miércoles, 31 de mayo de 2017

La desamortización en Morata-Epílogo (XV)


La desamortización en Morata-Epílogo (XV)

Durante las últimas semanas hemos analizado cómo se aplicaron en Morata las leyes desamortizadoras. En conjunto, la desamortización o, mejor dicho, las desamortizaciones del siglo XIX, se convirtieron en un complejo proceso de venta de los llamados bienes de manos muertas, es decir, aquellos bienes que pertenecían bien al patrimonio de las instituciones religiosas o, también, los adscritos a los concejos españoles, en este caso al Ayuntamiento de Morata.
Motivos sociales, políticos, religiosos y, por supuesto, económicos marcaron y definieron estas desamortizaciones durante un periodo extremadamente largo en el tiempo, que abarca casi todo el siglo XIX –con antecedentes incluso en el siglo XVIII, en el que se iniciaron las ventas de los bienes de la Compañía de Jesús-, y que generó una amplia, y a veces contradictoria, legislación (no menos de 52 textos legales entre 198 y 1875).
La aplicación de este corpus legislativo permitió a la monarquía, al Estado, afrontar las dificultades presupuestarias, siempre presentes en una centuria en la que los españoles debieron afrontar las crisis provocadas por la guerra de la Independencia, el conflicto dinástico y las sucesivas guerras carlistas y, al menos, dos grandes epidemias de cólera. La burguesía, como hemos visto en las anteriores entregas del blog, fue la principal beneficiaria de la salida al mercado del ingente patrimonio inmobiliario que se subastó en todo el territorio nacional y que afectó a bienes de carácter urbano y rústico. En Morata, sn embargo, fueron sobre todo tierras de labor y otras fincas de menor calidad para el cultivo las que se desamortizaron. De hecho, la octava parte del molino de arriba, que pertenecía a los bienes de propios del Ayuntamiento, y la casa de labor de los frailes dominicos del Rosario (que incluía bodegas, lagares y un molino de aceite) fueron los únicos edificios de carácter urbano que se desamortizaron en Morata.
Desamortización de bienes de la Iglesia
Cronológicamente fueron las subastas y adjudicaciones de los bienes adscritos a las instituciones religiosas asentadas en Morata las que dieron comienzo a las desamortizaciones en nuestro pueblo. Se trataba de las propiedades de decenas de congregaciones religiosas, obras pías, capellanías y, por supuesto, la parroquia de la villa las que salieron al mercado desde comienzos de siglo hasta bien entrada la centuria, cuando se promulgó la Ley Madoz.
En total, alrededor de 1.256 fanegas de tierras de labor, distribuidas en 520 fanegas en la vega (entre tierras de cultivo, alamedas y viñas de riego), a las que hay que sumar 211 fanegas de tierras de secano, unas 200 fanegas de viñas y no menos de 300 fanegas de olivares cambiaron de dueño con la desamortización.
Este patrimonio suponía, aproximadamente, el 10% de las tierras de labor, tanto de secano como de regadío del término municipal de Morata, y era cultivado en régimen de arrendamiento por los vecinos, excepto en el caso destacado de los conventos de dominicos del Rosario y de Santo Tomás (con casa madre en Arganda), que era explotado directamente por estas dos congregaciones religiosas.
La escasa documentación a la que hemos tenido acceso dificulta hacer un seguimiento exhaustivo de los compradores de estas fincas de la Iglesia. En el caso de algunas de ellas, sí que está documentado que fueron adquiridas en subasta por los arrendatarios. También consta que un vecino de Madrid, Ramón González Robles, adquirió en las subastas bienes de los dominicos del Rosario y de Santo Tomás y, sobre todo, también está acreditado que Manuel Angulo, igualmente vecino de Madrid, adquirió, al menos la casa de labor de los dominicos donde años más tarde se construiría el edificio de la familia Mac Crohon.


