miércoles, 10 de febrero de 2016

El batán de paños de Morata, trescientos años de historia (IV)


El batán recuperó su actividad de elaboración de tejidos a partir de la década de 1920

Tras años de abandono, a finales de los setenta, se reconvirtió en residencia de ancianos


La mejora de las instalaciones y la inversión en nuevas tecnologías fue una constante a lo largo de la historia del antiguo batán de paños de Morata. Así fue, sucesivamente y durante buena parte del siglo XIX y principios del XX,  con las empresas de Marrot, Combé, Martínez de Velasco y Canalejas cuyos administradores siempre procuraron dotar a las instalaciones de los últimos adelantos tecnológicos, ya fuera con la instalación de las novedosos motores de vapor hacía 1830, o con las máquinas que permitieron la elaboración de papel de muy buena calidad a partir de 1850 y hasta la década de 1920. Sin embargo,  pese a estas constantes inversiones y a la existencia a escasos kilómetros del potente mercado madrileño no se puede decir que la continuidad en la gestión fuera la principal característica del complejo industrial creado junto al río Tajuña.
Marín Hermanos, nuevos propietarios del antiguo batán 
En 1922 la Papelera del Tajuña fue subastada y terminaba así la que había sido su principal actividad desde mediados del siglo XIX con diferentes empresas: la producción de papel. Con el cambio de propiedad, el antiguo batán de Morata iba a recuperar su función inicial desde que existe constancia de su construcción en el siglo XVII, la elaboración de tejidos. En esta segunda década del siglo XX, fue la empresa Marín Hermanos la que se hizo cargo de las instalaciones con el objetivo de elaborar borra y regenerados de algodón. Además, la fábrica, que se autoabastecía de electricidad desde que fuera propiedad de la familia Martínez de Velasco y también bajo la gestión de la familia Canalejas, seguía con esta actividad alternativa cuando fue adquirida por Marín Hermanos. Esta nueva empresa no fue menos que las empresas que la precedieron a la hora de invertir en mejoras técnicas. En el año 1929, el 19 de junio, en el diario El Sol se publicaba la noticia de la solicitud de un crédito destinado a su empresa en Morata:

Ha SIDO SOLICITADO DEL Banco de Crédito Industrial por D. Guillermo Marín, de Morata de Tajuña, un préstamo de 400.000 pesetas, como auxilio para una fábrica de electricidad, borra y regenerados de algodón.

Como ya sucediera desde la misma construcción del batán, las aguas del Tajuña volvían a ser imprescindibles para la elaboración de tejidos, a partir de la recuperación de trapos. Además, también se constata en esta noticia que en la Isla Taray seguía produciéndose luz. Esta actividad del complejo industrial ya estaba asociada a las instalaciones desde el comienzo del siglo XX. De hecho, junto a la luz que se producía en el molino de la Huerta de Angulo, el abastecimiento de Morata también procedía del viejo batán desde finales del siglo XIX y así lo publicaba El Imparcial el 13 de junio de 1898:

En Morata de Tajuña se ha inaugurado el alumbrado eléctrico. El vecindario festejó la mejora con músicas, bailes públicos y otros regocijos.

Unos años después en el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid de 8 de julio de 1907 se publicaba la solicitud de Alfonso Bustos para que (…) se le conceda la correspondiente autorización para establecer una línea aérea de alta tensión para el transporte de energía eléctrica, desde la línea de Buenamesón a Morata a la Papelera del Tajuña.

Parte la línea hacia la mitad del recorrido de la comprendida entre Perales y Morata de propiedad de Diego Jarava, marcha a cruzar el ferrocarril del Tajuña en su kilómetro 5, y después la carretera provincial de Morata a Perales, marchando después a la Papelera del Tajuña, propiedad de Luis Canalejas. La corriente será alterna y a una tensión media de 11.500 voltios.

