miércoles, 26 de julio de 2017

El Bosque de Morata, de finca de los Altamira a patrimonio vecinal (II)


Finca de recreo de los Altamira

La posesión de este bosque, situado a escasa distancia del palacio de los Altamira, facilitó su uso como lugar de recreo para los propietarios del señorío de Morata. Al margen de la explotación agrícola de los olivares localizados entre sus límites y el aprovechamiento de otros recursos como el esparto, las leñas y, por supuesto, el agua de su manantiales, existe constancia documental de que los Altamira también utilizaban El Bosque, al menos, como coto de caza para ellos mismos y para otros miembros nobleza que acudían a Morata. En un documento del siglo XVIII, del que ya hemos hablado en el blog, figuran los gastos realizados en El Bosque por la servidumbre de los Altamira en los días previos a la llegada a Morata de los condes de Oñate invitados por sus familiares:
Por los peones que se ocuparon de hacer [arreglar] el camino del bosque, el de la cuesta para la villa de Campo y Camino de Aranjuez, importaron todos ellos novecientos diez reales. (Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional, BAENA, C.222, D.41-42).
Parece claro que la intención de los anfitriones de los condes de Oñate era visitar y disfrutar de El Bosque, seguramente en jornadas de caza, puesto que este uso cinegético consta en numerosos documentos, en este caso del siglo XIX. En 1852, el Diario Oficial de Avisos de Madrid publicaba el siguiente anuncio:
Se arrienda la caza del Bosque que posee el Excmo. Señor conde de Altamira, en término de la villa de Morata, bajo las condiciones que estarán de manifiesto en la contaduría de S. E. y en la administración de dicho señor, en la expresada villa, hasta el día 31 del corriente, en que se adjudicará al sujeto que mejor proposición hubiese hecho, advirtiéndose que el mencionado bosque está a poco más de un cuarto de legua de la carretera del Las Cabrillas entre Arganda y Perales, por la cual pasan diariamente las diligencias de Valencia y Tarancón, habiendo otra también establecida en Arganda que conduce pasajeros de esta corte los lunes y sábados (…). (Diario Oficial de Avisos de Madrid, 24 de enero de 1852).
Unos años después, en 1856, se vuelven a subastar los derechos de caza de El Bosque:
Se arrienda en pública subasta y por dos meses, la caza del bosque de Morata de Tajuña, perteneciente al Excmo. Sr. Conde de Altamira, cuyo doble remate se ha de celebrar el día 15 del corriente, a las diez de la mañana, en la administración de aquella villa y en la contaduría de dicho Excmo. Sr. Conde de Altamira, hallándose de manifiesto en ambas dependencias el pliego de condiciones, bajo las cuales ha de tener efecto este remate. (Diario Oficial de Avisos de Madrid, 12 de junio de 1856).
Que El Bosque de los Altamira se utilizaba como coto de caza también se corrobora con un edicto, este publicado en la Gaceta de Madrid, en el que se anunciaba la celebración de un juicio contra un cazador furtivo:
Hago saber que habiéndose devuelto a esta Tenencia de Alcaldía para la celebración del correspondiente juicio de faltas las diligencias instruidas contra Ildefonso Rivas Gómez por cazar con hurón en el bosque perteneciente a la testamentaria del Excmo. Señor conde de Altamira, e ignorándose su actual paradero, se le requiere y cita por medio del presente edicto para que en el día 10 de octubre, y hora de las diez de la mañana, se presente en esta tenencia de Alcaldía para celebrar el indicado juicio de faltas. Francisco Estévez [segundo teniente de alcalde del Ayuntamiento de Morata] (…). (Gaceta de Madrid, 29 de septiembre de 1867).
Pero no era sólo el arriendo del coto de caza lo que proporcionaba ingresos a la Casa de Altamira en Morata en esos años de mediados del siglo XIX, cuando la familia ya había vendido una gran parte de sus propiedades en la villa. Como ya se ha señalado, el aprovechamiento de los olivares que formaban parte de El Bosque era una de las ya por entonces escasas fuentes de ingresos de los Altamira en Morata. En el año 1839, en el mes de julio, el administrador de los bienes del conde de Altamira, Pablo Martínez Toledano, remite a la administración central de la Casa de Altamira en Madrid, el estado de las cuentas de ingresos y gastos. Entre estos ingresos incluye los procedentes de las ventas del aceite procedente de la molturación de las aceitunas de los olivares de El Bosque y en los gastos los derivados del cultivo de los citados olivares:
Administrador de rentas del Excmo. Señor conde Altamira en la villa de Morata
Remito a usted los estados mensuales de abril, mayo y junio por los cuales podrá enterarse del que tiene esta administración y al mismo tiempo de que tengo hechas las labores en los olivares, y asimismo de que se ha vendido el aceite claro de Yema y remolido con la mayor estimación posible, prometiéndome hacerlo también de los demás pues los turbios de yema a pesar de que regularmente se venden al precio de hoja, que siempre es la mitad de lo que vale el claro de yema, vendido a lo menudo, viene a salir a casa libre de cargas a 42 reales y el de hoja a 30 reales y eso que el postor y los demás cosecheros en vista de la mediana cosecha que se presenta han bajado también el precio del claro de yema a 16 cuartos libra. (Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza-BAENA, C-354, D-453-464).
El Bosque en una imagen aérea del año 1946

