martes, 25 de junio de 2019

De Morata a Madrid, un viaje histórico por viejas carreteras (II)

El puente colgante de Arganda sustituye al paso de barcas del río Jarama

La construcción de un nuevo puente, que sustituyera al paso con barcas del río Jarama, era un asunto considerado vital por todos los pueblos de la comarca. Veíamos también como en una carta firmada, entre otros, por los alcaldes de Morata, Arganda, Campo Real, Valdilecha, Carabaña, Villarejo de Salvanés, Tielmes y Perales de Tajuña, exponían la urgencia de construir un puente colgante que evitara los más que habituales problemas provocados por las riadas que impedían el paso de una orilla a otra del río. Vamos a recordar la historia del Puente de Arganda, paso casi obligado para ir de Morata a Madrid.



La carta de los alcaldes de la comarca, con fecha de mayo de 1841, no tenía otro propósito que urgir a la Administración para que solventara los inconvenientes que se habían planteado en la construcción del deseado puente colgante. De hecho, la sustitución del paso con barca del río Jarama por un puente colgante ya había sido aprobada por el Ministerio de Fomento en diciembre de 1840. En esa fecha, la Dirección Nacional de Caminos encargada de estas infraestructuras, había firmado una contrata con una sociedad denominada Los cuatro puentes, dirigida por el ingeniero francés Jules Seguin, especialista mundial en este tipo de obras y que había mantenido contactos con las autoridades españolas desde 1837.
Alfonso Luján Díaz, en su tesis doctoral La modernidad latente de la obra pública: primeras aplicaciones del hierro en los puentes españoles, (1815-1846), describe los problemas que surgieron inmediatamente después de un acuerdo que, entre otras cláusulas, incluían una que reconocía el derecho de la adjudicataria a recaudar el importe de las tasas o portazgo que se cobraban a los viajeros, caballerías y carruajes por utilizar el puente. Este método de financiación de las obras del puente –el mismo que muchos años después utilizó la administración para, por ejemplo, construir las autopistas de peaje de acceso a Madrid- ahorró costes a la monarquía de Isabel II, aunque a cambio de no pocas quejas de algunos usuarios del puente que consideraban que tenían derecho a utilizarlo sin pagar el precio fijado por la empresa adjudicataria.*

Reproducción de la barca que se utilizó para cruzar el Jarama hasta la inauguración del puente

Una vez firmado el acuerdo con la sociedad constructora empezaron a acumularse los retrasos por distintos motivos y desacuerdos con los representantes del Ministerio de Fomento y de la Dirección Nacional de Caminos. En primer lugar, y no menos importante, el ingeniero Jules Seguin planteó que la longitud total del puente debía reducirse en un tercio respecto a la longitud inicial prevista. Además, tampoco estaba muy clara la ubicación del lugar donde debería levantarse el puente lo que motivó que el ayuntamiento de Chinchón propusiera una nueva ubicación en su término municipal**.
Finalmente, el ingeniero español Aguirre Zubillaga planteó una nueva localización del puente para evitar las riadas*** lo que no evitó que los meses siguientes se produjeran nuevas desavenencias entre la administración y el contratista, el ingeniero Seguin, que no se ponían de acuerdo sobre a la cimentación propuesta, su rigidez, la resistencia de los materiales a emplear y, de nuevo, la total longitud del puente. (En el proyecto final el puente tenía tres tramos de 50,30, metros, 60,40 metros y 50,30 metros).
Los ingenieros españoles encargados de supervisar el proyecto, José Subercase y Calixto Santa Cruz, plantearon estas dudas a los contratistas hasta que finalmente se aceptó la ubicación del puente y la longitud de 161 metros propuesta por el ingeniero encargado de la obra que se inició en junio de 1842. Así, y a pesar de algunos problemas que se presentaron con el hierro importado de otros países que se utilizó en la obra, finalmente, en septiembre de 1843, se hicieron las pruebas de carga.
Unos días después, el 31 de octubre, Isabel II acudía a los actos de inauguración de un puente que, por fin permitía abandonar el peligroso paso utilizando barcas que cruzaban a pasajeros y mercancías de una orilla a otra. Atrás quedaba también el puente de madera que estuvo en uso durante un corto periodo de tiempo en torno a 1818 y que había desaparecido arrastrado por el caprichoso, cambiante y peligroso cauce del Jarama, tan propenso a las riadas, tanto que incluso algunos ribereños casi se especializaron en salvar a quienes caían al cauce del río.****
Con la inauguración del nuevo paso sobre el Jarama -y la construcción de la carretera entre el Puente de Arganda y Colmenar de Oreja, pasando por Chinchón y Morata, de la que trataremos en próximas semanas-, parecía que se solucionaban, por fin, los problemas de comunicación con la capital del reino. Pero no fue así y el Puente de Arganda aún reservaba muchas sorpresas para las autoridades y sus usuarios como veremos la próxima semana.

El puente de Arganda en 1867 (Fotografia de José Martínez)




*No dejó de haber problemas por el pago de las tasas y portazgo por cruzar debido a que algunos vecinos de los pueblos en los que se levantaba el puente -Vaciamadrid en la margen derecha y Arganda en el margen izquierdo- pleitearon por el derecho que, según ellos, tenían de utilizar el puente cuando acudieran a sus tierras de una u otra orilla. Incluso uno de estos vecinos, Manuel Rojas, de Vaciamadrid, acondicionó un vado para utilizarlo y pasar de una orilla a otra, aunque la administración le obligó a dejar de utilizar este paso.

**El Ayuntamiento constitucional de la Villa de Chinchón con fecha de 29 de Mayo de 1841 (recibido el 5 de Junio) expone que noticioso de las dificultades insuperables que se oponen a la construcción acordada del nuevo puente sobre el Jarama en el término de la Villa de Arganda, en razón al excesivo coste que tendría por la mucha anchura del rio en el punto elegido, ha creído de su deber hacer presente que en el término de Chinchón existe un punto en dicho río, llamado las Peñuelas, que parece expresamente dispuesto por la naturaleza para situar allí el puente de que se trata; y que de serlo el expresado Ayuntamiento de contribuir al bien publico al paso que al particular de dicha Villa, solicita que se tome en consideración esta idea importante, y se proceda a verificar los reconocimientos oportunos. Evidentemente, la propuesta calo en el vacio.

***Joaquín Aguirre de Zubillaga, ingeniero, emitió un informe para la Dirección General de Caminos sobre la mejor ubicación del puente colgante:
Paso a manos de V.S. el Croquis del terreno comprendido entre el portazgo de Vaciamadrid y Arganda en el que se figura el curso del río Jarama desde el Soto del Piul hacia la confluencia del Manzanares, el final de la carretera construida desde la Corte hasta Vaciamadrid, y la parte de carretera abierta desde el Soto para Arganda.
He examinado con el mayor cuidado las circunstancias de este río que continuamente se le ve mudar de madre por su mucha corriente y lo flojo del terreno que forma su albeo a fin de adoptar el punto mas ventajoso para la situación del puente colgante.
El paraje donde estuvo el puente de madera, si bien tiene la margen derecha muy elevada, la de la izquierda es inferior a las aguas más altas, además aquella está sufriendo el continuo choque de la corriente que baja con una inclinación decidida contra ella, habiéndola hecho retirar mas de 300 pies de donde estaba cuando se llevó el puente de madera. Fuera de este inconveniente resulta el de alargarse demasiado el camino, y de que el trozo comprendido entre este punto y el portazgo había de ser poco seguro porque en el desembocan diferentes barrancos que forman los cerros de Vaciamadrid, a cuyo amparo los malhechores acometerían a los transeúntes como acontecía en tiempos anteriores en la confianza de no ser descubiertos ni cogidos si no por alguna rara casualidad como que la larga extensión de dichos barrancos les ofrece una retirada en cuanto cabe segura. (…).
(…) Madrid 15 de Julio de 1841.


**** La Sociedad Económica Matritense premió en 1861 a Esteban Fernández, conocido como Oreja. Este vecino de Arganda, casado, con cinco hijos menores y jornalero, podría decirse que se especializó en rescatar a quienes caían al cauce del Jarama en las proximidades del puente. En una publicación de 1861, en la que se informaba de los premiados por la propia Sociedad Matritense por sus buenas acciones, se contaba cómo actuó Esteban Fernández en uno de estos sucesos, lo que le valió una gratificación de cuatro mil reales:
(…) Dos labradores de Perales de Tajuña, Antonio Mesonero y Víctor García, llegaron al puente de Arganda el día 1.° de Diciembre de 1858; hicieron el pago del portazgo, y observando la enorme cantidad de agua que el rio traía, preguntaron si se podría pasar con seguridad: no hay cuidado, se les contestó; y siguiendo su camino, llevaban pasados dos tramos, y al pisar el tercero crujió el puente y se aplanó completamente , desplomándose con toda la obra y con cuatro caballerías que conducían y perecieron con sus cargas. Envueltos en escombros y agarrados a un madero, corrieron como cerca de medio kilómetro, orillando a un islote, donde se asieron a unos arbustos: las corrientes tendrían allí unos cuatro metros de profundidad.
A sus gritos acudieron los empleados del puente, varios vecinos de Vaciamadrid, algunos de Arganda, los transeúntes detenidos en ambas orillas por la incomunicación, y las parejas de la Guardia civil. Nadie se atrevía, a pesar de ser tantos, y algunos diestros nadadores, a salvar las víctimas. Las horas corrían; cuatro llevaban los sumergidos luchando con una muerte cierta, y los espectadores con el dolor que experimentaban al conocer su impotencia. “Si Esteban Hernández estuviera aquí, clamó al fin una voz de esperanza, se atrevería a salvaros aun á riesgo de su vida, que es hombre de abnegación y valor”. Apenas el Jefe de la Guardia civil vislumbró este recurso, dispuso que dos guardias montados corrieran a buscar a Esteban Hernández, que se hallaba a una legua de distancia del sitio de la catástrofe.
Sabedor este del suceso, monta a la grupa de uno de los caballos y le falta tiempo para practicar el bien; mientras arroja sus vestidos, anima a los náufragos, les inspira confianza, les exhorta a la obediencia y provisto de sogas se arroja al agua, aborda al más cercano, Víctor García, le ata por el brazo, y entre los suyos y a todo remo le saca salvo á la orilla. Recompénsalo con la satisfacción del bien obrar, no le detienen ni el cansancio, ni el frió, ni lo muy peligroso del sitio donde se encontraba Antonio Mesonero; le alcanza, le sujeta con las cuerdas , y cuando corría a lograr su triunfo, tiene que apoyarse en un islote; zozobran los de la orilla y aun le gritan que piense en sí y que se salve; pero él no abandona al desgraciado, y luchando de nuevo y cortando la corriente con ánimo esforzado y vigoroso brío, restituye a una familia su apoyo y a la sociedad un hombre.


