martes, 25 de diciembre de 2018

Bibliografía morateña: Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo, de José de Hidalgo Tablada (II)

La pasada semana analizamos la primera parte de la obra de José de Hidalgo Tablada sobre el cultivo del olivo en España. Este trabajo, que se reeditó en varias ocasiones, es una de las obras más populares del autor afincado en Morata y alcalde de la villa en dos periodos distintos. En el post de hoy, analizamos la última parte de su libro, aquella en la que trata de las distintas variedades de olivas existentes en España –en especial las que se cultivan en Morata- y también nociones sobre la elaboración del aceite de oliva.
El cultivo del olivo
En consonancia con el título que encabeza su libro, José de Hidalgo Tablada realiza en su libro un recorrido por todos los trabajos que exigía –y exige- el olivar. En sus siete capítulos, el autor trata sobre el clima más adecuado para el olivo, las variedades, la multiplicación de la planta, la poda o escamujo, los abonos más convenientes para su desarrollo y las enfermedades que más le afectan. Por último, el libro incluye una parte dedicada a la recolección del fruto y un último apartado sobre la elaboración del aceite de oliva:
Al referirse a las características principales de la planta del olivo, Hidalgo comenta el desarrollo de la plantación de olivares y a una planta en concreto en el llano de Morata:
(…) en 1849, arrancamos una oliva de grandes dimensiones, pero que a efecto de haberse cortado hacia muchos años las guías de las cuatro piernas que tenia, estaba muy deteriorada y no llevaba fruto. El árbol medía de diámetro encima de la chopera o cepa, 1 metro 50 centímetros, de aquí nacían cuatro piernas que la menor tenia 7 metros de altura, y hasta la raíz, 8 metros 50 centímetros: era de la variedad cornicabra que es la que domina en este término de Morata. (…) Tendría dos siglos, y la leña, pesó 300 arrobas (…).
Sobre la floración del olivo y cómo le afecta a la planta las bajas temperaturas, el autor utiliza, de nuevo, su propia experiencia como agricultor Morata para explicar estas circunstancias:
(…) Morata de Tajuña: situada, en la provincia de Madrid, a seis leguas al Este, el olivo florece en los últimos días de Mayo y primeros de Junio, la temperatura media mensual es (…) 18º4. (…) Esto indica que la aceituna se recolecta en Diciembre, que es cuando está madura. (…) En el sitio en que escribimos, tenemos en nuestras notas meteorológicas haber helado seguido desde el 20 de Diciembre hasta el 5 de Enero de 1850; esto es, diez y siete días seguidos siendo la mínima de 5 a 7o bajo 0, y sin embargo, los olivos no se helaron ni se sintieron de la crudeza del invierno, porque los deshielos tuvieron lugar con tiempo suave y lluvias. En 1860, un hielo en que el termómetro no descendió más que a 5o bajo 0, heló muchas ramas y algunos olivos nuevos, porque el sol despejado de la mañana siguiente precipitó el deshielo.
Variedades de olivos
Uno de los aspectos más interesantes del trabajo de José de Hidalgo Tablada es la descripción pormenorizada que realiza de las variedades de olivo más importantes y con mayor superficie de cultivo en España en el año de redacción del libro. En esta reseña, nos interesas sobre todo las variedades que se cultivaban por entonces, como en la actualidad, en Morata y en los municipios de la comarca.
Sevillana
La aceituna de mayor tamaño que se conoce es la que produce la variedad llamada Sevillana. La que representa a figura 4.'1 procede de olivos que cultivamos en Morata, y de consiguiente aquí la dimensión es, por término medio, dos quintos menos que en Sevilla, no eligiendo las mayores sino las regulares en tamaño. Teniendo esto presente se puede venir en conocimiento: la que representa la figura pesó 6 gramos, siendo 5 de pulpa y 1 del hueso, su altura 28 milímetros, circunferencia 20, (…) color negro azulado: da poco aceite y amargo. Como su aplicación es para endulzarla, se coge verde y el árbol produce con más regularidad.
Redondillo
Árbol de mediano porte, ramas que propenden a cerrar y a confundirse; largas y abiertas cuando la planta está en sus condiciones naturales; cortas y múltiples si no se dirigen y cuidan: muchos ramillos que se llenan de flor y fruto. Se emplea, como la manzanilla, para comer y es su general aplicación, da aceite de buena calidad. Madura temprano.
En la región central, en Morata, tenemos árboles que viven bien al lado del cornicabra y los fríos no le hacen daño al olivo redondillo, en cuanto no lo hacen al otro: resiste el frio, y es muy a propósito para la región septentrional
Olivo madrileño
Árbol de mediano tamaño, de buen aspecto, ramas regulares inclinadas y cubiertas por los ramos y ramillos. Es de las mejores aceitunas para aderezar, da buen aceite pero no en la proporción que aparece su tamaño y hueso comparado con la pulpa.
Desde que nos hizo conocer esta variedad el señor de Moreno, ya mencionado, hemos tratado de averiguar si existía en la provincia de Madrid de donde parece debió llevarse a Andalucía, y hasta ahora no hemos conseguido nada, no sabemos que exista en otro sitio que en Torredonjimeno; y como todas las variedades de que damos grabados, las hemos estudiado la mayor parte por cultivarlas en nuestra propiedad de Morata de Tajuña, o por haberlas encontrado en nuestros viajes (…).
Por ser la variedad característica de la provincia de Madrid y de Morata y otros pueblos vecinos (Perales de Tajuña, Chinchón, Arganda,…) incluimos, casi en su totalidad, la descripción que realiza José de Hidalgo Tablada de la variedad cornicabra:
Olivo cornicabra
Es el de más dimensiones que se conoce, la mayor parte de los que se distinguen por su gran tamaño en la especie olivo, pertenecen a esta variedad. Sus ramas son rectas, fuertes y las secundarias y terciarias propenden a inclinarse al suelo al que llegan los ramos y ramillos, si se cuida el árbol, formando entre el tronco y las haldas un hueco espacioso. Sus ramas tienen la corteza verde pardusco, el tronco en la inserción de las ramas en él, presentan diferentes capas de corteza despegada (…).
Fruto
(…) color negro colorado, carne adherente al hueso (…). Es la aceituna que da mejor aceite de las tardías, pero en las tempranas la mayor parte son mejores. Se emplea para aceite generalmente, y también aunque poco para adobarlas. Da bastante aceite, pero no tanto como las que hemos hecho notar anteriormente.
Se cultiva en toda España, y principalmente en la región central, en que los olivares están poblados de esta variedad. En la región septentrional, en las riberas del Ebro, la llaman acebuche, y se ven árboles de dimensiones colosales, que no maduran el fruto porque no se limpian, y estando muy estrechos, la sombra impide que el sol obre cual se necesita en aquella latitud; en Tudela de Navarra, más que en otro algún punto, deben tenerse presente estas observaciones. Vive en toda clase de tierras, pero en las fértiles ventiladas, con abundantes labores y abonos, lleva en abundancia.
Poda. El olivo cornicabra necesita un cuidado especial para la poda, exige frecuentes limpias y es preferible cultivar bien y abonar para que el fruto cuaje, que cortar leña para que la savia acuda al fruto, como erradamente se hace.
Olivo cornezuelo
(…) de tamaño y forma igual al descrito anteriormente, del que es una variedad, que se distingue por el hueso, hoja, tamaño del fruto y su olor. Es fruto muy bueno para aceite, que es el mejor que se produce en la región central.
Madura tarde, es tal vez el árbol del género olivo que exige más grados de calor para madurar el fruto. Resiste bien el frio, y es la causa porque está generalizado en las localidades de inviernos rigurosos, de las regiones central y septentrional.
En la provincia de Madrid se cosecha en Enero y algunos años sin completa maduración, lo cual hace que dé menos aceite.

