viernes, 29 de octubre de 2021

 

El III marqués de Leganés y el cambio de dinastía en España (y III)

Al morir el marqués la casa acumulaba importantes deudas por intereses de créditos impagados

La falta de heredero directo provocó que accediera al marquesado de Leganés Antonio Gaspar de Moscoso, IX conde de Altamira y biznieto del I marqués

El fallecimiento en el año 1711 del III marqués de Leganés en Vicennes, en las cercanías de París, tras casi cinco años de expatriación y presidio sin que mediara sentencia judicial alguna, puso de manifiesto la precaria situación económica que atravesó durante sus últimos años de vida Diego Dávila Messía. Además, el marqués de Leganés, no dejó un heredero directo que se hiciera cargo de la Casa de Leganés y del patrimonio y los señoríos acumulados desde que su abuelo. Diego Messía Felípez de Guzmán, recibiera el marquesado por parte del rey Felipe IV.



Incluso desde los años previos a 1705, cuando fue trasladado desde España a un presidio en un castillo situado en las cercanías de París, la situación económica de la casa de Leganés no pasaba por sus mejores momentos. Aunque disfrutaba de un extenso patrimonio asociado a los títulos que acompañaban al primigenio marquesado de Leganés, sobre todo por vía matrimonial, y que incluía el vizcondado de Butarque y vínculos con casas de la alta nobleza como Baena, Sessa, Cabra, Palamós o Poza, el marqués murió con un balance económico lastrado por las deudas.

Ni siquiera la victoria judicial tras un largo proceso iniciado en los años cincuenta del siglo XVII y finalizado en la década de los noventa, que añadió a los títulos asociados al marquesado de Leganés el patrimonio y los privilegios señoriales del conde duque de Olivares –sobre todo el ducado de San Lucar la Mayor- sirvió para aliviar un estado de las cuentas que obligó a Diego Dávila Messía y a sus administradores a recurrir al endeudamiento. Era una situación que, no por repetida, dejaba de ser habitual en muchas familias de la nobleza: un patrimonio amplísimo, ligado en la mayoría de las ocasiones a mayorazgos que impedían su venta y que no generaban las rentas suficientes para financiar el altísimo ritmo de vida al que se obligaban a vivir estos miembros de la nobleza.

Resulta sintomático que los titulares del marquesado de Leganés renunciaran a explotar directamente sus bienes inmobiliarios y que se limitaran a arrendarlos, tal como sucedía, en un ejemplo que nos es muy cercano, en los señoríos de Perales y Morata que ostentaba el III marqués. Al endémico problema de la ineficaz administración de sus bienes del marquesado de Leganés se unió, en el caso de Diego Dávila Messía, su expatriación de España que no sólo le impedía seguir de cerca cómo se administraba su patrimonio sino que, además, le obligaba, a unos gastos extraordinarios provocados por la propia prisión en territorio francés.

Deudas reconocidas del III marqués de Leganés

Unas semanas después de la muerte del Diego Dávila Messía, el administrador del marquesado, Martín Solano, a instancias de quien sería el próximo titular, Antonio Gaspar de Moscoso, emitía un informe sobre el estado de las cuentas de la Casa de Leganés. El documento, conservado en el Archivo Histórico de la Nobleza (BAENA, C.222, D.75-82) dibuja una situación preocupante del patrimonio de quien ostentaba, entre otros muchos, los señoríos de Morata y Perales y los bienes raíces y derechos económicos asociados a los mismos:

Don Martín Solano, contador de la casa y Estado del excelentísimo señor marqués de Leganés, duque de San Lucar la Mayor, mi señor, certifico que por los libros y papeles de dicha contaduría que están a mi cargo consta estar debiendo a los acreedores censualistas que se expresan en esta certificación las cantidades que se dirán de los réditos de ellos caídos hasta el día fin de febrero pasado de este año en que falleció su Excelencia como también a diferentes personas y otras cosas en la forma siguiente:

Primeramente se están debiendo a Don Francisco Suárez de Rivera mil seiscientos ochenta y dos reales de vellón hasta fin de febrero de este año y son por los réditos de un censo de cuatro mil ducados de principal que tiene contra los estados de su Excelencia que Dios haya (…).

El documento continúa con la relación de las deudas contraídas con distintas personas en calidad de intereses, réditos, por créditos concedidos a la casa de Leganés y a su titular Diego Dávila Messía en los años previos a su fallecimiento en París e incluso muchos años antes de que el rey Felipe V decidiera enviarle a prisión.

Entre los acreedores contra la casa de Leganés a la muerte del III marqués figuran los herederos de don Manuel de Arce y Astete (4.000 ducados de principal y 2.963 reales de intereses impagados); las monjas agustinas de Colmenar de Oreja (15.000 ducados de principal y 1.000 reales de intereses); las memorias fundadas por la marquesa (50.000 ducados y 97.000 reales de intereses); deudas de tres censos contra el estado de San Lúcar (66.000 ducados y 139.123 reales de intereses); impagados de un censo de los herederos de Juan de Morales (5.000 ducados de principal y 260 reales de intereses); deudas con don Cebrián de la Cuadra por un legado del I marqués de Leganés (5.823 reales); a Gerónimo de la Vega, por otro legado del II marqués de Leganés(14.000 reales); al duque del Infantado por un crédito o censo (600 doblones de oro y 39.600 reales de intereses); a don Antonio de Arriola (1.080 doblones de oro); a don Juan Ruiz de Castañeda, visitador del partido de Alcalá, por un préstamo que le hizo al ser enviado a Francia (7.500 reales); a la familia encargada de la casa palacio de Madrid (3.575 reales); por salarios en Morata (1.500 reales); al boticario de la Casa de Leganés (6.528 reales); a los herederos del maestro de obras de la Casa de Leganés (2.000 reales); a los comerciantes de paños (4.000 reales); a Bernardo Mendoza (6.530 reales); a Juan Bautista de Iturralde (8.284 reales); al herrador de la Casa de Leganés (574 reales); a Francisco Espliego, carpintero (511 reales); a Francisco Xamel, sastre (1.800 reales).

En total, según las cuentas presentadas por el administrador de la casa de Leganés a la muerte del III marqués, las deudas ascendían a 421.266 reales, procedentes de los intereses impagados de créditos o censos contra la casa y de los salarios de empleados o, también, de distintos profesionales por servicios al difunto marqués. El administrador añadía en su informe sobre el estado de las cuentas:

(…) además de esta partida se tiene por cierto que el marqués, mi señor, que Dios haya, quedó debiendo diferentes cantidades a Don Juan de Mendirrueta y a otras personas en París como también otras deudas de corta entidad en Madrid que justificadas unas y otras que sean se pondrán en esta certificación. Madrid, 24 de marzo de 1711.

Con ser importante estas deudas a corto plazo por los intereses de los créditos contra la casa de Leganés, más preocupante eran las deudas generadas por el principal de estos créditos que, como es lógico, fueron traspasadas al heredero como IV marques de Leganés, Antonio Gaspar de Moscoso Osorio y Aragón. En total, y según la relación del administrador, Martín Solano, estos créditos ascendían a la muerte del marqués a 144.000 ducados y 1.680 doblones de oro, una auténtica fortuna que lastraba el patrimonio en bienes inmobiliarios y derechos señoriales que estaban asociados a la casa de Leganés y que, al estar integrados en los mayorazgos familiares, legalmente no podían enajenarse para hacer frente a estas deudas*.

Además de hipotecar los bienes de la familia, el III marqués de Leganés, incluso varios años antes de enfrentarse y de oponerse a la llegada a España de la dinastía borbónica, también se vio obligado a recurrir a la venta, en algunos casos fraudulenta, puesto que estaban asociados al mayorazgo familiar, de algunos de los cuadros que formaron parte de la colección de pintura que iniciara su abuelo Diego Messía Felípez de Guzmán. Estas ventas y pérdidas de fondos de la colección de arte se pusieron de manifiesto cuando el nuevo titular de la casa, Antonio Gaspar de Moscoso, la revisó e inventarió en julio de 1711 junto con los monjes basilios, encargados por el primer marqués del buen gobierno del mayorazgo familiar.

En esta labor de control, por ejemplo, se descubrió que el III marqués había vendido, sin que pidiera hacerlo por las leyes del mayorazgo, algunas obras emblemáticas como El martirio de San Sebastián, de Anton Van Dyck. Otras pinturas destacadas de la colección como Madonna dell ’Impannatta, de la Escuela de Raphael, había sido empeñada por 1.000 doblones por el III marqués al almirante de Castilla. En el momento del inventario, la obra se encontraba en Lisboa, en poder de la marquesa de Santa Cruz, familiar del propio conde de Altamira, Antonio Gaspar de Moscoso Osorio y Aragón, y nuevo poseedor de los derechos, privilegios y bienes del marquesado de Leganés que, recordemos, también llevaba asociado para los primogénitos de la casa el título de marqués de Morata de la Vega.

