miércoles, 30 de octubre de 2019

Censos históricos y padrones de población en la villa de Morata (V)


En 1787 la Real Imprenta publicaba los datos de población recogidos en el denominado Censo de Floridablanca. Dos años después, 1789, la publicación sería ampliada y reeditada con el titulo Censo español executado de Orden del rey, comunicado por el Excelentísimo Señor conde de Floridablanca, Primer Secretario de Estado y del Despacho, en el año 1787. Este censo, posterior a otro que ordeno realizar el conde de Aranda, constituye el primer censo español realizado con las técnicas estadísticas más modernas vigentes en la época. El espíritu de la Ilustración, vigente en esos años estaba muy presente en un censo que determino que la población de Morata ascendía a 1.059 habitantes.




Sólo unos años después del cuestionario del cardenal Lorenzana, el conde de Floridablanca ordena ejecutar un nuevo censo que en esta ocasión, a diferencia de otros padrones, abarcó todo el territorio y, por primera vez, no tenía un interés meramente recaudatorio para la Corona.
Se trataba de conocer a fondo la distribución de la población española como punto de partida para las reformas que intentaban afrontar los ilustrados de la época. Por este motivo, las instrucciones son claras para los encargados de realizar el censo: no se anotarán datos personales de los vecinos para evitar que el temor a las contribuciones o levas de soldados distorsionen las estadísticas, una circunstancia muy habitual en los censos, vecindarios y padrones realizados con anterioridad.
Desde este punto de partida, el Censo de Floridablanca es considerado por los especialistas en demografía como uno de los más fieles a la realidad española de la época y, en ese sentido, también tiene un valor importante a la hora de analizar los datos referentes a la villa de Morata sobre todo en comparación con los censos elaborados en siglos y décadas anteriores.
El proceso de elaboración del censo se inició en el año 1786 a partir de la orden del intendente de cada provincia o, dicho con mayor propiedad, intendencia (unidades administrativas creadas en el reinado de Fernando VI y definitivamente acotadas en sus límites con Carlos III). En el caso de Morata es la intendencia de Toledo, a través del corregimiento de Ocaña, la que envía a los alcaldes ordinarios de la villa, en esos años Juan González de y Pereda y Juan de Almazán, el impreso correspondiente. En la toma de datos de cada villa intervenían los dos alcaldes ordinarios citados, a veces el diputado del común, el cura o su teniente de cura y, naturalmente, el escribano en su función de dar fe pública del documento, tal como hacen los actuales notarios (José García Nieto ocupaba la escribanía de Morata en 1786).

Portada de la publicación con los datos del Censo de Floridablanca publicada en 1789

Datos de la villa de Morata en el Censo de Floridablanca
Los datos recogidos en la villa de Morata aparecen en la documentación censal correspondiente, como ya se ha señalado, al denominado por entonces Reino de Toledo y a la intendencia de Ocaña. Estos manuscritos se conservan en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia y han sido reeditados, en edición facsímil, de la publicación original de 1789 por parte del Instituto Nacional de Estadística con motivo del segundo centenario del inicio de los trabajos de recopilación de datos..
En el epígrafe correspondiente a Morata se especificaba que la villa, de señorío de la Casa de Altamira, contaba con un alcalde mayor, encargado de impartir justicia en nombre del señor de la villa (en el año de elaboración del censo, la alcaldía mayor de Morata la ocupaba el licenciado Juan Pablo Cerdán, en representación del XI conde de Altamira Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Guzmán).
De acuerdo con estos datos la población de Morata ascendía a 1.059 habitantes (504 varones y 555 mujeres). Hay que señalar que, por primera vez, un censo realizado en España recoge como dato fundamental el número de habitantes y no el número de vecinos, entendiendo por vecinos el número de unidades familiares que habitaban en un núcleo de población. Hasta el Censo de Floridablanca, con la única excepción del Catastro de Ensenada, que de alguna forma también detallaba las unidades familiares, los padrones y censos –casi siempre realizados con un objetivo económico como ya se ha reiterado- constataban el número de vecinos con obligaciones fiscales, lo que obligaba a aplicar coeficientes multiplicadores si se quería conocer, siquiera aproximadamente, el numero de habitantes de cada villa o ciudad.
Que el censo de Floridablanca pretendía ir más allá que servir de soporte para la recaudación de impuestos lo demuestra el hecho e que sus redactores reflejaron en la documentación censal aspectos hasta entonces poco habituales como los grupos de edades que componían la población total de cada unidad censada. En el caso de Morata esta información se resume en los siguientes datos:
  • Menos de siete años: 113 varones y 117 mujeres para un total de 228 habitantes.
  • Entre 7 y 16 años: 96 varones y 115 mujeres para un total de 204 habitantes
  • Entre 16 y 25 años: 48 varones y 65 mujeres para un total de 113 habitantes.
  • Entre 25 y 40 años: 105 varones y 106 mujeres para un total de 211 habitantes.
  • Entre 40 y 50 años: 79 varones y 89 mujeres para un total de 168 habitantes.
  • Más de 50 años: 61 hombres y72 mujeres para un total de 133 habitantes.
Además de agrupar a la población por grupos de edad, una absoluta novedad con respecto a censos anteriores, en el Censo de Floridablanca también distinguió entre habitantes solteros (519), casados (452) y viudos/as (86).
Que el censo buscaba conocer la realidad social de las villas y lugares de la Corona entre las anotaciones del Censo de Floridablanca también se recogen otros datos de la población que iban más allá de los meramente estadísticos. Así, se señala la existencia en Morata de los hospitales ya de beneficencia con los que cuenta la villa: el de Antonio López, con tres camas para los enfermos del pueblo, y dotado con un administrador y un hombre para cuidarlo; y el del doctor Vallejo, para transeúntes, sin ninguna cama, un administrador y un hombre a su cuidado que vive en las dependencias del hospital. Una vez más, antes de continuar, hay que recordar que el término hospital hay que tomarlo en su justa medida: en ningún caso es asimilable al concepto actual. En el período histórico en el que nos movemos, más bien se trata de casas de acogida para las familias pobres del pueblo que se mantiene con las rentas de algunos bienes inmobiliarios de su patrimonio y los donativos de los vecinos más pudientes dedicados a sufragar los gastos ocasionados en la institución.
Por lo tanto, no es de extrañar que si en el primero, destinado a los vecinos de Morata, existían tres camas y médico asignado, el de transeúntes simplemente ejerce las funciones de refugio y casa de acogida para los mendigos que llegan a la villa de paso hacia otros lugares.
Hay un apartado del Censo de Floridablanca que certifica la existencia en Morata de un importante número de viviendas cueva. Este aspecto, absolutamente novedoso y que diferencia al Censo de Floridablanca de los anteriores, aflora a la realidad estadística la existencia de estas infraviviendas tan abundantes en toda la comarca el Bajo Tajuña. Si en el Catastro de Ensenada este tipo de viviendas son simple y llanamente opacas e inexistentes para los redactores de la documentación -lo que no significa que no existieran- en el Censo de Floridablanca, cuyo trabajo de campo se realizó cuando habían pasado poco más de treinta años, aparecen citadas nada menos que 150 cuevas* y, como consecuencia, al menos 150 familias abocadas a vivir en estas viviendas excavadas en el monte lo que denota la existencia de una población abocada a vivir en esas infraviviendas.
No más positiva para la realidad social de Morata en esos años es la referencia a las calles de la villa que aunque llanas están sin empedrar. La definición de los caminos de acceso a Morata es también tajante: malos, una situación común a todo el país y que se extenderá en el tiempo hasta muy avanzado el siglo XIX.
En la declaración censal de Morata se menciona la producción de cereal, vino y legumbres, así como la cría de especies de caza menor en corrales. También aparecen como medios de vida la cría y pastoreo de ganado lanar y vacuno.
Por último, las cifras relativas a las ocupaciones de población apuntan los siguientes datos en la documentación firmada el 21 de mayo de 1787::
Curas, 1; beneficiados, 4; sacristanes, 2; órdenes menores, 3; hidalgos, 20; abogados, 1; escribanos, 1; estudiantes, 3; labradores, 50; jornaleros, 120; empleados con sueldo del rey, 1; con fuero militar, 2.
Descenso de población en Morata
La comparación de los datos de población del Censo de Floridablanca con los del Catastro de Ensenada nos permite acercarnos, con su interpretación, a la evolución de Morata en el período de tiempo comprendido entre 1752 y 1787. En estos treinta y cinco años, en los que se produce la transición entre el reinado de Fernando VI y el
de Carlos III, se advierte un importante descenso de población: sólo así se puede explicar que los 296 vecinos que se registran en el Catastro de Ensenada pasen, en los mencionados treinta y cinco años, a convertirse en poco más de 200. Sorprende, por otra parte, que en los datos que se aportan en las respuestas al Cuestionario del cardenal Lorenzana –que analizamos la pasada semana-, se mencione la cifra de 400 vecinos, anormalmente alta cuando sólo un año después los vecinos censados superan por muy poco la mencionada cifra de 200. La explicación a estas cifras tan discordantes tal vez haya que buscarla en el hecho de que el Censo de Floridablanca se elaboró con técnicas más modernas y adecuadas que el interrogatorio de Lorenzana, un trabajo con un carácter más informativo que hacendístico o sociológico.
Pero, aun desechando la validez de la comparación entre el resultado del Cuestionario de Lorenzana y el Censo de Floridablanca, no se puede obviar el descenso de población acusado por la diferencia entre este último censo y el del Catastro de Ensenada. ¿Qué circunstancias influyeron para que Morata pasara de los 296 vecinos de 1752 a los poco más de 200 de 1787, y que el número de habitantes pasara de los 1.181 a 1.059?
El análisis del sector de la población encuadrado en los apartados de jornaleros y familias pobres, que suman en total 200 vecinos en 1752, tal vez nos dé la respuesta cuando lo comparamos con los 120 jornaleros que únicamente aparecen en 1787: la deducción es que el origen del descenso de población hay que buscarlo en esta diferencia de 80 familias menos en el sector correspondiente a los jornaleros y pobres, tal vez obligados a emigrar en busca de mejores condiciones de vida durante el período de tiempo analizado. Por otra parte, resulta significativo que justo en el otro sector de la sociedad morateña, en el estamento nobiliario, en este mismo período en el que se produce un descenso en el número de jornaleros, hay un incremento importante, al menos en términos relativos: los 16 nobles o hidalgos de 1752 se convierten en 20 treinta y cinco años después (Un 25 por ciento de incremento).
En definitiva, no es aventurado afirmar que el descenso de población pudo deberse, como en tantas otras ocasiones, a una combinación de factores tan variados como el régimen de propiedad de la tierra (acaparada en unas pocas manos) que obligaría a buscar nuevos horizontes en la cercana corte a la mano de obra excedente, junto con otras variables como las malas cosechas e incluso las epidemias (Ya hemos referido la de fiebres terciarias que se produjo en 1766**).








