miércoles, 25 de enero de 2017

Las calles de Morata y su denominación en el callejero (XX)


Calle del Cristo de la Sala

La calle del Cristo de la Sala es una de las pocas vías urbanas del callejero de Morata que conserva, todavía hoy, el mismo nombre que ya tenía en el siglo XVIII. El origen de este nombre se basa en una antigua leyenda: al parecer un vagabundo dibujo un Cristo en una yesería en la que buscó refugio al  llegar a Morata. Pese a los reiterados intentos de los trabajadores de la yesería de borrar la imagen, ésta reaparecía en la pared, lo que empujó a los morateños a dedicar una ermita –la única que existe intramuros de Morata- a la imagen del Cristo.


La leyenda que dio origen al nombre de esta calle de Morata parece que, al menos, tiene su origen en la Edad Media. En la localidad toledana de Bargas existe una leyenda similar y, ya en la comunidad de Madrid, en el municipio de Campo Real también existe una tradición muy parecida. En Morata, al menos desde el siglo XVII hay constancia de la existencia de esta modesta ermita hoy rodeada de viviendas y situada en la fachada oriental de la calle.
Jesús Antonio de la Torre Briceño en su Historia de la Villa de Morata de Tajuña  relata que el Concejo de Morata se hizo responsable, en 1635, de la conservación, reparo de la capilla  y ornamentos para celebrar culto en ella.
Lógicamente, antes de esta fecha, ya debió de estar levantada la pequeña capilla en la que se veneraba al Cristo protagonista de la leyenda del vagabundo. Parece que la sala donde se instaló la ermita podría haber sido previamente lugar de acogida de los pobres transeúntes que llegaban a la villa, aunque la leyenda parece indicar que la yesería donde se aparecía el Cristo en la pared estaría situada a las afueras del casco urbano, muy probablemente en los cerros situados al sur de la población donde todavía hoy se pueden observar los restos y los desmontes de las antiguas yeserías.
Juan de Diego Arribas, que es quien hace referencia a la utilización de lo que hoy es ermita como albergue de transeúntes, nos ofrece una sencilla descripción de las características de la ermita en su libro sobre la historia de Morata publicado a finales del siglo XIX:
En la calle del Cristo, y en una de las casas que están al S. de la población, hay una pequeña habitación, que en un principio fue albergue de pobres transeúntes, hoy convertida en ermita, en honor al Santísimo Cristo de la Sala, llamado así por cierta historia que cuentan. Es un santuario muy reducido, y que sólo tiene un pequeño retablo con un crucifijo.
Los morateños tienen la loable costumbre de irle a visitar en Semana Santa con verdadera devoción, después de los sermones de la noche.
La devoción por el Cristo animó a algunos morateños a donar alguno de sus bienes destinados al culto y a los gastos de mantenimiento de la pequeña ermita. En la relación de los bienes pertenecientes al estado eclesiástico que se recoge en el Catastro de Ensenada, ya aparecen estas propiedades rústicas, tan modestas como la propia ermita:
Tierras propias del Santísimo Cristo de la Sala de esta villa
Tierras de secano de mediana calidad
2 1/2 fanegas en Valdeza
Olivar de buena calidad
Un olivo solo que ocupa 1 celemín de tierra en La Cárcava
Por dichas tierras paga en arrendamiento Felipe García vecino de esta villa siete celemines y medio de trigo.
Pese a la venta de este escaso patrimonio en las desamortizaciones religiosas del siglo XIX la ermita ha seguido abierta al culto hasta la actualidad y cada año, el 14 de septiembre, se celebra la festividad del Cristo.