 Certificación del fallecimiento del marques de Leganés en París (AHN)

 Muerte sin sucesión del III marqués y llegada de la Casa de Altamira

La ausencia de hijos del III marques de Leganés, viudo de Jerónima de Guzmán, dama de la reina con la que contrajo matrimonio en septiembre de 1668, provocó que el marquesado de Leganés, quedara sin heredero directo a la muerte de Diego Dávila Messía. Esta ausencia de un sucesor dio lugar a que la titularidad de la casa de Leganés, el IV marqués en la línea sucesoria tras la creación del marquesado por parte de Felipe IV, recayera en un miembro de una de las familias de la nobleza española que acumulaba más títulos desde su creación en el siglo XV, el condado de Altamira, un título nobiliario concedido a Lope Sánchez de Ulloa y Moscoso por el rey Enrique IV en 1455.

Fue merced a los vínculos familiares que, vía matrimonial, habían emparentado a los Altamira con los marqueses de Leganés, por lo que Antonio Gaspar de Moscoso Osorio y Aragón, IX conde de Altamira, llegó a ser reconocido como IV marqués de Leganés y III de Morata de la Vega.

Este reconocimiento de su derecho a convertirse en titular de la casa de Leganés -y de los títulos y derechos señoriales y patrimoniales asociados a la misma- parte de una de las prácticas más habituales de la nobleza española: el matrimonio de conveniencia entre distintas familias para aumentar su influencia y, de paso, proteger y ampliar sus patrimonios.

Al carecer de hermanos o hermanas el III marques de Leganés, hijo único del matrimonio entre Gaspar Dávila Messía y Francisca de Rojas y Córdoba, para encontrar un nuevo titular de la casa de Leganés fue necesario acudir a los herederos de la tía del señor de Morata fallecido en París, doña Inés Dávila Messía de Guzmán, la única hija de Diego Messía Felípez de Guzmán habida en su matrimonio con Policena Spínola.

De este primer matrimonio del I titular del marquesado de Leganés nacieron cuatro descendientes, tres hijos y una hija, destinados a prolongar la herencia del primer marques. Tras la muerte del primogénito, Diego, y la elección de la carrera eclesiástica para el segundo hijo, Ambrosio, sólo Gaspar Dávila Messía, como varón, parecía destinado a prolongar la línea familiar.

De hecho, en 1742 el I marqués, ya viudo de Policena, su primera mujer, acuerda un triple matrimonio**: el de él mismo con Juana de Córdoba y Rojas –viuda por partida doble de Francisco de Córdoba y de Lope de Moscoso y Osorio y que afrontaba su tercer matrimonio– y, a la vez, el de su hijo ya primogénito, Gaspar Dávila Messía con la hija de Juana, Francisca de Rojas y Córdoba. Por último, también se decide la boda de su única hija, Inés de Dávila Messía de Guzmán, con el otro hijo de Juana, Gaspar Moscoso Osorio, ya VII conde de Altamira por vía paterna.

Será este último matrimonio, el integrado por Gaspar Moscoso Osorio e Inés Dávila Messía de Guzmán, el que finalmente asegure la continuidad el marquesado de Leganés. El matrimonio tendrá cuatro descendientes, tres hijas y un hijo. Será este último, Luis de Moscoso Osorio y Rojas VIII conde de Altamira quien, tras su matrimonio con María Ángela de Aragón y Benavides, garantice el futuro del marquesado de Leganés a través de su hijo primogénito, Antonio Gaspar de Moscoso Osorio y Aragón, IX conde Altamira, y biznieto del I marqués de Leganés.

Gracias a la política matrimonial de sus antecesores, tanto por vía materna como paterna, Antonio Gaspar de Moscoso acumuló en su persona no sólo los títulos de marqués de IV Leganés y de III Morata de la Vega, junto con los señoríos de Morata y Perales. Además, era titular del ducado de San Lúcar la Mayor, de los condados de Monteagudo, Arzacollar y de Lodosa y del marquesado de Poza y de Almazán. En las siguientes generaciones, esta acumulación de títulos y privilegios señoriales convertirían a los primogénitos de la casa de Altamira en los miembros de la nobleza con mayor número de títulos, incluso por encima de la misma casa de Alba.



*De hecho, las deudas asociadas a la casa de Altamira, sucesora en el señorío de Morata de los marqueses de Leganés, se prolongarían -y aumentarían hasta límites difíciles de hacer frente- hasta bien entrado el siglo XIX cuando, con el permiso real preceptivo, los administradores y responsables del condado de Altamira y títulos asociados, se vieron obligados a vender no sólo los bienes inmuebles en el campo y en zonas urbanas, como en el caso de Morata y Perales. También salieron al mercado otros activos asociados a la familia desde varios siglos anteriores como fue el caso de la fabulosa colección de pintura creada por el I marqués de Leganés, de la que una buena muestra se colgó durante varios años en el palacio condal situado junto a la iglesia de Morata.

**En próximas semanas publicaremos el documento con las capitulaciones matrimoniales (arras, derechos…) que firmaron los contrayentes de esta triple boda entre miembros de la alta nobleza española.


Fuentes y bibliografía:

  • La derrota del partido austracista y los votos del Consejo de Estado de julio de 1700 ante la conflictiva sucesión de Carlos II. Rafael Cantero Bonilla. Director Antonio Álvarez-Ossorio Alvariño. Codirectora Marina Torres Arce. Curso 2016 / 2017.

  • Boletín de la Academia de la Historia. Tomo XCVIII. Cuaderno I. Enero-marzo de 1931. Documentos referentes a las postrimerías de la Casa de Austria en España.

  • Historia de las guerras civiles de España. Biblioteca de escritores aragoneses, Tomo IV. López de Mendoza y Pons, conde de Robres. Imprenta del Hospicio Provincial. Zaragoza, 1862.

  • Instauración dinástica y reformismo administrativo: la implantación del sistema ministerial. María Victoria López-Cordón. Universidad Complutense de Madrid. Departamento de Historia Moderna. Ciudad Universitaria. 28040 Madrid.

  • La guerra de sucesión de España, 1700-1714. Alvareda Salvado, Joaquím. Crítica. Madrid, 1968.

  • Historia general de España desde los tiempos más remotos hasta nuestros días. Modesto Lafuente. Tomo VI. Parte III. Dominación de la Casa Borbón. (Libros VI, VII y VIII. Editado por Javier Martínez. Madrid, 1857-58

  • Luis Manuel Fernández, Cardenal Portocarrero (1635-1709). Regente de España. Manuel Muñoz Rojo. Programa de Doctorado: Historia e Historia del Arte y Territorio. Director: Don José Manuel de Bernardo Ares. Codirector: Don Juan Antonio Sánchez Belén. Uned, 2017.

  • Las bases políticas de la guerra de Sucesión en Andalucía: el alcalde mayor Rodrigo Caballero Illanes (1701-1740). Julio Martínez López. Erebea, Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, nº 9-2019.

  • Historia de las guerras civiles de España. Biblioteca de escritores aragoneses, Tomo IV. López de Mendoza y Pons, conde de Robres. Imprenta del Hospicio Provincial. Zaragoza, 1862.

  • Entre la conveniencia y la convicción. La construcción de redes de oposición en la Guerra de Sucesión Española. González Mezquita, María Luz (2009). XII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia, Facultad de Humanidades y Centro Regional Universitario Bariloche. Universidad Nacional del Comahue, San Carlos de Bariloche.

  • Bernard Renau d’Éliçagaray en España durante la Guerra de Sucesión. Manuel-Reyes García Hurtado. Vegueta. Anuario de la Facultad de Geografía e Historia. Universidade da Coruña, 2021.

  • Poder e influencia política de una reina de España durante la Guerra de Sucesión: María Luisa Gabriela de Saboya, primera esposa de Felipe V. Memoria para optar al grado de doctor presentada por José Antonio López Anguita. Directora-Carmen Sanz Ayán. Universidad Complutense de Madrid-Facultad de Geografía e Historia. Madrid, 2016.

  • España bajo el reinado de los Borbones. Guillermo Coxe. Tomo I. Establecimiento tipográfico de D. F. de P. Mellado, editor. Madrid, 1846.

  • El conde de Ursell la financiación de la reforma de la Guardia Real (Siglo XVIII)- Thomas Glesener. Chronica Nova, 40. 2014.

  • La Monarquía de Felipe V, la casa del rey. Universidad Autónoma de Madrid. Trabajo presentado para la obtención del título de Doctor por D. Marcelo Luzzi Traficante. Facultad de Filosofía y Letras. Departamento de Historia Moderna. Dirigido por el Prof. Dr. José Martínez Millán. Madrid, 2014.

  • La España de los Borbones, desde antes de la muerte de Carlos II hasta la abdicación de María Cristina en Valencia. González de Carvajal, José. Tomo Primero. Sociedad Poligráfica. Madrid, 1842.

  • La invención de las noticias. Las relaciones de sucesos entre la literatura y la información (siglos XVI-XVIII). Ciappelli, Giovanni y Nider, Valentina (eds). Università degli Studi di Trento-Dipartimento di Lettere e Filosofia.

  • Archivo Histórico de la Nobleza. (BAENA, C.222, D.75-82).

  • Archivo Histórico de la Nobleza. (BAENA, C.222, D. 89-93).

