miércoles, 27 de diciembre de 2017

Las uvas de Morata en las Nocheviejas madrileñas

Si hacemos caso a las viejas historias, la tradición de consumir uvas con las doce últimas campañas de la Nochevieja se forjó a partir del año 1909 en el que una buena cosecha de uvas había creado un excedente que los productores intentaron paliar fomentando su consumo en la última noche del año. Desde muchos años de esta fecha y de que esta tradición arraigara, las uvas de Morata y de otros pueblos de la provincia llegaban a los mercados de Madrid en los meses más duros del invierno, cuando era difícil encontrar fruta fresca en los mercados de la capital.

Conservar las uvas cosechadas entre septiembre y octubre en los pueblos de la comarca del Tajuña fue una costumbre a la que acudieron los cosecheros de uva para disponer de fruta fresca en los meses de invierno. Además de las manzanas y peras de invierno –peras de roma, verdedoncella,…-, conservadas en las cámaras y altillos de las casas, y de los melones colgados hasta su maduración en los meses más fríos, en muchos hogares de Morata era frecuente ver los racimos de uva colgados de cuerdas en los portales y otras dependencias domésticas.
Desde tiempo inmemorial los campesinos, acostumbrados a aprovechar al máximo sus cosechas, habían aprendido métodos de conservación para los productos que cultivaban. Antonio de Guevara, escritor que, curiosamente, tenía familiares de ascendencia morateña de apellido Ladrón de Guevara, en su célebre obra Menosprecio de corte y alabanza de Aldea ya afirmaba en el siglo XVI que (…) es privilegio de aldea, que el que tuviere algunas viñas, goce muy a su contento de ellas, lo cual parece ser verdad, en que toman muy gran recreación, en verlas plantar, verlas vinar, verlas descubrir, verlas cubrir, verlas cercar, verlas vardar, verlas regar, verlas estercolar, verlas podar, verlas sarmentar: y sobre todo en verlas vendimiar. El que mora en el aldea toma también muy gran gusto (…) en colgar uvas para el invierno, (…). Los que moran fuera del aldea, no tienen manojos que guardar, ni cepas que quemar ni uvas que colgar, ni vino que beber, ni aun arrope que gustar: y si algo de esto quiere tener, a peso de oro lo han de comprar (…).
No resulta extraño que en un pueblo como Morata, en el que en el año 1881 se cultivaban unas 1.560 hectáreas de viñedos -prácticamente un tercio del total del término municipal, que ocupa alrededor de 4.500 hectáreas-, de las que 206 ha. correspondían a viñas de regadío y el resto, hasta completar el total, a viñas plantadas en secano en las que era habitual combinar en una misma parcela olivas y cepas, la costumbre de colgar las uvas para conservarlas estuviera muy extendida, al menos, desde el siglo XIX, cuando ya existe documentación que confirma esta práctica de los agricultores morateños. (Contestación al interrogatorio sobre cultivo de cereales, olivos, vid y agrios e industrias derivadas, de Fernando Ortiz Cañabate).
La producción de estas viñas en 1881 resultaba una de las más abultadas de la provincia de Madrid, junto con las de los pueblos vecinos de Chinchón, Arganda y Colmenar de Oreja. Eduardo Abela en su libro Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid y medidas convenientes para su desarrollo, aseguraba que esta producción tenía un valor por término medio nueve pesetas los cien kilogramos de uva destinados ya a verdeo o a la producción de vino. En Morata y en Chinchón, según esta obra, la producción de uva por cada cien vides ascendía a 920 kilos en tierras de 1ª clase; 690 kilos en tierras de 2ª, y 460 kilos en tierras de 3ª. En la misma obra y según el marco en el que se plantaban las viñas en Morata y en Chinchón (894 cepas por hectárea), la producción correspondiente por hectárea de primera clase ascendía a 8.225 kilos, a 5.988 en las tierras de 2ª y a 4.112 en las tierras de 3ª calidad.
Naturalmente, el mayor porcentaje de esta producción de dedicaba a la elaboración de vino pero los agricultores, con buen criterio, también destinaban una parte de esta producción a uva de mesa, un producto que tenía una excelente acogida en el que entonces era el mercado central de Madrid, situado en la plaza de la Cebada, al que llegaban los carros desde Morata y otros pueblos de la comarca.
Para conservar estas uvas destinadas al consumo de los habitantes de la capital y también, cómo no, de los propios morateños, aparte del socorrido sistema de colgarlas de las vigas de madera con las que se acondicionaban las bovedillas las techos de las casas, se utilizaban otros sistemas. José García Sanz explicaba uno de estos métodos de conservación:
Las uvas, colocadas en filas superpuestas y separadas entre sí por capas de turba ó césped, han pasado el invierno en un cuarto inhabitado y expuesto al frío.
Cuando después de varios meses se abrió la caja que las encerraba, dice se encontraron en perfecto estado de conservación, y tenían doble tamaño que cuando fueron colocadas allí.
La película hallábase fresca y sin ninguna arruga, y su gusto era agradabilísimo, según los miembros de la Sociedad de Horticultura que las probaron. El procedimiento, por lo fácil y económico, puede ser ensayado por cualquiera (…). (Novísima guía de labradores, jardineros y arboristas, o tratado práctico de agricultura y economía rural. Tomo 1).
