía:
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.



martes, 3 de marzo de 2020

El poblamiento de casas-cueva en Morata y en el valle del Tajuña (IV)

Como vimos la pasada semana, en la anterior entrega del blog, a la hora de construir las viviendas-cueva en la comarca del Bajo Tajuña se desarrollaron distintos tipos constructivos que no hacían sino adaptarse a las condiciones del terreno. Al margen de esta variada tipología, la construcción de una vivienda-cueva respondía siempre a unos parámetros que perseguían las mejores condiciones de habitabilidad para sus moradores quienes, en la mayoría de los casos, eran quienes se encargaban de su construcción.



A la hora de afrontar la construcción de una vivienda-cueva era fundamental, para quienes se ocupaban de este trabajo, aprovechar las condiciones del terreno y que los futuros habitantes encontraran unas estancias lo más acogedoras posible para su vida cotidiana. Para quienes han estudiado las características y los elementos que definen estas peculiares construcciones a mayoría de ellas se caracterizan por contar con un único cuerpo al que se accede por la fachada que se abre a la calle donde se sitúa la vivienda cueva.
En el trabajo que sobre las características arquitectónicas del Municipio de Morata editó la Consejería de Obras Públicas de la Comunidad de Madrid, Arquitectura y desarrollo urbano (Tomo XII), sus autores al examinar las características de las cuevas del municipio señalan desde las fachadas de las viviendas-cueva se va configurando la estructura de la construcción:
(…) [La fachada] se adapta formalmente a la configuración del terreno, adquiriendo mayor altura en el eje central –donde se sitúa la puerta- a modo de frontón coronado con pequeño alero de teja cerámica curva. La puerta propiamente dicha –adintelada pero enmarcada, muchas veces, en un arco de medio punto de mayores dimensiones –puede estar flanqueada por dos contrafuertes, de sección variable, y protegida por un cobijo ejecutado también en teja. Por detrás de esta fachada de fábrica de mampostería revestida se encuentra la cubierta natural del terreno, sobre la que se levanta el único elemento que marca, en la pradera natural, la existencia de una vivienda: la chimenea, elemento de ventilación y también de iluminación de las crujías interiores de la cueva. Estas chimeneas se revisten y encalan siempre, coronándose con remates rústicos elaborados con tejas cerámicas u otros elementos metálicos. (…).
Precisamente, la chimenea constituye un elemento fundamental de la vivienda-cueva en tanto que a su función original de salida de humos del hogar se añade, además, la de servir como sistema de ventilación de las estancias interiores de estas construcciones que, como es evidente, carecen de otros huecos hacia el exterior al margen de la propia puerta de estancia y alguna ventana que se pueda abrir sobre la fachada delantera de la vivienda-cueva.
Sobre estos elementos tan característicos de las viviendas-cueva, la fachada y la chimenea,dos autoras que también han analizado estas construcciones trogloditas, Mª Dolores Sandoval y Luisa Bartolomé, señalan en su trabajo Viviendas trogloditas de la provincia de Madrid. Estudio de las cuevas vivienda en la ribera del Tajuña:
(…) La chimenea es uno de los elementos fundamentales de las viviendas-cueva con unas dimensiones de 0,50 m de lado por 1,50 de alto. Su función, evidente es la de favorecer la salida de humos del hogar interior y, por supuesto también de iluminación.
Al referirse a las fachadas, estas autoras también hacen notar la presencia del tejadillo que protege la entrada de la cueva.
Al margen de la entrada situada en la fachada y la chimenea, exteriormente las viviendas cueva también se caracterizan por la cubierta superior que forma parte de su estructura. Esta cubierta, que protege el interior de la vivienda de las inclemencias del tiempo, requiere una labor de mantenimiento de su cubierta vegetal para que no se descompacte el terreno y para que la humedad no penetre en las estancias habitables.
Desde la estructura exterior, que determina y dibuja el típico paisaje propio de los barrios donde se levantan las cuevas, el interior obedece a un modelo que se estructura a partir de la primera estancia de la vivienda-cueva que, a modo de vestíbulo o patio, da acceso a las distintas estancias. Es en esta primera habitación, donde se construye el hogar y la cocina así como el área de estar, diferenciado de las habitaciones o dormitorios que, dependiendo de la amplitud de la vivienda-cueva, pueden alcanzar las tres o cuatro estancias o incluso más, en función del tamaño original y las posibles ampliaciones añadidas con el paso del tiempo en función de las necesidades familiares de los sus moradores.
En la tan citada obra sobre el urbanismo del municipio de Morata se hace referencia también a los muros que sujetan la construcción y las estructura de la cueva:
(…) Los muros son de considerable grosor, especialmente los exteriores, aunque los interiores también ofrecen espesores de 60 a 100 cm. Los techos interiores son abovedados, evitando los fuertes empujes del terreno (espesores de 1,5 metros), los huecos de paso –siguiendo las bóvedas de caños de los techos- se rematan con arcos de medio punto que facilitan el encuentro con las techumbres abovedadas (…).
En un trabajo realizado por los profesores Gil Crespo, Barbero Barrera y Maldonado Ramos, de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, también se refieren al proceso constructivo de las viviendas-cueva y cómo estas construcciones se estructuraban a partir de la primera estancia:
(…) La excavación arrancaba con el desmonte del frente de la vivienda así como la apertura de la primera estancia, el zaguán, a partir del cual, en etapas sucesivas que permitieran la aireación y endurecimiento de la excavación, se van horadando el resto de estancias. El programa y el desarrollo de las viviendas variaban según las necesidades del habitante y de las condiciones del entorno como el agrupamiento de cuevas o la profundidad del estrato (…).

