martes, 26 de febrero de 2019

Bibliografía morateña: Reglamento de la Escuela Agronómica de Nogales, de José de Hidalgo Tablada

En las pasadas semanas hemos analizado la bibliografía que José de Hidalgo Tablada publicó desde 1851 hasta 1890. Son en total 13 obras a las que habría que añadir el Manual del cultivo de la dalia (1852), una publicación que no hemos localizado y que fue publicada por la editorial de El Agrónomo, la revista que desde 1850 dirigiera el que fuera alcalde de Morata. Además de estas obras reseñadas, José de Hidalgo Tablada también fue autor de otros textos relacionados con el sector agrícola, y con sus iniciativas pedagógicas como la Escuela Agronómica de Nogales (León), o las propuestas de mejora de las enseñanzas agrícolas en toda España que planteó en un texto titulado Contestación al interrogatorio circulado por el Excmo. Ministro de Fomento.


En 1852, junto con Eugenio García Gutiérrez, José de Hidalgo Tablada creó una Escuela Agronómica en la localidad leonesa de Nogales. Este centro educativo, aprobado por una Real Orden Publicada en el Boletín Oficial el 15 de octubre de 1852, ocupó los terrenos de una antigua abadía desamortizada que había sido adquirida por su socio en el proyecto.
La falta de apoyos públicos no facilitó que el centro tuviera una actividad muy intensa ni duradera (a finales de la década ya no se tienen noticias de su funcionamiento), pero sí que permitió que José Hidalgo Tablada, como director, intentara aplicar sus conocimientos e ideas prácticas en una materia que tanto le preocupaba: la enseñanza de nuevas técnicas agrícolas como paso previo e imprescindible para lograr la mejora del sector agropecuario en España.
Para dar forma a este proyecto, Hidalgo Tablada publicó un Reglamento del centro que se editó en 1852. Este texto, denominado Enseñanza Agrícola, Reglamento de la Escuela Agronómica de Nogales, se imprimió en la Imprenta de Luis García e incluye en sus páginas el personal que formaba parte de su claustro de profesores, dirigido por el propio Hidalgo.
En la relación de profesores y personal de la escuela, en la que no faltaba un capellán, aparecen profesores de materias como Física, Química, Mecánica, Entomología, Arquitectura rural, Botánica, Montes, Geometría, Agrimensura, Veterinaria y Educación primaria de los alumnos. Según esta relación del claustro de profesores, Hidalgo Tablada impartía clases de Agricultura, Economía rural, Maquinarias agrarias, Contabilidad, Riego y prados, Estadística, Horticultura, Viticultura y Artes Agrícolas. De muchas de estas asignaturas, el propio Hidalgo Tablada había publicado ya en estas fechas alguna obra como la de Contabilidad que se utilizaba como libro de texto en el centro.
En la introducción del Reglamento se justifica la creación de la Escuela por entender que el desarrollo de nuestra agricultura exige hoy, más que nunca, que las operaciones del campo se dirijan con las reglas que las ciencias enseñan.
Tras justificar la elección de la localidad de Nogales como sede de la Escuela, por estar situada en una zona intermedia entre el norte lluvioso y el sur más seco, Hidalgo Tablada explica la existencia de alumnos de pago y alumnos que aportan su trabajo para financiar unos estudios que incluían nociones de enseñanza primaria elemental, enseñanza de agricultura práctica y, por último, un tercer nivel, de enseñanza agrícola superior de contenido teórico práctico que, en el momento de publicarse el Reglamento, aún no se impartía. El centro también ofrecía a los alumnos interesados conocimientos básicos de los oficios de carretero y herrero, profesiones ambas que Hidalgo Tablada, activo inventor de maquinarias agrícolas consideraba indispensables en el mundo rural.
El director de la Escuela Agronómica defendía la formación práctica de unos alumnos que, según Hidalgo, serán los artistas agrícolas que, dispuestos a mandar y ejecutar, no ignorarán nada de cuanto es necesario saber hacer para hacer producir al suelo, cualquiera que sean las condiciones en que esté colocado.
Hidalgo Tablada incluye en el Reglamento la relación de medios e instalaciones con que contaba la escuela. Entre estos se encontraban como elementos más importantes:
  • Cuatrocientas fanegas de tierra de riego.
  • Cien fanegas de monte alto.
  • Diez pares de bueyes de labor.
  • Un molino harinero.
  • Una biblioteca.
  • Talleres de carretero y herrero.
  • Modelos de máquinas agrícolas.
  • Gabinete de historia natural.
  • Varios cientos de cabezas de ganado lanar, vacuno, de cerda,…
La dureza del plan de estudios y de trabajo del centro se explica con la distribución del tiempo diario de los alumnos que aparece en el Reglamento: cinco horas y media de estudio y seis de trabajo y estudios prácticos, en los meses de invierno. En los meses de verano, cuatro de estudios teóricos y siete de trabajos prácticos. En ambos periodos, también se programaba una hora de policía [limpieza] y alabar a Dios.
Las labores de limpieza se realizaban también, según este programa, en las mañanas de los domingos, con lo que los alumnos únicamente descansaban las tardes de estos domingos o días festivos.
Para ser admitido en la Escuela en los estudios de primera clase o instrucción los alumnos debían de tener ocho años cumplidos y debían aportar como coste de la enseñanza y manutención cuatro reales diarios.
En los estudios de segundo nivel de enseñanza de agricultura práctica los alumnos podían optar por dos tarifas de precios de seis y cuatro reales diarios que según el Reglamento, en el caso de la más cara, daba derecho a mejor asistencia.
En los criterios de admisión también se fijaban tarifas de dos reales diarios para alumnos que debían completar su aportación con trabajos a favor de la escuela y, por último, también se podían admitir alumnos que pagaban su alimentación y estudios con trabajos a favor del centro. La Escuela también preveía en su Reglamento la posibilidad de admitir en régimen externo alumnos de los pueblos de las cercanías del centro por lo que definía como una módica retribución.
El programa formativo de la Escuela en su apartado práctico se dividía en lo que denominaban trabajos interiores y exteriores:
Trabajos interiores
  • Cuidado de los animales, tanto sanos como enfermos.
  • Conservación de los frutos.
  • Fabricación de queso y manteca.
  • Id, de pan.
  • Id. de fécula.
  • Id. de vino y aguardiente.
  • Máquinas agrarias.
  • Observaciones clínicas demostradas por el veterinario; aplicación de los medicamentos.
  • Dirección de la explotación en la parte económica y administrativa.
Trabajos exteriores principales serán:
  • Labores, cultivo, siembra y recolección, etc.
  • Riegos y prados.
  • Horticultura y árboles frutales.
  • Conducción del ganado á los pastos, etc.
  • Montes.
  • Nivelación y agrimensura.
  • Cultivo de la vid y olivo.
  • Plantas comerciales.
Estos conocimientos, impartidos en unos estudios que tenían tres años de duración, permitirían a los alumnos obtener una formación que, según el director de la Escuela, les habilitaría para aplicarlos en la práctica según el número de años que permanecieran en el centro :
(…) al primer año se puede salir de la escuela con los conocimientos suficientes para un capataz; al segundo, con los que son necesarios para dirigir sus propios bienes, mejorarlos, etc., y en caso necesario encargarse de la administración o mayordomía de los de algún propietario; al tercero, se encontrarán tal vez, según su capacidad, en la condición de optar al profesorado de las escuelas prácticas.