Portada de la edición facsímil del Tratado del cultivo del olivo, de Hidalgo Tablada, publicado en el año 2008

Plantación, enfermedades y rendimiento del olivo
Los sistemas de plantación del olivo también son analizados por Hidalgo en su libro. El autor, sobre este asunto, señala:
(…) En Morata, cerca de Madrid, esto es, en el centro de la región central, tenemos multiplicados ejemplos de olivos que de ambas formas lo hemos plantado (estaca y garrote), dando buen resultado; esto sentado, hacemos advertir que no hay inconveniente en seguir uno u otro método, y que puede desecharse como rutinario el supuesto de convenir uno en ciertos sitios y el otro en otro (…).
Sobre las enfermedades del olivo cita algunas tan habituales en su cultivo como el repilo, que Hidalgo relaciona con la sequedad y la falta de humedad; la melera, que se manifiesta cuando los años secos y alta temperatura hacen que la traspiración sea excesiva, y la mosca del olivo. Sobre esta enfermedad, muy perjudicial aún en la actualidad para los olivares, Hidalgo Tablada indica en su libro:
Insecto de cinco milímetros de largo, palpos, frente, antenas y abdomen color amarillo rojo, con tres listas negras en el abdomen; alas más largas que el cuerpo y de color dorado con rayas negras. Este insecto pone sus huevos microscópicos sobre la aceituna apenas formada, y de ellos nace un gusanillo (que se desarrolla y vive haciendo galerías en la pulpa del fruto. Hemos encontrado varias veces tres y cuatro gusanos en la aceituna y esta casi comida. El gusano en su completo crecimiento se parece al de la polilla; pero difiere en tener once anillos en lugar de doce que tiene aquel y en que las mandíbulas del de la polilla es de color claro y este negro.
La manera de atacar este insecto, no es otra, que recoger el fruto antes que llegue al momento de abandonarlo para seguir su metamorfosis, que si la aceituna se amontona tiene lugar, y lo mejor es molerla acto seguido.
Por último, en la reseña de esta importante obra de José de Hidalgo Tablada, hacemos mención a cómo el autor explica el rendimiento y producción del olivo con las cifras que se manejaban por entonces en los numerosos molinos existentes en Morata. Aunque Hidalgo utiliza unidades de peso como la libra y la fanega, de su explicación deducimos que el rendimiento de las aceitunas se situaba en torno al 16 por ciento en aceite:
En la localidad en que escribimos, está computado, por término medio, que una fanega de aceituna, fanega rasa, da de 12 a 15 libras de aceite: la fanega pesa término medio 65 a 75 libras, luego el término general es 18 libras de aceite en 100 libras de aceituna. Este cálculo relativo a una localidad, no puede ser más que un guarismo para con otros de sitios y circunstancias distintas, poder llegar a una apreciación relativa y nunca absoluta. La costumbre de moler variedades reunidas sin la separación correspondiente, hace que de ordinario se ignore el producto en aceite de las diferentes que se cultivan, los datos a que nos referimos en este párrafo, son con relación a la aceituna cornicabra (que se emplea en lo general en la región central, para la fabricación del aceite común).



Fuentes y bibliografía:

  • Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de- Segunda edición, corregida y mejorada con nuevos datos. Librería de la señora viuda e hijos de Don José Cuesta. Madrid, 1870.
  • Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid y mejoras convenientes para su desarrollo. Abela y Sainz de Andino, Eduardo. Imprenta, Estereotipia y galvanoplastia de Aribau y Ciª. Madrid, 1876.
  • Contestación al Interrogatorio sobre el cultivo de cereales, olivo, vid y agrios e industrias derivadas. Ortiz Cañavate, Fernando. Establecimiento tipográfico de M. Minuesa de los Ríos. Madrid, 1881.
  • Anuario almanaque del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración. Librería extranjera, nacional, científica y literaria. Madrid, 1879.
  • Nociones acerca de la elaboración del aceite de olivas. Pequeño, D.. Imprenta de la Sociedad Tipográfica. Madrid, 1879.


miércoles, 19 de diciembre de 2018

Bibliografía morateña: Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo, de José de Hidalgo Tablada (I)