  • Pérez Preciado, José Juan. El marqués de Leganés y las artes. Tesis doctoral. Universidad Complutense. Facultad de Geografía e Historia. Madrid 2010.





viernes, 22 de octubre de 2021

 

El III marqués de Leganés y el cambio de dinastía en España (II)

Acusado de conspirar contra Felipe V, fue detenido y encarcelado sin pruebas en 1705

Murió en una cárcel de París en 1711

Como vimos la pasada semana el 1 de noviembre fallecía Carlos II y 15 días después, el 16 de noviembre, Felipe de Anjou, nieto del Luis XIV, el rey de Francia, se convertía en el primer rey Borbón de España con el nombre de Felipe V. Diego Dávila Messía de Guzmán, el III marqués de Leganés y señor de Morata y Perales, que tanto había luchado por la causa del archiduque Carlos, aspirante austriaco a la corona española, lejos de desaparecer de la escena política continúo en primera línea. En su faceta militar, fue designado capitán general vicario general de las costas de Andalucía.



Este cargo de nueva creación por parte del Felipe V venía a reconocer la fragilidad de las defensas españolas en las costas andaluzas, especialmente cuando España se enfrentaba en su guerra de Sucesión a coalición internacional liderada por Holanda e Inglaterra, países que basaron su expansión en el poderío de sus fuerzas navales.

El 26 de abril de 1701, Leganés accedía a un cargo que le permitía ejercer el mando directo sobre la Cancillería de Granada y la Audiencia de Sevilla pero también sobre todos los corregidores andaluces y los gobernadores de los puertos marítimos. Entregar tanto poder a un militar y político que, hasta unos meses antes, había dedicado todos sus esfuerzos a impedir la ascensión al trono del monarca que le nombró para tan alto cargo significaba, primero, que Felipe V confiaba, y mucho, en la valía militar del marqués– tan decisiva en sus años como gobernador de Milán, los más importantes de su paso por la milicia- y, no menos importante, que el monarca Borbón confiaba en la lealtad del señor de Morata en el ejercicio de sus responsabilidades, algo de lo que ni los enemigos más acérrimos de Leganés jamás dudaron.

En agosto de 1701, solo tres meses después de acceder al cargo y a menos de un mes de que se declarara la guerra de Sucesión, Leganés hubo de hacer frente a la primera crisis: frente a las costas de Cádiz una flota anglo-holandesa amenazaba a la población que, por decisión del marqués de Leganés, fue surtida de leña, tocino y aceite ante el temor de un sitio que se prolongara en el tiempo.

El nombramiento de Leganés, con sus antecedentes de destacado austracista, para que fuera responsable del flanco más débil de las defensas españolas frente a ingleses y holandeses, no fue ajeno a la influencia ante el rey del cardenal Portocarrero, seguro de que Leganés tenía un compromiso con el honor que le impediría anteponer sus simpatías por el archiduque Carlos a su deber como militar.

Con todo, las intrigas palaciegas, que no dejaban de ver en Leganés un posible infiltrado de los ejércitos que amenazaban a la monarquía borbónica en España, consiguieron que Felipe V le relevara de su cargo y el 6 de marzo de 1702 fue sustituido como capitán general de Andalucía y vicario de sus costas por Francisco del Castillo Fajardo, marqués de Villadarias. Esta decisión, desde luego, no empaña su labor durante cerca de un año en defensa de las costas andaluzas, particularmente el tramo comprendido entre Gibraltar y Cádiz. Así lo atestigua un destacado ingeniero y militar francés, Bernard Renau d´Eliçagaray, encargado de supervisar las defensas costeras españolas durante la guerra de Sucesión:

(…) Durante nuestra estancia el año pasado en Cádiz, [1701] el señor marqués de Leganés, tenía excelentes ideas… para la defensa de España. Como sé que ha sido sospechoso e incluso relevado de su empleo por eso, estoy obligado a hacerle justicia habiéndolo visto de cerca más que nadie y deciros que todo lo que he visto en él ha sido de mucha fidelidad y rectitud… Como él va a Francia, si se le da lugar a justificarse, estoy persuadido que lo hará, y si yo estuviera me tomaría la libertad de hablar con el rey, porque creo que la verdad al respecto no sería inútil para el servicio del rey de España, siendo un hombre en edad de bien servir y de ofrecer al rey los conocimientos de este país, que no serán inútiles… Yo le he visto penetrado de dolor y desesperación por la desconfianza que se le ha demostrado (…)

Palacio del Buen retiro en el que ejerció como alcaide el III marqués de Leganés
 

Vuelta a la corte madrileña y al gobierno del Buen Retiro

Con una trayectoria política y militar tan destacada, pero también polémica en tanto que el marqués de Leganés seguía defendiendo abiertamente sus posicionamiento a favor de la Casa de Austria, sorprende que a su vuelta a Madrid, lejos de aislarse en su palacio de San Bernardo, o incluso en su residencia morateña, Diego Dávila Messía siguió moviéndose por los ambientes más influyentes del entorno palaciego. Es más, ante la sorpresa de sus rivales, Leganés mantuvo distintas e importantes responsabilidades cerca del monarca.

Un buen ejemplo de esta situación se produce en el año 1703. Desde el mes de marzo de ese año, el marqués de Leganés era parte integrante de la junta que supervisaba el abastecimiento de víveres y el contingente de tropas al servicio de Felipe V. En un periodo de guerra frente a potencias extranjeras, de nuevo el monarca le situaba en un cargo importante junto al marqués de San Vicente y Jean Orry, el todopoderoso ministro francés, encargado de asuntos tan importantes como la reforma de la administración que desembocaría en la centralización política y la derogación de los fueros y derechos históricos de regiones como Cataluña o Aragón.

La presencia de Leganés en dicha Junta no pasó desapercibida para la princesa de Ursinos, rival persistente e insistente frente al marqués de Leganés de quien no dudó en aconsejar su destitución también como general de artillería, además de reiterar que, como a toda la nobleza, se le exigiera el juramento de fidelidad a Felipe V. Nunca lo consiguió.

Los rivales del señor de Morata tampoco pudieron evitar que, en estos meses de su vuelta a la corte madrileña, Dávila Messía ejerciera su cargo de alcaide del Buen Retiro, empleo asociado desde hacía décadas a su familia paterna desde que Felipe IV, monarca que dio el impulso definitivo a este Real Sitio, se lo adjudicara al conde duque de Olivares, primo del I marqués de Leganés.

Como alcaide del Buen Retiro, un complejo real en el que desde su creación habían colgado pinturas pertenecientes al I marqués y que éste había disfrutado previamente en sus palacios de San Bernardo, en Madrid, o en el de Morata, Diego Dávila Messía tenía no sólo el privilegio de estar situado en el entorno más cercano del nuevo monarca, sino que era el encargado del día a día y de la seguridad de este espacio de ocio y reunión de la corte madrileña.

Como responsable del gobierno del Buen Retiro, el III marqués de Leganés también tomó algunas decisiones que aumentaron, aún más, la animadversión hacia su persona de los cortesanos que acompañaron a Felipe V desde Francia. A Diego Dávila Messía, como tantos otros nobles, nunca le perdonaron que se opusiera a admitir la presencia de mosqueteros en la corte madrileña para encargarse de la custodia y seguridad del monarca: consideraba que esta decisión real significaba un menosprecio al papel tradicional de la nobleza española junto al monarca.

La oposición que mostró el marqués de Leganés a que estas compañías de mosqueteros se alojasen en el Buen Retiro, con lo que obligaba a que se alojaran en pleno casco urbano de Madrid, no dejaba de ser una jugada estratégica del marqués para que la población mostrara su rechazo a estas fuerzas extranjeras presentes en el corazón de la capital del reino.

Este tipo de decisiones, junto con la labor de desprestigio que los cortesanos franceses no dejaron de practicar frente a la figura del marqués de Leganés, alcanzaron su punto álgido y definitivo cuando Diego Dávila Messía fue detenido acusado de organizar y encabezar una conspiración, otra más, que tenía como objetivo apoderarse del matrimonio real cuando estos acudieran al Buen Retiro.

La conspiración, cierta o imaginaria, estaría previsto que se desencadenara el día del Corpus, cuando el marqués de Leganés debería detener a los soberanos al tiempo que, en otros lugares y ciudades de España, como Cádiz, Granada, Sevilla, Badajoz o en el mismo Madrid, se producirían levantamientos populares y militares para derrocar a Felipe V y proclamar nuevo rey al archiduque Carlos.

Por decisión del embajador francés Amelot, recién llegado a la corte de Madrid, se procedió a la detención de Leganés el 11 de junio de 1705 en el Buen Retiro. Según la versión que circuló por la corte y que sirvió para destituir a Leganés y acabar, definitivamente, con su presencia en Madrid, en la conspiración también estaban implicados prisioneros de guerra de origen inglés, alemán y holandés socorridos y alentados por el propio Diego Dávila.

También se justificó la detención de Leganés y de otros nobles y personajes implicados en el complot en el hecho de que los conspiradores tenían órdenes de asesinar a cuantos se opusieran a una insurrección que también contemplaba el traslado de los monarcas a Lisboa y, en caso de negativa, su propio asesinato.

Como consecuencia de las intrigas y conspiraciones contrarias a Felipe V, la justicia real no vaciló en ejercer una dura represión contra los implicados, entre ellos miembros del clero, de la nobleza –sobre todo el conde de Cifuentes habitual como Leganés en su oposición a Felipe V- y de las clases populares, con el resultado de más de cien ajusticiados en la horca.