Portadilla del libro con el Reglamento de la Escuela Agronómica de Nogales (1852)

Otras publicaciones de Hidalgo Tablada
Antes de publicar el Reglamento de su Escuela Agronómica José de Hidalgo Tablada también publicó, en 1851, un texto, al que denomino Proyecto de Enseñanza Agrícola Militar que presentó en forma de memoria al Ministro de Comercio, Instrucción y Obras Públicas. Este texto, impreso en los talleres de la revista El Agrónomo, dirigida en esa época por el propio José de Hidalgo Tablada, consistía en una relación de los distintos sistemas de formación práctica en materia de agricultura y ganadería que existían en varios países europeos como Inglaterra, Francia, Alemania, Rusia Bélgica o Francia. Hidalgo planteaba a las autoridades civiles la posibilidad de incluir estudios agronómicos en el ámbito militar como medio de aumentar la productividad en los trabajos agrícolas y ganaderos en España.
Este proyecto, tan conectado con los elementos de enseñanza práctica que Hidalgo Tablada intentaba defender siempre para mejorar del medio de vida en el ámbito rural, buscaba la creación de una Escuela Agrícola Militar en la que entrarían como alumnos los soldados que más se distinguieran por su honradez en los cinco primeros años de servicio; pasado este tiempo pasarían a la escuela a residir los tres años restantes, y aprenderían en ella cuanto se creyera necesario para la ocupación que había de ser después su porvenir.
Este proyecto nunca fue aprobado por la Administración pero constituye una prueba más del permanente esfuerzo de Hidalgo Tablada por establecer las bases de formación teórico-práctica que mejorasen los medios de vida en los pueblos y áreas rurales españolas.
Unos años después, en 1862, José de Hidalgo Tablada insistía en su propuesta de contar con Escuelas Agrícolas en todo el territorio nacional. En esta ocasión Hidalgo aprovecha la propuesta que le hace el Ministerio de Fomento para que participe en una encuesta sobre la situación de la agricultura española en la década de los sesenta del siglo XIX.
Por aquellos años Hidalgo era un destacado redactor de la revista Agricultura Española, editada en la ciudad de Sevilla. El texto, que apareció impreso en una publicación editada por la propia revista e impresa en los talleres de la misma, constituye un perfecto resumen del ideario de Hidalgo Tablada respecto a la enseñanza de los estudios relacionados con la agricultura y la ganadería. En esos años ya había finalizado su experiencia como su experiencia como director e impulsor de la Escuela Agronómica de Nogales pero, en esencia, en sus escritos, como sucedía también con en sus libros, permanecía ese afán suyo por combinar los estudios teóricos y los conocimientos procedentes de ensayos científicos con los trabajos y experiencias prácticas aplicadas en las explotaciones agrícolas y ganaderas. Además, en su opinión, la enseñanza de la agricultura no sólo debe fundarse sobre la base de la instrucción más útil a la producción, sino que también es necesario que propenda a fijar en el campo a los que la aprendan.
Hidalgo, en definitiva proponía en este pequeño memorial de 74 páginas toda una red de escuelas y centros formativos en materia agropecuaria en España, eso sí, combinando, según su particular modo de pensar, la enseñanza agrícola estatal con las propuestas privadas, en forma de granjas escuelas, de la misma manera que él mismo se planteó en su experiencia en Nogales unos años antes. Estas mismas ideas estarían siempre presentes en sus proyectos periodísticos, una faceta muy importante en la vida profesional e intelectual de José de Hidalgo Tablada, tal como veremos la próxima semana.


