En
1872 llegaba a las librerías un nuevo trabajo de José de Hidalgo
Tablada, Tratado de los prados naturales y artificiales y su mejora
en España. Una primera versión de esta obra ya se había publicado
en 1851 cuando Hidalgo publicaba su Manual de riegos, la obra que
reseñamos la pasada semana.
La
dedicación de José de Hidalgo Tablada a los estudios sobre dos de
los cultivos más importantes del agro español, la vid y el olivo,
no le impidió al autor investigar sobre otros apartados del trabajo
en la agricultura como los árboles frutales, la apicultura, las
flores ornamentales (las dalias) o la mejora de los riegos. En este
sentido, la publicación del Tratado
de los prados naturales y artificiales y su mejora en España
no deja de ser un capítulo más de la preocupación que siempre
mostró Hidalgo por la mejora de la rentabilidad económica en las
áreas rurales de España. En las primeras páginas del libro que
reseñamos hoy Hidalgo Tablada justifica así este nuevo trabajo
editorial:
Tratar
de los prados, es indicar un asunto importantísimo para la vida de
los pueblos; pues con prados bien cultivados, se mantienen gran
número de cabezas de ganado; con estos se obtienen abundantes
estiércoles, carne y trabajo, y de aquí parte la baratura de los
alimentos, su abundancia, y con estos elementos la población
aumenta, las riquezas se multiplican y la nación que con tales
medios cuenta, es feliz y poderosa.
Se
trataba, por lo tanto, de fomentar el sector de la ganadería con la
adopción de medidas que permitieran mejorar los cultivos de plantas
forrajeras y, también, aumentar los rendimientos de los prados
naturales. Por otra parte, tampoco hay que olvidar que en los años
en que Hidalgo Tablada publica este libro los agricultores españoles
dependían mucho, para la rentabilidad de sus explotaciones, del
ganado de tiro en el que se sostenía la fuerza motriz de su
maquinaria y herramientas de cultivo.
Tal
como era habitual en su método de trabajo, Hidalgo Tablada analiza
ampliamente en su libro las principales plantas que conforman los
prados naturales y artificiales, describe las distintas familias y
géneros de las mismas y describe los procedimientos más adecuados
para el establecimiento de prados artificiales y la mejora de los
prados naturales.
De
esta descripción de las especies más comunes en los prados
naturales y artificiales nos interesan, sobre todo, aquellas con las
que José de Hidalgo Tablada experimentaba en las tierras de secano y
regadío de Morata. Aparecen en sus descripciones plantas y cultivos
que por entonces tenían cierta importancia entre los agricultores
morateños aunque, curiosamente, todavía no aparece ninguna
referencia a la remolacha, un cultivo que décadas después sería el
más importante de la vega de Morata y del resto de municipios de la
vega baja del Tajuña.
Portadilla del Tratado de los prados naturales y artificiales (1872)
Plantas
de los prados naturales y artificiales
Pipirigallo
común
Hidalgo
Tablada explicaba en su libro sus experimentos con esta planta
forrajera:
Nosotros
hemos hecho ensayos con esta planta y semillas que hemos traído del
extranjero y sembrado en diferentes clases de terreno y exposición:
la que mejor se ha desarrollado, ha sido la que está en exposición
al Norte (en Morata de Tajuña) en terreno profundo, calizo,
arcilloso, ferruginoso, colorado.
En
esta situación dio el primer año una siega, teniendo los tallos un
pié y medio de altura; al año siguiente se le dieron dos siegas,
una en Mayo y otra en Octubre; en la primera, tuvimos la curiosidad
de arrancar una mata y después de un mes de cortada, pesó cuatro
onzas y media; tenia 30 tallos de 85 centímetros, seis de 50 y
cuatro de 30; además 12 de 20 a 25, dispuestos para desarrollarse
después de la siega y proporcionar parte de la segunda.
Pipirigallo
amarillo
Hidalgo
Tablada también se refería a especies silvestres que existían en
los montes de Morata:
El
pipirigallo común encierra algunas variedades, las cuales las hemos
observado en la dehesa de Morata de Tajuña. Esta planta se cría en
los cerros calizos y pedregosos de muchas provincias de España, en
Cataluña, montes de Ávila y Serranía de Cuenca. Es vivaz; sus
hojas están dispuestas del mismo modo que las del pipirigallo común,
aunque mas pequeñas y en menor número: la flor es amarilla, y en
lugar de formar un cono como aquel, aparenta una circunferencia, á
cuyo centro se dirige la parte superior de de cada flor formando de
este modo una corona.