Traslado a Pamplona y expatriación a Francia del marqués de Leganés

Pese a su detención, nunca se presentaron pruebas sólidas que justificaran el arresto y prisión de Diego Dávila Messía. De hecho gran parte de la nobleza con tendencias austracistas, aunque se mostrara más tibia y acomodaticia que Leganés, denunciaron que la detención se basó en simples y vagas sospechas que no probaban ningún tipo de implicación en conspiración alguna.

Los partidarios de Felipe V tampoco es que aportaran ninguna prueba contra el marqués pero, en sus manifestaciones sobre su detención, mostraron su animadversión tradicional contra quien siempre mostró su oposición a los Borbones y nunca ocultó sus simpatías por archiduque Carlos. Entre estos enemigos declarados del marqués de Leganés destacaba la princesa de Ursinos. En una carta a su compatriota madmoiselle de Maintenon, clamaba contra quienes dudaban de la culpabilidad de Leganés:

(…) ¡Por amor de Dios! que no se mire a este hombre como inocente; yo lo tengo por muy criminal: si no se han encontrado pruebas de ello en sus papeles, es porque han sido inventariados por partidarios decididos de nuestros enemigos.

Hasta el propio rey Felipe V, a quien no le faltarían medios para encontrar esas supuestas pruebas caso de existir, dudaba de la responsabilidad del marqués en los hechos de los que se le acusaba. En una comunicación con su abuelo, Luis XIV, le planteaba los rumores que circulaban sobre la inocencia de Leganés. El monarca francés, se limitó a responderle:

(…) Desearía que pudieran cesar los discursos de los que V.M. se queja; pero es imposible arrebatar al público la libertad de hablar: se la ha atribuido [la culpabilidad] en todos los tiempos, en todos los países, y en Francia más que otros lugares. Hay que intentar no darle más que asuntos que aprobar y que alabar.

Luis XIX, en conversaciones privadas con su embajador Amelot, reconocía sin embargo la existencia de pruebas pero, según cita Marcelo Luzzi en su memoria de doctorado La Monarquía de Felipe V, la casa del rey, resultaba más provechoso para ambas monarquías mantener la prisión de Leganés ya que chocaría más el mal efecto que produciría al presente la liberación del marqués de Leganés que el que hubiera podido producir el de su prisión y aun no encontrándose nada contra él no debería tratarse de su libertad antes de la paz (…).

La detención de Leganés y las circunstancias en las que se produjo no dejó de tener su interés en todas las cortes europeas*: En la relación del traslado de Leganés a Pamplona, como primer destino en su condición de detenido y culpable de traición a Felipe V, se cuenta como, en primer lugar, fue trasladado a Alcalá de Henares y a continuación a Guadalajara. Simultáneamente, dos enviados de la justicia real requisaron toda la documentación que encontraron en su palacio de San Bernardo al tiempo que detenían y encarcelaban a toda su servidumbre.

Tras su estancia en Pamplona, donde compartió prisión con otros supuestos implicados en la conspiración, el marqués de Leganés fue trasladado a territorio francés. Se materializaba así su expatriación con una primera estancia en el château de Trompette, en Burdeos, desde donde sería trasladado, un año después, en agosto de 1706, a París, concretamente al castillo de Vicennes.

Mientras cumplía con la orden de prisión decretada por Felipe V, hubo un último intento de suavizar la situación personal, legal e incluso económica y familiar** que sufría el marqués de Leganés fuera de su país sin que ningún proceso legal ni por supuesto cualquier tipo de prueba lo justificara. El mariscal Tesse, embajador de Francia en la corte de Felipe V, intentó en 1710 mediar ante el monarca Borbón para obtener el perdón real del noble español. El diplomático francés planteó incluso el matrimonio de su propia hija, viuda del marqués de Maulevrier, con el marqués de Leganés que permanecía viudo y sin descendencia desde la muerte en 1673, a la edad de 31 años, de su primera mujer, Jerónima de Benavides, con la que había contraído matrimonio en el Palacio Real de Madrid el 22 de septiembre de 1668.

El III marqués de Leganés fallecería unos meses después, el 27 de enero de 1711 en el castillo de Vicennes a la edad de 63 años. Su cuerpo fue enterrado en el convento de los Mínimos de la plaza Royale de París.




*Las publicaciones editadas en Francia lógicamente apoyaban la culpabilidad de Leganés en la conspiración para derrocar a Felipe V. La Gazzette de París acusaba a Leganés de mantener correspondencia con el enemigo y de la confiscación de sus papeles, donde supuestamente se encontrarían las pruebas.

Por parte de las publicaciones austriacas, como la Gaceta de Viena o Wiennerigge Diarium, informaban sobre la intención de los amotinados de ponerse a las órdenes del archiduque y del temor borbónico a nuevos motines.

Tras el traslado a la ciudadela de Pamplona de Diego Dávila, las publicaciones europeas siguieron informando de la situación de Leganés, su posible traslado a Burdeos e incluso de su mala salud que algunos medios calificaban como grave.


**La prisión en París y en otras cárceles del III marqués de Leganés significó la aparición de deudas y de problemas económicos en un marquesado que, con su titular lejos de España, difícilmente podía resolver el gobierno de su patrimonio, encomendado a distintos administradores que, durante seis años, prácticamente no tenían a quien presentar cuentas. A esta situación de precariedad se unió la ausencia de un heredero directo, con lo que la Casa de Leganés, el señorío de Morata y Perales, llegó al año 1711 con la necesidad de encontrar quien asumiera el patrimonio y los mayorazgos que quedaron sin sucesión. Sobre estos asuntos trataremos la próxima semana.



Fuentes y bibliografía:

  • La derrota del partido austracista y los votos del Consejo de Estado de julio de 1700 ante la conflictiva sucesión de Carlos II. Rafael Cantero Bonilla. Director Antonio Álvarez-Ossorio Alvariño. Codirectora Marina Torres Arce. Curso 2016 / 2017.

  • Boletín de la Academia de la Historia. Tomo XCVIII. Cuaderno I. Enero-marzo de 1931. Documentos referentes a las postrimerías de la Casa de Austria en España.

  • Historia de las guerras civiles de España. Biblioteca de escritores aragoneses, Tomo IV. López de Mendoza y Pons, conde de Robres. Imprenta del Hospicio Provincial. Zaragoza, 1862.

  • Instauración dinástica y reformismo administrativo: la implantación del sistema ministerial. María Victoria López-Cordón. Universidad Complutense de Madrid. Departamento de Historia Moderna. Ciudad Universitaria. 28040 Madrid.

  • La guerra de sucesión de España, 1700-1714. Alvareda Salvado, Joaquím. Crítica. Madrid, 1968.

  • Historia general de España desde los tiempos más remotos hasta nuestros días. Modesto Lafuente. Tomo VI. Parte III. Dominación de la Casa Borbón. (Libros VI, VII y VIII. Editado por Javier Martínez. Madrid, 1857-58

  • Luis Manuel Fernández, Cardenal Portocarrero (1635-1709). Regente de España. Manuel Muñoz Rojo. Programa de Doctorado: Historia e Historia del Arte y Territorio. Director: Don José Manuel de Bernardo Ares. Codirector: Don Juan Antonio Sánchez Belén. Uned, 2017.

  • Las bases políticas de la guerra de Sucesión en Andalucía: el alcalde mayor Rodrigo Caballero Illanes (1701-1740). Julio Martínez López. Erebea, Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, nº 9-2019.

  • Historia de las guerras civiles de España. Biblioteca de escritores aragoneses, Tomo IV. López de Mendoza y Pons, conde de Robres. Imprenta del Hospicio Provincial. Zaragoza, 1862.

  • Entre la conveniencia y la convicción. La construcción de redes de oposición en la Guerra de Sucesión Española. González Mezquita, María Luz (2009). XII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia, Facultad de Humanidades y Centro Regional Universitario Bariloche. Universidad Nacional del Comahue, San Carlos de Bariloche.

  • Bernard Renau d’Éliçagaray en España durante la Guerra de Sucesión. Manuel-Reyes García Hurtado. Vegueta. Anuario de la Facultad de Geografía e Historia. Universidade da Coruña, 2021.

  • Poder e influencia política de una reina de España durante la Guerra de Sucesión: María Luisa Gabriela de Saboya, primera esposa de Felipe V. Memoria para optar al grado de doctor presentada por José Antonio López Anguita. Directora-Carmen Sanz Ayán. Universidad Complutense de Madrid-Facultad de Geografía e Historia. Madrid, 2016.

  • España bajo el reinado de los Borbones. Guillermo Coxe. Tomo I. Establecimiento tipográfico de D. F. de P. Mellado, editor. Madrid, 1846.

  • El conde de Ursell la financiación de la reforma de la Guardia Real (Siglo XVIII)- Thomas Glesener. Chronica Nova, 40. 2014.

  • La Monarquía de Felipe V, la casa del rey. Universidad Autónoma de Madrid. Trabajo presentado para la obtención del título de Doctor por D. Marcelo Luzzi Traficante. Facultad de Filosofía y Letras. Departamento de Historia Moderna. Dirigido por el Prof. Dr. José Martínez Millán. Madrid, 2014.

  • La España de los Borbones, desde antes de la muerte de Carlos II hasta la abdicación de María Cristina en Valencia. González de Carvajal, José. Tomo Primero. Sociedad Poligráfica. Madrid, 1842.