Fachada de vivienda cueva en Morata (Autor desconocido)

Estos mismos autores también reseñan en su trabajo el proceso de inicio de la excavación de la cueva y el papel del maestro cuevero como especialista en su construcción:
(…) La excavación arrancaba con el desmonte del frente de la vivienda así como la apertura de la primera estancia, el zaguán, a partir del cual, en etapas sucesivas que permitieran la aireación y endurecimiento de la excavación, se van horadando el resto de estancias. El programa y el desarrollo de las viviendas variaban según las necesidades del habitante y de las condiciones del entorno como el agrupamiento de cuevas o la profundidad del estrato. (…) A pesar de que se trate de casos de autoconstrucción, como se ha indicado, el propietario contaba con la ayuda de un maestro de pico o cuevero, especializado en este trabajo. En este sentido, el conocimiento del terreno era esencial para garantizar la estabilidad y durabilidad de la construcción (…).
Para mejorar la habitabilidad y comodidad de las distintas estancias, estas eran convenientemente encaladas y el suelo, aunque irregular y en la mayoría de las ocasiones en pendiente, al menos en las primeras estancias, se sometía a un proceso de apisonamiento que facilitaba su conservación y las labores de limpieza diaria.


Fuentes y bibliografía:
  • Arquitectura y desarrollo urbano. Tomo XII. Comunidad de Madrid. Zona Sur. Dirección General de Arquitectura y Vivienda. Consejería de Obras Públicas, urbanismo y transporte. Madrid, 2004.
  • Viviendas trogloditas de la provincia de Madrid. Estudio de las cuevas vivienda en la ribera del Tajuña. Sandoval León, M. Dolores y Bartolomé Tejedor, Luisa. En Arqueología, Paleontología y Etnografía. Serie de la Consejería de Cultura. Comunidad de Madrid. Madrid, 1991.
  • Catalogación geográfica y análisis paisajístico de los conjuntos de casas cueva del Sureste madrileño. Gil Crespo, I. J., Barbero Barrera, M.M., Maldonado Ramos, L. I Congreso Internacional sobre Investigación en Construcción y Tecnología Arquitectónicas. Universidad Politécnica de Madrid. Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Madrid, 2014.



martes, 25 de febrero de 2020

El poblamiento de casas-cueva en Morata y en el valle del Tajuña (III)

La construcción de casas-cueva en multitud de zonas de la geografía española ha dado lugar a una amplia tipología en este tipo de viviendas. Igual sucede en la comarca del Bajo Tajuña y pueblos próximos en los que, históricamente, los investigadores han descrito, como mínimo, dos modelos constructivos aunque, en algunos casos, se llegan a definir hasta cuatro tipos de cuevas artificiales..




Aunque el fenómeno de viviendas cuevas está muy repartido por el territorio nacional en esta entrega del blog nos vamos a limitar a tratar los tipos diferenciados de estas construcciones que se levantaron en nuestra comarca y en algunos pueblos próximos a lo que aquí denominamos Bajo Tajuña. Que esta variedad tipológica se haya producido en unas construcciones que, durante siglos, han sido ignoradas incluso en las estadísticas oficiales no resulta extraño si, además, se añade que las propias condiciones físicas del terreno en el que se levantaron no eran ni mucho menos homogéneas, aunque sí que es cierto que, en la mayoría de los casos su construcción se acomodó a un tipo de terreno en el que predominaban los suelos arcillosos y yesíferos que por su blandura resultaban fáciles de trabajar y de excavar.
Clemente Sáez Sanz, en su tesis doctoral sobre La habitación subterránea en la Península Ibérica, al referirse a los materiales sobre los que se excavaban las cuevas en Morata señala:
(…) El material que hemos podido muestrear e interpretar como coluvial es muy parecido en su caracterización al que hemos tomado en Carabaña, y presenta coincidencias de aspecto, textura y composición con el que hemos observado en algún frontal de vivienda excavado en Tielmes.
Geotécnicamente –añade Sáez Sanz- se trata de arcillas limosas de muy baja plasticidad, muy carbonatadas. Hay indicios de sulfatos, que son apenas medibles. El porcentaje de material fino oscila entre dos tercios y tres cuartos en peso. Tan solo el 10% son arcillas ateniendo a los ensayos de sedimentación efectuados. Así, en propiedad, podríamos hablar de limos margosos (…).
En otra publicación que trata sobre estas construcciones, Arquitectura y desarrollo urbano Tomo XII, centrada igualmente en Morata, también se citan los suelos en los que se construían las viviendas-cueva:
(…) los suelos son esencialmente yesíferos y calcáreos, esta característica ha provocado desde tiempos remotos la aparición, por un lado de industrias de extracción y hornos de yeso, y por otro, de la tipología constructiva de cuevas subterráneas habitables, abundantes especialmente en la zona noreste del casco urbano, aunque antiguamente también ocupaban la zona noroeste del mismo (…).
A partir de estos terrenos propicios, en los que resultaba relativamente accesible excavar el hueco de la vivienda-cueva, se han generado esos modelos constructivos que los investigadores han asociado, según sus características más definitorias, a cada uno de los municipios de la comarca.
Uno de los trabajos de investigación en los que más se ha enfatizado respecto a los tipos de cuevas existentes en la comarca del Bajo Tajuña es el que realizaron María Dolores Sandoval y Luisa Bartolomé sobre las Viviendas trogloditas en la provincia de Madrid. Estudio de las cuevas vivienda en la ribera del Tajuña. Según las autoras del estudio existen, básicamente, dos tipos de viviendas-cueva* en la comarca:
  • Las excavadas en las laderas, bien estén aisladas o en hilera, muy abundantes en Carabaña, Perales, Tielmes y Titulcia.
  • Las excavadas en llano, características en Fuentidueña de Tajo y en Morata.
Viviendas cueva en Morata (Autor y año desconocido)