Las uvas para colgar tipo malvasía –o malvar-y vigeriego
Según algunos de los mayores especialistas en el cultivo de la vid, las variedades más adecuadas para conservar en las casas hasta la llegada del invierno eran las conocidas como malvar, o malvasía, vigeriegos y albillo, ambas de uva blanca. Uno de estos especialistas, José Hidalgo Tablada, quien fuera alcalde de Morata en dos periodos distintos -entre los años de 1846-50 y 1880-85-, y un de los mejores expertos y teóricos del siglo XIX en el cultivo de la vid del olivo y en la elaboración de vino y aceite, definía así dos de las variedades de uva más utilizadas por los agricultores morateños para destinarlas al mercado de invierno de Madrid:
Malvasía
Esta variedad muy estimada en uva en el mercado de Madrid, adonde se lleva desde principios de septiembre hasta enero del año siguiente de la cosecha, hace veinte años no se conocía apenas en los pueblos del distrito de Chinchón. Nosotros fuimos de los primeros que plantamos una viña en 1845 y tuvimos tal acierto en la elección del terreno, que la uva que produce es la más estimada en esta localidad (Morata) hasta el punto de venderse cuatro y más reales por arroba más caro que la de su misma clase llevado de aquí (…).
En Colmenar de Oreja se hace un gran negocio con la uva malvasía, que aquí conocemos con el nombre de malvar. Se cuelgan para llevar a Madrid en otoño de treinta a cuarenta mil cargas de ocho a 10 arrobas [cada] una (…).
Uvas redondas, superficie igual, duras al partir pero agradables al mascar, dulces sin ser empalagosa, color de cera si se cortan cuando principia a madurar en primeros de septiembre, doradas según pasa el tiempo en la cepa, en la que resisten hasta muy tarde.
Vigeriegos.
Así como en los trajes varían las modas, en los alimentos suele suceder que se hagan algunas alteraciones, y de ser así, resulta que hará veinte años que la uva vigeriega o gordal como se llamaba en Morata, tenía tal aceptación en Madrid para fruta, que en tres fanegas de tierra de las de aquí, que representan una y media aranzada, hemos sacado algunos años antes de 1850, tres o cuatro mil reales, y en este tiempo había en este término una viña que solo tenía ochocientos puestos de vid, que era unas dos aranzadas, la cual hubo año que se vendía el fruto en la cepa en catorce mil reales. (Tratado del cultivo de la vid y modo de mejorarlo, de José Hidalgo Tablada).
Anuncio de vinos de Morata en la prensa madrileña de diciembre de 1904
Las uvas de Morata y comarca en la prensa de Madrid
Ya a mediados del siglo XIX en el diario El Observador del 11 de junio de 1852 aparecían referencias a las uvas de la comarca y no sólo la destinada a los lagares. La que de reservaba para su venta como uva de mesa también merecía la atención de la prensa madrileña:
De Colmenar de Oreja nos escriben con fecha 1." del corriente que ya se ha concluido la vendimia en este pueblo, la cual ha durado casi todo el mes, gozándose de un buen temporal durante la recolección. El fruto ha sido mas abundante que en los años anteriores (…) y en los pueblos inmediatos porque en todos ellos, como Chinchón, Morata, Arganda y Villarrubia se ha cogido bastante, presumiéndose que aquí solo se fabricarán mas de 250,000 arrobas de vino, el cual tiene muy buena salida para Madrid, pues todo el que habla de la última cosecha se vendió hasta el precio de 18 reales arroba. Se ha colgado también bastante uva a fin de despacharla en
Madrid por Navidad o mas adelante; pero regularmente se conservará poca para entonces, porque habiendo llovido algunos días antes de cogerla, se podrirá la mayor (…).
La calidad de las uvas de Morata y pueblos vecinos –especialmente en los años en que la meteorología había sido benigna y no había llovido antes de la vendimia, lo que garantizaba la calidad y la mejor conservación de las uvas en las casas-, no escapaba a las páginas de los periódicos de Madrid. Así se afirmaba en la crónica agrícola aparecida en El País del día 20 de octubre de 1901, cuando ya funcionaba el Ferrocarril del Tajuña en Morata:
(…) Extrañaba que pueblos tan importantes [Morata, Chinchón y Colmenar de Oreja] que con sus vinos nutren de siempre el mercado de Madrid, carecieran de ferrocarril, y que llegado el siglo XX no se viera a la locomotora surcar sus feraces campiñas productoras de renombrados aguardientes y de exquisitas uvas de cuelga, saboreadas en las mesas madrileñas durante los meses de invierno (…).
Junto a las uvas de Morata para celebrar la Nochevieja en Madrid, también el vino de nuestro pueblo era destacado en los periódicos en los días de Navidad. El 23 de diciembre de 1904, en los diarios El Liberal y La Época aparecía el siguiente suelto en el que se destacaban los caldos procedentes, entre otros municipios, de Morata:
Vinos puros garantizados
Con mucho gusto recomendamos al público los exquisitos vinos puros garantizados que expende el acreditado industrial Don Pedro del Río, que por reciente contrato con las más importantes bodegas de la Mancha, Méntrida y Morata puede venderlos en inmejorables condiciones de calidad y economía. Cuantos han probado estos exquisitos vinos, entre los que deben citarse los de Morata o Colmenar (especiales para familias) a 6 y 7 pesetas arroba, hacen merecidos elogios de su buen gusto (…).

