miércoles, 29 de noviembre de 2017

Las cuentas de la Casa de Altamira en Morata en 1839 (I)


En el documento histórico que transcribimos hoy en el blog -depositado en el Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza. BAENA, C.354, D.453-464- se recogen las cuentas de la Casa de Altamira en Morata durante varios meses de 1839. Desde su llegada a Morata, tanto el marquesado de Leganés como la casa condal de Altamira delegaron en distintas personas la administración de sus bienes patrimoniales y señoriales en la villa. Estos administradores, a su vez, estaban permanentemente en contacto, para ser fiscalizados, por la administración general de los señores de Morata localizada en Madrid, lugar de residencia habitual de los condes de Altamira en el siglo XIX:.
En este caso el administrador de los bienes de la casa de Altamira en Morata, Pablo Martínez Toledano, remite a la administración general en Madrid las cuentas correspondientes a varios meses del año 1839, cuando ya la casa condal atravesaba muy serios problemas económicos y se había visto obligada a vender o a hipotecar gran parte de sus bienes en Morata.
De hecho, unos años antes, en torno a 1820, ya se habían vendido la mayoría de las pinturas que colgaban de las paredes del palacio de Morata (adquiridos, entre otros compradores, por el embajador de Inglaterra en España, Henry Wellesley, y por el pintor de cámara José Madrazo,) y también se había enajenado el molino de la Huerta y varias parcelas agrícolas en el llano y en la vega de Morata.
Las cuentas que hoy analizamos se presentaban en unos impresos normalizados en los que aparecen el pueblo al que corresponden, en este caso Morata, y los distintos conceptos por los que se generan ingresos y gastos. Para evitar ser reiterativos, sólo incluimos las cuentas correspondientes a los meses de julio, agosto y septiembre de 1839, aunque en el documento original, depositado en el Archivo Histórico Nacional como se ha indicado, también aparecen las cuentas correspondientes a los meses de abril, mayo y junio de ese mismo año.
En referencia a esos meses, el administrador remitió una nota a Madrid en la que enumeraba algunos de los trabajos que había ordenado realizar en los meses citados de abril, mayo y junio de 1839:
Administrador de rentas del Excmo. Señor conde Altamira en la villa de Morata
Remito a usted los estados mensuales de abril, mayo y junio por los cuales podrá enterarse del que tiene esta administración y al mismo tiempo de que tengo hechas las labores en los olivares, y asimismo de que se ha vendido el aceite claro de Yema y remolido con la mayor estimación posible, prometiéndome hacerlo también de los demás pues los turbios de yema a pesar de que regularmente se venden al precio de hoja, que siempre es la mitad de lo que vale el claro de yema, vendido a lo menudo, viene a salir a casa libre de (…) a 42 reales y el de hoja a 30 reales y eso que el postor y los demás cosecheros en vista de la mediana cosecha que se presenta han bajado también el precio del claro de yema a 16 cuartos libra.
Dios guarde a usted (…)
Morata, 28 de julio de 1839
Pablo Martínez Toledano
Documento de la Casa de Altamira con las cuentas correspondientes al mes de julio de 1839

Como se puede apreciar por el contenido de la nota del administrador, en esos años los ingresos agrícolas del condado de Altamira en Morata se reducían, casi en su totalidad, a los procedentes del aceite de oliva elaborado en la almazara propiedad de la casa, situado al norte de la población, en el entorno de EL Bosque. En este molino, que se mantuvo activo hasta la primera década del siglo XX, cuando una fuerte tormenta lo arruinó, se molturaban las aceitunas procedentes de los olivares plantados en el propio Bosque.

