Los
condes de Altamira, desde que accedieran a la posesión del señorío
de Morata, siempre gestionaron los derechos económicos generados en
la villa por medio de distintos administradores que eran los
encargados de recaudar los distintos y variados ingresos de la casa
condal, procedentes de los bienes rústicos y urbanos y de las rentas
de los oficios y alcabalas pertenecientes al patrimonio señorial.
Estos administradores eran, por tanto, los máximos representantes de
los condes en Morata y, como tal, los encargados de ejecutar sus
órdenes y cumplir con las obligaciones de su cargo.
Desde
que en 1711 el III marqués de Leganés, Diego Dávila Messía de
Guzmán, muriera en París sin descendencia y el señorío de Morata
pasara a la Casa de Altamira distintos administradores fueron los
responsables de gestionar los bienes y derechos económicos que les
pertenecían en la villa. Como en la mayor parte de los lugares de
señorío de la Casa de Altamira, repartidos por todo el territorio
nacional, la gestión de este patrimonio en Morata se basaba, más
que en la explotación directa de los bienes rústicos y urbanos, en
el arrendamiento de los mismos a cambio de unas rentas anuales que
debían pagar los arrendatarios, fueran estos agricultores,
molineros, bataneros, responsables de los oficios de fiel medidor o
escribano o también mesonero en alguno de los dos mesones que eran
propiedad de los condes en Morata.
Como
sucedía también con todos los administradores de la Casa de
Altamira, estos empleados debían rendir cuentas ante la
administración central de la Casa de Altamira, localizada en Madrid,
donde se centralizaban los ingresos y gastos que generaban el ingente
patrimonio en forma de títulos nobiliarios y las propiedades
adscritas a ellos que recaían en los condes de Altamira.
La
numerosísima documentación que generó la casa de Altamira recoge
–a pesar de la pérdida o venta de muchos de los legajos del
archivo a finales del siglo XIX- toda la correspondencia entre la
administración central y las administraciones locales. En el caso de
Morata, esta correspondencia siempre se archivaba, a pesar de
corresponder ya el señorío a los condes de Altamira, bajo el
epígrafe de Leganés,
pues fue con este marquesado con el que se inició el señorío de
Morata.
1806,
un año de correspondencia administrativa de la Casa de Altamira en
Morata
En
el blog ya hemos tratado algunos aspectos de la relación, sobre todo
económica, de los administradores de la Casa de Altamira en Morata
con la administración central y con los propios marqueses. En esta
serie de entregas vamos a comprobar como esta comunicación no
siempre tenía como principal objetivo controlar las cuentas de
ingresos y gastos que se producían en la villa.
Para
profundizar en este aspecto de la relación de los condes de Altamira
con Morata a través de sus administradores vamos a analizar parte de
la correspondencia que se entabló en 1806. Ese año, previo a los
convulsos años que se sucederían con la Guerra de la Independencia,
el condado de Altamira aún no había entrado, o al menos no en sus
aspectos más evidentes, en la peligrosa y destructiva deriva
económica que provocaría, finalmente, la ruina de la casa y la
venta de la totalidad de su patrimonio en Morata.
En
1806 el titular del señorío de Morata como conde de Altamira
correspondía a Vicente Joaquín Osorio de Moscoso. El XII conde de
Altamira había nacido en Madrid en 1756 y falleció también en
Madrid en 1816. Hijo de Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de
Córdoba, se casó dos veces, primero con María Ignacia Álvarez de
Toledo y Gonzaga. Tras enviudar en 1798, volvió a contraer
matrimonio con María Magdalena Fernández de Córdoba y Ponce de
León. Carlos III le nombró gobernador del Banco de San Carlos,
antecedente de lo que luego sería el Banco de España. Muy ligado a
la corte real fue caballerizo mayor con Carlos IV y con su hijo
Fernando VII. Además, durante la Guerra de la Independencia fue
miembro y posteriormente presidente de la Junta Suprema Central.
Ese
mismo año de 1806 la administración de los bienes patrimoniales de
los condes de Altamira en Morata era responsabilidad de Miguel Rojo
que estaba al frente de los intereses de la casa al menos desde 1796
y que ocuparía el cargo prácticamente hasta la muerte de Vicente
Joaquín Osorio de Moscoso en 1816. En años posteriores, Miguel Rojo
se trasladaría a la provincia de León para ejercer el mismo cargo
de administrador en varios localidades en las que la Casa de Altamira
poseía un importante patrimonio procedente del marquesado de Astorga
que también les pertenecía por herencia*.
Miguel
Rojo, al igual que la mayoría de las personas que ejercieron el
mismo cargo en Morata al servicio de los condes de Altamira utilizó
la llamada Casa
de Corregidores
como sede de la administración condal. En esta casa, situada en la
fachada oriental del Palacio en la calle Cruz de Orozco esquina con
la calle del Ciego, ejercieron su cargo de administradores, entre
otros, Juan Ruiz de Castañeda, Luis Fominaya, Diego Almazán, José
Valero, Domingo Morales, Pablo Martínez Toledano y José Robledo.