La línea estará compuesta por tres alambres de cobre electrolítico de tres milímetros de diámetro y se apoyará en postes de madera, excepto en los cruces del ferrocarril y carretera que serán torrecillas metálicas, cuyo proyecto se acompaña. La separación será de cuarenta metros. En los indicados cruces de carretera y ferrocarril se proyecta colocar redes de protección, cuyo proyecto se acompaña al de la línea (…).

El mando del ejército republicano se instaló en el batán durante la batalla el Jarama
El batán tras la guerra civil

Una vez acabada la guerra civil, en la que los edificios del batán fueron utilizados como sede del Estado Mayor del ejercito republicano durante la batalla del Jarama, la escasez de materia prima propició que la fabrica de borra y regenerados, que seguían gestionando Marín Hermanos, atravesara unos años de bonanza. La reutilización de trapos y otros tejidos desechados para la fabricación de borra seguía siendo su principal actividad que, según testimonios personales, requería un proceso previo de selección de los materiales reutilizados por colores, calidad y materia prima. En este trabajo se  emplearon fundamentalmente trabajadoras procedentes de Morata y de otros pueblos cercanos que, en algunos años, llegaron a superar las ciento cincuenta personas. De hecho Marín Hermanos era una de las fábricas a nivel nacional que estaban autorizadas por la Dirección General de Sanidad para la exportación y manipulación de trapos, según recogía el Boletín Oficial del Estado el 9 de mayo de 1962. Al parecer, entre la materia prima que se utilizaba en esta actividad de regenerados de tejidos, la fábrica de Marín Hermanos llegó a tener un convenio con el ejército ingles para regenerar sus viejos uniformes. Esta necesidad de abundante mano de obra convirtió al viejo batán, como ya había sucedido en periodos históricos anteriores, en una de las pocas alternativas laborales -a excepción del trabajo en el campo y en las canteras- que existían en Morata en esos años.

Las instalaciones de la fábrica funcionaban a pleno rendimiento y esto requería más energía para sus máquinas. En el Boletín Oficial del Estado de 1 de marzo de 1950 se publicó la autorización para que se aumentaran de 12.500 a 15.000 voltios sus instalaciones de alta tensión:

Autorizar a Marín Hermanos, Sociedad Anónima Central Eléctrica de Nuestra Señora del Rosario, para modificar sus instalaciones de alta tensión (transformación y transporte de energía eléctrica) que vienen funcionando a la tensión de 12.500 voltios para su utilización a la tensión de 15.000 voltios, modificación que precisa ya que éstas habrán de interconectarse con la línea propiedad de Eléctrica Industrial a dicha tensión de 15.000 voltios con terminación en Perales de Tajuña, punto donde habrá de hacerse el enganche, por lo que la tensión nueva viene impuesta por la de la línea de interconexión.

De la fábrica, a su vez, se derivaba la energía eléctrica a Morata, la conocida entonces como luz del río, que abastecía a hogares morateños.

Los años de plena producción de la empresa Marín Hermanos comenzaron a declinar, curiosamente, con la mejora general de la economía española. En estos años del pasado siglo Marín Hermanos S.A había añadido Tintorerías del Centro a su razón social, ya que la empresa también se dedicaba al tintado de tejidos, aparte de la elaboración de borras.  Pero, como ya había sucedido con las anteriores empresas que gestionaron el antiguo batán a lo largo de la historia, una nueva subasta, cuando la plantilla se había reducido a no más de 30 trabajadores, puso fin a la actividad de Marín Hermanos en Morata. En 1973 el BOE ya había publicado la subasta de maquinaria de la empresa, debido a sus problemas económicos, pero fue en el año 1975 cuando el periódico oficial, el 14 de febrero, dio cuenta de la subasta de todas las instalaciones:

RECAUDACIÓN DE CONTRIBUCIONES E IMPUESTOS DEL ESTADO

ZONA DE ARANJUEZ-EDICTO DE SUBASTA DE BIENES INMUEBLES

(…) Autorizada por la Tesorería de Hacienda, con fecha 3 de los corrientes, la subasta del inmueble y maquinaria embargada a la sociedad "Marín Hermanos, Sociedad Anónima", del término de Morata de Tajuña (Madrid), se acuerda la celebración de dicha subasta el día 4 de abril de 1975, a las diez de la mañana, en el Juzgado de Paz de dicha localidad, debiendo observarse en su trámite y realización las prescripciones de los artículos 137 y 144 del Reglamento General de Recaudación y reglas 87 y 88 de su Instrucción.—Notifíquese esta providencia a las partes interesadas en la subasta y anúnciese al público por los reglamentarios edictos, convocando licitadores.