  • Fuentes y bibliografía:
  • Contestación al interrogatorio sobre cultivo de cereales, olivos, vid y agrios e industrias derivadas. Ortiz Cañabate, Fernando. Establecimiento tipográfico de Minuesa de los Ríos. Madrid, 1881.
  • Libro Llamado menosprecio de corte y alabanza de Aldea. Guevara, Antonio de. C. de las Reales Academias de la Historia y Sevillana de Buenas Letras. Bilbao, 1893.
  • Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid y medidas convenientes para su desarrollo. Abela y Sainz de Andino, Eduardo. Imprenta Sucesores de Rivadeneira. Madrid, 1876.
  • Novísima guía de labradores, jardineros y arboristas, o tratado práctico de agricultura y economía rural.Tomo 1. García Sanz, José. Librería de Don Leocadio López. 2ª edición. Madrid, 1855.
  • Tratado del cultivo de la vid y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de. Librería de la señora viuda e hijos de Don José Cuesta. Madrid, 1870.
  • Periódicos y revistas citados en el texto.



miércoles, 20 de diciembre de 2017

Pleito contra el conde Altamira por los derechos señoriales en Morata

La aprobación de la Constitución de 1812 puso en cuestión los derechos señoriales que lastraban la autonomía y la economía de los municipios y villas españolas. Morata, como muchos otros pueblos, también luchó por recuperar para el concejo los privilegios que gozaban los poseedores del señorío, que en el caso de nuestro pueblo pertenecían a los condes de Altamira.