Además de los olivares y la caza, El Bosque disponía de otros recursos que la Casa de Altamira no dejó de explotar mientras que esta finca se mantuvo en su propiedad. El esparto y la leña eran algunos de estos recursos que los administradores de los condes de Altamira en Morata sacaban anualmente a subasta. Hay varios ejemplos de estas subastas en las publicaciones oficiales del siglo XIX, también en las posesiones de los Altamira en Perales:
AL PÚBLICO.- Se venden en pública subasta las leñas del bosque titulado de Perales, propio del Excmo. Conde de Altamira que lleva en arrendamiento el Excmo. Señor conde de Sástago, cuyo remate verificará el apoderado de este último Sr. Excmo. en la casa que habita en esta villa de Morata, y plazuela llamada de Espinardo, el día 8 del corriente, de once a doce de la mañana, bajo las condiciones que se manifestarán a los licitadores en el acto del remate, advirtiéndose que no será admitida postura que no cubra la cantidad de 7.000 reales. Morata, 1º de diciembre de 1846. José González. (Diario de Avisos de Madrid, 7 de diciembre de 1846).
Unos años después también se publica la subasta para el arriendo del esparto de El Bosque de Morata:
ARRIENDO DE ESPARTO.-Se arrienda en pública subasta y por el tiempo preciso para su recolección el esparto del bosque de Morata de Tajuña, perteneciente al Excmo. Sr. conde de Altamira, cuyo doble remate se ha de celebrar el día 22 del corriente en la casa administración de aquella villa, y en la contaduría de dicho Excmo. Señor conde de Altamira, hallándose de manifiesto en ambas dependencias el pliego de condiciones bajo las cuales ha de tener efecto este remate. (Diario Oficial de Avisos de Madrid, 2 de junio de 1856).
Para la vigilancia de estos bienes, la Casa de Altamira había levantado una casa, en la zona sur de El Bosque, en las proximidades del casco urbano y junto al propio molino aceitero, que era habitada por un guarda, encargado de proteger la caza, la leña y los otros recursos con los que contaba la finca. Según el documento del Archivo Histórico Nacional, al que ya nos hemos referido, entre los gastos de la Casa de Altamira en Morata se incluían los correspondientes al pago del salario del responsable de la guardería:
(…) Por el salario del guarda del bosque Salvador García en todo este mes a razón de 4 reales diarios 124 reales. (Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza-BAENA, C-354, D-453-464).

Fuentes y bibliografía:
  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales de Morata de Tajuña. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.
  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio-Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.
  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada-Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.
  • Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza-BAENA, C.222, D-41-42.
  • Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza-BAENA, C-354, D-453-464.
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.

miércoles, 19 de julio de 2017

El Bosque de Morata, de finca de los Altamira a patrimonio vecinal (I)


Hace unas semanas publicábamos en el blog el proceso de desamortización de bienes de propiedad municipal que se produjo a lo largo de todo el siglo XIX. Unos años después, en 1889, sucedía justo lo contrario: la compra por parte del Ayuntamiento de El Bosque, propiedad del conde de Altamira y anteriormente del marquesado de Leganés, permitió incorporar este paraje al patrimonio común de los vecinos de Morata en el que aún permanece.