 En el centro de la imagen, calle del Cristo de la Sala en una fotofrafia aérea del año 2014
  
Cuando se realizó el catastro, esta calle contaba con quince viviendas y solares en su trazado (entre ellas una perteneciente al párroco Pedro Marchena). Entre estas propiedades se catastraron varias bodegas y lagares pertenecientes a algunos de los mayores cosecheros de vino de la villa. Pedro Fuentes,  uno de estos cosecheros de vino, tenia su casa y bodega en la fachada oeste de la calle, en el lugar donde en los años posteriores a la elaboración del Catastro de Ensenada se abrió una calle (calle del Asilo) que comunica la del Cristo de la Sala con las eras que se situaban en el entorno donde se levantó a comienzos del siglo XX la residencia de ancianos y con la que en esos años se conocía como calle de los Huertos:
Pedro Fuentes: Una casa en la población de esta villa en la calle que llaman del Santo Cristo de la Sala de veinte y cuatro varas de frontis y de fondo cuarenta y dos, su habitación en bajo con diferentes oficinas, una bodega con cuatro cubas de caber mil y quinientas arrobas y una cueva de treinta y cuatro tinajas, su cabida dos mil y quinientas arrobas, linda Mediodía solar de esta hacienda y Norte solar de Bartolomé Vecino, y se ha regulado su alquiler en cada un año en ochocientos y ochenta reales de vellón.
La partición de esta casa y la apertura de su patio como lugar de paso público y para dar salida a las distintas propiedades en que se parceló fue el origen a la que hoy es la calle del Asilo.
Hacia el final de la calle y de su confluencia con la carrera del Mediodía existió otra bodega, lindantecon la pequeña ermita, propiedad de de Francisco Sánchez Alonso:
 (...) casa bodega en la calle del Cristo de la Sala, (…), tiene de frontis veinte y siete varas y cuarenta y una de fondo, consiste su habitación en bajo con una bodega con nueve cubas y tres tinajas, su caber de todas cuatro mil setecientas y cincuenta arrobas, lagar de dos vigas, otra pieza que sirve de bodega con cinco tinajas, su caber doscientas arrobas, su alquiler anual novecientos reales.
Entre los propietarios de bienes en la calle del Cristo de la Sala también aparece Manuel Martínez. Este vecino, herrero de profesión, contaba con una vivienda y otro local donde se localizaba la fragua en la que trabajaba junto a su hijo Phelipe Martínez. El catastro recoge que este artesano –que tenía a su cargo el mantenimiento del reloj de la villa, trabajo por el que percibía setenta y cinco reales anuales- también aparece como administrador de los escasos bienes materiales de la ermita del Cristo de la Sala destinados al culto.

Fuentes y bibliografía:

·       Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.
·       Historia de la villa de Morata de Tajuña. Torre Briceño, Jesús Antonio-Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.
·       Morata de Tajuña. Crónica de la provincia de Madrid. Arribas, Juan Diego-Imprenta de la Diputación Provincial-Madrid, 1891.

miércoles, 18 de enero de 2017

Las calles de Morata y su denominación en el callejero (XIX)


Calle de la Cruz de Orozco (Calle pública que sube desde la Iglesia a la Concepción)

En el año  1751 la calle de la Cruz de Orozco era conocida como calle pública que sube desde la Iglesia a la Concepción. Posteriormente (a partir del siglo XIX) esta vía del casco urbano de Morata ya fue conocida con su denominación actual, un nombre  que podría hacer referencia a la existencia de una cruz en su recorrido. La familia Orozco, perteneciente a la pequeña nobleza morateña, poseía una casa en esta calle y, tal vez, instalaron una cruz que habría dado nombre a la calle.


