martes, 28 de enero de 2020

Sellos republicanos y monárquicos del Ayuntamiento de Morata

El último tercio del siglo XIX fueron tiempos de cambio en la vida política española. En el escaso periodo de tiempo de algo más de seis años el país cambió de dinastía y hasta de régimen político, sustituyendo la monarquía de la república hasta desembocar de nuevo en una monarquía parlamentaria. Todos estos cambios tuvieron su consecuencia en la burocracia y en asuntos tan cotidianos como los sellos de las instituciones públicas municipales.



En estos años la situación política en España vivió tiempos convulsos que propiciaron cambios radicales en el país. La monarquía encabezada por Isabel II no pudo superar los nuevos tiempos que dieron paso a la Revolución Gloriosa y a la instauración de una nueva dinastía monárquica de la casa de Saboya. El efímero reinado de Amadeo I precedió a su vez, a la primera experiencia republicana en España, corto periodo de tiempo que no llegó a los dos años de duración antes de que Alfonso XII, hijo y Heredero de la exiliada Isabel II encabezara la restauración monárquica de los Borbones el 29 de diciembre de 19874.
Estos cambios no dejaron de tener sus consecuencias en cuestiones tan importantes como el sistema de gobierno o en asuntos tan nimios como los sellos de los documentos oficiales en los ayuntamientos. En este último caso el cambio de régimen significaba, inmediatamente, la modificación obligatoria de los sellos oficiales de ahí que los gobiernos civiles, como responsables últimos de los ayuntamientos, inquirieran a los consistorios si se habían adaptado a los cambios políticos que se produjeron en el país.
Este es el motivo de que en septiembre de 1876 el gobernador civil de Madrid, José Elduayen, remitiera a todos los ayuntamientos de la provincia una circular solicitándoles información sobre los sellos que se utilizaban en los consistorios, tanto los del propio ayuntamiento como los de la alcaldía. A este requerimiento contestó Víctor Oliva, alcalde de Morata en esos años:
Partido Judicial de Chinchón
Providencia del Administrador de Fomento, Archivos, Bibliotecas y Museos
Excelentísimo señor
Cumpliendo con lo mandado por usted en su circular de cinco del corriente mes, remito adjunto cuatro copias de los sellos que se han usado y se usan en este ayuntamiento y alcaldía.
Dios guarde a usted muchos años.
Morata de Tajuña, 26 de septiembre de 1876
Excelentísimo Señor Alcalde
Víctor Oliva
Excelentísimo Señor Gobernador Civil de la Provincia de Madrid

Circular del Gobierno Civil de Madrid dirigida al Ayuntamiento de Morata (1876)

Y efectivamente, al escrito anterior el alcalde de Morata adjunto cuatro escritos con los sellos que se habían utilizado tanto en la alcaldía como en el Ayuntamiento en los distintos periodos políticos que se sucedieron en España en los años anteriores. El texto de los cuatro escritos se repetía y únicamente cambiaba el sello que reproducía en cada uno de ellos, coronado el correspondiente al periodo monárquico y sin corona real en los escasos dos año del periodo de la I República.

Sello del ayuntamiento monárquico
Pueblo de Morata de Tajuña
El sello que queda copiado completo con Corona Real se usó anteriormente al gobierno de la República desde que se hizo obligatorio a los Ayuntamientos, y el mismo sello con supresión de la corona es el que se utilizó y vio mientras la República.
Morata de Tajuña, 26 de septiembre de 1876
El Alcalde
Víctor Oliva

Sello del ayuntamiento republicano
Pueblo de Morata de Tajuña
El sello que queda copiado completo con Corona Real se vio anteriormente al Gobierno de la República, desde que se hizo obligatorio a los Ayuntamientos; y el mismo sello con supresión de la Corona, es el que se utilizó y vio mientras la República.
Morata de Tajuña, 26 de septiembre de 1876.
El alcalde
Víctor Oliva


Copia del sello utilizado en el ayuntamiento de Morata en el reinado de Alfonso XII

Sello de la monarquía de Alfonso XII
Finalmente, el alcalde también remitió al gobierno civil de la provincia el sello que se usaba en el momento de contestar a la circular del gobernador:
Pueblo de Morata de Tajuña
El sello que queda copiado es el que se usa en la actualidad y desde el advenimiento al trono de España del Rey Don Alfonso doce.
Morata de Tajuña, 26 de septiembre de 1876
El Alcalde
Víctor Oliva


Fuentes y bibliografía:


  • Archivo Histórico Nacional, SIGIL-TINTA. MADRID, 11, N.104.

miércoles, 22 de enero de 2020

Caer como langosta: plagas históricas en la comarca del Bajo Tajuña (Epílogo)

Durante las últimas semanas hemos tratado sobre las plagas que, históricamente, han afectado a los cultivos agrícolas en los municipios de la comarca del Bajo Tajuña. Las invasiones de langosta, documentadas desde la Edad Media, acapararon los esfuerzos de los agricultores para proteger sus cosechas. Más próxima en el tiempo, la aparición de la filoxera en los cultivos de vid de la comarca provocó, en las primeras décadas del pasado siglo, la práctica desaparición de las más de veinte mil hectáreas de viñedo que por entonces se cultivaban en los pueblos que por entonces integraban el antiguo partido judicial de Chinchón. Para concluir esta serie y como epílogo a la misma, trataremos en esta semana sobre otras plagas agrícolas que han afectado a la producción agrícola de la comarca.





En la Contestación al interrogatorio sobre cultivo de cereales, olivo, vid y agrios e industrias derivadas una publicación que ya conocimos al tratar sobre la filoxera y el cultivo de la vid en la provincia de Madrid, se interrogaba a los agricultores por varias cuestiones relacionadas con las plagas que afectaban a los cultivos más importantes del campo madrileño.
En concreto, los autores del Interrogatorio se referían al cálculo aproximado de los daños sufridos en el último quinquenio por sequías, heladas, langosta, pulgones y otras plagas del campo. Aparte de las referencias a las plagas de langosta y la filoxera que ya tratamos en entregas anteriores, los redactores de la publicación que, recordemos, utilizaron como base de sus conclusiones las informaciones proporcionadas en las localidades de la provincia por las autoridades locales, citaban la presencia de insectos muy perjudiciales para la agricultura como el conocido gusano blanco en extremo abundante en la provincia de Madrid, y no hay pueblo de cuyas tierras, al labrarlas, no se extraigan con los terrones levantados ya con la azada o con la reja del arado, los gusanos blancos. Estos insectos, durante su estado de larva que dura tres años, se alimentan de las raíces de las plantas, ocasionando a los vegetales los daños consiguientes a privarles de órganos tan importantes como las raíces.
Sin embargo, eran los insectos asociados a plagas relacionadas con la vid los que más preocupaban a los agricultores de la comarca. Uno de estos insectos era el piral o gusano de la vid. A este insecto, y los métodos para su eliminación, se refería José de Hidalgo Tablada:
(…) Los medios de destrucción que, según el Sr. Hidalgo Tablada, han dado mejor resultado en dicho punto, son dos. El primero, consiste en abrir el pie de la planta, descortezar cuidadosamente la cepa y enterrar las cortezas en el hoyo abierto, cubriendo después la cepa hasta los pulgares, comprimiendo á la vez la tierra. Se comprende desde luego los buenos resultados de este medio, que destruye al mismo tiempo gran número de insectos que se cobijan en las grietas de la corteza. El segundo medio, consiste en cubrir las cepas hasta los pulgares, dejándolas en este estado hasta fin de Junio. Este medio es menos seguro, pero más económico.
En el Interrogatorio también se citaban otros insectos considerados como plagas para la vid, sin duda el cultivo más importante para la economía de todo el sector a finales del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX. Uno de ellos era el conocido vulgarmente como cuquillo, un insecto muy abundante en las riberas del río Tajuña. Para combatirlo se seguía un curioso método:
(…) El sistema de destrucción seguido en esta provincia, se reduce a recogerlos en sacos que colocan al pié de la cepa, y que al moverla ligeramente reciben los insectos que aquella contenía, enterrándolos después.

