En
1830, durante los últimos años del reinado de Fernando VII, el
Diccionario
geográfico-estadístico-histórico de España,
obra de Pascual Madoz, recogía en la entrada correspondiente a
Morata que la villa tiene
400 casas de dos pisos en lo general y de mediana construcción y 150
cuevas en la parte de los cerros.
Se trata de una de las primeras referencias documentales sobre la
existencia de viviendas-cueva en Morata, un tipo de construcciones
que abundan en todo el territorio español y también en muchos
municipios de la comarca del Bajo Tajuña.
Aunque
los registros documentales modernos nos remitan casi siempre al siglo
XIX como el periodo histórico en que en Morata –y en muchos otros
municipios del Bajo Tajuña- se habitan este tipo de construcciones,
no podemos obviar que la vivienda troglodita, entendiendo como tal la
excavada en el terreno, no es extraña en otros momentos históricos
muy anteriores que se remontan incluso a la prehistoria
Entre
estos antecedentes históricos, ampliamente citados en la literatura
científica, no podemos dejar de referirnos al célebre episodio de
las campañas militares de Sertorio narrado por historiadores
clásicos como Plutarco. Fidel Fluidio Rodríguez, en su obra sobre
la Carpetania romana,
se refiere a las andanzas del general romano por la comarca,
basándose en la fuente clásica de Plutarco:
(…)
La intuitiva narración
de Plutarco habla de la astucia de Sertorio junto a las cuevas
habitadas de Caraca,
lo que se ajusta a la topografía de sus alrededores. Leemos que los
habitantes de Caraca, que no vivían ni en ciudad, ni en pueblo o
poblado, sino en cuevas, sobre todo en las del Norte, situadas en una
faja estrecha y alta, se refugiaron en ellas al ver venir a Sertorio
ante el temor de un ataque, pero Sertorio no quiso por entonces
acercarse.
Cuando
Sertorio pensó el ataque del bajo Tajuña, junto a Perales, el
viento Norte levantó nubes de polvo en derredor de las cuevas, era
en pleno verano en la época de la canícula. Entonces formó su
plan. Levantó una trinchera que cubrió de tierra seca, lo demás lo
encomendó al viento, su aliado, pues soplaba éste cada vez con
mayor fuerza; mientras, los soldados removían la tierra, y las nubes
de polvo penetraron en las cuevas, amenazando de asfixia a sus
habitantes, que al tercer día se rindieron. La fama de esta
estratagema se extendió por todo el país (…).
Cayetano
Rossel, en su Crónica
General de España, citó
también a Plutarco y Ptolomeo, en la acción de Sertorio que también
localiza en la comarca:
(…)
dicen que se llamó Caracca, y que era una de las poblaciones
carpetanas, edificada por los caracitanos, que reducidos por Sertorio
a vivir, no en cuevas
y subterráneos, como acostumbraban,
sino en habitaciones cómodas y bien fabricadas, quedaron después
bajo la dependencia de los gobernadores romanos. A ellos alude
Plutarco en la vida de Sertorio, asegurando
que moraban sobre el río Tagonio (el Tajuña), en un monte grande y
elevado, con muchas cuevas y agujeros que miraban al Setentrion
(…).
Existen
otras menciones sobre este episodio, entre la historia y la
mitología, pero que tiene como base real el Risco
de las Cuevas de Perales de
Tajuña:
(…)
[Perales de Tajuña] situado
más allá del río Tajo, que
no se compone de casas, como las ciudades o aldeas, sino que en un
monte de bastante extensión y altura hay muchas cuevas y cavidades
de rocas que miran
al Norte. El país que la circunda produce un barro arcilloso y una
tierra muy deleznable por su firmeza, incapaz de sostener a los que
andan por ella y que con tocarla ligeramente se deshace como la cal o
la ceniza.
Evidentemente,
la referencia documental, al igual que la de Cayetano Rosell, comete
un grave error al asegurar que las cuevas miran al norte, cuando en
realidad se orientan al sur, pero nos sirven para constatar que los
habitantes de la comarca utilizaron históricamente el recurso de
servirse de las excavaciones en un terreno blando y adecuado para
construir viviendas y almacenes. Incluso en Morata, las cuevas que
aún se conservan en el paraje de El
Fraile nos indican que este
tipo de poblamiento troglodítico fue recurrente para todos los
habitantes de la comarca en periodos históricos muy prolongados en
el tiempo.