El primer registro documental del que disponemos y que recoge la inclusión de El Bosque en el patrimonio de la casa de Altamira en Morata aparece en los legajos del Catastro de Ensenada, elaborados a mediados del siglo XVIII. Sin embargo, esta propiedad debía de pertenecer desde muchos años antes a los propietarios del Señorío de Morata: los marqueses de Leganés, antecesores de la casa de Altamira, fueron quienes construyeron el palacio señorial a mediados del siglo XVII y se sabe que el abastecimiento de agua, para las fuentes ornamentales y la huerta, procedía de los manantiales existentes en El Bosque:
(…) según cálculo aproximado la cabida del jardín [del palacio] es de dos fanegas y seis celemines. (...) el patio o corral con una fuente pequeña inutilizada, dos cuartitos pequeños, puerta al jardín y otra que sale a la calle Cruz de Orozco, con dos puertas que salen a calle Picadero y tiene doce higueras, diez y siete granados, dos laureles, dos olivones sevillanos y una noguera, hay también tres fuentes inutilizadas de piedra de mármol, un depósito de aguas que vienen desde el Bosque y un estanque grande en el que se depositan dichas aguas para el riego (...). (Apunte de la inscripción el Registro de la Propiedad del año 1866).
Además del disfrute de las aguas de los numerosos manantiales de este paraje morateño, previamente canalizadas hasta el palacio, los marqueses de Leganés y, más tarde, los condes de Altamira aprovecharon para más usos esta finca situada en el límite del casco urbano. No sólo explotaron sus recursos agrícolas sino que también le dieron un uso de recreo como finca de caza y esparcimiento de la familia. Hay documentos, como veremos, que así lo constatan y que demuestran que, al margen de su rendimiento económico y de abastecimiento de aguas para el palacio, la práctica de la caza -tan arraigada en las familias de los nobles en esos años- también sería un motivo más para incluir El Bosque entre los bienes de los titulares del señorío.
Como se ha señalado, ya en el Catastro de Ensenada se incluye esta propiedad a la que se define como un Bosque acotado, propio del señor de esta villa, que se compone de una porción de olivos, algo de alamedas y lo demás son espartales y algunas encinas. En las Respuestas Generales del catastro también se especifica su superficie: Doscientas fanegas que tendrá el Bosque del señor de esta villa (…) que ocupa de tierra de ínfima y que su situación es entre cerros y peñascos excepto un poco que hace de cañada que serán como diez fanegas de buena calidad.
Mapa del término de Morata (año1809) en el que se identifica el Bosque de Olivos

Al tratarse de fanegas de secano –de 400 estadales o 3.756 metros cuadrados-, las doscientas fanegas equivaldrían a una superficie total, aproximada, de 75 hectáreas. En esta superficie, aparte de esos cerros y peñascos de ínfima calidad también se incluían otros cultivos más productivos y rentables para la Casa de Altamira:
(...) en la parada de El Bosque se dejaron de incluir diferentes alamedas que se hallan en las arroyadas de dicho Bosque que ocupan como siete fanegas de tierra. Y así mismo se hallan en dicho Bosque en diferentes pedazos chicos y grandes de tierra diferentes olivares que ocuparán sesenta fanegas de tierra y mil novecientas y una olivas de mediana calidad.
La inclusión de estas alamedas y olivares en el perímetro acotado de El Bosque dotaban a esta propiedad de los titulares del señorío de Morata de la posibilidad de explotar estos cultivos de su finca más extensa de las muchas que poseían en el término municipal. En esos años, los palos de las alamedas, de álamo negro, se utilizaban como materiales de construcción y para la elaboración de arados. Las siete fanegas que se contabilizaban rendían económicamente (...) de diez en diez años treinta palos y que la común estimación [valor] de cada uno es ocho reales (...).
Mayor rendimiento obtenían los marqueses de Leganés y los condes de Altamira del cultivo de las sesenta hectáreas de olivares que se localizaban en distintas parcelas de El Bosque. La existencia de estos olivares, tan próximos al casco urbano, tal vez decidió a sus propietarios a levantar un molino de aceite en la misma finca para molturar la cosecha. De este molino de aceite, existente constancia, al menos, desde 1751 y fue construido, por tanto, cuando el señorío de Morata pertenecía a los marqueses de Leganés, también tenemos noticias por el catastro:
(...) un molino aceitero propio de el señor de esta villa, inmediato a las tapias de ella como se sube para el Bosque, con su viga, piedra, trojes, balsa, almacenes y demás pertrechos, todo corriente, regulada su utilidad anual en seiscientos reales.
Este molino aceitero, cuyo tamaño y valoración era muy similar al del resto de los existentes por aquellos años en Morata –a excepción del que era propiedad de los frailes dominicos, con unas rentas anuales valoradas en 1.100 reales-, tenía la peculiaridad de ser el único situado al norte de la población, al contrario que los demás, localizados todos al sur, y siguió funcionado hasta comienzos del siglo XX, como veremos.