*Resulta curioso que más de 50 años después la publicación conocida como Diccionario de Madoz (1848) recoja la existencia en Morata de la misma cantidad de cuevas que las que aparecían en el censo de Floridablanca: (…) unas 400 casas de dos pisos, en lo general y de mediana construcción, 150 cuevas (…).

**Las denominadas en esos años fiebres tercianas –se repetían cada 48 horas- eran en realidad la enfermedad del paludismo. Se ha constatado que en la segunda mitad del siglo XVIII numerosas comarcas españolas sufrieron epidemias de esta enfermedad provocada por la existencia de aguas estancadas en las que proliferaban los mosquitos y también a las malas condiciones sanitarias que provocaban la inexistencia de redes de saneamiento.

Fuentes y bibliografía:
  • Censo 1787 Floridablanca. (Página 511 del nomenclátor de 1787) (Tomo 2-Comunidades Autónomas de la Submeseta Sur). Instituto Nacional de Estadística. Madrid, 1987.
  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada. Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.
  • Diccionario Geográfico Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar (1848). Madoz, Pascual. Citado en Madrid. Audiencia, provincia, intendencia, vicaría, partido y villa. Ediciones Giner. Madrid, 1981.
  • Paludismo en España en los siglos XVIII y XIX: distribución espacial y erradicación. De la Riva, J; Ibarra, P; Montorio, R; Rodrigues, M (eds). Análisis espacial y representación geográfica: innovación y Aplicación. Universidad de Zaragoza. Zaragoza, 2015.
  • Historia de la villa de Morata de Tajuña. Torre Briceño. Jesús Antonio de la. Ayuntamiento de Morata de Tajuña. Guadalajara, 1999.


martes, 22 de octubre de 2019

Censos históricos y padrones de población en la villa de Morata (IV)

El Cuestionario del cardenal Lorenzana

Unos años después de que se recogieran los datos que aparecen en la documentación del Catastro de Ensenada, que incluían como vimos la pasada semana un detallado censo de los habitantes de Morata, se realizaron en paralelo dos nuevos trabajos que trataban de averiguar los habitantes de la villa. El primero de ellos fue conocido en el momento de su elaboración, 1786, como el Cuestionario de Lorenzana, una relación de catorce preguntas que, a modo de los interrogatorios realizados por Felipe II en el siglo XVI, buscaba describir la realidad económica y social de las villas y ciudades que integraban por entonces el territorio del arzobispado de Toledo. Prácticamente en paralelo, entre los años 1785 y 1787, la Corona promovió un nuevo censo de población impulsado por el conde de Floridablanca que analizaremos la próxima semana.





