Hasta
ahora hemos visto como los administradores de los condes de Altamira,
entre otras labores, debían supervisar a los trabajadores que
prestaban servicio en las propiedades de los señores de la villa.
También vimos la pasada semana como el cargo de administrador les
obligaba a cumplir las órdenes que llegaban de Madrid, firmadas por
el conde de Altamira, sobre asuntos como la entrega de una limosna a
un convento de religiosas o el pago del alquiler de la casa del
maestro de primeras letras de Morata. Pero era la gestión económica
del patrimonio de los condes de Altamira en Morata la principal labor
de estos administradores.
Como
ya se ha comentado en entregas anteriores del blog, la gestión del
cuantioso patrimonio de los condes de Altamira en Morata consistía
en el arrendamiento de las propiedades rústicas y urbanas de los
titulares del señorío. Con la única excepción de los olivares que
sí se explotaban directamente -desde el cultivo a la recolección y
molturación de la aceituna en la almazara propiedad de la Casa de
Altamira-, los bienes adscritos al señorío se arrendaban a los
vecinos de Morata bien para su cultivo a cambio de una renta anual,
generalmente en especie, o a cambio de una cantidad económica en el
caso de sus propiedades urbanas: las dos posadas o mesones, el batán,
el molino de abajo o el pozo de la nieve.
Este
sistema de rentabilizar los bienes que poseían en Morata,
fundamentalmente las tierras de secano y regadío, simplificaba su
gestión pero, a cambio, el beneficio era bastante menor y muy
condicionado por el precio anual de los granos que la Casa recibía
como renta de las tierras arrendadas a los agricultores de la villa,
o también por la inflación que afectaba a las rentas que se
abonaban en metálico. Estas tierras arrendadas se encontraban, sobre
todo, en la vega, donde el conde de Altamira disponía de 792 fanegas
distribuidas en 328 parcelas, lo que le hacía dueño de,
aproximadamente, una tercera parte del total de las parcelas de
regadío de la vega de Morata. (Las propiedades de secano eran menos
importantes –aunque sólo en El
Bosque
la extensión llegaba a las 200 fanegas- y ya se ha dicho que en el
caso de los olivares los titulares del señorío sí que los
explotaban directamente).
Presentación
de cuentas
El
24 de agosto de 1806 Miguel Rojo, como administrador de la Casa de
Altamira en Morata, remitió a la administración central en Madrid
un primer apunte de los ingresos procedentes de las rentas anuales
que debían abonar los agricultores morateños con tierras arrendadas
a los condes:
Morata,
24 de agosto de 1806
(…)
Excelentísimo
Señor
Señor:
tengo la satisfacción de poder poner en noticia de su excelencia que
las rentas de granos cumplidas en Santa María de este mes [15 de
agosto] importan 1.520 fanegas y 9 celemines de cebada y 781 fanegas
y 3 celemines de trigo cobradas íntegramente y asimismo las 28
fanegas de trigo y 282 fanegas y 3 celemines de cebada que quedaron
debiendo dichos renteros de las cumplidas en igual día del año
anterior, por lo que están todos solventes hasta el expresado día
quince del corriente mes de agosto de 1806 (…).
De
esta comunicación del administrador se deduce que, a diferencia del
año anterior, en 1806 no se produjeron atrasos en el pago en especie
por las rentas de las fincas arrendadas por los agricultores de
Morata. En el plazo habitual de la Virgen de Agosto los arrendatarios
no sólo abonaron los pagos de ese año sino que también liquidaron
los atrasos -28 fanegas de trigo y 282 fanegas y 3 celemines de
cebada- del año anterior. A partir de ese momento el administrador
ya podía rentabilizar los ingresos del conde de Altamira en Morata
con la venta de estos granos que, habitualmente, se almacenaban para
su conservación y venta en las dependencias condales de la calle del
Picadero.
Al
finalizar el año, el administrador del conde de Altamira en Morata
como el resto de empleados en todo el territorio nacional, debían
remitir a la administración central de la casa el resultado
económico del año en curso. Miguel Rojo recibió una notificación
en este sentido por parte de Vicente Joaquín Osorio de Moscoso el 16
de diciembre de 1806:
Habiendo
contraído matrimonio con la Excelentísima Señora Doña María
Magdalena Fernández de Córdoba Ponce de León [El conde de Altamira
había enviudado de su primera mujer, María Ignacia Álvarez de
Toledo, en 1798] conviene a mi servicio que las cuentas de los
valores de rentas de esa administración de tu cargo respectiva al
corriente año las presentes y remitas a mi contaduría general en
todo el mes de enero próximo sin falta alguna con los recados de
justificación correspondientes, expresando con toda individualidad
en las partidas de débito del año y finca de que proceden.
También
ha de acompañar otra relación puntual de las deudas que haya contra
mi hacienda hasta fin de diciembre, con especificación clara de su
procedencia.
Otra
de los bienes raíces, ganados y demás efectos libres que me
corresponden en los pueblos de esa administración y su puntual
líquido valor deducidas las cargas y gravámenes que tengan
emitiendo nueva tasación de ellos, respecto de haberse ejecutado en
este año, pero si no hubieses o hubiese alguna novedad la
formalizaras inmediatamente con la mayor claridad.
Del
mismo modo acompañarás testimonio de los precios que actualmente
tengan los granos, semillas, aceite y vino para dar valor a los
frutos que resulten existentes y una declaración de peritos que
regulen el fruto y otros que se hallen pendientes y que correspondan
al presente año.
Espero
desempeñaras estos asuntos con la puntualidad que conviene, dándome
cuenta de quedar en esta inteligencia. Dios te guarde muchos años.