Mes de julio de 1839
Cargos a favor
Por casas y artefactos, 1.100 reales.
Por censos, 158 reales 9 maravedíes.
Cobrado por ocho arrobas, doce libras, ocho onzas de aceite turbio de yema vendido al por menor al precio de 42 reales, 357 reales.
Cobrado por once arrobas, veinte libras ocho onzas de aceite de hojuelas vendido al precio de 30 reales: 353 reales, 28 maravedíes.
Total cargo 1.969 reales 3 maravedíes.
Datas y sus causas
Por alcance del mes anterior, 135 reales 24 maravedíes
Por sueldos y salarios de empleados en la administración, por mi sueldo de Administrador en el tiempo de este estado a razón de 4.950 reales al año, 412 reales 17 maravedíes.
Pagado por las dos mensualidades de junio y julio de la contribución extraordinaria de guerra, 795 reales.
Por el salario del guarda del bosque Salvador García en todo este mes a razón de 4 reales diarios, 124 reales.
Alquiler de la caballería para ir dos días a Chinchón y otro a Perales, 30 reales.
Por el gasto de correo en todo este mes, 8 reales 12 maravedíes.
Total 2.720 reales, 29 maravedíes.
Resumen:
Importan los cargos 1.969 reales, 3 maravedíes.
Idem las datas 2.720 reales, 29 maravedíes.
Alcance contra la administración,[saldo negativo], 751 reales, 26 maravedíes
Notas aclaratorias.
Nota 1ª Se debían en fin de junio por rentas y censos vencidos en 1837 treinta y nueve mil cuatro reales y 14 maravedíes.
He cobrado de dichas rentas 200 reales.
Ascienden los débitos del año 37 a fin de este mes a treinta y ocho mil ochocientos cuatro reales 14 maravedís.
Nota 2ª Se debían en fin de junio último por censos y rentas vencidas en el año 38 753 reales.
He cobrado de dichas rentas 22 reales, 20 maravedíes.
Ascienden los débitos del año 1838 en fin de este mes a 730 reales 14 maravedíes.
En la documentación correspondiente al mes de julio de 1839, remitida a Madrid por el administrador Pablo Martínez Toledano, también se incluía el balance con las existencias y ventas de aceite perteneciente a la Casa de Altamira en Morata. Concretamente, ese mes el administrador declara haber vendido 20 arrobas de aceites de distintas calidades (Claros y turbios) y unas existencias de unas escasas 13 arrobas.
Pablo Martínez Toledano también incluyó una nota sobre su trabajo como administrador y las dificultades que conllevaba el mismo:
Ilustrísimo don Salvador de Calvet [administrador general de todas las rentas del condado de Altamira y residente en el palacio condal de Madrid], gentilhombre de cámara y director general de la Casa y estados del Excmo. Señor Conde de Altamira.
Administración de rentas del Excmo. Señor conde de Altamira en la villa de Morata
Remito a usted el estado del mes de julio último que manifiesta el que tiene esta administración y sin embargo de que no perdono diligencia alguna a fin de hacer efectivas las cortas rentas vencidas no puedo ni alcanzar a cubrir todas las obligaciones y por fin lo están las contribuciones hasta fin del dicho mes de julio.
Dios guarde a usted (…)
Morata, 18 de agosto de 1839
Pablo Martínez Toledano
Ilustrísimo don Salvador de Calvet, gentilhombre de cámara y director general de la Casa y estados del Excmo. Señor Conde de Altamira.
En efecto, las rentas del conde de Altamira en Morata habían mermado tanto que la diferencia entre gastos e ingresos de la administración de Morata arrojaba un gasto negativo de algo más de 751 reales.
Este mal resultado en las cuentas mensuales del condado de Altamira en Morata, no era una excepción en el amplio número de villas y ciudades donde tenía intereses el conde de Altamira. En realidad, cuando se analiza a fondo el estado ruinoso de su extenso patrimonio y las deudas que lo lastraban s puede concluir que los excesivos gastos de administración fueron una de las causas que, a la larga, propiciaron la ruina total del condado de Altamira a finales del siglo XIX.
Los gastos fijos del condado, tal como aparecen reflejados en el balance de gastos e ingresos del mes de julio de 1839, incluían los correspondientes a la propia administración de Morata y los gastos de guardería de El Bosque. Además, por los apuntes del administrador, se deduce que este debía de desplazarse mensualmente a los pueblos cercanos de Chinchón y Perales –municipios en los que también poseía bienes patrimoniales el conde de Altamira- y que también originaban los correspondientes gastos.
Por otra parte, el administrador incluye en los documentos remitidos a la casa de central de la administración en Madrid el importe de las deudas no cobradas aún por la Casa de Altamira en Morata, casi 39.000 reales, una cantidad que lastraba, aún más si cabe, la deficiente situación de la economía condal en Morata.

Fuentes y bibliografía:
  • Archivo Histórico Nacional Sección Nobleza. BAENA, C.354, D.453-464.
  • Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza-Baena, C-222, D-43-58.
  • Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza-Baena, C-274, D-22.
  • Archivo Histórico Nacional- Sección Nobleza-Baena, C-275, D-161-401.



miércoles, 22 de noviembre de 2017

Espejo de príncipes y caballeros, nuevos datos sobre la obra y su autor morateño (II)