La sociedad morateña en el XVIII
Pocos años después de realizarse el Catastro de Ensenada, a mediados del siglo XVIII, se trabaja en un nuevo censo, en realidad un cuestionario de catorce preguntas, que nos permite cotejar los datos y obtener una nueva radiografía de la situación de la villa de Morata en esos años. Se trata en este caso del cuestionario que ordenó elaborar el cardenal Lorenzana como arzobispo de Toledo, la sede primada de España.
La Iglesia, como en tantas otras ocasiones hicieran los ministros de la Corona, está interesada en conocer la realidad del territorio sobre el que ejerce la acción pastoral y en el que posee importantes propiedades. Para el trabajo de campo del cuestionario, Lorenzana encarga a los párrocos que elaboren las contestaciones al cuestionario enviado desde la sede arzobispal.
El método utilizado es muy parecido al de las Relaciones de Felipe II del siglo XVI. A la hora de realizar este cuestionario los sacerdotes de cada pueblo tuvieron una participación muy importante: después de todo es la Iglesia, o mejor el arzobispado de Toledo, es el mayor interesado en disponer de los datos económicos y sociales de las parroquias que integran la archidiócesis.


Cardenal Lorenzana, arzobispo de Toledo e impulsor del cuestionario que lleva su nombre

El resumen de las respuestas al cuestionario, redactadas por el entonces párroco de Morata, Francisco Flores, con fecha del año 1786, es el siguiente:
En cumplimiento a la orden comunicada por el Excelentísimo señor arzobispo de Toledo, mi señor, para evacuar los particulares que comprende el interrogatorio que se me ha remitido, dirigido por vereda del señor vicario general de la ciudad de Alcalá, digo:
1º- Que este pueblo es villa con el nombre de Morata; que es de la vicaría general de Alcalá de Henares; que es de señorío. Que lo es de este pueblo el Excelentísimo señor marqués de Astorga, conde de Altamira; que se compone todo su vecindario de cuatrocientos vecinos.
2º- No es cabeza de vicaría ni de partido; no es anejo de ninguna parroquia; que no tiene convento alguno, si no es una casa de labor que tienen los padres del convento del Rosario de la villa de Madrid. Hay cuatro ermitas extramuros de este pueblo: la una de Nuestra Señora de la Concepción; otra, de Nuestra Señora de la Soledad; otra, de Nuestra Señora del Rosario; y otra, de Nuestra Señora de la Antigua, la que se tiene por patrona y de la mayor devoción y celebridad en el día de la Natividad de Nuestra Señora, de la que ha recibido este pueblo singulares beneficios por medio de esta imagen; cuyas cuatro ermitas están muy inmediatas al pueblo y, dentro de él, hay otra del Santísimo Cristo de la Sala.
La advocación de la parroquia lo es Nuestra Señora de la Concepción.
3º- Dista este pueblo de la metrópoli de Toledo once leguas y de la vicaría de Alcalá de Henares cinco leguas. Los lugares circunvecinos son: al Oriente, la villa de Perales de Tajuña, que dista cuatro cuartos de legua; a Mediodía, la villa de Chinchón, a distancia de cinco o seis cuartos de legua; a el Poniente, villa de San Martín de la Vega, que dista cinco cuartos de legua; y al norte, la villa de Arganda, que dista cuatro cuartos de legua. El término y jurisdicción de esta villa de Morata ocupa, de Oriente a Poniente, cuatro cuartos de legua y, de Norte a Mediodía, cuatro cuartos de legua, y de circunferencia, seis cuartos de legua.
4º- Que este pueblo se halla en la ribera del río Tajuña (a distancia de él como dos tiros de fusil), al Norte y el río corre del Oriente al Poniente y nace, según dicen, en las Alcarrias. Este río, llamado de Tajuña, tiene un puente de piedra que se llama la Puente Grande, que sirve de tránsito para las villas de Chinchón y Valdelaguna.
5º- Que no hay sierras ni nada de lo que contiene la 5ª pregunta.
6º- Que no tiene montes y sólo hay un bosque, que pertenece a el señor del pueblo, en el que hay, en las arroyadas y manantiales, alamedas y álamo negro y blanco y, en los demás sitios, olivas, carrascas, encinas, almendros y espartales, y en él hay una fuente y otros manantiales; cuyo bosque mira al mediodía y su circunferencia será de un cuarto de legua.
7º- Se ignora la fundación y armas del pueblo. Sólo hay en la plaza un rollo de piedra del país con cuatro gradas al pie y su altura, diez varas, y no se sabe cuando se puso ni con qué motivo. Sólo se denota mucha antigüedad. No hay castillo ni edificio de los que expresa este capítulo.
8º- Los frutos más singulares que produce este pueblo son trigo, cebada, aceite y vino y, en la vega, varios esquilmos de ajos, melones, cebollas, cáñamo y otras verduras que se benefician con los caces que salen del río Tajuña, y en ella hay una huerta propia del señor del pueblo, de frutales, que la rodea el río, cercada de álamos negros y blancos.
9º- No hay en este pueblo manufacturas ni fábricas. Sólo hay dos molinos de pan [y] un batán de paños.
10º- Que no hay mercados ni ferias ni nada de lo que expresa el 10 capítulo.
11º- No hay más estudios que un maestro de primeras letras que enseña a los niños del pueblo.
12º- En este pueblo hay un alcalde mayor*, que le nombra el señor de él, dos alcaldes ordinarios**, cuatro regidores, un procurador síndico, dos alcaldes de la Hermandad y dos diputados del común, cuyos oficios disfrutan la mitad el estado noble, y la otra mitad, el general. No hay nada de lo que expresa esta pregunta del interrogatorio.
13º- Las enfermedades comunes que se padecen sólo es de tercianas, tabardillos, dolor de costado y demás achaques comunes, para lo que hay un médico, un cirujano y boticario. Anualmente nacen unos sesenta a setenta y mueren de cuarenta a cincuenta.
14º- En este pueblo no hay más que las aguas comunes, que son de fuentes y arroyos, pero, entre ellas, las hay muy buenas y saludables.
Que es cuanto se puede informar sobre todos los particulares del interrogatorio.
Morata, marzo, 22, de 1786
Firma: don Francisco Flores.
Interpretación de las respuestas al cuestionario
En las respuestas al cuestionario del cardenal Lorenzana y las propias preguntas nos indican que, además del interés por los datos económicos de la villa, también se muestra cierta inquietud sobre problemas como la sanidad, la historia, la geografía e incluso la enseñanza en la villa junto, naturalmente, a los datos meramente religiosos. Hay aspectos novedosos pero otros se repiten en relación a otros censos: la actividad laboral de los vecinos, la organización del concejo de la villa y, por supuesto, la presencia del señorío de la casa de Altamira y Astorga.
En cuanto a los habitantes que por entonces vivían en Morata, el párroco se muestra ciertamente conciso en su respuesta, se compone todo su vecindario de cuatrocientos vecinos. Esta cifra, pese a su ambigüedad, podríamos entender que supone un incremento importante respecto a la población censada en el Catastro de Ensenada, casi cuatro décadas antes, cuando se afirmaba que en Morata se cuantificaban 319 unidades familiares que equivalían a 1181 vecinos. Sin embargo, como veremos la próxima semana con el censo de Floridablanca, mucho más fiable, en realidad la población de Morata había disminuido ligeramente en los años que habían transcurrido desde que se realizara el citado Catastro de Ensenada a mediados del siglo XVIII.
