martes, 31 de julio de 2018

La administración de la casa de Altamira en Morata (III)

Hasta ahora hemos visto como los administradores de los condes de Altamira, entre otras labores, debían supervisar a los trabajadores que prestaban servicio en las propiedades de los señores de la villa. También vimos la pasada semana como el cargo de administrador les obligaba a cumplir las órdenes que llegaban de Madrid, firmadas por el conde de Altamira, sobre asuntos como la entrega de una limosna a un convento de religiosas o el pago del alquiler de la casa del maestro de primeras letras de Morata. Pero era la gestión económica del patrimonio de los condes de Altamira en Morata la principal labor de estos administradores.




Como ya se ha comentado en entregas anteriores del blog, la gestión del cuantioso patrimonio de los condes de Altamira en Morata consistía en el arrendamiento de las propiedades rústicas y urbanas de los titulares del señorío. Con la única excepción de los olivares que sí se explotaban directamente -desde el cultivo a la recolección y molturación de la aceituna en la almazara propiedad de la Casa de Altamira-, los bienes adscritos al señorío se arrendaban a los vecinos de Morata bien para su cultivo a cambio de una renta anual, generalmente en especie, o a cambio de una cantidad económica en el caso de sus propiedades urbanas: las dos posadas o mesones, el batán, el molino de abajo o el pozo de la nieve.
Este sistema de rentabilizar los bienes que poseían en Morata, fundamentalmente las tierras de secano y regadío, simplificaba su gestión pero, a cambio, el beneficio era bastante menor y muy condicionado por el precio anual de los granos que la Casa recibía como renta de las tierras arrendadas a los agricultores de la villa, o también por la inflación que afectaba a las rentas que se abonaban en metálico. Estas tierras arrendadas se encontraban, sobre todo, en la vega, donde el conde de Altamira disponía de 792 fanegas distribuidas en 328 parcelas, lo que le hacía dueño de, aproximadamente, una tercera parte del total de las parcelas de regadío de la vega de Morata. (Las propiedades de secano eran menos importantes –aunque sólo en El Bosque la extensión llegaba a las 200 fanegas- y ya se ha dicho que en el caso de los olivares los titulares del señorío sí que los explotaban directamente).
Presentación de cuentas
El 24 de agosto de 1806 Miguel Rojo, como administrador de la Casa de Altamira en Morata, remitió a la administración central en Madrid un primer apunte de los ingresos procedentes de las rentas anuales que debían abonar los agricultores morateños con tierras arrendadas a los condes:

Morata, 24 de agosto de 1806
(…)
Excelentísimo Señor
Señor: tengo la satisfacción de poder poner en noticia de su excelencia que las rentas de granos cumplidas en Santa María de este mes [15 de agosto] importan 1.520 fanegas y 9 celemines de cebada y 781 fanegas y 3 celemines de trigo cobradas íntegramente y asimismo las 28 fanegas de trigo y 282 fanegas y 3 celemines de cebada que quedaron debiendo dichos renteros de las cumplidas en igual día del año anterior, por lo que están todos solventes hasta el expresado día quince del corriente mes de agosto de 1806 (…).
De esta comunicación del administrador se deduce que, a diferencia del año anterior, en 1806 no se produjeron atrasos en el pago en especie por las rentas de las fincas arrendadas por los agricultores de Morata. En el plazo habitual de la Virgen de Agosto los arrendatarios no sólo abonaron los pagos de ese año sino que también liquidaron los atrasos -28 fanegas de trigo y 282 fanegas y 3 celemines de cebada- del año anterior. A partir de ese momento el administrador ya podía rentabilizar los ingresos del conde de Altamira en Morata con la venta de estos granos que, habitualmente, se almacenaban para su conservación y venta en las dependencias condales de la calle del Picadero.
Al finalizar el año, el administrador del conde de Altamira en Morata como el resto de empleados en todo el territorio nacional, debían remitir a la administración central de la casa el resultado económico del año en curso. Miguel Rojo recibió una notificación en este sentido por parte de Vicente Joaquín Osorio de Moscoso el 16 de diciembre de 1806:
Habiendo contraído matrimonio con la Excelentísima Señora Doña María Magdalena Fernández de Córdoba Ponce de León [El conde de Altamira había enviudado de su primera mujer, María Ignacia Álvarez de Toledo, en 1798] conviene a mi servicio que las cuentas de los valores de rentas de esa administración de tu cargo respectiva al corriente año las presentes y remitas a mi contaduría general en todo el mes de enero próximo sin falta alguna con los recados de justificación correspondientes, expresando con toda individualidad en las partidas de débito del año y finca de que proceden.
También ha de acompañar otra relación puntual de las deudas que haya contra mi hacienda hasta fin de diciembre, con especificación clara de su procedencia.
Otra de los bienes raíces, ganados y demás efectos libres que me corresponden en los pueblos de esa administración y su puntual líquido valor deducidas las cargas y gravámenes que tengan emitiendo nueva tasación de ellos, respecto de haberse ejecutado en este año, pero si no hubieses o hubiese alguna novedad la formalizaras inmediatamente con la mayor claridad.
Del mismo modo acompañarás testimonio de los precios que actualmente tengan los granos, semillas, aceite y vino para dar valor a los frutos que resulten existentes y una declaración de peritos que regulen el fruto y otros que se hallen pendientes y que correspondan al presente año.
Espero desempeñaras estos asuntos con la puntualidad que conviene, dándome cuenta de quedar en esta inteligencia. Dios te guarde muchos años.
San Lorenzo, 17 de diciembre de 1806
El marqués conde duque

El conde de Altamira solicita a su administrador en Morata el envío de las cuentas anuales

