miércoles, 30 de marzo de 2016

La Casa de Altamira en Morata (IV)


Vicente Isabel Osorio de Moscoso y Álvarez de Toledo (XIII conde de Altamira, señor de Morata 1816-1837)

En 1820 se subastaron casi ochocientas fanegas en la vega adquiridas por Ramón de Angulo

Este propietario adquirió también el molino y la huerta

En estos años se inició el proceso de venta y dispersión de la colección de pinturas del Palacio de Morata


En la anterior entrega sobre el XIII conde de Altamira, Vicente Isabel Osorio de Moscoso, ya vimos que en el año 1820 el Diario de Madrid había publicado, en el mes de julio, la relación de las fincas que eran propiedad de la Casa de Altamira en Morata y que se sacaban a subasta para afrontar parte de las deudas contraídas por la familia.
El proceso de venta y subasta judicial de estas fincas continuó en las siguientes semanas hasta que el 21 de septiembre de 1820 el Diario de Madrid, publicó el siguiente anuncio:
Las 784 fanegas, 3 celemines y 6 estadales de tierra de regadío, 6 fanegas, 2 celemines y 8 estadales de secano en diferentes pedazos, sitos en término de la villa de Morata, tasadas en la cantidad de 2.314.181 reales y 3 maravedíes de vellón, pertenecientes a la casa del Excmo. Sr. Marqués de Astorga, conde de Altamira, se han rematado en 1.500.000 reales de vellón, en dinero efectivo metálico, pagados al contado, y con otras condiciones de que se enterará a los licitadores que quieran instruirse, y para el segundo y último remate se ha señalado el día 27 del corriente, a las doce de la mañana, en la audiencia del Sr. Julián de Sojo, ministro togado honorario la audiencia territorial, juez de primera instancia de esta villa, ante el escribano del número D. Claudio Sanz.
La salida de estas tierras al mercado, especialmente las de regadío, podría haber significado una excelente oportunidad para que los agricultores de la villa de Morata accedieran a la propiedad de un importante porcentaje de las tierras de la vega: alrededor de un tercio del total de las fincas regadas por el Tajuña. De hecho, el sistema de explotación de esta hacienda del conde de Altamira en Morata se basaba en el arrendamiento directo a los agricultores de las distintas fincas, pero la misma difícil situación económica que obligó a la Casa de Altamira a sacar a subasta estas tierras, impidió también a los arrendatarios morateños acceder a la propiedad de las mismas. En estos años del primer tercio del siglo XIX los agricultores sufrían las mismas dificultades económicas que el estamento nobiliario y difícilmente podían competir con una clase emergente, la burguesía urbana y comercial, que disponía del capital necesario para afianzar su influencia social a partir de la compra del patrimonio de las casas nobiliarias en decadencia.
La vega de Morata resultaba un entorno atractivo y con posibilidades para los miembros de esta burguesía: una villa cercana a Madrid y a su mercado de alimentos y la posibilidad de rentabilizar las inversiones en propiedades rústicas que salían a la venta. Estas circunstancias fueron, sin duda, la que evitaron que los agricultores morateños accedieran a la propiedad de estas tierras, que labraban desde hacía muchas décadas en régimen de aparcería. Por el contrario, esta situación económica facilitó que un nuevo terrateniente se hiciera con su propiedad. En el archivo de la Casa de Altamira se conserva el documento que constata como la totalidad de las fincas sacadas a la venta y anunciadas en el Diario de Madrid fueron adquiridas por un único comprador, Ramón de Angulo.



Ejemplar del Diario de Madrid en el que se publicó la subasta de las tierras del conde de Altamira
Subasta y venta de tierras, casas, molino y pinturas del palacio de Morata
Para dejar constancia de estas ventas, realizadas para pagar parte de las deudas de la Casa de Altamira, el archivo y administración del conde de Altamira emitió un documento, en el que se contabilizan estas ventas y subastas:
Razón de las fincas vendidas por el Excmo. Señor conde de Altamira en virtud de la facultad real que obtuvo en 11 de enero de 1820 hasta en cantidad de siete millones novecientos diez mil cuatrocientos un real de vellón cuanto por el anulado decreto de las llamadas cortes sobre la mitad de vinculaciones, con expresión de los valores en que fueron tasadas, en los que se realizaron las ventas y las de las que procedió subasta o tuvieron efecto por convenios entre S. E. y los compradores.
Las ventas y subastas de fincas rurales, casas, palacios, dehesas, acciones y pinturas, entre otros bienes propios del patrimonio de la Casa de Altamira afectaron a bienes repartidos por toda España, en ciudades y provincias como Ávila, Huelva, Toledo, León, Madrid e, incluso, algunas propiedades localizadas en Italia (Nápoles), en un proceso que se desarrolló entre los años 1820 y 1823. Según este documento, las fincas sacadas a subasta o vendidas por convenio particular estaban tasadas en 19.595.652 reales de vellón y, finalmente, fueron rematadas en 14.756.380 reales de vellón. De esta cantidad total, las ventas realizadas en Morata sumaron, en total, 2.576.443 reales de vellón, la cantidad más alta localizada en un solo municipio.
La relación de los bienes vendidos en Morata se inicia con la venta de las fincas anunciadas en el mes de julio en el Diario de Madrid:
En 31 idem [octubre de 1820] se otorgó escritura a favor de D. Ramón Angulo de 784 fanegas, 3 celemines y 7 estadales de tierras de regadío, y 6 fanegas, 2 celemines y 8 estadales de secano, que en Morata se vendieron por remate público.
El documento incluye el precio total pagado por el comprador, 1.542.800 reales de vellón, aunque la cantidad en que se habían tasado para la subasta ascendía a 2.314.181 reales de vellón y 3 maravedíes. Este precio final significa que se pagaron en torno a 1.968 reales por cada fanega adquirida por el nuevo propietario.
Este documento del archivo de la Casa de Altamira incluye también las restantes ventas relacionadas con la villa de Morata. Entre estas ventas, aparece la única en la que un morateño accedió a una de las propiedades del señorío puestas en venta. Concretamente, el 18 de abril de 1821, el conde de Altamira vendió a un vecino de Morata, Ángel Corpa, una casa en la villa por un importe de 4.500 reales de vellón, cantidad algo superior a la tasación inicial de 4.460 reales.
Más importante es la venta acordada en julio de 1821 del molino harinero y la huerta contigua que se adjudicó, de nuevo, a Ramón de Angulo, que mejoraba así el importante patrimonio inmobiliario adquirido en Morata:
En 16 idem [julio de 1821] otra [escritura] a favor de Ramón de Angulo de la huerta y molino harinero de Morata, por remate público.
En el expediente se recoge que la tasación de estas posesiones de la Casa de Altamira en Morata se fijó en la cantidad de 884.846 reales de vellón y 33 maravedíes. Para el comprador debió de ser una adquisición importante para reforzar su presencia en Morata, ya que en el remate público ambas fincas fueron adjudicadas en la cantidad de 1.010.000 reales de vellón, con un sobreprecio superior a los 125.000 reales sobre el precio inicial de salida.
 Apunte de la venta del molino y la huerta a Ramón de Angulo