El cuestionario nos permite comprobar cómo en el apartado religioso aparece ya citada como patrona de la villa la Virgen de la Antigua con lo que desaparece así la referencia a la Virgen de la Vega (mencionada en las Relaciones de Felipe II). Además se citan las ermitas existentes, entre ellas la del Rosario y la del Cristo de la Sala.
Muy significativo es el apartado dedicado a la organización del consistorio de Morata. Se deja muy claro que el señor de la villa es el responsable del nombramiento del alcalde mayor (recordemos que es el responsable de presidir el concejo y administrar justicia), mientras que los alcaldes ordinarios y de Hermandad –encargados de la seguridad y la vigilancia en el campo- representan a los nobles y pecheros. Los regidores se pueden asimilar al cargo actual de concejal mientras que el procurador síndico responde a la figura del encargado de promover los intereses y los derechos de la villa. El síndico del común, figura administrativa de reciente creación entonces, respondía a la necesidad de que las villas y lugares de señorío contaran con representantes que defendieran sus intereses frente al creciente poder del señor. Estos cargos se crean a raíz de los motines generalizados que se producen en 1766 a consecuencia de la carestía de la vida. En esa fecha, el rígido control de los municipios por la oligarquía impedía una correcta administración de los pósitos como principales organismos con los que hacer frente a los movimientos alcistas en los precios de productos esenciales como el trigo y la harina.
La omnipresencia del conde de Altamira se manifiesta también cuando se citan dos de sus posesiones: la huerta de Angulo y El Bosque. Naturalmente, estas dos propiedades hacen referencia a la huerta de Angulo, con el molino, y al Bosque, aunque no como lo conocemos actualmente: el lugar que ahora ocupan los pinos entonces lo ocupaban encinas y matorrales. En estas referencias al titular del señorío de Morata, sorprende que el redactor de las contestaciones no dé noticia sobre el motivo de la presencia del rollo en la plaza del pueblo. Y es que en las villas de señorío todos los vecinos sabían perfectamente el motivo de la presencia del rollo y para qué se utilizaba: demostrar la existencia de un señorío y la correspondiente jurisdicción señorial así como su utilización como picota para exponer la cabeza de los condenados.
Sí que tiene muy claro el cura de la parroquia de Morata los principales medios de vida de sus feligreses. Como en anteriores relaciones y censos los cereales y el vino, junto con los productos de la huerta, el cáñamo y el aceite son los productos que se cultivan en el campo morateño. En este sentido hay que apuntar que el aceite aparece reflejado por el párroco entre los más importantes (recordemos que en otros censos de siglos anteriores no aparece) mientras que continúa la referencia al cáñamo, tan presente en todas las citas referentes a Morata desde el ya lejano siglo XVI.
Este cultivo, desde hace tantos años ausente de la vega morateña, debió de generar un importante movimiento económico en Morata durante muchos años: de ahí la cita, también habitual, de un batán en la ribera del Tajuña como elemento imprescindible para la transformación y manufactura de la cosecha que, a falta de otros datos más concretos, podemos considerar como importante a lo largo de los siglos. En este sentido, aunque el párroco de Morata se muestra muy escueto, podemos hacernos una idea de la importancia del cultivo del cáñamo si acudimos a la respuesta que sobre el mismo tema da el párroco de la población vecina de Perales. Este, en la contestación a la pregunta número 9 del cuestionario y donde su colega de Morata se limita a señalar la existencia de un batán de paños, se extiende en los detalles y señala que las manufacturas que hay son de hilazas de cáñamo, en lo que se emplean las mujeres, para texer lienzos que son los que comúnmente gastan los vecinos, y la de tejer costales, de los cuales, además de los que se necesitan para el pueblo, se venderán anualmente para otros mil y doscientos a precio, cada uno, de nueve a diez reales de vellón; y todos ellos, o los más, se texen por las mujeres del pueblo, en el que no hay máquinas ni inventos nuevos.
Además, en una respuesta anterior, el párroco peraleño hace referencia a una producción anual de 5.000 arrobas de cáñamo. Si extrapolamos estas cifras a Morata, es fácil llegar a la conclusión de que en nuestra villa, con una extensión mayor de tierras de regadío y la existencia de un batán, la actividad en torno al cultivo y manufactura del cáñamo debía ser muy importante.
Hay otro dato que destacar también en la respuestas al cuestionario del cardenal Lorenzana que también aparece en el Catastro de Ensenada: se hace referencia a la presencia en la villa de un maestro de primeras letras que enseña a los niños del pueblo, lo que indica que frente al desinterés de siglos anteriores, las ideas de la Ilustración, de alguna forma y en pequeña medida, empiezan a imponer la necesidad de atender la formación de los niños, aunque, desafortunadamente, no tenemos noticia sobre quién es la instancia responsable de pagar los honorarios de la persona encargada de la escuela (En el caso de Perales, que citamos otra vez, su cura párroco informa que la dotación del maestro se abona con cargo a los bienes de propios del concejo).
Indicadora de la realidad sanitaria de la época es la respuesta respecto a las enfermedades más comunes en la villa. Tomemos en consideración que estamos en una etapa histórica en la que los métodos curativos estaban ciertamente muy alejados no ya de los actuales sino de los avances de la medicina en el siglo posterior. Incluso la denominación de las enfermedades, ahora en desuso, y los métodos terapéuticos de la época nos resultan necesariamente chocantes desde una perspectiva actual. Así conviene, en primer lugar, situar en qué consisten las enfermedades señaladas por el párroco.
Las tercianas (calenturas intermitentes que se repiten cada tres días), el tabardillo, que esconde bajo esa denominación el tifus (enfermedad infecciosa muy grave en la época, que provocaba altas fiebres y manchas punteadas en la piel), el dolor de costado (también acompañado de fiebres), son en todos los casos enfermedades ahora perfectamente controlables pero en aquellos años ciertamente peligrosas y mortales en muchas ocasiones. A finales del reinado de Carlos III una epidemia de tercianas costó muchas vidas ante la falta de medidas terapéuticas con las que afrontar una enfermedad (también se cita como habitual en la villa vecina de Perales) ante la que el remedio más utilizado por los facultativos de entonces era la quina. Este desamparo ante la enfermedad y las epidemias provocaban una mortalidad muy alta, acompañada de un índice de natalidad muy elevado en relación con las cifras actuales.


* Alcalde Mayor de Morata en 1786: Pedro Pasarín y Quindo.
**Alcaldes ordinarios de Morata en 1786: Juan González de Pereda y Juan de Almazán.