Fuentes y bibliografía:
  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales de Morata de Tajuña. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.
  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio-Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.
  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada-Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.
  • Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza-BAENA, C.222, D-41-42.
  • Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza-BAENA, C-354, D-453-464.
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.

viernes, 14 de julio de 2017

Morata en tiempos del cólera (VI)


Los datos de la epidemia de 1885

A diferencia de los brotes epidémicos de 1834 y 1855, en el año 1885 contamos con varias fuentes para cuantificar cómo afectó a la población de Morata la última epidemia de cólera del siglo XIX. A las cifras oficiales que se publicaron al año siguiente de la epidemia, hay que añadir los partes diarios que aparecían en los periódicos y, especialmente, los datos que se recogen el Registro Civil de Morata. Estas instituciones fueron creadas en todos los pueblos a partir de una ley del año 1870 y constituyen la fuente más fiable para cuantificar el número de fallecidos por el cólera. (En las poblaciones más importantes, el Registro civil ya existía desde el año 1841).
Gracias a Eduardo Corpa Camacho, creador y administrador del grupo de facebook Morata de Tajuña, ayer y hoy, contamos con estos valiosos datos del Registro Civil de Morata para documentar los fallecimientos a causa del cólera en la epidemia de 1885.
Relación de fallecidos, con la fecha y la causa de la muerte:
  1. Marcelino Expósito-17 de agosto-Gastroenteritis aguda
  2. Juan Arias Cano-18 de agosto-Gastroenteritis aguda
  3. Ángel Sánchez Infante-19 de agosto-Entero-Colitis
  4. Felipa del Saz Estarás-19 de agosto-Fiebre Gástrica
  5. Polonia Rivas García-20 de agosto-Gastroentero-Colitis
  6. Paula Cediel García-21 de agosto-Disentería
  7. Andrés Giménez Martínez-22 de agosto-Gastroenteritis
  8. Rufina Cebrián López-Rufián-23 de agosto-Síntomas Coleriformes
  9. Ramón de la Torre Martínez-23 de agosto-Debilidad General
  10. Crispina Cano Rubiato-24 de agosto-Gastroenteritis
  11. Fulgencio Cuesta González-26 de agosto-Enteritis Aguda
  12. Felipe Cano Rubiato-27 de agosto-Debilidad General
  13. Gervasio Martínez Durán-28 de agosto-Gastritis Aguda
  14. Quintina Giménez Martínez-31 de agosto-Derrame Sanguíneo abdominal
  15. Teresa Santillana Martínez-2 de septiembre-Enteritis Coleriforme
  16. Román Martínez Carrasco-4 de septiembre-Disentería- síntomas coleriformes
  17. Encarnación Meneses de la Riva-5 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  18. Antonio García Moreno-6 de septiembre-Cólico con Síntomas Coleriformes
  19. Remedios Roldán Sánchez-9 de septiembre-Entero-Colitis
  20. Cesáreo Gozalo Ortiz-11 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  21. Juana Delgado Fuentes-11 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  22. Francisco Fuentes Calero-12 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  23. José Ballesteros Sánchez-13 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  24. Pablo Peinado Giménez-15 de septiembre-Entero-Colitis
  25. Feliciana Giménez Santander-18 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  26. Cesárea Navarro Bermejo-19 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  27. Tomasa Estarás Anguita-20 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  28. Engracia García-Esquena Villalva-20 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  29. Victoria Pedraza García-Esquena-21 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  30. María Villalva Sánchez-21 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  31. María Nieves Martínez Nielfa-21 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  32. Flora Casado de las Heras-22 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  33. Gregoria García Parra-23 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  34. Mercedes Muñoz González-23 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  35. Pedro Martínez Hernández-23 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  36. Juan Villalva Máxipica-24 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  37. Sabina González Moreno-24de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  38. Pedro Mesonero Serrano-26 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  39. Ventura Medel García-26 de septiembre-Cólera Morbo Epidémico
  40. Matías Roldán Cantarero- 30 de septiembre-Gastroenteritis
  41. Cesárea Rodríguez Carrascosa-1 de octubre-Cólera Morbo Epidémico
  42. Lucio Sánchez-Celemín Giménez-2 de octubre-Cólera Morbo Epidémico
  43. Gabriel Roldán Gigorro- 6 de octubre-Cólera Morbo Epidémico