Desamortización de bienes de propios
A diferencia de los bienes eclesiásticos desamortizados, la documentación generada a partir de la ley Madoz nos ha permitido conocer más detalles de la subasta y venta del patrimonio perteneciente a los bienes de propios del Ayuntamiento de Morata.
Estos terrenos de titularidad concejil sumaban en superficie más que los bienes de la iglesia: alrededor de 1.960 fanegas, pero con una particularidad: a diferencia de las fincas de las instituciones religiosas adjudicadas en subasta (todas ellas tierras de cultivo de calidad, en las que se incluían parcelas de riego, viñas y olivares), un elevado porcentaje de los bienes de propios desamortizados correspondía a cerros incultos –sólo útiles para el pastoreo- y unas pocas tierras de labor de secano y olivares y, por supuesto, la dehesa carnicera, más valorada no sólo por sus pastos sino también por la existencia de manantiales, leñas y espartos que aumentaban su valor, tal como se demostró en su precio de adjudicación final.
La escasa calidad de las tierras del concejo de Morata no impidió que varios vecinos de Madrid, pertenecientes a la creciente y pujante burguesía urbana, acudieran a las subastas de estas fincas del término de Morata. En su momento ya citamos a Máximo García Carralero, Manuel de la Riva, Joaquin Marrací y Eladio Bernáldez como los adjudicatarios de grandes extensiones de cerros en Morata y, en el caso de los dos últimos, de la dehesa carnicera. Cierto es que algunos vecinos de Morata, agricultores la mayoría de ellos, también se adjudicaron algunos de estos bienes de propios, pero siempre en un porcentaje muy reducido. Además, la documentación también demuestra que los arrendatarios de las pocas tierras de cultivo incluidas entre los bienes de propios no se pudieron hacer con la propiedad de estas fincas, que en su mayor parte fueron adquiridas en subasta por Manuel de la Riva.
Conclusiónes
En definitiva, las desamortizaciones del siglo XIX significaron para Morata que una extensa porción del término municipal, entre tierras cultivables de secano y de regadío, cerros y dehesas cambiaran de propietario. En total, más de 3.000 fanegas, (3.220, aunque hay que tener en cuenta que las de vega son de menor extensión que las de secano) fueron subastadas y adjudicadas desde comienzos del siglo XIX hasta la década de los setenta de la centuria.
En su mayor parte, estas fincas pasaron a propiedad de personas ajenas a Morata que, en muchos casos, sólo pretendían especular con los tierras adquiridas, con lo que, de hecho, perjudicaron a los vecinos, que en muchos casos las cultivaban en arriendo y que en muy contadas ocasiones pudieron acudir a las subastas para hacerse con la adjudicación de los bienes enajenados.
En realidad, nada distinto a lo que sucedió, con distintos matices, en el resto del país: quienes tenían medios económicos para acudir a las subastas, aprovecharon el momento para convertirse en pequeños o grandes terratenientes; por el contrario, los agricultores que cultivaban las tierras se vieron excluidos y difícilmente pudieron competir con los nuevos propietarios. Por último, la desamortización significó, en el caso del concejo de Morata, la pérdida de un gran extensión de terreno, cierto que de escasa calidad para el cultivo pero que incluía la dehesa perteneciente al patrimonio común de los morateños desde el siglo XVI. A cambió de estas ventas de patrimonio público, el Ayuntamiento, los vecinos, recibieron títulos de deuda pública, devaluada por la que, por ejemplo, en 1893 recibieron de intereses algo menos de 2.000 pesetas por las 1.960 fanegas desamortizadas, la octava parte del molino harinero y los bienes de los dos hospitales de pobres (Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 27 de enero de 1893). Mal negocio para el Ayuntamiento: sólo el arriendo anual del esparto de la dehesa carnicera superaba con creces estos menguados ingresos por la venta de tan importante patrimonio.
Fuentes y bibliografía:


  • Madrid en la Sociedad del Siglo XIX. (Vol 1) La ciudad y su entorno. Madrid, centro de poder político poder económico y elites locales. Edición a cargo de Luis E. Otero Carvajal y Ángel Bahamonde. Revista Alfoz. Consejería de Educación-Secretaría General Técnica. Servicio de Publicaciones. Madrid, 1986.
  • La desamortización de Madoz en Madrid. Capital y Provincia (1855-1894). Memoria para optar al grado de doctor presentada por Vicente Moreno Ballesteros. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Geografía e Historia. Madrid, 2015.
  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.
  • Ley de desamortización de Pascual Madoz de 1 de mayo de 1855
  • Boletín Oficial de Venta de Bienes Nacionales de la Provincia de Madrid.

miércoles, 24 de mayo de 2017

Los compradores de bienes en Morata. La desamortización en Morata (XIV)