San
Lorenzo, 17 de diciembre de 1806
El
marqués conde duque
El conde de Altamira solicita a su administrador en Morata el envío de las cuentas anuales
Inmediatamente
de recibir esta comunicación, Miguel Rojo remitió la respuesta al
conde de Altamira, sin olvidar la felicitación por el reciente
matrimonio del XII conde de Altamira, dirigida tanto a su señor
como a su nueva señora:
Excelentísimo
Señor
Señor:
al mismo tiempo que doy a usted con mi parienta y familia la más
respetuosa enhorabuena por el matrimonio que ha contraído con la
Excelentísima Señora Doña María Magdalena Fernández de Córdoba
Ponce de León mi ama y sra. y obedeciendo su venerada orden del 17
del corriente evacuaré en todo el siguiente mes de enero no solo la
remisión de mis cuentas generales del presente año con los
documentos de su justificación sino también las relaciones que V.
E. me manda en ella.(…) Morata, 24 de diciembre de 1806
Señora,
habiéndose dignado mi amo el excelentísimo marqués de Astorga
conde duque comunicarme el matrimonio que ha contraído con usted y
siendo uno de los criados más fieles y agradecidos es debida y justa
obligación mía ofrecer mis respetos y los de toda mi familia a los
pies de usted y al mismo tiempo dar la más cumplida enhorabuena, con
los más eficaces deseos de que en la amable compañía de S. E. mi
señor (…).
Pasaron
unos días y a comienzos del año 1807, Miguel Rojo remite una nueva
comunicación a las oficinas centrales para comunicarles el envío de
esas cuentas generales, que lamentablemente, parece que no se
conservan en los archivos*:
Excelentísimo
Señor
Señor
con el mayor respeto dirijo a P. de Vuestra Excelencia las cuentas
generales de esta administración a mi cargo con los recibos de su
justificación correspondiente a todo el año próximo anterior de
1806, según V. E. se sirve en su venerada de 17 de diciembre último.
Así mismo incluyo con dichos recados relación por menor de la deuda
que tienen a favor del patrimonio de V. E. hasta fin del mismo año
con especificación de los sujetos, rentas y años de que proceden y
no lo hago de las deudas que tiene contra su dicho patrimonio por no
haber otra que la de 2.500 reales que se pagan en cada un año a las
religiosas de Colmenar por réditos de un censo que las corresponde
del que ha cumplido en dicho año de 1806 fin de diciembre del
expresado 1806.
También
acompaño a V. E. relación de los bienes raíces, ganados y demás
efectos libres que tiene V. E. en dicha administración y testimonio
de los precios y semillas y una declaración de los peritos que han
graduado el fruto de las aceitunas pendiente y próxima a su
recolección todo con arreglo a lo que V. E. demanda en su reseñada
de 17 de diciembre último.
(…)
Morata,
16 de enero de 1807
(Archivo
Histórico Nacional, BAENA, C.271, D.300-318)
Esta
carta de Miguel Rojo tiene el valor de resumir, de alguna forma, su
trabajo como administrador del conde de Altamira a lo largo de todo
el año: le informa de que le ha remitido el estado de los ingresos
anuales de 1806, las deudas pendientes de cobro y las deudas contra
la casa que, curiosamente, se limitan al crédito con las monjas de
Colmenar del que ya hablamos y que, años después, quedaría
impagado por parte de los sucesores del conde de Altamira durante
década de los treinta del siglo XIX. En la carta también se apunta
que se remiten los precios de los granos procedentes de los pagos en
especie de los arrendatarios y un avance de las previsiones de la
inminente cosecha de aceitunas.
Para
finalizar esta serie de post sobre el trabajo de los administradores
de los condes de Altamira, incluimos una curiosa petición para
solicitar que los encargados del jardín del palacio de Morata
enviaran una serie de árboles para trasplantarlos en las posesiones
de Vicente Joaquín Osorio en Madrid:
Madrid,
29 de noviembre de 1806
(…)
me alegraré se halle usted sin novedad en compañía de toda la
plebe; esta se dirige a participarle de que los árboles injertos que
yo dejé en el jardín de Morata se necesitan para esta posesión del
Prado y reemplazar las faltas que hallo en ellas, doce albaricoques,
seis ciruelos claudios, cuatro melocotones, cuatro manzanos, cuatro
perales cornales y que todos sean del mayor tamaño que sea posible,
encargando [se] usted de que se conduzcan en esta semana próxima
todo al administrador señor Miguel Rojo.
En
la contestación, sin fecha, a esta petición Miguel Rojo confirma el
envío de los árboles solicitados:
(…)
Lleva en los dos haces de plantas las siguientes:
Albaricoques
doce que son los que pide, ciruelas claudias seis que son las que
pide, melocotones cuatro que son los que pide, y estas cosas ahora
mencionadas son de el jardín, y pera cornal de la huerta lleva
cuatro y las que pide de manzana no las hay, pues todos los enjertos
[sic] que estaban de membrillo se han perdido y de estas dos clases
últimas no hay en el jardín ningún injerto echado ni patrón para
él.
*La
venta y dispersión del impresionante archivo de la Casa de Altamira
-y de todos los títulos de la nobleza que atesoraban sus titulares
desde, al menos, el siglo XV-, nos ha privado, para siempre, de una
fuente de investigación imprescindible para conocer la historia de
Morata desde la llegada a la villa del I marqués de Leganés en el
primer tercio del siglo XVII. La semana próxima analizaremos cómo y
porqué se llegó a producir esta desastrosa venta y pérdida de los
archivos de la Casa de Altamira tras la muerte en 1864 de Vicente Pío
Osorio de Moscoso y Ponce de León, XIV conde de Altamira.
Fuentes
y bibliografía
- Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-271, D.300-318.
- Archivo Histórico Nacional, BAENA, C-40, D. 87-89.
- Periódicos y publicaciones citados en el texto.
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