En el callejero del siglo XVIII dos calles de Morata aparecen con referencias a la cruz: la calle de la Cruz de Calderón (actual calle de la Estrella) y la Cruz de Orozco, nombre que aún se mantiene en el callejero, y que podría hacer referencia a un crucero levantado en el interior del casco urbano, a diferencia de la Cruz de Calderón, situada como es habitual en todos los cruceros a la salida de la villa.
Lo cierto es que en los registros del Catastro de Ensenada (mediados del siglo XVIII), la Cruz de Orozco aparece en el callejero de Morata relacionada con la calle actual calle Prim (Calle que va de la fuente a la Cruz de Orozco) y con la calle del Hospital (Calle que va de la Cruz de Orozco al Hospital) lo que podría indicar que la cruz podría haberse situado en la confluencia entre la actuales calles del Ciego y de la Cruz de Orozco. En los registros del catastro correspondiente a Morata aparecen doce casas en esta calle. Una de ellas, es el palacio perteneciente al conde Altamira, una construcción que ocupaba una amplia manzana delimitada por las actuales calles de la Cruz de Orozco, Ciego, Picadero y plaza de la Iglesia. En el registro se la describe así:
Primeramente Casa Palacio propia del Conde de Altamira dueño de dicha villa con sesenta y dos varas de fachada y cuarenta y nueve de fondo y contiene  en cuarto bajo y principal con patio, cuatro jardines y en ellos algunos frutales, cocheras y en ellas una casita inclusa en las tapias de dicho palacio en que vive Thomas García, jardinero y confronta con la referida calle publica y al Oriente la que llaman de la Jabonería, no se hace regulación de los alquileres que pueda rendir este Palacio por no haber habido jamás contemplar de alquilarse y tenerse únicamente destinado por dicho señor para su recreo y diversión en las temporadas que acostumbra a venir a este pueblo manteniéndose la más del tiempo cerrado por no encontrarse dicho señor en la villa.
En esta fachada orientada al oeste del palacio perteneciente a la casa de Altamira, justo al comienzo de la actual calle de la Cruz de Orozco, se localizaba, además de la casa del jardinero y el juego de pelota, la que se conoció como casa de corregidores, dependencias ocupadas por los administradores del conde de Altamira encargados de gestionar sus propiedades en Morata. En el siglo XIX estas dos propiedades del conde de Altamira fueron vendidas –antes de que también se vendiera el resto del palacio- cuando las finanzas de la casa condal entraron en banca rota. En un documento fechado en 1830 se recogen las gestiones realizadas para vender esta denominada casa de corregidores, situada en la esquina de la calle Cruz de Orozco con la calle del Ciego. Tras convocar varias subastas, que quedaron desiertas por falta de postores, finalmente la casa fue adquirida por Manuel Angulo, la misma persona que años antes ya había adquirido varias propiedades del conde de Altamira, entre ellas el molino de la huerta y varias parcelas en la vega de Morata.
Enfrente de esta fachada occidental del palacio del conde de Altamira, se localizaba la fachada oriental de otro palacio, el perteneciente a los marqueses de Espinardo, una construcción más modesta que el palacio de Altamira pero que también ocupaba una manzana completa delimitada por las actuales calles de la Cruz de Orozco, Dos Hermanas, Ciego y plazuela de Espinardo. 

 En el centro de la imagen, la calle Cruz de Orozco en una fotografía aérea del año 2014
En el resto de la calle hasta su confluencia con la actual calle Prim se localizaban otras once viviendas, entre ellas una  propia de Don Joseph de Orozco, alquilada, a Manuela Ruiz de Orive  y regulado su alquiler en ochenta y cuatro reales de vellón. Joseph Orozco era dueño de otra casa en esta calle y de otras cuatro propiedades repartidas por el casco urbano en las que figuraba junto a su mujer Manuela Ruiz de Rivero, aunque en calidad de forastero y no residente en Morata.
Joseph Arias, cura de San Juan del Valle, y su hermano Bernabé Arias, de la Compañía de Jesús,  ambos miembros de la familia Arias y descendientes de este linaje, ligado al conde Puñonrostro, también poseían una casa en esta calle de la Cruz de Orozco.


Fuentes y bibliografía:
·       Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.

miércoles, 11 de enero de 2017

Las calles de Morata y su denominación en el callejero (XVIII)


Avenida de Juan Carlos I (Calle que sube de la Real de Arganda al Pozo de la Nieve, General Mola, Calle de la Fábrica)

En el callejero de 1935, la que hoy conocemos como avenida de Juan Carlos I era identificada como calle de la Fábrica. Este nombre remite a la localización en esta calle de una antigua fábrica de hilados que funcionó entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Anteriormente la calle se denominó calle que sube de la Real de Arganda al Pozo de la Nieve.