En cumplimiento y ejecución de la providencia transcrita se hace saber a las personas interesadas en esta subasta:

1.a Que el inmueble y maquinaria que se tratan de enajenar en esta pública subasta, responden al siguiente detalle:

Fábrica de tejidos y tintes en el término de Morata de Tajuña.—Linda: por el Oriente o derecha y Norte, o frente, con el caz de riego llamado de Sástago y camino de los Propios, de dicha Villa; Mediodía, o espalda, con el río Tajuña; Poniente, o izquierda, con el mismo río y tierra de Isidro Jiménez. Su entrada la tiene al Norte y comprende toda una superficie de veintidós mil quinientos sesenta metros cuadrados. — La constituye una tierra de regadío, encontrándose destinados dos trozos para huerto: el uno, llamado Isla de Taray, que linda: al Norte, con el caz de la fábrica; por Oriente, Mediodía y Poniente, con el río Tajuña, se encuentra cerrado o rodeado de álamos negros y blancos por toda la ribera y su centro está plantado de árboles frutales; y el otro linda: por el Oriente, con el mismo edificio; Mediodía, con el río Tajuña; Poniente, tierra de don Isidro Jiménez, y Norte, con el canal de riego, llamado de Sástago o los de Taray y contiene en su fondo algunos árboles frutales.

Obras hidráulicas: Un salto de agua de dos metros veinticinco centímetros, presa y accesorios para el referido salto de agua. — Edificios: Un edificio de planta baja y principal, comprende un solar de 738 m2, con 142 edificados. Otro edificio de 175 m2. Otro edificio de planta baja, de una superficie de 198 m2. Otro edificio que ocupa 510 m2. Otro edificio destinado a oficinas y habitación de operarios, de 157 m2. Otro edificio de 1.776 m2. Otro edificio de 305 m2. Departamento destinado a maquinaria, de 426 m2. Departamento destinado a quemadores de vapor, de 192 m2. Departamento destinado a legración y molido de trapos; el destinado a refino y blanqueo de trapos; el destinado a depósito de refinos, pastas y cortadura, que mide 4.450 m2 Otro edificio de planta baja destinado a electricidad y taller de ajuste, de 250 m2. Otro edificio destinado a fundición de metales, que mide 112 m2. La maquinaria es la existente de la que fue incorporada al relacionado inmueble, en virtud de escritura otorgada en Madrid el 2 de octubre de 1964 ante el Notario don José Francisco de Isturiz y García, según consta en la inscripción 38 de la finca 127, folio 196 del tomo 1.398 del archivo, libro 130 de Morata de Tajuña.

La reseñada finca, naves, pabellones, maquinaria, instrumentos y utensilios que al presente existen, han sido valorados por el Servicio Técnico de Hacienda en la cantidad de 15.000.000 de pesetas, y deducidas las cargas preferentes por valor actual aproximado de 9.868.660 pesetas, sale a subasta por el tipo de 5.131.340 pesetas.

Tras esta subasta, el viejo batán aún se resistió a morir. Con un efímero proyecto empresarial, que respondía a la razón social de Moratajuña, se intentó recuperar la actividad industrial pero con escaso éxito. La publicación de una sanción en el BOE en el año 1977 de la inspección provincial de trabajo denota la existencia de problemas laborales y económicos que, finalmente, provocaron el abandono definitivo y el progresivo deterioro de las instalaciones. Tras estos años de declive, el espacio de Isla Taray acogió un taller de cerámica y, definitivamente, la residencia de ancianos promovida por el padre Ángel y Mensajeros de la Paz que se inauguró el año 1978, el 12 de julio,  y que ha impedido que estos edificios, tan ligados a la historia de Morata, desparecieran del patrimonio local.