Fuentes y bibliografía:
  • Ensayo de un catálogo de periodistas españoles del siglo XIX. Ossorio y Bernard, Manuel. Imprenta y litografía de J. Palacios. Madrid, 1903.
  • Reglamento de la Escuela Agronómica de Nogales. Imprenta de Luis Gracia. Madrid, 1852.
  • Contestación al interrogatorio circulado por el Excmo. Ministro de Fomento en Real Orden de 10 de mayo de 1862. Hidalgo Tablada, José de. Imprenta y Litografía de La Agricultura Española. Sevilla, 1862.


miércoles, 20 de febrero de 2019

Bibliografía morateña: Curso de economía rural española

Si la voluntad con que hace muchos años me dedico a aconsejaros el camino más útil para que de una manera progresiva mejoréis la labranza merece alguna gratitud, estarán satisfechas las aspiraciones del que desea el desarrollo y prosperidad de la agricultura nacional, como el más firme apoyo de la independencia y bienestar de la labranza española. Con estas palabras, dedicadas a los labradores españoles, iniciaba José de Hidalgo Tablada el primer tomo de su Curso de Economía rural española, publicado en 1864 por la Imprenta y Librería de la señora vida de e hijos de D. José Cuesta.

Este proyecto editorial de José de Hidalgo Tablada, completado con un segundo tomo publicado al año siguiente, en 1865, por la misma editorial, forma parte del ambicioso proyecto del autor, empeñado desde sus primeras publicaciones del año 1849, en mejorar la formación práctica y teórica de los agricultores y ganaderos españoles. Este trabajo de Hidalgo Tablada, que por estas fechas ya había publicado varias obras, se vio recompensado con la elección de este primer tomo de su Curso de economía rural española como libro de texto para los alumnos de la Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos, según la orden publicada en la Gaceta de Madrid con fecha de 3 de septiembre de 1864.
Como ya hemos visto en anteriores entregas del blog, la publicación de tratados sobre la gestión profesional de las explotaciones agrícolas y ganaderas ya se había iniciado con la aparición entre 1850 y 1852 de su tratado de Economía y contabilidad rural, una obra que llegó a las librerías españolas justo después de que José de Hidalgo Tablada cumpliera con su primer periodo como alcalde de Morata entre los años 1846 y 1850.
Sin embargo, esta obra de Hidalgo es mucho más ambiciosa por sus contenidos y extensión que el Tratado de economía y contabilidad rural. El propio autor así lo señala en su introducción del primer tomo cuando afirma:
El haber dirigido algún tiempo una labor que explota 38 aranzadas de tierra en la provincia de Cádiz; el haber tenido a nuestro cargo la estadística territorial de la provincia de Sevilla y de Ciudad Real; haber dirigido la Escuela Agronómica de Nogales en la provincia de León; desempeñado la cátedra de Agricultura de la Escuela Especial de Tudela (Navarra); tener nuestra propiedad en las riberas del Tajuña, en Morata (Madrid), y las infinitas excursiones que hemos hecho y datos recogidos en España y el extranjero, donde hemos estudiado, nos permiten hoy decir algo sobre la economía rural de nuestra patria.
Hidalgo Tablada pretendía con este trabajo cubrir el vacio que, en su opinión, existía en España de este tipo de estudios:
(…) Nuestra obra no tenemos la pretensión de que sea perfecta, ni que pueda satisfacer por completo la necesidad que de un trabajo de este género se advierte, sólo nos hemos propuesto llenar ese vacío, teniendo presente que un curso de economía rural no puede comprender ideas concretas y aplicables a todos los casos, máxime en un país que a cada momento la tierra demanda un cuidado diferente.
Para dar contenido a esta pretensión de Hidalgo Tablada, su trabajo se planteó en dos tomos, como ya se ha señalado, en los que el autor abordaba, según su propia clasificación, los siguientes asuntos:
  • 1ª parte: Reseña histórica de la agricultura, economía y legislación rural de los pueblos antiguos y pobladores de España
  • 2ª parte: Economía de la agricultura en España
  • 3ª parte: Economía del ganado en España
  • 4ª parte: Administración y contabilidad rural
  • 5ª parte: Legislación rural vigente en España
  • 6ª parte: Economía rural comparada
  • 7ª parte: Resumen
Por motivos que desconocemos, el proyecto inicial de Hidalgo Tablada sobre la estructura y contenido de su Curso de economía rural no llegó a materializarse en su totalidad. Los dos primeros tomos, con 464 y 624 páginas respectivamente, sólo cubrieron las tres primeras partes planteadas por el autor. En las últimas páginas del segundo tomo, el autor anunciaba:
(…) los dos libros son necesarios y el tercero indispensable; pues el primero marca la producción de plantas, el segundo el auxilio que el ganado presta y el que exige del hombre para su multiplicación, y el tercero con los números indica lo que debe hacer para que las especulaciones sean más provechosas y de más seguros resultados.
Aunque ese tercer volumen no llegara a publicarse, Hidalgo Tablada no dejó de incluir en este trabajo sus habituales referencias a sus experiencias como agricultor en el término municipal de Morata. Entre estas citas destacamos, por ejemplo, la que hacía alusión a los precios de los jornales en Morata en torno a la década de los años sesenta del siglo XIX:
En Morata de Tajuña (Madrid) hace diez años valía un jornal 6 rs., término medio 50 rs. la fanega de trigo, y 140 rs. la renta de una aranzada de tierra en término general: esto hacia que una fanega de trigo valiese 5 jornales y 22, 5 la renta de la tierra; siendo esta al precio del trigo cinco veces mayor, y este a los jornales cinco veces también. Hoy los jornales cuestan 8 rs., el trigo vale 50 y la renta ha subido a 280, resultando que esos valores han subido; los jornales una cuarta parte, el trigo dos quintos y la tierra el doble; ahora, seis jornales equivalen a una fanega de trigo; 35 jornales se necesitan para pagar la renta, y esta equivale a seis fanegas de trigo.
También nos informa el autor sobre el precio de las tierras de labor en esos años:
(…) Admitido que la tierra y el trabajo crea el capital (856), y que cuanto mas se produce, el capital es mayor, resulta que cuanto más actividad tiene la producción y mayor es el trabajo empleado, más capital exige cada unidad de tierra. Por ejemplo, un propietario de la campiña de Jerez puede tener por 5.750 rs. una aranzada de tierra de riego, mientras que el de Morata paga 6.000 y el de Castellón 56.000.