Fuentes y bibliografía:

  • Archivo Diocesano de Toledo. BPT ms. 85, f. 295 vto. (También existe una copia con la transcripción del cuestionario del cardenal Lorenzana en la Consejería de Economía de la Comunidad de Madrid).
  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada. Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.
  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y Respuestas Particulares H 408 y H 410. Archivo General de Simancas. Respuestas Generales Toledo. Libros 611 a 627.
  • Historia de la villa de Morata de Tajuña. Torre Briceño. Jesús Antonio de la. Ayuntamiento de Morata de Tajuña. Guadalajara, 1999.




martes, 15 de octubre de 2019

Censos históricos y padrones de población en la villa de Morata (III)

El Catastro de Ensenada, elaborado a mediados del siglo XVIII durante el reinado de Fernando VI, significó, sin ninguna duda, el mayor esfuerzo realizado hasta entonces por el reino de España para conocer la realidad estadística del territorio conocido en esos años como Corona de Castilla. Aunque el catastro tenía un fin básicamente fiscal, no se puede obviar la importancia de la ingente cantidad de documentación que generó para realizar el censo de las villas, lugares y ciudades. Para conocer cómo era el censo de nuestro pueblo en esa época publicamos, completo, el capitulo sobre la población de la villa que ya analizamos en el libro Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada (1751.





La población de Morata: El libro de Familias
Una de las utilidades que los investigadores siempre han destacado de la documentación derivada de la elaboración del Catastro de Ensenada es su importancia como fuente de datos para averiguar los censos de población de la época, bien aplicados a nivel general de la Corona de Castilla o bien a unidades más reducidas como las intendencias –equivalentes a las provincias actuales- o a casos particulares de villas y ciudades.
La base para elaborar estos censos o vecindarios generales o parciales fueron los datos recabados en sus averiguaciones por los subdelegados enviados a cada villa, ciudad o aldea y que fueron recogidos en los llamados Libros de Familias.
Esta denominación no siempre fue uniforme y se utilizaron varios términos para definir estos censos de población: Libro Mayor de lo Personal, Libro de Vecinos, Libro Maestro de familias, Libro Registro de los vecinos. Pero al margen de la denominación, el objetivo siempre era el mismo: determinar el número de vecinos de cada lugar catastrado, pues no en vano uno de los problemas con el que siempre se encontró la hacienda castellana a la hora de recaudar los impuestos –o llamar a filas- fue la inexistencia de censos de población o la escasa fiabilidad de los mismos en el caso de que existieran.
El marqués de la Ensenada tuvo claro desde el principio esta carencia endémica de la hacienda pública española, además de las injusticias que provocaba cuando se trataba de repartir las cargas fiscales, y se ocupó de que en la orden real se recogiera la obligación de recabar datos sobre los habitantes de cada lugar, aldea, villa o ciudad. Estos datos aparecían específicamente en dos apartados fundamentales del Catastro: Las Respuestas Generales y el Libro de Familia, o cualquier otra denominación que decidiera el responsable de elaborarlo.
Sí que es cierto que, como sucedió en tantas otras de las operaciones del catastro, cada subdelegado aplicó un método propio a la hora de registrar documentalmente el recuento de vecinos y los miembros que integraban cada unidad familiar, lo que resta o añade fiabilidad y utilidad a cada uno de estos censos particulares en función de los datos aportados por los redactores.
En el decreto del rey Fernando VI se aclara que una de las averiguaciones a realizar era la realización de un formulario:
(...) del estado del número de individuos que existen en cada provincia que deben pagar lo personal, con distinción de oficios que ejercen, sus oficiales y aprendices, y expresión de lo que cada uno, según su oficio y arte, pueden ganar al día de su trabajo.
El Real Decreto insiste más adelante en los datos que se registraran en el catastro y señala que:
Se hará publicar y fijar (a mayor abundamiento) un bando o edicto mandando que dentro del término que pareciere competente todos los vecinos, cabezas de casa, estantes y habitantes, de cualquier estado, calidad y condición que sean, presenten una relación firmada (y si no supieren de un testigo) en la que se ponga su nombre y apellidos, si es caballero, hidalgo, ministro, abogado, procurador, mercader de por mayor o por menor, artista, o jornalero, o de cualquier otro arte u oficio que ejerza, número de personas de que se compone su familia de uno y otro sexo, sean hijos, hermanos, criados, oficiales u aprendices y sus edades( …).
En definitiva, se muestra el interés de las autoridades por conocer unos datos que reflejen la verdadera situación de la población del Reino de Castilla, un interés que en la práctica se plasmó en dos apartados del catastro, la pregunta veintiuno de las Respuestas Generales y el ya citado Libro de Familias.

Primera página del documento que recoge las averiguaciones del Catastro de Ensenada en Morata