    Es decir, según el Registro Civil de Morata, se contabilizaron 43 fallecidos por cólera. Por sexo, el número de fallecidos es prácticamente igual: 21 hombres y 22 mujeres. La distribución por grupos de edad también es muy pareja: menores de 20 años, 10 hombres y 9 mujeres; mayores de 20 años, 11 hombres y 13 mujeres.
Estos datos procedentes del Registro Civil de Morata difieren ostensiblemente de las estadísticas oficiales que se publicaron en 1886, al año siguiente de la epidemia e incluso con los datos que diariamente aparecían en los periódicos de Madrid (Según estos partes diarios, en Morata fallecieron 29 personas a consecuencia de la epidemia).
El porqué de esta discrepancia puede hallarse en que en el registro civil únicamente se registraron 23 fallecimientos con la expresión cólera morbo epidémico como causa directa de la muerte. En el resto de los casos aparecen, especialmente en los primeros días de la epidemia, eufemismos como gastroenteritis, gastritis aguda o enteritis coleriforme (6), entero-colitis o gastro entero-colitis (6), fiebre gástrica (1), disentería (2), cólico con síntomas coleriformes (1), derrame sanguíneo interno abdominal (1) y debilidad general (2) para determinar la causa de las muertes.
Lógicamente, si existen discrepancias en el número de fallecidos, tampoco las estadísticas oficiales coinciden con los datos del Registro en cuanto a la fecha de comienzo y final de la epidemia. Para los registros oficiales, según la publicación del Ministerio de la Gobernación, el cólera se inició en Morata el 22 de agosto, pero en esta fecha ya se habían contabilizado nada menos que seis fallecimientos desde el día 17 de agosto, atribuidos en las actas de defunción del Registro Civil a causas como gastroenteritis, fiebres gástricas e incluso disentería. Por otra parte, para el Ministerio la epidemia finalizo el 3 de octubre, cuando los datos reales indican que el último fallecimiento en Morata tuvo lugar el 6 de octubre. De hecho, el propio Gobierno Civil de la provincia de Madrid emitió una nota, publicada el 5 de octubre en La Correspondencia de España, en la que aseguraba que:
Según los partes recibidos en el gobierno civil, en los pueblos de esta provincia no existe novedad alguna respecto a la epidemia colérica, salvo en Morata de Tajuña, donde se ha registrado una defunción en días anteriores.
Pese a que los datos más fiables del Registro Civil invalidan los que se publicaron meses después de finalizar la epidemia y aunque, como es de suponer, la misma situación se planteó en otros pueblos de la comarca, a título informativo y con la salvedad de su dudosa credibilidad, incluimos las estadísticas oficiales respecto sobre estos municipios:
  • Morata de Tajuña, población de 2.852 habitantes, invadidos 47 y fallecidos 24. La epidemia comenzó el 22 de agosto y finalizó el 3 de octubre. 43 días de epidemia en la que fallecieron el 0,84 de la población y el 51,06 de los invadidos.
  • Perales de Tajuña, población de 1.589 habitantes, 38 invadidos y 10 fallecidos, comenzó la epidemia el 24 de septiembre y finalizó el 15 de octubre. Falleció el 0,63 por ciento de la población y el 28,95 de los invadidos.
  • En Chinchón, 4.774 habitantes, 384 invadidos y 167 fallecidos, la epidemia comenzó el 16 de julio y finalizó el 27 de agosto. Duró 43 días y falleció el 3,50 por ciento de la población y el 49,12 de los invadidos.
Vacunación contra el cólera en un grabado del siglo XIX