Para que los constructores de las viviendas-cueva se decantaran por un tipo u otro resultaba fundamental la disposición del terreno, de ahí que el primer tipo de cuevas se construyera en un terreno con mayor pendiente y las segundas fueran más propias de terrenos de pendiente mucho más suave o incluso completamente llano. Así explican Sandoval y Bartolomé las características de las primeras:
(…) Las cuevas en ladera se excavan haciendo un corte vertical en la pendiente. El corte se transforma en fachada y con la tierra sacada del desmonte y de la excavación se allana la entrada dejando así una pequeña explanada o mesa.
En este tipo de cuevas es frecuente que se añadan otros elementos como leñeras, recintos o corrales para animales domésticos e incluso cuartos de aseo.
La existencia de corrales, que también fue destacada por Demetrio Ramos en su obra sobre la Geografía del Bajo Tajuña, con el tiempo podína reconvertirse en patios o incluso espacios ajardinados
El otro sistema constructivo de cuevas, propio sobre todo de Morata y Fuentidueña de Tajo, según el trabajo de las investigadoras que estamos citando, obliga a abrir previamente una zanja muy amplia para ganar altura en las suaves pendientes que caracterizan los barrios de cuevas de estos dos municipios. Esta zanja funciona a modo de calle con cuevas a ambos lados. Sandoval León y Bartolomé Tejedor consideran que estas viviendas-cueva se originan a partir de las calles que finalizaban en el campo y que posteriormente se alargaban hasta el monte a partir de la apertura de la zanja central.
En Arquitectura y desarrollo urbano (Tomo XII), la publicación de la Comunidad de Madrid que ya hemos citado, al describir el tipo de cueva más propio de Morata –y Fuentidueña de Tajo- indican:
(…) Responden, en general, [las cuevas de Morata] al tipo de cuevas excavado en montes bajos, similares a las de Fuentidueña de Tajo. Ofrecen un aspecto de vivienda normal, apreciándose su condición de cuevas únicamente en su cubierta de tierra. Se excavan a ambos lados de una zanja larga y ancha, abierta previamente que cumple la función de calle. Están planteadas sobre un plano horizontal, conseguido por excavación del terreno, a cuyo lado se abren las cuevas (…).
En el año 2014, la celebración de l Congreso Internacional sobre Investigación en Construcción y Tecnología Arquitectónica permitió la presentación de un trabajo de investigación que tenía como objeto central las viviendas-cueva del sureste de la Comunidad de Madrid. Los autores de este trabajo incidían en las características de las casas cueva, según su denominación, y las razones de índole social y físico que determinaron la localización de estos barrios en unas zonas determinadas de cada municipio:
(…) Al abrirse el valle, las poblaciones han desarrollado históricamente una trama urbana que adquiere un carácter central, esto es, el municipio se desarrolla alrededor de un núcleo que suele ser la iglesia o la plaza o de un viario principal (Morata de Tajuña, Titulcia, Ciempozuelos,…). En cualquier caso, se mantiene la máxima indicada con anterioridad, la reserva del mejor suelo para el cultivo de tal forma que la población se aparta y se aproxima a las laderas septentrionales del valle lo que, a su vez, permite el soleamiento de las cuevas. En relación a éstas, suelen encontrarse segregadas del tejido urbano central, a las afueras del pueblo, colonizando cerros y laderas y formando barrios y arrabales. Esta separación responde a razones tanto de índole social —Caro Baroja apuntaba que en las casas-cueva habitaban «gentes pobres o que se hallan un poco al margen de la sociedad»— como por motivos constructivos que tienen que ver con las características geológicas del terreno (…).
En Arquitectura y desarrollo urbano (vol. XII) también se analiza la evolución de este tipo de viviendas en Morata y los barrios donde tradicionalmente se han localizado:
(…) Se extienden, principalmente, en la parte nororiental de la población, como continuación de las calles de la Escuela y de Colmenares, en los terrenos de los primeros cerros y accidentes del norte del término. Su establecimiento es irregular, sin orden ni alineaciones (a excepción de las cinco primeras abiertas en la propia calle Colmenares) y carentes de urbanización en sus caminos de acceso. En general constan de un espacio lineal central -en la máxima profundidad de la excavación- al que se abren estancias simétricas laterales en número de dos, o incluso, tres filas. En menor cantidad existen, también, cuevas en zonas diseminadas del este, del oeste y del norte de la población: en los aledaños del camino de Perales, al norte de la calle de la fábrica y en el arranque de los caminos de Poyales, de Arganda, de la vereda del Bosque y del camino de la Concepción (…) **.
En el mismo volumen en el que se analizan las viviendas-cueva de Morata también se reseñan las características de los barrios de viviendas-cuevas de Perales de Tajuña y cómo se desarrollaron los mismos:
(…) Los puntos de mayor facilidad de excavación se concentran en la parte media de las laderas todavía no ocupadas por el tejido urbano, organizándose un cinturón de cuevas alrededor del casco, que genera el barrio de Cuevas Altas al oeste de Perales y los del Calvario y el Barrio Nuevo, al este –el último más tardíamente-, la primera zona, de forma alargada y paralela a la calle del Alamillo pero en cota superior, sigue la línea de nivel y prácticamente en su alineación establece una vía que hoy es la calle Cuevas Altas; en la parte llamada Barrio Nuevo, más allá del arroyo de la Vega y de la ladera oriental del valle, detrás de la plaza de la Constitución y del lugar tradicional para cruzar dicho arroyo, se excavan múltiples cuevas en un pequeño anfiteatro; y el Calvario, en la misma ladera pero más cerca del cementerio (…).
Sobre las características del interior de las cuevas, sus estancias, muros y demás dependencias trataremos en la próxima entrega del blog.