Existe alguna documentación histórica que refleja el conflicto legal que enfrentó al concejo de Morata con el conde de Altamira. La villa, por medio del Ayuntamiento planteó ante los tribunales de la época la recuperación de los derechos señoriales que pertenecían a la Casa de Altamira –y en siglos anteriores al marquesado de Leganés, desde que los adquiriera en 1631.
Lamentablemente, no contamos con toda la documentación sobre este contencioso entre Morata y la Casa de Altamira, representada en la segunda década del siglo XIX por Vicente Isabel Osorio de Moscoso y Álvarez de Toledo, nacido en Madrid en 1777 e hijo primogénito del primer matrimonio de su padre, Vicente Joaquín Osorio de Moscoso con María Ignacia Álvarez de Toledo, pero sí que hemos localizado algunos de los legajos que nos dan información sobre el proceso judicial.
En este enfrentamiento ante los juzgados no fue sólo la villa de Morata la que se enfrentó a la Casa de Altamira. Otras villas que también fueron en su momento señorío de los marqueses de Leganés –Perales de Tajuña y el mismo Leganés- pleitearon igualmente ante los condes de Altamira como sucesores de los primeros poseedores de los señoríos. A raíz de estos pleitos, el poseedor de los derechos del señorío en 1817, Vicente Isabel Osorio de Moscoso, XIII conde de Altamira, que había heredado el condado tras la muerte de su padre el año anterior, 1815, solicitaba a los encargados de su archivo general, en un escrito con fecha de 26 de marzo de 1817, la documentación pertinente que acreditara sus derechos señoriales sobre las villas de Morata, Perales y Leganés. En respuesta a esta orden, los administradores respondieron, según un documento que se conserva en el Archivo Histórico Nacional, en los siguientes términos:
El Archivo, cumpliendo el decreto de vuestra Excelencia a que acompaña el oficio que le ha pasado el ayuntamiento de la villa de Leganés (…) del que ha recibido del intendente de esta provincia que termina de averiguar los oficios que en los pueblos de ella están enajenados de la Corona, a quienes pertenecen, si sus dueños han satisfecho el valimiento dice:
Que por Real Cédula de 6 de junio de 1803 se confirmó al Excmo. Marqués Conde Duque (en paz descanse) padre de Vuestra Excelencia el derecho de nombrar escribanos de número y Ayuntamiento, fiscal, contador, medidor, corredor y fiel almotacén en las villas de Leganés, Morata y Perales de Tajuña, mediante el pago de 23.600 reales que le fueron regulados por el valimiento sobre oficios enajenados de la Corona establecido en Real Decreto de 6 de noviembre de 1799. (…).
Madrid, 16 de abril de 1817

Documento de 1817 del archivo del conde de Altamira sobre los derechos del conde en Morata, Leganés y Perales de Tajuña
En el documento se añadía lo siguiente:
Informe dado por el archivo en 16 de abril de 1817 relativo a los oficios enajenados de la Corona que pertenecen a Vuestra Excelencia cuales son el de Escribano de número y Ayuntamiento, fiscal, contador, medidor, corredor y fiel almotacén de las villas de Leganés, Morata y Perales de Tajuña, cuyo año de nombramiento fue confirmado por Real Cédula de 6 de junio de 1809 y pagado su valimiento. (Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional, BAENA, C. 222, D.16-40).
Un año después, el 21 de febrero de 1818, los administradores del conde de Altamira registraban la petición del titular del condado para entregaran nueva documentación a Tomás de Sancha, su representante en el pleito con las villas de Morata, Leganés y Perales:
Decreto de Su Excelencia del 21 de febrero de 1818 mandando al archivo entregar al escribano Tomás de Sancha la escritura de venta de las alcabalas de la villa de Leganés hecha por el Rey Don Felipe IV a Don Diego Felípez de Guzmán con privilegio de confirmación.
El privilegio del mismo monarca vendiendo al mismo Don Diego las alcabalas de Morata, la Real Cédula del Señor Don Carlos IV confirmando al padre de su excelencia los oficios de medidor y fiel almotacén de Leganés, Morata y Perales de Tajuña.
Se le entregaron todos estos documentos y los devolvió el 28 del mismo. (Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza. BAENA-C.325-D.76).
Documento de 1818 con información sobre el pleito con Morata, Leganés y Perales de Tajuña 
Aunque no contamos con la documentación del pleito generada por el concejo de Morata, sí que disponemos del testimonio de Juan Diego Arribas quién, años después, en su libro sobre la historia de Morata afirmaba que el pleito se perdió y que cinco años después hubo de interponerse otra demanda:
(…) En 1817 el Ayuntamiento, común de vecinos y cosecheros de uva de Morata, quisieron despojar al conde de Altamira de los derechos que aquí tenía de adehalas por embudar, enaldar, sacar pellejos y ayudar a cargar á los arrieros, alegando no pertenecer estos servicios al oficio de almotacén, y los perjuicios que se les irrogaba a los cosecheros, que querían hacer estos trabajos con sus criados.
A pesar de las razones expuestas, y después de cinco años de pleito, nada consiguieron, y en 1822 D. José María de Rojas, en nombre de D. Alejo García Gutiérrez y D. Manuel Sánchez, vecinos de esta, presentó en el Juzgado otro segundo y muy bien escrito, pidiendo se revocase la anterior sentencia; pero después de diez años de litigio no consiguieron nada, dando por resultado en amparar al conde en los derechos que aquí tenía (…).