Los compradores de los bienes desamortizados en Morata

En las anteriores entregas del blog hemos analizado cómo se desamortizaron los distintos bienes de la Iglesia y del concejo de Morata desde que se promulgaron las primeras leyes desamortizadoras a comienzos del siglo XIX. Es el momento ahora de ver quiénes acudieron a las distintas subastas que se convocaron para convertirse en los nuevos propietarios de los llamados bienes de manos muertas.
En el caso de la desamortización de los bienes de la Iglesia, desconocemos quién o quiénes adquirieron este patrimonio debido a las carencias documentales del proceso. No obstante, sí que se puede acreditar que Manuel Angulo -quien en la segunda década del siglo XIX compró el molino perteneciente al conde de Altamira y que a partir de entonces llevaría su nombre- fue también quien se hizo con la propiedad de la casa de labor de los frailes dominicos, en la que posteriormente se edificaría la casa Mac Crohon. Hay que recordar que esta orden religiosa de los dominicos fue titular en Morata de un patrimonio muy extenso de tierras de labor que en su momento fueron desamortizadas como el resto de las propiedades adscritas a instituciones religiosas.
A diferencia de los bienes de la Iglesia desamortizados, en el caso de los bienes pertenecientes al concejo de Morata sí que se conocen casi todos los compradores que acudieron a las subastas y se hicieron dueños de las fincas subastadas por la aplicación de la Ley Madoz, como veremos a en las líneas siguientes
.
Una de las críticas más frecuentes sobre las distintas desamortizaciones del siglo XIX es la que hace referencia al acaparamiento de fincas rústicas y urbanas en manos de unos pocos propietarios que tuvo lugar en todo el territorio nacional. Este proceso fue perjudicial, en la mayor parte de las ocasiones, para los vecinos agricultores que durante décadas habían sido los arrendatarios de estas parcelas pertenecientes a las instituciones de la iglesia o, también, las adscritas a los bienes de propios que pertenecían al patrimonio de los municipios.
Luis E. Otero Carvajal y Ángel Bahamonde, en su trabajo sobre Madrid en la sociedad del siglo XIX (vol 1), se refieren a esta circunstancia que marcó el proceso desamortizador en la provincia de Madrid en general y que es aplicable a Morata en particular. Cierto es que, a diferencia de la ciudad de Madrid, en Morata prácticamente la totalidad de los bienes enajenados con la desamortización de Madoz eran fincas rústicas y sólo se registró la venta de un único edificio urbano, el molino de Arriba –hoy conocido como el molino hundido- cuya octava parte era propiedad del concejo y que ya hemos comentado que fue adquirido por Joaquín Marrací, también comprador en primera instancia, de la dehesa carnicera.
Citan estos autores a tres grandes grupos de compradores que acudieron a las subastas convocadas en aplicación de la Ley Madoz: los miembros de la burguesía urbana de Madrid, los intermediarios que aprovecharon las desamortizaciones del siglo XIX para especular con los bienes adquiridos y, por último, los propios vecinos de los municipios donde se llevaron a cabo las enajenaciones de bienes.
Respecto al primer grupo Luis E. Otero y Ángel Bahamonde señalan que estos miembros de la burguesía aprovecharán el proceso desamortizador para incrementar considerablemente sus fortunas, a la sombra de la elevada rentabilidad que supone comprar propiedades con unos títulos de la Deuda Pública altamente devaluados aceptados por su valor nominal. (…) Sus compras se realizarán a todo lo largo y ancho de la provincia, aunque también aparecen como rematantes en otras provincias (…).
En el caso de Morata sí que es cierto que aparecen en la relación de compradores de bienes desamortizados algunos propietarios que no sólo adquirieron bienes en Morata sino que también acudieron a las subastas que se convocaron sobre fincas situadas en pueblos vecinos a Morata o también pertenecientes a la provincia de Madrid. Entre los que adquirieron mayor cantidad de fincas están los siguientes:

Máximo García Carralero
Máximo García Carralero, vecino de Madrid, acudió a las subastas del año 1860 de bienes de propios del Ayuntamiento y se convirtió en el mayor comprador de bienes desamortizados en Morata y adjudicatario de 539 fanegas, bien es cierto que la mayoría de ellas se corresponden con cerros y pastizales de escaso valor agrícola. En cualquier caso, este comprador puede ser el arquetipo de esos intermediarios que acudieron a las subastas en nombre de personajes interesados en las compras de bienes desamortizados. Carralero, de hecho, además de las fincas adquiridas en Morata también figura como adjudicatario de bienes de propios en las localidades vecinas de Chinchón, Belmonte de Tajo y Colmenar de Oreja; de un monte de más de 2.000 hectáreas en la localidad leonesa de Riosequino, y de una casa en Madrid, en la calle del Camino del Cura.

Eladio Bernáldez
Eladio Bernáldez, aparte de la adquisición en la subasta de 1861 de la dehesa carnicera -que había sido adjudicada en la primera subasta a Joaquín Marrací como se analizó en entregas anteriores del blog-, también se hizo con la propiedad de 55 fincas rústicas en Chinchón, todas ellas pertenecientes a los bienes de propios de la localidad vecina. Perteneció a la Junta General de Compradores de Bienes Nacionales, asociación constituida para defender los intereses de los adjudicatarios de las subastas y además también fue miembro del consejo de la Caja de Ahorros de Madrid y diputado provincial. Vicente Moreno Ballesteros, autor de la tesis La desamortización de Madoz en Madrid: capital y provincia (1855-1894), señala en su trabajo que Eladio Bernáldez adquirió en total 6.233 fanegas rematadas en 268.868,75 pesetas. Además de las fincas de Morata y Chinchón, también se hizo propietario de bienes rústicos en Villaverde, Rivatejada y Ambite. Se trataría, por tanto, de uno de esos compradores que aprovechó las desamortizaciones para adquirir la condición de gran propietario y, a la vez, especular con los bienes adquiridos. En Morata, por ejemplo, no tardo mucho Eladio Bernáldez en poner a la venta la dehesa, como vimos en entregas anteriores.

Manuel de la Riva:
Vecino de Madrid que acudió a las subastas de bienes de propios de Morata y que adquirió varias parcelas, concretamente 19, con una extensión ligeramente superior a las 42 fanegas, todas ellas de secano y también todas arrendadas a vecinos de Morata en el momento de la subasta. De la Riva, socio fundador del Casino de Madrid, no sólo adquirió bienes en Morata en las subastas de 1861, también le fueron adjudicadas fincas rústicas en Colmenar de Oreja y una casa en Madrid.

