Páez, nombrado provincial en México
En
el post de la pasada semana veíamos como el padre jesuita Esteban
Páez, después de formarse en teología en Alcalá de Henares y en
Roma, ejerció como catedrático en el colegio de la orden en Nápoles
antes de volver a España y desplazarse a Portugal para influir en la
aceptación de Felipe II como nuevo rey de los portugueses. Cumplida
esta misión, el morateño Esteban Páez fue nombrado rector del
colegio jesuita de Caravaca de la Cruz donde ejerció su cátedra
antes de ser nombrado secretario de Diego de Avellaneda, jesuita
designado por sus superiores visitador de la provincia de México.
Estamos en el año 1893 y Esteban Páez viaja así al que sería su
destino definitivo, Nueva España, donde desarrollaría su intensa
labor evangélica y pedagógica durante más de veinte años.
El
propio Esteban Páez cuenta las vicisitudes del viaje a México en
carta al general de la Compañía de Jesús:
Dionos,
dice, nuestro Señor, muy feliz navegación (aunque se temía
trabajosa) por medio de las oraciones de vuestra paternidad y de toda
la Compañía, especialmente de esta provincia y de la de España, en
que se señaló bien la de Andalucía, como más cercana al punto, y
que tanta experiencia tiene del riesgo que se corre en estas
navegaciones tan tardías; porque entre otras cosas que los padres y
hermanos de aquella provincia con su mucha caridad ofrecieron por el
buen suceso de nuestro viaje, fueron un mil setecientas y cinco
misas, dos mil setecientos y catorce rosarios, y mil ochocientas y
veintiséis disciplinas.
Al
llegar a México Esteban Páez detecta la escasez de miembros de la
orden que están destinados en esta provincia. Para advertir de este
problema, Páez escribe al padre Aquaviva, general de la orden y
residente en Roma, al que señala que hay poca gente para tanto
trabajo como se ha tomado, de
donde resulta que los sujetos andan oprimidos por el peso y algo
acongojados. Como
ejemplo de esta situación Esteban Páez se fija en el colegio de
Guadalajara
donde sólo contaban con el rector y dos sacerdotes uno
maestro de humanidades, que no podía acudir a otra cosa, y el otro,
que es lengua, tenía harto que hacer en dar recado a los indios, y
el pobre rector había de llevar el peso de los sermones a españoles,
pláticas, confesiones, negocios, cumplimientos, acudir a lo temporal
y al gobierno de casa, y ser ministro y aun todos los oficios, porque
un Padre que le ayudaba en las confesiones había más de medio año
que era ido a una misión de más de ciento treinta leguas de allí...
De aquí provenía el andar todos ahogados, cansados y desconsolados,
y el rector no podía atender a su oficio ni tenía un momento de
tiempo para tratar con Nuestro Señor y grangear un poco de espíritu
para pegarlo a sus súbditos, y así andan ellos con él y él con
ellos amargos y desabridos (…).
Misión jesuita de Nuestra Señora de Loreto en Baja California (Mexico)
La
función de Esteban Páez como secretario del padre Avellaneda fue
tan corta en el tiempo que, a los pocos meses de llegar a México, el
jesuita morateño fue nombrado en enero de 1594 nuevo provincial de
esta provincia (El cargo de provincial en la Compañía de Jesús
tenía como función primordial organizar y dirigir las tareas
misionales de la orden en la provincia bajo su mando) .
La
queja al general jesuita padre Aquaviva sobre la escasez de medios
humanos en Mexico, adonde la orden había llegado en 1572, fue
determinante para que Páez recibiera el refuerzo de varios jesuitas,
37 nuevos misioneros, reclutados en España y en Italia y que fueron
enviados a Nueva España.
Con
estos nuevos apoyos inicio Esteban Páez su trabajo como máximo
responsable de la orden en México y se dispuso a desarrollar su
labor evangelizadora y también el trabajo de los jesuitas como
encargados de la educación en las tierras colonizadas por España.
El nuevo provincial de México comprendió muy pronto la necesidad de
que los padres de la orden recién llegados a Nueva España se
implicaran en la cultura indígena para que su trabajo fuera más
provechoso. El también jesuita padre Juan Cigarondo destaca entre
otras iniciativas de Esteban Páez su orden de que los nuevos padres
llegados desde España e Italia a México aprendieran la lengua de
los indígenas para mejorar su trabajo evangelizador.
Sobre
este trabajo evangelizador escribía el jesuita morateño a la sede
central de la orden y, dirigiéndose al general Aquaviva, le describe
algunas de sus visitas a las misiones:
Una
legua antes de San Luis salieron a recibirme muchos indios
chichimecas a caballo, con sus espadas ceñidas a la española, y
otros, asimismo, con sus arcos y flechas que causaban horror. A la
puerta de la iglesia nos esperaba el resto del pueblo, muy en orden:
los hombres a un lado y las mujeres a otro. Después de una breve
oración hice que se preguntaran el catecismo unos a otros, y en este
género los chichimequillos de la escuela o seminario nos fueron de
mucha recreación, porque se preguntaban y se respondían con mucha
presteza, no sólo las preguntas ordinarias de la doctrina, sino el
ayudar a Misa y lo que se responde a los bautismos solemnes, lo cual
decían con tanta distinción y buena pronunciación como si hubieran
estudiado latín algunos años. Al día siguiente dije Misa,
oficiándola los mismos indios en canto llano con tanta destreza, que
los españoles no lo harían mejor. Con esto se van domesticando y
aficionando a la virtud, y con su ejemplo otros infieles de la misma
nación, grandes salteadores y homicidas, van saliendo a poblado (…).
Fuentes
y bibliografía
- Historia de la Compañía de Jesús, asistencia de España- Astrain, Antonio. Tomo V. Aquaviva (segunda Parte) 1581-1615. Revista Razón y Fe. Madrid, 1913.
- Jesuitas del Perú. Torres Saldamando, Enrique. Imprenta Liberal. Lima, 1882.
- Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio-Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.
- Sobre el teatro humanístico-escolar del Ultramar hispánico. Alonso Asenjo, Julio. Universitat de Valencia
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