Juan Cano, escribano en el Madrid de comienzos del siglo XVII

Está suficientemente documentado que Juan Cano nació en Morata, como el mismo afirma en el comienzo del manuscrito de su obra:
Libro primero de la Quinta Parte de el Espeio de Príncipes y caballeros [sic], donde se cuentan los actos y memorables hechos de los hijos y valerosos nietos de el ínclito Emperador Trebacio, y de los sublimados Príncipes y caballeros (…) compuesto por Johan CANO LOPEZ, natural de la villa de Morata
Su origen morateño también se constata en los registros de pago de impuestos en Morata a comienzos del siglo XVII, en los que figura cómo un vecino de nombre Juan Cano pagó 760 reales en el repartimiento entre el vecindario. Sin embargo, parece que el autor del manuscrito de Espejo de príncipes y caballeros, depositado en la Biblioteca y Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores vivió y desarrolló su carrera como escribano reak–notario- en la villa de Madrid.
Relación de pago de impuestos en Morata en la que aparece Juan Cano (Siglo XVII)

En el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid (AHPM) se conservan numerosos legajos con la firma de Juan Cano López en su oficio de escribano real. Curiosamente, muchas de estos documentos notariales hacen referencia a asuntos relacionados con la literatura, el teatro y la edición de libros. Juan Cano ejerció su oficio como escribano real, al menos, entre 1609 y 1639, de acuerdo con los protocolos notariales conservados en el AHPM (tomos 3108 -3115).
En uno de estos documentos notariales firmados por Juan Cano López se refleja el arriendo de un aposento del Marqués de Santa Cruz en el Corral [de comedias] de la Cruz, uno de los más importantes en estos años, cuando las representaciones teatrales constituían uno de los entretenimientos más populares entre los vecinos de Madrid:
29 de marzo [de 1634]: Yo don López de Moscoso y Mendoza, marqués de Almazán, me obligo de dar y pagar a don Juan de la Serna de Haro, arrendador de los corrales de las comedias, 250 ducados en cada un año de cuatro por que se tiene arrendados los dichos corrales y comenzaron a correr desde el día de San Juan de junio del año pasado de 1633, pagados en dos pagas, la primera adelantada y la otra mitad por la Navidad de cada un año. (…) eso por razón de la vista de un aposento y celosía que tengo para todos los días del año en el Corral de la Cruz, porque la entrada del dicho aposento está por mi cuenta (…). Yo, Johan Cano López, escribano del Rey y vecino de esta villa de Madrid, que a l que dicho es fui presente y lo signe en testimonio de verdad.
En otro documento, este de unos años antes, 1609, firmado ante Juan Cano López se otorgó un poder del poeta dramático D. Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo a Ignacio Martínez, platero, para cobrar de Alonso Pérez, mercader de libros, padre del Dr. Juan Pérez de Montalbán, 300 reales que le debía.
Rafael Ramos Nogales destaca esta relación de Cano López con el mundillo teatral y los ambientes literarios:
(…) De inmediato surge de entre los libros y documentos la figura del escribano real Juan Cano López, activo en esa ciudad entre 1609 y 1639 y bastante relacionado con los círculos literarios de la época, pues aparece en muchos de los documentos conocidos sobre Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, Juan Pérez de Montalban o los corrales de comedias. Las coincidencias en el nombre, en su trabajo, en la ciudad en que escribe o en los círculos literarios en que se mueve son totales. Otro detalle vendría a reforzar esa identificación, y es que el autor se presenta ante sus lectores como un hombre de edad algo más que madura y, en efecto, hacia la fecha en que se debieron escribir esas dos partes el escribano Juan Cano López se encontraba ya en el fin de su carrera profesional (…).
En cualquier caso, aunque su manuscrito no llegó a editarse, como sucedió con la primera, segunda, tercera y cuarta parte de la serie caballeresca Espejo de príncipes y caballeros, el trabajo de Juan Cano ha llegado hasta nuestros días como una muestra más de un género literario que fue extraordinariamente aceptado por los lectores en su época.
Comienzo de la sexta parte de el libro Espejo de príncipes y caballeros

Consulta del original del texto manuscrito de Espejo de príncipes y caballeros (Quinta y sexta partes) en la web del Ministerio de Asuntos Exteriores (consultado 21-11-2017)





Fuentes y bibliografía:

  • Catálogo de Manuscritos del Archivo General y Biblioteca del Ministerio de Asuntos Exteriores.408. CANO LOPEZ, Juan: Espejo de Principes y Cavalleros [sic] (Quinta (¿) y Sexta partes compuestas… natural de la villa de Morata).
  • Dos nuevas continuaciones para el Espejo de príncipes y caballeros. Ramos Nogales, Rafael. Universidad de Girona. (Historias fingidas, 4). 2016.
  • Continuación y reelaboración: un elemento central en la configuración genérica de los libros de caballerías. Ramos, Rafael. Continuaciones literarias y creación en España (siglos XIII-XVII). Casa de Velázquez, 3-4 de junio, 2013.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Espejo de príncipes y caballeros, nuevos datos sobre la obra y su autor morateño