Fuentes y bibliografía:
  • Revista de Obras Públicas, diciembre de 1860.
  • Resumen de las acciones virtuosas que ha de premiar la Sociedad Económica Matritense (…). Imprenta Nacional. Madrid, 1861.
  • Diario de las sesiones de Cortes. Congreso de los Diputados. Legislatura de 1860. Tomo IV. Imprenta Nacional, 1861.
  • Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madoz, Pascual. Tomo X. Imprenta del Diccionario Geográfico, a cargo de D. José Rojas. Madrid, 1847.
  • Historia de la villa de Morata de Tajuña. Torre Briceño. Jesús Antonio de la. Ayuntamiento de Morata de Tajuña. Guadalajara, 1999.
  • Periódicos y publicaciones que se citan en el texto. 
  • La modernidad latente de la obra pública: primeras aplicaciones del hierro en los puentes españoles, (1815-1846) Tesis doctoral.. Lujan Díaz, Alfonso. Departamento de Historia del Arte II (Contemporáneo). Facultad de Geografía e Historia. Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2015.
  • Jules Seguin en España: prefabricación e innovación en los puentes colgantes de Fuentidueña, Arganda, Carandia y Zaragoza construidos por el empresario francés. Cárcamo Martínez, Joaquín. Actas del noveno Congreso Nacional y Primer Congreso Internacional Hispanoamericano de Historia de la Construcción. Segovia, octubre de 2015.

martes, 18 de junio de 2019

De Morata a Madrid, un viaje histórico por viejas carreteras (I)

A comienzos del siglo XVI, Hernando de Colón, hijo del descubridor de América, incluía en su Descripción y Cosmografía de España los distintos caminos que comunicaban Morata con los pueblos vecinos. Este documento es uno de los primeros en los que aparecen las vías de comunicación, los caminos y veredas que servían para llegar a Morata, para abastecer de todo tipo de mercancías a sus habitantes y, también, para transportar y vender, sobre todo en Madrid, el vino, el aceite, el trigo y las frutas y hortalizas que cultivaban los agricultores de la villa. La precariedad y el mal estado de estas vías de transporte que partían o llegaban hasta Morata siempre condicionaron, casi nunca para bien, la economía y la vida diaria de sus vecinos. En las próximas semanas conoceremos cómo eran las carreteras que comunicaban Morata con los pueblos vecinos y, especialmente, con Madrid.





En el trabajo de Hernando de Colón, sobre la que ya tratamos en el blog, el hijo de Cristóbal Colón describe su llegada desde Chinchón a Morata, de la que afirma que tiene la mejor vega que hay en esta tierra de pan y cañamares. A continuación relata la distancia y el tipo de caminos que comunican con los pueblos vecinos y también con Toledo, la sede del arzobispado al que pertenecía la villa. El autor de Descripción y Cosmografía de España, finaliza sus referencias a Morata con los datos de su partida hacia Arganda, siguiente etapa de su viaje:
(…) Partí de Morata para Arganda, que hay una legua grande de cerros y valles y de atochares y romerales, y en saliendo de Morata subimos una sierra arriba que estará cuatro tiros de ballesta y de allí en adelante vamos bajando y subiendo (…).
Particularmente interesante resulta la cita de Hernando de Colón al camino que comunicaba a Morata con Madrid. Aunque en las fechas en que se dio a conocer la Descripción y Cosmografía de España Madrid aún no había sido elegida como capital del reino, ya por entonces era, sin duda, el punto de destino de los excedentes agrícolas de la villa. Hernando de Colón se limita a señalar las distancias con Vaciamadrid, pero el texto ya nos ofrece información sobre la principal dificultad que entrañaba el camino hacia Madrid de los morateños de esa época, el cruce del río Jarama:
(…) y hasta Vaciamadrid hay tres leguas de cerros y valles de atochares, y a las dos leguas primeras pasan a un rio dicho Xarama por barca que corre a la mano izquierda (…).
El camino de Morata a Madrid
El trayecto por carretera entre Morata y Madrid, tal y como lo conocemos actualmente no deja de ser, pese a lo que pueda parecer, un itinerario muy distinto del que realizaron los vecinos de Morata al menos hasta mediados del siglo XIX. Hasta esos años, para llegar a la barca que cruzaba el Jarama en lo que hoy conocemos como puente de Arganda los morateños utilizaban el camino que todavía se denomina como Camino Viejo de Madrid*, que no es otro que el que también nombra como Camino de Valdegatos e incluso en algunas ocasiones como Carril de Coches.
A pesar de que el Camino [Viejo] de Madrid era el utilizado para llegar hasta la barca que cruzaba el Jarama no existen muchas citas documentales al referirse a los itinerarios que partían de Morata a lo largo de la historia hacia la capital de España. De hecho en un documento tan citado en este blog como el Catastro de Ensenada al referirse al nombre de las calles de la época se citan la Calle Real de Arganda, la Calle Real de Chinchón, el Camino de San Martín, el Camino de la Villa de Campo o el Camino de Perales pero no aparece en ningún momento el Camino de Madrid.
En cualquier caso, tanto los morateños que quisieran dirigirse a la corte en la época del catastro como quienes quisieran llegar a Morata desde Madrid utilizaban ese Camino Viejo de Madrid para llegar hasta el río Jarama donde era inevitable el uso, y el pago, de la barca para cruzar al otro lado del río y seguir por la denominada carretera de las Cabrillas o de Valencia hasta la capital.
Las dificultades de transitar estos caminos, pues difícilmente se les podía denominar por entonces carreteras, se acrecentaban tanto por las problema que suponía el uso de la barca, no siempre disponible, como veremos, como por la constante amenaza de que significaban para los arrieros y viajeros la presencia de salteadores de caminos, un mal que afectaba a todo el territorio nacional y también a quienes se dirigían a Madrid desde Morata. Aunque hay muchas referencias a los peligros provocados por estos bandidos, hemos elegido una que publicaba a comienzos del siglo XIX el Diario de Madrid y que afectó al alcalde** de Morata en esos años:
(…) Domingo Fernández, de edad de 20 años, soltero, natural de Galicia, acompañado de otros tres o cuatro hombres, se dedicó a robar a todo pasajero que transitaba por el camino que desde esta corte conduce a la barca de Arganda (…) entre ellas constan suficientemente probadas las dos siguientes:
(…) El día 13 de septiembre último se restituían desde esta corte a Morata el alcalde y escribano de aquel pueblo: Fernández y uno de sus compañeros les acometieron en el soto que está más allá del río Jarama, montados a caballo, y con armas; les hicieron apear, y separándoles del camino, les presentaron un puñal y pistolas; les tendieron en el suelo boca abajo, atando al alcalde los brazos a la espalda, y les robaron todo el dinero y ropa que llevaban, y además el caballo al alcalde.
(…) Domingo fue preso en esta corte el 17 de octubre, (…) remitido el proceso a la junta criminal, ha oído al reo sus descargos, y resultando convencido de los delitos expresados, le condenó a sufrir la pena ordinaria de muerte de garrote; la que se ejecutó el sábado 15 de este mes, llevando al suplicio pendiente del cuello un letrero, que manifestó al público sus graves atentados. (Diario de Madrid, 6 de diciembre de 1810).
Aparte de este problema del bandidaje, que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX y que obligó, entre otras medidas, a la creación del cuerpo de la Guardia Civil, los vecinos y habitantes de Morata que se dirigieran a Madrid debían afrontar, como ya hemos señalado, el paso del Jarama que, como ya describiera Hernando de Colón en el siglo XVI contaba con una barca para cruzar a viajeros y mercancías a un lado y otro del río. El problema es que la barca, además de encarecer el viaje por el pago del peaje a quienes tenían adjudicado el servicio, no siempre estaba disponible y no siempre era un medio seguro de cruzar el río. No faltaron los casos de viajeros y de arrieros que cayeron a las aguas del Jarama con su caballerías y mercancías, ni tampoco las épocas en que las avenidas y crecidas del río impedían cruzar a la otra orilla y continuar viaje hasta Madrid o viceversa.
En 1843, el periódico El Eco del Comercio informaba en una noticia fechada en Colmenar de Oreja sobre las consecuencias del temporal de lluvias en la comarca y cómo había provocado la subida del caudal de los ríos y la inutilización del servicio de barcas:
(…) Colmenar de Oreja, 7 de marzo. El temporal que hemos sufrido ha hecho salir de madre al Tajuña, Jarama y Tajo, causando mil destrozos, especialmente en la vega de este pueblo y paralizando el paso de las barcas en muchos puntos.
Muy pronto va a quedar concluido el puente colgante de Arganda, y con este motivo tomarán más incremento los trabajos de la carretera de Valencia que va por Tarancón. Parece que terminada que sea esta, los pueblos de Colmenar, Chinchón y Morata piensan por su cuenta abrir un canal [carretera] que desde aquí vaya a terminar al puente de Arganda, esto sería una ventaja para todos estos pueblos. (El Eco del Comercio, 12 de marzo de 1843).