Inmediatamente de recibir esta comunicación, Miguel Rojo remitió la respuesta al conde de Altamira, sin olvidar la felicitación por el reciente matrimonio del XII conde de Altamira, dirigida tanto a su señor como a su nueva señora:
Excelentísimo Señor
Señor: al mismo tiempo que doy a usted con mi parienta y familia la más respetuosa enhorabuena por el matrimonio que ha contraído con la Excelentísima Señora Doña María Magdalena Fernández de Córdoba Ponce de León mi ama y sra. y obedeciendo su venerada orden del 17 del corriente evacuaré en todo el siguiente mes de enero no solo la remisión de mis cuentas generales del presente año con los documentos de su justificación sino también las relaciones que V. E. me manda en ella.(…) Morata, 24 de diciembre de 1806
Señora, habiéndose dignado mi amo el excelentísimo marqués de Astorga conde duque comunicarme el matrimonio que ha contraído con usted y siendo uno de los criados más fieles y agradecidos es debida y justa obligación mía ofrecer mis respetos y los de toda mi familia a los pies de usted y al mismo tiempo dar la más cumplida enhorabuena, con los más eficaces deseos de que en la amable compañía de S. E. mi señor (…).
Pasaron unos días y a comienzos del año 1807, Miguel Rojo remite una nueva comunicación a las oficinas centrales para comunicarles el envío de esas cuentas generales, que lamentablemente, parece que no se conservan en los archivos*:
Excelentísimo Señor
Señor con el mayor respeto dirijo a P. de Vuestra Excelencia las cuentas generales de esta administración a mi cargo con los recibos de su justificación correspondiente a todo el año próximo anterior de 1806, según V. E. se sirve en su venerada de 17 de diciembre último. Así mismo incluyo con dichos recados relación por menor de la deuda que tienen a favor del patrimonio de V. E. hasta fin del mismo año con especificación de los sujetos, rentas y años de que proceden y no lo hago de las deudas que tiene contra su dicho patrimonio por no haber otra que la de 2.500 reales que se pagan en cada un año a las religiosas de Colmenar por réditos de un censo que las corresponde del que ha cumplido en dicho año de 1806 fin de diciembre del expresado 1806.
También acompaño a V. E. relación de los bienes raíces, ganados y demás efectos libres que tiene V. E. en dicha administración y testimonio de los precios y semillas y una declaración de los peritos que han graduado el fruto de las aceitunas pendiente y próxima a su recolección todo con arreglo a lo que V. E. demanda en su reseñada de 17 de diciembre último.
(…)
Morata, 16 de enero de 1807
(Archivo Histórico Nacional, BAENA, C.271, D.300-318)
Esta carta de Miguel Rojo tiene el valor de resumir, de alguna forma, su trabajo como administrador del conde de Altamira a lo largo de todo el año: le informa de que le ha remitido el estado de los ingresos anuales de 1806, las deudas pendientes de cobro y las deudas contra la casa que, curiosamente, se limitan al crédito con las monjas de Colmenar del que ya hablamos y que, años después, quedaría impagado por parte de los sucesores del conde de Altamira durante década de los treinta del siglo XIX. En la carta también se apunta que se remiten los precios de los granos procedentes de los pagos en especie de los arrendatarios y un avance de las previsiones de la inminente cosecha de aceitunas.
Para finalizar esta serie de post sobre el trabajo de los administradores de los condes de Altamira, incluimos una curiosa petición para solicitar que los encargados del jardín del palacio de Morata enviaran una serie de árboles para trasplantarlos en las posesiones de Vicente Joaquín Osorio en Madrid:
Madrid, 29 de noviembre de 1806
(…) me alegraré se halle usted sin novedad en compañía de toda la plebe; esta se dirige a participarle de que los árboles injertos que yo dejé en el jardín de Morata se necesitan para esta posesión del Prado y reemplazar las faltas que hallo en ellas, doce albaricoques, seis ciruelos claudios, cuatro melocotones, cuatro manzanos, cuatro perales cornales y que todos sean del mayor tamaño que sea posible, encargando [se] usted de que se conduzcan en esta semana próxima todo al administrador señor Miguel Rojo.
En la contestación, sin fecha, a esta petición Miguel Rojo confirma el envío de los árboles solicitados:
(…) Lleva en los dos haces de plantas las siguientes:
Albaricoques doce que son los que pide, ciruelas claudias seis que son las que pide, melocotones cuatro que son los que pide, y estas cosas ahora mencionadas son de el jardín, y pera cornal de la huerta lleva cuatro y las que pide de manzana no las hay, pues todos los enjertos [sic] que estaban de membrillo se han perdido y de estas dos clases últimas no hay en el jardín ningún injerto echado ni patrón para él.

*La venta y dispersión del impresionante archivo de la Casa de Altamira -y de todos los títulos de la nobleza que atesoraban sus titulares desde, al menos, el siglo XV-, nos ha privado, para siempre, de una fuente de investigación imprescindible para conocer la historia de Morata desde la llegada a la villa del I marqués de Leganés en el primer tercio del siglo XVII. La semana próxima analizaremos cómo y porqué se llegó a producir esta desastrosa venta y pérdida de los archivos de la Casa de Altamira tras la muerte en 1864 de Vicente Pío Osorio de Moscoso y Ponce de León, XIV conde de Altamira.

Fuentes y bibliografía

  • Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-271, D.300-318.
  • Archivo Histórico Nacional, BAENA, C-40, D. 87-89.
  • Periódicos y publicaciones citados en el texto.

martes, 24 de julio de 2018

La administración de la casa de Altamira en Morata (II)

La pasada semana veíamos como desde la administración central de la Casa de Altamira en Madrid se remitían sendas comunicaciones, rubricadas por el propio Vicente Joaquín Osorio de Moscoso, con instrucciones al administrador en Morata, Miguel Rojo, sobre el nombramiento de un guarda de El Bosque y, también, la orden de traslado de un jardinero desde Morata a Madrid para seguir trabajando en dependencias del conde. En la entrega de hoy veremos que el administrador de Morata también era el encargado de entregar las limosnas que entrega el conde de Altamira a distintas personas e instituciones.