Juan Cano López ejerció como escribano real en la primera mitad del siglo XVII


En una de las primeras entregas del blog ya tratamos sobra la novela de caballería Espejo de príncipes y caballeros, (Quinta y Sexta parte) obra de Juan Cano López, nacido, según él mismo señala en el manuscrito, en la villa de Morata. De la obra de Juan Cano se conserva un manuscrito localizado en la biblioteca del Ministerio de Asuntos Exteriores. Otro manuscrito, anónimo, también titulado Espejo de príncipes y caballeros Quinta y Sexta parte, está depositado en la Biblioteca Nacional con el número 13.137. En los cerca de dos años que han pasado desde la publicación de la primera entrada sobre este novela, que podría considerarse una de las últimas del genero caballeresco –si no la última-, han aparecido nuevos datos sobre el propio texto y sobre su autor que analizamos en la entrada del blog de esta semana.


Rafael Ramos Nogales, de la Universidad de Girona, ha estudiado el texto depositado en el ministerio de Asuntos Exteriores. En su trabajo Dos nuevas continuaciones para el Espejo de príncipes y caballeros, incluido en el proyecto Mambrino, Historias fingidas, describe las características principales del manuscrito del autor morateño.
Entre otras características, Rafael Ramos indica que el manuscrito consta de 472 folios, aunque esta numeración cuenta con varios errores. El papel en el que se copia la obra es de mala calidad y de color amarillento, aunque se conserva en buen estado.
El volumen, según Ramos Nogales, está escrito en su totalidad por la misma persona, en dos columnas de anchura variable, que fluctúan entre 62 y 95 mm de ancho, y con una media entre 80 y 70 mm. Otra característica del manuscrito, según el profesor de la Universidad de Girona, es que repartidos por el texto aparecen ladillos con los nombres de los personajes de la obra.
Rafael Ramos, al describir el manuscrito, escribe que:
Todo indica que la escritura del volumen se efectuó a lo largo de un periodo de tiempo bastante largo. Además de que presenta diferentes trazados de letra, desde el más regular, claro y compacto hasta el más deshilvanado, que se podrían considerar indicios de diferentes momentos en su escritura, otros detalles permiten observar que el autor volvió frecuentemente sobre su escrito para corregir estilísticamente algunos pasajes, enmendar sus pequeñas equivocaciones (como el nombre de algunos personajes) o para ampliar algunas de sus secciones (…).
Comienzo de la sexta parte de Espejo de príncipes y caballeros. En el recuadro el nombre del autor, natural de Morata
El autor de este trabajo sobre la quinta y sexta parte de Espejo de príncipes y caballeros, del morateño Juan Cano López, destaca, por último dos aspectos que considera importantes. En primer lugar que el manuscrito, con los folios divididos en columnas, el formato de la letra, las cabeceras y los ladillos, al margen de otros detalles, imita la apariencia de un libro impreso, lo que podría indicar que se hubiera podido realizar para su impresión. O, también, que se pretendía dar la apariencia de un libro impreso para equipararlo a las ediciones de las cuatro primeras partes de la serie de Espejo de príncipes y caballeros, cuya primera parte se publico en 1555 y la tercera y cuarta en 1623. *
En segundo lugar Rafael Ramos apunta el hecho de que las correcciones que presenta el manuscrito debieron de realizarse por el autor del texto que, además, también incluyó nuevos fragmentos con un tipo de letra en un cuerpo menor.
Tras este pormenorizado análisis y descripción del manuscrito de Espejo de Príncipes y caballeros, Ramos Nogales concluye que:
(…) el autor se limitó a redactar la Quinta parte de Espejo de príncipes y caballeros, quizá únicamente su primer libro, y que solo en un momento posterior se decidió a añadir la Sexta parte. Para eso tuvo que volver sobre el texto que ya había escrito, suprimir algunos episodios y efectuar algunos cambios. En este sentido, estas dos obras ofrecen un campo de investigación, aquí apenas esbozado.
Del texto manuscrito, tal como destaca Ramón Nogales, se deduce que el autor se mueve por Madrid y es en esta ciudad donde se contextualizan las anécdotas que relata.
De hecho, aunque el propio Juan Cano López se declara en el manuscrito de su obra natural de la villa de Morata, y como tal aparece en distintos documentos del siglo XVII que recogen listados de pagos de impuestos –como señalamos en la primera entrada del blog que trataba sobre este autor-, su trayectoria profesional le sitúa en la corte madrileño como escribano real entre 1609 y 1639. De este trabajo han quedado numerosos documentos que le sitúan en Madrid durante un prolongado periodo de tiempo en el que, como veremos la próxima semana, tuvo una especial relación con los ambientes literarios y teatrales, un mundillo que no le es ajeno. En este sentido, Rafael Ramos Nogales indica en su trabajo sobre el autor morateño que:
De inmediato surge de entre los libros y documentos la figura del escribano real Juan Cano López, activo en esa ciudad entre 1609 y 1639 y bastante relacionado con los círculos literarios de la época, pues aparece en muchos de los documentos conocidos sobre Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, Juan Pérez de Montalbán o los corrales de comedias (…).


