En
1886, justo al año siguiente de que José de Hidalgo Tablada
finalizara su segunda etapa al frente del ayuntamiento de Morata de
Tajuña, se publicaba el primer tomo de la que, posiblemente, fue una
de sus obras más ambiciosas, el Diccionario enciclopédico de
agricultura, ganadería e industrias rurales. Hasta 1890, se
publicaron los ocho tomos de un trabajo que sumó más de 4.000
páginas y que contó con la colaboración de decenas de expertos en
agricultura y ganadería de todo el país.
La
edición de esta ambiciosa obra y la impresión de los ocho tomos del
diccionario fue posible gracias a la colaboración del propio Hidalgo
Tablada con los otros dos directores del proyecto: Miguel López
Martínez, director del Consejo Superior de Agricultura, y Manuel
Prieto y Prieto, catedrático de la Escuela de Veterinaria de Madrid.
En
la portadilla del primer tomo se afirmaba que el diccionario abarcaba
los siguientes temas:
Los
métodos de cultivo, así generales como especiales, según los
últimos adelantos; noticias de las máquinas y aparatos principales
empleados en agricultura; descripción de las razas de los animales
domésticos, especialmente las españolas; industrias rurales,
beneficios que reportan y descripción de las que ventajosamente
pueden importarse en España; economía rural; organización de las
haciendas; relación entre el capital y el cultivo; sociedades de
crédito y bancos agrícolas; leyes civiles y administrativas
referentes a la agricultura, al tráfico, a los impuestos y a las
servidumbres rurales; bibliografía y biografía agrícolas, etc,
etc, y todos cuantos conocimientos pueden ser útiles al agricultor.
En
el primer tomo, en el capítulo introductorio de la obra, uno de sus
directores, Miguel López Martínez señalaba que:
La
publicación de un Diccionario de agricultura, ganadería e industria
rurales es de imperiosa necesidad en España. La reclaman sin cesar
cuantos consagran sus tareas a esos tres ramos de producción;
cuantos tienen que juzgar, que discutir cuestiones relacionadas con
los intereses rurales; cuantos se ven obligados a promover, dirigir y
defender reclamaciones y expedientes acerca de derechos y gravámenes
de la propiedad territorial, de aprovechamiento de frutos y de
impuestos exigidos a la riqueza inmueble por el Estado.
Olvidados
los tiempos en que el agricultor contaba con los conocimientos
procedentes de su propia experiencia o las costumbres de sus
antepasados, este trabajo, en el que tanto se implicó Hidalgo
Tablada, buscaba revertir las carencias del mundo rural español y
buscar con las nuevas técnicas y la ayuda de distintas ciencias la
mejora de la productividad de la agricultura y la ganadería:
Bastará
el DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO DE
AGRICULTURA, GANADERÍA É INDUSTRIAS RURALES
–se indicaba en la introducción-
para que el labrador se ponga en
comunicación con todos los tratadistas
y reformadores pasados y
presentes. Puede decirse que con él, y sin moverse
del modesto hogar, asistirá al
grande, al prodigioso espectáculo del progreso
agrícola en estos tiempos;
espectáculo que comprende el razonar de todos los
autores, el discutir de todas
las academias, el demostrar de todos los maestros,
el inventar de todos los
constructores, el ensayar de todos los hombres de iniciativa,
el realizar por todos los
reformadores maravillas antes no imaginadas.
Los
directores, insistían en la introducción que
se proponían ante todo con esta obra completa de consulta, facilitar
el progreso de la Agricultura patria, para que el cultivo y la
producción estén en armonía con las necesidades sociales y con el
grado de civilización que en otros conceptos alcanzamos.
El
resultado final del proyecto inicial de los directores del
diccionario se plasmó en una obra que sumó alrededor de 4.200
páginas y numerosas ilustraciones que ocuparon los ocho tomos de un
proyecto editorial desconocido hasta entonces en la bibliografía
española sobre temas de agricultura y ganadería.
Portadilla del primer tomo del Diccionario enciclopédico de agricultura, ganadería e industrias afines
La
contribución al diccionario de Hidalgo Tablada
La
contribución de José de Hidalgo Tablada al diccionario, en tanto
que director y promotor del proyecto, se puede seguir fácilmente ya
que, a diferencia de los distintos colaboradores del diccionario,
quien fuera alcalde de Morata sí que firmaba las entradas del
diccionario que eran de su autoría. En estas entradas, Hidalgo
Tablada, presentado en el primer tomo del diccionario como Jefe
superior honorario de Administración civil; catedrático de
Agricultura, cesante; inventor de varias máquinas aratorias
premiadas en 1848; autor de diferentes obras agrícolas premiadas en
Exposiciones públicas; con medalla de oro por la Real Academia de
Ciencias exactas, físicas y naturales de Madrid; propietario y
cultivador, recurrió en numerosas
ocasiones, como era habitual en todas sus obras de divulgación
agrícola, a plasmar sus experiencias como propietario, agricultor y
elaborador de vino y aceite en el pueblo de Morata.
Así,
Hidalgo cuenta, entre otros experimentos, como probó en la vega de
Morata el cultivo del altramuz o, también distintos tipos de uva
como la pedro ximénez:
Variedad
de uvas que se producen en Andalucía, y qué dan nombre a los vinos
de Jerez de la Frontera. El clima y suelo influyen de tal manera
sobre esa variedad de vid, que nosotros, que la hemos visto en Jerez,
y que la cultivamos en Morata de Tajona en las mejores condiciones
posibles, y hacemos vino con ellas, nos parece casi mentira que esas
uvas que de Jerez trajimos, sean las que producen ambas clases de
vino. El de Jerez, espirituoso, fuerte, aromático; el de Morata,
flojo y sin aroma.