Actualmente, la avenida de Juan Carlos I es una de las de mayor longitud del casco urbano de Morata, aunque no siempre fue así. En el siglo XVIII esta calle comunicaba el camino Real a Arganda con la plazuela del Pozo de la Nieve que a, a su vez, era una de las zonas que ya constituía entonces el límite externo del casco urbano de Morata. Con los ensanches urbanísticos de las décadas siguientes, esta calle amplió su trazado y ocupó el espacio en el que durante el siglo XIX y  buena parte del XX se localizaron varias eras de pan trillar. Con posterioridad a la guerra civil -como sucedió con la mayoría de las calles más céntricas de Morata-, el nombre de la calle fue modificado para sustituirlo por el de calle del general Mola, aunque para la mayoría de los vecinos siguió siendo conocida como calle de la Fábrica, una denominación que remite al periodo histórico en que en esta calle se instaló una fábrica de hilados y tejidos.
La fabrica de hilados de la familia March
La existencia de una fábrica de hilados y tejidos en Morata a finales del siglo XVIII responde a un periodo histórico, la ilustración, en el que el que en torno a la capital española se levanta una serie de complejos fabriles para abastecer a la población madrileña y , al mismo tiempo, mejorar las condiciones de los pueblos del entorno. Morata, que ya contaba con una cierta tradición en la fabricación de tejidos desde, al menos, el siglo XVII -cuando empezó a funcionar el antiguo batán de paños- veía así como llegaba una oportunidad para ampliar el mercado de trabajo de la villa que, por aquellos años, estaba prácticamente monopolizado por el sector agrícola.
El responsable de la instalación de la fábrica de hilados -que dio nombre a la actual avenida de Juan Carlos I durante muchas décadas- fue el industrial catalán José March. Para llevar a cabo su proyecto, aparte del alquiler de  las instalaciones del batán perteneciente al conde de Altamira, adquirió distintas propiedades en Morata, situadas en la que se conoció como calle de la Fábrica. Una de estas propiedades, consistentes en un pajar y una cuadra, eran propiedad del vecino de Morata José Ruiz de Orive, que en el Catastro de Ensenada. En 1751, ya aparece registrado como propietario de la finca adquirida por los March..
  La existencia de esta fábrica, junto con otras similares que se instalaron en el círculo de influencia de Madrid (Nuevo Baztán, Valdemoro, Vicálvaro), hay que relacionarla con la Real Fábrica de Hilados de Guadalajara que junto con las de San Fernando de Henares y Brihuega responden al intento de la corona y del movimiento de la Ilustración de fomentar la industria textil para competir con las telas procedentes del resto de países europeos.
La familia March antes de instalarse en Morata ya contaba con un gran taller en la calle de Leganitos de Madrid cuando a finales del siglo XVIII decidió instalarse en Morata en el año 1792. El proyecto empresarial de esta familia catalana era mucho más ambicioso y, además de la fábrica de Morata, contó con talleres en otros pueblos de la Mancha y de La Alcarria.
Avenida de Juan Carlos I en una imagen aérea del año 1961
 
Avenida de Juan Carlos I en una imagen aérea del año 2014

Los promotores del proyecto, aparte de la instalación de la fábrica en los distintos pueblos, fomentaron la formación de los operarios que, una vez instruidos en el trabajo textil, debían formar las plantillas de los talleres de hilados. La plantilla de la fábrica de hilados estaba integrada en su mayor parte por niñas de corta edad que debían asistir a la escuela promovida por la empresa; sin embargo, el escaso salario –un real diario- que se les asignaba a las aprendices provocó el malestar de los padres y del propio empresario que no entendía el porqué del rechazo a su proyecto empresarial y a su oferta laboral.
Naturalmente, el rechazo se basaba en la escasez de un salario que, en un entorno rural como Morata, con la alternativa del trabajo en el campo, podía alcanzarse en las tareas agrícolas
Pese a estos problemas, la fábrica de Hilados que dio nombre a la calle donde se instaló traspasó el umbral del siglo XVIII al siglo XIX y afrontó las inversiones necesarias para desarrollar el proyecto empresarial de la familia March. En junio de 1799, en El Mercurio, una publicación mensual,  recogía como en aquella fecha la dirección de la fábrica de tejidos de Morata estaba a cargo de Pedro Boada de las Costas y Figueras, aunque este cargo era provisional hasta el momento que el director accediera a la plaza que el rey le concedió como Ministro del Crimen de la real audiencia de Cataluña.
Jesús Antonio de la Torre, en su Historia de la villa de Morata de Tajuña, da cuenta de  estas vicisitudes y de los problemas de los March para conseguir operarios y personal para la fábrica de hilados y su escuela para formar a los trabajadores así como de las obras que se realizaron para canalizar hacia la fábrica las aguas necesarias para la producción textil así como  de las circunstancias que obligaron a los promotores de la empresa a trasladar su producción a San Fernando de Henares aunque, todavía en 1807, en Morata permanecían en activo seis telares que pertenecían a Blasa Labores, viuda de José March.