En la imagen, el molino hundido, cuya octava parte era propiedad del Ayuntamiento de Morata
Joaquín Marrací
Otro vecino de Madrid con bienes adquiridos en Morata. Fue el primer comprador de la dehesa carnicera y quien tuvo que afrontar el proceso judicial que anuló la primera subasta y que desembocó en la adjudicación de la finca a Eladio Bernáldez. Tal como se apuntó en una entrada anterior del blog realizó mejoras en la dehesa y construyó la casa, por lo que tuvo que ser indemnizado en los años posteriores a la adjudicación definitiva de la finca. Estas inversiones realizadas al poco tiempo de adquirir la dehesa tal vez indican que, lejos del afán especulador de otros adjudicatarios de bienes desamortizados, Joaquín Marrací no buscaba el beneficio ni la rentabilización inmediata de su compra.
Además, Marrací también adquirió –como ya se ha indicado- la octava parte del molino harinero de Arriba, que pertenecía también a los propios de Morata. Este molino harinero, que funcionó hasta los primeros años del siglo XX –hoy desaparecido y conocido como el molino hundido-, se describía así en el catastro de Ensenada (siglo XVIII):
(...) le pertenece a esta villa la octava parte de un molino harinero sobre el río Tajuña en el término de esta villa que llaman de la Huerta del Vínculo de don Claudio Sanz y Torres, está arrendado todo el en sesenta fanegas de trigo cada año y que regula a esta villa por la octava parte ciento y cincuenta reales. De los bienes adscritos al patrimonio del concejo de Morata fue la única propiedad de carácter urbano que salió a subasta.
Joaquín Marrací pertenecía, como en los casos de Eladio Bernáldez y Manuel de la Riva, a la alta burguesía madrileña. Muy asiduo del ambiente cultural y literario de la capital, también se situaba en el entorno de la casa real –era gentilhombre en palacio- además de ocupar cargos como el de vocal de la Junta General de Agricultura, miembro del Cuerpo del Ministerio de Marina, vocal de la Junta Provincial y regidor –concejal- del ayuntamiento de Madrid.

Nicolás Segovia
En Morata adquirió 94 fanegas de tierras de distinta calidad distribuidas en 8 fincas situadas en los parajes de El Barranco del Infierno, Cañada de Castro, El Artesón y El Pedernal, pero también acudió a las subastas de bienes de los municipios de Valdelaguna, Villaconejos y Villarejo de Salvanés. Este comprador destacó también por sus adquisiciones en Estremera, 39 fincas, y en Chinchón, donde estaba avecindado como notario, y localidad en la que adquirió 14 fincas.


Compradores morateños de bienes de propios desamortizados
Aparte de los compradores citados, que sin duda, adquirieron en las subastas la mayor parte de las fanegas enajenadas, aunque no siempre las de mayor calidad, hubo otros adquirientes que están muy lejos de pertenecer al grupo de especuladores e intermediarios –y normalmente vecinos de la ciudad de Madrid- al que nos referíamos anteriormente. Vicente Moreno Ballesteros, en su trabajo La desamortización de Madoz en Madrid. Capital y Provincia (1855-1894) se refiere a algunos vecinos de Morata que pudieron hacerse con algunas de las subastas, siempre de fincas menos extensas pero, a la vez, de mayor calidad para el cultivo. Entre ellos podemos citar a Mariano Galeote, Miguel Heras, Eusebio Villalba, Gregorio Anguita, Hilario García, Ciriaco Zazo, Gervasio Montalbán, Gregorio González, Rafael y Francisco Mayor, Gregorio Heras, Dionisio Roldán, Tomás Casado Robles y Víctor Reyes. Entre todos todos estpos vecinos se hicieron con la propiedad de 45 fanegas y 8 celemines, una cifra muy reducida si la comparamos con la enorme extensión de tierras que se adjudicaron a propietarios que no eran naturales ni residentes en Morata.
Un caso particular entre los vecinos de Morata es el de Vicente Rodelgo –padre de Domingo Rodelgo, alcalde de Morata entre 1888 y 1891- que no sólo adquirió tres fincas, de alrededor de 268 fanegas de extensión, en los parajes de Miraflores, Peña del Agua y Valdepeñosillo, sino que también acudió a las subastas de Chinchón donde se convirtió en propietario de otras dos fincas.


Fuentes y bibliografía:
MADRID EN LA SOCIEDAD DEL SIGLO XIX
VOL. 1
  • Madrid en la Sociedad del Siglo XIX. (Vol 1)-La ciudad y su entorno. Madrid, centro de poder político poder económico y élites locales. Edición a cargo de Luis E. Otero Carvajal y Ángel Bahamonde. Revista Alfoz. Consejería de Educación-Secretaría General Técnica. Servicio de Publicaciones. Madrid, 1986.
  • La desamortización de Madoz en Madrid. Capital y Provincia (1855-1894). Memoria para optar al grado de doctor presentada por Vicente Moreno Ballesteros. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Geografía e Historia. Madrid, 2015.
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.
  • Ley de desamortización de Pascual Madoz de 1 de mayo de 1855.
  • Boletín Oficial de Venta de Bienes Nacionales de la Provincia de Madrid.