*En la publicación de María Luisa Sandoval y Luisa Bartolomé Viviendas trogloditas en la provincia de Madrid. Estudio de las cuevas vivienda en la ribera del Tajuña, las autoras citan a Demetrio Ramos y su trabajo Notas sobre la geografía del Bajo Tajuña. En este trabajo de Ramos, al que ya nos hemos referido, el autor describía, en base al inventario de 668 cuevas que se había contabilizado en los pueblos objetos de estudio (Ambite, Orusco, Carabaña, Tielmes, Prales, Morata y Titulcia) cuatro tipos de cueva que denomina tipo Perales, tipo Carabaña, tipo apallazada, de calle y atípicas.
** En la salida de Morata hacia Madrid y San Martín de la Vega también se localizaron cuevas excavadas en el terreno, habitadas hasta los años sesenta.


Fuentes y bibliografía:
  • La habitación subterránea en la Península Ibérica (Tesis doctoral). Investigación geológica. Sáenz Sanz, Clemente. Universidad Politécnica de Madrid. Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Madrid, 2014.
  • Notas sobre la geografía del Bajo Tajuña. Ramos Pérez, Demetrio. Revista de Estudios Geográficos. Vol. 8, nº 26. Pág. 41-154. Madrid, 1947.
  • Viviendas trogloditas de la provincia de Madrid. Estudio de las cuevas vivienda en la Ribera del Tajuña. Sandoval León, M. Dolores y Bartolomé Tejedor, Luisa. En Arqueología, Paleontología y Etnografía Pág. 305-330. Serie de la Consejería de Cultura. Comunidad de Madrid. Madrid, 1991.
  • Arquitectura y desarrollo urbano. Tomo XII. Comunidad de Madrid. Zona Sur. Dirección General de Arquitectura y Vivienda. Consejería de Obras Públicas, urbanismo y transporte. Madrid, 2004.
  • Catalogación geográfica y análisis paisajístico de los conjuntos de casas cueva del Sureste madrileño. Gil Crespo, I. J., Barbero Barrera, M.M., Maldonado Ramos, L. I Congreso Internacional sobre Investigación en Construcción y Tecnología Arquitectónicas. Universidad Politécnica de Madrid. Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Madrid, 2014.


martes, 18 de febrero de 2020

El poblamiento de casas-cueva en Morata y en el valle del Tajuña (II)


Desde 1830, cuando el Diccionario de Madoz constataba la existencia en Morata de 150 casas-cueva, el inventario de este tipo de viviendas evolucionó constantemente, con periodos de más o menos ocupación, en función siempre de las necesidades socioeconómicas de la población. La misma situación se produjo en el resto de los municipios de la comarca donde las viviendas-cueva llegaron a alcanza una cantidad cuevas en cinco municipios de la comarca ascendía a 668 unidades.