Fuentes y bibliografía:

·       Las trabajadoras madrileñas del siglo XVIII. Familias, talleres y mercados. López Barahona, Victoria. Tesis doctoral dirigida por los profesores Santos Madrazo Madrazo  y José Miguel López García. Departamento de Historia Moderna, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Autónoma de Madrid. Junio de 2015.
·       Coyuntura económica e ilustración. La fábrica de tejidos e hilados de Morata de Tajuña (Madrid) a fines del siglo XVIII”. Corella Suárez, María Pilar. Jornadas sobre el Real Sitio de San Fernando y la Industria en el siglo XVIII. San Fernando de Henares, 1997
·       Comercio e industria madrileños en la transición del Antiguo Régimen al sistema liberal (1788-1833. Caballero Espericueta, Mariano (Memoria para optar al grado de doctor). Madrid, 2006
·       Periódicos citados en el texto
·       Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.
·       Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio-Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.

miércoles, 4 de enero de 2017

Las calles de Morata y su denominación en el callejero (XVII)

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Calle Prim (calle que sube de la fuente a la Cruz de Orozco)

La calle Prim es una de las vías de Morata que ha mantenido la misma denominación desde el siglo XIX. Su nombre está relacionado con Juan Prim, jefe de gobierno en 1868 y asesinado en un atentado  que tuvo lugar justo un día antes de la llegada a España de Amadeo I de Saboya, el rey destinado a sustituir a la dinastía Borbón al frente de la monarquía española. Anteriormente, la calle se conoció como calle que sube de la Fuente a la Cruz de Orozco.





Cuando se realiza el primer callejero conocido de Morata –incluido en la documentación del Catastro de Ensenada- la actual calle Prim era denominada calle que sube de la fuente a la Cruz de Orozco. La fuente a la que hace mención esta denominación era la fuente situada en su confluencia con la calle Real. Esta fuente -de la que ya hablamos en el post de la calle Real- se mantuvo en servicio hasta finales del siglo XIX y en la documentación de esos años se la conocía como fuente gorda para distinguirla de otra fuente, situada en el mismo lugar que la actual junto al callejón, conocida como la fuente fina. 
 Vista aérea de la calle Prim (Año 2014)

En algunos de los registros de los ocho vecinos que aparecen con viviendas en esta calle, a mediados del siglo XVIII, se identifica a esta vía como calle de la Fuente o junto a la Fuente. En uno de estos apuntes catastrales, el propietario también afirma residir en la calle de las Procesiones, una denominación que ya aparece relacionada con algunas viviendas de la actual calle Iglesia, lo que confirmaría que el itinerario de algunas procesiones religiosas de Morata –la de la Virgen de la Antigua- en aquellos años ya se realizaba por su trazado actual. Como curiosidad, un vecino de esta calle, Juan de Moratilla, poseía en esos años una de las tahonas existentes en Morata en el siglo XVIII.

El general Prim

El cambio en el nombre de la calle por el actual de Prim debió de producirse a mediados del siglo XIX con posterioridad a los acontecimientos políticos que dieron lugar a la caída de la dinastía borbónica, la proclamación de la I República y la restauración de la monarquía con la elección de Amadeo de Saboya como rey de España.

En todos estos acontecimientos participó el general Prim (Reus 1814-Madrid 1870) un político y militar que estuvo presente desde muy joven en primera línea de la política española en el convulso siglo XIX. Como militar participó en las guerras carlistas –siempre en el bando liberal-, en la guerra de África contra Marruecos -lo que le valió el título de marqués de los Castillejos- y en casi todos los pronunciamientos militares que se produjeron en España como consecuencia del enfrentamiento entre conservadores, liberales, demócratas y progresistas.