Información de El Eco del comercio sobre el puente colgante de Arganda

De esta noticia nos interesan no sólo los datos que aporta sobre la crecida del Jarama y la inutilización del paso de la barca. Más importante y significativo es el hecho de que en el texto del periódico se apunte a la necesidad y el interés de los pueblos de que se concluya el que denominaban puente colgante de Arganda. Este proyecto, que sustituiría al paso de barcas y que cambiaría radicalmente las condiciones de la comunicación de Morata y los pueblos de su entorno con Madrid, era una vieja aspiración que ya habían puesto de manifiesto en varias ocasiones las autoridades de estas localidades. Alfonso Luján Díaz, en su tesis doctoral La modernidad latente de la obra pública: primeras aplicaciones del hierro en los puentes españoles (1815-1846) presentada en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, transcribe un documento firmado por los alcaldes de Arganda, Campo Real, Valdilecha, Carabaña, Villarejo de Salvanés, Tielmes, Perales de Tajuña y Morata en el que se manifiestan a favor de construcción de un puente colgante:
Carta de los pueblos a favor de la construcción del Puente de Arganda
Exmo. Señor
Los Ayuntamientos Constitucionales y representantes de los Pueblos de este lado o sea ribera izquierda del Jarama cuyos vecindarios se mantienen casi exclusivamente del acarreo de víveres a la capital, se ven en la necesidad de acudir á V.E. exponiendo: Que contratada con el Gobierno la construcción de un Puente Colgante sobre el Jarama, creían como se vio anunciado en los papeles oficiales, que en este corriente Mayo se llevaría á efecto esta obra y cesarán de una vez los perjuicios que padecen en sus intereses estos Pueblos por los aluviones o crecidas del rio, que los incomunica por meses con la capital en la estación del Invierno: se fijó como cierto, que como el más útil y necesario, como el que abraza mas intereses, como el mas próximo á la capital y como el de interés mas inmediato del Gobierno y Autoridades locales y Provinciales encargadas de promover estas obras, seria el primero y acaso el que triunfaría de los obstáculos que siempre hallan en sí, semejantes proyectos; pero una fatalidad que siempre preside a los intereses de esta Provincia, una mano desconocida, que se aviene mal con los intereses de estos Pueblos entorpece siempre el que estos vean esta prueba inequívoca de que el Gobierno y V.E. cuidan de su prosperidad: efectivamente, Señor Exmo. los otros tres puentes contratados con Mr. Segin, se tiene noticia que están principiándose siendo cierto y seguro que entre los tres ni representan tantos intereses, ni tampoco habrán hecho para ello los inmensos sacrificios que estos Pueblos: es además escandaloso que a las cuatro leguas de la capital, donde la acción del Gobierno es más fuerte y expedita no se trate de poner corriente el paso con la construcción del Puente, si quiera porque la Nación no sufriese en sus comunicaciones el retraso de uno o dos días por las frecuentes avenidas, como siempre está sucediendo y no conozca que con el paso de la Barca tal como está se están monopolizando por unos pocos los intereses que debían de ingresar en el Erario, el interés pues de la Nación, y el de todos estos Pueblos exige, que se atienda con preferencia a la construcción de este Puente ¿y a quien pueden con mas confianza dirigirse para ello, que a V.E. encargado de la prosperidad y gobernación del Reino? Seguros estos los exponentes de que hallarán en V.E. cabida estas razones, y que en su vista se servirá comunicar sus ordenes respectivas para que con preferencia y urgencia se proceda a la construcción del Puente Colgante contratado para el Jarama por exigirlo así los intereses Nacionales y para que se verifique .
A V.E. Suplican se sirva tomar en su superior consideración esta exposición y adoptar a el justo fin propuesto las medidas que crea conducentes, no dudándolo del nunca desmentido celo de V.E. por el bien procomunal.
Dios guarde a V.E. muchos años. Arganda 31 de Mayo de 1841.
Del contenido de la carta se deduce, aparte del ya apuntado problema de la inutilización habitual de la barca, otra característica endémica de la obra pública en España: el retraso en la terminación de los proyectos y puesta en servicio de las obras públicas.
Si la suspensión del servicio de la barca obligaba a veces a los viajeros a desplazarse más al sur para cruzar el Jarama en las cercanías de Aranjuez, como denuncian los firmantes de la carta, además se intuye cierto recelo de las autoridades comarcales por lo que consideran una situación provocada por oscuros intereses que, veladamente, se insinúan en el texto enviado a los responsables políticos de las obras del puente.
En cualquier caso, la construcción del puente de Arganda –y de la carretera que desde ese mismo puente llegaría a Colmenar de Oreja, Chinchón y Morata, aún tardaría algunos años en materializarse como veremos más adelante. Continuarían también las reticencias ante la tardanza de las obras y las acusaciones a algunas localidades por lo que otras consideraban trabas interesadas a la construcción de nuevas carreteras que mejoraban la comunicación de pueblos agrícolas tan importantes como Morata, Colmenar y Chinchón con Madrid y, en consecuencia, la llegada de sus productos a los mercados madrileños donde competirían con los de otros pueblos, tal como veremos en próximas entregas del blog.



*El Camino Viejo de Madrid esta incluido en la red de Vías Pecuarias de la Comunidad de Madrid. Su denominación oficial es Colada del Camino Viejo de Madrid. Tiene fijada una anchura de 8 metros y una longitud total de 4.500 metros. Junto con el resto de cordeles y coladas del término municipal de Morata (Cordel de las Merinas, Colada de la Mesa Rondana, Colada del Camino del Megial, Colada del Camino de los Arrieros, Colada del Pico de la Fuente del Valle, Colada del Pico del Águila y Colada Cochinera), el Camino Viejo de Madrid dibuja una estructura que comunica con la Cañada de la Senda Galiana. Su anchura y longitud se fijaron en una orden publicada en el BOE de 13 de octubre de 1969. El Camino Viejo de Madrid fue modificado en su trazado por una orden que se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, de 3 de febrero de 1971. La empresa Portland Valderribas presentó la solicitud de modificación del trazado del camino para instalar un horno con una capacidad de producción de 700.000 toneladas en su fábrica de El Alto. A pesar de que algunos propietarios se opusieron en su momento a la modificación y desvío del trazado original del camino, y así lo alegaron en el correspondiente procedimiento administrativo, la propuesta, que contó con el apoyo del Ayuntamiento y la Hermandad Sindical de Morata, fue aprobada por la Administración.

**En el año 1810 ocupaban la alcaldía de Morata Joseph Fominaya Marchena, por el estado de la nobleza, y Pablo Medel por el estado llano o de los pecheros.


Fuentes y bibliografía
  • La descripción y cosmografía de España: el mapa que nunca existió. Antonio Crespo Sanz. Dirección General del Catastro. Abril, 2012.
  • La modernidad latente de la obra pública: primeras aplicaciones del hierro en los puentes españoles, (1815-1846) Tesis doctoral. Lujan Díaz, Alfonso. Departamento de Historia del Arte II (Contemporáneo). Facultad de Geografía e Historia. Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2015.
  • Historia de la villa de Morata de Tajuña. Torre Briceño. Jesús Antonio de la. Ayuntamiento de Morata de Tajuña. Guadalajara, 1999.
  • Periódicos y publicaciones que se citan en el texto.



miércoles, 12 de junio de 2019

Los bienes artísticos en el primer inventario de los marqueses de Leganés (1637-1642)

La muerte en 1637 de Policena Spínola, primera mujer de Diego Mexía Felípez de Guzmán, obligó a elaborar un inventario de los bienes pertenecientes a ambos esposos. En semanas pasadas hemos analizado especialmente aquellos inmuebles (tierras de regadío y de secano, molinos, etc) que les pertenecían en la villa de Morata. Además del patrimonio inmobiliario y derechos económicos, en ambos inventarios destacan por su importancia las pinturas que, ya en 1642, integraban la colección que, protegida por el mayorazgo creado por el I marqués, pertenecería a los señores de Morata hasta el siglo XIX. Muchas de estas pinturas, como ya hemos tratado en alguna ocasión en el blog, colgaron de las paredes del palacio de los marqueses de Leganés en Morata, al menos hasta el siglo XIX cuando la mayoría de los bienes y las pinturas de la Casa de Altamira, heredera del marquesado de Leganés, fueron enajenados debido a la ruina económica de la familia.