Con discrepancias en las cifras de afectados y fallecidos, esta epidemia de cólera de 1885 fue la última de las que padeció Morata, y la comarca de la vega del Tajuña, durante el siglo XIX. En los años siguientes los medios y los conocimientos sanitarios avanzaron notablemente. Antes de que acabara el siglo, en Morata y en otros pueblos vecinos, se acometieron campañas de vacunación, contra el cólera y otras enfermedades como la viruela, según informaba el Heraldo de Madrid el 29 de octubre de 1890 (2073 personas vacunadas en Chinchón, Morata, Tielmes, Carabaña, Valdaracete y Brea), lo que no impidió que en la memoria colectiva permaneciera el recuerdo de estas epidemias que en el siglo que finalizaba habían traído la impotencia y el miedo ante la muerte a todos sus antepasados.


Fuentes y bibliografía

  • La epidemia de cólera de 1834 en Madrid. Asistencia y represión a las clases populares-Vidal Galache, Florentina. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, n.° 2, 1989, págs. 271-279. Madrid, 1989.
  • Biografía del Excmo. Sr. Mateo Seoane, por el doctor en Medicina Don Manuel Albistur. Escenas contemporáneas. Revista biográfica, y necrológica, científica, literaria y artística. Imprenta de Luis Beltrán. Madrid, 1862. Segunda edición.
  • La epidemia de cólera de 1834 en Madrid. Aspectos sanitarios y socioeconómicos. Puerto, F. Javier. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Estudios de Historia Social. 1980, nº 15, p. 9-61. Universidad Carlos III de Madrid-Repositorio institucional e-Archivo http://e-archivo.uc3m.es. Departamento de Economía-Artículos de Revistas, 1980-
  • El cólera epidémico. Consejos a los pueblos y los médicos para evitar esta enfermedad. Manuel Codorniu. Imprenta de Alejandro Gómez. Madrid, 1849.
  • Instrucciones generales sobre el modo de preservarse del cólera-morbo epidémico, con indicaciones acerca de su método curativo, por el doctor Mateo Seoane. Imprenta de D. M. Calero. Madrid, 1834
  • Epidemias de Cólera en Chinchón durante el siglo XIX. Panadero García, Raúl. Ayuntamiento de Chinchón. Año 2007. Premio de Historia.
  • La crónica de los hospitales. Periódico oficial de la Facultad de Medicina, Cirugía y farmacia del General de Madrid. Año Tercero-tomo III. Imprenta de Manuel de Rojas. Madrid
  • Morata de Tajuña. Crónica de la provincia de Madrid. Arribas, Juan Diego-Imprenta de la Diputación Provincial. Madrid, 1891.
  • Ministerio de la Gobernación-Dirección General de Beneficencia y Sanidad. Sección de Sanidad-Negociado de Estadística. Resumen general de las invasiones y defunciones por causa del cólera ocurridas en España durante el año 1885. Imprenta Nacional. Madrid-1886.
  • Periódicos y publicaciones citados en el texto.
  • Registro Civil de Morata de Tajuña. Registro de Defunciones, año 1885.
  • Grupo de facebook Morata de Tajuña, ayer y hoy. 

martes, 4 de julio de 2017

Morata en tiempos del cólera (V)