En Morata, el subdelegado encargado del catastro, Juan Joseph de Leza Cesáreo, recabó la información de los peritos que se reflejó en la respuesta veintiuno del cuestionario:
(…) declararon que esta población se compondrá a juicio de los declarantes como de doscientos y noventa vecinos o trescientos de corta diferencia y que no hay alquerías ni casas de campo en el término ni más personas que las que habitan dentro del pueblo.
En la propia redacción de la respuesta se observa que no se da una cifra redonda, sino que ofrecen dos cantidades con una margen de diferencia de diez vecinos, lo que nos da una idea de las dificultades que encontraron los subdelegados del catastro para realizar su trabajo.
En otras respuestas a las preguntas treinta y ocho y treinta y nueve se ofrece información sobre los vecinos pertenecientes al estado:
(...) dijeron que sólo hay cuatro clérigos en el pueblo que son Don Andrés Ros, cura de esta Parroquial, el señor don Pedro Marchena, que se halla presente, don Pedro Castro de Rivera y don Miguel Ruiz de Orive.
Y en la otra pregunta respondieron que:
(...) dijeron que no hay convento alguno en esta villa, hay sólo casa de Labranza perteneciente al convento del Rosario de Religiosos Dominicos de Madrid y que en ella residen continuamente dos religiosos administradores con criados y ganado para la labor de su hacienda.
Mucho más útil a la hora de analizar la población de la villa de Morata a partir de los datos proporcionados por el catastro es el llamado Libro de Familias. Este libro respondió en el caso de Morata bastante fielmente a las instrucciones marcadas en el Real Decreto de Fernando VI. De hecho, el Libro de Familias de Morata ofrece los siguientes datos de todos los vecinos:
Nombre, apellido o apellidos (Lo más habitual es consignar uno), edad, estado civil, nombre del cónyuge, edad del cónyuge, nombre de hijos e hijas y edad de cada uno de ellos de mayor a menor y, por último, nombre de los criados o criadas que viven en el domicilio, así como su edad y en algunos casos su ocupación.
Al margen de estos datos, los vecinos se agrupan por grupos sociales y profesiones, es decir, el censo comienza por consignar los datos de los vecinos del estado noble y de profesión labrador. Continúa con los pobres y jornaleros de ambos estados y finaliza con los vecinos que ejercían otros oficios ajenos a la agricultura. Veamos algunos ejemplos de cómo se consignaban los habitantes de la villa en el Libro de Familias de Morata:
Don Tadeo Fominaya, de edad veintiocho años, de exercicio labrador, casado con Doña Josepha Moreno de veinte y cuatro años. Su familia: hijo, Francisco de seis años, Vicenta, de tres años y Theresa de un año.
Continúa con los labradores del estado general:
Manuel González de San Joseph, de edad cuarenta y nueve años, de exercicio labrador, casado con Antonia Ruiz, de cincuenta y un años. Su familia: hijo, Thomás de diez y nueve años, Joseph de trece años, hija María Antonia de dieciséis años. Criado, Eusebio Ruiz de Castañeda de quince años.
Sigue el censo con las viudas labradoras y pobres del estado noble:
Doña Xuana de Oliva, de edad de cincuenta y un años, de estado viuda, de exercicio labradora. Su familia: hijo Don Félix de Salcedo, de doce años, hija, Doña María de diez y seis años. Criado Mateo Fernández de veinte años.
Continúa con las viudas del estado general y las viudas pobres:
Inés de la Fuente, de edad cincuenta y ocho año. Viuda labradora.
Águeda Martínez, de edad de cincuenta y siete años. Viuda pobre.
Los jornaleros nobles y del estado general:
Don Manuel de Salcedo, de cuarenta y seis años, de exercicio jornalero, casado con Doña Josepha Ayuso de cuarenta y dos años. Su familia; hijo, Joseph de diez y seis años, Manuel de cinco años, hija Genara de diez y ocho años.
Joseph López, de veinte y seis años, jornalero, casado con Mariana de Huerta, de veinte y cinco: Su familia: hijo, Manuel de cuatro años.
La relación sigue con los vecinos que desempeñan un oficio distinto al de labrador o jornalero (hortelano, yesero, médico, maestro, zapatero, etc) y finaliza con los cuatro vecinos considerados como impedidos:
Esteban Arias, de edad treinta y seis años, jornalero, casado con Juana García, de treinta y un años. Su familia: hijo Raimundo de doce años y Manuel de siete años.
Manuel García de la Cueva, d edad treinta años, de facultad sangrador y barbero, casado con María Ramírez, de veinte y nueve años. Su familia: Hijo, Agustín de cinco años, hija, Benita de ocho años, Theresa, de tres años, hija, Simona de año y medio, y Ángela de cuatro meses.
Manuel Martínez, de sesenta y seis años, viudo. Su familia: hijo, Miguel de veinte años. Su oficial.
Juan García de la Puente, de sesenta años. Impedido por defecto personal. Casado con Juana Sánchez de sesenta años.
Además de agrupar a todos los vecinos en alguna de estas categorías, el libro incluye en algunos casos, otras situaciones personales que aparecían reflejadas en el Decreto Real. Así se indica cuando los censados son militares, caballeros de alguna orden militar o abogado de los Reales Consejos:
Don Joseph Orozco y Salcedo, abogado de los Reales Consejos, de edad cuarenta y ocho años, su oficio labrador, casado con Doña Josepha Monzón de treinta años. Su familia: hijo, Miguel de nueve años, hija, Michaela, de un año. Criado, Carlos Sevilla, de veinte y cinco años, criado de labranza. Criado, Juan Ximénez, de diez y seis años, criado chico. Criada, María Anguita de diez y ocho años. Criada, Antonia Peña, de quince años.
De las declaraciones de los morateños que se incluyen en el Libro de Familias se desprende que la villa contaba con 319 unidades familiares, a las que habría que añadir 4 clérigos y los dos frailes del convento de dominicos, como resultado de la suma del registro de 31 familias pertenecientes a la nobleza, 66 labradores casados, 7 labradores viudos, 9 labradoras viudas, 27 viudas pobres, 2 solteras pobres, 118 jornaleros, 55 trabajadores en distintos oficios y, por último, 4 impedidos.
Esta distribución por estados, oficios y nivel de renta que componía el censo de Morata cuando se elaboró el Catastro de Ensenada, fija la estructura social de la villa no en compartimentos estancos en función del apellido sino del patrimonio en propiedades rústicas o urbanas
Las familias encuadradas en el estado noble son, en todos los casos, apellidos de la pequeña nobleza –hidalgos- puesto que los dos representantes de la alta nobleza en Morata, el conde de Altamira y el marques de Espinardo, lógicamente no estaban avecindados en la villa. Como se ve en la relación, la pertenencia a este estado privilegiado no significaba, necesariamente, un estatus económico elevado. Sí bien es cierto que miembros de familias con apellidos como Ruiz de Castañeda, Salcedo o Fominaya aparecen posteriormente en las declaraciones individuales como grandes propietarios, entre estos hidalgos también hay vecinos que se declaran directamente pobres o jornaleros.
Igual sucede con la calificación de labradores del Estado General que incluye grandes propietarios de tierras de secano o regadío junto a otros labradores que, necesariamente, se veían obligados a arrendar tierras ajenas o compatibilizar el trabajo en la agricultura con otro oficio para completar los ingresos con los que alimentar a su familia.
El nivel económico de todos los vecinos que se pretende conocer en la averiguación fiscal que a la postre es el Catastro de Ensenada, tiene más interés para las autoridades que la clase social a la que pertenece cada individuo. Y estos datos económicos generales -más tarde cada vecino presentará su declaración particular- son los que se ofrecen por parte de los peritos en sus respuestas a la pregunta treinta y cinco:
(...) dijeron que habrá en esta villa como hasta ciento y cuarenta Jornaleros a corta diferencia y que el jornal que ganan está regulado unas temporadas con otras a cinco reales. Y que cada Labrador trabajando meramente en su oficio podrá regulársele al día según la costumbre del País cinco reales. Y lo mismo a los mozos de labranza y que habrá de aquellos como hasta ciento útiles y de estos como cincuenta.
También se refleja en el cuestionario, en la pregunta treinta y dos y treinta y tres las regulaciones económicas asignadas a otros oficios y profesionales (pastores, médicos, cerrajeros, albañiles, cerrajeros, molineros, mesoneros,...) y por último aquellos a quienes ni siquiera se les podía regular un salario, los pobres de los que:
(...) habrá en este pueblo como sesenta familias pobres de solemnidad poco más o menos.
Población total de Morata y evolución del censo
Con las respuestas ofrecidas al cuestionario general y los datos del Libro de Familias debería ser fácil determinar el número exacto de habitantes de Morata en 1.751. Aunque el objeto fiscal del catastro, como el de cualquier recuento, generaba casi siempre falseamiento de datos, y así lo expresan muchos especialistas, de la documentación del catastro se obtiene la cifra de 1.181 habitantes distribuidos en las 319 unidades familiares censadas y los cuatro clérigos (recordemos que en estas unidades se incluían los criados).
Esta población en el conjunto de la provincia de Toledo representaba el 0,37 por ciento del total provincial, 313.221 habitantes. En relación a otras etapas históricas, la población de Morata había contado con mayor población en el siglo XVI. En este periodo, Alfredo Alvar Ezquerra ofrece unas cifras de población para distintos años de la segunda mitad del siglo XVI sensiblemente superiores: 413 vecinos en 1.557 (1.548 habitantes, utilizando un coeficiente de conversión de 3,75 habitantes por vecino), 350 vecinos en 1.571 (1.312 habitantes), 498 vecinos en 1.574 (1.867 habitantes), 550 vecinos en 1.580 (2.062 habitantes), y 490 vecinos en 1.591 (1.837 habitantes. Estas cifras, que en el caso de 1.580 significan que en ese año la población prácticamente era el doble que la de 1.751, denotan un declive demográfico en la villa de Morata que se manifestó durante todo el siglo XVII y XVIII y que se reflejó en las cifras más bajas que recoge el Catastro de Ensenada.