Desde mediados del siglo XIX muchas publicaciones se ocuparon de describir en obras de tipo divulgativo las características y peculiaridades de los pueblos de la provincia de Madrid. En muchas ocasiones este tipo de trabajos, fomentados e incluso editados por la Diputación Provincial, recogieron en sus textos la existencia de los poblamientos trogloditas -como se denominan los barrios de casas-cueva en alguno de estos libros- en varios pueblos de la comarca localizada en torno al río Tajuña. Casiano del Prado, en su Descripción física y geográfica de la provincia de Madrid, fue uno de estos autores que se ocuparon de documentar este fenómeno característico de la provincia de Madrid:
(…) como las que en las arcillas terciarias sirven de casas a una parte no pequeña de la población en Perales de Tajuña, Morata, Tielmes, Titulcia y otros pueblos, casas, diré de paso, que ofrecen dos ventajas, cuales son el costar poco y el ser más calientes en invierno y más frescas en verano, sin que les falte buena ventilación a favor de la chimenea.
En uno de los pueblos que se citan en la publicación de Casiano del Prado, Tielmes, la existencia de viviendas-cueva recordemos que ya se documentó en el Catastro de Ensenada y en, periodos históricos posteriores, su utilización no dejó de incrementarse. Buena muestra de que las viviendas-cueva proliferaron en Tielmes es la aparición en un periódico del siglo XIX, La Iberia, de una curiosa información fechada en julio de 1861. En esta fecha, se publica un edicto del juzgado de Primera Instancia de Chinchón sobre una subasta de fincas, situadas en el propio término municipal de Tielmes y también en Perales de Tajuña y Carabaña. Del texto del edicto, bastante amplio, nos interesa la presencia entre los bienes que salían a subasta de varias viviendas-cueva:
(…) se vende una hacienda situada en la villa de Tielmes y sus adyacentes Perales de Tajuña y Carabaña, distante de Madrid como siete leguas por la carretera de Valencia o las Cabrillas, la cual se compone de las fincas siguientes: (…) Una dehesa para pastos, leñas bajas de carrascas y otros varios arbustos y esparto, inmediato a la casa-labor, de mil doscientas fanegas poco más o menos, de trescientos estadales, con caleras, canteras y cincuenta y una cuevas de habitar. (La Iberia, 6 de julio de 1861).
Juan Diego Arribas, también se ocupó de las casas-cueva en su trabajo sobre Morata de Tajuña que publicó la Diputación Provincial en la Biblioteca de la Provincia de Madrid:
(…) Hay en esta localidad 784 edificios habilitados, de estos 120 son de un piso; 495 de dos y 28 de tres o más. De los 784 edificios, 141 son cuevas habitadas pero algunas de ellas espaciosas y con muchas habitaciones, tan cómodas como los edificios de fábrica (…).
El hecho de que Arribas fuera vecino de Morata, donde desempeñaba su trabajo como maestro, nos ofrece la garantía de la veracidad de este censo de cuevas habitadas en Morata a finales del siglo XIX, en el año 1891, más concretamente, cuando se publicó el tomo duodécimo de la colección patrocinada por la corporación provincial.
Estos datos que ofrece Juan Diego Arribas coinciden, por otra parte, con los que se recopilaron en 1887 para elaborar el censo de población correspondiente a ese año. En los trabajos de elaboración de este censo se recogieron, además de los habituales relativos a la población, edades, estado civil, etc, las características de las viviendas de los habitantes de todos los municipios españoles. Estos datos, a nivel nacional, se publicaron en 1893, en una obra titulada Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares y aldeas y demás entidades de población, editada por la Dirección General del Instituto Geográfico Estadístico.
Según esta publicación, en los municipios ribereños del Tajuña los datos correspondientes a las viviendas –cueva eran los siguientes:
  • Carabaña: 127 barracas*, cuevas o chozas.
  • Tielmes: 168 ídem.
  • Perales de Tajuña: 105 ídem.
  • Morata de Tajuña 141 ídem.
  • Titulcia, 35 ídem.
  • Fuentidueña de Tajo: 194 ídem.
Familia morateña en la puerta de su cueva (Autor y año desconocido)

Para completar mínimamente el censo de viviendas o casas-cueva en Morata -y en los pueblos vecinos del Bajo Tajuña- en un periodo de tiempo superior al siglo podemos acudir a una publicación de Demetrio Ramos, historiador y catedrático de la Universidad de Madrid y autor del trabajo denominado Notas sobre la geografía del Bajo Tajuña, un extenso artículo de 113 páginas editado inicialmente en la Revista de Estudios Geográficos. Demetrio Ramos acudió a fuentes a las que ya hemos citado en estas entregas para publicar los datos de las cuevas existentes en los municipios del Bajo Tajuña en los años anteriores a 1947 y también los correspondientes a este mismo año. En el siguiente cuadro, incluimos las cifras que aparecen en el trabajo de Demetrio Ramos y también las que se publicaron en 1991 en un trabajo de investigación, Viviendas trogloditas de la provincia de Madrid, obra de María Dolores Sandoval y Luisa Bartolomé:

Pueblo/año 1845    1947   1991
Carabaña         60      120
Tielmes             20      235     42
Perales               -        93       30
Morata               150   149       0
Titulcia                 -       71      44
Valdaracete       45      -          -
Fuentidueña      45      -         203
De las cifras que aparecen en este cuadro estadístico se puede destacar, aunque nos faltan datos de determinados años y municipios, que en general y en el conjunto de los pueblos analizados la utilización y el uso como vivienda de las casas cueva-alcanzó su momento más álgido en los años inmediatos que siguieron a la finalización de la guerra civil. En esos años, en torno a la década de los cuarenta –y siguientes- del pasado siglo, las penosas y trágicas condiciones socioeconómicas provocadas por los tres años de guerra civil obligaron a que la población más desprotegida y humilde hubiera de recurrir a este tipo de construcciones en un porcentaje que no se había alcanzado en periodos históricos anteriores. En estas cifras de la década de los cuarenta destacan sobre todo Carabaña, donde pasan de las 60 cuevas censadas en 1845 a las 120 que recoge Demetrio Ramos y, especialmente, Tielmes, municipio donde se contabilizan nada menos que 235 viviendas-cueva en 1947. En Morata, el censo de viviendas-cueva prácticamente se mantuvo estable desde los primeros datos y las 150 cuevas de 1845 pasan a 149 cuevas un siglo después**.
Por último señalaremos que en el trabajo de Ramos, analizado por María Dolores Sandoval y Luisa Bartolomé, autoras del extenso y documentado trabajo sobre las casas-cueva en Madrid que ya hemos citado y sobre el que trataremos en próximas entregas del blog, no solo reproducen el cuadro estadístico de Demetrio Ramos e incluyen información sobre los censos de viviendas-cueva actualizados hasta el año 1991, sino que nos da también información sobre la denominación popular de los barrios en los que se localizaban estas construcciones. De acuerdo con este autor, y tal como se reproduce en el trabajo de Sandoval y Bartolomé, en Carabaña se levantaban los barrios de Pocillo, Alcalá, Cuevas Viejas y Era Periquillo, además de las que estaban dispersas por el resto del termino urbano; en Tielmes las 235 cuevas se distribuían por el barrio Cuevas Altas, por el de Cuevas Palacios y Cuevas Bajas; en Perales también se reconocían los barrios de El Calvario; La Afuera y Cuevas Altas; en Morata Demetrio Ramos distinguía hasta cinco barrios de casas-cueva: Cuevas de Arganda, Calvario, Chirola, Mazacote Alto y Mazacote Bajo; y por último, en Titulcia, las cuevas se agrupaban en el barrio de Cuevas Altas y en el de Cuevas Jarama.
Sobre las características de las viviendas-cueva que se levantaban en estos barrios y sobre la distinta tipología de las mismas trataremos las próximas semanas en el blog.