La epidemia de 1885
El ataque más o menos periódico del cólera volvió a hacerse presente en Morata y en los pueblos vecinos casi al final de siglo XIX. Unos años antes, en 1865, se había declarado otro brote epidémico pero éste, a diferencia de los de 1834 y 1855, tuvo escasa presencia en los documentos de la época. Los periódicos tampoco publicaron partes diarios sobre las personas afectadas, al contrario que en las crisis sanitarias anteriores, por lo que es difícil saber si el cólera tuvo alguna incidencia en Morata en ese año.
Esta falta de información no se reprodujo en el último episodio epidémico de cólera del siglo XIX. Las autoridades y los periódicos de la época cumplieron con su obligación de informar a la población sobre el desarrollo de la enfermedad que, como ya había sucedido en las epidemias anteriores, comenzó con casos aislados en distintos puntos del territorio nacional. Meses después, estos primeros brotes episódicos comenzaron a reproducirse en los municipios de la provincia de Madrid en la primavera de 1885. La epidemia comenzó en la provincia de Madrid, en la capital, el 20 de mayo, donde según El Siglo Futuro, se presentó el primer caso. Desde esa fecha hasta la publicación de un primer balance de afectados en el mes de julio, el diario señalaba que hasta el 9 de julio corriente [han ocurrido] 191 invasiones y 133 defunciones.
El 28 de julio de 1885, otra vez El Siglo Futuro publicó una amplia información que tituló Historia de tres cóleras. En el texto, el periódico destacaba que en las anteriores epidemias, de 1834,1855 y 1865, en ninguna de las fechas indicadas la epidemia se presentó súbitamente en Madrid. Según los antecedentes relativos a la de 1834, conservados en el archivo de Gobernación, ya en 28 de junio había sido acordonado Vallecas, desde el 30 del mismo mes estaban preparadas contra el cólera las autoridades de la capital. A principios de julio apareció en Arganda del Rey, Morata y Leganés, pero Madrid continuó inmune hasta la entrada de las tropas de Reding la víspera de Nuestra Señora del Carmen (…).

 Publicación de la época sobre el tramiento del cólera
El cólera llega a Morata
Según esta información, el movimiento de tropas había provocado la aparición de la enfermedad y el contagio. En la comarca del Tajuña, a diferencia de las epidemias de 1834 y 1855, la de 1885 comenzó con el verano más avanzado. Oficialmente, en Morata las primeras infecciones se detectaron el 22 de agosto. Aunque veremos que en la realidad en esta fecha ya había fallecido algún vecino, es en este día cuando el Ayuntamiento remite a las autoridades sanitarias de Madrid el primer parte obligatorio en el que se declara que hay tres vecinos infectados (invadidos, según la terminología utilizada en esos años).
Esta fecha del 22 de agosto es muy similar a la de los algunos pueblos vecinos: en Perales, se dio el primer caso el día 24 de agosto; en Colmenar de Oreja, el 18 de agosto, y en Fuentidueña, el 14 de agosto. En otros pueblos de la comarca el contagio se produjo con anterioridad: en Villarejo el 25 de julio; en Villaconejos, el 23 de julio, y en Chinchón, el 16 de julio. Todas estas fechas hay que tomarlas con prevención: en Titulcia, localidad que no aparece en las estadísticas oficiales publicadas al año siguiente de la epidemia, los periódicos de la época señalaban que ya el 22 de mayo se había producido un fallecimiento y se contabilizaban 4 vecinos afectados por el cólera.
Por otra parte, en Chinchón, como ya había sucedido en las epidemias anteriores y pese a la prohibición de establecer cordones sanitarios, se dificultó la libre circulación de personas para intentar evitar el contagio. Aunque las autoridades locales lo negaban, el diario La República publicó el 26 de agosto una noticia en la que se afirmaba que sí que se había ordenado un cordón sanitario:
Desde hace días se hablaba de que en el cercano pueblo de Chinchón había un cordón sanitario que hacía imposible la entrada en el pueblo sin previa cuarentena a viajeros limpios o sucios. El gobierno civil aseguraban con presencia de comunicaciones del alcalde y jefe de la guardia civil de Chinchón que tal cordón no existía, y sí únicamente una inspección facultativa.
A pesar de estas comunicaciones sábese que el cordón existe, por haber hablado a la misma puerta del gobierno civil un redactor de El Correo con un propietario de Chinchón, que no sabe como volver a su pueblo y librarse de la paliza que desde hace días y noticiosos de su regreso le tienen preparada. Esto más que cordón, debe llamarse cordonazo. (La República, 26 de agosto de 1885).
Pero no era sólo Chinchón quién imponía estas medidas preventivas pese a su prohibición por parte de las autoridades políticas de la provincia. El 13 de agosto, el periódico El Día recoge la imposición de multas a los alcaldes de Morata, Arganda del Rey y Campo Real por imponer cuarentenas a los viajeros. El miedo atávico a la infección se volvía a vivir en los pueblos. En el caso del alcalde de Morata (En esa fecha José Hidalgo Tablada) se le impuso una sanción de 250 pesetas y 100 pesetas fue el importe de las multas a los alcaldes de Arganda y Campo Real.
Este modo de actuar de los alcaldes no era nuevo. Ya se había producido en los brotes anteriores y el miedo al contagio de los vecinos guiaba las decisiones de las autoridades locales que, con pocos medios a su alcance para combatir la enfermedad, se veían desbordadas. Este miedo, incluso, provocó que se prohibiera la celebración de festejos populares y en Madrid, se prohibió la celebración de la verbena de la Paloma.
Morata, como en las epidemias anteriores, contaba para hacer frente a la epidemia con los hospitales de pobres y la asistencia de los médicos residentes en el pueblo. En ese año, era José Bouza quien ocupaba una de las plazas de médico-cirujano y, cuando aún no se había dado por concluido el brote de cólera el Ayuntamiento publicó la convocatoria de otra plaza:
Convocatorias
La de médico-cirujano de Morata de Tajuña (Madrid), 750 pesetas por los pobres, que no excederán de 200 familias. Solicitudes hasta el 24 de octubre.
Estos escasos medios, a falta de una vacuna por entonces en pruebas (El doctor Jaume Ferrán inventó una vacuna en 1885 que se aplicó en zonas de Valencia, pero las autoridades sanitarias de la época no eran partidarias de su uso) dejaba a la población al amparo de remedios, cuando menos, cuestionables como ya había sucedido en las epidemias anteriores. A modo de ejemplo, un anuncio publicado en la prensa de la época:
Recomendamos a nuestros lectores la TINTURA AROMÁTICA ANTICOLÉRICA, elaborada por el químico industrial D. Claudio Álvarez, bajo inspección y conocimientos científicos del profesor de Medicina y Cirugía Don Cristóbal Delgado y Valero. Según noticias de personas competentes, está produciendo excelentes resultados en los casos en que se usa, mereciendo los mejores elogios de la prensa y la opinión pública. (El Popular, 21, agosto de 1885).