Como era de esperar el contencioso entre las villas de Morata, Leganés y Perales de Tajuña se extendió a lo largo del tiempo. Al menos pasaron diez años, si hacemos caso a Juan Diego Arribas, para llegar a un mismo resultado contrario a los intereses del concejo de Morata.
Para la Casa de Altamira, que ganó ambos pleitos, estas victorias judiciales tampoco sirvieron para mejorar su difícil situación económica. De hecho, los litigios ante los tribunales -y los gastos que se generaban- empeoraron las cuentas generales de la Casa de Altamira en tanto que los derechos en disputa tampoco suponían unos ingresos muy importantes. En este sentido, en la documentación que hemos consultado correspondiente a la administración de la casa condal aparece algún documento en el que se hace referencia a estos ingresos procedentes de los derechos señoriales. En concreto, se trata de la relación de ingresos y gastos de la administración de Morata correspondiente al año 1839 que vimos en un post de hace dos semanas. En este legajo, el administrador del conde de Altamira en Morata se quejaba de los escasos ingresos que se generaban en la villa, en comparación con los gastos, y comunicaba al administrador general del conde de Altamira que en el mes de agosto de 1839 había ingresado 733 reales por los derechos de fiel medidor, uno de los que estaban en litigio con el concejo desde hacía más de veinte años.
En su escrito, Pablo Martínez Toledano, administrador de Morata, añadía:
(…) Creí poder hacer frente a estos gastos con lo que me devolviese el ayuntamiento de la cuenta de pago de los 2.000 reales, pero como van cayendo las mensualidades de la contribución extraordinaria y están escasos de dinero han quedado en ir abonando en dichas mensualidades, por cuya razón sólo queda el recurso de que si fuese posible se sirva V. E. dar su orden al arrendatario del derecho de fiel medidor almotacén para que del tercio que deben paguen pronto (…).
(Carta remitida por el administrador de Morata al administrador general en Madrid con fecha de 20 de octubre de 1839).


Bibliografía y fuentes:
  • Morata de Tajuña. Crónica de la provincia de Madrid. Arribas, Juan Diego-Imprenta de la Diputación Provincial-Madrid, 1891.
  • Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional, BAENA, C.222, D.16-40.
  • Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional, BAENA, C.354, D.453-464.
  • Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional BAENA, C.325- D.76.




miércoles, 13 de diciembre de 2017

Reseña histórica de la finca de Las Huertarias

A finales de los años sesenta del pasado siglo, en la finca conocida como Las Huertarias, situada en el extremo oriental del casco urbano, todavía se cultivaba cereal. Esta extensa parcela, delimitada por la carretera a Perales y la calle Picadero, tuvo distintos propietarios hasta que finalmente fue urbanizada. Su nombre hace referencia a una de las familias a la que perteneció, la familia Arias Dávila.