En la vecina localidad de Perales de Tajuña, también lugar de señorío del conde de Altamira, pero con un patrimonio en fincas rústicas más reducido, igualmente salieron a la venta algunas propiedades pertenecientes a Vicente Isabel Osorio de Moscoso. En concreto, el 6 de diciembre de 1820, se vendieron a José Hernández Martínez unas tierras tasadas en 169.647 reales de vellón con 30 maravedíes y finalmente adjudicadas en 153.000 maravedíes por remate público. Este mismo comprador adquirió el 24 de febrero de 1821 tierras tasadas en 12.778 reales de vellón y adjudicadas en 15.000 reales.
En el documento que estamos analizando, elaborado por los administradores del conde de Altamira el 28 de marzo de 1825, para dejar constancia ante los acreedores de cómo se desarrolló todo el proceso de ventas y subastas para hacer frente a las deudas contraídas por el titular del condado y sus antecesores, se hace una referencia a la venta de las pinturas procedentes de la colección del I marqués de Leganés:
Las pinturas que resultan enajenadas lo han sido por valor de 62.353 reales de vellón, pero no se hace mérito de las tasaciones por darse este conocimiento únicamente a gobierno de la Junta [de acreedores], si le fuese útil en sus combinaciones, sin embargo de no estar comprendido este particular en sus acuerdos.
 

Apunte de la venta de pinturas del palacio y de las tierras de la vega


Con esta nota se constata que esta parte del patrimonio mueble de la Casa de Altamira no estaba incluida, inicialmente, entre los bienes que estaba previsto que se enajenaran, sin embargo, las acuciantes necesidades económicas del Vicente Isabel Osorio de Moscoso, facilitaron unas ventas que iniciaron la dispersión de la colección de pinturas propiedad del conde y vinculadas desde Diego Felípez de Guzmán, su iniciador, al mayorazgo primero de la Casa de Leganés y posteriormente del condado de Altamira.
En el documento aparecen varias de estas ventas, algunas sin especificar su localización, lo que hace pensar que se encontraban en el Palacio madrileño de la Calle Flor Alta, y otras como las que hacen referencia al Palacio de Morata, localizadas en la casa señorial de los condes de Altamira en la villa.
La primera mención a estas ventas aparece con fecha de 25 de octubre por diferentes pinturas vinculadas del Palacio de Morata que se vendieron a Don José Madrazo por 11.543 reales. Al año siguiente, el 16 de febrero de 1821, el embajador de Inglaterra adquiere un número indeterminado de pinturas del Palacio de Morata por un importe de 3.000 reales de vellón. El mismo embajador de Inglaterra adquiere, el 28 de febrero de 1821, un nuevo lote de pinturas localizadas en Morata, sin determinar el número, por un importe de 2.000 reales de vellón. Por último, en 1822, el 29 de marzo, José Madrazo vuelve a adquirir un lote de pinturas del Palacio de Morata por 2.640 reales.
Estas ventas de las propiedades de Vicente Isabel Osorio de Moscoso en Morata serían las primeras, pero no las últimas, en el proceso de desmembración del patrimonio de la Casa de Altamira tanto en Morata como en el resto del territorio nacional. Unos años después de que se ejecutaran estas primeras enajenaciones, el Diario de Madrid anunció nuevas ventas y subastas de bienes pertenecientes al conde de Altamira. En esta ocasión el anuncio no especifica qué bienes de los subastados correspondían a propiedades del conde en Morata y únicamente se limita a señalar cómo se subastaron distintas propiedades en las villas de Torres, Huelva, Morata, Monzón, Leganés, Astorga, Boñar, San Asensio, Elche, Torrijos, Cabra y Ayamonte. El importe total de las ventas ascendía a una cantidad muy reducida 337.060 reales, lo que puede indicar que se trataba de pequeñas posesiones repartidas por estas localidades. (Diario de Madrid de 13 de abril de 1831).
No consta en la documentación que Vicente Isabel Osorio de Moscoso procediera a enajenar más bienes en la villa de Morata desde este año de 1831 hasta el de su muerte en 1837. A partir de esta fecha, el poseedor de los bienes de la casa en Morata sería su primogénito y sucesor Vicente Pío Osorio de Moscoso, XIV conde de Altamira, responsable de hacer frente a las dificultades económicas de la familia, arrastradas durante todo el siglo XIX,  que afectarían al resto del patrimonio que aún conservaba en Morata: el batán, un molino de aceite, El Bosque y, sobre todo, el palacio familiar que conservarían hasta las últimas décadas del siglo.


Bibliografía: Diario de Madrid, 21 de septiembre de 1820
Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza-BAENA, C274, D22





miércoles, 23 de marzo de 2016

La Casa de Altamira en Morata (III)


Vicente Isabel Osorio de Moscoso y Álvarez de Toledo (XIII conde de Altamira, señor de Morata 1816-1837)

Entabló pleitos con el concejo de Morata para defender sus derechos señoriales en la villa

Las deudas económicas le obligaron a iniciar un proceso de venta de muchas de sus propiedades en Morata

Vicente Isabel Osorio de Moscoso y Álvarez de Toledo nació en Madrid en 1777 y fue hijo primogénito del primer matrimonio de su padre, Vicente Joaquín Osorio de Moscoso, con María Ignacia Álvarez de Toledo. En su juventud  sufrió las represalias de los franceses que, tras apresarlo en Madrid, le confinaron en la fortaleza de Fenestrelle, en los Alpes Franceses. Allí permaneció los años de duración de la guerra de la Independencia en represalia por la actitud contraria a Napoleón de su padre, el XII conde Altamira. De ideas liberales, ocupó distintos cargos heredados de la familia en la corte de Madrid e, incluso, pese a su oposición inicial, fue nombrado caballerizo mayor por Fernando VII en 1822, en pleno Trienio Liberal. Con el giro radical que sufrió la situación española tras la llegada a España de los llamados Cien mil hijos de San Luis en apoyo de la política reaccionaria de Fernando VII, Vicente Isabel Osorio de Moscoso sufrió la represión de Fernando VII cuando el monarca le retiró el cargo de gentilhombre y la grandeza de España. Su hijo intentará que el monarca absolutista le rehabilitara pero sin conseguirlo y, únicamente con la muerte de Fernando VII en 1833, conseguiría Vicente Isabel Osorio de Moscoso ser rehabilitado en sus cargos.
Vicente Isabel Osorio de Moscoso en un cuadro de Francisco de Goya