miércoles, 17 de mayo de 2017

La desamortización en Morata (XIII)


Segunda subasta de la dehesa carnicera

En el texto de la segunda subasta, publicado en el boletín oficial, se incluían las servidumbres de paso y del disfrute del agua de los manantiales existentes en la dehesa, circunstancias que se habían obviado en la primera subasta y que provocaron la protesta del ayuntamiento de Morata en defensa de los intereses vecinales.
Tras un largo proceso, en 1863 según el Real Decreto publicado en la Gaceta de Madrid del 29 de mayo, el Consejo de Estado resolvió el pleito con una sentencia que recogía los errores que se habían producido en la primera adjudicación. En resumen, el Real Decreto hacía referencia al pleito planteado ante el Consejo de Estado en primera instancia entre Joaquín Marraci y Soto y la administración del Estado sobre revocación o subsistencia de la orden del Ministerio de Hacienda de 20 de abril de 1861, confirmando el acuerdo de la Junta Superior de Ventas que declaraba la nulidad de la enajenación de la dehesa carnicera de Morata.
El texto de la sentencia incluía revocatoria incluía los antecedentes del proceso desamortizador desde la primera subasta que se anunció, como ya se ha señalado, en el Boletín Oficial del 31 de agosto de 1856 cuando fue tasada en 12.200 reales y se fijó tipo para la subasta en 94.500 reales.
También se señalaba que Marraci ofertó 95.000 reales y que tomó posesión de la finca el 1 de septiembre de 1859. Después de pagar el importe, el rematante tuvo noticia, según señala la sentencia de que el ayuntamiento de Morata reclamaba servidumbres sobre la finca y que había recurrido ante la Dirección General de Derechos del Estado para determinar si habían de respetarse dichas servidumbres.
Imagen de la dehesa publicada en el blog Morata de Tajuña, ayer y hoy
Remitido el expediente al gobernador civil para que emitiera un informe, la autoridad detectó distintos vicios y defectos en el expediente de la primera subasta:
  • La capitalización de 4.200 reales correspondía en realidad a una finca de Villarejo de Salvanés.
  • Se produjo un error en el tipo de la subasta que debía de haber sido de 105.000 reales y no 94.500.
  • En la certificación del perito se decía que se trataba de una dehesa cerrada y con manantiales de aguas dulces que en ocasiones servían para abastecer a todo el vecindario, constatando dicha servidumbre además del transito -derecho de paso- de El Castillejo a Valdelahiguera con otros aprovechamientos que no se mencionaron en el anuncio de subasta. Por este motivo se prevenía a Joaquín Marrací que mientras se decidía sobre este asunto se abstuviera de interrumpir o embarazar su disfrute.
  • Ante el recurso de Marrací, el Ministerio de Hacienda determinaron declarar la nulidad de la venta, por el vicio esencial con que se verificó la primera subasta, puesto que siendo el valor de la tasación 122.000 reales, se había expresado equivocadamente en el anuncio que era de 12.200 reales.
Ante este informe, se declaró la nulidad de la primera adjudicación a Joaquín Marrací, con fecha de 14 de mayo de 1860, y se determinó que se le devolvieran las cantidades entregadas.
El comprador, por su parte, pidió que se declarase válida la venta de la dehesa alegando, entre otros argumentos, que había hecho mejoras construyendo una casa en la misma finca.
Sin embargo, ell 20 de abril de 1861, el Ministerio de Hacienda aprobó lo acordado por la Junta Superior de Ventas y desestimó la reclamación del primer adjudicatario. Joaquín Marrraci pidió entonces que se revocase dicha orden y se declarase válida la venta de la dehesa y, en caso de nulidad, que se le abonasen las cantidades satisfechas y las mejoras hechas en la finca, indemnizándole por los perjuicios que se le habían causado.
Tras analizar la legislación aplicable en el proceso de venta de bienes nacionales y confirmar el error producido en la capitalización de la finca y reconocer que el comprador no tenía responsabilidad en los hechos que motivaron el error se determinó (Real Orden de 20 de abril de 1861) que no sólo deben serle devueltas las cantidades entregadas por cuenta del precio, sino que hizo suyos legalmente los frutos y tiene derecho al abono de las mejoras ejecutadas en la finca como poseedor de buena fe y el importe de los perjuicios.
A consecuencia de esta sentencia y de la nueva subasta que se convocó tras anularse la primera, la dehesa fue adjudicada a un nuevo comprador, Eladio Bernáldez, quien abonó la cantidad de 261.000 reales de Bellón, cantidad sensiblemente superior a los 95.000 reales en que se había rematado la primera subasta unos años antes. Lógicamente, el primer comprador, Joaquín Marraci, debió ser indemnizado, tal como recogía la sentencia, para compensar los gastos e inversiones que había realizado en la dehesa mientras se resolvió el proceso. En 1875, cuando ya habían pasado más de diez años de segunda subasta, el Ayuntamiento de Morata aún era responsable de pagar una deuda a Joaquín Marrací en aplicación de la sentencia, como se reconoce en el Boletín Oficial de la Provincia:
Extracto de las sesiones celebradas por el Ayuntamiento de esta villa de Morata de Tajuña en los meses de julio, agosto y septiembre del presente año de 1875.
(…) Sesión del 17 de julio. Se dio cuenta de una comunicación de la Administración económica trasladando una Real orden de 24 de mayo último, haciendo responsable al Ayuntamiento de 3.092 pesetas e intereses por mejoras hechas en la dehesa que fue de propios mientras D. Joaquín Marraci fue dueño de ella (…). (Boletín Oficial de Madrid, 3 de diciembre de 1875).
En cualquier caso, el nuevo propietario, tal como se deduce de su comportamiento en años posteriores, había pujado por la dehesa con un interés especulativo. De hecho, no tardó mucho en poner a la venta su adquisición, según se anunciaba en el periódico El Día del 19 de febrero de 1886:
Venta de una dehesa en término de Morata de Tajuña, de unas 700 fanegas de cabida.