  • La invención de las noticias. Las relaciones de sucesos entre la literatura y la información (siglos XVI-XVIII). Ciappelli, Giovanni y Nider, Valentina (eds). Università degli Studi di Trento-Dipartimento di Lettere e Filosofia.

viernes, 15 de octubre de 2021

El III marqués de Leganés, señor de Morata y Perales, y el cambio de dinastía en España

Reconocido defensor de la casa de Austria, se posicionó a favor del archiduque Carlos para suceder a Carlos II

Participó activamente en el conocido Motín de los gatos

En febrero de 1711 moría en las cercanías de París, el III marqués de Leganés. Diego Dávila Messía y Guzmán* también ostentaba el título de II marqués de Morata de la Vega y fue nieto del primer señor de Morata, Diego Messía Felípez de Guzmán. Después de ejercer como virrey en Cataluña y Valencia y como gobernador en Milán, fue un firme defensor de la Casa de Austria, algo que marcó su vida y hasta su muerte ocurrida en el castillo de Vicennes. En los años finales del reinado de Carlos II, fallecido sin descendencia, trabajó, sin éxito, para impedir el cambió de dinastía en la Corona española.


En los años de transición entre el siglo XVII y XVIII, la ausencia de un heredero directo de Carlos II** el que sería el último monarca de los Austria en España, desató una lucha feroz entre los aspirantes al trono español y sus distintos partidarios, integrantes todos ellos de las facciones que, alentadas por los países interesados en influir en el reino español, se formaron cuando ya era más que evidente que el monarca reinante moriría sin descendencia, como así fue finalmente.
En este tablero de ambiciones políticas, intereses cruzados de las potencias extranjeras y luchas partidistas, que confluyeron finalmente en la guerra de Sucesión,  el III marqués de Leganés se convirtió en destacado protagonista, actor determinante en la política palaciega y, finalmente, claro perdedor no sólo para él sino, incluso, para su propia familia.
Fueron unos años que cambiaron la historia de España y que para la persona que ostentara el marquesado de Morata de la Vega, a nivel personal y familiar, le supuso morir en una prisión extranjera, sin sucesión directa y con el patrimonio económico acumulado por sus antepasados en franco declive. Como colofón, todos los señoríos, privilegios y títulos acumulados por su abuelo pasaron a la Casa de Altamira, incluido el señorío de la villa de Morata. Fue el precio a pagar por mantenerse fiel  y leal a los Habsburgo en los últimos años de reinado de esta dinastía en España.
Lealtad, ante todo y contra todos del marqués de Leganés
Es cosa terrible querer exponerme a que desenvaine la espada contra la casa de Austria, a la cual debe la mía tantos beneficios. Esta declaración de fidelidad absoluta, de lealtad sin límites a una familia real, a una dinastía y a una forma de gobernar España, resume a la perfección la trayectoria vital y política  de quien fuera en vida el III marqués de Leganés, ultimo heredero directo del fundador del señorío de Morata.
Antes de pronunciar esas palabras, sinceras y sentidas como le reconocieron incluso sus enemigos, pronunciadas para justificar su negativa a jurar fidelidad al nuevo soberano español, Felipe V, llegado desde Francia como representante de la nueva dinastía reinante, los Borbones, Diego Dávila Messía y Guzmán trabajó con ahínco para defender la permanencia de los Habsburgo en el trono, patrocinó y promovió medidas para hacerlo posible y hasta no dudó en encabezar y manipular levantamientos y conspiraciones si con ello conseguía su objetivo declarado de que los Austrias, en la persona del archiduque Carlos, accediera a la sucesión de Carlos II, fallecido el 1 de noviembre de 1700.
La muerte del rey conocido con el sobrenombre de El Hechizado no por esperada dejó de dar paso a una de los periodos más convulsos de la monarquía en España. En los meses anteriores, incluso años, previos a la muerte de Carlos II, las potencias extranjeras, Inglaterra, Francia, Alemania y Austria no dejaron mover piezas, buscar aliados y crear las bases para que el heredero de la Corona española favoreciera los intereses, contrapuestos, huelga decirlo, de cada una de ellas. La elección, pactada, de José Fernando de Baviera, un heredero que, si bien no era del gusto de todos los países implicados, al menos era el que menos rechazos levantaba permitía, además mantener los equilibrios de poder en Europa, hizo parecer que se había solucionado un problema sucesorio. Sin embargo, la coyuntura histórica que no hizo sino empeorar cuando esta elección de compromiso se hizo inviable por la muerte prematura, en febrero de 1699, a la edad de siete años, del elegido como sucesor del rey español.
A partir de entonces, las opciones habían reducido a dos: Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, representaba los intereses de Francia; el archiduque Carlos, perteneciente a la casa de Austria, permitiría, de haber reinado, mantener la línea dinástica en España y una forma de gobernar que ofrecía, a grandes rasgos, más autonomía para los territorios peninsulares frente a al centralismo de los Borbones.
En este momento de la historia, el III marqués de Leganés, consciente de que había que encontrar un nuevo monarca y dispuesto a defender, con cualquier medio, la candidatura austriaca no dudo en poner todo su empeño en este propósito. Para ello, en una tradición muy española, se integró en uno de los dos grupos que trabajaron para defender los intereses de cada uno de estos aspirantes: los partidarios del archiduque Carlos y los que defendían la opción borbónica.
A favor de la primera opción participaban miembros de la alta nobleza como el duque del Infantado, el duque de Pastrana, el marqués de los Balbases o los condes de Siruela o Cifuentes, junto con los embajadores de Austria y, cómo no, la misma reina, Mariana de Neoburgo, la segunda esposa de Carlos II y firme defensora de su sobrino, el archiduque Carlos, como aspirante al trono. Por supuesto, en este grupo no podía faltar el III marqués de Leganés. De hecho, el poseedor del señorío de Morata, frente a otros nobles y destacados políticos que no siempre mantuvieron su firmeza en la defensa de los intereses de los Austrias, nunca mostró un atisbo de tibieza en su fervor austracista.
Y bien que lo demostró, no mucho después de la muerte del frustrado heredero al trono  José Fernando de Baviera. Nos encontramos en el mes de abril de 1699 y podemos decir que este fue el comienzo unos años sin un atisbo de tranquilidad en España: en 1700 murió Carlos II y, seguidamente, tras la lectura del testamento del monarca fallecido, se proclamó rey a Felipe de Anjou, ya como Felipe V. Después llegarían levantamientos territoriales y la culminación de la crisis institucional, política y social con la guerra de Sucesión.
Pero antes, los españoles asistieron a algunos episodios con participación directa de nuestro protagonista, el III marqués de Leganés, señor de la villa y II de Morata de la Vega. El primero de estos acontecimientos, aún en vida de Carlos II, fue el conocido como Motín de los gatos, un levantamiento popular manejado, en la sombra, por agentes extranjeros y la alta nobleza cuyos intereses iban más allá de las protestas y tumultos provocados por el alto precio del pan que, al fin, sería la excusa que sirvió de para levantar a las masas.
 