Se casó con María Luisa de Carvajal Vargas y Queralt, hija a su vez de José Miguel Carvajal y Vargas, duque de San Carlos, y de su segunda mujer María Eulalia de Queralt, hija del marqués de Santa Coloma. Ocupó el señorío de Morata hasta el año de su muerte, en 1837, cuando le sustituyó su hijo, Vicente Pío Osorio de Moscoso, XIV conde Altamira.
Como hijo de una de las familias más poderosas de España, el XV conde de Altamira pasó también a la historia de la pintura de España al servir como modelo de una de las obras más destacadas de Francisco de Goya, para quien posó en un cuadro que se conserva en el Museo del Prado.
El 28 de agosto de 1816 accedió al señorío de Morata como primogénito de su padre, pero ya esta institución, seriamente cuestionada por las ideas políticas del momento y legalmente abolida por la Constitución de Cádiz, no sería sino una fuente de litigios judiciales y legales que obligó a muchas casas de la nobleza española a dedicar ingentes cantidades de fondos para defender unos derechos procedentes del Antiguo Régimen y que eran discutidos por los concejos vecinales.
No obstante, la política regresiva hacia los derechos ciudadanos de Fernando VII, contraria al avance de las ideas liberales dio argumentos a la nobleza titulada para defender lo que consideraban derechos históricos de sus familias ante los concejos. Vicente Isabel, al hacerse cargo de la jefatura de la Casa de Altamira, emitió una circular dirigida a todos sus administradores dándoles instrucciones en este sentido:
Habiendo fallecido a las nueve de la mañana del día 26 del corriente el Excmo. Marqués de Astorga [conde de Altamira], mi amado padre, y tomado yo aquí judicialmente posesión de todos sus estados para que tú lo hagas en mi nombre de todas cuantas rentas, fincas y derechos me corresponden están comprendidos en esa administración de tu cargo (…) [he resuelto] que todos mis administradores continúen en sus respectivos destinos, cumpliendo con la remisión de mensualidades y fondos que les están asignados en la forma prevenida, advirtiéndose que verificada la citada toma de posesión, me remitan dichas diligencias originales, para custodiarlas en el archivo de mi casa y estados.
Madrid, 28 de agosto de 1816
Archivo Histórico Nacional-sección Nobleza-BAENA-C 202-D-49
Pleitos y ventas en Morata
Intentaba así Vicente Isabel Osorio de Moscoso defender sus derechos nobiliarios repartidos por todo el territorio nacional y, por supuesto, también en Morata. La concreción de estos derechos económicos, señoriales y territoriales generaban la mayoría de los ingresos de las casas nobiliarias españolas pero también exigían unos costosísimos gastos de administración que, en muchas ocasiones, no compensaban unas cantidades económicas que habían mermado al tratarse de derechos muy antiguos y afectados por la inflación. Si a esto unimos los gastos suntuarios de las familias de la nobleza y, como ya hemos indicado, los gastos derivados de los procesos judiciales para defender sus derechos frente a vecinos y concejos, la Casa de Altamira entró en una dinámica de deudas que ya marcaría todos los años del siglo XIX hasta la total desintegración de su patrimonio.
La confirmación de que el marqués estaba dispuesto a defender los privilegios del señorío se manifestó con el nombramiento de alcalde mayor, un cargo que llevaba aparejada la impartición de justicia en primera instancia y que correspondía a una persona nombrada por el titular del señorío. En estos años, este puesto fue ocupado por Antonio Evaristo de Haro, un funcionario nombrado por Isabel Ventura Osorio de Moscoso, que se enfrentó en numerosas ocasiones a los vecinos y a los miembros del concejo de Morata y que, además, mantuvo un largo pleito con los vecinos de Perales que se negaron a reconocer su autoridad ante su pretensión de hacerse cargo en la villa vecina de la alcaldía mayor.
Petición al archivo de Altamira para que elabore un informe sobre sus derechos en Morata