La frenética actividad política del general Prim le sirvió para acceder en varias ocasiones al acta de diputado, al tiempo que su participación en distintas conspiraciones le obligaron a salir de España rumbo al destierro. 
 Retrato del general Prim

Uno de estos pronunciamientos tuvo lugar en la cercana localidad de Villarejo de Salvanés, en enero de 1866, pero nuevamente el destierro fue el destino del general. Ya en septiembre de 1868 fue uno de los militares más destacados en el triunfo de la llamada Revolución Gloriosa que, a su vez, marcó el destino de Isabel II, obligada a dejar el trono. Prim, siempre fluctuó entre las ideas más moderadas de la Unión Liberal y las más avanzadas de los partidos demócrata y progresista aunque, finalmente, se decantó por una solución moderada y fue el principal defensor de la llegada al trono español de la dinastía Saboya, encabezada por Amadeo I. El atentado que le costó la vida a Prim se produjo el 27 de diciembre, un día antes de la llegada del nuevo monarca a España. Su muerte, todavía hoy, constituye un misterio y el atentado ha sido atribuido tanto a las facciones más conservadoras de la época como a movimientos progresistas y republicanos. Sin embargo, es el duque de Montpensier -a cuya candidatura al trono se negó Prim como jefe del Consejo de Ministros- quien aparece como más probable responsable intelectual del atentado.

La dedicatoria de una calle de Morata al general Prim debió de aprobarse alrededor de los acontecimientos que desembocaron en La Gloriosa. En septiembre de ese año de 1868, La Correspondencia de España, publicaba el día 30 una noticia en relación con este movimiento popular:

El retrato del general Prim, que colocó ayer  el pueblo en una bandera improvisada en el balcón principal del ministerio de la Gobernación cuando fue asaltado por las ventanas tiene una historia que aunque sencilla es digna de mención especial. Este retrato había sido regalado en Morata de Tajuña el 7 de septiembre de 1865 a un vecino de aquel pueblo. En aquella época el marqués de los Castillejos trabajaba para preparar el movimiento de enero y recorría los puntos que más tarde debían servirle de auxiliares en su empresa.

Este retrato, conservado religiosamente por el alférez de infantería D. Vicente de Soto fue colocado por el mismo en la bandera con el lema de Soberanía Nacional, que ayer era saludada con entusiasmo por el vecindario de Madrid.

Unos meses después, el 12 de junio de 1869 El Imparcial daba cuenta de los actos organizados en Morata a favor de la nueva Constitución:

Por acuerdo del Ayuntamiento de Morata, mañana se celebrará en dicha villa de un modo digno la promulgación de la Constitución. Habrá novillos, fuegos artificiales, bailes, iluminación, música y salvas que harán los voluntarios de la libertad, mandados por sus respectivos jefes.

En octubre de 1869, el día 6, El Imparcial también publicaba los actos previstos en honor de la nueva Constitución:

En Morata de Tajuña se ha celebrado el aniversario de la revolución de septiembre con el más vivo entusiasmo por toda la población, sin que en lo más mínimo se alterara la cordial inteligencia de aquellos habitantes.

Parece evidente las autoridades municipales de esos años en Morata eran partidarias de la nueva situación política que desembocó en la caída de la dinastía borbónica,  y que el alférez al que se refiere la noticia, Vicente de Soto, debía de tener alguna relación con el general Prim y también con Ramón de Soto, quien fuera alcalde Morata desde 1870, justo el año en que el jefe del Consejo de Ministros fue asesinado. Serían estos partidarios del marqués de los Castillejos quienes  homenajearon al general otorgando el nombre de una de las calles de la villa en su memoria. La calle, a pesar de todos los cambios que se sucedieron en los años siguientes –restauración borbónica, II República y dictadura del general Franco- permaneció en el callejero hasta la actualidad.



Fuentes y bibliografía:

·       Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.

·       Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio-Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.

·       Periódicos citados en el texto.