*El término barracas, cuevas o chozas es el que se utiliza, literalmente, en la publicación.


Fuentes y bibliografía:
  • Descripción física y geográfica de la provincia de Madrid. Prado, Casiano de. Imprenta Nacional. Madrid, 1864.
  • Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares y aldeas y demás entidades de población de España. Tomo V Dirección General del Instituto Geográfico Estadístico. Imprenta de la Dirección General del instituto Geográfico Estadístico. Madrid, 1893.
  • Notas sobre la geografía del Bajo Tajuña. Ramos Pérez, Demetrio. Revista de Estudios Geográficos. Vol. 8, nº 26. Pág. 41-154. Madrid, 1947.
  • Viviendas trogloditas de la provincia de Madrid. Estudio de las cuevas vivienda en la Ribera del Tajuña. Sandoval León, M. Dolores y Bartolomé Tejedor, Luisa. En Arqueología, Paleontología y Etnografía Pág. 305-330. Serie de la Consejería de Cultura. Comunidad de Madrid. Madrid, 1991.



miércoles, 12 de febrero de 2020

El poblamiento de casas-cueva en Morata y en el valle del Tajuña (I)

En 1830, durante los últimos años del reinado de Fernando VII, el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España, obra de Pascual Madoz, recogía en la entrada correspondiente a Morata que la villa tiene 400 casas de dos pisos en lo general y de mediana construcción y 150 cuevas en la parte de los cerros. Se trata de una de las primeras referencias documentales sobre la existencia de viviendas-cueva en Morata, un tipo de construcciones que abundan en todo el territorio español y también en muchos municipios de la comarca del Bajo Tajuña.



Aunque los registros documentales modernos nos remitan casi siempre al siglo XIX como el periodo histórico en que en Morata –y en muchos otros municipios del Bajo Tajuña- se habitan este tipo de construcciones, no podemos obviar que la vivienda troglodita, entendiendo como tal la excavada en el terreno, no es extraña en otros momentos históricos muy anteriores que se remontan incluso a la prehistoria
Entre estos antecedentes históricos, ampliamente citados en la literatura científica, no podemos dejar de referirnos al célebre episodio de las campañas militares de Sertorio narrado por historiadores clásicos como Plutarco. Fidel Fluidio Rodríguez, en su obra sobre la Carpetania romana, se refiere a las andanzas del general romano por la comarca, basándose en la fuente clásica de Plutarco:
(…) La intuitiva narración de Plutarco habla de la astucia de Sertorio junto a las cuevas habitadas de Caraca, lo que se ajusta a la topografía de sus alrededores. Leemos que los habitantes de Caraca, que no vivían ni en ciudad, ni en pueblo o poblado, sino en cuevas, sobre todo en las del Norte, situadas en una faja estrecha y alta, se refugiaron en ellas al ver venir a Sertorio ante el temor de un ataque, pero Sertorio no quiso por entonces acercarse.
Cuando Sertorio pensó el ataque del bajo Tajuña, junto a Perales, el viento Norte levantó nubes de polvo en derredor de las cuevas, era en pleno verano en la época de la canícula. Entonces formó su plan. Levantó una trinchera que cubrió de tierra seca, lo demás lo encomendó al viento, su aliado, pues soplaba éste cada vez con mayor fuerza; mientras, los soldados removían la tierra, y las nubes de polvo penetraron en las cuevas, amenazando de asfixia a sus habitantes, que al tercer día se rindieron. La fama de esta estratagema se extendió por todo el país (…).
Cayetano Rossel, en su Crónica General de España, citó también a Plutarco y Ptolomeo, en la acción de Sertorio que también localiza en la comarca:
(…) dicen que se llamó Caracca, y que era una de las poblaciones carpetanas, edificada por los caracitanos, que reducidos por Sertorio a vivir, no en cuevas y subterráneos, como acostumbraban, sino en habitaciones cómodas y bien fabricadas, quedaron después bajo la dependencia de los gobernadores romanos. A ellos alude Plutarco en la vida de Sertorio, asegurando que moraban sobre el río Tagonio (el Tajuña), en un monte grande y elevado, con muchas cuevas y agujeros que miraban al Setentrion (…).
Existen otras menciones sobre este episodio, entre la historia y la mitología, pero que tiene como base real el Risco de las Cuevas de Perales de Tajuña:
(…) [Perales de Tajuña] situado más allá del río Tajo, que no se compone de casas, como las ciudades o aldeas, sino que en un monte de bastante extensión y altura hay muchas cuevas y cavidades de rocas que miran al Norte. El país que la circunda produce un barro arcilloso y una tierra muy deleznable por su firmeza, incapaz de sostener a los que andan por ella y que con tocarla ligeramente se deshace como la cal o la ceniza.
Evidentemente, la referencia documental, al igual que la de Cayetano Rosell, comete un grave error al asegurar que las cuevas miran al norte, cuando en realidad se orientan al sur, pero nos sirven para constatar que los habitantes de la comarca utilizaron históricamente el recurso de servirse de las excavaciones en un terreno blando y adecuado para construir viviendas y almacenes. Incluso en Morata, las cuevas que aún se conservan en el paraje de El Fraile nos indican que este tipo de poblamiento troglodítico fue recurrente para todos los habitantes de la comarca en periodos históricos muy prolongados en el tiempo.
Quienes han investigado a fondo este tipo de hábitats humanos, que se extiende por muchas zonas en todo el territorio nacional, han sabido ver esta tendencia del ser humano a la hora de aprovechar las condiciones del terreno para encontrar refugio en época prehistóricas y para guarecerse y protegerse de los elementos cuando su situación económica no les permitían acceder a otro tipo de vivienda. Justiniano García Prado, en un trabajo publicado en la revista Berceo, titulado Las cuevas habitadas de Arnedo, incidía en el uso de las cuevas como vivienda por parte del ser humano:
(…) El uso de las grutas, cuevas y cavernas como lugares de habitación temporal o permanente es tan antiguo como la vida del hombre, y los protohistoriadores y etólogos se han preocupado de esta clase de viviendas, propias de los hombres primitivos; pero también en etapas más avanzadas de la vida cultural existen seres humanos que habitan en tales lugares (…).
En el mismo artículo añadía:
(…) en España son muy numerosos [los poblados trogloditas] pero se conocen mejor los de Sacromonte (Granada) y Guadix. (…) Igualmente podemos verlos en el valle del Henares, en la provincia de Guadalajara, así como en Morata de Tajuña, Perales y Ciempozuelos en la provincia de Madrid (…).