Fuentes y bibliografía:
  • Catálogo de Manuscritos del Archivo General y Biblioteca del Ministerio de Asuntos Exteriores.408. CANO LOPEZ, Juan: Espejo de Principes y Cavalleros [sic] (Quinta (¿) y Sexta partes compuestas… natural de la villa de Morata).
  • Dos nuevas continuaciones para el Espejo de príncipes y caballeros. Ramos Nogales, Rafael. Universidad de Girona. (Historias fingidas, 4). 2016.
  • Continuación y reelaboración: un elemento central en la configuración genérica de los libros de caballerías. Ramos, Rafael. Continuaciones literarias y creación en España (siglos XIII-XVII). Casa de Velázquez, 3-4 de junio, 2013


*Fecha de publicación y de redacción de las distintas partes de Espejo de príncipes y caballeros
  • Diego Ortúñez de Calahorra-Espejo de príncipes y caballeros I (1555)
  • Pedro de la Sierra-Espejo de príncipes y caballeros II (1580)
  • Marcos Martínez-Espejo de príncipes y caballeros III[-IV] (1587)
  • Anónimo-Espejo de príncipes y caballeros V (ms. 13137 BNE, post. 1623)
  • Juan Cano López-Espejo de príncipes y caballeros V y VI (ms. 24 ABMAE, c 1637-1640).


martes, 7 de noviembre de 2017

Esteban Páez, un jesuita morateño en América (Epílogo)


Con la muerte de Esteban Páez en 1617 no se extinguió la presencia de personas con el mismo apellido en la Compañía de Jesús. Lo cierto es que el apellido Páez fue muy común, no solo en Morata, sino también en otros municipios cercanos como Loeches o Olmeda de las Fuentes. Este último municipio fue el lugar de nacimiento de Pedro Páez, -primo, o sobrino, de Esteban Páez-, y descubridor de las fuentes del Nilo Azul.

Al menos desde el siglo XVI el apellido Páez fue muy frecuente en Morata hasta que a finales del siglo XVIII dejan de aparecer personas con este apellido en los documentos históricos. Jesús Antonio de la Torre Briceño, en su libro sobre la historia de Morata, documenta varios miembros de la familia Páez que ocuparon la alcaldía por el estado de los hijosdalgo:
Alcaldes pertenecientes a la familia Páez en Morata:
Pedro Sánchez Páez (1574-75)
Pedro Páez (1577)
Francisco Páez de Almazán (1598)
Rodrigo Sánchez Páez (1600)
Pedro Sánchez Páez (1602)
Francisco Páez de Almazán (1607)
Roque Páez de Almazán (1609 y 1617)
Damián Páez (1618)
Esteban Páez (1627)
Agustín Páez (1636 y 1641)
Roque Páez de Almazán (1636, 1641 y 1643)
Diego Páez (1648)
Roque Páez (1648)
Francisco Sánchez Páez (1649)
Esteban Páez (1656)
Rodrigo Sánchez Páez (1662)
Juan Páez (1664)
Esteban Páez (1671)
Rodrigo Sánchez Páez (1674)
Agustín Páez (1677)
Juan Páez Prior (1679, 1683, 1689, 1692, 1701, 1705 y 1706). Seguramente serían dos personas con los mismos apellidos.
Joseph Páez (1709, 1720 y 1721)
Juan Páez (1717)
Felipe Páez de Almazán (1721, 1726, 1732 y 1733)
Roque Páez (1729)
Francisco Páez Xaramillo (1735)
Bernardino Páez Fominaya (1748)
Juan Páez Xaramillo (1753 y 1766)
Manuel de Almazán Páez (1755)
Joseph Páez Xaramillo (1758, 1761, 1765 y 1769)
Desde Pedro Sánchez Páez, alcalde en los años 1574 y 1575, hasta Joseph Páez Xaramillo, alcalde en los años 1758, 1761, 1765 y 1769 (en la Edad Moderna los alcaldes eran elegidos por periodos de un año) fueron nada menos que 30 personas con el apellido Páez las que ocuparon la alcaldía de Morata por el estado de los hijosdalgo. Este hecho confirma la pertenencia a la pequeña nobleza del apellido Páez, tal como se recoge en algunas biografías del miembro más conocido de esta extensa familia: Pedro Páez, también jesuita como Esteban y primer europeo en llegar a las fuentes del Nilo Azul.
Pedro Páez un aventurero en la Compañía de Jesús
Antoine Bouba, en su tesis doctoral sobre el África negra en los libros de viajes españoles de los siglos XVI y XVII, se refiere a la familia de Pedro Páez como perteneciente a la aristocracia rural y al analizar su educación cita a otro estudioso de la vida del jesuita español, George Bishop, quien afirmo que:
(…) recibió [Pedro Páez] la tradicional educación de un caballero: estudió a los clásicos, aprendió matemáticas, ciencias, bellas artes y danza, y fue instruido en las artes guerreras, el manejo de la espada, la equitación, el empleo del arco y, no menos importante, la forma de comportarse como hidalgo.
Bouba apunta también que Pedro Páez estudió durante su juventud en Alcalá de Henares, en el colegio de San Ildefonso de la ciudad complutense, y en la localidad conquense de Belmonte, donde los jesuitas tenían un colegio en el que estudió filosofía el futuro descubridor de las fuentes del Nilo.
Pedro Páez –Olmeda de las Fuentes 1564, Gorgora, Etiopía 1622- como tantos otros miembros de la pequeña nobleza –entre ellos su pariente y también jesuita Esteban Páez- vio en la carrera religiosa una salida vital como miembro de una extensa familia integrada por dos hermanos y dos hermanas además de él mismo. 
Pedro Páez, jesuita y primo, o sobrino, de Esteban Páez, descubridor de las fuentes del Nilo Azul
 
No es difícil aventurar que la pertenencía de Esteban Páez a la Compañía de Jesús debió de influir para que Pedro ingresara en la orden a los 18 años para empezar su formación y sumarse así a lo que Antoine Bouba define como (…) el viento espiritual que soplaba sobre la Europa de su tiempo, un viento provocado por Ignacio de Loyola desde 1524 con la fundación de la Compañía de Jesús.
En otra reseña biográfica del padre Pedro Páez, escrita por el también jesuita Bartolomé Alcázar y reseñada en la revista Razón y Fe se aportan más datos sobre el jesuita:
El P. Pedro Páez Xaramillo fue recibido en la Compañía de Jesús en nuestra Casa de Probación de Villarejo de Fuentes, a 18 de Junio de 1584. Era hijo de padres nobles (que se llamaron Juan Páez Xaramillo y Doña Elvira Campuzano), y nació en la villa de La Olmeda (en este Arzobispado de Toledo), que dista dos leguas de Jesús del Monte, tres de Alcalá y cuatro de la villa de Morata, patria del P. Esteban Páez, primo hermano suyo.
Sobre la relación familiar entre Esteban Páez, el jesuita natural de Morata, y Pedro Páez, quince años menor que su primo o tío, Javier Reverte, autor de una excelente y entretenida biografía del descubridor de las fuentes del Nilo, indica que:
Su vocación religiosa [de Pedro Páez] despertó muy pronto, tal vez influido por un pariente suyo –unas crónicas le citan como tío y otras como primo- que ejercía como provincial de la Compañía de Jesús en México cuando Páez era un adolescente y que más tarde alcanzó el mismo cargo en Perú.
Javier Reverte, en el libro citado Dios, el diablo y la aventura, traza una entretenida y documentada biografía del jesuita para el que reivindica el honor de haber sido el primer europeo en descubrir las fuentes del Nilo Azul en el año 1618, pese a que la historiografía nunca ha adjudicado al religioso este honor. De hecho, oficialmente son los exploradores ingleses Richard Francis Burton y Jhon Hanning Speke quienes descubrieron las fuentes del Nilo en 1858, más 200 años después de que Pedro Páez.
En el libro de Reverte se analiza la labor de Pedro Páez como misionero y también como aventurero pues no, en vano, además de su prolongada estancia en Etiopía (que le sirvió para escribir una de las primeras historias de este país africano), Pedro Páez también ejerció de misionero en La India y vivió algunos episodios muy duros como los años que pasó prisionero en Yemen (siete largos años) antes de llegar definitivamente a Etiopía, donde consiguió revitalizar las misiones jesuitas y convertir al catolicismo al emperador Za Dengel.
Estas experiencias vitales extremas forjaron el carácter del jesuita español que, según Javier Reverte:
(…) atesoró todas las virtudes de la orden: espiritualidad, valor, disciplina, amor al viaje y la aventura, curiosidad científica, enormes dotes intelectuales y pedagógicas, y férrea determinación por cumplir tareas que se había impuesto.




Fuentes y bibliografía
  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio-Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.
  • África negra en los libros de viajes españoles de los siglos XVI y XVII. Bouba Kidakou, Antoine. Departamento de Literatura Española y Teoria de la Literatura de la Facultad de Filología de la Uned. Tesis doctoral. Madrid, 2006.
  • Dios, el diablo y la aventura-La historia de Pedro Páez, el español que descubrió el Nilo Azul. Reverte, Javier. Plaza y Janes, Madrid, 2001.
  • Razón y Fe-Tomo XV-Mayo Agosto de 1906-Madrid, 1906.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Esteban Páez, un jesuita morateño en América (IV)


Nombramiento de Páez como provincial del Perú

En total, desde su llegada a Perú en 1599, fueron algo más de tres años de intenso trabajo –su labor como visitador de la orden finalizó en noviembre de 1602- en los que Esteban Páez conoció en profundidad la realidad de la orden de los jesuitas en América del Sur, con la excepción del territorio ocupado por la provincia de Brasil.
En estos tres años Esteban Páez hubo de adoptar decisiones complicadas y dolorosas a nivel personal para mejorar los trabajos de evangelización de la Compañía de Jesús en las tierras que le habían encomendado supervisar desde la sede central de los jesuitas en Roma. En relación con las medidas que tomó para rectificar la trayectoria de algunas misiones, Esteban Páez recibió el apoyo directo del general de la Compañía de Jesús, el padre Aquaviva. El 26 de agosto de 1601, Aquaviva dirige por carta estas palabras al jesuita morateño:
(…) Confieso a V. R. [vuestra reverencia] que me cabe harta parte del sentimiento que en sus cartas muestra por los descuidos que halla. Dios perdone a los superiores, por cuya negligencia temo que suceden gran parte de estos excesos. Bien creo que V. R. habrá encargado, como ve que es necesario, el cuidado de los súbditos y el recato en emplearlos, pues no todos se pueden poner en todas ocasiones. V. R. purgue la provincia de lo que le pareciere que no está bien; pues aunque esos Padres, con piedad cristiana, sientan lo contrario, es cierto que cualquiera de ellos que se hallara en el oficio de V. R. hiciera lo que más conveniente fuera para el bien de la provincia (…).
Como se aprecia en el texto, Esteban Páez cuenta con la total aprobación del máximo responsable de los jesuitas en su toma de decisiones, aunque estas fueran duras y difíciles de adoptar para el bun gobierno de los jesuitas en la provincia bajo su cargo. En otra carta del general jesuita, éste ordena a Páez que destituya al padre Martínez, por una falta que no se explicita en el texto pero que, por su gravedad, provocó su expulsión. Aquaviva justifica estas medidas e indica en otra carta remitida a Esteban Páez que:
(…) Deseo que V. R. se persuada que el haber podado y limpiado tanto esa provincia los PP. Visitador y Provincial ha sido caso tan forzoso, que, según he visto, no lo podían dejar de hacer sin faltar a la obligación de sus oficios (…).
En el año 1604, una vez finalizada la encomienda que le había encargado el padre general de los jesuitas de acudir a Perú como visitador de la orden, Esteban Páez asumió una nueva responsabilidad al ser designado provincial en el Perú, en sustitución del padre Rodrigo de Cabredo, quien le había acompañado en su misión como visitador de la provincia. Antes de su nombramiento como provincial del Perú, Páez asumió de nuevo su función docente como rector del colegio de San Pablo en Quito.
Tras su ascenso al puesto de provincial, en el que influyo la propuesta y la recomendación de su antecesor, padre Cabredo, Esteban Páez ejerció esta función de gobierno hasta el año 1609. Durante ella profundizó su trabajo tanto en el norte de la provincia, Nueva Granada y Quito, como en el sur de tan extenso territorio, lo que le animó finalmente a proponer su división y la creación de nuevas provincias en Chile, Paraguay y Tucumán (Argentina). Su trabajo como visitador le ayudó a conocer en profundidad las necesidades de la orden de los jesuitas y de la población en lo que hoy conocemos como América el Sur.
El 15 de agosto de 1606, en la congregación provincial convocada por el Esteban Páez, se acuerda remitir la siguiente petición al general de la orden, en el sentido de simplificar el gobierno de la provincia del Perú con la creación de nuevas provincias:
(…) Pide la Congregación que la Viceprovincia del Nuevo Reino creada el año pasado de 1605 dependiente de la Provincia del Perú, se gobierne de aquí en adelante por su propio Provincial, porque de ningún modo casi puede ser gobernada por el Provincial del Perú, a causa de la grande distancia y de la dificilísima comunicación que hay entre estas dos regiones. Pide también que se le devuelva el colegio de Quito, separado asimismo el año pasado y atribuido al Nuevo Reino, porque puede ser más fácilmente gobernado por el Provincial del Perú.
Una vez asumió el cargo Esteban Páez, a instancias del general de la orden, padre Aquaviva, se determinó que quien fuera secretario del jesuita morateño durante su recorrido como visitador por la provincia del Perú, el padre Torres Bollo, fundara las nuevas provincias jesuitas del Nuevo Reino, Tucumán, Paraguay y Chile.
Tras la reorganización de la provincia del Perú y la reducción de su extenso territorio, Esteban Páez consideró necesario visitar de nuevo los colegios, casas y residencias adscritos a su mandato y la provincia del Perú, ahora más reducida. Páez trabajó intensamente en la creación de un noviciado que sustituyera al Cercado y en 1610, cuando ya había abandonado el provincialato y había sido sustituido en el cargo por el padre Juan Sebastián de la Parra, fue inaugurado el colegio de San Antonio, un proyecto en el que había trabajado el morateño desde el año 1605.
El nombramiento del padre de la Parra como provincial del Perú en sustitución de Esteban Páez se decidió en junio de 1608. Tras su sustitución, que le llegó cuando ya contaba con la avanzada edad de 59 años, el padre Páez permaneció como consultor en el Colegio Máximo de San Pablo de Lima hasta su muerte el 5 de noviembre de 1617. 
Colegio Máximo de San Pablo, en Lima, donde falleció Esteban Páez en 1617
 
La obra Catalogo de jesuitas insignes fallecidos en Perú, publicada en Sevilla en 1633 y cuyo texto en referencia al padre Páez se reproducía en la Revista Andina en 1996 se glosaba la vida del jesuita morateño:
En el Colegio de San Pablo de Lima acabo felizmente el Padre Esteban Páez natural de la villa de Morata, en el Arzobispado de Toledo, Visitador, y Provincial de la Provincia del Perú, hombre de singulares talentos, letras, prudencia, y santidad, llamado vulgarmente el Ángel por sus Angelicales costumbres e inocente vida. Fue devosimo de la santísima Virgen. Todos los sábados, y vísperas de sus fiestas ayunaba a pan y agua, recibió de ella extraordinarios favores. En la Compañía siempre guardó un mismo estilo de vida muy perfecta. Alcangloriosas victorias de sí mismo, con actos heroicos de mortificación y humildad. Celebrando un día por una difunta se vio visiblemente el alma que subía a la gloria. Tuvo siempre en su gobierno un corazón manso, pacífico, con entereza y eficacia grande en lo que emprendía, puntualísimo en la observancia religiosa, hombre de mucha oración, de tan extremada caridad, que curaba las llagas de sus hermanos enfermos por sus mismas manos, siempre encendido en el divino amor, deseoso de unirse con Dios. Sintiose con extremo su muerte, que fue a los 67 años ele edad y 50 de Compañía. Hubo revelación, de que le había dado el Señor el premio de su santa vida, con aventajado lugar en el cielo entre los santos Patriarcas.
Durante su vida, dedicada casi en su totalidad a la Compañía de Jesús, Esteban Páez, escribió la obra Vida de Mari Díaz, redactada cuando era rector del colegio de Caravaca, así como las Cartas Annuas de la Provincia del Perú, conservadas en el archivo Nacional de Lima y las Cartas Annuas de México, conservadas en la biblioteca del colegio romano de la Compañía de Jesús. Sobre su vida escribió el pare Annello Oliva una pequeña biografía incluida en el capítulo VII del libro II sobre los Varones ilustres de la Compañía de Jesús. El padre Barrasa también escribió sobre Esteban Páez en la Historia de la Provincia peruana de la Compañía de Jesús.



Fuentes y bibliografía
  • Jesuitas del Perú. Torres Saldamando, Enrique. Imprenta Liberal. Lima, 1882.
  • Historia de la compañía de Jesús. Astraín, Antonio. Tomo IV (1581-1615). Revista Razón y Fe. Madrid, 1913.
  • Historia de la provincia del Paraguay de la Compañía de Jesús. Del Techo, Nicolás. Tomo I. Librería y casa editorial de A. de Uribe y Compañía. Madrid, 1897.
  • Historia general de la Compañía de Jesús en la provincia del Perú. Mateos, F. Consejo General de Investigaciones Científicas. Instituto González Fernández de Oviedo. Madrid, 1944.
  • Catálogo de Jesuitas insignes fallecidos en el Perú. Vargas-Hidalgo, Rafael. Artículos, notas y documentos. Revista Andina. Madrid, 1996.