Quienes
han investigado a fondo este tipo de hábitats humanos, que se
extiende por muchas zonas en todo el territorio nacional, han sabido
ver esta tendencia del ser humano a la hora de aprovechar las
condiciones del terreno para encontrar refugio en época
prehistóricas y para guarecerse y protegerse de los elementos cuando
su situación económica no les permitían acceder a otro tipo de
vivienda. Justiniano García Prado, en un trabajo publicado en la
revista Berceo,
titulado Las cuevas
habitadas de Arnedo,
incidía en el uso de las cuevas como vivienda por parte del ser
humano:
(…)
El uso de las grutas, cuevas y cavernas como lugares de habitación
temporal o permanente es tan antiguo como la vida del hombre, y los
protohistoriadores y etólogos se han preocupado de esta clase de
viviendas, propias de los hombres primitivos; pero también en etapas
más avanzadas de la vida cultural existen seres humanos que habitan
en tales lugares (…).
En
el mismo artículo añadía:
(…)
en España son muy numerosos [los poblados trogloditas] pero se
conocen mejor los de Sacromonte (Granada) y Guadix. (…) Igualmente
podemos verlos en el valle del Henares, en la provincia de
Guadalajara, así como en Morata de Tajuña, Perales y Ciempozuelos
en la provincia de Madrid (…).
Risco de las Cuevas de Perales de Tajuña, monumento histórico artístico desde 1931
Las
casas-cueva en Morata y en el Bajo Tajuña a lo largo de la historia
El
propósito de esta serie de entregas del blog sobre las viviendas
cueva es centrarse en la existencia de este tipo de viviendas en
Morata, aunque sin obviar ni olvidar que en otros muchos municipios
vecinos de la ribera del Tajuña –además de otros próximos como
Fuentidueña de Tajo- también se han utilizado estas construcciones
para albergar familias durante muchos periodos históricos que
prácticamente llegan hasta nuestros días
En
la documentación que se ha conservado sobre el tipo y número de
edificios y viviendas del casco urbano de Morata no aparece la
existencia de estas viviendas-cueva a las que se refería Pascual
Madoz en su Diccionario
geográfico-estadístico-histórico de España hasta
bien entrado el siglo XVIII con los trabajos de elaboración del
denominado Censo de
Floridablanca. Este trabajo
demográfico, promovido al amparo de los postulados de la Ilustración
por un ministro de Carlos III, el reformista conde de Floridablanca,
se elaboró en 1787 mediante la visita a los pueblos y ciudades
censados de agentes gubernamentales que recopilaron datos de
población y también aquellos relacionados con la situación
socioeconómica de los habitantes de cada municipio de la corona
española. El interés por estos datos, más allá de su interés
hacendístico, no es sino la confirmación de uno de los primeros
intentos reales de conocer cómo vivían los españoles y en qué
condiciones. Es gracias a este interés que podemos llegar a conocer
la existencia de 150 viviendas-cueva en Morata, curiosamente la misma
cifra que años después utilizaría Pascual Madoz, lo que nos hace
pensar que este último utilizó como base de sus datos sobre Morata
el Censo de Floridablanca..
Unas
décadas después de publicarse este censo, y unos años antes de la
publicación del diccionario de Madoz, en 1822, el cura de Morata
también hacía mención de que algunos morateños habitaban este
tipo de viviendas. En una conferencia pronunciada por Ángel
Fernández Collado, reproducida en la revista Toletum,
se cita al párroco Serafín Pinto y la información que ofrece sobre
la población de Morata y la existencia de casas-cueva:
(…)
El cura de Morata de Tajuña, del arciprestazgo de Alcalá, dice que:
la población la componen quinientos diez vecinos, con 2.200
habitantes distribuidos entre la población y el arrabal extramuros
cuyos habitantes, unos setenta, habitan en cuevas (…).
Al
margen de la diferencia en las cifras tan dispares que aparecen en
estas citas, lo que hace dudar de la veracidad de los datos aportados
por el párroco local, quizá preocupado por edulcorar la realidad
social de la villa, la existencia de estas viviendas-cueva en Morata
resultó absolutamente opaca en la documentación de periodos
históricos anteriores al Censo de Floridablanca o próximos al año
de su elaboración*, lo que no significa necesariamente que algunos
vecinos y familias de Morata no utilizaran estas viviendas excavadas
en el terreno desde mucho antes de finales del siglo XVIII.
En
uno de los primeros documentos sobre Morata en los que se habla de
las viviendas de sus vecinos, las Relaciones
topográficas de los pueblos de España,
elaboradas durante el reinado de Felipe II una de las preguntas hace
mención a las viviendas de la villa:
30.-Al
capítulo treinta dijeron que los edificios de las casas que se usan
en la dicha villa de Morata son de tapias de tierra y yeso y madera y
teja, y la tierra y yeso y teja se provee del término de la dicha
villa, y la madera de pino se trae de la ribera de Tajo de lo que
viene de las sierras de Cuenca.
Ninguna
referencia, como vemos, a las utilización de viviendas cueva en
Morata en el siglo XVI, situación que se repite en el censo que
aparece en los legajos del Catastro de Ensenada (1751)
correspondientes a Morata. En ese caso, en la respuesta 21 del
Interrogatorio General, los redactores del catastro señalan:
21ª
A la pregunta veinte y una declararon que esta población se
compondrá a juicio de los declarantes como de doscientos y noventa
vecinos o trescientos de corta diferencia y que no hay alquerías ni
casas de campo en el término ni más personas que las que habitan
dentro del pueblo.