Risco de las Cuevas de Perales de Tajuña, monumento histórico artístico desde 1931

Las casas-cueva en Morata y en el Bajo Tajuña a lo largo de la historia
El propósito de esta serie de entregas del blog sobre las viviendas cueva es centrarse en la existencia de este tipo de viviendas en Morata, aunque sin obviar ni olvidar que en otros muchos municipios vecinos de la ribera del Tajuña –además de otros próximos como Fuentidueña de Tajo- también se han utilizado estas construcciones para albergar familias durante muchos periodos históricos que prácticamente llegan hasta nuestros días
En la documentación que se ha conservado sobre el tipo y número de edificios y viviendas del casco urbano de Morata no aparece la existencia de estas viviendas-cueva a las que se refería Pascual Madoz en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España hasta bien entrado el siglo XVIII con los trabajos de elaboración del denominado Censo de Floridablanca. Este trabajo demográfico, promovido al amparo de los postulados de la Ilustración por un ministro de Carlos III, el reformista conde de Floridablanca, se elaboró en 1787 mediante la visita a los pueblos y ciudades censados de agentes gubernamentales que recopilaron datos de población y también aquellos relacionados con la situación socioeconómica de los habitantes de cada municipio de la corona española. El interés por estos datos, más allá de su interés hacendístico, no es sino la confirmación de uno de los primeros intentos reales de conocer cómo vivían los españoles y en qué condiciones. Es gracias a este interés que podemos llegar a conocer la existencia de 150 viviendas-cueva en Morata, curiosamente la misma cifra que años después utilizaría Pascual Madoz, lo que nos hace pensar que este último utilizó como base de sus datos sobre Morata el Censo de Floridablanca..
Unas décadas después de publicarse este censo, y unos años antes de la publicación del diccionario de Madoz, en 1822, el cura de Morata también hacía mención de que algunos morateños habitaban este tipo de viviendas. En una conferencia pronunciada por Ángel Fernández Collado, reproducida en la revista Toletum, se cita al párroco Serafín Pinto y la información que ofrece sobre la población de Morata y la existencia de casas-cueva:
(…) El cura de Morata de Tajuña, del arciprestazgo de Alcalá, dice que: la población la componen quinientos diez vecinos, con 2.200 habitantes distribuidos entre la población y el arrabal extramuros cuyos habitantes, unos setenta, habitan en cuevas (…).
Al margen de la diferencia en las cifras tan dispares que aparecen en estas citas, lo que hace dudar de la veracidad de los datos aportados por el párroco local, quizá preocupado por edulcorar la realidad social de la villa, la existencia de estas viviendas-cueva en Morata resultó absolutamente opaca en la documentación de periodos históricos anteriores al Censo de Floridablanca o próximos al año de su elaboración*, lo que no significa necesariamente que algunos vecinos y familias de Morata no utilizaran estas viviendas excavadas en el terreno desde mucho antes de finales del siglo XVIII.
En uno de los primeros documentos sobre Morata en los que se habla de las viviendas de sus vecinos, las Relaciones topográficas de los pueblos de España, elaboradas durante el reinado de Felipe II una de las preguntas hace mención a las viviendas de la villa:
30.-Al capítulo treinta dijeron que los edificios de las casas que se usan en la dicha villa de Morata son de tapias de tierra y yeso y madera y teja, y la tierra y yeso y teja se provee del término de la dicha villa, y la madera de pino se trae de la ribera de Tajo de lo que viene de las sierras de Cuenca.
Ninguna referencia, como vemos, a las utilización de viviendas cueva en Morata en el siglo XVI, situación que se repite en el censo que aparece en los legajos del Catastro de Ensenada (1751) correspondientes a Morata. En ese caso, en la respuesta 21 del Interrogatorio General, los redactores del catastro señalan:
21ª A la pregunta veinte y una declararon que esta población se compondrá a juicio de los declarantes como de doscientos y noventa vecinos o trescientos de corta diferencia y que no hay alquerías ni casas de campo en el término ni más personas que las que habitan dentro del pueblo.
En la pregunta siguiente se hace mención al parque de viviendas existente en esos años en Morata:
22ª A la pregunta veinte y dos dijeron que hacen juicio habrá en esta villa como de doscientas setenta a doscientas y ochenta casas de habitación útiles, unas dos o tres inhabitables y como hasta veinte o veinte y cuatro arruinadas y que aunque es de señorío, según tienen declarado, no se paga por razón del vuelo carga alguna al señor de esta villa.
Entre las dos respuestas hay un desfase evidente entre el número de vecinos y el número de viviendas. De hecho, en el censo que se realiza calle por calle de los edificios y viviendas de Morata se catastran 304 viviendas y construcciones pero, si restamos a esta cifra las 27 que se califican en la propia documentación como pajares, solares o casas arruinadas, quedan únicamente 277 viviendas para un censo que, realizado individualmente y familia por familia, asciende a 327 vecinos, 27 más que los que se mencionan en las denominadas Respuestas Generales. Es evidente que entre los 327 vecinos censados y las 277 viviendas habitables hay un déficit de cincuenta viviendas, y eso sin contar que entre las viviendas habitables algunas podrían no estar habitadas por pertenecer a propietarios que no residían en Morata. ¿Dónde vivían estas familias? No resulta difícil deducir que, ya entonces, algunos de esos vecinos podrían residir en viviendas-cueva. Para apuntalar esta afirmación y justificar que existían ya por entonces viviendas-cueva en Morata señalemos las tres consideraciones siguientes:
  • La opacidad fiscal de las viviendas-cueva para el catastro al ser un tipo de residencia que no generaba impuestos favoreció que no se registraran en el Catastro de Ensenada.
  • La existencia constatada de 150 viviendas-cueva solo unos 30 años después de la elaboración del Catastro de Ensenada, como ya hemos señalado al citar el Censo de Floridablanca. Se trata de un periodo de tiempo muy reducido entre uno y otro trabajo demográfico para que en él se construyeran y afloraran tantas viviendas-cueva inexistentes documentalmente a mediados del siglo XVIII.
  • Y por último, constatar que en la vecina localidad de Tielmes, a diferencia de Morata, sí que se recoge la existencia de viviendas-cueva en el Catastro de Ensenada. En las Respuestas Generales de la localidad vecina los redactores del catastro, distintos a los que realizaron la misma labor en Morata, incluyeron la existencia de veintidós cuevas donde viven jornaleros y pobres de solemnidad. En este sentido, la existencia en Morata de 122 jornaleros y 30 pobres de solemnidad, según el propio catastro, nos hacen pensar que algunos de estos vecinos, por sus circunstancias económicas personales y familiares, se verían forzados a vivir en estas viviendas-cueva, a pesar de que según la documentación fueran inexistentes por entonces.
En cualquier caso, en las próximas semanas veremos cómo evolucionó en número de este tipo de viviendas en Morata, desde estas primeras 150 documentadas por Madoz y el Censo de Floridablanca. Analizaremos también la existencia de estas cuevas en algunos pueblos de la comarca y, además, las características arquitectónicas de unas casas-cueva que en cada localidad tenían una tipología específica en función del terreno y de los propios constructores.


*En el año 1786, en el denominado Cuestionario del cardenal Lorenzana, elaborado por los párrocos de cada pueblo y en el que se analizaba la población y la realidad social de las villas y ciudades del territorio del arzobispado de Toledo, no se hace la mínima referencia a las casas-cueva a pesar de que sí que hace mención a aspectos como la existencia de hospitales de pobres, enfermedades más comunes o medios de vida de sus habitantes.




Fuentes y bibliografía:


  • Carpetania romana. Fuidio Rodríguez, Fidel. Editorial Reus. Primera edición. Madrid, 1934.
  • Crónica general de España. Rosell, Cayetano. Ronchi, Vitturi, Grill, editores. Madrid, 1864.
  • Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madoz, Pascual. Tomo XI. Madrid, 1830.
  • Las cuevas habitadas de Arnedo. García Prado, Justiniano. Berceo, nº 12. 1949.
  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. H 408 y  H. 410.
  • Morata de Tajuña según el Catastro de Ensenada (1751). Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín. Bubok, Edición del autor. Morata de Tajuña, 2010.
  • Medios de vida del clero de Toledo en 1822. Fernández Collado, Ángel. Revista Toletum. 51. Boletín de la Real Academia de Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Toledo, 2005.
  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio de la. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.