Portadilla del libro Curso de economía rural española (1864)

Cultivos en Morata
Por otros libros de José de Hidalgo Tablada ya teníamos constancia de su afán de experimentar nuevos cultivos y variedades en la vega y en el llano de Morata. En su Curso de economía rural española Hidalgo refleja una vez más estos intentos de explotar todas las posibilidades agrarias del término de Morata y de los pueblos de la comarca. Tras señalar que en siglos anteriores loas pueblos del Bajo Tajuña se dedicaban al cultivo del cáñamo en las tierras de regadío, el autor incluye en las páginas de su libro el producto de la siembra de maíz:
(…) Una hectárea de tierra produce término medio de 50 a 58 hectolitros de maíz; en terrenos recién roturados y fértiles llega hasta dar 700 por uno, si se cultiva bien. En esa proporción lo hemos obtenido en las prácticas de la Escuela especial de agricultura de Tudela y en tierras de nuestra propiedad en Morata de Tajuña, teniendo pies de 2 metros de altura, con mazorcas de 40 centímetros de largo y no una sola en cada pie.
Hidalgo también menciona el cultivo en su explotación de Morata de plantas forrajeras para el ganado como el sorgo, el mijo, el pipirigallo y una primera referencia a la remolacha. También cita cita cultivos como el tabaco e, incluso, sus intentos por explotar el lúpulo para la elaboración de cerveza:
El lúpulo se cría en España, en las orillas de los ríos en tal abundancia, que nosotros en algunos puntos hemos recogido su flor, y habiéndola remitido a las fabricas de cerveza, nos han dicho era buena para los usos que esa industria la emplea. Sin embargo que se cría espontáneamente y que en otros países es motivo de cuidados esmerados, y de productos de consideración, en España no se aprecia y viene del extranjero la que se gasta en las fabricas de cerveza, que no es poca. El lúpulo silvestre es menos aromático que el cultivado | pero como en nuestro clima, todas las plantas de olor son mejores que en el Norte, se ve que en las orillas del Ebro, del Tajuña, Guadalquivir, etc., tiene cualidades útiles.
Por último resulta interesante la reseña que Hidalgo Tablada hace de la presencia en Morata y los pueblos próximos a Madrid de jornaleros en las épocas de recolección:
(…) En la provincia de Madrid concurren trabajadores de la Alcarria, de la Mancha y de Galicia en la época de la siega, que después ejecutan en su país. La vendimia en la provincia de Madrid, se efectúa con trabajadores manchegos. En Castilla la Vieja los trabajadores gallegos concurren en las épocas de recolección. La mayor parte de los trabajadores de los pueblos situados en montañas y países elevados concurren las campiñas y llanuras en busca de trabajo, cuando sus tierras no han terminado de cuajar la semilla de las plantas sembradas.