Fuentes y bibliografía

  • La epidemia de cólera de 1834 en Madrid. Asistencia y represión a las clases populares-Vidal Galache, Florentina. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, n.° 2, 1989, págs. 271-279. Madrid, 1989.
  • Biografía del Excmo. Sr. Mateo Seoane, por el doctor en Medicina Don Manuel Albistur. Escenas contemporáneas. Revista biográfica, y necrológica, científica, literaria y artística. Imprenta de Luis Beltrán. Madrid, 1862. Segunda edición.
  • La epidemia de cólera de 1834 en Madrid. Aspectos sanitarios y socioeconómicos. Puerto, F. Javier. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Estudios de Historia Social. 1980, nº 15, p. 9-61. Universidad Carlos III de Madrid-Repositorio institucional e-Archivo http://e-archivo.uc3m.es. Departamento de Economía-Artículos de Revistas, 1980-
  • El cólera epidémico. Consejos a los pueblos y los médicos para evitar esta enfermedad. Manuel Codorniu. Imprenta de Alejandro Gómez. Madrid, 1849.
  • Instrucciones generales sobre el modo de preservarse del cólera-morbo epidémico, con indicaciones acerca de su método curativo, por el doctor Mateo Seoane. Imprenta de D. M. Calero. Madrid, 1834
  • Epidemias de Cólera en Chinchón durante el siglo XIX. Panadero García, Raúl. Ayuntamiento de Chinchón. Año 2007. Premio de Historia.
  • La crónica de los hospitales. Periódico oficial de la Facultad de Medicina, Cirugía y farmacia del General de Madrid. Año Tercero-tomo III. Imprenta de Manuel de Rojas. Madrid
  • Morata de Tajuña. Crónica de la provincia de Madrid. Arribas, Juan Diego-Imprenta de la Diputación Provincial. Madrid, 1891.
  • Ministerio de la Gobernación-Dirección General de Beneficencia y Sanidad. Sección de Sanidad-Negociado de Estadística. Resumen general de las invasiones y defunciones por causa del cólera ocurridas en España durante el año 1885. Imprenta Nacional. Madrid-1886.
  • Periódicos y publicaciones citados en el texto.
  • Registro Civil de Morata de Tajuña. Registro de Defunciones, año 1885.