El plátano de la plaza central de Isla Taray
Referencias literarias

El batán de paños de Morata, con sus épocas de apogeo y, a continuación, de declive económico, no solo ha dejado huella en la historia económica y social de nuestro pueblo. También en la literatura hay vestigios de estas instalaciones tan emblemáticas. Aquí dejamos constancia de dos obras literarias en las que aparece el batán de Morata.

La primera de ellas aparece en La Envidia, escrita en el siglo XIX por Pérez Escriche, un autor que tuvo cierta fama, especialmente como autor de folletines publicados en los periódicos de la época. Esta obra, en la que algunos de sus protagonistas viven en Morata, recoge en  la primera parte del segundo volumen el siguiente diálogo:

(…) –Señor don Santiago, -dijo David- saliéndole al encuentro, -mi amigo Daniel acaba de presentarme a este caballero, que según parece, deseaba establecer una fábrica de papel en la vega de Morata; y como usted tiene allá unos terrenos y es además gran conocedor del término, venía a consultarle.

Poco o nada podré decirle sobre el particular. Bien es verdad que tengo por allá unas cuantas cepas, -contestó Santiago, sin alterarse lo más mínimo; -pero eso no es lo suficiente para que se le crea a uno una persona práctica y conocedora. Sin embargo, si el señor no quiere caminar a oscuras en el negocio, podré darle alguna carta de recomendación para los ricos labradores de Morata (…).

Más cercana en el tiempo, y ligada a un hecho histórico muy concreto,  es la referencia a la fábrica papel que aparece en la obra de Javier Reverte El tiempo de los héroes, una biografía novelada del general Modesto, uno de los líderes más populares del Ejército Republicano, que fue publicada en 2013. En este libro, Javier Reverte relata un episodio posterior a los días más cruentos de la batalla, ya en el mes de marzo de 1937, cuando se organizó una especie de función teatral en uno de los edificios del batán, por entonces fábrica de regenerados de borra:

(…) A esa misma hora [se refiere al desfile celebrado el 6 de marzo en la Gran Vía de Madrid con la participación de las Brigadas Internacionales], en Morata de Tajuña se celebraba un singular festejo para animar y rendir homenaje a los numerosos heridos que llenaban los hospitales del pueblo y los ambulatorios de campaña improvisados durante la batalla. La peculiar fiesta tenía lugar en un gran salón del cuartel general del ejército, instalado en una antigua fábrica de borra, en un paraje junto al río Tajuña, conocido como isla de Taray. Pese a la amplitud del local, eran tantos los heridos que se hizo necesario proceder a una estricta selección: sólo asistirían aquellos que pudieran tenerse en pie o que se movieran en silla de ruedas, nadie que ocupase una camilla podría acudir.

(…) Koltsov, [periodista ruso] que esa misma tarde había llegado de Madrid a Morata con la intención de hacer un reportaje sobre el fin de la batalla, había estado tomando notas sobre la extraña fiesta para completar su crónica. Y concluidas las actuaciones, al comenzar el baile decidió salir al jardín, un anchuroso espacio entre los edificios en cuyo centro se alzaba un gigantesco plátano, desnudo ahora de sus hojas. Desde el fondo, desde el lugar en donde se levantaban los almacenes de la antigua fábrica, llegaba sus oídos el rumor del río.

(…) Y mientras aquella multitud de supervivientes y heridos cantaban, bailaban y reían en la sala antigua de máquinas, más arriba del pueblo, en los olivares solitarios de la meseta, en los cerros ensangrentados, en las faldas del Pingarrón, en las trincheras de la colina del Suicidio, y en los cañaverales de las orillas del Jarama, el viento aullaba.




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