En
la pregunta siguiente se hace mención al parque de viviendas
existente en esos años en Morata:
22ª
A la pregunta veinte y dos dijeron que hacen juicio habrá en esta
villa como de doscientas setenta a doscientas y ochenta casas de
habitación útiles, unas dos o tres inhabitables y como hasta veinte
o veinte y cuatro arruinadas y que aunque es de señorío, según
tienen declarado, no se paga por razón del vuelo carga alguna al
señor de esta villa.
Entre
las dos respuestas hay un desfase evidente entre el número de
vecinos y el número de viviendas. De hecho, en el censo que se
realiza calle por calle de los edificios y viviendas de Morata se
catastran 304 viviendas y construcciones pero, si restamos a esta
cifra las 27 que se califican en la propia documentación como
pajares, solares o casas
arruinadas, quedan
únicamente 277 viviendas para un censo que, realizado
individualmente y familia por familia, asciende a 327 vecinos, 27 más
que los que se mencionan en las denominadas Respuestas
Generales. Es evidente que
entre los 327 vecinos censados y las 277 viviendas habitables hay un
déficit de cincuenta viviendas, y eso sin contar que entre las
viviendas habitables algunas podrían no estar habitadas por
pertenecer a propietarios que no residían en Morata. ¿Dónde vivían
estas familias? No resulta difícil deducir que, ya entonces, algunos
de esos vecinos podrían residir en viviendas-cueva. Para apuntalar
esta afirmación y justificar que existían ya por entonces
viviendas-cueva en Morata señalemos las tres consideraciones
siguientes:
- La opacidad fiscal de las viviendas-cueva para el catastro al ser un tipo de residencia que no generaba impuestos favoreció que no se registraran en el Catastro de Ensenada.
- La existencia constatada de 150 viviendas-cueva solo unos 30 años después de la elaboración del Catastro de Ensenada, como ya hemos señalado al citar el Censo de Floridablanca. Se trata de un periodo de tiempo muy reducido entre uno y otro trabajo demográfico para que en él se construyeran y afloraran tantas viviendas-cueva inexistentes documentalmente a mediados del siglo XVIII.
- Y por último, constatar que en la vecina localidad de Tielmes, a diferencia de Morata, sí que se recoge la existencia de viviendas-cueva en el Catastro de Ensenada. En las Respuestas Generales de la localidad vecina los redactores del catastro, distintos a los que realizaron la misma labor en Morata, incluyeron la existencia de veintidós cuevas donde viven jornaleros y pobres de solemnidad. En este sentido, la existencia en Morata de 122 jornaleros y 30 pobres de solemnidad, según el propio catastro, nos hacen pensar que algunos de estos vecinos, por sus circunstancias económicas personales y familiares, se verían forzados a vivir en estas viviendas-cueva, a pesar de que según la documentación fueran inexistentes por entonces.
En cualquier caso, en las próximas
semanas veremos cómo evolucionó en número de este tipo de
viviendas en Morata, desde estas primeras 150 documentadas por Madoz
y el Censo de Floridablanca. Analizaremos también la existencia de
estas cuevas en algunos pueblos de la comarca y, además, las
características arquitectónicas de unas casas-cueva que en cada
localidad tenían una tipología específica en función del terreno
y de los propios constructores.
*En
el año 1786, en el denominado Cuestionario
del cardenal Lorenzana,
elaborado por los párrocos de cada pueblo y en el que se analizaba
la población y la realidad social de las villas y ciudades del
territorio del arzobispado de Toledo, no se hace la mínima
referencia a las casas-cueva a pesar de que sí que hace mención a
aspectos como la existencia de hospitales de pobres, enfermedades más
comunes o medios de vida de sus habitantes.
Fuentes
y bibliografía:
- Carpetania romana. Fuidio Rodríguez, Fidel. Editorial Reus. Primera edición. Madrid, 1934.
- Crónica general de España. Rosell, Cayetano. Ronchi, Vitturi, Grill, editores. Madrid, 1864.
- Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madoz, Pascual. Tomo XI. Madrid, 1830.
- Las cuevas habitadas de Arnedo. García Prado, Justiniano. Berceo, nº 12. 1949.
- Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. H 408 y H. 410.
- Morata de Tajuña según el Catastro de Ensenada (1751). Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín. Bubok, Edición del autor. Morata de Tajuña, 2010.
- Medios de vida del clero de Toledo en 1822. Fernández Collado, Ángel. Revista Toletum. 51. Boletín de la Real Academia de Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Toledo, 2005.
- Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio de la. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.
No hay comentarios:
Publicar un comentario