Grabado de las revuelta popular conocida como Motín de los gatos
 
El Motín de los gatos o de Oropesa
En los primeros meses de 1699 el territorio de la Corona española sufría uno de esos episodios que regularmente desestabilizaba las calles en las ciudades, y especial y singularmente, en la capital del reino. Una sucesión de malas cosechas de cereales desembocó en un alza indiscriminada del precio del pan, alimento imprescindible en la alimentación de las clases populares. Por si fuera poco, las tendencias inflacionistas provocadas por quienes tenían capacidad de controlar el flujo del mercado del trigo, elevaron el descontento social hasta provocar el levantamiento popular iniciado el 28 de abril. La ira de los más necesitados se centró, de inicio en el corregidor de Madrid, Francisco de Vargas, y pronto se extendió por la capital al grito de pan, pan queremos pan… ¡Viva el rey muera el mal gobierno!
Y fue el propio rey, que vivía sus últimos meses quien intentó calmar los ánimos de los amotinados y del movimiento popular y, efectivamente, medias de emergencia abarataron el precio  del pan, al menos por unas semanas, pero el motín sirvió también para acabar con la figura del valido real, el conde de Oropesa, presidente en una segunda etapa del Consejo de Castilla, acusado junto con su mujer de acaparador de trigo y de favorecer el encarecimiento el pan.
Oropesa, que ya había presidido el Consejo de Castilla en un periodo entre 1684 y 1691 era partidario, como el señor de Morata, de la opción austracista frente a los Borbones franceses. De no haberse producido el motín y su destierro de la corte, Oropesa  tal vez hubiera continuado influyendo en el monarca para que designara en su testamento al representante austriaco como sucesor de la Corona española. Sin embargo, la salida de Oropesa sustituido por el cardenal Manuel Arias, de marcada tendencia  borbónica, no hizo sino disminuir, como se vería meses después, las posibilidades del archiduque Carlos de acceder al trono español.
¿Qué papel jugó el marqués de Leganés en el Motín de los Gatos?
Junto con otros miembros destacados del partido austracista Diego Dávila Messía y Guzmán, que también era partidario de realizar profundos cambios en la administración de la Corona española, no dejó de conspirar para conseguir influir en el nombramiento del archiduque como continuador de la dinastía de la Casa de Austria al frente de la Corona española. Junto con otros destacados partidarios de los Habsburgo, como el almirante de Castilla, el conde de Melgar, parece que en los días previos al motín su palacio en el entorno de San Bernardo fue frecuentemente lugar de reunión de conspiradores que intentaron, incluso, favorecer un golpe militar que finalmente no se llevaría a cabo.
También está esta admitido que el señor de la villa de Morata trabajó junto a quien fuera corregidor madrileño, Francisco Ronquillo en poner las bases del motín civil. Para ello se sirvieron de pasquines anónimos, folletos, sátiras y bulos y rumores que acrecentaban el recelo de las clases populares frente a un gobierno de extranjeros, o mejor, de personajes influenciados por los intereses franceses, a los que, naturalmente, se les hacia también responsables de la carestía de la vida.
En el golpe militar, en el que se involucró Leganés, junto con el embajador austriaco Harrach y otros nobles austracistas, se pretendía también apartar del poder y del entorno del rey a los partidarios de Francia y obligar a Carlos II, a quien se habría trasladado obligado a El Escorial, a abrazar definitivamente la opción austriaca. Este golpe, nunca pasó de ser un simple proyecto que jamás se materializó, quizá por la tibieza del emperador austriaco, curiosamente remiso a apoyar a quienes defendían su causa dinástica.
En el otro proyecto conspirativo, pese a que el Motín de los gatos consiguió un cambio profundo en la estructura de poder que se aglutinaba en torno al rey Carlos II, el trabajo de Leganés no dio los frutos esperados por el conspirador. El marqués, que pretendía acceder al Consejo de Castilla para así influir directamente en el rey no consiguió su propósito y, decepcionado y desengañado, anunció al embajador austriaco Harrach su intención de dejar la corte y desplazarse a sus señoríos andaluces*** tras advertirle proféticamente que cuando caiga España en poder de los franceses, y ocurrirá pronto, sólo cabra atribuir a S.M. Imperial [El emperador austriaco Leopoldo I] la culpa.
El marques de Leganés, pese a su declarado partidismo a favor de los Habsburgo, contaba con el respeto de los franceses. Henry de  Harcourt, el poderoso e influyente embajador francés en la corte de Carlos II, le manifestó siempre su consideración y, junto con el mismo rey francés, Luis XIV, le catalogaba como una persona leal, sincera e inteligente. Otra vez, de nuevo, la lealtad de Diego Dávila Messía como divisa determinante de su comportamiento ante el mundo.  En una carta sin fecha, pero enviada al monarca francés en los días previos al Motín de los gatos, su embajador en la corte española decía del III marqués de Leganés y señor de Morata:
(…) Leganés agradeció mucho la carta de S. M. Imperial. Es realmente el único que da la cara por la causa austríaca. El Rey y la Reina se le muestran ahora muy propicios, pero no es seguro que continúen así, porque Leganés acostumbra hablar claro, sin temor a descontentarles.
En otra carta, remitida desde Madrid a la corte francesa, Harcourt informaba el 15 de mayo de 1699, tras el motín, que continuaban las reuniones de los proaustriacos en el palacio del marqués de Leganés. Sin embargo, pese a estas informaciones del embajador francés, la decepción por no ser nombrado consejero y tras descartar un nuevo empleo como embajador en Viena, Diego Dávila Messía y Guzmán optó por abandonar la corte. Esta decisión la confirma otro personaje muy bien informado en el Madrid de finales del siglo XVII, el embajador austriaco Harrach. En una carta que remitió al emperador Leopoldo I en agosto de 1699, le adelantaba la intención de Leganés de alejarse de Madrid:
(…) El Gobernador del Consejo de Castilla y el Confesor del Rey han comisionado a Leganés para que diga al Cardenal Portocarrero que están dispuestos a reanudar su campaña contra la camarilla de la Reina, para conseguir la instauración de un buen Gobierno; pero que si Su Eminencia no la inicia se retirarán a sus casas a fin de no compartir las responsabilidades de lo que está sucediendo (…).
En efecto, el pesimismo que se apoderó del III marqués de Leganés y sus augurios de que la causa austriaca había perdido la partida frente a la opción francesa, entre otras cosas por la indecisión de Leopoldo I,  no tardaron en cumplirse. Había pasado algo más de un año  desde que Diego Dávila Messía y Guzmán jugara sus bazas en el Motín de los gatos y en el frustrado golpe militar cuando la muerte de Carlos II, en noviembre de 1700, confirmó el cambio de dinastía y el desembarco de  los Borbones a España.
La llegada del nuevo rey, Felipe V, contra la que tanto había batallado y conspirado el marqués de Leganés, podría haber significado en otro personaje, menos tenaz en la defensa de sus ideales pero a la vez determinado a servir a su país, su inmediato ostracismo y alejamiento de todo cargo importante dependiente de la Corona como sucedió con tantos personajes de la época ligados a la causa austriaca. Pero no fue así. La próxima semana veremos como Diego Dávila Messía y Guzmán, aún tenía que jugar algunas bazas en los primeros años del reinado del primer Borbón en el trono español, antes de su caída definitiva y de su destierro final en Francia


*Diego Dávila Messía y Guzmán (Badajoz, 1648-Vicennes, 1711), III marqués de Leganés, también aparece en algunas biografías con el nombre de Diego Messía Felípez de Guzmán  y Dávila, denominación en la que coincidiría con su abuelo el I marqués de Leganés.
**Pese a casarse dos veces, Carlos II nunca pudo lograr descendencia debido a sus problemas físicos manifestados prácticamente desde el primer momento de su nacimiento. Sus dos esposas, extranjeras como era común para forjar alianzas, pertenecían a las dos dinastías que, con los años, lucharon por el trono español. La primera de ellas, María Luisa de Orleans, sobrina del rey francés Luis XIV, fue objeto de sátiras y burlas en forma de crueles coplillas que cantaban las clases populares cuando la deseada maternidad se retrasaba y no era capaz de engendrar un sucesor:
Parid bella flor de Lis,
que en fortuna tan extraña,
si parís, parís a España,
si no parís, a París.
La segunda mujer de El Hechizado, Mariana de Neoburgo, estaba ligada a la Casa de Austria a través de su hermana Leonor, casada con el emperador Leopoldo I. Su elección fue un intento a la desesperada de conseguir un heredero pues se consideraba que sus antecedentes familiares -especialmente los de su madre, que había tenido ¡20! Embarazos-, garantizaban su fertilidad, algo que no llegó a cumplirse por la impotencia de su marido.
***Recordemos que el III marques de Leganés había ganado al duque de Medina de las Torres el interminable pleito iniciado por su abuelo, el I marqués de Leganés, en el año 1655, para acceder a los títulos y privilegios del conde duque de Olivares, fallecido sin descendencia directa, en territorio andaluz. Esta victoria en los tribunales significó para la Casa de Leganés, hasta entonces limitada en sus posesiones a las tierras de ambas Castillas y con palacios destacados en Madrid y, por supuesto, en la villa de Morata, aumentar su riqueza territorial y señorial con los bienes que pertenecieron a  Gaspar de Guzmán y Pimentel en Andalucía. Pese a este incremento patrimonial, el III marqués de Leganés, moriría endeudado en su destierro y prisión en París.

Fuentes y bibliografía:
    • La derrota del partido austracista y los votos del Consejo de Estado de julio de 1700 ante la conflictiva sucesión de Carlos II. Rafael Cantero Bonilla. Director Antonio Álvarez-Ossorio Alvariño. Codirectora Marina Torres Arce. Curso 2016 / 2017.
    • Boletín de la Academia de la Historia. Tomo XCVIII. Cuaderno I. Enero-marzo de 1931. Documentos referentes a las postrimerías de la Casa de Austria en España.
    • Historia de las guerras civiles de España. Biblioteca de escritores aragoneses, Tomo  IV. López de Mendoza y Pons, conde de Robres. Imprenta del Hospicio Provincial. Zaragoza, 1862.
    • Instauración dinástica y reformismo administrativo: la implantación del sistema ministerial. María Victoria López-Cordón. Universidad Complutense de Madrid. Departamento de Historia Moderna. Ciudad Universitaria. 28040 Madrid.
    • La guerra de sucesión de España, 1700-1714. Alvareda Salvado, Joaquím. Crítica. Madrid, 1968.
    • Historia general de España desde los tiempos más remotos hasta nuestros días. Modesto Lafuente. Tomo VI. Parte III. Dominación de la Casa Borbón. (Libros VI, VII y VIII. Editado por Javier Martínez. Madrid, 1857-58.
    • Luis Manuel Fernández, Cardenal Portocarrero (1635-1709). Regente de España. Manuel Muñoz Rojo. Programa de Doctorado: Historia e Historia del Arte y Territorio. Director: Don José Manuel de Bernardo Ares. Codirector: Don Juan Antonio Sánchez Belén. Uned, 2017.


viernes, 8 de octubre de 2021

Los Angulo, una familia de comerciantes en Morata (y IV)

Diego Jarava y María Ramona Muñoz y Acebal construyeron la Casa Mac Crohon

La muerte sin descendencia de Manuel de Angulo propició que los bienes que había adquirido en Morata su padre, Ramón de Angulo, al conde de Altamira pasaran a la familia Acebal en la persona de su viuda, María Sandalia Acebal Arratia. Tras un segundo matrimonio sin descendencia de María Sandalia con Luis Usoz, el patrimonio de la familia en Morata pasó a su hermana, Ramona de Acebal Arratia y, posteriormente, a su hija, Ramona Muñoz de Acebal y Arratia.