En la sociedad estamental del siglo XIX, las instituciones de beneficencia y la caridad hacia las clases más desfavorecidas era una forma de atajar, sin conseguirlo, las desigualdades entre los distintos estamentos sociales. La nobleza, como clase privilegiada y poseedora de derechos y privilegios procedentes de periodos históricos pasados, no era ajena a este uso de la caridad como medio de limitar, sin conseguirlo, la situación de pobreza de gran parte de la población o, también, paliar mínimamente los escasos o nulos recursos que el Estado dedicaba, por ejemplo, a la educación.
En el caso del conde de Altamira, en el año 1806 que estamos analizando, existen varios ejemplos de esta utilización de la caridad como medio de minimizar las carencias que afectaban a parte de la población o, también, a grupos concretos como una congregación religiosa o al maestro de primeras letras que impartía sus enseñanzas en Morata.
En el mes de mayo de 1806 el administrado de la Casa de Altamira en Morata, Miguel Rojo, recibía una comunicación desde Aranjuez en la que el titular del condado le pedía que entregara una limosna a un convento de Colmenar de Oreja:
S. E. al administrador
Entregarás a la madre priora del convento de religiosas de Colmenar de Oreja quinientos reales de vellón que concedo de ayuda de costa por una vez para alivio de las necesidades que padece aquella comunidad, pues con el correspondiente recibo y esta orden se te [sic] abonarán en cuenta. Dios te guarde muchos años.
Aranjuez, 14 de mayo de 1806
El marqués conde duque
Don Miguel Rojo-Morata
La entrega de limosnas a instituciones de la iglesia, en este caso un convento de religiosas en el cercano pueblo de Colmenar de Oreja, también fue un gasto habitual de las familias de la nobleza española. Lo curioso de este orden del conde de Altamira a su administrador en Morata para que aporte quinientos reales, por una vez, al convento de Agustinas Recoletas de Colmenar es que, la Casa de Altamira, con el paso de los años, pasaría a ser deudora de este convento a consecuencia del impago reiterado de los intereses de un censo –crédito- de cien mil reales que los señores de Morata arrastraban desde que lo contratara el III marqués de Leganés en el siglo XVIII. En efecto, años después de que Vicente Joaquín Osorio de Moscoso entregara esta limosna a las religiosas de Colmenar, concretamente entre 1829 y 1834, la priora del convento reclamó reiteradamente el pago de los intereses anuales del censo, que ascendían a 2.500 reales, al sucesor del XII conde de Altamira, su hijo Vicente Isabel Osorio de Moscoso y Álvarez de Toledo.
Pagos al maestro de primeras letras de Morata
En la documentación del año 1806 de la administración del conde de Altamira en Morata también figura la ayuda económica que la casa concedió al maestro de primeras letras que ejercía por aquellos años en Morata. La profesión de maestro en aquellos años en torno a 1806, como sucedía en el siglo XVIII y sucedería durante el resto del siglo XIX y buena parte del XX, era un trabajo mal pagado que los profesionales desarrollaban en un ambiente de precariedad y necesidades mal cubiertas. Según uno de los documentos del siglo XVIII que recogen el salario del maestro de niños de Morata –el Catastro de Ensenada- la retribución anual del maestro en el año 1751 no pasaba de 2.000 reales de los que 850 los aportaba el Concejo de Morata (El resto, hasta completar el salario total, correspondía a los pagos de los alumnos). En el mes de junio de 1806 Vicente Joaquín Osorio de Moscoso ordena a su administrador que, en su nombre, se haga cargo del pago del alquiler de la casa del maestro:
Aranjuez, 1º de junio de 1806
S. E. [Su excelencia] al administrador
Que pague el alquiler de la casa al maestro de niños.
Que entregue de limosna 120 reales a Don Joseph Almazán y 100 a Rosa Santillana
Enterado de cuanto expone en su representación de 6 de mayo anterior, Severo Segovia, maestro de primeras letras en esa villa, y de lo que me informas en el particular, he resuelto que desde luego satisfagas de mi cuenta los alquileres de la casa que habita desde esta fecha en adelante, pero con la precisa circunstancia de que ha de atender muy particularmente a los niños pobres que acudan a su escuela, a cuyo fin le comunicarán esta gracia y tú cuidarás recoger los correspondientes recibos con citación de esta orden para su abono en cuenta.
Entregar a Don José Fominaya y Almazán ciento y veinte reales y cien reales a Rosa Santillana que les he concedido por limosna y una vez, pues con sus recibos te se [sic] abonarán igualmente en cuenta.
Dios te guarde muchos años
Aranjuez, 1º de junio de 1806
El marqués conde duque

Notificación firmada por el conde de Altamira para que se pague el alquiler de la casa del maestro de Morata

Por el contexto de la carta enviada por el conde a Miguel rojo, su administrador en Morata, se deduce que Severo Segovia, el maestro de niños de Morata, se puso en contacto con el conde de Altamira en el mes de mayo anterior, seguramente para exponer las difíciles condiciones en que trabajaba y solicitar la ayuda que, finalmente, le fue concedida por Vicente Joaquín Osorio. Hay que destacar que el marqués exige que, en compensación a esta ayuda económica, el maestro debe comprometerse a atender muy particularmente a los niños pobres que acudan a su escuela.
En la misma misiva en la que se le comunica a Miguel Rojo la concesión de la ayuda al maestro de la escuela de Morata, el conde de Altamira también le ordena a su administrador que entregue sendas limosnas de 120 y 100 reales a dos vecinos de la villa. Estas peticiones de auxilio económico eran muy frecuentes debido a las dificultades económicas propias de estos primeros años del siglo XIX en los que, como también veremos, no era extraño que los arrendatarios de las fincas rústicas del conde de Altamira en Morata no pudieran hacer frente a los pagos de las rentas anuales que, normalmente, debían abonarse para la Virgen de Agosto.
Como último ejemplo de como la nobleza se entendía la caridad como una obligación social lo encontramos en otra carta remitida por el conde de Altamira al administrador de sus bienes en Morata. En el mes de agosto, Miguel Rojo informa a su empleador que, en cumplimiento de sus órdenes, ha remitido a Madrid 72 cortinas de seda, posiblemente colgadas en el palacio señorial, y añade que con fecha de 26 [de junio] di cuenta de haberse repartido en zagalejos a los pobres las 42 de cotón [algodón].
Según el texto de esta comunicación, el conde aprovechó la retirada de las cortinas de algodón de su casa señorial en Morata para cumplir con el precepto de practicar la caridad con los más pobres (Los denominados zagalejos eran una prenda de vestir utilizada por las mujeres de la época similares a las sayas y confeccionadas, habitualmente, en colores vivos como el verde o el rojo. Curiosamente, estas prendas pasaron a formar parte de los trajes típicos de la meseta castellana)