Pero era el oídium la plaga que más preocupaba a los viticultores de la comarca. En el Interrogatorio se lamentaban de los estragos que causaba este hongo en la producción de uva y citaban los métodos para su extinción:
(…) El procedimiento de extinción seguido en general es el azufrado; pero en algunos puntos tanto del partido de Colmenar Viejo como de la Vega del Jarama, aseguran les da mejor resultado cachipodar en Noviembre y cubrir la cepa hasta la primavera; con lo que dicen que consiguen por completo la destrucción de la plaga (…).
Pese a los esfuerzos para su extinción, el oídium continuó ocupando las preocupaciones de los agricultores en el antiguo partido judicial de Chinchón. En los primeros años del siglo XX, justo cuando se declaró la plaga de filoxera, las consecuencias de la propagación del oídium no pasaron desapercibidas en las publicaciones de la época:
La neutralidad y el oídium
Nos escriben desde Arganda dándonos cuenta de la aparición en los viñedos de aquel término y en los de Morata y Chinchón de un cierto hongo microscópico (el oídium) que, buscando su albergue en las cortezas de las cepas, en donde se multiplica rauda y progresivamente, va convirtiendo el frondoso arbusto en un tronco seco y carcomido.
Se diría que sobre las fértiles vegas del Tajuña, ricas en viñedos patriarcales como un paisaje del Génesis, flota desde hace tiempo un soplo de tragedia y desolación. Ya en el año anterior nos lamentábamos en estas mismas columnas de la pérdida de la cosecha vitícola en dicha zona, a consecuencia de las heladas de junio.
Y ahora sale el nuevo cuadro de miseria que amenaza los hogares labriegos, exclamamos melancólicamente con el poeta de los Salmo.
¿Ha olvidado Dios el tener misericordia?
Porque he aquí que entre las inclemencias atmosféricas y el abandono de los gobernantes, vacila la fortuna de los pequeños colonos, dando tumbos ante las olas de la desdicha como las naves de Ulises frente a los escollos de Saila.
Por esta vez, y en buena hora se diga, la tragedia no es todavía una realidad, puesto que descocemos la importancia y trascendencia del mal que se nos anuncia. Sin embargo, bueno será dar la voz de alarma ante los poderes públicos, que son los llamados a informarse metódicamente del asunto que nos ocupa y a poner el remedio necesario para evitar daños mayores.
El momento no puede ser más crítico para esas plantaciones a que nos referimos que ahora comienzan a cuajar su futuro y que al ser tacadas de tan peligrosa enfermedad están llamadas a sucumbir lastimosamente.
Ignoramos si el ministro de Fomento tiene noticia de este hecho que relatamos aunque ya viene la prensa de estos días ocupándose de él con insistencia. De todos modos convendría que por el ministerio aludido se dictasen las órdenes oportunas para que el personal facultativo que tiene esta misión a su cargo gire una visita a los viñedos de la vega del Tajuña. Con lo cual, si la enfermedad del viñedo tiene la importancia que es de temer, se pondrán los medios para combatirla, y si aquella no alcanza más que a zonas aisladas, se llevaría la tranquilidad a muchos hogares, en donde la amenaza de la catástrofe sembró el espanto que lleva consigo el fantasma de la miseria.
Creemos que lo que pedimos en nombre de los hermanos labriegos será bien atendido por los poderes públicos, porque este problema no tiene relación alguna con el de la neutralidad, que es en el que ahora se funda el Gobierno para hacer oídos de mercader a todos los demás problemas. Miguel de Castro. (El Liberal, 31 de julio de 1915).
Sobre esta plaga, el mismo día que apareció este artículo en El Liberal, otro periódico informaba sobre el mismo tema:
(…) El ministro de Fomento facilitó hoy las siguientes noticias:
Que en vista del desarrollo que adquiere en los viñedos la enfermedad del oídium, especialmente en la provincia de Madrid, ha ordenado a los ingenieros agrónomos que girten una visita a los pueblos de Arganda, Chinchón y Morata al fin de proponer los medios de atajar esta enfermedad de la vid. (El Globo, 31 de julio de 1915).

Ejemplar de una publicación sobre las enfermedades de la vid (BNE)