Fuentes y bibliografía:

  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada. Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.
  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y Respuestas Particulares H 408 y H 410. Archivo General de Simancas. Respuestas Generales Toledo. Libros 611 a 627.
  • Alvar Ezquerra, Alfredo. Demografía rural y fuentes no parroquiales. El centro y el oriente madrileño en el reinado de Felipe II. (Cuadernos de Historia Moderna nº 10) Editorial Universidad Complutense Madrid, 1989-90.

martes, 8 de octubre de 2019

Censos históricos y padrones de población en la villa de Morata (II)

A partir del siglo XVII los censos y padrones fueron mejorando en su elaboración y fiabilidad. La Corona de Castilla, siempre necesitada de ingresos económicos con los que financiar su política exterior y los gastos de la corte, no dejó de acudir a estos recuentos de vecinos que servían de base para el pago de impuestos y también para determinar los cupos de soldados que correspondían a cada villa, ciudad o aldea. Esta semana analizamos dos censos realizados en los siglos XVII y XVIII: el donativo real de 1629 y el conocido como Censo de Campoflorido de 1712-1717.




El largo reinado de Felipe IV no se diferenció mucho en cuanto las exigencias fiscales de sus antecesores en el reino de español. Como les sucediera a Carlos I y Felipe II en el siglo XVI y a su padre en las primeras décadas del siglo XVII, Felipe IV hubo de acudir impuestos especiales para financiar los gastos que exigían sus campañas militares en el exterior. Nada diferente a lo que venía ocurriendo desde el siglo anterior y que exigía, también como entonces, la realización y actualización de los padrones y censos que servían de base para la distribución de esos gastos extraordinarios entre los habitantes del reino.
En 1629, por ejemplo, Felipe IV hubo de recurrir a un donativo real, un sistema distinto a los tradicionales servicios de millones decretados por las Cortes de Castilla y que, en teoría, no obligaba a las villas y lugares. Muy distinto era lo que sucedía en la práctica. El monarca, embarcado en las “guerras de Italia” con la corana francesa y acuciado por la pérdida de la flota a manos holandesas, acudió a un donativo real como lo había hecho ya en 1625 y repetiría en 1632 y 1636.
Precisamente para hacer frente a este último donativo se elaboró un censo o padrón* que recogía el nombre de los vecinos pecheros, 225 en total, y las cantidades que les correspondía pagar en función de los bienes que poseían en su hacienda. Previamente, a cada villa había llegado un comisionado encargado de “explicar” a las corporaciones el objetivo del donativo real.
Aunque el objetivo de esta entrega del blog no trata sobre la fiscalidad en el reinado de Felipe IV sino sobre los censos y padrones, hay que añadir que en el donativo real de 1636 la villa de Morata aportó un total de doscientos setenta mil novecientos cuarenta y seis maravedíes, equivalentes a siete mil novecientos sesenta y nueve reales, según consta en el documento firmado el 8 de marzo de 1836 por Francisco Ruiz Bravo, alcalde ordinario de Morata, y los regidores Diego Sánchez de Madrid y Tomás Mexía de Palacios.

Apunte de Morata. Manuscrito del Censo de Campoflorido (Biblioteca Nacional Ms 2274).

El censo del marques de Campoflorido (1712-1717)
En el siglo XVIII, ya con el cambio de dinastía real y con la llegada de los Borbones al trono de España, la realización de censos alcanza mayor nivel de credibilidad. El primero de estos censos fue elaborado por iniciativa del marqués de Campoflorido con el objetivo de regular el repartimiento fiscal que se fijó para financiar los gastos de la guerra de sucesión española iniciada tras la muerte de Carlos II, último rey de la casa de Austria, y la llegada de la familia Borbón representada por el reinado de Felipe V:
Este Vecindario general de España comprende, como se señala en el documento original, la España Peninsular, excepto Vascongadas y recoge la relación de lo que se conocía como vecinos útiles, es decir, aquellos obligados a contribuir fiscalmente, lo que excluía al clero y a los mendigos o pobres de solemnidad (Las viudas contribuían fiscalmente por la mitad).
La recogida de los datos que conforman el censo se inicio en el año 1712 aunque el resultado final se publicó en 1717. Según este documento Morata contaba con 84 vecinos útiles, aunque como ya se ha señalado, esta cifra no incluía ni vecinos pobres ni los pertenecientes al clero. En cualquier caso, los censos más importantes de los realizados en el siglo XVIII fueron el catastro de Ensenada, que incluía una relación de los vecinos de cada villa, y el censo de Floridablanca, sobre los que trataremos la próxima semana.