Tanto en el inventario del marqués de Leganés como en el de su primera mujer, Policena Spínola, figuran una importante relación de bienes artísticos en forma de joyas, tapices y, sobre todo, pinturas. En el caso del inventario del marques de Leganés, tras reseñar los bienes inmuebles, censos y juros a su favor, que analizamos en las últimas entregas del blog, se incluye un apartado identificado genéricamente como plata, aunque en realidad incluye también varias joyas con piedras preciosas:
(…) Más un brasero grande con su badila de plata y otra de cobre con armas forasteras, pesó doscientos y sesenta y cuatro marcos que a la ley montan diez y siete mil ochocientos y diez reales que valen seiscientos y cinco mil y quinientos maravedíes.
Más dos lámparas de plata, pesan diez y ocho marcos y dos onzas, que a la ley montan mil y ciento y ochenta y seis reales que valen cuarenta mil trescientos y veinticuatro maravedíes.
Más dos blandones de plata, pesan ochenta y siete marcos, a sesenta y cinco reales monta cinco mil seiscientos y cincuenta y cinco reales.
Más dos pomos de plata que pesan quinientos y ochenta y ocho, que valen diez y nueve mil novecientos y noventa y dos reales.
Más otro pomo de plata que pesa trescientos y cuarenta y nueve reales que valen once mil ochocientos y sesenta maravedíes.
Más una barandilla de plata con las piezas siguiente, todas de plata, once balaustres , doce pedestales y seis balaustres con unos cuadros y catorce pedazos de moldura, veinte y tres chapas largas, veinte y cuatro chapas pequeñas, diez y siete remates y diez y siete medias cañas que todo pesó cuatrocientos y cuarenta y ocho marcos, seis onzas y tres ochavas, montan novecientos noventa y un mil ochocientos catorce maravedíes.
Más doce frascos que se hicieron para la jornada de Cataluña que pesan cincuenta marco y cuatro onzas, montan a la ley ciento once mil quinientos ochenta y ocho maravedíes.
Más una banda de perlas compuesta de treinta piezas grandes y treinta y una pequeñas, las grandes a modo de rosa, asentadas sobre oro y en medio unas piedras de azabache y perlas todo alrededor y unas amarradas de los mismo con tres pendientes guarnecidos de lo mismo que es perlas y azabache.
Una gargantilla de los mismo de veinte y un pendientes, una azucena de lo mismo con su (…) y unos brazaletes de lo mismo que es un aderezo de tocador que se compró de la almoneda de la señora marquesa de la Hinojosa, que costó ocho mil ochocientos y cuarenta y cinco reales en plata, que valen trescientos mil setecientos y treinta maravedíes.
Más una bandilla de diamantes que tiene veinticinco piezas con cuarenta y un diamantes delgados que el marqués mi señor compró de Duarte Fernández, que costó dos mil ducados de plata que valen setecientos y cuarenta y ocho mil maravedíes.
Más tres orinales de plata que pesaron cuatrocientos y ochenta reales, que valen diez y seis mil trescientos veinte maravedíes.
Con ser importante la valoración de estas joyas de plata, oro y otras piezas con piedras preciosas, el apartado más importante de la colección de arte asignada al marqués de Leganés lo integraba, sin duda, sus pinturas. Este inventario se inicia con el cuadro identificado con el número 751, Un retrato de cuerpo entero del Duque de Módena, y termina con otra pintura identificada como, Otro del mismo tamaño [tres varas de alto y cinco de ancho] de aves. En total son 394 obras las adjudicadas en el inventario al marqués de Leganés que unidas a las 750 adjudicadas a Policena Spínola sumaban 1.144 pinturas, aunque algunas de ellas eran láminas y mapas integrados en colección.
El inventario, uno de los primeros que se realizaron de la colección del marqués de Leganés, incluía ya las obras adjudicadas al mayorazgo creado por Diego Mesía Felípez de Guzman y su mujer Policena a los pocos meses de casarse.
Este mayorazgo aglutinaba la mayoría de los bienes de la Casa de Leganés y, a partir de 1711 y de la muerte sin descendencia del III marqués de Leganés, Diego Dávila Mesía y Guzmán, pasó a la Casa de Altamira. Fundado por una escritura del 15 de febrero de 1630, el mayorazgo de los marqueses de Leganés contaba en el momento de su creación con distintos bienes adscritos, entre ellos 5.000 ducados de las alcabalas de Madrid, 2.000 ducados de la villa de Deyns, los ingresos procedentes de la villa de Leganés y 5.000 ducados de rentas en Italia de Policena Spínola. Naturalmente, estos bienes fueron incrementándose con nuevos activos, entre ellos, los bienes que quedaran a la muerte de los dos miembros del matrimonio, Diego Mexía y Policena.

Madonna dell´Impannatta, copia de Rafael que se conserva en el Museo del Prado y que perteneció a la colección del marqués de Leganés

Esta clausula de la escritura de creación del mayorazgo obligó, a la muerte de Policena en 1637, a realizar el inventario de los bienes a su nombre, precisamente para que se integraran en el patrimonio adjudicado al mayorazgo creado por el matrimonio. En el caso de las pinturas, el inventario recoge ya 750 obras que pasaban a formar parte del mayorazgo. El inventario de los cuadros adjudicados a la marquesa se iniciaba con una pintura número primero de Nuestra Señora con su hijo, San Juan, Santa Ana y Santa Isabel de mano de Rafael de Urbino de dos baras [sic] de alto y una y media de ancho.
Este cuadro, uno de los más valorados según los distintos inventarios de la colección del marqués de Leganés, pertenece a la denominada Escuela de Rafael. Efectivamente es una copia de la conocida como Madonna dell´impanata, obra de Rafael de Urbino que se conserva en la Galería Palatina de Florencia. En su momento llegó a tasarse en 65.000 reales. El cuadro, tras pasar por distintas colecciones (Almirante de Castilla, marquesa de Santa Cruz, Carlos IV) y colgar del dormitorio real en el palacio de Aranjuez, se encuentra actualmente depositado en el Museo del Prado de Madrid.
En este inventario de las pinturas asignadas a Policena Spínola aparece también una obra que, como ya hemos indicado en alguna entrega del blog, se incluiría en el testamento del I marques de Leganés como una donación a la ermita de Morata. Numerada con el número 174 aparece la pintura identificada como un San Francisco de Padua de tres baras [sic] de alto y dos de ancho, pasando la mar sobre su manto con dos compañeros, de mano de Velázquez. Uno de los especialistas que han estudiado la colección de pinturas del marques de Leganés, José Juan Pérez Preciado, al analizar esta obra en su tesis doctoral, El marques de Leganés y las arte, señala lo siguiente:
(…) de la obra que atesoró el marqués no se tienen noticias históricas desde el inventario levantado en 1655 a la muerte del coleccionista, cuando se ¿inventaría? En las casas de su villa de Morata de Tajuña, en cuya ermita se había colgado. Aún así, es probable que la obra fuese heredada por el conde de Altamira en 1711, dado que en esa fecha no se reclamó su ausencia de la colección. Desde entonces no hay más datos ni argumentos que permitan relacionarla con la que reaparece a finales del XVII en las mencionadas instituciones religiosas [El autor se refiere al convento de San Hermenegildo, con una obra de temática similar también atribuida a Velázquez y a otra parecida que actualmente se conserva en la Real Academia de San Fernando].
Tras describir las 750 pinturas asignadas a la marquesa de Leganés, el inventario continúa con la relación de varias tapicerías, ocho, asignadas a la propiedad de Policena Spínola. En el inventario de su marido también aparecían reseñadas varias tapicerías, un elemento decorativo muy usual en los palacios de la nobleza y la realeza de los siglos XVI, XVII y XVIII. El primer tapiz asignado a Policena Spínola, marquesa aporto al matrimonio como herencia de sus padres, se describe así:
Una tapicería fina de la historia de Scipión que son doce paños, los ocho de ellos grandes y los cuatro entreventanas, todo de a seis anas de caída (…).
En la relación aparece otra tapicería con la siguiente descripción:
Más otra tapicería con oro de la creación del mundo que son siete paños de a seis anas de caída. (...)
(…)
En los inventarios de Diego Mexía Felípez de Guzmán y Policena Spínola aparecen pinturas y tapices que colgaron de las paredes del palacio de Morata y también los que se mostraban en el palacio madrileño de la calle de San Bernardo. En ambos casos, la posesión de obras de arte era una forma de acrecentar el prestigio de su casa. Así lo entiende también un especialista en la vida de Diego Mexía Felípez de Guzmán, Francisco Arroyo Marín, autor de una tesis doctoral sobre su figura (Poder y nobleza en la primera mitad del siglo XVII: el I marqués de Leganés):
(…) lo que debió ser una pasión íntima y privada [su afición al coleccionismo de arte], adquirida en la refinada y culta corte bruselense de los archiduques, se convirtió en una poderosísima herramienta de promoción personal, que fue utilizada por el marqués de Leganés con fines políticos en múltiples ocasiones, pero que, sobre todo, tenía una funcionalidad social, era una muestra de los valores aristocráticos que Leganés quería representar y debían ser el icono de lo que simbolizaba su nuevo linaje. Se trataba de invertir en prestigio (…).

Fuentes y bibliografía:
  • Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Tomo 5993, fol. 525r-556v.
  • Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Tomo 5993, fol. 218r-383v.

  • Pérez Preciado, José Juan. El marqués de Leganés y las artes. Tesis doctoral. Universidad Complutense. Facultad de Geografía e Historia. Madrid 2010.
  • Arroyo Martín, Francisco. Poder y nobleza en la primera mitad del siglo XVIII: el primer marqués de Leganés. Tesis doctoral. Universidad Carlos III de Madrid .Departamento de Humanidades: Historia, Geografía y Arte. Getafe, 2012.

martes, 4 de junio de 2019

Transcripción del inventario de bienes del marques de Leganés

La pasada semana analizamos el inventario de los bienes del I marqués de Leganés realizado tras la muerte de su primer mujer, Policena Spínola, y meses antes de que se celebrara su segundo matrimonio con Juana de Rojas y Córdoba. En la entrega de esta semana transcribimos el documento que recoge el inventario en la parte que afecta a la villa de Morata.