Al menos desde finales del siglo XV la familia Arias Dávila, originaria de la ciudad de Segovia, fue titular de distintas propiedades en Morata donde también consta que se asentaron algunos de su miembros, al menos, desde el siglo XVI. Directamente emparentados con el conde de Puñonrostro, el noble segoviano que levantó el castillo de Casasola en término de Chinchón, los Arias Dávila también se asentaron en los municipios de Ciempozuelos y Torrejón de Velasco y en Morata. Aquí, en Morata, un descendiente del primer conde de Puñonrostro, Diego Arias Dávila, añadió a su mayorazgo las tierras y fincas urbanas poseía en el término municipal entre las que se encontraba la que siempre se conoció como Las Huertarias.
La familia Arias Dávila, que gracias a su privilegiada situación económica actúo en algún momento histórico como prestamista del concejo de Morata –a finales del siglo XVI Santiago Arias realizó un préstamo a censo al concejo para que éste pudiera adquirir carne- también fue determinante en la llegada a Morata del I marqués de Leganés.
En efecto, cuando Diego Messía Felípez de Guzmán decidió construir en Morata su palacio poco después de adquirir por compra al concejo del señorío de la villa, fue la familia Arias Dávila la que vendió al I marqués de Leganés sus primeras posesiones en Morata. Fue en el año 1633, poco después de que el concejo enajenase el señorío, cuando Arias Gonzalo Dávila vendió a Diego Messía alrededor de 450 fanegas de sembradura y algunas de las casas sobre cuyo solar se levantaría el palacio señorial por un importe de 14.816.780 maravedíes.
Pese a la importancia de esta venta de los Arias Dávila, algunos miembros de la familia aún permanecieron en Morata en los años siguientes. Según el censo de población elaborado por los redactores del Catastro de Ensenada, a mediados del siglo XVIII aún residían en la villa algunos vecinos pertenecientes a la familia de origen segoviano. Concretamente, Esteban, Eugenio, Francisco, Joseph y Santiago Arias aparecían en el censo de población de 1751 con el apellido Arias con varias propiedades rústicas y urbanas en Morata entre las que ya no aparecían Las Huertarias.
Un documento fechado en 1762 localizado décadas después en el archivo general de la Casa de Altamira –la familia que heredó el marquesado de Leganés y sus bienes rústicos y urbanos en Morata- confirma que en ese año la finca de Las Huertarias pertenecía a Miguel Bello Martín, que ocupaba el oficio de escribano de número y del Ayuntamiento precisamente a propuesta del conde de Altamira quien, como poseedor del señorío de Morata, tenía el privilegio de nombrar este cargo.
Documento que refleja la venta de Las Huertarias por 1.100 reales

En la transcripción del documento depositado en archivo de los condes de Altamira se puede leer:
Leganés, año 1762
Morata
Venta que Miguel Bello Martín escribano del número y Ayuntamiento de Morata hizo y otorgó a favor del Señor Marqués de Leganés de una tierra cercada que llaman la Huerta de Arias, extramuros de Morata, que lleva en sembradura tres fanegas y media, poco más o menos, libre y por precio de 1.100 reales.
Hecha en Morata a 4 de marzo de 1762 ante el vendedor Miguel Bello Martín, escribano.
Nota. Esta tierra la tomó el vendedor a censo reservativo de las monjas de Chinchón por el principal de 1.100 reales y 33 reales de réditos anuales el cual redimió el dicho vendedor.
Tal como se indica en el documento, conservado actualmente en el Archivo Histórico Nacional (Sección Nobleza. BAENA, C.361, D.93-108), en ese año de 1.752 Las Huertarias pasaron al patrimonio del conde de Altamira, en esa fecha Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba, después de que el propio Miguel Bello redimiera el censo que gravaba la finca propiedad por entonces de las monjas agustinas de la villa de Chinchón.
Tras hacerse con Las Huertarias, situadas junto a la fachada oriental de su palacio –donde se localizaban las cocheras y el picadero, de ahí el nombre actual de la calle- el conde de Altamira unió esta finca de tres fanegas y media, según consta en el documento analizado, a otra parcela de su propiedad, la antigua Jabonería cuyo edificio por entonces ya se encontraba arruinado, según se puede leer en los legajos del Catastro de Ensenada en Morata. Ya en el siglo XVIII todas estas propiedades saldrían del patrimonio de los condes de Altamira cuando la familia se vio obligada a vender todas sus propiedades en Morata, y entre ellas la finca de Las Huertarias que, sin embargo, como ya se ha señalado, siguió explotándose como finca agrícola hasta bien entrado el siglo XX.
En el recuadro, vista aérea de Las Huertarias en 1946
Fuentes y bibliografía:
  • Archivo Histórico Nacional. Sección Nobleza. BAENA, C.361, D.93-108.
  • Archivo Histórico de Protocolos de Madrid T.6179, f. 241r-302r.
  • Arroyo Martín, Francisco. Poder y nobleza en la primera mitad del siglo XVII: el I marqués de Leganés. Universidad Carlos III-Departamento de Humanidades: Historia, Geografía y Arte. Getafe, 2012.
  • Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. T.6179, f. 241r-302r.
  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y H. 410.