En 1816, el concejo inicia las reclamaciones al conde de Altamira para recuperar los derechos de medida asociados al de fiel almotacén que habían correspondido tradicionalmente a los poseedores del señorío desde los tiempos del I marqués de Leganés. Fue un pleito que se extendió en el tiempo y que todavía en la década de 1830 no se había sustanciado en una sentencia firme pero que en primera instancia tomó en cuenta los argumentos del conde de Altamira.
En el Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza BAENA-C-98-D.293-371 se conserva un documento que, todavía en vida del anterior marqués, refleja parte de los emolumentos cobrados por el abogado de la Casa de Altamira en este pleito sobre el arbitrio de enaldar y cargar en Morata y recurso al Consejo y escrito de demanda para pago de maravedíes contra la villa de Morata.
Este pleito requirió todo el esfuerzo de los abogados del conde de Altamira y de los empleados de su archivo para intentar demostrar ante la justicia la pertenencia a la Casa de los derechos reclamados por los vecinos y el concejo de Morata. En 1817 el archivo del conde de Altamira emitió un informe, el 16 de abril, relativo a los oficios enajenados de la Corona que pertenecen a S. E., cuales son el de escribano de número y ayuntamiento, fiscal, contador, medidor, corredor y fiel almotacén de las villas de Leganés, Morata y Perales de Tajuña, cuyo derecho de nombrarlos fue confirmado por Real Cédula de 6 de junio de 1803 y pagado su valimiento.
En este informe, el encargado del archivo de Altamira certifica que la Real Cédula confirmó al Excmo. Marqués conde duque (en paz descanse) padre de V. E. el derecho de nombrar escribanos del número y Ayuntamiento, fiscal, contador, medidor, corredor y fiel almotacén en las villas de Leganés, Morata y Perales de Tajuña mediante el pago de 23.600 maravedíes que le fueron regulados por el valimiento sobre oficios enajenados de la corona establecido en Real Decreto de 6 de noviembre de 1799 (Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza-BAENA, C.222, D.16-40).
Naturalmente, este pleito en uno de los lugares de señorío de la Casa de Altamira poco podía influir en el conjunto de las finanzas de la casa condal, pero esta situación se repitió por todo el territorio y, en consecuencia, estos procesos judiciales empeoraron la situación económica de Vicente Isabel Osorio de Moscoso, ya muy mermada como apuntamos por las consecuencias de la Guerra de la Independencia.
Esta crisis económica se afrontó por parte de los titulares de la Casa de Altamira, ya desde el XII conde Altamira, con una política de endeudamiento que a la larga lastró cualquier posibilidad de saneamiento del inmenso patrimonio de los condes y que les obligó a deshacerse de las propiedades acumuladas por sus antepasados. De estas ventas nos interesan, sobre todo, las que se produjeron en Morata a partir de 1820. En esta fecha, con el obligatorio y necesario permiso real para enajenar bienes vinculados, Vicente Isabel Osorio de Moscoso comenzó un proceso de venta de sus propiedades en Morata que afectaron a sus fincas en la vega y en el llano de Morata, al molino harinero y al patrimonio artístico reunido por su antepasado, el I marqués de Leganés, iniciador de la colección de pintura que, en una parte muy destacada colgaba de las paredes del palacio de Morata de los condes de Altamira.
 El 14 de julio de 1820 el Diario de Madrid publicaba el primer anuncio de venta de las propiedades rusticas del conde Altamira en Morata:
Consecuente con la Real facultad que está concedida al Excmo. Señor marqués de Astorga [y conde de Altamira] para vender fincas vinculadas y con su producto satisfacer a los acreedores del Excmo. Sr. su difunto padre, se ha mandado por providencia del Sr. D. Julián de Sojo, ministro togado honorario de la audiencia territorial de esta provincia de Madrid, y juez de primera instancia, refrendada por D. Claudio Sanz, escribano de número, sacar a publica subasta porción de tierras de riego, sitas en la vega de Morata y son las siguientes (…).
La extensa relación de propiedades del conde de Altamira en el llano y en la vega de Morata exigió que la relación de fincas hubiera de publicarse en sucesivos días desde el 14 de julio hasta el 28 del mismo mes, ambos incluidos. El último día de publicación del anuncio de subasta se señalaba también que:
(…) quien quisiere hacer postura a cualesquiera de las referidas tierras acuda ante el nominado Sr. Juez de primera instancia, D. Julián de Sojo, por la escribanía de número de D. Claudio Sanz, que se admitirán no bajando de la tasación, y en dinero metálico, dentro de 30 días contados desde el 7 del presente mes.
El Diario de Madrid publicó al mes siguiente, el 19 de agosto de 1920, la fecha del remate de estas fincas rústicas propiedad del Conde Altamira en Morata:
Para el remate de las tierras sitas en término de la villa de Morata, que se venden a instancia del Excmo. Sr. Marqués de Astorga, conde de Altamira, y se anunciaron en los diarios de esta corte de 14 hasta 28 de julio último inclusive, se ha señalado el 29 del corriente y siguientes (exceptuando los sábados y días festivos), desde las once de la mañana, en la audiencia de Sr. D. Julián de Sojo, ministro togado honorario, y juez de primera instancia de esta villa, ante el escribano de número D. Claudio Sanz.
En los siguientes meses se llevarían a cabo estas ventas y subastas de un importante porcentaje de las propiedades de la Casa de Altamira en Morata, adquiridas por la familia de Ramón de Angulo que, a partir de entonces, iniciaría su presencia en la villa y sustituiría a los Osorio de Moscoso como mayor propietario de fincas rústicas.

Bibliografía:
Números del Diario de Madrid del mes de julio, agosto y septiembre de 1820
Morata de Tajuña. Crónica de la provincia de Madrid-Arribas, Juan Diego-Imprenta de la Diputación Provincial-Madrid, 1891

miércoles, 16 de marzo de 2016

La Casa de Altamira en Morata (II)


Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba (XI conde de Altamira, señor de Morata 1734-1776)

Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba nació en Madrid en 1731 y se casó con María de la Concepción de Guzmán y Fernández de Córdoba, madre de su primogénito y heredero Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Guzmán.
Como seguidor de la política de la Casa de Altamira de acrecentar su presencia en la corte y en cargos ligados a la corona, Ventura compró a perpetuidad el cargo de Alférez Mayor de Madrid por 30.000 ducados. Esta compra, realizada en 1759 y refrendada por el Real título emitido el 20 de julio de ese mismo año, permitió al jefe de la Casa de Altamira participar en los actos de proclamación de Carlos III en la Plaza Mayor de Madrid. Sus sucesores en el condado de Altamira ocuparían este cargo honorífico hasta la abolición del mismo en 1835.
Como poseedor del señorío de Morata existe constancia documental de sus estancias en su palacio morateño en distintas temporadas del año. En una entrada del blog ya se publicó y transcribió un documento en el que aparecían reflejados los gastos ocasionados por la estancia de la familia Osorio Moscoso en su palacio morateño durante un periodo de unas semanas entre finales de abril y el 31 de mayo de 1756. En esa estancia en Morata Ventura Osorio de Moscoso estuvo acompañado de su primo, José de Guzmán y Vélez de Guevara, conde de Oñate, y su familia, y se generaron unos gastos de 7.223 reales de vellón.
Es en torno a estos años cuando la documentación relacionada con la Casa de Altamira en Morata es más abundante. En los legajos del Catastro de Ensenada se refleja como el conde de Altamira cobraba por las alcabalas y otros derechos señoriales 11.410 reales:
(…) percibiendo el dicho señor de alcabalas uno y medio por ciento, el de fiel medidor, sacador y cargador, el de las penas de cámara que se recaudan en la audiencia de esta villa, la contaduría del número, cuentas y particiones y el oficio de escribano del Ayuntamiento que por razón de alcabalas uno y medio por ciento cobra dicho señor en cada un año cuatro mil setecientos y diez reales de vellón. (…) Percibe mil novecientos reales, anualmente, mitad del arrendamiento de la tienda de mercería y abacería. En cada libra de carne vendida en la carnicería pública cobra dos maravedíes, cuyo producto se tiene regulado en cada un año por mil quinientos reales. Por las ventas sueltas de heredamientos y caballerías no criadas en el pueblo cobra el cinco por ciento en las que se celebran entre legos. Y el once por ciento cuando son a favor de persona exenta, cuyo importe regularmente suele ser doscientos reales anuales por la alcabala del viento, que con los beneficios de fiel medidor, sacador y cargador están arrendados a Joseph Berenjeno y Joseph Carrascosa, cobra dicho señor tres mil y cien reales. Por las penas de Cámara podrá percibir anualmente según dicho juicio setenta reales (…).
Al margen de estos derechos señoriales, el conde de Altamira era propietario de un molino harinero, del batán de paños, un molino de aceite y los dos mesones existentes en la villa, que se unían a las 792 fanegas y 8 celemines que poseía repartidas en 328 parcelas en la vega de Morata (31,6 % del total de las tierras de regadío), y una extensión similar en el llano. Todo este conjunto de propiedades le convertían, lógicamente en el mayor hacendado de la villa, con unas rentas estimadas en unos 88.585 reales anuales, cantidad muy elevada para los ingresos habituales en esa época de una familia común pero relativamente pequeña en el conjunto del patrimonio de la Casa de Altamira, con propiedades repartidas por el todo el territorio y que, sólo en la provincia de Toledo, alcanzaba la cifra de 24.323 fanegas.
La administración de este patrimonio en Morata requería el trabajo de un administrador, que en estos años, en torno a la mitad del siglo XVIII, ejercía Diego de Almazán y, posteriormente, Luis Fominaya. El conde de Altamira se reservaba también el nombramiento de alcalde mayor de Morata. En los años en que poseyó el señorío Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba, hasta su muerte en 1776, ocuparon este cargo sucesivamente Fernando Antonio Pariente, Baltasar de Riera, Diego de Almazán, Joseph de Orozco y Salcedo, Manuel de Almazán y Alfonso Alejandro Pérez Bolívar.
Ventura Osorio de Moscoso falleció en Madrid el 6 enero de 1776 y le sucedió en el señorío de Morata su primogénito Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Guzmán.
El palacio de la Casa de Altamira, en la calle Flor Alta de Madrid, hacia 1780

Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Guzmán (XII conde de Altamira, señor de Morata 1776-1816)
Vicente Isabel Osorio de Moscoso nació en Madrid el 10 de enero de 1756 y fue hijo primogénito de Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba y de María Concepción Guzmán y Fernández de Córdoba. Contrajo matrimonio en 1774 con María Ignacia Álvarez de Toledo, dos años antes de acceder a la jefatura de la Casa de Altamira tras el fallecimiento de su padre.
Su trayectoria vital está ligada a los reinados de Carlos III y Carlos IV. El primero lo nombró gobernador del Banco de San Carlos, germen de la entidad que años después se convertiría en el Banco de España. De hecho, algunas reuniones del banco se celebraron en dependencias de su grandioso palacio de la calle Flor Alta. En esta residencia, propiedad de la Casa de Altamira desde que asumieron el marquesado de Leganés, el padre del XII conde de Altamira había iniciado unas ambiciosas obras de restauración y mejora, bajo la dirección del arquitecto Ventura Rodríguez, que culminaron con Vicente Joaquín.
Al igual que todos sus antepasados ocupó importantes cargos en la corte, unos por herencia familiar y otros gracias a su cercanía a los monarcas que estaban al frente de la corona durante sus años de juventud y madurez. Carlos IV designó a Vicente Joaquín para el cargo de caballerizo mayor que fue ratificado por Fernando VII. También como otros miembros de la familia fue alférez mayor de Madrid, alcaide del Buen Retiro, miembro del Consejo de Castilla y gentilhombre de cámara del rey. A la muerte de su primera mujer se casó en segundas nupcias con Magdalena Fernández de Córdoba y Ponce de León. Para su segunda mujer también era su segundo matrimonio, tras un primer enlace con el conde de Montemar.
Vicente Joaquín Osorio de Moscoso, pintado por Goya. (Coleccción del Banco de España)

Presidente de la Junta Suprema Central
El inicio de la guerra de la Independencia, ocurrido poco después de la celebración del segundo matrimonio de Vicente Joaquín Osorio de Moscoso, significó también para el conde de Altamira el comienzo de un periodo convulso en su biografía. Participó activamente en los movimientos políticos frente a Napoleón y llegó a presidente de la Junta Suprema Central que se oponía a los franceses. Sin embargo, unos meses antes de los sucesos del 2 de mayo que dieron inicio a la guerra, Vicente Joaquín Osorio de Moscoso fue protagonista de un acto de concordia con el ejército francés. El conde de Altamira, como caballerizo mayor, entregó al general francés Murat la espada de Francisco I, botín de guerra de la batalla de Pavía, que pertenecía al tesoro real. El conde de Altamira, que llegó incluso a ejercer distintos cargos en el gobierno del rey José I, rectificó su inicial apoyó a los franceses y se negó en julio de 1808 a ondear el estandarte del rey intruso ante José I, como le correspondía por su cargo de alférez mayor, alegando una supuesta enfermedad de la que convalecía en Arévalo. Su oposición a los franceses continúo cuando se  integró en la Junta Suprema Central, que llegó a presidir tras el fallecimiento de Floridablanca. Tras la disolución de la Junta Suprema Central, en 1810 el conde de Altamira se refugió en la ciudad de Cádiz.
Ya en enero de 1811, Vicente Joaquín Osorio de Moscoso se adhirió al decreto de las Cortes de Cádiz por el que  declararon la nulidad de las renuncias hechas en Bayona, no solo por falta de libertad, sino también por la circunstancia esencialísima de faltarles el consentimiento de la nación, declararán ahora igualmente nulos cualesquiera actos, convenios, contratos, transacciones, etc., que hiciere el rey, ya sea en país enemigo, ya en España; y que no se le reconocerá, ni prestará obediencia mientras esté rodeado de las bayonetas francesas, o baxo el influxo directo o indirecto del usurpador [José I], hasta tanto se halle libre en el seno de sus leales súbditos (…). Ante este decreto, el conde de Altamira emitió un oficio, que las Cortes aprobaron que se difundiera en la Gaceta de la Regencia, en el que manifestaba su adhesión a la determinación del congreso sobre este asunto, y ofreciendo su hacienda y vida…
Y tal como, de alguna forma, ofrecía en este oficio, el conde de Altamira comprometió su patrimonio e incluso su salud al decantarse por los ideales que representaban las Cortes de Cádiz ante los franceses y la, cuando menos confusa, actuación de Fernando VII. Así, esta determinación de Vicente Joaquín Osorio de Moscoso significó para la Casa de Altamira la confiscación de todos sus bienes por parte de los franceses y, en cierta forma, el inicio del declive económico de la familia. Como ya le había sucedido al III marqués de Leganés, su antepasado en el señorío de Morata, los conflictos políticos y la toma de partido ante ellos, tuvieron un coste económico para el conde de Altamira. A ello hubo que sumar la animadversión de Fernando VII, cuando recuperó el trono, frente a la Casa de Altamira en una actitud muy propia del carácter vengativo y rencoroso de llamado rey felón, una vez acabada la guerra de la Independencia
En estos años posteriores a 1814, Vicente Joaquín Osorio de Moscoso, ya con graves problemas de salud, trató de evitar la ruina económica y la decadencia de su rico patrimonio, afectado también, a partir de ahora, por los numerosos pleitos que se plantearon en sus distintos señoríos, abolidos legalmente por la Constitución de 1812. Los vecinos de sus señoríos recurrieron a la justicia para reclamar la recuperación de los antiguos derechos señoriales a favor de los concejos, tal como lo haría el concejo de Morata, y estos pleitos aumentaron los gastos de una casa ya acuciada por las deudas generadas por la guerra y la crisis consiguiente.  Estos apuros económicos de la Casa de Altamira obligaron ya en julio de 1814 a convocar una junta de acreedores a fin de tratar y acordar lo conveniente a sus intereses de relación con la casa de S. E. Esta junta de acreedores, todavía en vida del XII conde Altamira, sería uno de tantos intentos por salvar las finanzas de la Casa, algo que no había de lograr Vicente Joaquín Osorio de Moscoso, fallecido en 1816, que ocuparía a partir de entonces a su sucesor, Vicente Isabel Osorio de Moscoso, y que tendría repercusiones en el cuantioso patrimonio de los Altamira en la villa de Morata.