Fuentes y bibliografía:
  • Curso de economía rural española. Hidalgo Tablada, José de. Tomo primero. Imprenta y librería de la señora viuda e hijos de D. José Cuesta. Madrid, 1864.
  • Curso de economía rural española. Hidalgo Tablada, José de. Tomo segundo. Establecimiento tipográfico de Eduardo Cuesta. Madrid, 1865.


martes, 12 de febrero de 2019

Bibliografía morateña: Tratado de administración y contabilidad rural, arreglada a las condiciones de labranza española

La mayoría de los trabajos editoriales de José de Hidalgo Tablada obtuvieron una buena acogida entre el público lector y, sobre todo, entre los profesionales de la agricultura y la ganadería. Casi todas sus obras alcanzaron, en vida del autor, una segunda y hasta una tercera edición. Así sucedió también con el libro que reseñamos hoy, su Tratado de administración y contabilidad rural, arreglada a las condiciones de la labranza española, una obra que apareció inicialmente en la editorial de la revista El Agrónomo en 1851 y que fue reeditada, ya en 1875, por la Librería de Cuesta, la editorial que reeditó casi toda la producción bibliográfica de Hidalgo Tablada.



La creación de la Escuela Agronómica de Nogales, el proyecto formativo y pedagógico que José de Hidalgo Tablada llevó adelante en la provincia de León, necesitaba de manuales y libros de referencia para la formación de sus alumnos. Esta necesidad, con un panorama bibliográfico muy reducido y anticuado en las materias y asignaturas que formaban parte del programa formativo de la escuela, fue la que propició la publicación de algunas de las obras de José de Hidalgo Tablada.
Es el caso del Tratado de administración y contabilidad rural, arreglada a las condiciones de la labranza española, un trabajo que Hidalgo Tablada publicó inicialmente en 1851 a expensas de la editorial El Agrónomo, propiedad del propio autor que editaba una revista con el mismo nombre. Sendas asignaturas con el mismo enunciado del libro, Administración rural y Contabilidad rural aparecían reseñadas en el programa y reglamento de la Escuela Agronómica de Nogales y, en los dos casos, ambas asignaturas figuraban a cargo del propio José de Hidalgo Tablada, profesor y director del centro educativo.
Esta primera edición del Tratado de administración y contabilidad rural era menos extenso que la segunda edición editada casi veinticinco años después por iniciativa del propio autor. La reedición de la obra original ocupaba dos volúmenes. El primer volumen contaba con 328 páginas y el segundo; en el segundo, y ahí estaba la novedad con respecto a la primera edición, el autor incluía a modo de ejemplo para los alumnos de la escuela, la contabilidad del libro mayor de una explotación agrícola de la provincia de Sevilla.


Hidalgo Tablada justificaba la edición de su trabajo en la introducción a su segunda edición con una cita de un texto incluido en la primera edición del libro:
No es suficiente al labrador la habilidad de hacer producir su hacienda con inteligencia y laboriosidad; es necesario que el orden y la economía reinen en todos los detalles de la explotación, y que tenga un medio por el que pueda conocer el resultado de todas y de cada una de las operaciones que emprenda; para ello es de imperiosa necesidad que establezca un método que demuestre con sencillez y le dé relación de sus negocios, teniendo siempre presente que, más vale pecar por tener algún detall de más, que encontrarse sin el más insignificante cuando consulte sus escritos: el medio cierto y seguro es una administración y contabilidad bien organizada.
Las palabras del autor buscan concienciar a los lectores sobre la necesidad de profesionalizar las explotaciones agrícolas en España, Consciente de las carencias formativas de los empresarios y trabajadores del campo en España, Hidalgo Tablada defendía la necesidad de realizar un esfuerzo pedagógico que sentara las bases para mejorar la productividad de la agricultura y la ganadería española no sólo con la mejora de los cultivos sino, también, con la adopción de nuevos métodos de producción y de gestión empresarial. Este esfuerzo por mejorar las bases teóricas y prácticas del sector primario en España fue la principal preocupación del autor, como muestra su amplia bibliografía especializada que hemos analizado desde hace varias semanas. Hidalgo Tablada insiste en denunciar las carencias formativas de los que denomina clase agricultora:
La administración y contabilidad rural no se practica entre nuestra clase agricultora cual debiera; no creemos ofenderla si decimos que no le dan la importancia que merece. (…) Ven nuestros lectores que hace años venimos encareciendo la importancia de que la clase labradora fije su atención en lo que importa á su industria, la administración y contabilidad rural.
¿Y cómo no hacerlo así? Independiente de que está reconocido y recomendado como un principio económico, que toda industria debe organizarse bajo la base de una buena administración que todo lo intervenga, y de una contabilidad que los datos para saber los resultados; nosotros hemos visto, no una vez sola, que sin embargo de los buenos deseos y de sacrificios pecuniarios hechos por los propietarios que pueden pagar sueldos crecidos; ni su administración respondía a lo que debe y puede ser, ni la contabilidad ofrecía en su conjunto, ni en los detalles, los datos que son precisos, para darse cuenta de los productos verdaderos de una explotación agrícola.
Este trabajo de Hidalgo Tablada, aunque pudiera parecer destinado a loas grandes explotaciones agrícolas, también quiere ayudar a las pequeñas haciendas. El autor, recordémoslo, vivió gran parte de su vida en Morata, donde compartió preocupaciones con los pequeños agricultores más modestos:
Tratando en general de los casos de una gran explotación en todos sus ramos, nuestro libro tiene la ventaja de ser aplicable a las más pequeñas en todas las esferas. Creemos que este libro viene en auxilio de una necesidad sentida para vencer algunas dificultades que se presentan al que hace producir al suelo agrario. Si lo conseguimos, si somos útiles una vez mas á la clase labradora, á la que nos honramos pertenecer, ese será el principal premio a que aspiramos.