En 1870 la librería de la señora viuda e hijos de D. José Cuesta sacaba a la venta la segunda edición del Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo. Esta obra es, sin duda, una de las que más difusión alcanzó, tanto en vida del autor como con posterioridad a su muerte: en 1899 se publicó una tercera edición y años después, en 1921, una reedición por parte de la Librería de Luis Santos, sucesor de la editorial Cuesta, editores originales de la mayoría de las obras de José de Hidalgo Tablada. Incluso hace unos años, dos editoriales, El Olivo (2008) y Maxtor (2010), sacaron al mercado sendos facsímiles de este trabajo de Hidalgo Tablada, un texto que, además, se convirtió en su época en el libro de referencia sobre el olivo.
En esta obra, como en todos sus trabajos editoriales, José de Hidalgo Tablada mezclaba erudición y conocimientos prácticos sobre el olivo, un cultivo que defendía con auténtica pasión ante el escaso desarrollo de las técnicas agrícola, un atraso que impedían su expansión y mayor rendimiento económíco para los agricultores. De ahí su queja:
(…) si no se saca todo el partido que permiten sus condiciones [para el cultivo del olivo], es porque aún no ha llegado, por desgracia, a nuestro país, la luz que le ilumine para ver, que antes de imitar a la Inglaterra en sus industrias, debe impulsar y llevar a su término de perfección, la que se funda en los frutos de la tierra, que son el mayor sostén para hacer a la nación independiente y rica.
Su reivindicación del aceite de oliva, planteada hace casi ciento cincuenta años, no deja de estar de actualidad en tiempos de aceites de palma y otras semillas que nunca puedrán competir con el zumo de las aceitunas:
Si otras naciones, careciendo de los medios de producir aceite de olivo, porque su clima no lo permite, han aplicado plantas herbáceas para que sus semillas les ponga en vías de sustituirlo, esos aceites [no] reúnen las condiciones que el de olivas, (…) para las necesidades de la vida.



Segunda (1870) y tercera edición (1899) del Tratado del olivo de Hidalgo Tablada

Para desarrollar su trabajo, dividido en siete capítulos, la introducción y un texto preliminar, Hidalgo Tablada cita en numerosas ocasiones su experiencia práctica como olivicultor en el llano morateño. El autor se había instalado en Morata, al menos, desde finales de los años 40 del siglo XIX. Desde entonces y en todas sus obras las referencias a sus experiencias con nuevas técnicas agrícolas y nuevos cultivos son muy frecuentes, especialmente en el caso de la vid y el olivo. Dueño, según sus propias palabras, de una propiedad en la ribera del Tajuña, Hidalgo Tablada refiere cómo se preocupó de contar con una parcela en Morata en la que reunió una planta de cada una de las variedades de olivo más extendidas por España:
La evidencia de esta verdad científica [la maduración de las distintas variedades de oliva] la hemos comprobado en la práctica, por haber podido conseguir reunir en una finca de nuestra propiedad en esta población (Morata de Tajuña) cuantas especies se cultivan en España (…).
En esos años en los que escribió su tratado Hidalgo Tablada, en torno al último tercio del siglo XIX, Morata contaba con el término municipal con mayor número de olivares de la provincia de Madrid. Eduardo Abela, en su Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid y mejoras convenientes para su desarrollo, publicada seis años más tarde que el trabajo de quien fuera alcalde de Morata, indicaba:
El término municipal que mayor extensión de olivares tiene amillarados es Morata de Tajuña, el cual declara algo más de 471 hectáreas y posee también 65.724 olivos en asociación de otros cultivos, representando otras 800 hectáreas, y en total aproximado 1.271 hectáreas.
Años después, en otra publicación editada en 1881, Contestación al Interrogatorio sobre el cultivo de cereales, olivo, vid y agrios e industrias derivadas, Fernando Ortiz Cañavate ofrecía unas cifras ligeramente superiores:
(…) 273 hectáreas de olivar y 1.207 hectáreas de olivar asociados a otros cultivos [Fundamentalmente viñedos].Total:1480 hectáreas.
Es decir, José de Hidalgo Tablada, aparte de su formación como catedrático de agricultura y oficial de Administración pública -así se presentaba siempre en las portadillas de sus libros- vivía y ponía en práctica sus conocimientos teóricos en el municipio de la provincia de Madrid que contaba con mayor número de hectáreas dedicadas al olivar.
Resulta muy significativo que en las últimas décadas del siglo XIX Morata contara con 10 molinos de aceite. Estas almazaras, según se publicó en el Anuario almanaque del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración (1879), pertenecían a los siguientes vecinos de Morata:
(…) Estanislao Casado, Tomás Casado, Isidro del Castillo, Germán Cuevas, José García Gutiérrez, Víctor Oliva, Manuel Pérez, José Salcedo, Isidro Sánchez y Benito Sánchez Bravo.
Por otra parte, el trabajo de divulgación que desde Morata ejecutaba José de Hidalgo Tablada sobre el olivo –y sobre otros cultivos agrícolas- tenía su reflejo también en otras publicaciones de la época que trataban sobre los mismos temas. En 1879 otro autor contemporáneo de Hidalgo Tablada, D. Pequeño, recogía en su libro Nociones acerca de la elaboración del aceite de olivas, varias referencias al cultivo del olivo en Morata y a la elaboración de aceite en las almazaras del pueblo. Por este libro tenemos constancia, por ejemplo, de que las mujeres que trabajaban en la cosecha de la aceituna cobraban, a destajo, a razón de dos reales y medio por fanega colmada de 12 celemines.
El mismo autor, al tratar en su trabajo sobre el trabajo en los molinos explicaba así los mejores métodos para obtener el aceite:
(…) si se desea una molienda muy fina no vemos inconveniente en dar a los rulos el mismo o mayor peso que a las muelas cilíndricas. Esto último puede lograrse, no tan sólo construyéndoles de mayores dimensiones, si no que también procurando que las bases superiores de los rulos no sean planas, si no de forma de casquete esférico, a fin de acrecentar su peso aumentando su masa, según hemos tenido ocasión de ver en dos molinos aceiteros de Morata de Tajuña (Madrid).
El libro de D. Pequeño, en fin, también nos permite conocer el rendimiento en aceite de oliva de las aceitunas cosechadas en Morata:
La muestra ensayada por nosotros procedía de Morata de Tajuña siendo de admirar su considerable riqueza oleosa; lo que evidencia una vez más la extraordinaria fuerza con que la pulpa de las aceitunas retiene la materia grasa encerrada entre sus poros, según lo demostró Decugis.
He aquí los resultados que obtuvimos:
Humedad 5,752
Aceite 16,541
Materia orgánica 67,879
Cenizas 9,828
Total 100,000
La próxima semana continuaremos con la reseña del libro sobre el olivo de José de Hidalgo Tablada. En esta segunda parte, el autor se ocupa de describir las distintas variedades de olivos y, entre ellas, la má representativas de las que se cultivan en el secano morateño: la cornicabra
Fuentes y bibliografía:

  • Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de- Segunda edición, corregida y mejorada con nuevos datos. Librería de la señora viuda e hijos de Don José Cuesta. Madrid, 1870.
  • Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid y mejoras convenientes para su desarrollo. Abela y Sainz de Andino, Eduardo. Imprenta, Estereotipia y galvanoplastia de Aribau y Ciª. Madrid, 1876.
  • Contestación al Interrogatorio sobre el cultivo de cereales, olivo, vid y agrios e industrias derivadas. Ortiz Cañavate, Fernando. Establecimiento tipográfico de M. Minuesa de los Ríos. Madrid, 1881.
  • Anuario almanaque del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración. Librería extranjera, nacional, científica y literaria. Madrid, 1879.
  • Nociones acerca de la elaboración del aceite de olivas. Pequeño, D.. Imprenta de la Sociedad Tipográfica. Madrid, 1879.


martes, 11 de diciembre de 2018

Bibliografía morateña: “Manual práctico de los instrumentos y máquinas aratorias”, de José de Hidalgo Tablada

El libro que analizamos hoy es una de las primeras obras publicadas de José de Hidalgo Tablada. A diferencia de otros trabajos, en el Manual práctico de instrumentos y máquinas aratorias su autor no aborda los sistemas de cultivo de una especie concreta o los métodos de elaboración de los productos del campo. En esta ocasión, Hidalgo Tablada dedica su obra a las innovaciones en la maquinaría agrícola de la época –mediados del siglo XIX-, su evolución y su aplicación en las explotaciones agrarias. Entre estas máquinas novedosas, Hidalgo presenta en el libro un arado de su invención.
El arado Hidalgo Tablada
En las más de doscientas cincuenta páginas de su trabajo José de Hidalgo Tablada dedica la mayor parte de los capítulos a analizar los distintos tipos de arados existentes en España, junto a otras herramientas auxiliares como los rulos, las extirpadoras, las gradas, las azadas, las layas o las palas. Sin embargo, es su propia experiencia como constructor de un arado las que más nos interesa pues, no en vano, en su construcción se implicó no sólo el propio autor del libro sino también una familia de herreros, los Baró, que por entonces trabajaban en este oficio en Morata.
El mismo Hidalgo se plantea las dificultades que encuentran los agricultores a la hora de adaptar sus herramientas y máquinas a sus explotaciones agrarias y aporta su experiencia personal, aplicada, según sus propias palabras, a las máquinas que presentamos en el ensayo ejecutado en la hacienda del Sr. Palacios en diciembre de 1848.
Este ensayo práctico sobre el arado inventado por José de Hidalgo Tablada mereció la publicación de un informe en el periódico oficial del Estado, la Gaceta de Madrid, en el mes de febrero de 1849, cuando el propio autor ocupaba, por primera vez, el cargo de alcalde de Morata:
Informe de la sección de agricultura del real consejo de agricultura, industria y comercio sobre los instrumentos de agricultura del Señor Hidalgo Tablada.
El día 21 de diciembre de 1848 el Sr. Don José de Hidalgo Tablada presentó al examen del ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas y al de los habitantes de Madrid, varias máquinas aratorias, entre las cuales la principal era un arado de vertedera. Grande y escogida fue la concurrencia para ver este ensayo, que se verificó en la posesión llamada de Piernas, que cultiva D. Joaquín de Palacios en las afueras de la Puerta de Recoletos; y la sección vio con gusto que todos reconocían la necesidad indispensable de las vertederas en los arados, si se quieren obtener buenas labores, que en el cultivo en grande sustituyan el trabajo de los cavadores, y en ciertos casos el de las layas.
El primer arado que el Sr. Hidalgo hizo poner en juego es de una sola vertedera de hierro dulce, construido en Morata, de menores dimensiones que la del arado de Hallié presentado anteriormente por el Excmo. Sr. D. Mariano Miguel de Reinoso y también de menor curvatura. La reja, también de hierro dulce, algo parecida a la de aquel, y sujeta del mismo modo con dos piezas unidas entre sí por tornillos, que eran una reja triangular cortante por ambos lados, y dos vertederas que forman un ángulo curvilíneo por su frente.
La cuchilla entonces se sacó de la caja lateral en que al principio estaba colocada, y se la puso en otra que tiene la cama enmedio precisamente, delante de la unión de las vertederas. De este modo se hicieron con el arado algunos surcos separados entre sí, que dejaron la tierra perfectamente alomada.
La diferencia que antes se ha dicho que se notó entre la vertedera del arado de Hallié y las de este, así la sola como las dos juntas, es que estas tienen menos vuelta en su parte superior, y que son más cortas en el sentido horizontal.
Al concluir el ensayo con el arado ideado por Hidalgo Tablado se probaron otras máquinas agrícolas de otros inventores. Posteriormente, el autor del libro presentó una nueva máquina ideada por él:
(…) Después de visto el modo de emplear todos estos instrumentos quiso hacer ver el Sr. Hidalgo otra aplicación agrícola con el aparato que ha imaginado para sembrar; pero manifestó que no le tenía perfeccionado ni estaba aun contento de su empleo. Consiste en un arado de dos vertederas movibles dispuestas como las del que presentó el Señor Asensio el mes anterior, detrás de las cuales marcha sobre ruedas fijas una sembradera, compuesta de dos conos truncados de Ghapa de hierro unidos por su base, en cuyo círculo de unión hay una porción de agujeros, que variando su abertura por medio de correderas de chapa, permiten salir la cantidad de semilla que se quiere.
Iba el arado abriendo un surco regular para la siembra, y rodando detrás la máquina descrita daba salida a las habas de que la habían cargado; pero todos notaron con sentimiento, que a pesar de la igualdad de los agujeros y de la regularidad de la marcha, quedaban esparcidas las semillas en el surco con muy poco orden, porque había trozos en que quedaban amontonadas, y distancias de dos y de tres pies en las que no se encontraron ninguna, sin duda por la forma misma de estas semillas que las hace presentarse de distinto modo a las bocas de salida. Por lo demás el arado en su segundo surco cubría perfectamente las semillas depositadas en el primero, y dejaba sembrados los que hacia nuevamente.
Esta irregularidad con que funcionan las sembraderas, aun las mas bien construidas, porque al caer las semillas en tierra saltan según la superficie con que tropiezan para ir á colocarse en sitio distinto del que marea la máquina, dio motivo a la sección a opinar que esta es la causa principal para que dicho instrumento, que se inventó primitivamente en España y se ha mejorado después en el extranjero, no se vaya generalizado ni aquí ni en otros países, y que se siga continuamente la práctica de las siembras a mano.
A más de las tres de la tarde se fueron retirando los espectadores, felicitando todos al Sr. Hidalgo por su celo para el adelanto de la agricultura española, a cuyo fin ha empleado tantos gastos y fatigas
La sección, en vista de estos resultados, cree que está en el caso de proponer al gobierno de S. M. que para premiar la laboriosidad de este buen español se digne proponerle para alguna condecoración, y que se dé la publicidad posible a este acto por medio de la Gaceta y del Boletín oficial del Ministerio (…).
Madrid 31 de enero de 1849.
El texto dedicado en la Gaceta de Madrid a la labor de Hidalgo Tablada representa un reconocimiento a su preocupación por el avance de la agricultura en España. En este libro, como en toda su obra, Hidalgo Tablada muestra siempre la necesidad de investigar, de experimentar y de probar nuevos sistemas de cultivo y nuevas herramientas para sacar al campo español del retraso que sufría en comparación con el de otros países europeos. El arado inventado por otro vecino de Morata, también mereció su atención en tanto que ayudaba, en su opinión, a luchar contra este atraso ancestral de la Agricultura en España.

Portadilla de la segunda edición del libro de José de Hidalgo Tablada

Arado inventado por D. J o s é Salcedo, vecino de Morata.
En el capítulo dedicado a los arados, José Hidalgo dedica un amplio apartado al inventado por José Salcedo:
El arado que representan las figs. 15, 40, 41, 42, 43 y 44, ha sido inventado por D. José Salcedo, vecino y propietario de Morata de Tajuña. Este inteligente y práctico labrador, emprendió la mejora del arado que se usa en aquella localidad en vista de las que nosotros habíamos ejecutado, cabiéndonos así la satisfacción de haber sido el móvil para que lo haya efectuado.
El conjunto de este arado es excelente y la labor que hace es muy buena, si se hace abstracción del volteo de la tierra, que no puede efectuarlo con las ventajas que lo hacen los de una vertedera. Las partes de que se compone dicho arado, son: dental de hierro, cuchilla o telera, orejeras de hierro en forma de cuchilla, cuchillas horizontales, dos clases de reja, una en forma de lanza y filos cortantes y otra según aparece de la fig. 4 0, la cual siendo recta y dispuesto su filo que corte en cualquier disposición que se coloque, da la facultad de poderla volver cuando se gasta por un lado, evitándose de este modo el tener que aguzarla. Cama de hierro sujeta al timón por dos o tres abrazaderas. Dos vertederas que se fijan por un juego de bisagra y una varilla de hierro en los agujeros de la cuchilla ó telera. Las orejeras atraviesan el dental y dispuestas las partes en medias maderas se sujetan por un pasador en la reja, la cual al sujetarla el pescuño y esteva impide que salte dicho pasador y que se caigan las orejeras. Estas tienen diferentes dimensiones según la labor que se ha de hacer siendo las mas largas de siete pulgadas y las mas cortas de cuatro; tiene además otras orejeras de hierro que se sujetan del mismo modo; pero que son redondas y huecas por la parte superior, lo cual permite que puedan ponerse otras de palo dentro de ellas.
Las cuchillas tienen en el centro o parte a la forma para sujetarlas en una ranura hecha en el escodo del dental y poder bajar hasta el nivel del tacón del mismo. La construcción de estas piezas es fácil si el herrero tiene alguna inteligencia, en caso contrario, la necesidad de atravesar la cama, dental y dar forma a las demás piezas, hace imposible la construcción a herreros que además de la falta de instrucción carecen de instrumentos a propósito para ello, y este mal será, como tenemos dicho un inconveniente imposible de vencer, tanto para modificar los instrumentos agrarios cuanto para hacer otros nuevos. El Sr. de Salcedo no ha tenido que vencer tal dificultad hasta cierto punto, pues el herrero de Morata Domingo Baró, une a su buen deseo bastante inteligencia.
Tras describir el arado inventado por José Salcedo, el propio inventor explica las ventajas de su máquina:
Las ventajas y economía que resultan con el uso de mi arado, comparado con el que en esta se acostumbra, son muchas, pues el dental de hierro siendo más sutil que el de madera y las orejeras cortantes facilitan la marcha del arado, lo cual no sucede con los de dental de madera y orejeras de palo que exige mas fuerza en el ganado para arrastrarlo y trabajo en el gayan para sujetarlo. Para dirigir la labor con estos arados se da primero una reja con las orejeras más cortas, las cuales no impiden que el arado se introduzca en la tierra: en la segunda reja se ponen las otras mas largas y así sucesivamente según lo pida la tierra y la labor que se ejecuta. En la segunda reja se ponen las cuchillas que están colocadas en el escodo del dental, las que como van colocadas en el plano de este, cortan la tierra que queda sin labrar y las raíces y malas yerbas que existan en el campo cultivable, con esta segunda reja queda la tierra como cavada y limpia de todo, estando en la seguridad que a la tercera reja quedará la tierra como si se hubiese cavado con el azadón. Con esta clase de orejeras no puede abrirse mucho el surco, para ello se ponen las de media caña o huecas y se les adiciona de madera lo que se crea necesario. Cuando la tierra está bien movida y se quiera asegurar la destrucción completa de las raíces que tenga, se pone la reja de boca de arpón o de hacha, con la cual se dan dos rejas sobre la de alzar con cualquier arado. De cualquiera de los dos medios expuestos, me valgo y tengo la ventaja de no tener que gastar en peones que arranquen con el azadón las innumerables raíces que infestan los campos. La reja de arpón no exige gastos ningunos en un mes, teniendo cuidado de volverla todos los días para que se vaya gastando por igual.
Tras la descripción del arado ideado por su paisano, Hidalgo Tablada incluye también el coste de esta herramienta, 285 reales de vellón, más costoso que el denominado arado común cuya construcción supone unos 177 reales.
Pese al mayor precio de coste, su inventor justifica este sobre precio en las ventajas que proporciona su arado:
Sin embargo que a primera vista parece mi arado de mas coste voy a convencer de lo contrario y que es mucho mas barato; las razones en que lo fundo son: 1.° el dental de hierro dura año y medio sin tener que gastar nada, y al cabo de este tiempo se calza para que dure otro tanto tiempo con el gasto de 15 o 20 rs. de la calzadura. Los dentales de hierro conservan mejorías rejas, pues calzándolas con tiempo no se gastan los costados como sucede con los de madera.
Conservándose la espiga del dental mucho tiempo sin alteración, esto favorece que la esteva dure más tiempo, pues la renovación de los dentales de madera siendo frecuentes y su espiga variable resulta que la esteva se gasta mucho antes. Un dental de hierro bien conservado hará que una reja dure veinte años sin tener que reformarla como sucede a los cuatro con los dentales de madera
(…) el gasto de mi arado en su conservación anual es tres quintos menos que el otro; tiene además otras ventajas de mucha importancia, cual son el no tener necesidad de más de un arado para cada par de mulas, pues con las variaciones que admite sirve para toda clase de tierras y labores; y que con él no es necesario dar cuatro rejas a una tierra , pues con tres queda como si estuviese cavada, lo cual significa que puede economizarse un cuarto de tiempo o lo que es lo mismo labrar con el mismo ganado una cuarta parte mas de tierra y que esté mejor cultivada, así si con el arado ordinario un par labra 60 fanegas de tierra y tiene que recurrirse al azadón para estirpar las malas yerbas, con mi arado se labrarán 80 fanegas, sin gastar nada en jornales que asistan con el azadón.
En la detallada explicación de las características de este nuevo arado aparecen términos muy utilizados por los agricultores hasta no hace muchos años aplicados a los arados de tracción animal: dental, esteva, espiga o escodo eran palabras de uso común por entonces y hoy fuera de uso debido al arrinconamiento de los viejos arados.
Hidalgo Tablada concluye, tras las explicaciones de José Salcedo sobre el arado de su invención:
Si todos nuestros labradores razonando como el Sr. de Salcedo vemos lo hace en el párrafo precedente, tratasen de mejorar en lo que les fuera posible las máquinas destinadas al cultivo, bien pronto tendríamos mejoras efectivas y permanentes; sin embargo, no todos pueden hacerlo, pues o no tienen capital para ello, o no están dotados de los conocimientos que distinguen a este inteligente y laborioso cultivador.
Este trabajo de divulgación y de experimentación con nuevas máquinas y herramientas le valió a Hidalgo el reconocimiento oficial, tal como habían solicitado algunas autoridades;.
REAL ORDEN referente a las máquinas del Sr. Hidalgo Tablada
Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras públicas. Agricultura. Con esta fecha digo al Sr. Ministro de Estado lo siguiente:
Excmo. Sr.: D. José de Hidalgo Tablada, vecino y propietario de la villa de Morata en esta provincia, presentó al examen de este Ministerio de mí cargo, varias máquinas aratorias, entre las cuales la principal era un arado de vertedera, inventado así corno todas aquellas por el referido Sr. Hidalgo. En 15 del mes último se hicieron a mi presencia, la de la comisión de agricultura del real consejo de agricultura, industria y comercio, y otras muchas personas los correspondientes ensayos, que dieron en su mayor parte felices resultados. Así lo ha reconocido la referida sección de agricultura en el informe que ha emitido, en el cual elogia a D. José de Hidalgo Tablada, por su celo en favor de los adelantos de la agricultura española, a cuyo fin ha empleado tantos gastos y fatigas, y proponiéndole para alguna condecoración.
La Reina (Q. D. G.) cuya inagotable bondad no puede menos de dispensar su real aprecio a españoles tan dignos como el referido Hidalgo Tablada, al paso que ha dispuesto se inserte en el Boletín de este Ministerio el informe de la sección de agricultura, se ha dignado mandar se excite a V. E. a fin de que por el Ministerio de su cargo, se sirva proponer a D. José de Hidalgo Tablada para la cruz de la muy venerada orden Hospitalaria de San Juan; en remuneración de aquellos servicios en favor del Estado. Lo que de real orden traslado a V. para su conocimiento. Dios guarde a V. muchos años. Madrid 29 de enero de 1849. Bravo Murillo.


Fuentes y bibliografía:

  • Manual práctico de la construcción de los instrumentos y máquinas aratorias, carros, prensas y cuanto concierne a la agricultura en general. Hidalgo Tablada, José de. Imprenta del Colegio de Sordomudos y Ciegos. Madrid, 1851.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

Bibliografía morateña: "El Tratado del cultivo de los árboles frutales en España y modo de mejorarlo", de José de Hidalgo Tablada

En la segunda entrega sobre la bibliografía de José de Hidalgo Tablada analizamos uno de sus obras, el Tratado del cultivo de los árboles frutales en España y modo de mejorarlo, que fue reeditada en 1871 tras una primera edición del año 1852. El propio autor explica que la primera edición de este libro, que contó con el apoyo del Ministerio de Fomento de la época, incluía litografías con las especies de frutales más emblemáticas:
(…) se editó con numerosas láminas iluminadas, con colores naturales, de frutos, hojas y flores de tamaño natural también.
Lamentablemente, en la segunda edición, que se imprimió por cuenta del autor, no fue posible incluir unas láminas que habrían encarecido notablemente el precio de un libro que, como otros tantos del mismo autor, incluye nociones básicas de botánica aplicadas a las especies de los árboles frutales. El libro incluye otro apartado dedicado a explicar generalidades sobre el clima y los terrenos más apropiados para las distintas especies de árboles frutales -13 especies y 313 variedades se analizan en el libro-. Hidalgo Tablada para justificar la gran cantidad de especies y variedades que trata señala:
(…) hemos llegado a sumar dos mil trescientas variedades de árboles y arbustos, con sólo veintidós géneros de frutales. ¿Y qué podemos nosotros exponer de tan crecido número de nombres? ¿Cómo confrontar la exactitud de las descripciones que determinan las variedades? Conocemos algunas porque las cultivamos en nuestra modesta propiedad [José Hidalgo tenía propiedades en Morata que dedicada, sobre todo, al cultivo de la vis y del olivo], y hasta nos inclinamos a creer que tenemos variedades nuevas, procedentes de graneos hechos en 1845, pero ni esto, ni el haber tomado notas en infinidad de huertos y jardines, tanto a las orillas del Ebro, como del Tajo, Guadalquivir, e infinidad de sitios de que España abunda en plantíos de frutales, nuestras notas se quedan cortas en número de variedades útiles comparado con lo que hemos indicado.(…).
Para la reseña de la obra, a nosotros nos interesa sobre todo aquellas especies que el autor conocía muy bien por ser frutales que se cultivaban en el término municipal de Morata. De hecho, estos frutales hasta hace sólo unas décadas eran habituales en la vega del Tajuña. Son los que hemos destacado de todo el libro.

Portadilla del libro de José de Hidalgo Tablada

Pera de San Juan
Árbol de buen tamaño, de brotes gruesos rectos largos, fuertes y con los poros visibles; requiere el injerto en franco. Hojas lanceoladas, ligeramente dentadas, llanas, y sostenidas por un peciolo largo. Yemas pequeñas y pegadas a las ramas. Flor con los pétalos casi ovalados, llanos, estambres de color rojo vivo.
Fruto pequeño, de forma regular: piel de color verde limón claro al lado de la sombra, y amarillo al del sol; muy lisa y reluciente, carne blanca, tierna.
Pera temprana
De esta hay dos variedades, una denominada de fruto pequeño, y otra de grande; porque comparativamente la última es mayor tres cuartas partes; la primera tiene poco más de un centímetro de alto y la segunda cuatro.
La grande presenta el fruto amarillo en el lado de la sombra y muy colorado en la parte que le da el sol; la pequeña es amarilla toda. En uno y otro árbol se observa gran desarrollo, si se injerta en franco, lo cual requiere, así como el que no se sujeten a las formas de espaldera., etc., que exigen podas repetidas. De la variedad pequeña, tenemos una planta procedente de semilla, que, si un arbolista de oficio la hubiese conseguido, estaría bautizada con el nombre de la finca o del pueblo en que la hubiese obtenido, se llamaría temprana de Morata.
Pera de agua.
Este árbol se conoce con los nombres de peral de Brest y otros, es vigoroso particularmente injerto en franco, sus tallos se tuercen, son gruesos acodados en sus nacimientos, la terminación recta, poros visibles, color rojizo. Yemas gruesas, anchas por la base, separadas de las ramas.
Hojas grandes, dentadas, peciolo largo adherente a la rama. Flor de pétalos ovalados. Fruto de tamaño mediano de doce a trece centímetros algunos y de ocho otros de largo , y siete u ocho de diámetro; forma aperada regular; pezón saliente algo abultado en la inserción del pedúnculo, piel muy delgada, lustrosa, suave al tacto, verde claro manchada de encarnado vivo en la parte del sol, y en la sombra de puntos pardos, carne blanca, fina, muy jugosa, azucarado el jugo, agrio agradable. Se pasa muy pronto.
Angélica o pera de Roma.
Árbol vigoroso, y que se aviene a vivir en espaldera aunque se desarrolla mejor en forma redonda. Sus tallos son largos, de mediano grueso, encarnados claro en la parte superior. Yemas medianas, redondas, separadas de las ramas.
Flor bien abierta, pétalos puntiagudos, llanos. Hojas de poco tamaño, ovaladas hacia el peciolo, dentadas.
Fruto de tamaño regular, muy ancho en la parte superior y estrechando de pronto hacia el pezón que es grueso; piel algo áspera, color verde limón; jugosa azucarado y bastante bueno. Madura en diciembre y se prolonga hasta febrero.
Hidalgo Tablada también incluye en su obra los medios de conservación de la fruta en esos años del segundo tercio del siglo XIX. En realidad, estos métodos se mantuvieron en Morata y otros pueblos de la vega del Tajuña al menos hasta la década de los sesenta del siglo pasado. Así lo explicaba el autor:
Los medios de conservación de las peras que se recogen en estío y otoño y que por su clase u otra causa se separan del árbol para expedirlas al mercado según están en sazón, son diferentes a los que hay que usar con los que, maduran en el invierno. Las primeras se recogen y colocan en sitio seco a la sombra, en cámaras, etc., pero que esté claro y ventilado; las segundas se ponen en tales sitios por seis, ocho o diez días para que se evapore algo la superabundancia de jugos y después se llevan al frutero o sitio destinado al efecto, que debe tener las condiciones indicadas.
Manzana encarnada.
Árbol de regular tamaño, tallos delgados, de color rojo, pubescentes. Yemas pequeñas, salientes. Flor de pétalos estrechos y largos, disciplinados por fuera y en algunos casos de color encarnado vivo, por dentro igualmente. Hojas muy grandes, más largas que anchas, dentadas.
Fruto de forma regular, comprimido por las extremidades; pezón delgado, piel de color encarnado vivo, al lado del sol, y mas claro por la sombra; carne blanca, agradable; se pasa pronto de la madurez y se vuelve pastosa insípida.
Reineta camuesa temprana
Árbol de mediano tamaño, fértil. Tallos delgados de color pardo claro, encorvados, poros casi perceptibles. Yemas cortas. Flor con pétalos matizados de encarnado claro. Hojas elípticas, grandes mas largas que anchas, dentadas doble.
Fruto aplastado por los dos extremos, de tamaño regular; pedúnculo delgado, piel verrugosa, amarillo claro, con manchas pardas; carne tierna, jugo abundante y agradable si no se pasa la época de la madurez. Es de las mejores de la estación.
Reineta de España
Árbol vigoroso, se injerta en franco y se cultiva al aire libre. Fruto prolongado de gran tamaño, de diez centímetros de alto por siete de diámetro, casi cilíndrico; piel blanca y rosada en la parte del sol, pubescente, cuyo carácter le hace distinguir: carne fina, agradable acidulada dulce. Recogida en octubre antes de madurar dura mucho, si se coge madura no tanto. Es muy buena clase.
Ciruelo Claudio, verde
Árbol grande, vigoroso, muy frutero. Fruto de buen tamaño, de tres y medio centímetros de alto, por cuatro de diámetro, redondo; piel verde amarillenta, con manchas rojizas del costado que le da el sol; fina, adherente a la carne; ésta firme, suculenta; muy azucarada y grata al paladar. Madura en julio y agosto.
Nogal
El nogal no es exigente para el cultivo; en muchos sitios los hemos visto colocados al lado de las carreteras como árboles de sombra, lo cual si es poco a propósito con este fin, pues se sabe que produce dolor de cabeza a los que están mucho tiempo bajo su influencia, en cambio prueba que el árbol es poco delicado respecto del cultivo. La cava del suelo que ocupa su copa y abonarlo, cuando es pobre, con abonos bien fermentados, es bastante.
(…) En el nogal como en el almendro, cuando empieza el fruto a caer del árbol, se echa abajo el resto con varas, como no hay otro remedio que hacerlo así, solo diremos que es de absoluta necesidad aporrear poco las ramas, lo contrario es perjudicial para la cosecha inmediata.
Tras analizar las distintas especies de frutales (El autor también trata de otros cultivos como el naranjo, el limonero o el algarrobo), Hidalgo Tablada realiza una profunda defensa del cultivo de los árboles frutales por el beneficio que, en su opinión, proporciona a los agricultores.
Por el contenido de este texto se deduce que, ya en aquellos años, se planteaba el debate sobre la rentabilidad de los distintos cultivos en la vega de Morata –y también en el resto de los pueblos de la vega baja del Tajuña-. Por aquellos años, como sucedería décadas después con la aparición de nuevos cultivos industriales–fundamentalmente la remolacha- y, más cercano en el tiempo, con la llegada de maquinaría agrícola de grandes dimensiones como las cosechadoras, se debatía sobre la rentabilidad de los frutales que, a la vista de la situación actual, se decantó a favor de liberar las parcelas de la vega de la mayoría de las huertas que desde siglos atrás habían sido cultivadas por los agricultores morateños y los de los pueblos vecinos.
Aunque el texto resulte un tanto extenso, resulta interesante comprobar cómo Hidalgo Tablada se posicionaba en este debate a favor de compatibilizar los árboles frutales con otros cultivos:
V a l o r de los productos del arbolado.
Cuando se ve, como en el presente año hemos visto en el sitio en que escribimos (Morata de Tajuña) arrancar plantíos enteros de arbolado frutal de pipa y hueso, y se considera que están situados a cinco leguas de la Corte, de ese mercado a que concurren frutas de todos los puntos de la Península y se venden con regular estimación; cuando se examina que la tierra ocupada por los árboles tiene riego abundantísimo y que la fruta es de muy buena calidad, especialmente la de pipa; se ocurre dudar de la utilidad de nuestro trabajo sobre una materia que desde luego aparece aquí, como poco o nada productiva, siendo esta la idea que se sustenta y defiende por los que han dado los árboles casi de balde con el solo fin de tener pronto libre el suelo de plantas que vimos poner hace veinticinco años y estaban en plena producción. Tal anatema contra los frutales, creímos por un momento fuese una ligereza de parte de los que administrando bienes ajenos, habían incurrido en la debilidad de creer a la gente rústica del país, que como lo general de su clase en España tiene aversión a los árboles y prefieren las tierras libres de obstáculos que les impiden con la sombra destinarlas a cultivos que requieren la influencia directa del sol: pero habiendo visto que propietarios que pasan por inteligentes han seguido la marcha por aquellos iniciada, hemos creído conveniente decir algo que traiga el asunto a su verdadero punto de vista, y demostrar hasta donde sea posible que hay error en destruir una riqueza importante y útil, para fomentar el modo de comprender las cosas por gente ignorante y rutinaria, como es desgraciadamente lo general de la trabajadora del campo en España.
(…) Iremos directamente al asunto del porqué los árboles frutales van perdiendo la estimación en la localidad en que escribimos, y como el motivo está en la mano el corregirlo, tal vez, consigamos contener el descuaje iniciado, con lo que tendríamos una doble satisfacción, pues en 1845 fuimos de los que contribuyeron a que se hicieran plantaciones que, con pesar lo decimos, han desaparecido en el invierno actual de 1870, por cientos de árboles.
Saben nuestros lectores que los adelantos de la época exigen otros medios de presentar los productos en el mercado, que cuando el atraso y aislamiento en que vivían antiguamente los españoles, les hacia admitir los frutos de una manera tosca, primitiva y que sólo se buscaba poco precio de la cosa y una bondad relativa; la vista no entraba por mucho, y los productos de los árboles frutales escasos y mal arreglados tenían salida en la Corte que había por necesidad de proveerse de los pueblos limítrofes únicos que llegaban a ella, pues los distantes les era imposible competir por ser grandes los gastos de trasporte.
(…) Si la fruta que se coge para que termine la madurez en el frutero, se clasifica y guarda, como hemos dicho, en lugar de hacer montones apilándola en un rincón donde la mitad se fermenta y pudre, tendremos mayor precio y más número de arrobas, que compensarán con usura, el aumento de gastos y ofrecerán ganancias donde hoy resultan pérdidas. Si al expedir las frutas se envuelven en papel, las de primera clase, darán producto y crédito en donde hoy solo se ve desaliento que, llega hasta arrancar los árboles. Y no se diga que es mas fácil escribir que hacer, ni que la localidad no tiene condiciones para hacer lo que aconsejamos: para demostrarlo no hay mas que hacer que examinar el mercado de Madrid y se verá que de sitios más lejanos y produciendo con más gastos, se traen frutos que se venden a mejor precio con un poco más de cuidado en los medios indicados.


Fuentes y bibliografía:
  • Tratado del cultivo de los árboles frutales en España y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de. Librería de los Sres. Viuda e hijos de don José Cuesta, editores. Segunda edición, corregida y aumentada con nuevos datos. Madrid, 1871.