Otras plagas de los frutales y hortalizas
No solo la vid como cultivo más importante de la comarca sufrió las consecuencias de las plagas asociadas a la agricultura. Más en concreto, los árboles frutales, muy abundantes a comienzos del pasado siglo en la vega del Tajuña también fueron afectados por múltiples plagas como recogían algunas publicaciones de la época. En El Progreso Agrícola y Pecuario se publicó en septiembre de 1918 un extenso artículo titulado Plagas que atacan al arbolado frutal en la vega de Morata de Tajuña que trataba sobre este problema:
De los datos y observaciones recogidos durante la visita de inspección realizada en el mes de julio a dicho término municipal, resulta que, de las diferencias especies arbóreas frutales que se explotan en dicha vega, únicamente el manzano es el que sufre los perniciosos efectos de las plagas producidas por el gran desarrollo de las especies de insectos denominadas (…) arañuela y taladro. En las demás especies frutales cultivadas, cirolero, peral, melocotonero, etc, si bien se observan alteraciones producidas por la presencia de algún parásito de origen animal o vegeta, no revisten el carácter de verdaderas plagas y no son, por tanto, causa de la pérdida de la cosecha del fruto (…).
El autor del artículo fue Ramón Rodríguez Martín, ingeniero jefe de la Sección Agronómica de la Diputación Provincial de Madrid. En el texto se trataba sobre los daños producidos por la arañuela en las hojas de los árboles frutales lo que provocaba que al destruirse y faltar los mencionados órganos del vegetal [hojas] los escasos frutos que se observan son raquíticos y enfermos, no llegando por tanto a su madurez (…).
En la publicación también se analizaban los daños producidos en las huertas morateñas por el taladro, una oruga que afectaba sobre todo a los manzanos. Las larvas se alimentaban de dentro afuera del fruto provocando su caída:
(…) Cuando la plaga es muy intensa, como ocurre en los manzanos de Morata de Tajuña, se desprenden de los árboles en el mes de julio gran número de frutos agusanados, y ya en el suelo, cuando estas orugas alcanzan su máximo desarrollo, abandonan su primitiva vivienda y se introducen en la tierra o se guarecen en las resquebrajaduras de las cortezas del árbol, para tejer los capullos y crisalidar en la primavera, en cuya época salen nuevas mariposas (…).
Para afrontar estas plagas el autor del artículo enumeraba los procedimientos más adecuados para prevenir y enfrentarse a estas plagas de los frutales consistentes en la eliminación de las ramas secas y de las crisálidas en invierno y en la utilización de lechadas de cal y sulfato de hierro para provocar su desaparición. También se recomendaban tratamientos en la primavera con productos como el arseniato de sosa. El ingeniero de la Diputación Provincial concluía su trabajo aludiendo a la calidad de los frutales de la vega del Tajuña:
(…) La justa y merecida fama que tienen en el mercado de Madrid las frutas de la vega del Tajuña por la naturaleza de sus terrenos, abundancia de aguas para el riego y clima apropiado para estos cultivos merece que se defienda esa importante riqueza frutal con los planes de extinción propuestos, siendo como son estas plagas causa principal todos los años de la disminución de sus cosechas hasta dejar completamente improductivos los árboles frutales. El coste de esta defensa es bien pequeño si lo comparamos con el de la importante riqueza que se pierde todos los años; y si para todo es necesaria la asociación, en agricultura es indispensable cuando se trata de defender la producción de tantas enfermedades que la invaden con caracteres de plaga. (El Progreso Agrícola y Pecuario, 22 de noviembre de 1918).
En estas primeras décadas del siglo XX el Servicio Agronómico Nacional, con delegaciones en todas las provincias, era el encargado de luchar contra la aparición y propagación de las distintas plagas que afectaban a los cultivos agrícolas. Su actividad se desarrollaba al amparo de la Ley de plagas del campo, del 21 de mayo de 1908, y de los decretos leyes que sobre este problema se publicaron el 24 de junio de 1924 y el 4 de febrero de 1929.
La sección agronómica de Madrid en su memoria del año 1934 publicó el resumen de sus acciones en la provincia madrileña y, más concretamente, en la zona del Bajo Tajuña. Según esta memoria en ese año se detectaron varias zonas invadidas por el coquillo, el mildiu y el oídium en los cultivos de vid. Además, los abundantes cultivos de frutales de las vegas del Tajo y el Tajuña (unos 180.000 árboles censados) también fueron afectados por plagas de pulgones; la patata fue afectada por la arañuela, la alfalfa por la cuca y la gardama y el trigo por el tizón. La remolacha, un cultivo emergente desde comienzos de siglo en toda la vega y fundamental en la economía de los agricultores de la comarca, también resultó afectada por un insecto conocido vulgarmente como pulguilla.
Para hacer frente a estas plagas el Servicio Agronómico realizó varias acciones en los cultivos de vid en Chinchón y Colmenar de Oreja. Para eliminar estos insectos se utilizaron productos químicos como el arseniato de plomo, el polvo nicotinado y, por supuesto, el azufre. Otros cultivos sobre los que trabajaron los técnicos del servicio Agronómico fueron los manzanos de Colmenar, Tielmes y Morata, las hortalizas de Chinchón y los garbanzos de Colmenar de Oreja.
Por otra parte, los servicios agronómicos también tenían establecidos varios depósitos en los que se facilitaban a los agricultores los medios técnicos necesarios para combatir las plagas. En el partido de Chinchón los pueblos que disponían de estos depósitos antiplagas eran el propio Chinchón además de Aranjuez, Arganda del Rey, Carabaña, Colmenar de Oreja, Morata, Perales de Tajuña, Tielmes y Villarejo de Salvanés. En estas instalaciones, además de proporcionar los productos químicos, también facilitaban a los agricultores pulverizadores de carretilla y de mochila, azufradoras de mochila y de fuelle, aparatos de desinfección en seco de semillas, lanzallamas, escarificadores, equipo de fumigación y otros accesorios como guantes de malla metálica.
En los últimos años, con la mejora de las investigaciones agronómicas para enfrentarse a las plagas, parecería que este problema ha dejado de preocupar a los agricultores, sin embargo, es evidente que no es así. En el Bajo Tajuña tenemos experiencias que demuestran que el peligro continúa latente: sucesivas plagas de mosca del olivo han mermado en un porcentaje muy elevado las cosechas de aceitunas en toda la comarca y, en los últimos años, la aparición de una enfermedad asociada también a los olivos y a los cultivos leñosos, la xilella fastidiosa, amenaza muy seriamente los cultivos del olivar en toda España.





Fuentes y bibliografía:


  • Contestación al interrogatorio sobre cultivo de cereales, olivo, vid y agrios e industrias derivadas. Ortiz Cañavate, Fernando. Madrid, 1881.
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.

martes, 14 de enero de 2020

Caer como langosta: plagas históricas en la comarca del Bajo Tajuña (VII)

La renovación de las plantaciones de vid en el partido judicial de Chinchón

Tras la llegada a la comarca, en 1914, de la plaga de la filoxera se produjo la progresiva infección de las miles de hectáreas de vid que se cultivaban en los municipios que integraban por esos años de la década de los 20 y los 30 del pasado siglo el partido judicial de Chinchón. La desaparición de las variedades autóctonas de vid obligó a que se replantaran las parcelas con nuevas variedades a partir de portainjertos de vid americana inmunes al insecto de la filoxera.




Hace ahora unos cien años los agricultores de la comarca del Bajo Tajuña hubieron de afrontar la sustitución de alrededor de 23.000 hectáreas de cultivos de vid afectados por la destructora plaga de la filoxera. La situación fue especialmente dura y difícil de afrontar en municipios como Arganda del Rey (4.688 hectáreas*), Chinchón (4.217 ha.), Colmenar de Oreja (3.201 ha) y Morata (1.560 ha.) donde la viticultura, y la elaboración de vinos y aguardientes con la cosecha anual de uva, constituía un elevado porcentaje de su sector primario.
Para afrontar este proceso de reposición de variedades de vid inmunes a la filoxera fue inevitable acudir a portainjertos de vid americana. Curiosamente, como ya se señaló al abordar el origen de la plaga de la filoxera en Europa (generada por la importación sin control, a partir de mediados del siglo XIX, de variedades americanas inmunes al insecto que portaban y que sí atacaban a las variedades europeas) para recuperar las plantaciones de vid era necesario utilizar vides americanas que, posteriormente, una vez inmunes a la filoxera, se injertaban con variedades europeas. Naturalmente, la necesidad de proporcionar estas vides americanas generó todo un nuevo mercado de empresas que facilitaban estas plantas, aunque pronto las autoridades comprendieron que también era necesario que las administraciones participaran en este proceso de eliminación de vides infectadas y la sustitución y plantación de las nuevas variedades.