Fuentes y bibliografía
  • Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-271, D.300-318
  • Periódicos y publicaciones citados en el texto


martes, 17 de julio de 2018

La administración de la casa de Altamira en Morata (I)

Los condes de Altamira, desde que accedieran a la posesión del señorío de Morata, siempre gestionaron los derechos económicos generados en la villa por medio de distintos administradores que eran los encargados de recaudar los distintos y variados ingresos de la casa condal, procedentes de los bienes rústicos y urbanos y de las rentas de los oficios y alcabalas pertenecientes al patrimonio señorial. Estos administradores eran, por tanto, los máximos representantes de los condes en Morata y, como tal, los encargados de ejecutar sus órdenes y cumplir con las obligaciones de su cargo.



Desde que en 1711 el III marqués de Leganés, Diego Dávila Messía de Guzmán, muriera en París sin descendencia y el señorío de Morata pasara a la Casa de Altamira distintos administradores fueron los responsables de gestionar los bienes y derechos económicos que les pertenecían en la villa. Como en la mayor parte de los lugares de señorío de la Casa de Altamira, repartidos por todo el territorio nacional, la gestión de este patrimonio en Morata se basaba, más que en la explotación directa de los bienes rústicos y urbanos, en el arrendamiento de los mismos a cambio de unas rentas anuales que debían pagar los arrendatarios, fueran estos agricultores, molineros, bataneros, responsables de los oficios de fiel medidor o escribano o también mesonero en alguno de los dos mesones que eran propiedad de los condes en Morata.
Como sucedía también con todos los administradores de la Casa de Altamira, estos empleados debían rendir cuentas ante la administración central de la Casa de Altamira, localizada en Madrid, donde se centralizaban los ingresos y gastos que generaban el ingente patrimonio en forma de títulos nobiliarios y las propiedades adscritas a ellos que recaían en los condes de Altamira.
La numerosísima documentación que generó la casa de Altamira recoge –a pesar de la pérdida o venta de muchos de los legajos del archivo a finales del siglo XIX- toda la correspondencia entre la administración central y las administraciones locales. En el caso de Morata, esta correspondencia siempre se archivaba, a pesar de corresponder ya el señorío a los condes de Altamira, bajo el epígrafe de Leganés, pues fue con este marquesado con el que se inició el señorío de Morata.
1806, un año de correspondencia administrativa de la Casa de Altamira en Morata
En el blog ya hemos tratado algunos aspectos de la relación, sobre todo económica, de los administradores de la Casa de Altamira en Morata con la administración central y con los propios marqueses. En esta serie de entregas vamos a comprobar como esta comunicación no siempre tenía como principal objetivo controlar las cuentas de ingresos y gastos que se producían en la villa.
Para profundizar en este aspecto de la relación de los condes de Altamira con Morata a través de sus administradores vamos a analizar parte de la correspondencia que se entabló en 1806. Ese año, previo a los convulsos años que se sucederían con la Guerra de la Independencia, el condado de Altamira aún no había entrado, o al menos no en sus aspectos más evidentes, en la peligrosa y destructiva deriva económica que provocaría, finalmente, la ruina de la casa y la venta de la totalidad de su patrimonio en Morata.
En 1806 el titular del señorío de Morata como conde de Altamira correspondía a Vicente Joaquín Osorio de Moscoso. El XII conde de Altamira había nacido en Madrid en 1756 y falleció también en Madrid en 1816. Hijo de Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba, se casó dos veces, primero con María Ignacia Álvarez de Toledo y Gonzaga. Tras enviudar en 1798, volvió a contraer matrimonio con María Magdalena Fernández de Córdoba y Ponce de León. Carlos III le nombró gobernador del Banco de San Carlos, antecedente de lo que luego sería el Banco de España. Muy ligado a la corte real fue caballerizo mayor con Carlos IV y con su hijo Fernando VII. Además, durante la Guerra de la Independencia fue miembro y posteriormente presidente de la Junta Suprema Central.
Ese mismo año de 1806 la administración de los bienes patrimoniales de los condes de Altamira en Morata era responsabilidad de Miguel Rojo que estaba al frente de los intereses de la casa al menos desde 1796 y que ocuparía el cargo prácticamente hasta la muerte de Vicente Joaquín Osorio de Moscoso en 1816. En años posteriores, Miguel Rojo se trasladaría a la provincia de León para ejercer el mismo cargo de administrador en varios localidades en las que la Casa de Altamira poseía un importante patrimonio procedente del marquesado de Astorga que también les pertenecía por herencia*.
Miguel Rojo, al igual que la mayoría de las personas que ejercieron el mismo cargo en Morata al servicio de los condes de Altamira utilizó la llamada Casa de Corregidores como sede de la administración condal. En esta casa, situada en la fachada oriental del Palacio en la calle Cruz de Orozco esquina con la calle del Ciego, ejercieron su cargo de administradores, entre otros, Juan Ruiz de Castañeda, Luis Fominaya, Diego Almazán, José Valero, Domingo Morales, Pablo Martínez Toledano y José Robledo.
Las competencias de los administradores del conde de Altamira en Morata
La gestión y el control económica del patrimonio de los condes de Altamira –siguiendo, eso sí, las directrices de la administración central de la casa desde su sede en Madrid- no era ni mucho menos la única de las atribuciones y competencias de los administradores. En 1806, el año que analizaremos en estas entregas del blog, Miguel Rojo también era responsable del control del resto del personal que prestaba sus servicios a los condes de Altamira. Este personal a cargo de la casa era muy reducido debido a que, como ya se ha comentado, los condes de Altamira tradicionalmente renunciaron a la gestión directa de su patrimonio y optaron por el arrendamiento de la mayor parte de sus bienes como medio más habitual para obtener sus rentas en Morata. Este sistema era el habitual en todas las parcelas rústicas, tanto de secano como de regadío, con la única excepción del cultivo y recolección de la cosecha de los olivares que, además, también se molturaba en la almazara propiedad de la casa situada al norte del casco urbano junto al Bosque también propiedad de los condes de Altamira.