Ramona Muñoz de Acebal y Arratia, nacida en Madrid en 1846, que había contraído matrimonio el 17 de junio de 1867 con Diego María Jarava y Torre, recibió de su madre los bienes que en la villa de Morata habían pertenecido a María Sandalia de Acebal, su tía y hermana de su madre. Entre estos bienes, aparte de las fincas rústicas de la vega de Morata con una superficie de alrededor de 800 fanegas, destacaban el Molino y la Huerta de Angulo y, tras ser adquirido a los frailes dominicos, el solar donde se levantaría la que sería, posiblemente, la propiedad más emblemática de la familia y que hoy conocemos como Casa MacCrohon.

Entre 1881 y 1882, catorce años después de contraer matrimonio con Ramona Muñoz de Acebal y Arratia, Diego María Jarava junto con su mujer promovió la construcción de la residencia familiar en Morata. Desconocemos si, previamente, tanto Ramona Muñoz como su madre, Ramona de Acebal o, incluso su tía, María Sandalia de Acebal, habían residido en Morata, cuando menos, de forma esporádica, aunque, tal como contamos la pasada semana María Sandalia recurrió y ganó ante el Ayuntamiento de Morata el pago de impuestos locales que, al no ser vecina, consideraba que no le correspondían. En cualquier caso, en 1882, tal como figura en la entrada principal del edificio, se inauguraba el hotel, según la terminología de la época, que se había construido según los planos del arquitecto José Urioste y Velada, autor también del proyecto de remodelación del Molino de Angulo, unos años después, en 1888.

Juan de Diego Arribas, maestro en la escuela de Morata y autor de una muy útil Historia de Morata, describe en su texto el hotel de la familia Jarava-Muñoz Acebal:

(…) Entre las construcciones modernas, la que más llama la atención en Morata, con justísima razón, es el grandioso hotel, terminado no ha mucho tiempo por el senador del Reino y acaudalado banquero Sr. Jaraba [sic]. Este señor, que tiene aquí muchas y muy buenas posesiones, y que cobra de ellas pingües rentas, ha querido también hacer algo en beneficio de la población, ya proporcionando trabajo a gran número de obreros, ya hermoseándola con tan magnífico edificio.

Se halla situado al Oeste, pero dentro de la población (1), entre las calles de la

Iglesia, Marina y plazuela de Don Gregorio.

Sobresale muchísimo de los demás edificios, como para demostrar así más su arrogancia y majestad. Es de ladrillo y estilo moderno, formando un conjunto bellísimo.

Tiene un patio a manera del que hemos descrito en el palacio anterior [el del conde de Altamira], pero sin fuente; sus columnas son de hierro.

(…) Tarea muy pesada sería el ir citando una por una las muchas y hermosas habitaciones de este hotel, con las cuales pudiéramos formar un buen museo de figuras geométricas; pero renunciamos a ello, y sólo nos concretaremos a decir que su construcción ha costado cerca de 375.000 pesetas. Este solo detalle habla más alto que nosotros pudiéramos hacerlo, y en estos momentos se están amueblando las habitaciones con el lujo* y elegancia en armonía con su construcción.

Tampoco ha querido el Sr. Jaraba que por un accidente de la Naturaleza pudiera en poco tiempo destruirse la obra, después del capital en ella empleado, los sinsabores que le cuesta y el entusiasmo que por ella tiene; y a este fin la ha dotado del invento del célebre Franklin para librarle del furor de la electricidad, colocando en ella dos pararrayos. Para surtir de aguas al hotel, así como a los jardines que están proyectados, contiguos a él, ha comprado el señor Jaraba las aguas de una finca cerca del pueblo (…).

(I) Está asentado sobre el solar de una gran casa que tenían los frailes Franciscanos [sic]. (En realidad el solar perteneció hasta su desamortización a los frailes Dominicos del Rosario y no a los Franciscano].

Matrimonio Concepción Jarava-Manuel Mac Crohon

El matrimonio Jarava-Muñoz Acebal tuvo cuatro hijos, Luis María Jarava y Muñoz (1868), María Pascuala Jarava y Muñoz (1870), María de la Concepción Jarava y Muñoz (1883) y María Asunción Jarava y Muñoz.

El matrimonio de la primera de sus hijas, María Pascuala Jarava Muñoz con Francisco de Asís Ruiz de Arana Osorio de Moscoso, volvió a relacionar a ambas familias ya que el novio, marqués de Velada, era nieto de Vicente Pio Osorio de Moscoso y biznieto de Vicente Isabel Osorio de Moscoso, el XII conde de Altamira que vendiera a los Angulo la mayoría de sus propiedades en Morata y que en esos años finales del siglo XIX pertenecían a la familia de la contrayente. Sobre este matrimonio y su enlace en Madrid, celebrado el 11 de mayo de 1891, informaba el diario La Época:

En la parroquia de San Cayetano, según oportunamente dijimos, se verificó anteayer la boda de la señorita de Jaraba, hija del senador del reino del mismo apellido, con el hijo segundo de los señores duques de Baena, Don Francisco de Asís Ruiz de Arana y Ossorio Moscoso, marqués de Velada. (…) Los nuevos cónyuges salieron por la tarde para sus posesiones de Morata, donde pasarán el principio de su luna de miel. (La Época, 13 de mayo de 1891).

Muerto en 1913 sin descendencia Luis Jarava y Muñoz, el único hijo varón del matrimonio Jarava-Muñoz Acebal, las dos hermanas restantes, María Concepción y María de la Asunción Jarava Muñoz, se casaron con dos hermanos pertenecientes a la familia Mac Crohon: Manuel Mac Crohon Acedo-Rico y Luis Mac Crohon Acedo-Rico. El matrimonio entre María Concepción Jarava y Manuel Mac Crohon tuvo lugar en Madrid, en la parroquia de San Millán, el 25 de junio de 1904. Serían los hijos de este matrimonio quienes recibieran los bienes originarios que había adquirido en Morata la familia Angulo, después de que en 1908 falleciera en Madrid su abuelo materno, Diego María Jarava Torre, y en 1919 sus padres, Manuel y María Concepción.

En efecto, en 1919 y a consecuencia de la terrible gripe española fallecieron con escasos días de diferencia María de la Concepción Jarava y Manuel Mac Crohon, padres de Manuel, Diego, María de Pilar, María de la Concepción, Juan Ignacio y Ramón Mac Crohon y Jarava. En ese año de 1919, María Ramona Muñoz de Acebal, su abuela materna, aún constaba en los registros oficiales como propietaria de bienes en Morata, al menos, según una información recogida en el semanario El Madrileño, del Molino de Angulo:

(…) Doña Ramona Muñoz del Acebal, viuda de Jarava, propietaria y vecina de esta corte, con domicilio en la calle de Embajadores, número 22, solicita la inscripción en los Registros provincial y central de aprovechamientos de aguas públicas de uno [molino] que posee en esta provincia de aguas del río Tajuña, en la vega y término municipal de Morata de Tajuña, para la producción de fuerza motriz destinada a los usos de un molino harinero de su propiedad, llamado Molino de Abajo, y se anuncia con el fin de que en plazo de veinte días puedan reclamar los que se creyeran perjudicados con esta solicitud de inscripción. (El Madrileño, 4 de mayo de 1919).

Meses después de este anuncio, el 6 de febrero de 1920, según reseñó Jesús Antonio de la Torre en su trabajo sobre la Historia de la villa de Morata de Tajuña, la viuda de Diego María Jarava donó los bienes** de la familia en Morata a sus nietos Manuel, Diego, María de Pilar, María de la Concepción, Juan Ignacio y Ramón Mac Crohon y Jarava.


Documento que recoge la relación de cuadros incautados en la Casa Mac Crohon en 1937

*Sobre la decoración de la casa de los Mac Crohon Jarava hemos localizado un interesante documento en la página web del Instituto del Patrimonio Cultural de España. Según este documento, en abril de 1937, justo unos días después de la finalización de la Batalla del Jarama, la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico emitió un acta en el que figuraban las obras de arte incautadas en el hotel de la familia Mac Crohon Jarava en Morata. Se trataba de 32 pinturas fechadas en distintas épocas y obra de varios artistas de entre los siglos XVI y XX.

Entre todo el patrimonio incautado y entregado en el depósito de la Junta, destacamos dos obras : un lienzo con un San Francisco, calificado en el acta levantada como falso Greco, y otro lienzo, Dama y vieja en el balcón, atribuido, literalmente, a la Esc. de Goya.

Aunque desconocemos el destino de este conjunto artístico tras la finalización de la guerra y si fue devuelto a sus legítimos propietarios, en años posteriores aparecen en la colección Mac Crohon dos cuadros que podrían coincidir con los que se citan en la casa Mac Crohon de Morata.