La relación de las compras realizadas por el titular del marquesado de Leganés, a los pocos años de adquirir el señorío, muestra el interés de Diego Mexía Felípez de Guzmán por afianzar su presencia en Morata con la compra de bienes que acrecentaran su influencia en la villa.
Los primeros años de posesión del señorío el I marqués de Leganés los dedicó a levantar su palacio y adquirir sus primeras fincas en la vega y en el llano, principalmente gracias al trabajo de Policena Spínola. Además había que administrar los oficios y derechos que llevaba aparejado el señorío adquirido a los vecinos de Morata: alcabalas (impuestos por las compras y ventas) derechos de escribanía, de fielatos y penas de cámara eran algunos de los ingresos asociados al señorío.
Con las compras que se reflejan en el inventario que transcribimos se trataba de aumentar la influencia en la vida económica de Morata. Por aquellos años, los ingresos de Diego Mexía de Guzmán eran muy cuantiosos y procedían de los privilegios que el monarca reinante, Felipe IV, había concedido a su casa: los oficios de comendador mayor de León, general de los ejércitos de Flandes y de Italia y el gobierno de Milán y los Países Bajos, junto con los beneficios inherentes a sus derechos señoriales permitían al marqués incrementar su patrimonio en Morata donde, además, el rey le había otorgado para los primogénitos de la familia el condado de Morata de la Vega.
Transcripción del documento
El documento que transcribimos está depositado en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Este archivo, actualmente localizado en la sede del Archivo Regional de Madrid, conserva los protocolos notariales de todos los municipios de la Comunidad de Madrid. El documento que contiene el inventario de los bienes del I marqués de Leganés forma parte del tomo 5.993 fol. 525-556v. Este tomo corresponde a la escribanía [notaría] de Diego de Ledesma que ejerció su oficio en Madrid entre 1627 y 1658. Aunque el texto es largo su interés reside en que nos permite ver la valoración de las tierras de secano y de regadío en Morata por aquellos años de mediados del siglo XVII y, además, comprobar cómo el I marqués mostró mucho interés en controlar los molinos y batanes existentes en la villa y de ahí su compra a varios vecinos y forasteros de sus derechos sobre dos molinos situados en las riberas del Tajuña (Uno de esos molinos, el de El Taray, sería reconvertido en el batán).