Portadilla del Tratado de administración y contabilidad rural (1875)

Contenidos de la obra
La primera parte del primer tomo de la obra de Hidalgo Tablada está dedicada a lo que el autor denomina administración rural. En sus seis capítulos analiza aspectos como los conocimientos necesarios de los administradores agrícolas y los elementos para organizar las explotaciones, sean estas del tamaño que sean. Tablada también estudia las necesidades de maquinaria y ganado de labor de las explotaciones, la gestión y contabilidad de los almacenes, el control de las cosechas y la administración de los pagos a los trabajadores. Todas estas materias tratadas en la primera parte del libro las aplica Hidalgo Tablada tanto a las explotaciones agrícolas como a las dedicadas a la ganadería.
En la segunda parte de su trabajo el autor trata todos los asuntos relacionados con la contabilidad y la gestión de las cuentas y economía de las explotaciones agrarias con ejemplos prácticos de estas materias destinados tanto a los empresarios y propietarios agrarios como a los alumnos de su escuela Agronómica.
En las páginas del libro de Hidalgo Tablada no faltan, como ya hemos dicho, los ejemplos prácticos de las materias que trata la obra. Citaremos, como es habitual en estas reseñas, las referencias del autor a su experiencia en Morata, en comparación con la región andaluza (Jerez) y en este caso en relación con el trabajo y el jornal de los trabajadores del campo en las tareas de la siega. Tablada compara salarios y afirma que la situación es bastante mejor en la región central, tanto para los propietarios como para los jornaleros:
(…) Haciendo justicia, puede decirse que un hombre en la región central, hace en menos tiempo 35 por 100 más de trabajo que otro igual en Andalucía; pues mejor alimentado, sus fuerzas físicas resisten mas y se emplean con mas vigor, y mas en los días largos y trabajos fuertes de cavas, siega, etc.
La aranzada de trigo no se siega en el sitio en que escribimos (Morata de Tajuña, a seis leguas de Madrid) a menos de 50 rs., y además hay que dar vino a discreción, aceite, vinagre, aguardiente y leña para guisar, que todo vale lo menos otros 10 rs., y hacen 60 por aranzada. En la campiña de Jerez, en siegas de grandes propiedades, se paga 30 rs. Por siega de una aranzada y se da solamente aceite y vinagre, pues el pan lo pagan los segadores; este ejemplo prueba lo barato que es relativamente el trabajo en puntos bien diferentes; pero la siega que se hace en los cortijos de Andalucía es muy mala; queda en la tierra parte.de la cosecha, que bajo el pretexto que luego la aprovecha el ganado, se tolera un mal que pocos tienen cuidado de apreciar para evitarlo; y si vieran cómo se hace la siega en sitios mejor administrada la labranza, les parecería caro los 30 rs. y baratos los 60, porque con aquellos quedan en los rastrojos lo menos dos fanegas de trigo por aranzada, y esto vale mas de la diferencia


Fuentes y bibliografía:
Tratado de administración y contabilidad rural, arreglada alas condiciones de la labranza española. Segunda edición. Tomos 1 y 2. Hidalgo Tablada, José de. Librería de Cuesta. Madrid, 1875.
Enseñanza agrícola. Reglamento de la Escuela Agronómica de Nogales. Provincia de León. Imprenta de Luis García. Madrid, 1852.








miércoles, 6 de febrero de 2019

Bibliografía morateña: Diccionario enciclopédico de agricultura, ganadería e industria rurales.

En 1886, justo al año siguiente de que José de Hidalgo Tablada finalizara su segunda etapa al frente del ayuntamiento de Morata de Tajuña, se publicaba el primer tomo de la que, posiblemente, fue una de sus obras más ambiciosas, el Diccionario enciclopédico de agricultura, ganadería e industrias rurales. Hasta 1890, se publicaron los ocho tomos de un trabajo que sumó más de 4.000 páginas y que contó con la colaboración de decenas de expertos en agricultura y ganadería de todo el país.