miércoles, 6 de diciembre de 2017

Las cuentas de la casa de Altamira en Morata en 1839 (II)

Finalizamos la serie que iniciamos la pasada semana sobre la administración de los bienes de la Casa de Altamira en Morata en la primera mitad del siglo XIX. A partir de un documento depositado en el Archivo Histórico Nacional -Sección Nobleza. BAENA, C.354, D.453-464-, ya hemos visto como los ingresos del conde de Altamira –en ese año Vicente Pío Osorio de Moscoso- en los meses de junio, julio, agosto y septiembre de 1839 difícilmente cubrían los gastos que se generaban para obtenerlos. Mensualmente había que hacer frente al salario del propio administrador de los bienes del conde de Altamira en Morata –en ese año Pablo Martínez Toledano- y también al sueldo mensual del guarda de El Bosque, Salvador García. Además, la Casa de Altamira debía abonar contribuciones, mantenimiento del palacio, gastos de labor de la ya menguada hacienda y otros pagos que lastraban unos ingresos que, prácticamente, se reducían a las ventas del aceite producido en los olivares de Bosque, el importe el esparto y de las leñas que se subastaban anualmente y los alquileres de algunos inmuebles que todavía permanecían en el patrimonio condal.
Un ejemplo de estos ingresos y gastos son los que constan en el documento relativo al mes de agosto de 1839:
Mes de agosto de 1839
Cargos a favor
Por casas y artefactos, 300 reales
Por la venta de esparto del bosque de esta villa, 600 reales
Cobrado por orden general del señor Director me entregó D. José Robredo a cuenta del arrendamiento del derecho de fiel almotacén 733 reales 11 maravedíes
Trece arrobas y una libra de aceites turbios y remolidos y veinte tres libras de posos vendidos a 24 reales la arroba, 312 reales 32 maravedíes.
Total cargo 1.946 reales con 9 maravedíes.
Datas y sus causas
Por mi sueldo de Administrador en el tiempo de este estado a razón de 4.950 reales al año, 412 reales 17 maravedíes.
Por reconocimiento y componer una rotura de la cañería que conduce las aguas al palacio, 137 reales.
Por contribuciones, 731 reales.
Por varias citaciones a algunos deudores pagué al escribano José García Nieto, 18 reales.
Por el salario del guarda del bosque Salvador García en todo este mes a razón de 4 reales diarios, 124 reales.
Por alquiler de la caballería para ir dos días a Chinchón y uno a Perales, 30 reales.
Por la limosna a la Cofradía de Nuestra Señora de la Antigua de que es hermano mayor [el conde de Altamira], 20 reales.
Por el gasto de correo de todo este mes 3 reales.
Total data: 2.227 reales 16 maravedíes.
Resumen
Importan los cargos 1.946 reales 9 maravedíes
Importan las datas 2.227 reales 16 maravedíes.
Alcances contra la administración, 281 reales con 7 maravedíes.
Notas aclaratorias
1ª nota. Los débitos del año de 1837 en fin de este mes son 38.804 reales
2ª nota. Los débitos del año 1838 en fin de este mes son 730 reales.