Bibliografía y fuentes:
  • Colección legislativa de España. Sentencias del Consejo de Estado. Año 1863. Sentencia 106. Imprenta del Ministerio de Gracia y Justicia, Madrid.
  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.
  • Ley de desamortización de Pascual Madoz de 1 de mayo de 1855
  • Boletín Oficial de Venta de Bienes Nacionales de la Provincia de Madrid.
  • Hacienda real y mundo campesino con Felipe II. Las perpetuaciones de tierras baldías en Madrid. Alvar Ezquérra, Alfredo. Comunidad de Madrid-Consejería de Agricultura. Madrid, 1990.

martes, 9 de mayo de 2017

La desamortización de la dehesa carnicera (XII)

La desamortización de la dehesa carnicera (XII)
Al tratar de las primeras desamortizaciones de los bienes de propios del Ayuntamiento de Morata ya hablamos de la subasta de la dehesa carnicera y se apuntó los problemas legales que se generaron con la primera adjudicación de la finca.
Esta dehesa era, sin duda, la finca rústica de mayor de valor de las que pertenecían a los bienes de propios de Morata. Situada al noreste de la población, la dehesa pertenecía al patrimonio comunal de Morata desde el siglo XVI. En 1568 Felipe II aprobó la venta de baldíos y el concejo de Morata acordó la compra de la dehesa carnicera que, en esos años, tenía una superficie de 200 fanegas o al menos esa es la superficie que aparece en la documentación correspondiente a las ventas de baldíos.
En el siglo XVIII, al elaborarse el Catastro de Ensenada, los responsables del concejo declaran que entre los bienes de propios se incluye (…) una dehesa para pasto del ganado lanar, de mala calidad, como de un cuarto de legua de larga y medio de ancha, situada al oriente de esta población y dista de ella un cuarto de legua (…).
Ya en el siglo XIX, las Ordenanzas de la villa recogen la prohibición de que los ganados entren a pastar en la dehesa:
(…) ordenaron que ninguna persona entre a pastar ningún género de ganado así vacuno como cabrío, ovejuno, porcino, asnal, mular ni caballar en los pastos destinados de tiempo inmemorial a esta parte los ganados de las obligaciones de esta villaa como es la dehesa, pena de cuatro maravedíes por cabeza de ganado ovejuno, porcino o caprino, y ocho siendo vacuno, asnal, mular ni caballar (…).
Arriendo de los pastos y el esparto de la dehesa
Estos documentos de los siglos anteriores a la desamortización constatan la inclusión de la dehesa carnicera entre los bienes de propios del Ayuntamiento y como el concejo intentaba rentabilizar este patrimonio con el arriendo de los pastos a los adjudicatarios del abastecimiento de carne de la villa. Así sucedió hasta que se liberalizó el abasto de carne en la villa. A partir de entonces, ya en el siglo XIX, los pastos se siguieron arrendando a los ganaderos que pujaran por ellos:
Por disposición del Excmo. Señor gobernador de esta provincia se saca a pública subasta en la villa de Morata el aprovechamiento de los pastos de invierno de la dehesa carnicera perteneciente a sus propios, que se hallan valorados en la cantidad de 3.000 reales, bajo el pliego de condiciones que está de manifiesto en la secretaría del ayuntamiento, en el que se ha señalado para su único remate el próximo día 19 del mes siguiente de octubre de once a doce de la mañana en la sala capitular. (…). (Boletín Oficial de Madrid, 19 de septiembre de 1851).
La dehesa, además de los pastos, también aportaba al concejo el importe de la explotación de su esparto que también se subastaba por parte del Ayuntamiento. En 1857, cuando ya se había iniciado el proceso de desamortización y se había publicado el anuncio de subasta de la dehesa, aun se convocaba la subasta para el aprovechamiento del esparto:
Alcaldía constitucional de Morata
En la villa de Morata de Tajuña, a pesar de haberse anunciado dos remates para la subasta del aprovechamiento del esparto de la mitad de la dehesa de propios de la misma, no ha habido licitadores, por lo que se ha señalado el día 27 del actual para la celebración de nuevo remate en las casas consistoriales (…), advirtiéndose que se admitirán posturas que cubran las dos terceras partes de la cantidad de 700 reales, en que ha sido valuado el expresado esparto por el perito agrónomo. (Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 24 de septiembre de 1857).