En
su búsqueda de nuevos cultivos rentables para el agricultor, Hidalgo
Tablada refleja las pruebas que realizó en Morata con el sorgo:
En
terreno fértil de riego, en Morata de Tajuña, le hemos contado de
cinco a veinte tallos en cada mata, pues ahija mucho en buen terreno
y bien
preparado. Las hojas son largas., palmeadas, y
en el punto que abraza el tallo,
color de caña bajo casi blanco. (Esta
planta se cultiva en la vega de Morata
para hacer escobas de sus glumas,
desde que cultivamos nosotros
las semillas que recibimos del
Ministerio de
Fomento en 1854).
También
resulta curioso para el lector actual comprobar la constante
inquietud de Hidalgo Tablada por mejorar la productividad de los
cultivos con nuevos métodos como la utilización del guano como
abono:
En
Morata de Tajuña, en nuestra modesta propiedad, hemos repetido los
ensayos y. aplicado a la siembra de plantas diferentes el guano desde
1867 hasta
hoy, comparando sus resultados en el sistema seguido por la práctica
de este país, que nosotros, como los demás labradores, seguimos, no
por ignorar sus defectos y perjudiciales resultados de sembrar en los
secanos las tierras con el barbecho de reja y sin abonos de ninguna
clase, pues las de regadío absorben todo, y sin embargo sólo
reciben la mitad de lo que necesitan de los estiércoles que se
producen; los estimulantes que se usan para las plantas de huerta son
la palomina, que se adquiere al ínfimo precio de 7
a 14
rs. fanega colmada; pero como 100
de guano equivalen á 250
de palomina, aun en el caso del tan
bajo precio a que resulta ésta, es conveniente aquél. Pero el poco
capital de que el agricultor dispone hace imposible mejoras de que la
mayoría está convencida y no puede emprenderlas.
Aquí,
como en la generalidad, se hace lo que se puede y no lo que se debe.
Si en pueblos como éste, de una gran vega de regadío, lindando con
las de Chinchón, Perales, Colmenar y otros, pusieran un depósito de
guano y otros abonos, que se dieran á plazo hasta realizar la
cosecha, se haría un buen negocio por los comerciantes de abonos y
los labradores,¡ que éstos sólo así pueden intentar usarlos, pues
repetimos carecen de medios pecuniarios.
También
es muy interesante fijarse en sus estudios para la mejora de los
regadíos, en toda España y, por supuesto, en la comarca del bajo
Tajuña. En su diccionario Hidalgo Tablada se refiere a este tema
primordial y recoge sus averiguaciones sobre los aforos del río
Tajuña en esos años (década de los ochenta del siglo XIX):
El
río Tajuña es el que puede citarse como modelo de aprovechamiento
de aguas en toda la cuenca del Tajo. Este río, que no tiene grandes
avenidas, se utiliza completamente en el riego de las vegas de
Ambite, Orusco, Carabaña, Tielmes, Perales, Morata, Chinchón y
Bayona de Titulcia; aparte de la utilidad de sus saltos de agua,
mueven varias fábricas de harinas, papel, batanes y otros
artefactos; la superficie regada es en junto de 7.091 hectáreas; su
caudal medio, 3 metros cúbicos por segundo.
Según
el diccionario, estos eran loos aforos del Tajuña en sus distintos
tramos:
- Tajuña, en su origen, 0,311 metros cúbicos/segundo.
- ídem en Brihuega, 3,112 m3/sg.
- ídem en Loranca, 3,620 m3/sg.
- ídem en Ambite, 3,615 m3/sg.
- ídem en Tielmes, 2,896 m3/sg.
- ídem en Morata, 2,250 m3/sg.
- Tajuña, al desembocar cerca de Titulcia (máxima) 2,582 m3/sg.
Finalmente,
como curiosidad, al explicar las medidas de
superficie que se utilizaban en el agro español, Hidalgo tablada no
puede dejar de citar el caso de las distintas medidas de la fanega en
Morata:
La
hectárea, que es hoy la medida legal que ha reemplazado en toda
España las infinitas que se conocían para medir las tierras,
contiene 100 áreas o 10.000 metros
cuadrados. El sistema
métrico decimal, que fue adoptado
por la ley de 1 9 de
Julio de 1849, vino
á sustituir al sistema que regía, y que aún no se ha hecho
desaparecer, y gracias al cual en cada provincia, y en ésta en cada
pueblo algunas veces, se tenía una clase de medidas distintas, que
exigían estudio complicado y difícil, no siendo extraño encontrar
pueblos en que una fanega de
tierra, según el sitio que ocupaba, así era su extensión: en
riego, 200 estadales de 16 varas cuadradas el estadal, era una
fanega; en secano, en los llanos, 400, y en los bajos y vertientes,
300; esto tiene lugar en el pueblo que escribimos, Morata de Tajuña,
a 40 kilómetros de Madrid.
El
empeño divulgador de José de Hidalgo Tablada, en este caso en
colaboración con los otros dos codirectores, le valió el
reconocimiento de las autoridades de la época y que su diccionario
fuera considerado como el
más original, completo y útil de cuantos se han publicado en
España.
Fuentes
y bibliografía:
- Diccionario enciclopédico de agricultura, ganadería e industrias rurales. López Martínez, Miguel, Hidalgo Tablada y Prieto Prieto, Manuel. Viuda e hijos de J. Cuesta, editores. 8 volúmenes. Madrid 1866-90.
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