Como confirma el desglose de los gastos e ingresos de agosto de 1839 los gastos superan en 281 reales a los ingresos, a pesar de que este mes se consignan como ingresos el importe de la subasta del esparto y el pago a cuenta de una parte del arrendamiento del cargo de fiel medidor.
En la documentación de este mes de agosto el administrador también incluye el desglose de las ventas de aceite del que se agotaron las existencias de esatemporada y una nota sobre su trabajo en ese mes:
Administrador de rentas del Excmo. Señor conde Altamira en la villa de Morata
Remito a usted el estado de esta administración correspondiente al mes de agosto último y debo advertir que en el de julio cuando me hice cargo de 1.100 reales que por arrendamientos tenía cobrados incluí en ellos los 200 reales que cobré de deudas atrasadas por ser procedentes de lo mismo y en los 158 de que también me cargué por censos lo hice también de los 22 reales 20 maravedíes correspondientes a los débitos del año 38, lo que pongo en noticia de usted en contestación a su superior orden de 10 del corriente
Dios guarde a usted (…)
Morata, 26 de septiembre de 1839
Pablo Martínez Toledano
Ilustrísimo don Salvador de Calvet, gentilhombre de cámara y director general de la Casa y estados del Excmo. Señor Conde de Altamira.
Apuntes de gastos e ingresos de la Casa de Altamira en Morata en agosto de 1839
Septiembre de 1839
No mucho mejor que las cuentas del mes de agosto son las correspondientes al mes de septiembre. De nuevo se produce un déficit entre los ingresos y los gastos -442 reales de pérdidas-debido a que los gastos de la administración siguen siendo elevados en relación con unos ingresos cada vez más reducidos
Mes de septiembre de 1839
Cargos a favor
Por casas y artefactos, 269 reales.
Por censos, 116 reales con 10 maravedíes.
Cobrado por deudas atrasadas de un endeudamiento de 1838, 100 reales.
Total cargo 485 reales, 10 maravedíes.
Datas y sus causas
Por mi sueldo de Administrador en el tiempo de este estado a razón de 4.950 reales al año, 412 reales 17 maravedíes.
Por el salario del guarda del bosque Salvador García en todo este mes a razón de 4 reales diarios, 124 reales.
Sacar el tenaco de las balsas(…), 52 reales.
Por conducir a la contaduría de la casa dos cargas de leñas, 30 reales.
Por alquiler de la caballería para ir dos días a Chinchón y uno a Perales, 30 reales.
Por el gasto de correo de todo este mes 1 real y 26 maravedíes.
Total data: 926 reales y 16 maravedíes.
Resumen
Importan los cargos 485 reales, 10 maravedíes
Importan las datas, 927 reales, 16 maravedíes.
Alcances contra la administración, 442 reales con 6 maravedíes.
Notas aclaratorias
1ª nota. Los débitos del año de 1837 en fin de este mes son 38.804 reales, 14 maravedíes.
2ª nota. Los débitos del año 1838 en fin de este mes son 730 reales.
He cobrado en este mes 100 reales.
Quedan 630 reales.
Junto al desglose de las cuentas del mes de septiembre, Pablo Martínez Toledano adjunta a la documentación remitida a la administración central de la Casa de Altamira sus apreciaciones y las novedades que se han producido en su trabajo durante el citado mes de septiembre de 1839. En esta nota, el administrador Pablo Martínez Toledano reitera las dificultades económicas de la Casa en Morata y anuncia que, para los próximos meses, será necesario afrontar gastos ineludibles para hacer frente a la próxima cosecha de aceitunas:
Administración de rentas del Excmo. Señor conde de Altamira en la villa de Morata
Remito a usted el estado de septiembre último en que resulta el de esta administración y por más esfuerzos que hago para reunir algún fondo y atender las precisas obligaciones no puedo conseguirlo; y además de la recomposición (…) que me está ya recomendada por usted se hace indispensable prevenir para la recolección y elaboración de la cosecha de aceituna dos docenas de costales y dos mantas de cáñamo , que entrarán unas 102 varas y en 4 reales son 408 reales, cuatro docenas de capachos a 4 reales cada uno y ascienden a 192 reales, dos pellejos cuyo coste será reales, una docena de ¿ que a 3 reales son 36 reales y una pala y una espuerta que serán 8 reales.
Creí poder hacer frente a estos gastos con lo que me devolviese el ayuntamiento de la cuenta de pago de los 2.000 reales pero como van cayendo las mensualidades de la contribución extraordinaria y están escasos de dinero han quedado en ir abonando en dichas mensualidades, por cuya razón solo queda el recurso de que si fuese posible se sirva usted dar su orden al arrendatario del derecho de fiel almotacén para que del tercio que debe pagar pronto, me entreguen los fondos que basten a cubrir estas atenciones por ser la ocasión de hacerlo con más economía, pues por ser la cosecha regular (…) costará mas.
Dios guarde a usted (…)
Morata, 20 de octubre de 1839
Pablo Martínez Toledano
Ilustrísimo don Salvador de Calvet, gentilhombre de cámara y director general de la Casa y estados del Excmo. Señor Conde de Altamira.





Fuentes y bibliografía:
  • Archivo Histórico Nacional Sección Nobleza. BAENA, C.354, D.453-464.
  • Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza-Baena, C-222, D-43-58.
  • Archivo Histórico Nacional-Sección Nobleza-Baena, C-274, D-22.
  • Archivo Histórico Nacional- Sección Nobleza-Baena, C-275, D-161-401.