Comunicación del conde de Altamira para el nombramiento de un guarda de El Bosque (1806) (FuenteArchivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-271, D.300-318)

El puesto de guarda de El Bosque fue uno de los empleos que la Casa de Altamira mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX como uno de los oficios y gastos fijos de su administración en Morata, junto con los empleos de jardinero, cuidadores del palacio y, lógicamente, el de administrador. Existe constancia documental de la explotación de las leñas y el esparto de El Bosque que, anualmente, se subastaban al mejor postor y que constituían uno de los ingresos fijos prácticamente hasta que la finca se vendió al Ayuntamiento. Este paraje también contaba con varios centenares de olivas y encinas que también se protegían con la contratación de un guarda que, además, tenía como una de sus funciones principales vigilar que los cazadores furtivos no mermaran la riqueza cinegética de esta finca de los Altamira.**
Precisamente en el año 1806 se produjo el nombramiento de un nuevo guarda, según la comunicación postal que la administración central de la Casa de Altamira remitió al administrador de Morata en enero de ese año:
Adjunto te remito el título que propones en carta de 19 de enero próximo de la plaza de guarda del bosque de esa mi villa a favor de Joseph de Lara para que él pueda usar de él en desempeño de dicho cargo ¿ocurriendo? a las denuncias que se ofrezcan sin obstáculo alguno y de su recibo me darás puntual aviso. (…)
El Pardo, 11 de febrero de 1806
El marqués conde duque
Don Miguel Rojo-Morata
(Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-271, D.300-318)
Unos meses después de esta primera notificación al administrador de Morata, el conde de Altamira se dirige de nuevo a Miguel Rojo para instarle a que comunique el traslado de uno de los jardineros del palacio a un nuevo destino en Madrid al servicio de la casa:
Aranjuez, 21 de abril de 1806
S. E. [Su excelencia] al administrador
Que al instante se traslade Manuel Moreno a servir su destino de capataz del Jardín del Prado de Madrid
Quedo enterado de cuanto me expones en carta del 13 del corriente y en su vista te prevengo dispongas que a la mayor brevedad se venga Manuel Moreno a ejercer el destino que se le ha conferido dejando a Miguel Villalba con el encargo del jardín, bajo las instrucciones que le parezcan convenientes a este fin. Luego que todo se ejecute según propones, me darás aviso para mi gobierno.
Dios te guarde muchos años
Aranjuez, 23 de abril de 1806
El marqués conde duque
Miguel Rojo, Morata
(Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-271, D.300-318)
En estos dos documentos conservados en el Archivo Histórico Nacional y pertenecientes al archivo de los duques de Baena, titulo también perteneciente en ese año de 1806 a Vicente Joaquín Osorio de Moscoso, se muestra una de las principales obligaciones del administrador en Morata: el control y supervisión del personal que trabajaba para los condes de Altamira con el fin de informar a los titulares de la casa de la marcha y estado de sus bienes en la villa de su señorío.
Como veremos en próximas entregas, las funciones de estos administradores eran mucho más amplias y, además del control económico, su trabajo también abarcaba otros muchos aspectos.
*Miguel Rojo fue abuelo paterno de Ignacio Rojo Arias, nacido en Morata en 1931. Rojo Arias fue senador en varias legislaturas durante el siglo XIX por las provincias de León y Valladolid. También ocupó el cargo de gobernador civil de Madrid y presidió durante varios años la logia masónica Gran Oriente Español. Abogado y periodista, dirigió el periódico progresista La Iberia. Falleció en Irún el 12 de enero de 1893.
** Del trabajo del guarda de El Bosque para evitar el furtivismo hemos encontrado esta referencia en la Gaceta de Madrid:
Hago saber que habiéndose devuelto a esta Tenencia de Alcaldía para la celebración del correspondiente juicio de faltas las diligencias instruidas contra Ildefonso Rivas Gómez por cazar con hurón en el bosque perteneciente a la testamentaria del Excmo. Señor conde de Altamira, e ignorándose su actual paradero, se le requiere y cita por medio del presente edicto para que en el día 10 de octubre, y hora de las diez de la mañana, se presente en esta tenencia de Alcaldía para celebrar el indicado juicio de faltas. Francisco Estévez [segundo teniente de alcalde del Ayuntamiento de Morata] (…). (Gaceta de Madrid, 29 de septiembre de 1867).



Fuentes y bibliografía
  • Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-271, D.300-318
  • Periódicos y publicaciones citados en el texto


martes, 10 de julio de 2018

La Tajera, el embalse que regula las aguas del Tajuña (Epílogo)

Con la puesta en funcionamiento del embalse de La Tajera y, años después, tras la solución de los problemas estructurales de la presa, que impidieron hasta el año 2010 el llenado del pantano hasta el límite de su capacidad (64 hectómetros cúbicos), los habitantes de la cuenca del Tajuña vieron cumplida su aspiración de que las aguas del río estuvieran, por fin, reguladas y así evitar las temidas avenidas y también para permitir y mejorar el abastecimiento de agua potable en los pueblos de la cuenca media y el regadío en la mayor parte de los municipios ribereños.