Don Diego Felípez de Guzmán, marqués de Leganés del Consejo de su Majestad, comendador mayor de León, digo que de los bienes que quedaron al tiempo que falleció la señora marquesa, su mujer, doña Policena Espínola, se ha hecho inventario y tasación de bienes con citación del secretario Don Ventura de Frías testamentario que fue de la dicha señora marquesa, y (…) en el dicho inventario no se comprendieron los bienes adquiridos por mí y que me pertenecieron después del fallecimiento de la dicha señora marquesa mi mujer, y conviene a mi derecho se haga nuevo inventario y descripción de los dichos bienes aumentados y acrecentados por segundo inventario (…)
[Firma] El marqués de Leganés
(…)
En Madrid, a siete de marzo de mil y seiscientos cuarenta y dos.
(…) En la villa de Madrid a ocho días del mes de marzo de mil y seiscientos cuarenta y dos, ante mi el escribano (… ) comenzó a hacer el segundo inventario de los bienes y rentas que pertenecen al señor marqués después del fallecimiento de la señora marquesa doña Policena Espínola que santa gloria haya que son bienes no inclusos ni comprendidos en el primer inventario y este segundo comenzó en la forma siguiente:
En primer lugar se inventarió el importe de las alcabalas [impuestos] de la villa de Cifuentes y sus aldeas, en la provincia de Guadalajara, y a continuación las alcabalas de Perales, cuyos derechos correspondían por compra al marqués de Leganés:
Alcabalas de Perales
Más cinco cuentos [millones] cuatrocientos y sesenta y cuatro mil cuatrocientos y doce maravedíes que costaron en empeño las alcabalas de la villa de Perales de Tajuña, estimadas en ciento y sesenta mil setecientos diez y ocho maravedíes de renta a razón de treinta y cuatro mil maravedíes el millar que la (…) compró su excelencia de Bartolomé Espínola a razón de catorce mil el millar que el situado se ayudó desempeñando de diferentes personas a razón de a veinte mil cuyo privilegio se está despachando en cabeza de su excelencia.
(…)
Seguidamente, se inventariaron varias casas adquiridas por el marqués de Leganés en el entorno de la calle de La Flor y de San Bernardo, en Madrid, donde se levantaba la residencia principal de los marqueses.
Tras contabilizar el valor de una tierra en la villa de Leganés, los peritos contadores comienzan la relación de las tierras adquiridas en Morata y los derechos censitarios a favor de Diego Mesía Felípez de Guzmán contra varios vecinos de la villa:
(…)
  • Más cincuenta y un mil maravedíes que dio su excelencia a censo a Rodrigo Hidalgo y Catalina Serrano, su mujer, vecinos de Morata, de que dará cada año dos mil y quinientos cincuenta maravedíes a razón de veinte maravedíes el millar, como consta de la escritura otorgada en dicha villa en veinte de marzo de mil y seiscientos cuarenta ante Gregorio Ruiz de Orive.
  • Más cincuenta y seis mil novecientos y ocho maravedíes de una tierra que compró su excelencia de Pedro Ruiz González y otra de (…) su mujer, (…) vecina de Morata, en la vega de riego donde llaman Detrás de las Huertas con su poza y frontera de álamos de caber con la poza diez celemines y un cuarto que alinda [sic] por la una parte con tierra de Pedro de Humanes vecino de ella y por la otra con tierras de las memorias del altar mayor.
  • Más cuarenta mil novecientos y tres maravedíes que costó a su excelencia una tierra que compró de Alonso Martínez de Sevilla y María Sánchez García, su mujer, vecinos de ella, en la vega de riego donde llaman Valdelaosa, de caber dos fanegas cuatro celemines tres cuartillas y media que alinda por una parte con tierra del cabildo de Nuestra Señora del Rosario y por las otras con tierra del licenciado (…) de Morales, vecino de la villa de San Martín de la Vega.
  • Más veinte y cinco mil ciento y veinticinco maravedíes que costó a su excelencia una tierra que compró de Alonso Guerra y [sic] Inés de la Fuente, su mujer, vecino de ella, en la vega del riego donde llaman Los Castaños, de caber ocho celemines y cuartillo y medio, en sembradura que alinda por la una parte con tierra de su excelencia y por la otra con tierra que fue de don Miguel de Montoliu y al presente es de su excelencia.
  • Más diez y ocho mil maravedíes que costó a su excelencia otra tierra que compró de Alonso de Peces y Justina Ruiz, su mujer, vecino de ella, en la dicha vega camino de La Ceña, de cinco celemines tres cuartillos y medio de sembradura que alinda por una parte con tierra de su excelencia y por la otra con el reguerón que llaman del medio y el camino de La Ceña, como consta de la escritura otorgada en la dicha villa en catorce de diciembre de treinta y siete por ante Rodrigo Hidalgo, escribano, que las tierras dichas hasta aquí se han otorgado en este dicho año por ante el dicho escribano en el mes de julio, agosto y octubre.
  • Más doscientos y cincuenta y cinco mil doscientas y diez y seis maravedíes que costaron a su excelencia siete tierras que compró de Damián Pérez (…) de ella en la dicha vega, una adonde llaman El Sanchiznal, con su cabezada, que está entre el reguerón y el caz del Concejo, de caber cuatro fanegas y medio celemín, que alinda por una parte con tierra del cabildo del Santísimo Sacramento y por la otra con tierra de su excelencia por precio de 121.240 maravedíes.
  • Otra a la boca del Caz de Chinchón, de caber siete celemines y cuartilla y media, que alinda con tierra de su excelencia y con el caz y río Tajuña, por 20.893 maravedíes.
  • Otra adonde llaman Entrambasaguas, de caber diez celemines y medio, que alinda con tierra de su excelencia por 29.746 maravedíes.
  • Otra donde llaman Entre Los Molinos, de caber cinco celemines y cuartilla que alinda con tierras de Alonso García y el mayorazgo de Don Gonzalo de Cáceres, por 25.375 maravedíes.
  • Otra adonde llaman El Cerro de la Cabaña, de caber ocho celemines y tres cuartillas, que alinda con tierras de su excelencia y con tierra de (…) López Páez por 24.788 maravedíes.
  • Otra adonde llaman Bajo de las Venas, de caber nueve celemines y medio y alinda con tierra de Ana La Brava y herederos del licenciado Gabriel Páez, presbítero, por 10.289 maravedíes.
  • Y la otra donde llaman El Taray, de caber cinco fanegas y un celemín con la cabezada que tiene, que alinda con el río de Tajuña por la una parte y por la otra con tierra de Agustín Páez, vecino de la dicha villa, por 22.875 maravedíes.
  • Que todas las dichas siete tierras como va referido son de caber doce fanegas seis celemines y medio y cuanto por sí han montado que su excelencia ha pagado por ellas doscientos y cincuenta y cinco mil doscientos y diez y seis maravedíes, que otorgó escritura de venta de ellas del dicho Damián Páez y carta de pago de la dicha cantidad, a favor a favor de su excelencia, en quince de diciembre de mil y seiscientos y treinta y siete por ante Rodrigo Hidalgo escribano de la dicha villa.
  • Más diez y ocho mil y setecientos maravedíes que costó una tierra con su alameda alrededor poblada de álamos, que compró su excelencia de Eugenio Romero y Isabel Mexía, su mujer, vecinos de ella, en la vega donde llaman Entre los Molinos, de caber cinco celemines, que alinda con el río de Tajuña y con el camino que va a dar al molino nuevo, que es el rincón a mano derecha, como consta en la escritura de venta otorgada el siete de marzo de mil y seiscientos treinta y ocho por ante el dicho Rodrigo Hidalgo.
  • Más un cuento ochocientos y setenta y seis mil ciento y ocho maravedíes que costaron cuarenta y dos tierras que su excelencia compró del Licenciado Don Miguel de Monsalud y de Don Pedro González de Torres, su cuñado, que tenían en la vega de la dicha villa de Morata, las veintiséis de ellas del dicho Don Miguel, y las diez y seis del dicho Don Pedro, la cual cantidad es en moneda de vellón y todas las demás dichas, como consta de la escritura de venta en quince de octubre del año de treinta y siete, por ante Francisco Suárez que son las tierras las que se siguen:
Las de Don Miguel:
  • Una tierra en la dicha vega donde llaman Los Barquerones, de caber dos fanegas y ocho celemines poco más o menos, con su cabezada entre el caz y el río con la alameda que tiene, alinda con tierra de su excelencia y tierra de Don Gonzalo de Cáceres.
  • Otra tierra en la dicha vega donde llaman Entre Los Molinos, de caber nueve celemines y medio, que alinda con tierras de Juan Páez y Pedro Benavente, vecinos de la dicha villa.
  • Otra donde llaman Los Castellanos, de caber tres fanegas y tres celemines, que alinda con tierra del vínculo que posee Antonio López Páez y con tierra de Josefa Ruiz, viuda de Gregorio Sánchez.
  • Otra tierra en la dicha vega donde llaman Entre Los Molinos, de caber nueve celemines y medio, que alindan con tierras de Juan Páez González y de Pedro de Benavente, vecinos de la dicha villa.
  • Otra donde llaman La Matalauva, de caber trece celemines y un cuartillo, que alinda con tierra de doña Juana (…) y de la marquesa de Espinardo.
  • Otra donde llaman Los Castellanos, de caber siete celemines y un cuartillo, que alinda con tierra de Alonso Guerra, vecino de la dicha villa.
  • Otra donde llaman La Matalauva, de caber una fanega y un cuartillo, que alinda con tierras de su excelencia y de herederos de Pedro de Salvanés.
  • Otra donde llaman La Briciana, de caber una fanega, que alinda con tierras del conde de (…) y tierra del concejo de la dicha villa de Morata.
  • Otra donde llaman La Magdalena, de caber dos fanegas, que alinda con tierras Lucas de la Fuente y de Pedro de Madrid.
  • Otra en el mismo término de La Magdalena, de caber diez y nueve celemines y tres varas, que alinda con tierras de la marquesa de Espinardo y afronta el caz de Villágueda.
  • Otra donde llaman La (…), de caber quince celemines, que alinda con tierras de Agustín Páez y de Gerónimo Mexía.
  • Otra tierra en la dicha vega donde llaman Los Castellanos, de caber media fanega, que alinda con tierras de Francisco López y de Pedro Páez.
  • Otra linde de la antedicha, que ambas están hechas una, su caber otra media fanega y alinda con tierra del dicho Pedro Páez.
  • Otra en los mismos Castellanos, de caber una fanega, que alinda con tierra de Jusepe López que al presente es Antonio López Páez, su hijo, vecino de la dicha villa.
  • Otra donde llaman Los Escuderos de caber nueve celemines y alinda con tierras de su excelencia y de Gerónimo Mexía El Viejo, y afronta en el caz de Las Canales.
  • Otra donde llaman La Cana, de caber once celemines, y alinda por la una parte con tierra del cabildo y capellanes de Nuestra Señora de la Paz y por la otra contraria con tierra de Damián Páez.
  • Otra donde llaman La Cana, de caber diez celemines, que alinda por la una parte con tierras del mayorazgo del marques de Espinardo y por la otra con tierras de María y Catalina Ruiz de Mena, vecinas de la dicha villa.
  • Otra en la dicha vega, donde llaman Los Escuderos, de caber nueve celemines, que alinda con tierras del marqués, mi señor.
  • Otra tierra donde llaman El Tirado, de caber fanega y media, que alinda con tierra de don Gonzalo de Cáceres, vecino de Segovia, y con tierra de las que ha vendido el dicho Don Miguel de Monsalve.
  • Otra donde llaman El Busque, de caber diez celemines, que alinda con tierra de Pedro Pantoja y con el reguerón que va a la (…) de la dicha villa.
  • Otra donde llaman El Canal, con su alameda, que todo cabe veinte celemines y alinda con tierra de su excelencia y tierra de Juana Páez, hija de Juan Páez.
  • Otra donde llaman La Esteva, de caber diez celemines, que alinda con tierras del licenciado Carretero y Diego de Salvanés.
  • Otra tierra en la dicha vega donde llaman Bajo de Las Viñas de caber cuatro fanegas y media, que alinda con tierras de don Íñigo de (…), vecino de Villarejo y de Matías Orozco, vecino de la villa de Morata.
  • Otra tierra en la dicha vega, donde llaman Los Barquerones, de caber siete celemines, que alinda con tierra del Hospital de Corpa y con el reguerón de Los Barquerones.
  • Otra donde llaman Los Escuderos, de caber trece celemines y medio, que alinda con tierras del marqués, mi señor.
Las tierras que vendió el dicho don Pedro González:
  • Una tierra en la vega donde llaman Los Rubiales, de caber una fanega, que alinda con tierras de su excelencia y de doña Juana de Guevara.
  • Otra tierra que linda con la de la partida antecedente, de caber una fanega y media de cáñamo con más media poza.
  • Otra donde dicen Bajo de las Viñas, de caber dos fanegas y media, que alinda con tierras de Pedro de Humanes y del doctor Antonio de Lara.
  • Otra que es media poza, en el término de la dicha villa de Morata, que sirve de empozar cáñamo.
  • Otra tierra en la dicha vega, donde llaman El Vadillo, de caber tres fanegas de cañamón y alinda con tierras del marqués, mi señor, y de las beatas de Juan Alonso.
  • Otra tierra en la dicha vega, donde dicen El Canal, de caber una fanega que alinda con tierras del marqués, mi señor.
  • Otra donde dicen La Aceña, de caber fanega y media, que alinda con tierras de su excelencia.
  • Otra en el mismo término, de caber otra fanega y media con su cabezada y frontera de alameda.
  • Otra donde dicen La Presa, de caber una fanega, que alinda con tierra de Pedro Páez.
  • Otra donde dicen Los Molinos, de caber dos fanegas y media, que alinda con tierra del dicho Pedro Páez.
  • Otra donde dicen Las Cepas con un nogal, de caber media fanega, que alinda con tierras de Don Diego Faxardo.
  • Otra donde dicen La Magdalena, de caber una fanega, que alinda con tierra de Juan de Morales.
  • Otra donde dicen Bajo Las Viñas, de caber dos fanegas, y alinda con tierras del Pedro González.
  • Otra asimismo donde dicen Bajo las Viñas, de caber cinco fanegas, que alinda con tierras de Miguel Fernández y de Pedro González.
  • Otra donde dicen Valdelaosa, de caber una fanega y alinda con tierra de Miguel Fernández.
  • Otra tierra en la dicha vega, donde dicen La Cárcel, de caber una fanega y media y alinda con el cercadillo que llaman de Don Juan.
  • Mas veinte mil y cuatrocientos maravedíes que costó a su excelencia la parte que compró a Luis Vélez y Don Francisco Carrión del molino del Taray, porque las demás partes tenía su excelencia compradas al conde de Puñonrostro y don Juan de Cepeda, vecino de Segovia. Como consta de escritura otorgada en seis de (…) del año de cuarenta ante Francisco Suárez.