Bibliografía: Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio-Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.
Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada-Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.

miércoles, 9 de marzo de 2016

El señorío de la Casa de Altamira en Morata (I)


Antonio Gaspar Moscoso de Osorio (IX conde de Altamira, señor de Morata 1711-1725)

En el siglo XVIII, en 1711 y tras la muerte sin herederos directos de Diego Mesía Felípez de Guzmán, III marqués de Leganés, la Casa de Altamira toma posesión del señorío de Morata. Durante más de un siglo, esta rama de la nobleza española, originaria de Galicia, ejerció los derechos jurídicos y señoriales adquiridos por el I marqués de Leganés en 1632, habitó por temporadas el palacio que construyó Diego Mesía y administró las numerosas propiedades que habían adquirido sus antecesores en Morata. Estas propiedades incluían una extensa hacienda en la vega y en el llano de Morata –que convertía a esta casa en la mayor propietaria de la villa-, así como molinos de trigo y aceite, posadas y, por supuesto, el derecho al nombramiento y posesión de numerosos cargos en el gobierno del concejo (escribano, fiel medidos, alcalde mayor, …).
El primer miembro de la Casa de Altamira que administró el señorío de Morata fue Antonio Gaspar Moscoso de Osorio, IX conde de Altamira, un condado creado por Enrique IV en 1455 y que fue iniciado por Lope Sancho de Ulloa y Moscoso. Antonio Gaspar nació en 1689 y era hijo de Luis de Moscoso Osorio Mendoza y Rojas y de Mariana de Benavides Ponce de León. Su acceso al marquesado de Leganés le llegó por vía materna ya que era nieto de Inés Mesía Dávila, hija a su vez del I marqués de Leganés, Diego Mesía Felípez de Guzmán. 
La unión del marquesado de Leganés al condado de Altamira fue una agregación más de los numerosos linajes asociados a la Casa de Altamira desde su creación. De hecho, Antonio Gaspar de Moscoso y Osorio, a la titularidad del condado de Altamira sumaba el marquesado de Almazán, el condado de Monteagudo, el condado de Lodosa, el marquesado de Poza, el ducado de San Lúcar La Mayor y el condado de Arzarcollar, además del marquesado de Leganés y de Morata de La Vega que adquirió tras la muerte de su tío abuelo. Esta acumulación de títulos y grandezas de España, sería una constante en la Casa de Altamira y se basaba en una política matrimonial que no hacía sino sumar títulos nobiliarios a la familia con el correspondiente incremento patrimonial, aunque a veces, como veremos, estos derechos sucesorios también incluían cargas económicas que, a la larga, provocaron la crisis y la decadencia de los titulares del señorío de Morata.
Toma de posesión del señorío de Morata
La muerte del último marqués de Leganés en París, exiliado tras su toma de partido por el bando austracista en la guerra de Sucesión, no sentó nada bien a las finanzas del marquesado de Leganés. De hecho, tras su muerte, Antonio Gaspar de Moscoso y Osorio heredó sus bienes en Morata y en los restantes señoríos propiedad de Diego Mesia Felípez de Guzmán, pero también sus deudas. En un  documento conservado en el Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza, BAENA, C. 222, D75-82, se reflejan algunas de estas deudas a las que hubo de hacer frente Antonio de Gaspar y Moscoso, tal como se describen en la transcripción del documento:
Don Martín Solano, contador de la Casa y Estados del Excelentísimo Señor Marques de Leganés, Duque de San Lúcar La Mayor, mi señor, certifico que por los libros y papeles de dicha contaduría que están a mi cargo, consta estar debiendo a los acreedores censualistas que se expresan en esta certificación las cantidades que se dirán de los réditos hasta el día fin de febrero pasado de este año [1711] en que falleció su excelencia, como también a diferentes personas y otras cosas en la forma siguiente:
Primeramente se están debiendo a D. Francisco Suárez de Rivera mil seiscientos y ochenta y dos reales de vellón hasta fin de febrero de este año y son por los réditos de un censo de cuatro mil ducados de principal que tiene contra los estados de su excelencia que Dios haya.
Más se están debiendo a los herederos de don Manuel de Arce de los réditos de un censo que tiene contra la Casa y Estados de S. E. de cuatro mil ducados de principal, dos mil novecientos y sesenta y tres reales hasta fin de febrero de este año de 1711.
Más se está debiendo a las Monjas Agustinas Recoletas de la Villa de Colmenar trece mil reales hasta fin de febrero de este año y es por los réditos de un censo de quince mil ducados de principal que tienen contra los estados de S. E.
Más del censo de las memorias que fundó mi señora, la marquesa, de cincuenta mil ducados de principal contra la casa y estados de S.E. se están debiendo de réditos noventa y siete mil y ochocientos reales hasta fin de febrero de este año.
A mi señora la duquesa de Medinasidonia como poseedora de la Casa de Medina de las Torres que tiene tres censos contra el Estado de San Lúcar y Mairena de sesenta y seis mil ducados de principal, cuyos réditos importan en cada un año veinte y un mil setecientos y ochenta reales se está debiendo hasta fin de febrero de este año ciento y treinta y nueve mil ciento y veinte y tres reales de vellón.
De otro censo que los herederos de D. Juan de Morales tienen contra el estado de Leganés de cinco mil ducados de principal y de réditos en cada un año mil seiscientos y cincuenta reales, de los cuales se está debiendo hasta fin de febrero de este año cuatrocientos y sesenta reales.
A don Cebrián de la Cuadra de un legado que el Marqués mi señor abuelo le dejó por los días de su vida se le están debiendo hasta fin de febrero de este año a razón de mil reales cada uno, cinco mil ochocientos veinte y siete reales de vellón.
Más a don …? de la Vega por otro legado que el marqués padre de su excelencia le dejó por los días de su vida se están debiendo catorce mil reales hasta fin de febrero de este año.
Al excelentísimo señor Duque del Infantado se están debiendo seiscientos doblones de a dos escudos de oro que dicho señor prestó a su Excelencia que harán treinta y nueve mil seiscientos reales.
A don Antonio de Arriola se le están debiendo mil y ochenta doblones que prestó a su excelencia estando en Francia y constará de recibo.