Edificio en ruinas de la dehesa carnicera (Imagen publicada en Morata de Tajuña, Ayer y Hoy)
 Primera subasta y anulación de la adjudicación
De hecho, fue en 1856 cuando la dehesa carnicera salió a subasta-por primera vez-tras la publicación en el Boletín Oficial de Ventas del anuncio en el que se especificaban las características de la finca:
Una dehesa en término de Morata, de tercera calidad, la cual contiene dentro de su perímetro algunos romeros, carrascas, espartos y pastos, todo de segunda calidad perteneciente a los propios de dicho Morata; linda al norte con el camino de Valdilecha y viñedo, Oeste, término de Perales de Tajuña, Poniente con el barranco Colorado y fuente de Chirola?; tiene de cabida 620 fanegas, que hacen 232,95 hectáreas y 40 centiáreas, no admitiendo dicha dehesa división sin menoscabo de su valor para el Estado. Ha sido tasada en 12.200 reales, y capitalizada por la renta de 4.200 reales, según los peritos en 94.300 reales, tipo para la subasta.
Tras esta primera subasta, la dehesa fue adjudicada a Joaquín Marraci y Soto, un vecino de Madrid que, en este año, también se adjudicó la octava parte del molino harinero de arriba –el molino hundido- que pertenecía desde la edad media al concejo. El nuevo propietario de la dehesa realizó mejoras en su propiedad –construyó la casa cuyas ruinas aún se conservan y nuevas dependencias para mejorar el rendimiento de la finca- y en 1859 anunció el arriendo de los pastos de invierno al mejor postor:
Se arriendan los pastos de invierno de la dehesa de Morata de Tajuña, propia del Sr. Joaquín Marrací y Soto, distante cinco leguas de esta capital: los que quieran enterarse del pliego de condiciones, pueden hacerlo todos los días no feriados (…) en la casa de José Félix Vega, en la villa de Morata, hasta el 27 del actual, pues la subasta se verificará el domingo 2 del próximo octubre, a las once de la mañana en dicho pueblo. (Diario de Avisos de Madrid, 24 de septiembre de 1859).
Sin embargo, y a pesar de que Joaquín Marrací realizó importantes inversiones en la dehesa, lo que confirmaba que a diferencia de otros compradores de bienes desamortizados no tenía intereses especulativos con su adquisición, la constatación de que se había producido un error en la tasación de la finca subastada dio paso a un proceso revocatorio de la primera subasta que desembocó en su anulación y a la convocatoria de una nueva subasta, en 1861, que se anunciaba así:
Una dehesa de segunda clase y de secano, sita entre El Taray y el Llano de Arriba, término de Morata de Tajuña, procedente de sus propios, contiene pastos, carrasca de segunda, romero, tomillo, esparto, 10 álamos blancos, una fuente permanente de aguas potables con un caño [¿Chirola?], dos manantiales, dos charcas para lavadero con sus correspondientes piedras en tosco y un horno de cocer cal, esta finca tiene la servidumbre de dos sendas para el disfrute de las heredades inmediatas y otra para el disfrute del agua de dicha fuente que aprovecha el vecindario, su cabida 687 fanegas equivalentes a 232 hectáreas, 15 áreas y 90 centiáreas. Linda N. con viñas y olivares de particulares, M con viñas y olivares de particulares, L con el término de la Gracia y P. con el barranco Colorado; ha sido tasada en 156.000 reales y capitalizada por la renta de 6.780 reales que la han graduado los peritos, en 152.552 reales, tipo para la subasta. (NOTA. Dentro del perímetro de esta finca hay una casa edificada, la cual no se ha incluido en la tasación.

Bibliografía y fuentes:
  • Colección legislativa de España. Sentencias del Consejo de Estado. Año 1863. Sentencia 106. Imprenta del Ministerio de Gracia y Justicia, Madrid.
  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.
  • Ley de desamortización de Pascual Madoz de 1 de mayo de 1855
  • Boletín Oficial de Venta de Bienes Nacionales de la Provincia de Madrid.
  • Hacienda real y mundo campesino con Felipe II. Las perpetuaciones de tierras baldías en Madrid. Alvar Ezquerra, Alfredo. Comunidad de Madrid-Consejería de Agricultura. Madrid, 1990.

miércoles, 3 de mayo de 2017

La desamortización en Morata (XI)