Con la construcción del embalse de La Tajera el aprovechamiento del río Tajuña y las prioridades en el uso del agua de su cauce se fija en un documento que debe de aprobar la administración central a propuesta de la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT). Este documento recoge las denominadas, textualmente, Disposiciones normativas del Plan Hidrológico de la parte española de la demarcación hidrográfica del Tajo. Las últimas de estas disposiciones normativas aprobadas se publicaron en el Boletín Oficial del Estado de fecha 19 de enero de 2016 y son por tanto las que están en vigor al derogar las aprobadas en años anteriores.
Lo que el documento identifica como Sistema Tajuña, que en extensión ocupa el 5 % de la cuenca del río Tajo, comprende la totalidad de la cuenca del río desde su nacimiento cerca del municipio de Maranchón hasta la desembocadura en el Jarama. En la asignación de recursos del Sistema Tajuña se fijan, por este orden, las demandas urbanas, las demandas agrarias y las demandas industriales y la asignación en hectómetros cúbicos anuales para cada una de ellas.

Cuadro asignación de recursos en la cuenca del Tajuña aprobado en 2016

Como ya se ha comentado en entregas anteriores del blog, la asignación de estos recursos de agua del río Tajuña ya preocupó a los habitantes de sus riberas desde el mismo momento en que se planteó definitivamente la construcción del embalse en la década de los setenta del pasado siglo. La posibilidad de que las aguas del embalse pudieran desviarse al pantano de Entrepeñas, para compensar, a su vez, la cesión de recursos hídricos desde el Tajo a la cuenca del Segura mediante el polémico trasvase, fue desechada como también se descartó el uso de la presa para la producción de energía eléctrica. Se fijó así que el abastecimiento para demandas urbanas y para regadíos sería prioritario la hora de explotar el cauce del Tajuña.
Tal como se aprecia en el cuadro anterior estas prioridades suponen que para el consumo urbano se fijen 4,48 hm3 anuales, distribuidos en los consumos del Alto Tajuña (0,55 hm3) y la denominada Mancomunidad del Río Tajuña (3,93 hm3), una entidad supralocal que agrupa a 34 municipios de la provincia de Guadalajara, situados en la cuenca media del río, con unos 60.000 habitantes, y que se abastecen de sus aguas para el consumo urbano.
Más reducidas son las demandas industriales del Sistema de Explotación Tajuña que, en total, suponen 2,50 hm3 anuales.
Demanda de agua para el regadío
En términos cuantitativos son las demandas de usos agrarios las que mayores recursos hídricos tienen asignados anualmente y especialmente las llamadas demandas agrarias superficiales (38,86 hm3) frente a las subterráneas (3,01 hm3) para un total de 41,87 hm3. La distribución de estos recursos para el regadío fundamentalmente –los usos ganaderos no pasan de unos escasos 0,43 hm3 anuales- resulta muy desigual en los distintos tramos río, tal como se aprecia en el cuadro. La propia configuración de la cuenca del Tajuña explica las diferencias entre el consumo de agua para regadío en la cuenca alta y media, muy limitado, y la cuenca baja –correspondiente a la comunidad de Madrid, que con 21,54 hm3 consume prácticamente el 40% de los recursos totales que suman 48,85 hm3 anuales.
Particularmente nos interesa la distribución de esos 21,54 hm3 asignados para el riego en los municipios de la comunidad de Madrid desde Ambite hasta la desembocadura del Tajuña en el Jarama cerca de Titulcia. En total son más de 3000 hectáreas las que se riegan en la comunidad de Madrid con las aguas del Tajuña: Chinchón 1.440,42 ha; Morata 743,26 ha; Tielmes, 296,82 ha; Carabaña, 269,64 ha; Perales, 165,00 ha; Titulcia, 149,20 ha; Ambite, 77,18 ha, y Orusco. Cada una de estas hectáreas de regadío tiene una dotación bruta de 6.000 m3 al año.
Pese a la asignación de estos recursos anuales de agua para el regadío hay que recordar que en caso de sequía el abastecimiento urbano tiene prioridad sobre otros usos del agua del Tajuña. La aportación media anual del Sistema Tajuña, es decir, todo el agua que circula anualmente por el cauce del río y que incluye no solo el agua del cauce principal sino también el de sus afluentes, es muy variable de un año a otro y, aunque los valores medios alcanzan 101,33 hm3 anuales, pueden oscilar entre los 148,31 hm3 del periodo 2009-2010 y los 63,63 hm3 del 2015-2016. Un buen ejemplo que explica esta situación se produjo a comienzos de este año 2018 cuando el nivel del embase de la presa de La Tajera no superaba los 4 hm3. Tan escasas reservas provocaron que en el mes de febrero el anuncio de medidas drásticas, según anunciaba la cadena SER de Guadalajara el 21 de febrero:
La situación de sequía de la cuenca del río Tajuña es dramática en estos momentos hasta el punto de que la Confederación Hidrográfica del Tajo se ha visto obligada a afrontar la restricción total del regadío en esta cuenca. Así lo ha confirmado este organismo en la presentación este miércoles en Madrid del plan especial de actuación en situaciones de alerta.
El embalse de la Tajera, del que se nutre la Mancomunidad de aguas del Tajuña, apenas almacena en estos momentos 2,9 hectómetros cúbicos, está al 5% cuando la media de los últimos 15 años en estas fechas se sitúa en torno al 30%.
Afortunadamente, una primavera muy lluviosa en comparación con los años anteriores evitó que hubieran de adoptarse medidas extraordinarias como la prevista prohibición del riego en toda la cuenca del Tajuña. De hecho, estas precipitaciones de los meses de marzo, abril y mayo de este año no sólo han evitado las restricciones en el riego sino que, en comparación con años anteriores, el embalse de la Tajera almacena mucho más agua a fecha de 10 de julio, 30 hm3 frente a unos escasos 10 hm3 en comparación con el pasado año.
Sin embargo, aunque estas precipitaciones primaverales han permitido que este año circulara por el río Tajuña más agua que el estrictamente destinado a cubrir el caudal ecológico (fijado en 0,36 m3 por segundo en todo su cauce), el análisis histórico de las reservas de agua que ha almacenado el embalse de La Tajera desde que entrara en funcionamiento en 1994 difícilmente podrían cubrir las muy optimistas previsiones que se plantearon cuando se proyecto la presa. Hay que recordar que en esos momentos se planteó un ambicioso plan de aumento de regadíos en la cuenca media, aguas debajo de la presa, que nunca llegó a materializarse y que, incluso en la Comunidad de Madrid, también llegó a anunciarse un futuro aumento de las hectáreas de regadío en el término de Chinchón que no pasó de la fase de proyecto.
Esta ampliación del regadío en la parte de la Comunidad de Madrid que abastece el río Tajuña tampoco entra en los planes de futuro. Según las disposiciones normativas del Plan Hidrológico de la parte española de la demarcación hidrográfica del Tajo las previsiones a medio plazo de los regadíos en la Comunidad de Madrid del sistema Tajuña prácticamente no variarán en los los años venideros. Según el documento que se publicó en el BOE del 19 de enero de 2016, actualmente en vigor y al que ya nos hemos referido al comienzo del post, el Sistema Tajuña asigna 20,53 hm3 a los regadíos de Madrid en el año 2021 y unos metros cúbicos más en el año 2033, 21,78 hm3.
Hay que reseñar, por último, que en el documento del año 2016 que fija la asignación de recursos en el Sistema Tajo incluye un apartado que establece para el futuro una reserva de 60 hm3/año en el río Tajo y el uso de los recursos excedentarios en los ríos Sorbe y Tajuña, siempre que no se produzcan afecciones a los derechos de uso del agua preexistentes. Esta reserva se asignaría a las demandas urbanas aunque siempre en base a que realmente se produjeran esos excedentes a los que se refiere el documento.