El primero, según una entrada de la Fototeca del Patrimonio Histórico del Ministerio de Cultura, correspondiente al Archivo de Arte Español del fotógrafo Moreno, se trata de un oleo sobre lienzo titulado San Francisco y fray León meditando sobre la muerte, obra o ¿copia? de El Greco perteneciente, según la ficha de la obra, a la colección Mac Crohon (Madrid). Sobre la autoría de esta pintura y su pertenencia a la familia Mac Crohon también hemos localizado un antiguo Catálogo ilustrado de la Exposición Franciscana, que se celebró en Madrid en 1927 con motivo del VII centenario de la muerte de San Francisco de Asís. En este catálogo, literalmente, se afirma:

(…) También poseen actualmente en Madrid cuadros (con asunto relativo a San Francisco atribuidos al Greco: el conde de Heredia Spínola, Don Luis Mac Crohon, el conde de Barbate (…).

Sobre la segunda obra, Dama y vieja en el balcón, o Maja y celestina y en el balcón, que de las dos formas se identifica el cuadro en distintas épocas, existe un documento muy interesante fechado en 1928 con motivo de la exposición sobre Goya organizada por el Museo del Prado. En este catálogo de la Exposición de pinturas de Goya celebrada para conmemorar el centenario de la muerte del artista, con el nº 16, aparece una entrada titulada Celestina y su “hija”, sobre un cuadro con unas medidas de 1,66x1,08. En el texto se describe la obra y los dos personajes que aparecen en el lienzo: (…) una mujer joven, rubia, fina de anchas caderas, alza la cabeza y mira de frente al espectador (…) y una vieja con su pelo tirante y redondo moño, mira en la misma dirección y dirige al supuesto curioso una intencionada sonrisa (…). Lo interesante de este texto es que se indica que el expositor es Don Manuel Mac Crohon y que el cuadro , que se exponía por primera vez, procede de la colección de Don Francisco de Acebal y Arratia que, recordemos, era hermano de María Sandalia de Acebal, antepasada indirecta del propio Manuel Mac Crohon.

En la pagina web de la Fundación Goya en Aragón ofrecen también información sobre un cuadro con las mismas medidas, 1,66x1,08, que el aparecido en el catálogo de la exposición de 1928, titulado, efectivamente, Maja y celestina en el balcón y que, señalan, fue adquirido por Francisco de Acebal y Arratia a Javier Goya por 400 reales. En el texto se afirma que la obra pasó a Luis Mac Crohon (casado con María de la Asunción Jarava y hermano de Manuel Mac Crohon) y que posteriormente, en 1942, fue adquirido por Juan March. En 2003 fue vendido a su actual propietaria, Alicia Koplowitz (en el mes de julio del año 2017, la obra fue expuesta en el Museo de Bellas Artes de Bilbao).


**Según hemos relatado en las distintas entregas del blog, los bienes de la familia Angulo en Morata, fundamentalmente el Molino y la Huerta de Angulo y las fincas rústicas de la vega del Tajuña, junto con la Casa Mac Crohon, han pasado por la titularidad de múltiples personas desde que en el siglo XVIl fueran adquiridos por el marqués de Leganés -a excepción del solar de los frailes dominicos donde Diego María Jarava y Ramona Muñoz construyeron el hotel familiar en 1881-. Siguiendo la cronología que amablemente nos remitió María Rosa Maestre Monroy, guía del Molino de Angulo y apasionada de su historia, estos serían, en resumen, los distintos propietarios de este patrimonio tan emblemático de la villa de Morata:


MARQUESES DE LEGANÉS-CONDES DE ALTAMIRA

  • Diego Felípez Mexía de Guzmán, I marqués de Leganés-Policena Spínola

  • Gaspar Mexía Felípez de Guzmán, II marqués de Leganés-Francisca de Rojas

  • Diego Dávila Mexía Felípez de Guzmán, III marqués de Leganés-Jerónima de Benavides

  • Antonio Gaspar de Moscoso Osorio y Aragón-Ana Nicolasa de Guzmán y Córdoba 

  • Ventura Antonio Osorio de Moscoso y Guzmán-Buenaventura Francisca Fernández de Córdoba

  • Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba-María Concepción de Guzmán y de la Cerda

  • Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Guzmán-María Ignacia Álvarez de Toledo y Gonzaga

  • Vicente Ferrer Isabel Osorio de Moscoso y Álvarez de Toledo-María del Carmen Ponce de León y Carvajal

FAMILIA ANGULO-ACEBAL-MUÑOZ-JARAVA-MAC CROHON

  • Ramón de Angulo Guardamino

  • Manuel de Angulo y Cano-María Sandalia de Acebal y Arratia (2 º matrimonio con Luis Usoz)

  • Maria Ramona de Acebal y Arratia-Esteban Muñoz Larrainzar

  • Ramona Muñoz de Acebal Arratia-Diego María Jarava Torre

  • María Concepción Jarava Muñoz-Manuel Mac Crohon Acedo-Rico

  • Manuel Mac-Crohon y Jarava-Diego Mac-Crohon y Jarava-María del Pilar Mac-Crohon y Jarava-María de la Concepción Mac-Crohon y Jarava-Juan Ignacio Mac-Crohon y Jarava-Ramón Mac-Crohon y Jarava.

Este patrimonio, una vez cedido a los herederos del matrimonio entre Manuel Mac Crohon y María Concepción Jarava, pasó por distintas situaciones hasta llegar al momento actual:

  • El Molino de Angulo, tras perder su antigua función, fue adquirido por el Ayuntamiento de Morata, junto con las antiguas caballerizas de la Casa Mac Crohon, a los herederos Mac Crohon Jarava en el año 1998. Después de un cuidadoso proceso de remodelación y recuperación, el molino fue inaugurado en el año 2001 como Museo de la Molinería del Tajuña.

  • La Huerta de Angulo, aledaña al molino, fue vendida por los herederos a un particular.

  • La mayor parte de las fincas rusticas de la familia Mac Crohon Jarava fueron vendidas a particulares y vecinos morateños al finalizar la guerra civil.

  • El hotel de la familia fue cedido por los herederos Mac Crohon Jarava al Ayuntamiento de Morata para su uso como colegio público tras la guerra civil. Previamente, durante la guerra, fue utilizado como hospital de sangre. En 1983, CajaMadrid recuperó el edificio en ruinas y, concluida su remodelación en la que se conservaron todas las fachadas exteriores originales, se convirtió en Casa de Cultura gestionada por su Obra Social. Al desaparecer esta Obra Social de CajaMadrid, el edificio fue cedido al Ayuntamiento de Morata que actualmente gestiona el Centro Cultural.

  • En 1946, en una parte del solar del hotel –el lagar, almacenes, jardines- se construyeron viviendas destinadas a funcionarios municipales.



Fuentes y bibliografía:

  • Élites ilustradas al servicio de la Monarquía española: las redes de comerciantes vascos y navarros en Madrid, 1700- 1830. Antonio Martínez Borrallo. Memoria para optar al grado de doctor. Universidad Complutense de Madrid-Facultad de Geografía e Historia. Madrid, 2021.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y Respuestas Particulares H 408 y H 410.

  • Comercio e industria madrileños en la transición del Antiguo régimen l sistema liberal (1788-1833). Mariano caballero Espericueta. Memoria para optar al grado de doctor. Universidad Complutense de Madrid. Departamento de Historia Contemporánea. Madrid, 2006.

  • La sociedad madrileña del siglo XVIII. Martínez Ruiz, Enrique. En Fernández García Antonio (dir) Historia de Madrid, Complutense. Madrid, 1993.

  • Madrid en la Sociedad del siglo XIX. (Vol1) La Ciudad y su entorno. Madrid, centro de poder político, poder económico y élites sociales. Edición a cargo de Luis E. Otero Carvajal y Ángel Bahamonde. Consejería de Educación. Madrid, 1986.

  • Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C.275, D.161-401.

  • Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C.274, D.22.

  • Archivo Histórico Nacional, Estado, Carlos III, exp. 2215.

  • Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C.361, D.25-92.

  • Guía Mercantil de España, año 1829. 1ª Parte. Imprenta de I. Sancha. Madrid, 1829.

  • Investigación y memoria. El primer hispanismo británico en la formación y contenidos de la más importante biblioteca española de libros prohibidos. Correspondencia inédita de Luis de Usoz con Benjamin B. Wiffen (1840-1850). Vilar, Juan B., y Vilar, Mar. Editorial MAD. Sevilla, 2010.

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.

  • Morata de Tajuña. Juan de Diego Arribas. Diputación Provincial de Madrid. Biblioteca de la Provincia de Madrid. Crónica General de Madrid. Tomo duodécimo. Madrid, 1891.

  • Luis de Usoz y Río, creador en España de una biblioteca de libros prohibidos. Patrocinio Ríos Sánchez. Revista El Faro, abril de 2011.

  • Historia de los heterodoxos españoles. Menéndez Pelayo, Marcelino. Librería Católica de San José. Madrid, 1881.

  • Pagina web ministerio de Cultura y Deporte, www.catalogos.mecd.es. Consultada el 29 de septiembre de 2021.

  • Catalogo ilustrado de la Exposición Franciscana. Sociedad Española de Amigos del Arte. Biblioteca Franciscana. Madrid, mayo y junio de 1927.

  • Exposición de pinturas de Goya celebrada para conmemorar el centenario de la muerte del artista. Lafuente Ferrari, Enrique. Museo del Prado. Editorial Tipografía Artística. Madrid, abril, mayo de 1928.

  • Página web de la Fundación Goya en Aragón, www.fundaciongoyaenaragon.es. Consultada el 29 de septiembre de 2021.

  • Periódicos y publicaciones citadas en el texto.