Registro de la compra de la mitad del molino de El Taray, posteriormente reconvertido por el marqués de Leganés en batán
  • Más cinco cuentos cuatrocientos noventa y tres mil ciento y noventa y seis maravedíes que costaron a su excelencia setenta y cuatro tierras, mitad del molino del Taray y tres censos perpetuos y otras cosas que compró su excelencia de Don Juan de Cepeda Navarro, vecino de la ciudad de Segovia por sí y en nombre de doña Manuela de Cáceres, su mujer, como consta en la escritura otorgada en nueve de abril de mil y seiscientos y treinta y nueve años por ante el dicho Francisco Suárez y en virtud de facultad real de su majestad, de catorce de enero de mil y seiscientos y treinta y nueve años, firmado de su real mano y refrendado de don Sebastián Antonio de Contreras y (…) de su secretario, las cuales dichas tierras están en el término de la villa de Morata y son las que siguen:
  • Primeramente una tierra en la vega de la dicha villa donde llaman El Coso, de caber fanega y media, que alinda con tierras del marqués, mi señor, y con tierra de los capellanes del Cabildo de nuestra Señora de la Paz.
  • Otra en la dicha vega donde llaman García (…), de caber dos fanegas con cabezada fuera de riego, alinda con tierra de Agustín Páez y tierras de su excelencia.
  • Otra tierra en la dicha vega de riego, debajo de las Viñas, de caber en sembradura siete fanegas, alinda con tierra que labra Pablo Ruiz.
  • Otra tierra en la dicha vega del riego donde llaman El Piélago (…), de caber en sembradura dos fanegas, que alinda con tierra del conde de Puñonrostro.
  • Otra en la dicha tierra de riego a la carrera villa, de caber media fanega, alinda con tierra de Pedro Cediel, vecino de Perales.
  • Otras dos tierras fuera de riego, adonde llaman El Taray, de caber ambas en sembradura cinco fanegas que están entrambos caminos de Perales.
  • Otras dos en la vega del riego donde llaman las guertas [sic], de caber ambas en sembradura tres fanegas, a linde de tierra la una de la marquesa de Espinardo y la otra del marqués, mi señor.
  • Otra en la dicha vega de riego a Las Cabrerizas [Cabrizas], con dos cabezadas al camino Toledano y al caz de Chinchón, de caber en sembradura cuatro fanegas, alinda con tierras de la marquesa de Espinardo.
  • Otra donde llaman La Presa en la vega de riego al caz de Chinchón, de una fanega en sembradura, alinda con tierra de Pedro Xiro.
  • Otra tierra en la dicha vega de riego adonde llaman La Matalauva, de caber en sembradura cuatro fanegas, que alinda con tierras del conde de Puñonrostro y de Roque Páez de Almazán, vecino de la dicha villa.
  • Otra en la dicha vega de riego donde llaman El Tirado, de caber dos fanegas y media, alinda con tierra de Pedro Xiro.
  • Otra a Los Vadillos del camino de Chinchón en la dicha vega, de caber diez celemines, alinda con tierra de Ana Mexía de Contreras, vecina de esta dicha villa.
  • Otras dos fuera de riego, donde llaman El Taray, de tres fanegas, alinda con tierra de Tomás Mexía.
  • Otra en la dicha vega, donde llaman el reguerón del Sanchiznal, con dos cabezadas, la una a La Celadilla y la otra entre el reguerón del caz del Concejo, de caber todas tres fanegas a linde con tierras de Juan Páez y del conde de Puñonrostro.
  • Otra donde llaman La Matalauva, de caber tres fanegas y media, alinda con tierras del conde de Puñonrostro.
  • Otra donde llaman La Aceña de caber fanega y media, a linde con tierras del dicho conde de Puñonrostro.
  • Otra donde llaman La Canal, de caber dos fanegas, a linde con tierra del conde de Puñonrostro y el reguerón del Montero con la cabezada que tiene entre ambos reguerones.
  • Otra en Los Cascaxares, de caber nueve celemines, con la poza a la cabezada, alinda con tierras del conde de Puñonrostro.
  • Otra a las Cabrerizas con la cabezada de entre ambos caces, de una fanega en sembradura.
  • La otra en Los Centenos, fuera de riego de una fanega, alinda con tierra de Francisco Humanes.
  • Otra fuera de riego al Peñosillo, de fanega y media, alinda con tierra de Pablo de Paris.
  • Otra tierra en la dicha vega de riego, adonde llaman Bajo del cercado, de caber cuatro fanegas y media, alinda con tierra del dicho Don Juan de Cepeda y de Pedro Sánchez de Adrada, vecino de la dicha villa de Morata.
  • Otra donde llaman El Herrero, de caber tres fanegas, alinda con tierra de Pedro Salado.
  • Otra al Caz Gordo con su cabezada al camino de Perales, de dos fanegas en sembradura, alinda con tierras de Diego de Velilla y de Gerónimo de Velilla.
  • Otra al Caz Gordo, de caber diez celemines, alinda con tierra de Agustín Páez.
  • Otra en El Batancillo de la Huerta de la Vega, de diez celemines, alinda con tierra de García González y de Tomás Mexía.
  • Otra en el camino de Chinchón, de cinco celemines, alinda con tierra de Ana Mexía de Contreras.
  • Otra fuera de riego a Los Centenos, de dos fanegas, alinda con tierra de Pedro Ruiz González.
  • Otra donde llaman El Coso, de caber en sembradura de dos fanegas, que alinda con tierra del conde de Puñonrostro.
  • Otra donde llaman El Coso, de caber en sembradura dos fanegas, alinda con tierra de Pedro de Salvanés.
  • Otra donde llaman Los Escuderos que va a la larga del camino de la Huerta de la Vega, de caber en sembradura fanega y media, alinda con tierra del conde de Puñonrostro.
  • Otra al Salido, de caber fanega y media en sembradura, alinda con tierra del conde de Puñonrostro y del reguerón que va al Salido.
  • Otra donde llaman el caz Gordo, de caber en sembradura tres fanegas, linde con tierra del conde de Puñonrostro.
  • Otra fuera de riego donde llaman El Taray, de caber en sembradura tres fanegas, linda con tierra de Agustín Páez.
  • Otra donde llaman La Rinconada, de caber diez celemines, linda con tierra de (…) García, vecino de la dicha villa.
  • Otras tres tierras a Las Cepas, que hacen en sembradura tres fanegas, alindan con tierras del conde de Puñonrostro.
  • Otra donde llaman El Herrero, de caber en sembradura tres fanegas, alinda con tierras de Francisco Humanes y Pedro de Benavente, vecinos de la dicha villa.
  • Otra donde llaman La Campana, de caber quince celemines, alinda con tierra de su excelencia.
  • Otra donde llaman Los Escuderos, de caber dos fanegas, alinda con tierra de Custodio González y (…) Rodríguez, vecinos de la dicha villa.
  • Otra donde llaman Los Baños, de caber en sembradura diez celemines, alinda con tierras de Alonso Pérez de Vivero, de la capellanía de Juan Ruiz, el Abad.
  • Otra donde llaman Las Cabrerizas, con sus cabezadas adentro y afuera, de caber ocho fanegas y media, alinda con tierras de Gregorio Ruiz y de Inés Ruiz, vecinos de la dicha villa.
  • Otra Entrambasaguas, de fanega y media, que alinda con tierra de María Páez.
  • Dos tierras donde llaman El Herrero, ambas de caber fanega y media, alindan con tierras de su excelencia y del licenciado Alonso Meco, vecino de la dicha villa.
  • Otra donde llaman El Torno, de caber una fanega, alinda con tierra del Hospital de Chinchón y de Mateo del Campo, vecino de la dicha villa.
  • Otra donde llaman Los Barquerones, de caber dos fanegas y media, alinda con tierras de herederos de Pedro Salado.
  • Otra donde llaman los dichos Barquerones, de caber quince celemines, alinda con tierras del marqués, mi señor.
  • Otra a los dichos Barquerones, a la parte de afuera [sic], de caber fanega y media, alinda con tierra de la Iglesia de la dicha villa.
  • Otra donde llaman Entre los Molinos, de caber diez celemines que está al camino de Chinchón, alinda con tierra de su excelencia.
  • Otra entre Los Molinos, de caber quince celemines, alinda con tierra de Catalina de Humanes.
  • Otra en El Canal y Esteva, de caber fanega y media, alinda con tierras del marqués, mi señor.
  • Otra a los (…) de caber diez celemines, alinda con tierra de Pedro Pantoja, vecino de la dicha villa.
  • Otra a La Matalauva, de caber dos fanegas con una cabezada hacia La Aceña, que alinda con tierra de su excelencia.
  • Otra en la Matalauva con una cabezada hacia la Aceña, de caber otras dos fanegas, que alinda con tierras del marqués, mi señor.
  • Otra en El Taray de cuatro fanegas con una cabezada hacia el río, alinda con tierra de Francisco García Alonso.
  • Otra en El Taray, enfrente del molino, de caber tres fanegas, alinda con tierra de su excelencia.
  • Otra en dos pedazos en el dicho Taray, de caber de cinco fanegas con cabezada, alinda con tierra del marqués, mi señor.
  • Otra a Los Centenos partida que todo cabe tres fanegas y media, que alinda con tierra de su excelencia.
  • Otra en La Celadilla, fuera de riego, de caber dos fanegas y media, alinda con tierra de los herederos de Pedro González.
  • Otra a La Cárcel, de caber diez celemines, que alinda con tierra de riego de Sánchez Páez.
  • Otra al Busque [sic], de caber ocho celemines, alinda con tierra del marqués de Espinardo.
  • Otra al Tirado, de caber ocho celemines, que alinda con tierra el marqués, mi señor.
  • Otra al reguerón de La Campana y cerro de La Cabaña, de caber tres fanegas que alinda con tierra de su excelencia.
  • Otra entre los Molinos, de caber fanega y media con una cabezada, que alinda con tierra de Catalina Humanes.
  • Otras dos tierras a Los Baños, de una fanega, que alinda con tierra de Gerónimo Mexía.
  • Otra bajo del Cercado, de caber tres fanegas, alinda con tierra de su excelencia.
  • Otra donde llaman La Aceña, de caber diez celemines, alinda con tierra de (…) Moreno.
  • Otra al camino de La Aceña, de caber ocho celemines, alinda con tierra de su excelencia.
  • Otra donde llaman El Salido, de caber una fanega, alinda con tierras de su excelencia.
  • Otra donde llaman Valdelabecerra, de caber dos fanegas, que alinda con tierra de Francisco López de Humanes, vecinos de la dicha villa.