Subasta de los últimos bienes del Ayuntamiento de Morata

Tras las subastas de los años 1860 y 1861, habrían de pasar más de cinco años para que se afrontaran las últimas subastas de los bienes de propios pertenecientes al concejo de Morata. No hemos localizado los remates finales de estas últimas fincas aunque en la documentación consultada sí que consta que, en todos los casos, se trataba de tierras de labor de secano –sólo consta una viña y olivar-, arrendadas por vecinos de Morata y localizadas en el paraje de La Amarguilla y Las Cabezas. En total sumaban 99 fanegas y media.
Desamortización de bienes de propios de Morata, año 1.867
Año 1.867-Relación de las fincas de propios sacadas a subasta en ese año. No consta ni el año de adjudicación, ni el precio de remate ni el adjudicatario. En el anuncio de subasta sí que se cita, excepto en uno de los casos, a los arrendatarios de cada una de las fincas.
  • Unos cerros baldíos en El Artesón que llevan en renta Genaro Navarro, Saturnino Torre y otros, contiene cuatro pedazos de tierra de labor, esparto y pastos, su cabida 54 fanegas, tasados en 200 escudos y 225 escudos el tipo de salida para la subasta.
  • Unos cerros baldíos en Las Cabezas conteniendo esparto, pasto y tomillos, su cabida 8 fanegas, han sido tasados en 50 escudos y 56 escudos y 250 milésimas el tipo de salida para la subasta.
  • Una tierra de secano en La Amarguilla, de 16 fanegas, tasada en 140 escudos, y 157 y 500 milésimas el tipo de salida para la subasta.
  • Una tierra en La Amarguilla que lleva en renta Gregorio Guzmán, de 5 fanegas y 6 celemines, tasada en 40 escudos y 45 escudos el tipo de salida para la subasta.
  • Otra tierra de secano en La Amarguilla que lleva en renta Cipriano Roldán, de una fanega, tasada en 10 escudos y 11 escudos 250 milésimas el tipo de salida para la subasta.
  • Una tierra de secano en La Amarguilla que lleva en renta Cipriano Roldán, de una fanega y 6 celemines, tasada en 12 escudos 13 escudos y 500 milésimas el tipo de salida para la subasta.
  • Una tierra y viña con 460 cepas y 26 plantas de oliva, de cinco fanegas, sita en La Amarguilla, que lleva en renta Tomás Sánchez y Sánchez, tasada en 50 escudos y 56 escudos y 250 milésimas el tipo de salida para la subasta.
  • Una tierra de secano en La Amarguilla que lleva en renta Ignacio Sánchez, de 1 fanega y 6 celemines, tasada en 14 escudos y 15 escudos y 7590 milésimas el tipo de salida para la subasta.
  • Una tierra de secano en La Amarguilla que lleva en renta Francisco Díaz, de 7 fanegas, tasada en 40 escudos y 45 escudos el tipo de salida para la subasta.
  • Una tierra de secano en La Amarguilla que lleva en renta Blas Fominaya, tasada en 16 escudos y 18 escudos el tipo de salida para la subasta.
En la imagen, vista aérea del Molino Hundido que también fue desamortizado en el siglo XIX

Compensación al ayuntamiento de Morata por la venta de bienes de propios
Con la adjudicación en subasta de estas últimas fincas finalizaron los procesos desamortizadores en Morata, tanto de los bienes adscritos a instituciones religiosas como los pertenecientes al concejo de Morata. Fue un proceso largo, que se extendió desde las primeras amortizaciones de bienes de la Iglesia a comienzos del siglo XIX hasta bien entrada la centuria.
En el caso de los bienes de propios -como había sucedido con los de la Iglesia- el Ayuntamiento de Morata recibió una compensación económica por el patrimonio del que era titular y que había sido enajenado. En el texto de ley la de desamortización de los bienes de propios de 1855 se preveía la indemnización a las corporaciones locales a las que les afectaba la enajenación de su patrimonio común:
El Gobierno invertirá el 80 por 100 del producto de la venta de los bienes de propios a medida que se realicen, y siempre que no se les dé otro destino, con arreglo al Artículo 19, en comprar títulos de la Deuda consolidada, al 3 por 100, que se convertirán inmediatamente en inscripciones intransferibles de la misma a favor de los respectivos pueblos. (Artículo 15, Ley Madoz 1.855).
La aplicación de este artículo generó, en efecto, la inscripción a nombre el consistorio de Morata de títulos de Deuda del Estado, como compensación por los bienes que habían sido subastados. En julio de 1861, el periódico La Esperanza publicaba el importe de la liquidación efectuada a favor del ayuntamiento por las ventas de bienes propios ejecutadas hasta el 2 de octubre de 1858 (No consta el importe de las compensación al ayuntamiento por las ventas posteriores a esta fecha). Estas liquidaciones se convierten en inscripciones intransferibles de Deuda Pública al 3 por ciento. Por la venta de propios al ayuntamiento de Morata se aprueba una inscripción por valor de 142.574 reales. (La Esperanza, 25 de julio de 1861).
Sin embargo, estas indemnizaciones, como ya había sucedido con las que se asignaron tras la venta de los bienes de los hospitales de pobres, difícilmente cubrían el valor del patrimonio que dejó de ser propiedad municipal. A pesar de que, como ya hemos analizado, las fincas del consistorio desamortizadas no eran de las mejores del término municipal no por eso su venta dejó de ser una pérdida para todos los vecinos, especialmente en el caso de la dehesa carnicera, cuyo casó particular analizaremos en la próxima entrega del blog.

Fuentes y bibliografía:
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.
  • Ley de desamortización de Pascual Madoz de 1 de mayo de 1855
  • Boletín Oficial de Venta de Bienes Nacionales de la Provincia de Madrid.