La edición de esta ambiciosa obra y la impresión de los ocho tomos del diccionario fue posible gracias a la colaboración del propio Hidalgo Tablada con los otros dos directores del proyecto: Miguel López Martínez, director del Consejo Superior de Agricultura, y Manuel Prieto y Prieto, catedrático de la Escuela de Veterinaria de Madrid.
En la portadilla del primer tomo se afirmaba que el diccionario abarcaba los siguientes temas:
Los métodos de cultivo, así generales como especiales, según los últimos adelantos; noticias de las máquinas y aparatos principales empleados en agricultura; descripción de las razas de los animales domésticos, especialmente las españolas; industrias rurales, beneficios que reportan y descripción de las que ventajosamente pueden importarse en España; economía rural; organización de las haciendas; relación entre el capital y el cultivo; sociedades de crédito y bancos agrícolas; leyes civiles y administrativas referentes a la agricultura, al tráfico, a los impuestos y a las servidumbres rurales; bibliografía y biografía agrícolas, etc, etc, y todos cuantos conocimientos pueden ser útiles al agricultor.
En el primer tomo, en el capítulo introductorio de la obra, uno de sus directores, Miguel López Martínez señalaba que:
La publicación de un Diccionario de agricultura, ganadería e industria rurales es de imperiosa necesidad en España. La reclaman sin cesar cuantos consagran sus tareas a esos tres ramos de producción; cuantos tienen que juzgar, que discutir cuestiones relacionadas con los intereses rurales; cuantos se ven obligados a promover, dirigir y defender reclamaciones y expedientes acerca de derechos y gravámenes de la propiedad territorial, de aprovechamiento de frutos y de impuestos exigidos a la riqueza inmueble por el Estado.
Olvidados los tiempos en que el agricultor contaba con los conocimientos procedentes de su propia experiencia o las costumbres de sus antepasados, este trabajo, en el que tanto se implicó Hidalgo Tablada, buscaba revertir las carencias del mundo rural español y buscar con las nuevas técnicas y la ayuda de distintas ciencias la mejora de la productividad de la agricultura y la ganadería:
Bastará el DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO DE AGRICULTURA, GANADERÍA É INDUSTRIAS RURALES –se indicaba en la introducción- para que el labrador se ponga en comunicación con todos los tratadistas y reformadores pasados y presentes. Puede decirse que con él, y sin moverse del modesto hogar, asistirá al grande, al prodigioso espectáculo del progreso agrícola en estos tiempos; espectáculo que comprende el razonar de todos los autores, el discutir de todas las academias, el demostrar de todos los maestros, el inventar de todos los constructores, el ensayar de todos los hombres de iniciativa, el realizar por todos los reformadores maravillas antes no imaginadas.
Los directores, insistían en la introducción que se proponían ante todo con esta obra completa de consulta, facilitar el progreso de la Agricultura patria, para que el cultivo y la producción estén en armonía con las necesidades sociales y con el grado de civilización que en otros conceptos alcanzamos.
El resultado final del proyecto inicial de los directores del diccionario se plasmó en una obra que sumó alrededor de 4.200 páginas y numerosas ilustraciones que ocuparon los ocho tomos de un proyecto editorial desconocido hasta entonces en la bibliografía española sobre temas de agricultura y ganadería.


Portadilla del primer tomo del Diccionario enciclopédico de agricultura, ganadería e industrias afines

