miércoles, 16 de marzo de 2016

La Casa de Altamira en Morata (II)


Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba (XI conde de Altamira, señor de Morata 1734-1776)

Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba nació en Madrid en 1731 y se casó con María de la Concepción de Guzmán y Fernández de Córdoba, madre de su primogénito y heredero Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Guzmán.
Como seguidor de la política de la Casa de Altamira de acrecentar su presencia en la corte y en cargos ligados a la corona, Ventura compró a perpetuidad el cargo de Alférez Mayor de Madrid por 30.000 ducados. Esta compra, realizada en 1759 y refrendada por el Real título emitido el 20 de julio de ese mismo año, permitió al jefe de la Casa de Altamira participar en los actos de proclamación de Carlos III en la Plaza Mayor de Madrid. Sus sucesores en el condado de Altamira ocuparían este cargo honorífico hasta la abolición del mismo en 1835.
Como poseedor del señorío de Morata existe constancia documental de sus estancias en su palacio morateño en distintas temporadas del año. En una entrada del blog ya se publicó y transcribió un documento en el que aparecían reflejados los gastos ocasionados por la estancia de la familia Osorio Moscoso en su palacio morateño durante un periodo de unas semanas entre finales de abril y el 31 de mayo de 1756. En esa estancia en Morata Ventura Osorio de Moscoso estuvo acompañado de su primo, José de Guzmán y Vélez de Guevara, conde de Oñate, y su familia, y se generaron unos gastos de 7.223 reales de vellón.
Es en torno a estos años cuando la documentación relacionada con la Casa de Altamira en Morata es más abundante. En los legajos del Catastro de Ensenada se refleja como el conde de Altamira cobraba por las alcabalas y otros derechos señoriales 11.410 reales:
(…) percibiendo el dicho señor de alcabalas uno y medio por ciento, el de fiel medidor, sacador y cargador, el de las penas de cámara que se recaudan en la audiencia de esta villa, la contaduría del número, cuentas y particiones y el oficio de escribano del Ayuntamiento que por razón de alcabalas uno y medio por ciento cobra dicho señor en cada un año cuatro mil setecientos y diez reales de vellón. (…) Percibe mil novecientos reales, anualmente, mitad del arrendamiento de la tienda de mercería y abacería. En cada libra de carne vendida en la carnicería pública cobra dos maravedíes, cuyo producto se tiene regulado en cada un año por mil quinientos reales. Por las ventas sueltas de heredamientos y caballerías no criadas en el pueblo cobra el cinco por ciento en las que se celebran entre legos. Y el once por ciento cuando son a favor de persona exenta, cuyo importe regularmente suele ser doscientos reales anuales por la alcabala del viento, que con los beneficios de fiel medidor, sacador y cargador están arrendados a Joseph Berenjeno y Joseph Carrascosa, cobra dicho señor tres mil y cien reales. Por las penas de Cámara podrá percibir anualmente según dicho juicio setenta reales (…).
Al margen de estos derechos señoriales, el conde de Altamira era propietario de un molino harinero, del batán de paños, un molino de aceite y los dos mesones existentes en la villa, que se unían a las 792 fanegas y 8 celemines que poseía repartidas en 328 parcelas en la vega de Morata (31,6 % del total de las tierras de regadío), y una extensión similar en el llano. Todo este conjunto de propiedades le convertían, lógicamente en el mayor hacendado de la villa, con unas rentas estimadas en unos 88.585 reales anuales, cantidad muy elevada para los ingresos habituales en esa época de una familia común pero relativamente pequeña en el conjunto del patrimonio de la Casa de Altamira, con propiedades repartidas por el todo el territorio y que, sólo en la provincia de Toledo, alcanzaba la cifra de 24.323 fanegas.
La administración de este patrimonio en Morata requería el trabajo de un administrador, que en estos años, en torno a la mitad del siglo XVIII, ejercía Diego de Almazán y, posteriormente, Luis Fominaya. El conde de Altamira se reservaba también el nombramiento de alcalde mayor de Morata. En los años en que poseyó el señorío Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba, hasta su muerte en 1776, ocuparon este cargo sucesivamente Fernando Antonio Pariente, Baltasar de Riera, Diego de Almazán, Joseph de Orozco y Salcedo, Manuel de Almazán y Alfonso Alejandro Pérez Bolívar.
Ventura Osorio de Moscoso falleció en Madrid el 6 enero de 1776 y le sucedió en el señorío de Morata su primogénito Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Guzmán.
El palacio de la Casa de Altamira, en la calle Flor Alta de Madrid, hacia 1780

Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Guzmán (XII conde de Altamira, señor de Morata 1776-1816)
Vicente Isabel Osorio de Moscoso nació en Madrid el 10 de enero de 1756 y fue hijo primogénito de Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba y de María Concepción Guzmán y Fernández de Córdoba. Contrajo matrimonio en 1774 con María Ignacia Álvarez de Toledo, dos años antes de acceder a la jefatura de la Casa de Altamira tras el fallecimiento de su padre.
Su trayectoria vital está ligada a los reinados de Carlos III y Carlos IV. El primero lo nombró gobernador del Banco de San Carlos, germen de la entidad que años después se convertiría en el Banco de España. De hecho, algunas reuniones del banco se celebraron en dependencias de su grandioso palacio de la calle Flor Alta. En esta residencia, propiedad de la Casa de Altamira desde que asumieron el marquesado de Leganés, el padre del XII conde de Altamira había iniciado unas ambiciosas obras de restauración y mejora, bajo la dirección del arquitecto Ventura Rodríguez, que culminaron con Vicente Joaquín.
Al igual que todos sus antepasados ocupó importantes cargos en la corte, unos por herencia familiar y otros gracias a su cercanía a los monarcas que estaban al frente de la corona durante sus años de juventud y madurez. Carlos IV designó a Vicente Joaquín para el cargo de caballerizo mayor que fue ratificado por Fernando VII. También como otros miembros de la familia fue alférez mayor de Madrid, alcaide del Buen Retiro, miembro del Consejo de Castilla y gentilhombre de cámara del rey. A la muerte de su primera mujer se casó en segundas nupcias con Magdalena Fernández de Córdoba y Ponce de León. Para su segunda mujer también era su segundo matrimonio, tras un primer enlace con el conde de Montemar.
Vicente Joaquín Osorio de Moscoso, pintado por Goya. (Coleccción del Banco de España)

Presidente de la Junta Suprema Central
El inicio de la guerra de la Independencia, ocurrido poco después de la celebración del segundo matrimonio de Vicente Joaquín Osorio de Moscoso, significó también para el conde de Altamira el comienzo de un periodo convulso en su biografía. Participó activamente en los movimientos políticos frente a Napoleón y llegó a presidente de la Junta Suprema Central que se oponía a los franceses. Sin embargo, unos meses antes de los sucesos del 2 de mayo que dieron inicio a la guerra, Vicente Joaquín Osorio de Moscoso fue protagonista de un acto de concordia con el ejército francés. El conde de Altamira, como caballerizo mayor, entregó al general francés Murat la espada de Francisco I, botín de guerra de la batalla de Pavía, que pertenecía al tesoro real. El conde de Altamira, que llegó incluso a ejercer distintos cargos en el gobierno del rey José I, rectificó su inicial apoyó a los franceses y se negó en julio de 1808 a ondear el estandarte del rey intruso ante José I, como le correspondía por su cargo de alférez mayor, alegando una supuesta enfermedad de la que convalecía en Arévalo. Su oposición a los franceses continúo cuando se  integró en la Junta Suprema Central, que llegó a presidir tras el fallecimiento de Floridablanca. Tras la disolución de la Junta Suprema Central, en 1810 el conde de Altamira se refugió en la ciudad de Cádiz.
Ya en enero de 1811, Vicente Joaquín Osorio de Moscoso se adhirió al decreto de las Cortes de Cádiz por el que  declararon la nulidad de las renuncias hechas en Bayona, no solo por falta de libertad, sino también por la circunstancia esencialísima de faltarles el consentimiento de la nación, declararán ahora igualmente nulos cualesquiera actos, convenios, contratos, transacciones, etc., que hiciere el rey, ya sea en país enemigo, ya en España; y que no se le reconocerá, ni prestará obediencia mientras esté rodeado de las bayonetas francesas, o baxo el influxo directo o indirecto del usurpador [José I], hasta tanto se halle libre en el seno de sus leales súbditos (…). Ante este decreto, el conde de Altamira emitió un oficio, que las Cortes aprobaron que se difundiera en la Gaceta de la Regencia, en el que manifestaba su adhesión a la determinación del congreso sobre este asunto, y ofreciendo su hacienda y vida…
Y tal como, de alguna forma, ofrecía en este oficio, el conde de Altamira comprometió su patrimonio e incluso su salud al decantarse por los ideales que representaban las Cortes de Cádiz ante los franceses y la, cuando menos confusa, actuación de Fernando VII. Así, esta determinación de Vicente Joaquín Osorio de Moscoso significó para la Casa de Altamira la confiscación de todos sus bienes por parte de los franceses y, en cierta forma, el inicio del declive económico de la familia. Como ya le había sucedido al III marqués de Leganés, su antepasado en el señorío de Morata, los conflictos políticos y la toma de partido ante ellos, tuvieron un coste económico para el conde de Altamira. A ello hubo que sumar la animadversión de Fernando VII, cuando recuperó el trono, frente a la Casa de Altamira en una actitud muy propia del carácter vengativo y rencoroso de llamado rey felón, una vez acabada la guerra de la Independencia
En estos años posteriores a 1814, Vicente Joaquín Osorio de Moscoso, ya con graves problemas de salud, trató de evitar la ruina económica y la decadencia de su rico patrimonio, afectado también, a partir de ahora, por los numerosos pleitos que se plantearon en sus distintos señoríos, abolidos legalmente por la Constitución de 1812. Los vecinos de sus señoríos recurrieron a la justicia para reclamar la recuperación de los antiguos derechos señoriales a favor de los concejos, tal como lo haría el concejo de Morata, y estos pleitos aumentaron los gastos de una casa ya acuciada por las deudas generadas por la guerra y la crisis consiguiente.  Estos apuros económicos de la Casa de Altamira obligaron ya en julio de 1814 a convocar una junta de acreedores a fin de tratar y acordar lo conveniente a sus intereses de relación con la casa de S. E. Esta junta de acreedores, todavía en vida del XII conde Altamira, sería uno de tantos intentos por salvar las finanzas de la Casa, algo que no había de lograr Vicente Joaquín Osorio de Moscoso, fallecido en 1816, que ocuparía a partir de entonces a su sucesor, Vicente Isabel Osorio de Moscoso, y que tendría repercusiones en el cuantioso patrimonio de los Altamira en la villa de Morata.


Bibliografía: Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio-Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.
Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada-Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.

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