Anuncio de venta de plantas de vid americana. (Boletín Agrícola y Pecuario, julio-agosto 1928)

Esta implicación de las administraciones en la solución del problema generado por la filoxera, que en el caso de la provincia de Madrid correspondió fundamentalmente a la Diputación Provincial, favoreció la toma de medidas como la participación en congresos y reuniones de expertos en el tratamiento de la plaga. Fue el caso del Congreso Internacional de la Viña y el Vino, organizado en 1929 con motivo de la celebración en Barcelona de la Exposición Universal. La comisión organizadora, con la colaboración del gobernador civil de Madrid, solicitó a varios ayuntamientos de la provincia su participación y colaboración en el congreso aportando información:
(…) sobre aspectos como clase de vinos que producían en sus términos, clases de vides del país que producen sus vinos, clases de uva para venta en verde, clases de tierra más generales del término, indicación de las clases las clases de vinos y productos derivados que podría enviar cada pueblo a la exposición, nombre de los cosecheros a quienes se podrán solicitar muestras de vinos y temas que plantean para tratar y estudiar en el Congreso Internacional de la Viña y el Vino. (Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 1 de marzo de 1929)
Aparte de estos temas, también se solicito a los distintos municipios madrileños información sobre la incidencia de la filoxera en sus términos municipales en los siguientes aspectos:
(…) Clases de portainjertos de vides americanas empleados para la reconstitución del viñedo filoxerado, indicar los generales empleados, y enumerar los que actualmente se vean con mejores resultados en la plantación. (…) Acción de la filoxera sobre estos portainjertos indicados, expresando si sobre los cuatro primeros se observan en el término viñas decaídas por ataque de la filoxera, y si los abonados para traer a esas cepas deprimidas al vigor perdido producen efecto. Fórmula de abonado con mejores resultados en este caso, detallando su composición y cantidad puesta por cepa, y marco de la plantación (distancia entre cepas).
Clases de vides del país que actualmente se prefieren para injertar. Indicarlas con sus nombres locales, y si hay viníferas traídas de fuera, señalarlas también con los nombres que tengan y el del pueblo de procedencia si se sabe esto.
Edad que tienen las primeras viñas reconstituidas con cepas americanas, y cuál es su estado al presente, señalando las clases de portainjertos que dan plantación de mejor conservación, producción y duración.
Año en que fue reconocida la filoxera en los viñedos del término. Con la indicación de si ha sido lenta o rápida la destrucción del viñedo por la filoxera (…).
Finalmente se detallaban los municipios con producción de vid y vinos que estaban obligados a remitir el cuestionario del Gobierno Civil de Madrid. Entre los correspondientes al partido judicial de Chinchón se encontraban el propio Chinchón, Colmenar de Oreja, Carabaña, Morata de Tajuña y Villarejo de Salvanés.
Creación de viveros y conferencias agrícolas
Para favorecer la renovación del viñedo en los pueblos de la provincia de Madrid la Diputación provincial promovió la organización de las llamadas conferencias agrícolas para formar a los agricultores en la práctica de las nuevas plantaciones y en los métodos de utilizar los injertos apropiados. En el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid se anunciaban estas medidas se anunciaba la organización de estas conferencias prácticas sobre la plantación e injertos de las vides americanas. La Diputación, que había establecido viveros donde se multiplicaban los tipos de vides americanas que se estaban plantando para luchar contra la filoxera atendía así la demanda de los pueblos que habían solicitado las conferencias, sobre todo aquellos que tenían producciones más importantes.
Las conferencias trataban sobre temas como la plantación de la vid americana en las diferentes clases de tierras de la provincia y ejecución del injerto de esta clase de vid con las propias de cada comarca.
Además de las conferencias, que se impartirían con contenidos teóricos y prácticos, la Diputación también anunciaba la convocatoria de concursos de injertadores, para promover la ejecución de estos trabajos en las mejores condiciones de acierto. El boletín anunciaba las fechas de las conferencias en los distintos pueblos del partido judicial de Chinchón:
Arganda, febrero, día 4, sábado, a las nueve de la noche.
Villaconejos, febrero, día 12, domingo, a las once de la mañana.
Chinchón, febrero, día 12, domingo, a las tres de la tarde.
Aranjuez, febrero, día 12, domingo, a las nueve de la noche.
Valdelaguna, febrero, día 13, lunes, a las nueve de la mañana.
Villarejo de Salvanés, febrero, día 13, lunes, a las tres de la tarde.
Colmenar de Oreja, febrero, día 13, lunes, a las nueve de la noche.
Morata de Tajuña, febrero, día 14, martes, a las siete de la tarde.
(Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 1 de febrero de 1933).
Para proporcionar la materia prima necesaria para renovar las vides de la provincia resultó fundamental la creación de viveros especializados en el cultivo y producción de las variedades más idóneas para ser injertadas. Estos viveros se financiaron con una curiosa fórmula consistente en utilizar los ingresos procedentes del impuesto que se cobraba a los madrileños cuando renovaban sus cédulas personales, el antecedente de los DNI actuales.
En el mes de septiembre de 1933, en una nota informativa la corporación provincial señalaba como una de las principales preocupaciones de su Servicio Agronómico Provincial la reconstrucción de los viñedos destruidos por la filoxera. Se han instalado también viveros de reproducción y venta en Navalcarnero, Arganda y Morata, de los que suministran plantas experimentadas, aconsejando las variedades que para cada zona de la provincia son más aptas o convenientes. (La Voz, 15 de septiembre de 1933).
Estos viveros de Arganda del Rey y Navalcarnero continuaron su trabajo de apoyo a los agricultores en los años siguientes, aunque el de Morata ya no prestaba servicio en 1935. El objetivo continuaba siendo el mismo que propició su creación: que en cada tipo de terreno de la provincia se plantaran las variedades más convenientes y, por supuesto, más resistentes a la filoxera. (Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 4 de noviembre de 1935).
La adopción de estas medidas de apoyo al sector vinícola y, por supuesto, el esfuerzo de todos los agricultores de la provincia de Madrid y, más en concreto, de los que cultivaban la vid en los municipios del partido judicial de Chinchón, hizo posible la progresiva recuperación del sector aunque, según publicaciones posteriores, la recuperación total aún tardaría en llegar:
(…) En casi todos los municipios comarcales [de la comarca de Las Vegas] el viñedo no se recupera de los efectos de la filoxera hasta los años 50 del siglo XX. En esta década la proliferación de bodegas cooperativas fue un aliciente para que se repoblasen de cepas bastantes hectáreas que, tras la filoxera se habían destinado durante dos o tres décadas a cereales o a olivar (…). (Geografía agraria de la comarca Las Vegas, Utanda Moreno, Luisa. Editorial Doce Calles. Aranjuez, 1996).

  • *Estas cifras fueron aportadas por los distintos municipios y hechas públicas en una publicación titulada Contestación oficial sobre el cultivo de cereales olivo, vid y agrios e industrias derivadas (1881).


