Nombramiento de Páez como provincial del Perú
En
total, desde su llegada a Perú en 1599, fueron algo más de tres
años de intenso trabajo –su labor como visitador de la orden
finalizó en noviembre de 1602- en los que Esteban Páez conoció en
profundidad la realidad de la orden de los jesuitas en América del
Sur, con la excepción del territorio ocupado por la provincia de
Brasil.
En
estos tres años Esteban Páez hubo de adoptar decisiones complicadas
y dolorosas a nivel personal para mejorar los trabajos de
evangelización de la Compañía de Jesús en las tierras que le
habían encomendado supervisar desde la sede central de los jesuitas
en Roma. En relación con las medidas que tomó para rectificar la
trayectoria de algunas misiones, Esteban Páez recibió el apoyo
directo del general de la Compañía de Jesús, el padre Aquaviva. El
26 de agosto de 1601, Aquaviva dirige por carta estas palabras al
jesuita morateño:
(…)
Confieso a V. R.
[vuestra reverencia] que me cabe harta parte del sentimiento que en
sus cartas muestra por los descuidos que halla. Dios perdone a los
superiores, por cuya negligencia temo que suceden gran parte de estos
excesos. Bien creo que V. R. habrá encargado, como ve que es
necesario, el cuidado de los súbditos y el recato en emplearlos,
pues no todos se pueden poner en todas ocasiones. V. R. purgue la
provincia de lo que le pareciere que no está bien; pues aunque esos
Padres, con piedad cristiana, sientan lo contrario, es cierto que
cualquiera de ellos que se hallara en el oficio de V. R. hiciera lo
que más conveniente fuera para el bien de la provincia
(…).
Como
se aprecia en el texto, Esteban Páez cuenta con la total aprobación
del máximo responsable de los jesuitas en su toma de decisiones,
aunque estas fueran duras y difíciles de adoptar para el bun
gobierno de los jesuitas en la provincia bajo su cargo. En otra carta
del general jesuita, éste ordena a Páez que destituya al padre
Martínez, por una falta que no se explicita en el texto pero que,
por su gravedad, provocó su expulsión. Aquaviva justifica estas
medidas e indica en otra carta remitida a Esteban Páez que:
(…)
Deseo que V. R. se persuada que el haber podado y limpiado tanto esa
provincia los PP. Visitador y Provincial ha sido caso tan forzoso,
que, según he visto, no lo podían dejar de hacer sin faltar a la
obligación de sus oficios (…).
En
el año 1604, una vez finalizada la encomienda que le había
encargado el padre general de los jesuitas de acudir a Perú como
visitador de la orden, Esteban Páez asumió una nueva
responsabilidad al ser designado provincial en el Perú, en
sustitución del padre Rodrigo de Cabredo, quien le había acompañado
en su misión como visitador de la provincia. Antes de su
nombramiento como provincial del Perú, Páez asumió de nuevo su
función docente como rector del colegio de San Pablo en Quito.
Tras
su ascenso al puesto de provincial, en el que influyo la propuesta y
la recomendación de su antecesor, padre Cabredo, Esteban Páez
ejerció esta función de gobierno hasta el año 1609. Durante ella
profundizó su trabajo tanto en el norte de la provincia, Nueva
Granada y Quito, como en el sur de tan extenso territorio, lo que le
animó finalmente a proponer su división y la creación de nuevas
provincias en Chile, Paraguay y Tucumán (Argentina). Su trabajo como
visitador le ayudó a conocer en profundidad las necesidades de la
orden de los jesuitas y de la población en lo que hoy conocemos como
América el Sur.
El
15 de agosto de 1606, en la congregación provincial convocada por el
Esteban Páez, se acuerda remitir la siguiente petición al general
de la orden, en el sentido de simplificar el gobierno de la provincia
del Perú con la creación de nuevas provincias:
(…)
Pide la Congregación que la Viceprovincia del Nuevo Reino creada el
año pasado de 1605 dependiente de la Provincia del Perú, se
gobierne de aquí en adelante por su propio Provincial, porque de
ningún modo casi puede ser gobernada por el Provincial del Perú, a
causa de la grande distancia y de la dificilísima comunicación que
hay entre estas dos regiones. Pide también que se le devuelva el
colegio de Quito, separado asimismo el año pasado y atribuido al
Nuevo Reino, porque puede ser más fácilmente gobernado por el
Provincial del Perú.
Una
vez asumió el cargo Esteban Páez, a instancias del general de la
orden, padre Aquaviva, se determinó que quien fuera secretario del
jesuita morateño durante su recorrido como visitador por la
provincia del Perú, el padre Torres Bollo, fundara las nuevas
provincias jesuitas del Nuevo Reino, Tucumán, Paraguay y Chile.
Tras
la reorganización de la provincia del Perú y la reducción de su
extenso territorio, Esteban Páez consideró necesario visitar de
nuevo los colegios, casas y residencias adscritos a su mandato y la
provincia del Perú, ahora más reducida. Páez trabajó intensamente
en la creación de un noviciado que sustituyera al Cercado
y en 1610, cuando ya había abandonado el provincialato y había sido
sustituido en el cargo por el padre Juan Sebastián de la Parra, fue
inaugurado el colegio de San Antonio, un proyecto en el que había
trabajado el morateño desde el año 1605.
El
nombramiento del padre de la Parra como provincial del Perú en
sustitución de Esteban Páez se decidió en junio de 1608. Tras su
sustitución, que le llegó cuando ya contaba con la avanzada edad
de 59 años, el padre Páez permaneció como consultor en el Colegio
Máximo de San Pablo de Lima hasta su muerte el 5 de noviembre de
1617.
Colegio Máximo de San Pablo, en Lima, donde falleció Esteban Páez en 1617
La
obra Catalogo
de jesuitas insignes fallecidos en Perú,
publicada en Sevilla en 1633 y cuyo texto en referencia al padre Páez
se reproducía en la Revista
Andina
en 1996 se glosaba la vida del jesuita morateño:
En
el Colegio de San Pablo de Lima acabo felizmente el Padre Esteban
Páez natural de la villa de Morata, en el Arzobispado de Toledo,
Visitador,
y Provincial de
la
Provincia del Perú,
hombre
de singulares talentos, letras, prudencia,
y
santidad, llamado vulgarmente el
Ángel
por
sus
Angelicales
costumbres
e inocente
vida.
Fue
devotísimo
de
la
santísima
Virgen.
Todos
los
sábados,
y
vísperas
de
sus
fiestas
ayunaba
a
pan
y
agua,
recibió
de
ella
extraordinarios
favores.
En
la Compañía
siempre
guardó
un
mismo
estilo
de
vida
muy
perfecta.
Alcanzó
gloriosas
victorias
de
sí
mismo,
con
actos
heroicos
de
mortificación
y
humildad.
Celebrando
un
día por
una
difunta
se vio
visiblemente
el
alma
que
subía
a
la
gloria.
Tuvo
siempre
en
su
gobierno
un
corazón
manso,
pacífico,
con
entereza
y
eficacia grande en
lo
que
emprendía,
puntualísimo
en
la
observancia
religiosa,
hombre
de
mucha
oración,
de
tan
extremada
caridad,
que
curaba
las
llagas
de
sus
hermanos
enfermos
por
sus
mismas
manos,
siempre
encendido
en
el
divino
amor,
deseoso
de
unirse
con
Dios.
Sintiose
con
extremo
su
muerte,
que
fue
a los
67
años
ele
edad
y
50
de
Compañía.
Hubo revelación,
de
que
le
había
dado
el
Señor
el
premio
de
su
santa
vida,
con
aventajado
lugar
en
el
cielo
entre
los
santos
Patriarcas.
Durante
su vida, dedicada casi en su totalidad a la Compañía de Jesús,
Esteban Páez, escribió la obra Vida de Mari Díaz, redactada cuando
era rector del colegio de Caravaca, así como las Cartas
Annuas de la Provincia del Perú,
conservadas en el archivo Nacional de Lima y las Cartas Annuas de
México, conservadas en la biblioteca del colegio romano de la
Compañía de Jesús. Sobre su vida escribió el pare Annello Oliva
una pequeña biografía incluida en el capítulo VII del libro II
sobre los Varones
ilustres
de la Compañía de Jesús. El padre Barrasa también escribió sobre
Esteban Páez en la Historia de la Provincia peruana de la Compañía
de Jesús.
Fuentes
y bibliografía
- Jesuitas del Perú. Torres Saldamando, Enrique. Imprenta Liberal. Lima, 1882.
- Historia de la compañía de Jesús. Astraín, Antonio. Tomo IV (1581-1615). Revista Razón y Fe. Madrid, 1913.
- Historia de la provincia del Paraguay de la Compañía de Jesús. Del Techo, Nicolás. Tomo I. Librería y casa editorial de A. de Uribe y Compañía. Madrid, 1897.
- Historia general de la Compañía de Jesús en la provincia del Perú. Mateos, F. Consejo General de Investigaciones Científicas. Instituto González Fernández de Oviedo. Madrid, 1944.
- Catálogo de Jesuitas insignes fallecidos en el Perú. Vargas-Hidalgo, Rafael. Artículos, notas y documentos. Revista Andina. Madrid, 1996.
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