La contribución al diccionario de Hidalgo Tablada
La contribución de José de Hidalgo Tablada al diccionario, en tanto que director y promotor del proyecto, se puede seguir fácilmente ya que, a diferencia de los distintos colaboradores del diccionario, quien fuera alcalde de Morata sí que firmaba las entradas del diccionario que eran de su autoría. En estas entradas, Hidalgo Tablada, presentado en el primer tomo del diccionario como Jefe superior honorario de Administración civil; catedrático de Agricultura, cesante; inventor de varias máquinas aratorias premiadas en 1848; autor de diferentes obras agrícolas premiadas en Exposiciones públicas; con medalla de oro por la Real Academia de Ciencias exactas, físicas y naturales de Madrid; propietario y cultivador, recurrió en numerosas ocasiones, como era habitual en todas sus obras de divulgación agrícola, a plasmar sus experiencias como propietario, agricultor y elaborador de vino y aceite en el pueblo de Morata.
Así, Hidalgo cuenta, entre otros experimentos, como probó en la vega de Morata el cultivo del altramuz o, también distintos tipos de uva como la pedro ximénez:
Variedad de uvas que se producen en Andalucía, y qué dan nombre a los vinos de Jerez de la Frontera. El clima y suelo influyen de tal manera sobre esa variedad de vid, que nosotros, que la hemos visto en Jerez, y que la cultivamos en Morata de Tajona en las mejores condiciones posibles, y hacemos vino con ellas, nos parece casi mentira que esas uvas que de Jerez trajimos, sean las que producen ambas clases de vino. El de Jerez, espirituoso, fuerte, aromático; el de Morata, flojo y sin aroma.
En su búsqueda de nuevos cultivos rentables para el agricultor, Hidalgo Tablada refleja las pruebas que realizó en Morata con el sorgo:
En terreno fértil de riego, en Morata de Tajuña, le hemos contado de cinco a veinte tallos en cada mata, pues ahija mucho en buen terreno y bien preparado. Las hojas son largas., palmeadas, y en el punto que abraza el tallo, color de caña bajo casi blanco. (Esta planta se cultiva en la vega de Morata para hacer escobas de sus glumas, desde que cultivamos nosotros las semillas que recibimos del Ministerio de Fomento en 1854).
También resulta curioso para el lector actual comprobar la constante inquietud de Hidalgo Tablada por mejorar la productividad de los cultivos con nuevos métodos como la utilización del guano como abono:
En Morata de Tajuña, en nuestra modesta propiedad, hemos repetido los ensayos y. aplicado a la siembra de plantas diferentes el guano desde 1867 hasta hoy, comparando sus resultados en el sistema seguido por la práctica de este país, que nosotros, como los demás labradores, seguimos, no por ignorar sus defectos y perjudiciales resultados de sembrar en los secanos las tierras con el barbecho de reja y sin abonos de ninguna clase, pues las de regadío absorben todo, y sin embargo sólo reciben la mitad de lo que necesitan de los estiércoles que se producen; los estimulantes que se usan para las plantas de huerta son la palomina, que se adquiere al ínfimo precio de 7 a 14 rs. fanega colmada; pero como 100 de guano equivalen á 250 de palomina, aun en el caso del tan bajo precio a que resulta ésta, es conveniente aquél. Pero el poco capital de que el agricultor dispone hace imposible mejoras de que la mayoría está convencida y no puede emprenderlas.
Aquí, como en la generalidad, se hace lo que se puede y no lo que se debe. Si en pueblos como éste, de una gran vega de regadío, lindando con las de Chinchón, Perales, Colmenar y otros, pusieran un depósito de guano y otros abonos, que se dieran á plazo hasta realizar la cosecha, se haría un buen negocio por los comerciantes de abonos y los labradores,¡ que éstos sólo así pueden intentar usarlos, pues repetimos carecen de medios pecuniarios.
También es muy interesante fijarse en sus estudios para la mejora de los regadíos, en toda España y, por supuesto, en la comarca del bajo Tajuña. En su diccionario Hidalgo Tablada se refiere a este tema primordial y recoge sus averiguaciones sobre los aforos del río Tajuña en esos años (década de los ochenta del siglo XIX):
El río Tajuña es el que puede citarse como modelo de aprovechamiento de aguas en toda la cuenca del Tajo. Este río, que no tiene grandes avenidas, se utiliza completamente en el riego de las vegas de Ambite, Orusco, Carabaña, Tielmes, Perales, Morata, Chinchón y Bayona de Titulcia; aparte de la utilidad de sus saltos de agua, mueven varias fábricas de harinas, papel, batanes y otros artefactos; la superficie regada es en junto de 7.091 hectáreas; su caudal medio, 3 metros cúbicos por segundo.
Según el diccionario, estos eran loos aforos del Tajuña en sus distintos tramos:
  • Tajuña, en su origen, 0,311 metros cúbicos/segundo.
  • ídem en Brihuega, 3,112 m3/sg.
  • ídem en Loranca, 3,620 m3/sg.
  • ídem en Ambite, 3,615 m3/sg.
  • ídem en Tielmes, 2,896 m3/sg.
  • ídem en Morata, 2,250 m3/sg.
  • Tajuña, al desembocar cerca de Titulcia (máxima) 2,582 m3/sg.
Finalmente, como curiosidad, al explicar las medidas de superficie que se utilizaban en el agro español, Hidalgo tablada no puede dejar de citar el caso de las distintas medidas de la fanega en Morata:
La hectárea, que es hoy la medida legal que ha reemplazado en toda España las infinitas que se conocían para medir las tierras, contiene 100 áreas o 10.000 metros cuadrados. El sistema métrico decimal, que fue adoptado por la ley de 1 9 de Julio de 1849, vino á sustituir al sistema que regía, y que aún no se ha hecho desaparecer, y gracias al cual en cada provincia, y en ésta en cada pueblo algunas veces, se tenía una clase de medidas distintas, que exigían estudio complicado y difícil, no siendo extraño encontrar pueblos en que una fanega de tierra, según el sitio que ocupaba, así era su extensión: en riego, 200 estadales de 16 varas cuadradas el estadal, era una fanega; en secano, en los llanos, 400, y en los bajos y vertientes, 300; esto tiene lugar en el pueblo que escribimos, Morata de Tajuña, a 40 kilómetros de Madrid.
El empeño divulgador de José de Hidalgo Tablada, en este caso en colaboración con los otros dos codirectores, le valió el reconocimiento de las autoridades de la época y que su diccionario fuera considerado como el más original, completo y útil de cuantos se han publicado en España.


Fuentes y bibliografía:
  • Diccionario enciclopédico de agricultura, ganadería e industrias rurales. López Martínez, Miguel, Hidalgo Tablada y Prieto Prieto, Manuel. Viuda e hijos de J. Cuesta, editores. 8 volúmenes. Madrid 1866-90.