Las
competencias de los administradores del conde de Altamira en Morata
La
gestión y el control económica del patrimonio de los condes de
Altamira –siguiendo, eso sí, las directrices de la administración
central de la casa desde su sede en Madrid- no era ni mucho menos la
única de las atribuciones y competencias de los administradores. En
1806, el año que analizaremos en estas entregas del blog, Miguel
Rojo también era responsable del control del resto del personal que
prestaba sus servicios a los condes de Altamira. Este personal a
cargo de la casa era muy reducido debido a que, como ya se ha
comentado, los condes de Altamira tradicionalmente renunciaron a la
gestión directa de su patrimonio y optaron por el arrendamiento de
la mayor parte de sus bienes como medio más habitual para obtener
sus rentas en Morata. Este sistema era el habitual en todas las
parcelas rústicas, tanto de secano como de regadío, con la única
excepción del cultivo y recolección de la cosecha de los olivares
que, además, también se molturaba en la almazara propiedad de la
casa situada al norte del casco urbano junto al Bosque
también propiedad de los condes de Altamira.
Comunicación del conde de Altamira para el nombramiento de un guarda de El Bosque (1806) (Fuente: Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-271, D.300-318)
El
puesto de guarda de El
Bosque fue uno de los
empleos que la Casa de Altamira mantuvo hasta bien entrado el siglo
XIX como uno de los oficios y gastos fijos de su administración en
Morata, junto con los empleos de jardinero, cuidadores del palacio y,
lógicamente, el de administrador. Existe constancia documental de la
explotación de las leñas y el esparto de El
Bosque que, anualmente, se
subastaban al mejor postor y que constituían uno de los ingresos
fijos prácticamente hasta que la finca se vendió al Ayuntamiento.
Este paraje también contaba con varios centenares de olivas y
encinas que también se protegían con la contratación de un guarda
que, además, tenía como una de sus funciones principales vigilar
que los cazadores furtivos no mermaran la riqueza cinegética de esta
finca de los Altamira.**
Precisamente
en el año 1806 se produjo el nombramiento de un nuevo guarda, según
la comunicación postal que la administración central de la Casa de
Altamira remitió al administrador de Morata en enero de ese año:
Adjunto
te remito el título que propones en carta de 19 de enero próximo de
la plaza de guarda del bosque de esa mi villa a favor de Joseph de
Lara para que él pueda usar de él en desempeño de dicho cargo
¿ocurriendo? a las denuncias que se ofrezcan sin obstáculo alguno y
de su recibo me darás puntual aviso. (…)
El
Pardo, 11 de febrero de 1806
El
marqués conde duque
Don
Miguel Rojo-Morata
(Archivo
Histórico de la Nobleza, BAENA, C-271, D.300-318)
Unos
meses después de esta primera notificación al administrador de
Morata, el conde de Altamira se dirige de nuevo a Miguel Rojo para
instarle a que comunique el traslado de uno de los jardineros del
palacio a un nuevo destino en Madrid al servicio de la casa:
Aranjuez,
21 de abril de 1806
S.
E. [Su excelencia] al administrador
Que
al instante se traslade Manuel Moreno a servir su destino de capataz
del Jardín del Prado de Madrid
Quedo
enterado de cuanto me expones en carta del 13 del corriente y en su
vista te prevengo dispongas que a la mayor brevedad se venga Manuel
Moreno a ejercer el destino que se le ha conferido dejando a Miguel
Villalba con el encargo del jardín, bajo las instrucciones que le
parezcan convenientes a este fin. Luego que todo se ejecute según
propones, me darás aviso para mi gobierno.
Dios
te guarde muchos años
Aranjuez,
23 de abril de 1806
El
marqués conde duque
Miguel
Rojo, Morata
(Archivo
Histórico de la Nobleza, BAENA, C-271, D.300-318)
En
estos dos documentos conservados en el Archivo Histórico Nacional y
pertenecientes al archivo de los duques de Baena, titulo también
perteneciente en ese año de 1806 a Vicente Joaquín Osorio de
Moscoso, se muestra una de las principales obligaciones del
administrador en Morata: el control y supervisión del personal que
trabajaba para los condes de Altamira con el fin de informar a los
titulares de la casa de la marcha y estado de sus bienes en la villa
de su señorío.
Como
veremos en próximas entregas, las funciones de estos administradores
eran mucho más amplias y, además del control económico, su trabajo
también abarcaba otros muchos aspectos.
*Miguel
Rojo fue abuelo paterno de Ignacio Rojo Arias, nacido en Morata en
1931. Rojo Arias fue senador en varias legislaturas durante el siglo
XIX por las provincias de León y Valladolid. También ocupó el
cargo de gobernador civil de Madrid y presidió durante varios años
la logia masónica Gran Oriente Español. Abogado y periodista,
dirigió el periódico progresista La
Iberia.
Falleció en Irún el 12 de enero de 1893.
**
Del
trabajo del guarda de El Bosque para evitar el furtivismo hemos
encontrado esta referencia en la Gaceta de Madrid:
Hago
saber que habiéndose devuelto a esta Tenencia de Alcaldía para la
celebración del correspondiente juicio de faltas las diligencias
instruidas contra Ildefonso Rivas Gómez por
cazar con hurón en el bosque perteneciente a la testamentaria del
Excmo. Señor conde de Altamira,
e ignorándose su actual paradero, se le requiere y cita por medio
del presente edicto para que en el día 10 de octubre, y hora de las
diez de la mañana, se presente en esta tenencia de Alcaldía para
celebrar el indicado juicio de faltas. Francisco Estévez [segundo
teniente de alcalde del Ayuntamiento de Morata] (…).
(Gaceta de Madrid,
29 de septiembre de 1867).
Fuentes
y bibliografía
- Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-271, D.300-318
- Periódicos y publicaciones citados en el texto
No hay comentarios:
Publicar un comentario