Fuentes y bibliografía

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.
  • Estudio de las inundaciones históricas del río Amarguillo. Potenciano de las Heras, Ángela. Memoria presentada para optar al grado de doctor. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Ciencias Geológicas. Departamento de Geodinámica. Madrid, 2004.
  • Avance de un Plan General de Pantanos y Canales de Riego, redactado por el Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Año de 1899. Imprenta y fundación democrática de los Hijos de J. A. García. Madrid, 1899.
  • Boletín de la Comisión del Mapa Geológico de España, Tomo XXVIII Tomo VIII. Segunda Serie (1906). Madrid, Tipografía de la viuda de M. Tello. Madrid, 1906.
  • Agua y Medio Ambiente-Presas. Intecsa-Inarsa. Servicios de ingeniería y consultoría técnica desde 1965.
  • Evolución de las presas de hormigón desde 1950. Giménez Rothermund, Francisco y Martín Ruíz, David. Tecnología y Desarrollo. Revista de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. Universidad Alfonso X El Sabio. Escuela Politécnica Superior. Villanueva de La Cañada. Volumen XV. Año 2017.Separata.
  • HCC Hidráulica, Construcción y Conservación. Nuevas tecnologías en la reparación de presas.
  • Periódicos y publicaciones citadas en el texto.

martes, 3 de julio de 2018

La Tajera, el embalse que regula las aguas del Tajuña (V)

En el año 1993 se puso finalmente en funcionamiento el embalse de La Tajera. Desde que a finales del siglo XIX se planteara la construcción de una presa para regular las aguas del Tajuña, habían pasado casi cien años y se habían invertido unos mil millones de pesetas en un pantano con una capacidad de 64 hectómetros cúbicos.


Las especificaciones técnicas de la presa de la Tajera, cuyas obras finalizaron oficialmente el 31 de diciembre de 1993, indican que se trata de una presa tipo bóveda de doble curvatura, con una altura desde cimientos de 62 metros y 220 metros de longitud en su coronación. Desde que comenzara la construcción de este tipo de presas de bóveda de doble curvatura, en el año 1950, la presa La Tajera es una de las más importantes de las que se han levantado en España con este sistema constructivo.
La presa esta formada por 13 bloques de hormigón de ancho variable: los tres centrales y los dos de la margen derecha se apoyan en un zócalo de hormigón antiguo. Una galería perimetral en el zócalo recorre el cuerpo de la presa, así como sendas galerías de control en cada uno de los márgenes de la misma. En su construcción se emplearon 70.000 metros cúbicos de hormigón.
La cota del cauce en la presa se eleva a 914 metros y la superficie del embalse llega en su nivel máximo a las 450 hectáreas de extensión en las que se recogen las aguas de una cuenca de 588 kilómetros cuadrados. La presa desagua por dos canales situados en el bloque central, con una capacidad total de desagüe de 57 m3/s. La presa cuenta también con un aliviadero fijo, con tres vanos de 6 metros de luz cada uno, que permite desaguar 173 m3/s.
En el proyecto de construcción de la presa se indicaba que el embalse tendría una capacidad de 64 Hm3, aunque el denominado nivel máximo normal (NMN), o capacidad máxima del embalse, es de 60 Hm3. En las especificaciones técnicas también se recoge que la aportación media anual al embalse, es decir el agua que entra al año en el pantano, alcanza los 73 Hm3.
Fisuras en la presa
Poco después de la puesta en funcionamiento de la presa y de que comenzara el llenado del vaso del embalse se detectaron algunas fisuras en la zona de transición entre la bóveda y el zócalo. Estas fisuras penetraban en la estructura de la presa hasta llegar a las galerías. Este problema impidió que, durante los primeros años de puesta en funcionamiento del embalse, se pudiera superar el 40 por ciento de su capacidad (unos 25,6 Hm3, aproximadamente) para evitar posibles problemas de seguridad en la presa.
Las fisuras detectadas, según el estudio que se encargó para solucionar el problema, modificaban el funcionamiento estructural de la presa, por lo que se tuvo que afrontar un complejo y costoso proyecto de reparación. En el año 1999 finalizó el estudio de seguridad de la presa, encargado por la propietaria de la misma, la Confederación Hidrográfica del Tajo. Según este estudio, elaborado por la empresa Intecsa-Inarsa, era necesario realizar los siguientes trabajos para permitir el llenado total del pantano:
  • Macizado de la galería perimetral y de las galerías de control.
  • Anclaje de las fisuras con barras postensadas e inyección de las mismas.
  • Implementación de un sistema de riegos de los parámetros,
  • Realización de cinchos de hormigón armado en coronación de la presa