*Relación de vecinos que participaron en el donativo real de 1636 durante el reinado de Felipe IV.
1-Pablo Ruiz
2-Francisco Sánchez Bravo
3-Claudio González
4-Pedro Blanco del Campo
5-Alonso de la Cuesta
6-Francisco Velilla
7-Pedro de las Heras
8-Gregorio París
9-Pedro de Oliva
10-Pedro Ximénez
11-Alonso ¿?
12-Alonso ¿? de Meco
13-Pedro Ximénez
14-Blas Mesonero
15-Damián Páez
16-Licenciado Diego Gil Ramírez
17-Servando González
18-Francisco de Espejo
19-Francisco Guzmán
20-Francisco Roldán
21-Gregorio Ayllón
22-Francisco, El Fiel
23-Pedro Ximénez, El Viejo
24-Francisco de Platas
25-Gabriel Galiano
26-Pedro Serrano ¿?
27-Miguel García
28-Gerónimo Ruiz González
29-Eugenio Blanco
30-Francisco Golbano
31-Diego Pareja
32-Joaquina de la Cuesta
33-Blas Galiano
34-Gabriel García, El Viejo
35-Gregorio de Yllana
36-Miguel de la Fuente
37-Gabriel Medel
38-Francisco Sánchez, El Mozo
39-María de Salvanés, viuda de Francisco Alonso
40-Gabriel de Frías
41-Blas Lozano
42-Gaspar de la Fuente, El Viejo
43-Alonso García
44-Andrés Guerra
45-Andrés Ximénez
46-Sebastián Ximénez
47-Giusepe Salado
48-Pedro Campo de Bautista
49-Manuel Pérez
50-García González
51-Gerónimo Mesonero
52-Francisco Salvanés
53-Alonso Ruiz de Uribe
54-Gregorio Ruiz de Uribe
55-Francisco Hernández de Perales
56-Francisco Pareja, El Mozo
57-Pascual de Parejón
58-Juan Páez González
59-Julio Rodríguez Hidalgo
60-Su hijo
61-María ¿? Hidalgo
62-Francisco de Espinosa
63-Francisco de Villalba
64-Eugenio de Martín
65-Miguel Sánchez
66-Pedro Salado, El Mozo
67-Pedro Sánchez
68-Roque de Platas
69-Diego Blanco
70-María de la Fuente
71-Eladio de Pareja
72-Diego de Yélamos
73-Pedro Nieto
74-Julio Velilla
75-Sánchez ¿? Agustín, El Vasco
76-Francisco Lamo
77-Simón ¿?
78-Alonso Gómez
79-Diego Cantarero
80-Diego Velilla
81-Julio González Sánchez
82-Gabriel González
83-Miguel Serrano
84-Juan Abadía
85-Miguel Martínez
86-Antonio Sánchez Bravo
87-Eugenio Salvador
88-Alonso ¿? de Sepúlveda
89-Sebastián Cantarero, El Mozo
90-Gabriel López de Sepúlveda
91-Diego Sánchez Páez
92-Matías Sánchez
93-Agustín Martínez
94-Julio Medel, El Mozo
95-Pedro Ruiz González
96-Juan Rodríguez ¿?
97-Francisco de las Heras
98-Pedro de Olmeda ¿?
99-Francisco González, de Pozuelo
100-Antón Ruiz
101-Miguel Roldán
102-El dicho Miguel Roldán, por su mujer
103-Alonso Sánchez de San Agustín
104-Francisco de Yllana
105-Pedro de la Fuente
106-¿?
107-La de Tomás de la Fuente, y por ella su hermano
108-Licº Pedro Sánchez Carretero (juez del Concejo)
109-Pedro de Andrade Sánchez
110-Francisco García Alonso
111-Gerónimo Cubillo Sacristán
112-¿? Pérez de Perales
113-María de Bassallo, viuda de Leandro Blanco
114-Julián López
115-Álvaro ¿? Mexía
116-La de Pedro Salvanés
117-Juan Martínez de Álvaro
118-Francisco Pérez de Bascones
119-Alonso Pérez de Vivero
120-Roque Páez, El Mozo
121-Julián Serrano
122-Gabriel Castaño
123-La de Gaspar Caballero
124-Juan Ruiz Padró
125-Francisco de Pareja, admin. de Pedro Sánchez Paz
126-María y Catalina Ruiz de Mena, y por ellas Diego Gil
127-Eugenio ¿?
128-Francisca de Pareja, viuda
129-Pedro de Humanes
130-Francisco Sánchez Paz, El Viejo
131-Gaspar París, El Viejo
132-Pedro de la Comadre
133-Juan González Hernando
134-Félix Caballero
135-¿?, y por él el licº Alonso de Frías de Parada
136-Fernando de Espejo
137-Marcos Pérez
138-Alonso de Loja ¿?
139-Mario García
140-Pedro de Madrid, El Viejo
141-Juan de Salvanés, alguacil mayor de la Inquisición
142-Francisco Álvarez, y por él Rodrigo Hidalgo
143-Francisco Tovar
144-Isabel Martínez, y por él Rodrigo Hidalgo
145-Gregorio Ruiz de Vivero, y por él Rodrigo Hidalgo
146-Andrés Paxarero
147-Roque Páez de Almazán
148-Pedro de Madrid
149-Don Pedro de Miranda
150-Tomás Mexía de Palacios
151-Eugenio de Caldas ¿?
152-Don ¿?, alcalde ordº por el estado de hijosdalgo
153-Francº Ruiz Bravo, alcalde ordº hombres buenos
154-Licº Bartolomé Fernández, por su señora
155-El mismo por sí
156-Francisco Pareja de Alonso
157-Francisco Martínez Coronel
158-Gabriel González de Hernando
159-Dª Inés y Dª María Parejón, y por ellas Diego Gil
160-María Bautista, y por ella su sobrino Agustín Páez
161-Juana Páez, y por ella su sobrino Agustín Páez
162-Pedro Miguélez
163-María Páez, viuda de Diego Ruiz
164-Lucas de la Fuente
165-Gaspar París, El Mozo
166-Marceliano de Marchena, por sí y por su hermana
167-Inés Ruiz, viuda, y por ella Don Pascual de Salcedo
168-Ana Mexía de Contreras, y por ella Francisco Ruiz
169-Diego Martínez Coronel
170-Juan de Labayén, administrador de Gabriel París
171-Blas Ximénez
172-Agustín Páez
173-Ana Fernández, viuda de Miguel Mexía
174-La de Diego ¿?
175-¿? García
176-Diego Salvanés
177-Diego de Yllana
178-Diego Sánchez
179-Diego de Loma
180-Diego Barranco
181-A la hacienda de ¿? de Ambite
182-Francisco González
183-Francisco Carrasco
184-Francisco Martínez
185-A la hacienda de Felipe de la Fuente
186-Felipe Bermejo
187-A la hacienda de Francisco Fernández
188-A la hacienda de Francisco Martínez
189-Gabriel de Benito
190-Gerónimo de Velilla
191-Francisca Sánchez Bravo
192-Gabriel de Perales
193-Gabriel Cumplido
194-Por la hacienda que tiene en esta villa Alfonso Cano
195-Francisco Herrero, de Perales
196-A la hacienda que tiene en esta villa Alonso González
197-Juan Martínez Belinchón
198-Julio de Velilla
199-Agustín Rodríguez Salvador
200-Julio Berenjeno
201-Jusepe Alonso
202-Alonso de Meco
203-Francisco Cobar
204-Daniel de Lillo
205-García López
206-Herederos de Lucas Vázquez
207-Hija de Andrés de la Fuente
208-Alonso Ruiz de Mora
209-Alonso Martínez de Sevilla
210-Viuda de Gabriel González, El Viejo
211-A la menor hija de Alonso ¿?
212-Melchor París
213-Miguel García Villaverde
214-Manuel del Campo
215-María de Alonso de Sevilla
216-Pura Pantoja
217-Pedro Correa de Valdemoro
218-A la hacienda de ¿? de Pozuelo
219-Pedro Mexía
220-Pedro Mesonero
221-A la hacienda de Cristóbal Morales
222-María, La Carretera, viuda de Pedro Pérez
223-Gonzalo de Meco
224-Julio Bilbao
225-Pedro Salado, El Viejo
De esta relación fue María Páez, viuda de Diego Ruiz, quien más aportó al donativo real, 23.800 maravedíes, (700 reales), aunque la cantidad más habitual fue la de 204 maravedíes (6 reales).




Fuentes y bibliografía:

  • El donativo de 1629 en la Andalucía Bética. Lanza García, Ramón. Universidad Autónoma de Madrid. Stud. His. Historia Moderna, 32. Ediciones Universidad de Salamanca, 2010.
  • Censo de Campoflorido, 1712. Vecindario General de España. Instituto Nacional de Estadística. Madrid, 1995.