Fuentes y bibliografía:

  • Contestación al interrogatorio sobre cultivo de cereales, olivo, vid y agrios e industrias derivadas. Ortiz Cañavate, Fernando. Madrid, 1881.
  • Geografía agraria de la comarca Las Vegas, Utanda Moreno, Luisa. Editorial Doce Calles. Aranjuez, 1996.
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.


miércoles, 8 de enero de 2020

Caer como langosta: plagas históricas en la comarca del Bajo Tajuña (VI)

La filoxera llegó a la comarca del partido judicial de Chinchón en 1914
La plaga de la filoxera llegó a la comarca delimitada por los municipios pertenecientes al partido judicial de Chinchón en 1914. Unos años antes, el catedrático de Agricultura José de Hidalgo Tablada, que ocupó en dos ocasiones la alcaldía de Morata en la segunda mitad del siglo XIX, pronosticaba en mayo de 1880 el descenso de la cosecha de uva y en la producción de vino de ese año. Este pronóstico, aparecido en la Revista de los vinos y aceites, no hacía sino confirmar, por parte de un profundo conocedor del campo, las expectativas pesimistas de un sector que, a esas alturas, ya había sido afectado por la plaga de la filoxera en varias comarcas del territorio español.




Decía José de Hidalgo Tablada en ese número de la revista especializada en agricultura en la que colaboraba habitualmente:
(…) nosotros quisiéramos equivocarnos, pero presumimos que en el año 1880 las cosechas de vino (…) serán, en general medianas, aunque por condiciones especiales de localidad, en algunas ocurra lo contrario (…). (La cosecha de vino y aceite en 1880, artículo aparecido en la revista Los Vinos y los Aceites º 10, de 30 de mayo de 1880 y citado en la obra editada por el Ministerio de Agricultura Expansión vinícola y fracaso agrícola, 1870-1900)
Hidalgo Tablada, que a su condición de catedrático de Agricultura unía también la de propietario, cultivador de vid y cosechero de vino en Morata, compartía temor con todas las autoridades relacionadas con el sector agrícola español. Es cierto que, pese a las falsas alarmas que se habían levantado años antes sobre la aparición de la filoxera al partido judicial de Chinchón, aún quedaban varios años para que la plaga llegara a la provincia de Madrid y a la comarca del Bajo Tajuña pero ya se hacía patente la necesidad de generar una normativa legal suficiente para prevenirla o, en caso extrema, atajar sus consecuencias sobre todo el sector vitivinícola.
Aunque sería prolijo detenernos en toda esta legislación, sí que citaremos la que se promulgó en junio de 1878 por parte del Ministerio de Fomento que rápidamente fue aplicada por la Diputación Provincial de Madrid como responsable de las medidas sobre agricultura en el territorio de la provincia. El proyecto de Ley del Ministerio de Fomento aprobaba, en su artículo 1 la creación de una Comisión central de defensa contra la filoxera, en la que estaba prevista la participación de expertos en la lucha contra la plaga y lo que denominaba representantes de la propiedad vinícola.
Por debajo de la Comisión central también se aprobó la creación de comisiones provinciales, en la que participarían también expertos en el problema creado por la plaga así como representantes de los mayores contribuyentes. Estas comisiones provinciales serían las encargadas de llevar a la práctica las medidas adoptadas en la legislación nacional. En consonancia con este artículo 2º de la ley nacional, la comisión provincial de Madrid publicó en el Boletín Oficial de la Provincia del 30 de setiembre de 1878 la trasposición de esta normativa a ala provincia. Entre los puntos que se aprobaban se encontraban medidas encaminadas a prevenir el tráfico de variedades de vides infectadas por el insecto de la filoxera:
(…) Autorizan al Gobierno para que de acuerdo con la Comisión central, pueda prohibir en la medida y por él tiempo que las circunstancias aconsejen la introducción en el territorio de España y sus islas adyacentes de sarmientos, barbados y púas de todos los residuos do la vid, como los troncos, raíces, hojas, tutores y cuanto haya servido para el cultivo de este arbusto, aunque se importare como leña ó combustible, así cómodo todo género de árboles, arbustos y cualesquiera otras plantas vivas, sea cual fuere su procedencia.(…).
La preocupación por la posibilidad de que se extendiera la plaga a partir de variedades genéticas infectadas se manifestaba también en el artículo 5º de la ley nacional:
(…) Previniendo que en el caso de presentarse la filoxera en cualquier punto del territorio español, queda desde aquel momento prohibida la exportación á las demás comarcas de las cepas, sarmientos y demás objetos comprendidos en el párrafo primero del art. 4.°, procedentes de viñas infestadas (…).
La implicación de las autoridades locales en la lucha contra la filoxera afectaba también, como es lógico, a los alcaldes a los que se hacía responsables del control de las nuevas plantaciones:
(…) Para plantar viñas en España y en sus islas adyacentes deberá preceder aviso escrito ó verbal al alcalde respectivo, acompañando certificación de que los sarmientos o barbados no proceden de país extranjero, ni de comarca infestada por la filoxera dentro del territorio español. No será necesario este requisito, cuando los sarmientos ó barbados procedan de las mismas tierras del plantador y éstas no se hallen infestadas.
En las secretarías de los ayuntamientos se llevará un libro registro de la plantación de vides, y en él se anotará el lugar de la plantación, número y procedencia de las cepas, si no fueran de la misma finca del interesado, y nombre del dueño, aparcero ó arrendatario (…).
La ley ministerial se completaba con medias como la obligación de comunicar a las autoridades locales, comarcales y provinciales de cualquier posible presencia de la filoxera y la obligación de proceder al arranque e incineración de las cepas infectadas de filoxera. Estas últimas medidas –el arranque e incineración de las cepas afectadas por la plaga- estuvieron presentes en toda la legislación que se generó en los años siguientes y seguía la lógica que imponía la lucha contra las infecciones. Sin embargo, el temor de muchos propietarios a perder sus plantaciones, sin indemnización alguna, provocó que no siempre se actuara con celeridad y a tiempo para eliminar el insecto de la filoxera.
Por otra parte, estas medidas eran apoyadas por el sector vinícola, aunque desde algunos medios se señalaban también a las posibles importaciones de plantas de jardines y fincas de recreo como posibles focos de infección:
(…) En medio de las incertidumbres que envuelven a este asunto, las medidas por el ministerio de Fomento, como las disposiciones del proyecto de ley presentado á las Cortes, garantizan en lo posible contra la invasión de la plaga; pero mucho tiene que estudiar y que observar todavía la Comisión Central Española de la filoxera, antes de decidirse a hacer aplicación de los recursos que pudiéramos llamar heroicos, como es el de las zonas de incomunicación. El cuidado de los viticultores puede hacer mucho para evitar la propagación del temido mal, fijándose detenidamente en el estado de los viñedos y apresurándose a sacrificar algunas cepas que noten sospechosas, siendo preferible este pequeño sacrificio a mayores y más para los viticultores, abrigamos la confianza de que todos, con el mismo celo, cuidarán solícitamente del particular, más por el beneficio propio que por el temor á las penas propuesta en la ley. Más temibles nos parecen los caprichos de las importaciones en los jardines y fincas de recreo, que no el proceder ordinario y corriente de la gran mayoría de los viticultores (…). (La Correspondencia de España, 18 de agosto de 1878).
En los años siguientes la Comisión Provincial de Madrid continuó alentando a los alcaldes en su lucha contra la filoxera con medidas como el control de los sarmientos en las nuevas plantaciones. EL gobernador civil de Madrid, conde de Heredia Spínola, así se lo pedía a los alcaldes:
Con arreglo a las prescripciones emanadas de la Dirección general de Agricultura, my siendo la estación actual la más a propósito para reemplazar las vides enfermas, es de necesidad que en un breve plazo remita V. a la Comisión de defensa de esta provincia varios sarmientos útiles para plantaciones de cada una de ese término; y al propio tiempo, aunque separadamente, remitirá V. también ejemplares de las raíces correspondientes á todas aquellas cepas que hayan sido arrancadas por enfermas. (…). (Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 30 de enero de 1880).
La administración central, junto a las instituciones provinciales e incluso locales, continuaron generando en los años siguientes un ordenamiento legal dirigido a prevenir y erradicar la filoxera, bien es cierto que con escaso éxito. En 1885 y 1899, por ejemplo, se promulgó esta nueva normativa, en muchos casos adaptación de medidas ya tomadas en el pasado para intentar salvaguardar a la viticultura española. Un sector, el vitivinícola que a pesar de la propagación de la plaga, o precisamente por la misma extensión de la filoxera por todo el territorio nacional había crecido exponencialmente tal como expresamos en el caso del partido judicial de Chinchón la pasada semana. Esta paradoja no pasó desapercibida y algunos periódicos se hicieron eco de los problemas que generaba:
(…) Cuando la filoxera destruyó los ricos viñedos franceses, comenzó en España el cultivo de la vid en proporciones enormes; parecía, según, se extendió en poco tiempo, que no había suficiente terreno para ella: un tratado de comercio muy beneficioso aseguraba el mercado; mostos y vino hechos de todas calidades iban a Francia y de allí vinieron fabulosos ingresos metálicos. La codicia, la santa codicia, principal móvil de tantos progresos, lo fue también de los positivos adelantos aquí realizados en materia de viticultura; ella impulsó asimismo las malas artes de la falsificación tradicional, que siempre tiene numerosos adeptos y habilísimos operadores; pues aunque parezca mentira en la clásica tierra del vino, donde lo da la vid en grandísima y no igualada abundancia, hay fábricas de vino artificial (…) .(El Imparcial, 28 de octubre de 1901).


Lámina del libro Filloxera Vaxtratix (1881) conservado en la Biblioteca Nacional
La plaga en la comarca del Bajo Tajuña
La irrupción de la filoxera en la región central de la península no se generalizó hasta el año 1914 cuando se habían cumplido ya más de treinta años de aparición de los primeros brotes en Málaga y Gerona. El carácter exógeno de la plaga, procedente en su origen del continente americano y posteriormente del territorio francés, explica que la región central fuera la última en padecer una infección que no por hacerse esperar fue menos virulenta con los viñedos de la provincia de Madrid y de la comarca del partido judicial de Chinchón. Aunque las referencias a la filoxera no son muy abundantes en los periódicos y documentos de la época, no faltan referencias puntuales a la misma y otras enfermedades de la vid como el mildiu, una infección oportunista que atacaba a las cepas debilitadas por la propia filoxera. Así sucedió, por ejemplo, en 1915, según publicaba El Globo:
(…) El ministro de Fomento facilitó hoy las siguientes noticias:
Que en vista del desarrollo que adquiere en los viñedos la enfermedad del mildiu, especialmente en la provincia de Madrid, ha ordenado a los ingenieros agrónomos que giren una visita a los pueblos de Arganda, Chinchón y Morata al fin de proponer los medios de atajar esta enfermedad de la vid. (El Globo, 31 de julio de 1915).
En 1921 la filoxera había no sólo había generado la crisis del sector de la vid y de la elaboración de vino en la comarca sino que, también como efecto perjudicial añadido, había afectado a la incipiente industria alcoholera de algunos municipios. En efecto, en torno a este año de 1921 la plaga provocó indirectamente el cierre de las alcoholeras que se localizaban en Colmenar de Oreja y Perales de Tajuña, y el declive de otras como la de Morata, justo después de unos años en que estas industrias permitieron mejorar y acrecentar el valor añadido del cultivo de la vid y aprovechar todos su potencial con la fabricación de alcohol e incluso licores que alcanzaron una merecida fama, tal como sucedió en el caso de la cabecera comarcal de Chinchón.
Al margen del declive de las alcoholeras, la elaboración de vino, y su precio, tendente a la baja, fue otra de las consecuencias negativas de una plaga que, tal como demostró la experiencia en el resto del país, sólo se logró erradicar cuando se eliminó la mayoría de las variedades autóctonas de vid. En el caso de nuestra comarca, los documentos de la década de los años veinte del pasado siglo nos ofrecen un panorama ciertamente preocupante para agricultores y cosecheros. En 1923, por ejemplo, una publicación oficial dibujaba un panorama bastante desolador en el sector:
Aun mermada mucho la cosecha que se presentaba por las heladas y pedriscos, y no digamos por las epidemias, porque en nuestra provincia constituye un verdadero desastre la invasión, da día más creciente, de la filoxera, es lo cierto que los precios de los vinos están en baja y tenemos noticias de La Mancha de grandes existencias de este caldo en sus bodegas sin conseguir darle salida. No hay exportación de este producto y el mercado nacional es muy insuficiente para atender a las ofertas. Los precios son Arganda, 4´50 arroba; Chinchón, 3, Tarancón, 3´50; Valdepeñas, 4 y 4´50 (…). (Boletín Oficial de la Cámara Agraria de Guadalajara, julio de 1923).
Aunque la publicación se editaba en Guadalajara, la proximidad de esta provincia non la madrileña, y la inclusión de los precios del vino en Arganda y Chinchón, convierte en plenamente válida esta referencia para Madrid y la comarca del partido judicial de Chinchón.
Unos años después, en 1928 la situación no había mejorado según el Boletín Agrícola de Guadalajara:
El verano tan seco ha perjudicado a la viña que ya traía poco fruto; la filoxera va concluyendo la poca vid que quedaba, y como nuestros viticultores no se deciden n grande a plantar la cepa americana, la riqueza vitícola está perdida en la provincia. El vino ha variado poco en sus precios; en Arganda a 5 pesetas la arroba de 16 litros; en Chinchón, a 4´50; en Manzanares, a 4 (…). (Boletín Agrícola y Pecuario, Guadalajara, julio y agosto de 1928). Para hacernos una idea de la bajada de precios, diremos que en 1880, en pleno auge del sector por la aparición de la filoxera en Francia, el vino se vendía en Arganda y Morata de Tajuña a 17 reales (4,25 pesetas) la arroba de 16 litros. En términos monetarios el precio era prácticamente el mismo pero, con la inflación, de más de cuarenta años, la rentabilidad de los precios del siglo XX era sensiblemente inferior a los de la década de los ochenta del siglo XIX.. (Fuente: Diario El Popular, 23 de octubre de 1880).
En cualquier caso, la práctica desaparición de las vides autóctonas obligó a los agricultores de la comarca a realizar un esfuerzo económico muy importante a la hora importante trabajo de sustitución de variedades resultó fundamental la existencia de viveros que proporcionaran los portainjertos de vid americana a los agricultores de la comarca. Estos injertos, como veremos la próxima semana, se instalaron en varios municipios como Morata y Arganda. Con su labor, y el trabajo de los agricultores, se consiguió renovar el sector vitivinícola y asegurar su continuidad en las siguientes décadas.

Fuentes y bibliografía:

  • Expansión vinícola y atraso agrario. La viticultura española durante la gran depresión (1870-19009). Carnero y Arbat, Teresa. Servicio de publicaciones agrarias. Ministerio de Agricultura. Madrid, 1980.
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.


jueves, 2 de enero de 2020

Caer como langosta: plagas históricas en la comarca del Bajo Tajuña (V)

El viñedo amenazado por la filoxera
Como sucedía periódicamente con las plagas de langosta, la llegada de la filoxera en España significó la desaparición de centenares de miles de hectáreas de viñedo autóctono. A la vez, el sector vinícola, uno de los más pujantes de la industria agroalimentaria española a finales del siglo XIX, también se vio afectado justo en unos años en los que había alcanzado cotas históricas de rentabilidad. A nuestra comarca la plaga no llegó hasta 1914 pero, en los años previos, nunca dejó de ser una preocupación constante para agricultores y cosecheros de vino.



La llegada de los primeros brotes de la filoxera* a las zonas rurales españolas se produjo justo cuando el sector vitivinícola vivía unos años de expansión y de máxima rentabilidad económica. Curiosamente, la tendencia alcista en el sector de la vid y la elaboración del vino en España se inició a partir de la década de los años 70 del siglo XIX, coincidiendo con la aparición de la filoxera en Francia en el año 1868 (A partir de ese año, unas 289.000 hectáreas de viñedo desaparecieron y unas 700.000 se vieron afectadas por la plaga).
El poder destructor del insecto, que provocaba la enfermedad y la muerte de las vides en poco tiempo, arrasó con las explotaciones francesas y, como consecuencia directa, provocó a su vez un aumento exponencial de las exportaciones de vino desde España al resto de Europa pero, sobre todo, a la propia Francia. Además, muchos empresarios franceses se desplazaron a España para invertir en la creación de nuevas empresas bodegueras destinadas a cubrir el hueco creado por la plaga en la producción de vino en su país de origen.
La irrupción de la filoxera en Europa se produjo, curiosamente, como consecuencia de los intentos de los agricultores franceses de acabar con otra enfermedad que afectaba gravemente a las viñas, el oídium que deterioraba la salud de las cepas y disminuía su productividad. Para luchar contra el hongo del oídium se importaron plantones americanos con las que injertar las vides autóctonas pero, junto a las nuevas plantas, llegó el insecto de la filoxera, inofensiva para las variedades llegadas de América pero letal para las vides europeas.
Pese a la fiebre inflacionista que desató en el sector vitivinícola español los problemas generados por la filoxera en Francia, sólo era cuestión de tiempo que la plaga llegara a España pese a los intentos por evitar el contagio desde el país de vecino. De hecho los primeros brotes llegaron a la península por tres focos diferentes en torno al año 1876, ocho años después de producirse las primeras infecciones en Francia.
Las primeras plagas se detectaron en Málaga, en el sur; en la ciudad portuguesa de Oporto, por el Oeste, y en Gerona, la zona más cercana a Francia, en el noreste. A partir d estas infecciones la filoxera avanzó hacia otras zonas de cultivo de la vid en un proceso que duró décadas y que, en el caso de la provincia de Madrid –y por lo tanto a nuestra comarca- alcanzó su mayor poder destructivo a partir del año 1914, más de 35 años después de que aparecieran los brotes primigenios. Pero antes de llegar a este momento, veamos la situación del cultivo de la vid en el Bajo Tajuña y de su industria asociada de elaboración de vinos y aguardientes.
El sector del viñedo y del vino en la comarca
Para acercarnos a conocer la importancia del viñedo en la comarca del Bajo Tajuña en el siglo XIX acudimos a una publicación oficial que nos ofrece la fiabilidad necesaria. Esta publicación, Contestación al interrogatorio sobre cultivo de cereales, olivo, vid y agrios e industrias derivadas, fue un texto elaborado por Fernando Ortiz Cañavate, ingeniero agrónomo de la Diputación Provincial, que respondía así a una orden de alcance nacional emitida por el Ministerio de Fomento a través de su Dirección General de Agricultura.
De acuerdo con los datos de esta publicación, editada en 1881 –cinco años después de la declaración de los primeros focos de la filoxera en España- la provincia de Madrid contaba en 1880 -cuando se recogieron los datos- con 58.410 hectáreas dedicadas al cultivo de la vid. Para poner en valor esta cifra, y también para corroborar el aumento del cultivo de viñedos a raíz de la plaga de filoxera que se propagó en Francia unos años antes, contamos con los datos de 1858 cuando, según cifras oficiales del Anuario Estadístico y Administrativo de la Provincia de Madrid, en la provincia se contabilizaban 41.096 hectáreas de viñedos, tanto en secano como en regadío (Algo más de un 40% de incremento en 22 años).
Pero, al margen de los datos provinciales, para el propósito de estas entregas del blog nos interesan especialmente los datos relativos al partido judicial de Chinchón, la entidad territorial que agrupaba a los pueblos de la actual comarca de Las Vegas. Según los datos recogidos por el ingeniero agrónomo de la diputación, el partido judicial de Chinchón sumaba 23.089 hectáreas sobre el total de 58.410 de la provincia madrileña, en porcentaje ¡casi el 40% de todo el viñedo madrileño! Para ayudarnos a comprender la importancia de esta cifra señalemos que el resto de partidos judiciales con cultivos de vid tenían unos datos muy inferiores: Alcalá de Henares, 9.776 hectáreas; San Martín de Valdeiglesias, 6.140 hectáreas; Colmenar Viejo, 6.028 hectáreas; Navalcarnero, 5.843 hectáreas; Getafe, 5.378 hectáreas, y Torrelaguna, 2.003 hectáreas.
Ante estos datos resulta lógico que el autor del Interrogatorio manifestara:
(…) Los totales de las relaciones citadas nos indican la importancia del cultivo de la vid en cada uno de los siete partidos judiciales de la provincia. En efecto, como puede verse, el partido de más importancia respecto a dicho cultivo es el de Chinchón, donde se encuentran los renombrados pueblos de Arganda, Chinchón, Morata, Colmenar de Oreja y otros, que, como de todos es sabido, se dedican especialmente a la fabricación de vino, que goza de justa fama y que casi en su totalidad se consume en esta capital (…).
El siguiente cuadro muestra las cifras exactas de superficie de terreno dedicada a la vid en cada uno de los pueblos integrantes del partido judicial de Chinchón.