  • Otra al reguerón de La Campana, de caber una fanega, alinda con tierra de Pedro Xiro.
  • Otra al dicho reguerón que es la Retuerta, de caber ocho celemines, alinda con tierra de su excelencia.
  • Otra en Valdelaosa, de ocho celemines en sembradura, linde con tierra de su excelencia.
  • Otra donde llaman García Álvarez, linda con tierra del conde Puñonrostro y del reguerón del Montero.
  • Más la mitad de un molino que llaman de El Taray.
  • Más un censo de veinte y seis mil reales contra Rodrigo Hidalgo, vecino que fue de Morata.
  • Otro contra Alonso Sánchez, vecino de la dicha villa de doce reales.
  • Otro de cien maravedíes contra Francisco (…) vecino de la dicha villa de Morata.
  • Hasta aquí son las tierras y demás (…) que compró su excelencia del dicho Don Pedro de Cepeda, más setenta y un mil cuatrocientos y treinta y siete maravedíes que costó a su excelencia una tierra que compró de Pedro Xiro, vecino de la dicha villa de Morata en la vega de riego donde llaman el reguerón de La Campana, de caber dos fanegas cuatro celemines y medio, menos medio cuartillo, que alinda por las dos partes con tierras de su excelencia y por la otra con tierra de doña María Perejón, vecina de la dicha villa, como consta de la escritura de venta que se otorgó en veinte y ocho de junio de mil y seiscientos y treinta y nueve por ante el dicho Rodrigo Hidalgo.
  • Más doscientos y cuatro mil maravedíes que costaron a su excelencia cuatro, digo, cinco olivares y tres tierras que compró su excelencia de Francisco López de Humanes y Damián Páez, vecino de ella, que son las siguientes:
De Francisco López de Humanes
  • Un olivar en el Llano, donde llaman El Pino, de caber ciento y cincuenta y cuatro pies de olivo, que alinda con olivar de Gerónimo Mexía por la una parte y por otra con olivar de Alonso de la Fuente y de dicho Francisco Lóez de Humanes.
  • Otro donde llaman Los Aulagares, de caber ochenta y tres olivos, que alinda con viña de Roque Páez de Almazán y con la vereda que va a Los Aulagares y con olivar de dicho Damián Páez.
  • Una tierra de pan llevar en la vega de riego de la dicha villa donde llaman La Cana, de caber catorce celemines que alinda por ambas partes con tierras de su excelencia y con la vereda de los (…) y tierras del Cabildo y capellanes de Nuestra Señora de la Paz de la iglesia de la dicha villa..
  • Otra tierra en el Llano donde llaman Valdeza, de caber ocho fanegas con algunas cepas que alinda con viña de Francisco Pareja El Mozo y con el camino que va a Arganda.
  • Más un olivar y una viña, digo un olivar y una tierra en el llano donde llaman Valdeza con ciento y noventa y siete pies de olivos y de caber la tierra seis fanegas en sembradura que todo alinda con viñas, y olivar de Gabriel de Frías y de Francisco Pareja El Mozo, y con el camino de la Feria y afronta con tierra y viña del dicho Damián Páez como consta de la escritura de venta otorgada a veinte y dos de enero del mil y seiscientos y cuarenta por ante el dicho escribano.
  • Más sesenta y dos mil y quinientos maravedíes que costó a su excelencia una tierra que compró de María del Valle, viuda y de Francisco de Marcos, su hijo, vecino de ella, adonde llaman Entreambasaguas de caber dos fanegas y cinco celemines que alinda con tierras de su excelencia y del marqués de Espinardo como consta de la escritura otorgada en siete de junio del dicho año de cuarenta por ante el dicho Rodrigo Hidalgo, escribano.
  • Mas novecientos y cuarenta y un mil cuatrocientos y sesenta maravedíes que costó a su excelencia el molino nuevo, ansí en la compra que hizo de Pedro de Humanes de rueda y media como consta de la escritura otorgada a cuatro de julio de mil y seiscientos y cuarenta por ante el dicho escribano que fueron seis mil y novecientos reales media rueda que compró de Mateo de Tordesillas, vecino de Getafe en dos mil y ochenta y ocho reales, como consta de la escritura otorgada el mes de diciembre del dicho año de cuarenta por ante dichos Izquierdo, escribano de número de Madrid, más otra rueda de doña Antonia de Angulo en cuatrocientos ducados como consta de escritura que otorgó el padre Francisco de Angulo en virtud del poder de la susodicha en veinte y siete de noviembre del año de cuarenta por ante Rodrigo Hidalgo. Más catorce mil trescientos y dos reales que costó de levantar el dicho molino como consta de las cuentas que dio Felipe de Reynaldos, mayordomo de su excelencia que las dichas partida montan los dicho (941.460, anotado en el margen).
  • Mas once mil doscientos y veinte maravedíes que costó a su excelencia un olivar que compró de don (…) de Salcedo El Mozo, con treinta y un olivos, donde llaman la Fuente del Valle, que alinda con olivar de Diego Salvanés y de Alonso de la Fuente y herederos de Tordesillas, como consta de la escritura que se otorgó en cuatro de (…) de cuarenta ante Rodrigo hidalgo.
  • Más treinta y nueve mil ciento y sesenta y ocho maravedíes que costaron a su excelencia tres olivares que compró de Pedro Xiro, vecino de la dicha villa, como (…) que fue para pagar las deudas de Francisco Velilla, vecino de ella, el uno en el llano donde llaman El Pino de cincuenta y un olivos, que alinda con olivares de Gerónimo Velilla y Manuel Pérez,, el otro a Los Aulagares, de cincuenta y un olivos, alinda con olivar de los herederos de María Vasallo, el otro donde llaman el camino de Alcalá, de cuarenta y siete olivos, alinda con olivar de Alonso García y Pedro Pantoja, todos vecinos de ella, como consta de la escritura de venta que se otorgó a diez de octubre del año de cuarenta por ante el dicho escribano.
  • Más cuarenta y dos mil y quinientos maravedíes que costó a su excelencia un olivar que compró de Francisco Sánchez Páez El Mozo y María Pérez, su mujer, vecinos de ella, donde llaman Los Aulagares, de caber ciento y veinte y cuatro olivos, y alinda con olivares del vecino de Madrid y de Ana Rodríguez, viuda de Alonso de Peces, como consta de la escritura otorgada en treinta y uno del mes de octubre de cuarenta ante el dicho escribano.
  • Más treinta mil cuatrocientos y veinte maravedíes que costó a su excelencia una viña que compró de Juan Rodríguez Hidalgo El Viejo y María de París, su mujer, en el dicho término donde llaman Mascalahonda [Majadahonda¿], de caber mil y seiscientas y trece cepas, cincuenta y cinco olivos, cuarenta y cinco marras, que alindan con tierra del Licenciado Alonso Trillo y de (…) Pareda, vecino de ella, como consta de la escritura otorgada dicho día por ante el dicho escribano.
  • Más veinte y un mil cuatrocientos y veinte maravedíes que costó a su excelencia un olivar con noventa olivos que compró de Alonso de Peces y Agustina, su mujer, vecina de ella, en el llano donde llaman Poyales, que alinda con viña del licenciado Pedro Sánchez Carretero y de María Ruiz Mexía, como consta de la escritura otorgada en veinte y siete de noviembre del año de cuarenta por ante el dicho escribano
  • Más veinte y dos mil trescientos y ochenta maravedíes en que le adjudicaron a su excelencia una viña y un olivar que fueron de M-arcos Bernardino por (…) que le debía a su excelencia de una renta por haberse ausentado de la dicha villa de Morata. La viña está en la cuesta de San Martín de trescientas ochenta cepas y diez y seis marras que alinda con viña de Juan de Hornos y el camino de San Martín, el olivar esta a (…) al cercado de los (…) de cuarenta olivos, como todo consta del pleito que contra él siguió ante la justicia de la dicha villa que por ella se le adjudicó la dicha viña y el olivar y más diez y nueve mil y cuarenta maravedíes que costó a su excelencia un olivar con setenta olivos que compro de Pedro Xiro, vecino de ella, que es donde llaman La Cárcava y alinda con olivar de Josefa Sánchez, viña de Miguel de la Fuente y Bartolomé Mesonero, vecinos de ella, como consta de la escritura de dos de diciembre del año de cuarenta y uno por ante el dicho escribano.
  • Más cuatro mil cuatrocientos y cincuenta y cuatro maravedíes que costó a su excelencia una tierra de Francisco Macros y Felipa Hernández, su mujer, vecinos de ella, donde llaman El Taray, de caber once celemines y un cuartillo, alinda con tierra de Francisco Páez y Ana de la Fuente, su mujer, vecinos de ella, como consta de escritura de nueve de enero del año de cuarenta y dos por ante el dicho escribano.
  • Más ocho mil novecientos y ocho maravedíes que costaron a su excelencia dos tierras que compró de Francisco Páez y Ana de la Fuente, su mujer, donde llaman EL Taray, alinda con tierra de su excelencia y de Miguel García de la Fuente y (…) Salado, de caber una fanega y diez celemines y medio, como consta de la escritura otorgada en dicho día y por ante dicho escribano.
  • Más doce mil y trescientos y cuarenta y dos maravedíes que costo a su excelencia una tierra que compró de Diego Páez de Almazán con su cabezada en El Taray, de caber tres fanegas y tres celemines, alinda con tierra de Don de Pedro de Miranda y con los dos caminos alto y bajo que van a Perales, como consta de la escritura otorgada dicho día ante dicho escribano.
Tras la relación de las tierras y molinos y batanes adquiridos en Morata el inventario finaliza con el resto de bienes del marqués adquiridos después de la muerte de Policena ( juros en Madrid, joyas, objetos de platería, tapicerías, camas, alfombras etc). Entre estos bienes sobresalen las pinturas, sobre las que trataremos la próxima semana y que aparecen reflejadas en el inventario del marqués y también en el su fallecida esposa y que formaban parte esencial del mayorazgo creado por Diego Mexía Felípez de Guzmán.



Fuentes y bibliografía:

  • Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Tomo 5993, fol. 525r-556v.