A don Juan Ruiz de Castañeda, visitador general del partido de Alcalá, se le están debiendo siete mil y quinientos reales de partida conocida, aunque se cree es menor cantidad, lo cual es dinero que prestó a Su Excelencia cuando pasó a Francia.
Más tres mil quinientos y setenta y cinco reales que se están debiendo de raciones y pan a la familia que está en Madrid hasta fin de febrero de este año.
Más de diferentes salarios que se están debiendo en Morata mil y quinientos reales.
(…) Por manera que importa todo lo que se está debiendo hasta fin de febrero cuatrocientos y 21 mil doscientos y sesenta reales de vellón con advertencia que además de esta partida se tiene por cierto que el marqués mi señor, que Dios haya, quedó debiendo diferentes cantidades a Don Juan de Mendinueta y a otras personas en París como también otras deudas de corta entidad en Madrid que justificadas unas y otras que sean se pondrán en esta certificación. Madrid, 24 de marzo de mil setecientos once.
Martín Solano
Documento del Archivo Histórico Nacional que refleja las deudas acumuladas 
a la muerte del III marqués de Leganés 
De este documento, aparte de la deuda de los intereses de préstamos y otras partidas, que asciende 421.260 reales de vellón, se deduce que el III marqués de Leganés dejó a su muerte una deuda en créditos que ascendía a 78.000 ducados más 600 doblones de oro. Estos créditos se impusieron, como consta en el documento, sobre los bienes propiedad del marqués, entre ellos los de el estado de Leganés, el que se incluían las propiedades en Morata. Además, el documento incluye también la cantidad de 1.500 reales que se adeudaban en Morata, es de suponer que a los guardeses del palacio, puesto que en todos los documentos relacionados con el marquesado de Leganés consta que del cuidado del palacio siempre se ocupaba una familia a la que, en determinadas épocas, se unía un jardinero e incluso un hortelano. En la relación de deudas aparece también Juan Ruiz de Castañeda, miembro de esta familia radicada en Morata y que ejercía como visitador [administrador] de las propiedades del señorío en el partido de Alcalá.
Antonio Gaspar Moscoso de Osorio hubo de asumir estas deudas para tomar posesión del Señorío de Morata.  Cuando accedió al señorío ya estaba casado con Ana Nicolassa de Guzmán y Córdoba que aportó al ya numeroso listado de títulos nobiliarios los marquesados de Astorga, Velada, San Román, Villamanrique y Ayamonte, y los condados de Trastámara, Saltes, Santa María de Ortigueira y Nieva. Como muchos de sus antepasados y sucesores, Antonio Gaspar mantuvo una estrecha relación con la Corona y ejerció varios cargos en la corte. Con Luis I fue sumiller de corps y también con Felipe V hasta el año de su muerte en 1725. Este cargo de sumillers de corps facilitaba a sus poseedores la cercanía al monarca y a sus favores. Su acceso a este puesto fue propiciado por la influencia de su madre, Ángela de Aragón,  en la corte donde ejerció como camarera mayor de la reina.
Aparte de esta proximidad al rey, Antonio Gaspar, considerado en su época uno  de los vecinos más ricos de Madrid, también ocupó el cargo de alcaide del Buen Retiro, responsabilidad que en años anteriores habían ejercido los titulares de la Casa de Leganés, y también el mismo puesto en Rivasvaciamadrid donde la familia poseía propiedades procedentes del legado del conde duque de Olivares.
Ventura Osorio de Moscoso y Guzmán Dávila (X conde de Altamira, señor de Morata 1725-1734)
El matrimonio de su padre, el IX conde de Altamira, con la marquesa de Astorga aportó a Ventura Osorio de Moscoso y Guzmán Dávila y Aragón, nacido en Madrid en 1707, como su heredero, nuevos títulos nobiliarios. Debido a su temprana muerte, en 1734, pocos rastros biográficos han quedado de quien como hijo primogénito de su padre también ostento el título de IV marqués de Morata de la Vega, destinado según el deseo del I marqués de Leganés al obtener esta merced del rey Felipe IV, a los herederos de este marquesado. Como poseedor del señorío, Ventura Osorio de Moscoso tenía la potestad de nombrar al alcalde mayor de Morata, cargo que en esa época ocupó Baltasar Barea.
Ventura contrajo matrimonio con Buenaventura Francisca Fernández de Córdoba Folch quien aportó a la casa de Altamira nuevos títulos entre los que destacaba el ducado de Baena título que con los restantes existentes en la familia, pasarían a su heredero el XI conde Altamira.

Bibliografia: Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño., Jesús Antonio-Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.
Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada-Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Morata, en la Descripción y Cosmografía de España, de Hernando de Colón


El autor pretendía hacer la cosmografía de España y en ella escribir todas las particularidades y cosas memorables

La anotación de Morata es la más antigua de las que se conservan de la villa

A comienzos del siglo XVI Hernando de Colón inicia su proyecto más ambicioso: realizar un mapa del reino de España con un método científico que permitiera a la Corona disponer de la información necesaria para administrar sus territorios. Hernando de Colón, hijo del descubridor de América, nacido en Córdoba, afrontó este trabajo después de viajar al nuevo continente en la cuarta expedición, vivir en Italia e, incluso, redactar un proyecto para dar la vuelta al mundo. Además, también se ocupaba de hacer frente a los numerosos pleitos iniciados  tras la muerte de su padre en 1506 con los que su familia pretendía defender los derechos económicos del almirante.
En estos años de viajes y contactos con la Corte Hernando de Colón afianza su fama de experto geógrafo, alimentada por el estudio de su colección obras relacionadas con esta materia. A partir de estos conocimientos, inicia en torno a 1517 la redacción de la Descripción y Cosmografía de España, conocida también como Itinerario de Hernando de Colon. Carlos I, para quien trabajó como asesor, le animó a proseguir con la labor de campo de su Cosmografía, aunque otra orden real le impide en 1523 continuar con estos trabajos.
Retrato de Hernando de Colón, autor de la Descripción y Cosmografía de España