En el cuadro se observa que hasta 8 pueblos superan las mil hectáreas dedicadas a la vid:
Arganda: 4.688 hectáreas.
Chinchón: 4.217, hectáreas.
Colmenar de Oreja: 3.201 hectáreas.
Morata: 1.560 hectáreas.
Belmonte de Tajo: 1.350 hectáreas.
Valdaracete: 1.175 hectáreas.
Perales de Tajuña: 1.085 hectáreas.
Villarejo de Salvanés: 1.003 hectáreas.
Si nos centramos en Morata, el incremento del cultivo de la vid resulta espectacular si comparamos las cifras que aparecen en el Catastro de Ensenada (1749-1757), cuando se contabilizaban 515 hectáreas de viñedo (350 fanegas de regadío en la vega y 1.200 de secano) y las del año 1880, 1.560 hectáreas (1.354 en secano y 206 en regadío), prácticamente el triple en poco más de cien años.
Es lógico que, con estas cifras, el cultivo de la vid significara un porcentaje muy elevado del producto total del sector agrícola en la comarca y que la llegada de noticias sobre la aparición de la filoxera en otras regiones vitivinícolas de España preocupara seriamente a las autoridades y, sobre todo, a los agricultores y, cómo no, a los propios bodegueros que, en muchos casos, eran también propietarios de viñedos.
Ortiz Cañavate, al redactar el Interrogatorio, ya resaltaba, tal como hemos comentado, que el incremento en el cultivo de viñedos estaba muy relacionado con la crisis provocada por la plaga de filoxera en Francia que había generado también, como dato a tener en cuenta, el incremento de los precios de la uva y el vino:
(…) el aumento de nuevas plantaciones en la provincia [de Madrid], sobre todo desde que ha aumentado la demanda de vinos para Francia y por consiguiente los precios de dichos caldos en la mayor parte de la Península. (…).
El incremento de la producción de uva en la comarca llevó a contabilizar en el año 1880 una cosecha de 200.450.571 kilos de uva, con un valor superior a los 18 millones de pesetas de la época, o 72 millones de reales. Esta cosecha anual se dedicaba, prácticamente en su totalidad, a la elaboración de vino, mientras que un porcentaje reducido se enviaba al mercado madrileño para ser consumido como uva de mesa. Aunque en el texto del Interrogatorio no aparece la cantidad anual de vino que se producía en la provincia de Madrid**, ni tampoco en el partido judicial de Chinchón, la relación de cosecheros de vino que se contabilizaban solo en Morata en 1880 nos puede ayudar a entender la importancia del sector en esos años:
Cosecheros de vino en Morata en el año 1880 según el Almanaque del Comercio, de la Industria, de la Magistratura y de la Administración. Billy-Bailliere.
  • Casado, Ambrosio.
  • Casado Robles, Tomás.
  • Casado Robles, Estanislao.
  • Corpa Díaz, Tomás.
  • Cuevas, Germán.
  • Díaz Sánchez, Dionisio.
  • Estévez Rodríguez, Francisco.
  • García Gutiérrez, Antonio.
  • García Gutiérrez, Manuel.
  • Gómez de San Martín Gerónimo.
  • González, Sergio.
  • González Castro, Lucas.
  • Hidalgo Tablada, José de.
  • Latorre, Felipe.
  • Oliva Sánchez, Víctor.
  • Pérez Ramírez, Felipe.
  • Punto, Eustaquio.
  • Prieto, Zoilo.
  • Rodelgo, Domingo.
  • Rodelgo, Juan.
  • Salcedo, Alejandro.
  • Salcedo Ruiz, Francisco.
  • Sánchez Bravo, Mateo.
  • Sánchez Lara, Paulino.
  • Sánchez Medel, Leandro.
  • Sánchez Ruiz, Isidro.
  • Sánchez Salcedo, Dimas.
  • Sánchez Soria, Francisco.
  • Sánchez de las Peñas, Gregorio.
  • Serrano de las Heras, Alejandro.
  • Torre Moreno, Felipe.
Para estos cosecheros de Morata –a los que habría que unir los pequeños agricultores que elaboraban vino para su propio consumo- como también para sus colegas del resto de municipios del partido judicial de Chinchón, no dejaría de ser extremadamente preocupante la aparición de las primeras noticias sobre la posible llegada de la plaga de la filoxera a la comarca. Fue en el año 1878 cuando la Revista de los vinos y los aceites, en su edición del 15 de agosto, se hacía eco de la aparición de distintos focos de filoxera en la comarca de Chinchón. En esta publicación quincenal, donde frecuentemente escribía artículos José de Hidalgo Tablada, catedrático de Agricultura residente en Morata, se informaba de que otros focos de la filoxera se localizaban en lugares tan distantes como Dos Hermanas (Sevilla) y Utiel (Valencia). Afortunadamente, todo quedó en una falsa alarma que no se confirmó con posterioridad.
Por las mismas fechas, un suelto publicado en La Correspondencia de España informaba también de la inexistencia de filoxera en la comarca:
Ha regresado de Chinchón el ingeniero agrónomo Sr. Azcárate, comisionado por el Gobierno para examinar los viñedos de aquella comarca, los cuales no están atacados de la filoxera, como algunos vecinos de dicha población dieron en suponer. Lo que existe en dicha localidad es que todas las cepas han enfermado por lo mal acondicionadas y por la excesiva humedad de las tierras.
En realidad, como veremos la próxima semana, la filoxera no llegaría a la comarca hasta 1914, lo que no impediría que en estos años finales del siglo XIX los pueblos de la comarca trabajaran para prevenir la aparición de la plaga y defender su potente sector vitivinícola.



*La filoxera (Daktulosphaira vitifoliae, también denominado phylloxera vastratix) es un insecto del orden de los hemípteros que en sus distintas fases de desarrollo vive en las hojas y en las raíces de las vides. De desarrollo lento e inapreciable al principio de la infección, la filoxera provoca nudosidades en las raíces de las cepas y afecta también a las hojas de la planta que, en el plazo de tres años, muere.

**Sí que contamos con los datos de producción en la provincia de Madrid en los años 1857 (105.484 hectólitros de vino) y 1859 (127.453 hectólitros).



Fuentes y bibliografía:

  • Expansión vinícola y atraso agrario. La viticultura española durante la gran depresión (1870-19009). Carnero y Arbat, Teresa. Servicio de publicaciones agrarias. Ministerio de Agricultura. Madrid, 1980.
  • Anuario administrativo y estadístico de la provincia de Madrid para el año 1868.Bona, Francisco Javier de. Excelentísima Diputación Provincial. Oficina Tipográfica del hospicio. Madrid, 1868.
  • Contestación al interrogatorio sobre cultivo de cereales, olivo, vid y agrios e industrias derivadas. Ortiz Cañavate, Fernando. Madrid, 1881.
  • Almanaque del Comercio, de la Industria, de la Magistratura y de la Administración. Billy-Bailliere, editor. Madrid, 1880.
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.