Tras elaborarse este estudio, la administración anunció el concurso para la adjudicación de las obras, publicado en el Boletín Oficial del Estado del 18 de mayo del año 2000 por un importe total de 539.199.401 pesetas.
Meses después, el BOE de 24 de enero del año 2001 publicó una resolución de la Dirección General de Obras Hidráulicas y Calidad de las Aguas por la que se hacía pública la adjudicación del concurso de proyecto de reparación y control de la presa de La Tajera, 1.a fase, término municipal El Sotillo (Guadalajara) a la unión temporal de empresas (UTE) integrada por Oficina Técnica de Estudios y Control de Obras SA, Construcciones Alpi SA e Hidráulica Construcción y Conservación S.A. El importe de las obras adjudicadas ascendió a 423.487.210 pesetas.
Según una publicación de esta última empresa, HCC, SA, estos trabajos se ejecutaron entre el año 2001 y el 2002 utilizando materiales y tecnologías de última generación. Al tiempo que se realizaban estas obras, se adecuó la instrumentación de la presa.
En el mismo documento se reseñan los puntos fundamentales de los trabajos realizados en el transcurso de las obras de reparación de fisuras:
  • Macizado de galería perimetral
  • Anclado y tratamiento de fisuras
  • Adaptación del sistema de captación de drenes
  • Nuevas galerías de acceso en roca
  • Perforación de pozos de acceso a cámaras de plomada
  • Adaptación del sistema de auscultación
Vista de La Tajera aguas aguas arriba de la presa (Fuente: icyma)



Vista de la presa de La Tajera aguas abajo del pantano (Fuente: icyma)


Sobre estas obras de reparación en la presa de La Tajera se registraron algunas preguntas en el Congreso de los Diputados interesándose por su conclusión. Concretamente el 28 de septiembre de 2004 el Grupo Popular planteó una pregunta al Gobierno en la que textualmente planteaba:
¿Cuál es el estado de ejecución del proyecto «Reparación y control de la presa de la Tajera», incluido en el Plan Hidrológico Nacional de la Cuenca del Tajo, a 1 de octubre de 2004?
En la respuesta del Grupo Socialista se indicaba que:
La actuación denominada «Reparación y control de la presa de La Tajera», se encuentra finalizada. Comprende una inversión total de 2.545.000 euros.
En cualquier caso, ni la pregunta ni la respuesta aclaraban la tardanza en afrontar un problema estructural de la presa que se había detectado aún antes de su entrada en funcionamiento en el año 1994. De hecho, para afrontar la solución del problema -que si bien no afectaba a la seguridad de la presa sí que impidió durante muchos años el llenado del embalse por encima del 40 % como ya se ha señalado-, hubo que esperar a que la promulgación del Plan Hidrológico Nacional incluyera en su anexo II distintas inversiones en la cuenca del Tajo entre las que se encontraban las obras de reparación y control de la presa de La Tajera. (BOE de 6 de julio de 2001)
Incluso después de concluidas estas obras de reparación el llenado del embalse, cuando las condiciones meteorológicas lo permitieran aún tardaría en producirse.
Con posterioridad a las obras de reparación de la presa, la administración ha aprobado distintas obras para mejorar las prestaciones y la seguridad de la presa y del entorno del embalse. Así, además de arreglo de la carretera de acceso al embalse desde la carretera nacional II (Madrid-Barcelona), también se ha ejecutado un (…) proyecto de mejora de las instalaciones eléctricas y su adecuación a normativa para disminución de riesgos e incremento de seguridad en las Presas de Alcorlo. Por último, el Consejo de Ministros de 21 de enero de 2011 acordó distintas obras de emergencia para realizar (…) diversas reparaciones y actuaciones en las presas de La Tajera y en las del Alberche y Rosarito, así como de la reparación de los daños producidos en las zonas regables del Arrago, Valdecañas, Aranjuez y Jarama, en las provincias de Madrid, Ávila, Guadalajara, Toledo y Cáceres, por un importe de hasta 3.540.000 euros.
Todas estas actuaciones en la presa de La Tajera, incluso con los retrasos de años en algunas de las obras, han permitido por fin que el Tajuña disponga de una embalse que regule su caudal y, sobre todo, que permita atender las necesidades y usos de las aguas del río. Sobre la asignación de los recursos a los distintos usos de las aguas del Tajuña (abastecimiento y regadíos fundamentalmente) tratará la próxima semana la última entrega de esta serie.





Fuentes y bibliografía

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.
  • Estudio de las inundaciones históricas del río Amarguillo. Potenciano de las Heras, Ángela. Memoria presentada para optar al grado de doctor. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Ciencias Geológicas. Departamento de Geodinámica. Madrid, 2004.
  • Avance de un Plan General de Pantanos y Canales de Riego, redactado por el Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Año de 1899. Imprenta y fundación democrática de los Hijos de J. A. García. Madrid, 1899.
  • Boletín de la Comisión del Mapa Geológico de España, Tomo XXVIII Tomo VIII. Segunda Serie (1906). Madrid, Tipografía de la viuda de M. Tello. Madrid, 1906.
  • Agua y Medio Ambiente-Presas. Intecsa-Inarsa. Servicios de ingeniería y consultoría técnica desde 1965.
  • Evolución de las presas de hormigón desde 1950. Giménez Rothermund, Francisco y Martín Ruíz, David. Tecnología y Desarrollo. Revista de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. Universidad Alfonso X El Sabio. Escuela Politécnica Superior. Villanueva de La Cañada. Volumen XV. Año 2017.Separata.
  • HCC Hidráulica, Construcción y Conservación. Nuevas tecnologías en la reparación de presas.