Se
cría este vegetal en las tierras áridas y entre las rocas. Nosotros
la hemos encontrado en los cerros de las inmediaciones del Tajuña, y
contado a algunas plantas 140 tallos de 60 centímetros de alto, y la
que menos 70. La casualidad de haber acotado un terreno que antes
estaba erial, nos ha hecho poder estudiar este interesante vegetal
que come toda clase de ganados, del que debe recogerse la semilla y
propagarla en los cerros áridos que presentan ordinariamente las
formaciones calizas y estepas en que generalmente.
Trébol
encarnado
Otra
de las plantas silvestres que analizó Hidalgo Tablada en Morata y
sus inmediaciones fue el trébol y también la sulla:
Esta
planta anual (crece en España en los prados situados en terrenos
frescos y de buena calidad, y aun prevalece en años lluviosos en las
tierras secas y áridas. En las orillas del Tajuña, en el prado de
Perales, Chinchón, lo mismo que en Jerez y otros puntos de España,
se ven las tres variedades de esta especie, de flor blanca, rosa y
encarnada (…).
La
sulla se cría en las campiñas de Jerez y resto de la provincia de
Cádiz, donde la hemos estudiado con suma atención; no se encuentra
silvestre fuera de esos sitios, y cultivada no la hemos visto en
ninguna parte; y hasta hay la creencia de que no se reproduce con
utilidad sembrándola, lo cual negamos en absoluto, pues en Tudela de
Navarra, así como en el sitio que hoy vivimos, Morata de Tajuña, la
hemos sembrado y se ha reproducido (…).
Alfalfa
El
cultivo de la alfalfa, una especie muy extendida en la vega del
Tajuña por su importancia en la alimentación del ganado vacuno,
también interesó a Hidalgo Tablada:
(…)
Nosotros hemos cultivado la alfalfa en las inmediaciones de Madrid, y
podemos decir que en general, en la región central se puede dar
siete cortes, y cada uno representa una cantidad de forraje verde de
21.000 kilogramos, y sobre 10.000 considerado como heno; pero en
general en España, la Alfalfa se emplea verde.
Recolección
de la semilla [de alfalfa]
La
semilla de la alfalfa debe recogerse en los prados que tienen de
existencia tres o cuatro años, y dejarla cuajar del retoño después
de la primera siega; de este modo se obtienen granos bien cuajados y
dispuestos para producir plantas robustas.
Algarroba.
(…)
También por su aplicación como alimento del ganado. Molida o en
grano, la algarroba también aparece recogida en el libro de Hidalgo
Tablada:
Pocos
labradores desconocen el uso de esta planta, que vegeta bien
sembrándola sobre rastrojo en las primeras lluvias de otoño, y
cuyas semillas sirven de alimento al ganado lanar, cabrío, etc. Las
palomas y demás aves engordan mucho con tal semilla, que cuando se
da al ganado se muele un poco para facilitar que la puedan comer. En
Vallecas y otros pueblos de las inmediaciones de Madrid, en tierras
calizas areniscas arcillosas, se siembra la Algarroba en turno con
los cereales.
Sorgo
Finalmente,
el autor del Tratado de los prados naturales y artificiales explica
sus experiencias con el sorgo, una planta que, en su opinión, tenía
un gran interés económico para los agricultores según los
resultados de los cultivos experimentados en Morata:
(…)
Creemos haber dicho lo suficiente, para que pueda venirse en
conocimiento del número y cualidades de las plantas generalmente
empleadas para alimentar los ganados, sea cual fuere el método
seguido para su multiplicación y aprovechamiento; pero aun
pudiéramos haber aumentado ese gran catálogo de vegetales, útiles
a la ganadería, con otros que recientemente se han propuesto con
este fin. Entre ellos hay uno, el sorgo, de que no hemos hecho
mención, sin embargo de haberlo ensayado y haber visto prácticamente
sus útiles resultados para el ganado caballar.
El
sorgo, que hemos ensayado en la localidad en que habitamos (Morata de
Tajuña), (…) hemos obtenido plantas de sorgo de un tamaño
extraordinario, pues miden cuatro metros cincuenta centímetros de
alto. El producto por hectárea de tierra, en regadío, lo hemos
calculado en 5.000 kilogramos de semilla y 90.000 kilogramos de caña
y hojas: machacadas las cañas y hechas trozos de cuatro centímetros
de largo, lo hemos suministrado al ganado caballar, que lo come con
avidez.
En
el año 2008, la editorial El Olivo, que ya había publicado una
edición facsímil del Tratado
del cultivo del olivo de
Hidalgo Tablada, reeditó el Tratado
de los prados naturales y artificiales y su mejora en España, una
forma de reconocer la calidad y la importancia del trabajo de quien
fuera alcalde de Morata en el siglo XIX,
Fuentes
y bibliografía:
- Bibliografía morateña: Tratado de los prados naturales y artificiales y su mejora en España. Hidalgo Tablada, José de. Librería de Cuesta, segunda edición. Madrid, 1872.
No hay comentarios:
Publicar un comentario