El propio Hernando de Colon inició la obra el 3 de agosto de 1517 pero en su redacción contó con el trabajo de varios colaboradores que recorrieron los caminos del reino anotando distancias entre villas y ciudades, datos e hitos geográficos y, entre otras circunstancias, la calidad del terreno o el número de vecinos. Esta labor terminó, bruscamente, con una cédula de Carlos I que anuló las autorizaciones a los emisarios de Hernando de Colón para recabar información. Aunque no se conoce el motivo claro de las suspensión de la autoridad real para elaborar la Cosmografía, diversos expertos aducen que los consejeros del reino mostraron sus suspicacias ante el hecho de que un particular elaborara este trabajo o, también, que Carlos I llegó a temer que los datos recopilados fueran utilizados por Hernando de Colon en los pleitos que mantenía para defender los derechos heredados de su padre.
La obra inconclusa, el manuscrito con las anotaciones, se conserva en la Biblioteca Colombina de Sevilla y dos cuadernillos en la Biblioteca Nacional. En total la obra consta de 678 hojas depositadas en Sevilla y 41 en Madrid. En total se describen alrededor de 1.300 lugares, cifra muy alejada del proyecto inicial, ya que los datos incluidos en el manuscrito deberían haber servido para elaborar un mapa confeccionado con criterios científicos pero la prohibición de concluir el trabajo de campo abortó este primer intento de contar con un mapa del reino de España que respondiera a las exigencias de una administración eficiente.
Descripción de Morata
Partí de Chinchón para Morata que hay una legua grande de cerros y valles y todo de atochares y todo como cuesta abajo siempre, salvo la postrera media legua pequeña, que es  llana y de vega de panes, y por la mano derecha quedan siempre cerros altos, y en llegando a Morata pasan a un rio dicho Taxuña por puente que corre a la mano izquierda.
Morata es un lugar de doscientos vecinos, está en llano ribera de un río dicho Taxuña, es del arzobispado de Toledo y tiene la mejor vega que hay en esta tierra de pan y cañamares, que estará tres leguas de largo y media de ancho, y hasta Toledo once leguas y van por Bayona, dos leguas; y por Ciempozuelos, una legua; y Seseña, una legua; y hasta Alcalá de Henares hay cinco leguas, y van por Arganda, una legua; y por Loeches, dos leguas. Y hasta Bayona hay dos leguas llanas ribera abajo de Taxuña, que queda siempre a mano izquierda. Morata hasta Valdelaguna hay una legua de cerros y valles y atochares; y hasta Vaciamadrid hay tres leguas de cerros y valles de atochares, y a las dos leguas primeras pasan a un rio dicho Xarama por barca que corre a la mano izquierda; y hasta Perales hay una legua llana ribera arriba de Taxuña que queda siempre el río a la mano derecha y es de panes.
Morata hasta Carabaña hay tres leguas y van por Perales, una legua; y por Tielmes, media legua; y hasta Ambite hay cuatro leguas y media y van por Perales, una legua; y por Tielmes, media legua; y por Carabaña, legua y media; y por Orusco hasta el Villarejo hay dos leguas; y van por Perales, una legua; y hasta Chinchón hay una legua grande que es llana y saliendo del lugar pasamos a Taxuña por puente que corre a la mano derecha.
Morata hasta Villaconejos hay dos leguas de cerros e valles, y de medio camino pasan a Taxuna por puente que corre a la mano derecha ribera abajo de Taxuña, la primera legua queda a mano izquierda y hasta el campo hay dos leguas de cerros y valles y atochares.
Partí de Morata para Arganda, que hay una legua grande de cerros y valles y de atochares y romerales, y en saliendo de Morata subimos una sierra arriba que estará cuatro tiros de ballesta y de allí en adelante vamos bajando y subiendo.
Por la redacción del texto vemos que los autores del mismo llegaron a Morata desde la villa vecina de Chinchón, donde harían noche, y que de la misma manera, pernoctaron en Morata después de recabar los datos de las pueblos y lugares vecinos. Parece claro que para llegar a Morata utilizaron el camino viejo de Chinchón que, tras salvar los montes –todo de atochares-que flanquean la vega de la orilla izquierda del Tajuña, siguen en dirección a Morata por la base de los cerros –el actual camino de El Fraile-para salvar el río por el que hoy conocemos como Puente Grande.
La expresión vega de panes hace referencia al cultivo principal en aquellos años en la vega de Morata, el trigo, por ser el más rentable para los agricultores, junto con la siembra de cañamares que ya en el primer tercio del siglo XVI parece que estaba muy extendido en la vega del Tajuña. En Morata, los redactores del Itinerario obtuvieron la información sobre el número de vecinos y su pertenecía al arzobispado de Toledo, así como las distancias con los pueblos vecinos, medidas en leguas largas y cortas (Legua larga: 5.572 metros) y que, con los datos de hoy, en algunos casos resultan claramente inexactas
De todo el texto, el punto tal vez más destacado es la referencia que hace a que Morata  tiene la mejor vega que hay en esta tierra de pan y cañamares. Este elogio de la vega morateña en un documento antiguo es el primero del que existe constancia en estos términos, pero desde luego no el último. En una carta de los religiosos del Definitorio de la Custodia de Santa Elena, enviada a Felipe III en 1612, los remitentes hablan de las bondades de las tierras del actual estado de Florida en EE. UU. y para corroborarlo describen que hay muchas tierras para pan buenas, ríos para moliendas y buenos de suerte que por falta de gente tiene esta tierra nombre de mala y por la resistencia que se ha hallado entre los naturales. Los religiosos hemos acudido a lo espiritual y a experimentar la tierra y a sembrar trigo y se da tan abundante y tan bueno como en la Vega de Morata…

Bibliografía: La descripción y cosmografía de España: el mapa que nunca existió. Antonio Crespo Sanz. Dirección General del Catastro. Abril, 2012.
Transcripción del texto de Descripción y cosmografía de España- Boletín de la Real Sociedad Geográfica-Tomo L-Imprenta de Eduardo Arias-Madrid, 1908. (Pág 100-01).Apellidos para la historia de Extremadura. Soria Sánchez, Valentín. Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo.