miércoles, 28 de septiembre de 2016

Las calles de Morata y su denominación en el callejero (III)


Calle del Carmen-Calle de los Huertos (Actual calle del Carmen)

En el tramo de la denominada calle de los Huertos se levantaron hasta cinco molinos de aceite

Ya desde mediados el siglo XVIII esta calle del centro urbano de Morata tenía esta denominación en el callejero de la villa. Aunque actualmente la calle del Carmen llega justo hasta el límite del casco urbano por el sur de la población, en los siglos XVIII y XIX el tramo de la vía que nace en el cruce con la calle de la Iglesia se conocía como calle de los Huertos. En este último tramo se localizaron históricamente la mayoría de los molinos aceiteros de Morata y, a partir de las primeras décadas del siglo XX, la actual residencia de ancianos.

El nombre original de la calle está y estuvo relacionado con la advocación religiosa de la Virgen del Carmen. Desde el siglo XVIII consta que esta representación mariana contaba con una imagen en la iglesia parroquial de Morata. Como sucedía en otros casos, para sufragar gastos como velas, misas y procesiones, la imagen era propietaria de distintos bienes rústicos en Morata:
Tierras y censos de Nuestra Señora del Carmen de la Parroquia de esta villa
Tierras de riego de buena calidad
2 fanegas en Las Chorreras.
Olivares de buena calidad
2 ½ fanegas y 35 olivas en el camino  de la Fuente el Valle.
Olivares de mediana calidad
2 fanegas y 30 olivas en la Cruz de los Nudos.
Censos a favor
Juan Páez Xaramillo, 10 reales al año.
Francisco Serrano paga por la tierra y los olivares 160 reales.
 En los años de elaboración del Catastro de Ensenada (1851), la calle del Carmen únicamente contaba con dos vecinos según el registro realizado en esos años:
Calle del Carmen.
Otra de Juan Páez Jaramillo, su alquiler trescientos ochenta reales.
Otra de Miguel Bello, su alquiler quinientos veinte reales.
En los dos casos se trataba de casas amplias, propiedad una de ellas del escribano municipal, Miguel Bello, y del que fuera alcalde de Morata en 1753 por el estado del común, Juan Páez Jaramillo, que también participó en la elaboración del catastro como experto y perito para valorar las finas rústicas y urbanas y el valor de las producciones agrícolas de Morata. Tanto uno como otro disponían en sus casas de la calle del Carmen de lagar y bodega para la elaboración y conservación del vino, según aparece en los registros del catastro, que adjudican al que fuera alcalde de Morata una producción anual de 1.140 arrobas de vino,  y al escribano 1.900 arrobas.
En lo que era la prolongación natural de la calle del Carmen hacia la vega de Morata y a la población de Valdelaguna, (Denominado en esos años Camino de las Puentes) se localizaba la calle de los Huertos (Desde la actual calle Iglesia hasta el caz primero). De la denominación que recibe en el catastro esta vía urbana se deduce que a mediados del siglo XVIII esta calle no contaba con ninguna vivienda habitable pero sí con eras, huertos -de donde recibía el nombre- y molinos de aceite.
Estos molinos de aceite situados en el entorno de la calle de los Huertos permanecieron en funcionamiento hasta bien entrado el siglo XX. Curiosamente en esta zona se concentraban en esos años todos los molinos de aceite o almazaras existentes en Morata, a excepción del que pertenecía al conde de Altamira, situado al norte de la población –por encima de la alcantarilla y la vía del tren- y que permaneció activo hasta los primeros años del siglo XX, cuando era propiedad de Domingo Rodelgo.
Esquema gráfico de un molino aceitero del siglo XIX

Según el catastro, en la calle de los Huertos –actual calle del Carmen, como ya se ha señalado- o en su entorno funcionaban durante aquellos años varios molinos de aceite:
(...) Don Bernardino Páez Fominaya, vecino de esta villa, en la misma calle de Los Huertos con su muela y demás pertrechos necesarios, regulada su utilidad anual en quinientos reales de vellón.
Al fallecer su propietario, pasó a pertenecer a su heredero Joseph Páez. Este molino era lindero con el que perteneció a Pedro Antonio Ruiz de Castañeda:
(...) vecino de la villa de San Martín de la Vega, en la población de esta villa y calle que llaman de Los Huertos, regulada su utilidad anual en quinientos y cincuenta reales.
Otro de los molinos existentes en esta calle molino perteneció a Juan Páez Xaramillo:, vecino a su vez de la calle del Carmen, como hemos visto. Al molino se accedía por la calle Búcares –actual calle de la Iglesia-:
(...) [un molino de aceite perteneciente a Juan Páez] vecino de esta villa con sus pertrechos correspondientes, regulada su utilidad anual en trescientos y cincuenta reales.
Por último, entre los molinos pertenecientes al estado seglar el catastro incluía la almazara propiedad de Joseph Cuevas:
(...) vecino de esta villa, junto al matadero, con todos sus pertrechos, regulada su utilidad al año por los peritos en cuatrocientos reales.
A estos cuatro molinos aceiteros de la calle de los Huertos había que sumar  otro molino propiedad de los frailes dominicos y que por su valor catastral debía ser el de mayor producción de la época:
(...) molino aceitero propio de la casa que en esta villa tiene el convento del Rosario de los Dominicos de Madrid, dentro de dicha casa, con dos vigas, trojes y demás, regulada su utilidad en cada un año en mil y cien reales.
Este molino de los dominicos fue vendido ya en el siglo XIX a raíz de las desamortizaciones eclesiásticas. El 12 de julio de 1822 se publicaba el anuncio para su enajenación en el Diario de Madrid:
Molino en venta de los frailes dominicos del Rosario
Un molino de aceite, también en la población de Morata con sus pertrechos para elaborar aceite, y un huerto con  21 olivos cercados de tapias de tierras anexo a dicho molino vale todo 92555 reales, y en renta 1851 reales.
Existe constancia también del solar de un molino aceitero -propiedad de la capellanía de Rodrigo Pérez- con lo que ascenderían a seis los que se localizaban en el mismo entorno de la calle del Carmen-calle de los Huertos, pero en la época de elaboración del catastro ya no estaba operativo:
Un solar de molino aceitero, que está en la población de esta villa, en la calle de los huertos, que se está vendiendo por el consejo de la gobernación de Toledo para lo que dieren por el, imponerlo a censo a favor de esta capellanía y al presente no renta cosa alguna. Lida Poniente casa de Don Phelipe Almazán Mediodía casa de los padres del Rosario.
¿Por qué se situaban estos cinco molinos en el mismo entorno? Seguramente, este hecho estaba motivado por la necesidad de evacuar los desechos de la molienda –el alpechín- de la aceituna –el alpechín- directamente a la calle y que estos, por gravedad, desembocaran en el caz primero, evitando de esta manera que atravesaran otras calles habitadas de la villa.
Por otra parte, la existencia de los seis molinos aceiteros denota la importancia del cultivo del olivar en Morata en aquella época, cuando se catastraron alrededor de 1.200 fanegas de olivares en el término municipal, cifra similar a la actual, pero con la diferencia de que en aquél periodo histórico toda la producción de los olivares se molturaba en la villa mientras que actualmente no existe ningún molino aceitero tras el cierre a finales del siglo pasado de la última almazara, propiedad de Antonio de la Torre.
De hecho, los cambios urbanísticos de las últimas décadas propiciaron el cierre de los dos últimos molinos de aceite que funcionaron durante el siglo XX en esta zona de Morata, propiedad de las familias Castejón y Casado. La que se denominó calle de los Huertos perdió también estas parcelas que le dieron nombre y en su lugar se levantó la residencia de ancianos a comienzos del siglo XX. La construcción de esta residencia de ancianos se inició con la colocación de la primera piedra, el 29 de octubre de 1913, y la inauguración oficial se realizó el 29 de diciembre de 1914.
Reseña periodística de la colocación de la primera piedra del asilo de Morata

Por último, en esta calle de los Huertos, aparte de las construcciones industriales –molinos de aceite-, eras y los mismos huertos que le daban nombre también se localizó el matadero del concejo:
(...) una casa matadero en la carrera linda al Norte y Poniente molino aceitero de los herederos de don Juan de Cuevas, al Mediodía dicha carrera y al Oriente molino aceitero de los Padres de Nuestra Señora del Rosario y se compone de un corral y un cuarto, tiene de fachada diez y nueve varas y de fondo cinco, y no se le regula alquiler alguno por estar destinada para el fin dicho.
Por la descripción que se hace en el catastro, parece que este antiguo municipal no era el que hasta hace unos años funcionó junto al caz primero pero su localización en esta zona también se justifica –como en el caso de los molinos- en la posibilidad que ofrecía esta zona urbana de evacuar los desechos sin provocar molestias al vecindario.



Fuentes y bibliografía:
·      Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.
·      La Correspondencia Militar, 1 de noviembre de 1913.
·      Almanaque Bailly-Bailliere 1916. Casa editorial Bailly-Bailliere. Madrid, 1916.
·      Diario de Madrid. 12 de julio de 822.
·      Las industria agrícolas-Francisco Balaguer y Primo-Librería de Cuesta-Madrid, 1877.


miércoles, 21 de septiembre de 2016

Las calles de Morata y su denominación en el callejero (II)


La Plaza del Pozo conserva este nombre al menos desde el siglo XVIII

La nieve se consumió hasta el siglo XIX como producto de lujo y también como medicina


La plaza del Pozo, actualmente localizada en una zona céntrica de Morata, se consideraba hace siglos el extrarradio de la villa. Ya en el siglo XVIII la plaza ya recibía esta denominación ligada a la existencia en la misma de un pozo de nieve, lamentablemente ya desaparecido. Se trata de una de las pocas vías públicas de Morata que ha mantenido a lo largo de los años la misma denominación, si bien es cierto que según se documenta en el Catastro de Ensenada, entonces, en torno al año 1750, se conocía como calle junto al pozo de la nieve.

En los años de elaboración del catastro sólo 8 casas se registraron junto al pozo de la nieve. Sus propietarios, Pedro Vecino, Isabel Bermejo, Francisco Ximénez Meco, Joseph López Puerta, Manuel Vázquez, María López y Juan Garcés, se dedicaban a la agricultura, excepto el último que tenía el oficio de yesero. En la entonces calle también existía un solar propiedad de Antonio Corpa.
El pozo de nieve que daba nombre a la calle en estos años era propiedad de Claudio Sanz y  Torres* y en los registros del catastro se catalogaba como:
Pozo de nieve
Un pozo para encerrar nieve de 11 varas y media de frontis [9,52 metros] y de fondo 7 varas y media [6,22 metros]. Linda Oriente casa de Juan Garcés y Poniente  era de Joseph López Huerta, que lo ocupa del dicho Puerta y da de alquiler cada año 22 reales.
Apunte en el Catastro de Ensenada con la descripción del pozo de nieve

Construcciones de piedra
Los pozos de nieve, generalmente, eran construcciones de planta circular o elíptica levantadas en mampostería de piedra y cubierta a dos aguas y dotadas de distintas aberturas para extraer la nieve así como salidas de aguas. Civilizaciones tan distintas como la mesopotámica, la romana o la azteca utilizaron este sistema para poder disponer de un sistema de enfriar los alimentos o la fabricación de bebidas frías.
Las medidas de los pozos de nieve, o neveros, oscilaban entre siete y ocho metros de diámetro (El pozo de nieve de Morata respondería a estas mediadas tipo) y una altura similar. En los meses de invierno se aprovechaban las nevadas para almacenar la nieve en el interior. La nieve se aplastaba en capas, separadas por paja u otros elementos vegetales, para darle consistencia y conservar mejor su baja temperatura.
La propiedad de estas construcciones en muchas ocasiones estaba adscrita a los concejos que, de esta forma, podían regular los precios y obtener un beneficio de la comercialización de la nieve o el arrendamiento del nevero. No era el caso de Morata. Como hemos visto, su propietario en 1751 era el que sería años después obispo de Almería, Claudio Sanz y Torres Ruiz de Castañeda, que por su alquiler, según el Catastro de Ensenada percibía la exigua cantidad de 22 reales anuales.
No existen datos contrastados sobre la fecha de construcción del pozo de la nieve de Morata. Sí que es cierto que en la época de la adquisición del señorío de Morata por parte del marques de Leganés, en torno a 1631, ya debería existir una construcción de estas características. En el inventario realizado a la muerte del I marques se señalan las posesiones de Diego Messía Felípez de Guzmán al llegar a Morata:
Mas unas casas principales en frente de la iglesia de dicha villa [Morata] con su huerta, palomar y pozo de nieve, alrededor de dicha casa caballeriza y cocheras, que se hicieron en el sitio de la casa que se compró de Don Cristóbal de Salcedo y de García Sánchez Bravo y Alonso Martínez y otros.  (Inventario de las posesiones del marqués de Leganés AHPM, t. 6267, f. 425r-759v).
De la redacción de este texto no se deduce dónde estaba situado el pozo de nieve que se cita, aunque es muy probable que se trate de la misma construcción y que fuera  comprada por el marqués al llegar a Morata. Tampoco se ha localizado documentación relativa a la  adquisición por parte de Claudio Sanz y Torres de la propiedad del pozo de la nieve reseñado en el Catastro de Ensenada, ni de quien era propiedad cuando a finales del siglo XIX aún se documenta la presencia del nevero en la plaza que llevaba su nombre **.

Usos y utilidad de la nieve
La construcción de los pozos de nieve tenía una doble finalidad. Por un lado ya las primitivas civilizaciones utilizaban la nieve conservada en los pozos para la elaboración de sorbetes y bebidas frías así como para conservar los alimentos. En torno a este uso gastronómico de la nieve en Morata contamos con documentación relativa a la adquisición de varias arrobas de nieve por parte de los condes de Altamira en un año muy cercano al de la elaboración del Catastro de Ensenada. Con motivo de la estancia en el palacio de la familia del conde de Altamira y la de su primo el conde Oñate, entre los meses de abril y mayo de 1756, se registró en la partida de gastos el apunte correspondiente a la compra de nieve:
(…) Por 32 arrobas y media de nieve que se trajo de Pozuelo a 9 reales arroba e incluso el porte 292 reales y 17 maravedíes (…).
(…) Por 175 arrobas de nieve que se trajeron de  Chinchón a tres reales cada una importaron quinientos y veinticinco. (…). (Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza BAENA, C.222, D.41-42).
Por este documento se comprueba el precio tan diferente entre una y otra compra de nieve, aunque en la primera esté incluido el porte, y también que en Morata por esas fechas, ya avanzada la primavera, no se podía adquirir la nieve que hubo de ser comprada en otras localidades para atender las necesidades de las dos familias durante su estancia en la villa.
Aparte de esta como producto de lujo por parte de las clases más pudientes, (Cervantes en El Quijote lo denominaba bebida de nieves), también se utilizó la nieve como remedio terapéutico, siempre con receta y con precio reducido para las clases menos pudientes. En los manuales médicos se la definía como agua en polvo, y se utilizaba tanto para bajar las fiebres como para aplicar a los enfermos después de las purgas tan habituales en la medicina hasta bien entrado el siglo XIX.
En la obra Manual para el servicio de los enfermos, del Dr. Carrere, médico francés se afirma que:
(…) En algunas provincias de España se da agua de nieve, después del purgante, lo que he visto probar muy bien allí (…).
La aparición de sistemas de producción de hielo por métodos industriales, ya a finales del siglo XIX, significó la desaparición de estas construcciones en la mayoría de los pueblos y ciudadaes de España. En Morata así sucedió y el único vestigio del pozo de la nieve quedó en el callejero urbano de la villa.

*Claudio Sanz y Torres Ruiz de Castañeda (1704-1779), en los años en que se elaboró el Catastro de Ensenada en Morata ocupaba el cargo canónigo en la catedral del Burgo de Osma. Posteriormente fue nombrado obispo de Almería (1761-1779). Claudio Sanz y Torres había nacido en la localidad de Torres de la Alameda pero estaba ligado a Morata por vía materna (Los Ruiz de Castañeda eran grandes propietarios en Morata y también en la villa vecina de San Martín de la Vega).
Además de la propiedad del pozo de la nieve, Claudio Sanz también poseía en Morata numerosos bienes procedentes de herencias familiares. Además de las rentas procedentes de una capellanía fundada Rodrigo Pérez, este religioso reunía un extenso patrimonio en Morata, tal como se refleja en los legajos del Catastro de Ensenada:
Bienes de Don Claudio Sanz de Torres, doctoral de la Santa Iglesia de Osma.
Casa
Una casa en la población de esta villa junto a la fuente de 16 varas de frontis y de fondo  30, su habitación en bajo con diferentes oficinas, lagar, dos bodegas y un poco de cueva  y en alto también diferentes oficinas. Linda O. casa de Don Pedro Marchena y P. casa del doctor Verdejo, vecino de Alcalá y se ha regulado su alquiler en cada un año 300 reales.
Otra casa junto a la dicha fuente de 11 varas de frontis y de fondo 22, su habitación en bajo con diferentes oficinas y lagar, linda O. casa de la viuda de Pedro Arias, y M. casa de Doña Josepha Ruiz de Castañeda y se ha regulado su alquiler en cada un año en 110 reales.
Molino harinero
5 partes de 8 en el molino harinero que llaman de la huerta de la Vega, que las otras 3 partes son de D. Antonio Camargo y la otra parte de la villa [sic], que está distante de esta villa como 1500 pasos, tienes 3 piedras corrientes para moler, linda O. la vereda de esta hacienda, P tierra del vínculo de Ana Camargo, M. y N el río y le da de arrendamiento 36 fanegas y media de trigo.
Además del pozo de la nieve y  de las dos casas con lagar, situadas en la actual calle Real, y más de la mitad de un molino [Conocido entonces como el molino del vínculo y actualmente ya desparecido como el molino hundido], el religioso era propietario de más de 50 fanegas de regadío, 3 de secano y una huerta [Huerta de los Hoyos junto al río Tajuña]. Al morir su madre, Josepha Ruiz de Castañeda, domiciliada en Torres de la Alameda, el obispo de Almería incrementó su patrimonio en Morata en más de cincuenta fanegas en secano y regadío junto a una casa, en la calle Baja Azotea, y una corraliza.

** Eduardo Corpa Camacho localizó y publicó en la página de facebook  Morata de Tajuña (Madrid) - Ayer y Hoy un apunte del Registro Civil de Morata de Tajuña, (libro de defunciones) en el que se recoge el fallecimiento por asfixia, el 20 de julio de 1874, de Manuel Gutiérrez y Ceballos, un alojero natural de San Mateo (Santander), lo que indica que en esa fecha aún estaba en servicio el pozo de nieve de Morata.


Fuentes y bibliografía:
Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Inventario de las posesiones del marqués de Leganés AHPM, t. 6267, f. 425r-759v.
Archivo Histórico Provincial de Toledo. Catastro de Ensenada. Bienes de Eclesiásticos H. 410 f.86v.
Aguirre Sorondo, Antxon. Neveros de Navarra. Conservación y comercio de nieve y hielo. Cuadernos y Etnología y Etnografía de Navarra, 85 (2010).
Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza BAENA, C.222, D.41-42.
Dr. Carrere. Manual para el servicio de enfermos. Viuda Peferrer. Barcelona, 1786.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Las calles de Morata y su denominación en el callejero (I)


La calle Colmenares se sitúa en el entorno donde tradicionalmente se realizaron actividades apícolas

La calle Colmenares, situada en el noreste de Morata, es una de las vías urbanas cuyo nombre tiene relación con una actividad económica, la apicultura, que en siglos pasados mantuvo una discreta actividad en el municipio. El porqué de esta denominación está ligado al hecho de que era esta zona del municipio donde se localizaban la mayor parte de las colmenas que en su momento se explotaron en Morata. En esta zona se instalaron colmenas hasta los años 70 del pasado siglo y muchos años antes, en el siglo XVIII, ya se documenta la presencia de Colmenares en la zona. 

Zona de Morata donde tradicionalmente se localizaban los colmenares

En efecto, la cría de abejas ocupó a varios vecinos de Morata en torno al año 1751, fecha de la elaboración del Catastro de Ensenada. Así quedó registrado en los documentos que se conservan del catastro, donde aparecen relacionados los nombres de algunos de los vecinos que declararon la presencia de colmenas en su patrimonio: Manuel Sánchez de San Agustín, propietario de una casa en la calle Real a Chinchón con (...) un huerto contiguo a la casa con quince colmenas.
Francisco Sánchez Alonso, propietario de once colmenas que tiene en (...) un corral en la calle que llaman Morería.
Lucas Pérez, Miguel Salcedo  y Miguel Martínez Serrano  también declaran poseer colmenas, al igual que Manuel Ramírez, que hace relación de que cerca de la ermita de la Concepción posee un cercado con un colmenar:
(...) donde llaman La Concepción que tiene treinta varas de ancho y cuarenta de largo, cercado de piedra con doce colmenas y en el siete olivos.
Para explicar la  localización de las colmenas en esta zona del municipio acudimos a José Hidalgo Tablada. Este escritor, del que ya trazamos su trayectoria biográfica en el blog –recordemos que fue alcalde de Morata y juez municipal- publicó un Tratado de las abejas, su multiplicación y productos en España (1875) en el que explicaba las técnicas apícolas con numerosas referencias a las colmenas instaladas en Morata en las últimas décadas del siglo XIX, cuando él mismo afirmaba ser propietario de algunas colmenas en el término municipal. Sobre los terrenos más apropiados para situar los colmenares, Hidalgo Tablada se expresaba así:
(…) La exposición al norte por completo, no es conveniente, ni tampoco la del oeste, sea cual sea la región de España; en tales sitios calienta el sol tarde, en particular en la primavera, época de las flores en general, y las que más aprovechan las abejas. En 1846 el conde Sástago puso un colmenar cerca del rio Tajuña (en Morata, donde escribimos), y el colmenero, ignorante como la generalidad, lo situó expuesto al oeste y poco reservado del norte: el resultado fue como debía preverse, perderse las colmenas, de las que solo queda un enjambre que por sí se situó en la cornisa del tejado de una casa cercana en exposición Sur Este, en cuyo punto estaba hace pocos años, y aún creemos existe (…).
Al explicar su propia experiencia como apicultor, Hidalgo tablada se pronunciaba a favor de proteger las colmenas de los vientos del norte, precisamente en la zona donde tradicionalmente se instalaron  los colmenares en Morata, orientados al sur:
(…) Nosotros, cuando  en 1844 pusimos el primer colmenar que aún poseemos, lo situamos en exposición de este, en terreno inclinado mirando a la vega del río Tajuña, en esta situación y sin embargo de de haber arbolado en las inmediaciones hemos observado que el calor del sol que muy pronto pone en movimiento por las mañanas a las abejas, les es perjudicial; pues la temperatura que hay en la colina y más en el colmenar abrigado del norte, es dos veces mayor que la del aire ambiente, y se las ve en el aguadero ahogarse, porque el frío las entumece, y en las flores llenas de rocío estar paradas y sin acción por causa de la diferencia y baja temperatura(…). Por los resultados observados, según el párrafo anterior, construimos después otro colmenar orientándolo al Sur Este; en cuya posición vemos que se encuentran mejor (…).  

Libro de José Hidalgo Tablada, alcalde de Morata en el siglo I, sobre la apicultura

Hidalgo Tablada también hacia referencia en su libro a las principales especies que utilizaban las abejas para la fabricación de miel en el campo morateño, especies que según sus observaciones, se adelantaban entre una y tres semanas en su floración respecto a otras zonas apícolas de la zona centro. Entre las especies que citaba se encontraban las flores de olmos, almendros, romeros, ciruelo, lilas, tomillo, peras, manzano, paraíso.
También hace referencia Hidalgo Tablada a la actividad apícola de otros morateños y refiere el caso de un amigo y lo problemas que tenía para mejorar su producción de miel, en su opinión originados por la cercanía de uno de los charcos utilizados para lavar la ropa, aunque el autor no identifica cuál de estos charcos, de los cuatro que había en Morata, era el que originaba el problema:
Un amigo nuestro de esta localidad, cuya actividad e inteligencia en la práctica de la agricultura es reconocida y estimada, viene luchando hace muchos años, con tener colmenas en una finca que reúne todas las condiciones necesarias al efecto, pero que sin embargo no puede conseguirlo: pone colmenas, en que al fin se le muere el ganado, y no consigue sostenerlas. Examinado nosotros el motivo, hemos creído encontrarlo en que, siendo sitio en que constantemente se lava en los estanques la ropa de la mayor arte del pueblo, el agua de jabón, como es sabido mata a las moscas, aunque las gusta y beben con avidez, y siendo las abejas del orden de los himenópteros, las perjudica las aguas alcalinas aunque gustan de ellas. (…) Es para nosotros una cuestión resuelta, que deben colocarse las colmenas lejos de los sitios que hay lavaderos de ropa, sin lo cual debe esperarse malos resultados.
Tablada también hace referencia a los precios de las colmenas:
En 1844, época de que datan las colmenas que nosotros tenemos, compramos 12, con las que hemos formado los colmenares que tenemos, y nos costó cada una 40 reales: hoy en la misma localidad, valen de 40 a 50.
El autor también cita los rendimientos de esta actividad:
El producto de un colmenar está sujeto a muchas eventualidades independientes del cuidado que se debe tener con las abejas (…). Sin embargo, los años secos y que favorecen poco la vegetación, se hacen sentir de tal manera, que el producto de las colmenas queda reducido a nada, si no hay pérdidas, como tuvo lugar el año anterior de 1874, que en muchos pueblos de las inmediaciones de este de Morata de Tajuña, y en él, no se recogieron enjambres, miel, ni cera. (…) Una colmena, por término general, produce de ocho a diez libras de miel y de dos a tres libras de cera en años regulares. El precio de la cera y la miel 8 reales la libra y unos 48 reales por colmena.
En cualquier caso y aunque la actividad apícola nunca ha estado muy extendida en Morata, la existencia de la calle Colmenares en la toponimia morateña sí que sirve para recordar que en otras épocas la zona en torno a esta calle era la elegida por los morateños para situar la mayoría de sus colmenas.

Fuentes y bibliografía:
Hidalgo Tablada, José de. Tratado de las abejas, su multiplicación y productos en España. Librería Cuesta. Madrid, 1875.
Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín. Morata de Tajuña según el Catastro de Ensenada. Bubok, 2011.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

La colección de cuadros del marqués de Leganés en Morata (Epílogo)


El misterio del cuadro donado por Diego Messía a la ermita de Morata

El milagro de San Francisco de Paula, obra atribuida a Velázquez, se considera desaparecido desde 1655



Con la entrega de hoy finalizamos la serie sobre la colección de pinturas del marqués de Leganés en Morata. Algunos de los seguidores del blog habéis comentado el hecho, cierto, de que ninguno de estos cuadros permanece hoy en Morata. Y sin embargo, esto no debería ser así: de haberse cumplido la voluntad del I marqués de Leganés una de sus pinturas tendría que estar todavía en nuestro pueblo. Se trata de un cuadro que representa El milagro de San Francisco de Paula, una obra rodeada de misterio, atribuida en los  inventarios de la época a Velázquez pero también, posteriormente,  al pintor toledano del siglo XVII José Jiménez Donoso. Una pintura de Donoso, depositada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, tal vez pudiera tener relación con la que el I marqués de Leganés donó a la ermita de Morata. Como epílogo a la serie, esta la historia -y la intriga- sobre el desaparecido cuadro que en su día fue donado por Diego Messía Felípez de Guzmán a la ermita de Morata.

En anteriores entregas del blog hemos visto como la colección de pinturas que el I marqués de Leganés decidió colgar de las paredes de su palacio de Morata poco a poco fue vendida por sus herederos a partir de la década de los veinte del siglo XIX. Algunas de estas pinturas están perfectamente localizadas en museos españoles y extranjeros o en colecciones particulares -La colección de cuadros del marqués de Leganés en Morata (V)-, otras, después de estar consideradas como no localizadasLa colección de cuadros del marqués de Leganés en Morata (VI)- reaparecen y vuelven a la luz pública. Pero hay otras que todavía, y al día de hoy, siguen en paradero desconocido o, al menos, no se encuentran en el lugar que su primer propietario, el I marqués de Leganés, decidió como su destino final. Con este epílogo, terminamos la serie de entregas sobre La colección de cuadros del  Marques de Leganés en Morata y analizamos la historia de un cuadro –posiblemente obra de Diego Velázquez- que Diego Messía Felípez de Guzmán decidió donar a la ermita de la Virgen de la Antigua de Morata y que, desgraciadamente, se considera como no localizado.
José Juan Pérez Preciado, en su tesis El marqués de Leganés y las artes, al analizar la trayectoria histórica de cada uno de los cuadros de la colección recoge el señalado con el número 174:
Um san françisco de paula de tres baras de alto y dos de ancho pasando el mar sobre su manto con dos conpañeros de mano de velazquez = esta pintura del numero çiento y setenta y quatro se llebo para siempre a la hermita de morata en cuya parte se taso.[sic].
La donación a la ermita de la Virgen de la Antigua de Morata de este cuadro estaría recogida en el testamento del I marqués de Leganés, fallecido en 1655, (AHPM, t. 6265). La muerte del creador de la colección y del mayorazgo que la protegía de la disgregación dio lugar a la elaboración de un inventario en el que aparece la referencia a esta pintura que también se reflejaba, según Pérez Preciado, en los inventarios de la colección realizados en 1637 y 1642. El primero de ellos se realizó tras el fallecimiento de la primera mujer del marqués, Policena Spinola, y el segundo en el año en que se casó con la marquesa de Almazán (Además de este matrimonio entre los padres, en este año un hijo y una hija de Leganés se casaron con una hija y un hijo de la marquesa de Almazán). La asignación del número 174 significa que el cuadro fue uno de los primeros que pasó a engrosar la colección de Leganés iniciada en la década de los veinte del siglo XVI.
La ermita de la virgen de la Antigua y el marquesado de Leganés
Que el I marqués de Leganés cediera este cuadro a la ermita de la patrona de Morata posiblemente esté relacionado con el hecho de que es con la llegada de Diego Messía Felípez de Guzmán al señorío de Morata cuando la vieja ermita de San Sebastián -que hasta entonces ostentaba la titularidad-, pasa a la advocación de la Virgen de la Antigua, según una vieja leyenda que Juan Antonio de la Torre Briceño cita en su libro sobre la historia de Morata. De hecho, en la colección de pinturas del marqués de Leganés también había un cuadro que representaba a la Virgen de la Antigua lo que justificaría la devoción de Diego Messía por esta advocación mariana:
Otra ymajen de nra señora antigua con el niño en las faldas y san joseph con un libro en las manos y otras dos santas de bara de alto y otra de ancho de mano de mtro. Rugier nº çinco y la taso en dos mill y quatroçientos.[sic].
Este cuadro, de Rogier van der Weyden, reseñado con el número 5 en los inventarios no consta que hubiera estado depositado en el palacio de Morata y, tal como sucede con el que se donó a la ermita de la Virgen de la Antigua de Morata, aparece como no localizado desde 1655.
Sin embargo, un apunte que aparece en el inventario de 1753, transcrito por Mercedes Agulló y al que nos hemos referido varias veces en el blog, podría referirse al cuadro atribuido a Velázquez que el I marqués de Leganés cedió a la ermita de la Antigua. En este texto se indica, tras realizar el inventario de las obras identificadas con su correspondiente número,  lo siguiente:
 Un cuadro que estava en el Oratorio de la huerta de la pintura de San Francisco de Paula, de cuerpo entero, marco negro, maltratado, que se alla colocado en la cassa de la plaza y puesto en el Ynventario de bienes libres que estado [sic] a cargo de diho don Diego Almazan.  Si el cuadro de San Francisco de Paula al que se refiere es el mismo que el que el marqués donó a la ermita antes de su muerte, significa que el cuadro aún permanecía en Morata en 1753, eso sí, ya fuera del inventario de la colección entonces perteneciente al conde de Altamira, y que no se localizaba en la ermita sino en la casa de la plaza. Esta expresión bien podría aludir a que el cuadro estaba en la casa ayuntamiento u, otra posibilidad, que la casa a la que se refiere el texto fuera la posada propiedad del conde de Altamira que también se localizaba en la plaza de Morata.
En este sentido, Pérez Preciado, que acota como última fecha en la que se localiza y documenta el cuadro destinado a la ermita de Morata en 1655, señala que una pintura que trata el mismo tema se localizaba en el siglo XVIII en el convento de san Hermenegildo de Madrid (Hoy desaparecido y situado en el entorno de lo que hoy es la calle de Alcalá y la Gran Vía). Antonio Ponz, en su libro Viaje por España (Tomo V) (1776) cita algunas de las obras de este convento situado en la calle de Alcalá de Madrid y construido en 1586:
En el pasillo entre la Sacristía, puerta de la Iglesia, y coro baxo, se hallan también pinturas, y entre ellas dos ángeles, de Angelo Nardi, algunas buenas copias, y otras cosas medianas. En dicho coro baxo las hay de Francisco Camilo, y son la Ascensión del Señor, y la Asunción de la Virgen. La de San Francisco de Paul pasando el mar creen algunos que sea de Don Diego Velázquez en sus principios.
Esta referencia a un cuadro atribuido a Velázquez y con la misma temática que el que el marqués de Leganés cedió antes de su muerte en 1655 a la ermita de la virgen de la Antigua de Morata -El milagro de San Francisco de Paula cruzando el mar con su capa-, pudiera hacer pensar que se trata de la misma obra pero ningún documento permite confirmar esta posibilidad.
Cuando Ponz escribe su obra han pasado más de 120 años desde la muerte del marqués y la donación del cuadro y la obra señalada con el número 174 ya no vuelve a aparecer en ninguno de los inventarios realizados desde entonces (aparte de la referencia muy genérica a la que nos referimos anteriormente respecto a un cuadro de San Francisco de Paula maltratado y fuera de inventario que en 1753 estaba cargo del alcalde mayor de Morata y administrador del conde de Altamira diego de Almazán).La pintura tampoco aparece en la relación de las pinturas que en sucesivas ventas pasaron a partir del siglo XIX a la propiedad de distintos compradores de obras incluidas en la colección de Leganés.
 San Francisco de Paula navegando sobre su capa (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando)

El cuadro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando
Pérez Preciado cita también una pintura de temática similar -El milagro de San Francisco de Paula-, incluida en los fondos pictóricos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, también atribuida, en principio, a los pinceles de Velázquez. Resulta curioso que también en este caso, como en el de la ermita de Morata y el convento de san Hermenegildo, una pintura con la misma temática se asocie con Velázquez, aunque posteriormente esta autoría, como veremos, se matizara por parte de los especialistas. Esta pintura –de 175 por 175 cm.- no coincide en sus dimensiones con la de la ermita de Morata -250 por 176 cm.- ni tiene el número característico del inventario de la colección de Leganés -174- según Pérez Preciado que añade:
(…) no pueda afirmarse con rotundidad que la pintura de la Academia sea la misma que poseyó Leganés, aunque debe ser tenida en cuenta como una posibilidad. Y sobre todo establece un posible modelo para la pintura que mantuvo Leganés en su poder.
En los inventarios y catálogos del siglo XIX de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando se cita el cuadro del Milagro de San Francisco de Paula en varias ocasiones.  En el catalogo de 1840 y localizado en la sala 1 se recoge el siguiente apunte:
- San Francisco de Paula pasando con su compañero el río sobre su manto. Se cree ser de Velázquez.
Años después, en 1884, aparece la siguiente cita:
- Autor desconocido. San Francisco de Paula y dos religiosos pasando el mar sobre un
manto. Alto 1, 72 – ancho 1, 72, lienzo.
Finalmente, en un inventario más reciente de las pinturas de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, realizado en 1964 por Alfonso E. Pérez Sánchez se apunta la siguiente reseña:
San Francisco de Paula navegando sobre su capa.-1,73 X 1,73.
Atribuído a Ximénez Donoso y a Velázquez. Procede de los Mínimos de la Victoria. Quizás sea el cuadro de Pérez Sierra, citado por Palomino. C. 91.Tormo, pág. 117. Cat. 1929, pág. 88.
Como se ve por el texto de estos inventarios de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la pintura, atribuida inicialmente en 1840, como la de Morata, a Velázquez, pasa  a adjudicarse  a un autor desconocido en 1884 y, finalmente, ya en 1964, al pintor toledano Jiménez Donoso y a Velázquez, además de fijar su procedencia del convento de los Mínimos de la Victoria.
En el ya citado libro de Antonio Ponz -Viaje por España. (Tomo V)- se citan varias obras de Donoso en este convento de los Mínimos situado en el entorno de la Puerta del Sol y la calle de la Victoria de Madrid y actualmente desaparecido. Algunos de estos cuadros de Donoso tienen como tema la vida de San Francisco de Paula (San Francisco ahuyentando al demonio) pero no se cita expresamente el del Milagro de San Francisco que fue depositado finalmente en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, posiblemente después de que el convento fuera desamortizado en 1836 (Recordemos que la primera referencia al cuadro sobre el Milagro de San Francisco de Paula aparece en un inventario de la Academia del año 1840). Además, otro cuadro atribuido a Donoso y con el mismo tema del Milagro de San Francisco de Paula es propiedad actualmente del Museo del Prado, aunque está depositado en la Universidad de Santiago de Compostela.
Sobre el cuadro depositado en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, la página Web del Ministerio de Cultura Ceres, Colecciones en Red hace la siguiente reseña:
Palomino se refiere a esta obra, pero se la atribuye al pintor Pérez Sierra (la de San francisco de Paula, cuando pasó el mar con su compañero sobre su manto, que está en el convento de la Victoria de esta Corte, a la entrada del refectorio, hecho con tanto acierto, que por sólo, este cuadro merece este lugar (…).
El texto, en el que no se hace mención de Donoso como autor del cuadro, continúa  con una referencia a una exposición en la que se mostró el cuadro y en la que se le volvía a relacionar con Velázquez:
(…) Un cuadro de este asunto figura en un inventario de 1642 [¿El del marqués de Leganés antes de su matrimonio con la marquesa de Almazán] como obra de Velázquez, y en otro de 1786 como de Mazo. Sin embargo, sólo le resulta atribuible al primero la figura del caballero con Valona y traje bordado que marcha hacia la izquierda volviendo atrás la cabeza. Probablemente, empezado el lienzo por Velázquez, lo acabaría Mazo, pero luego alguien desconocido añadió las dos cabezas del fondo, desproporcionadas y de endeblísima factura.)
Todos los escritos coinciden en la misma procedencia del lienzo: el Convento de los Mínimos de la Victoria, orden fundada por el propio san Francisco de Paula, y que se encontraba en la villa de Madrid.
Como vemos, la confusión respecto al autor del cuadro continúa. Lo que sí esta contrastado es que el marqués de Leganés fue propietario de obras de Velázquez. Alfredo Ureña, de la Universidad de Granada, cita a Mary Crawford Volk, especialista en la obra del pintor sevillano, que señala que el marqués de Leganés:
(…) tenía al menos 5 obras, según se deduce del inventario de su "Segundo mayorazgo", en 1642: 4 retratos (el busto de la Reina de Hungría que se encuentra actualmente en el Museo del Prado; uno de Calabazas, con turbante; uno de Pablillos , y un autorretrato del propio pintor ) y un original tema iconográfico religioso, San Francisco de Paula con dos compañeros.
Hasta aquí la historia y el misterio de esta pintura. Como resumen y con todos los datos que hemos reseñado, lo único que está claro es que el marqués de Leganés fue propietario de un cuadro del Milagro de San Francisco de Paula cruzando el mar, muy posiblemente pintado por Velázquez,  que fue cedido a la ermita de Morata (1655).
Este cuadro no volvió a aparecer en los inventarios posteriores del mayorazgo y algunos especialistas suponen que puede tener relación con un cuadro de la misma temática atribuido a Velázquez, pero también a otros pintores -como el toledano José Jiménez Donoso- que está depositado actualmente en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, procedente del convento de Mínimos de la Victoria de Madrid o del convento de San Hermenegildo, también de Madrid, donde se documenta a partir del siglo XVIII. Otra posibilidad es que el cuadro tan citado fuera el mismo que en 1753 se dice que se  alla colocado en la cassa de  la plaza [de Morata], un cuadro maltratado del que nunca se volvió a tener a tener noticia documentada en los años siguientes y que tal vez se encuentre perdido para siempre.


Fuentes y bibliografía:
·      Catálogo de la Galería de cuadros del Excmo. Sr. D. José de Madrazo. Imprenta de D. Cipriano López. Madrid, 1856.
·      Pérez Preciado, José Juan. El marqués de Leganés y las artes. Tesis doctoral. Universidad Complutense. Facultad de Geografía e Historia. Madrid 2010.
·      Reconocimiento de los bienes enajenados del mayorazgo en vida del III Marqués. 27 julio. 1711. A.D.M. Cª 2102, cuadernillo 3, f. 4v-14v.
·      Torre Briceño, Jesús Antonio. Historia de la villa de Morata de Tajuña. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, Madrid, 1999.
·      Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid. Guía del Museo. Madrid, 2012.
·      Real Academia de Bellas Artes de San Fernando .Nota o razón general de los cuadros, estatuas, bustos y demás efectos que se hallan colocados en las dos galerías de la Academia de Nobles Artes de San Fernando para la exposición pública de 1840. – [1840]. -- 44h. Manuscrito. Signatura antigua 6/CF.1, y actual 2-57-6
·      Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Catálogo de las obras pictóricas que constituyen la Galería de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid, 1884. 39 h. Manuscrito. Signatura 3-621.
·      Pérez Sánchez, Alfonso. Inventario de las pinturas. E. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid, 1964
·      Ureña Uceda, Alfredo. La pintura andaluza en el coleccionismo de los siglos XVII y XVIII. Universidad de Granada. (Tomado de Internet).
·      Ponz, Antonio. Viaje de España. Tomo V. Viuda de D. Joaquín Ibarra, Madrid,  1776.
·      Agulló y Cobo, Mercedes. Documentos para la historia de la pintura española. Museo del Prado, Madrid, 1994.
·      Testamento del marques de Leganés (AHPM), t. 6265, h. 348r-369v.
·      Velázquez y lo velazqueño, Catálogo de la exposición homenaje a Diego de Silva y Velázquez en el III centenario de su muerte. 1660- 1960. Ministerio de Educación Nacional. Dirección General de Bellas Artes. Madrid, 1960, p. 100.