miércoles, 22 de enero de 2020

Caer como langosta: plagas históricas en la comarca del Bajo Tajuña (Epílogo)

Durante las últimas semanas hemos tratado sobre las plagas que, históricamente, han afectado a los cultivos agrícolas en los municipios de la comarca del Bajo Tajuña. Las invasiones de langosta, documentadas desde la Edad Media, acapararon los esfuerzos de los agricultores para proteger sus cosechas. Más próxima en el tiempo, la aparición de la filoxera en los cultivos de vid de la comarca provocó, en las primeras décadas del pasado siglo, la práctica desaparición de las más de veinte mil hectáreas de viñedo que por entonces se cultivaban en los pueblos que por entonces integraban el antiguo partido judicial de Chinchón. Para concluir esta serie y como epílogo a la misma, trataremos en esta semana sobre otras plagas agrícolas que han afectado a la producción agrícola de la comarca.





En la Contestación al interrogatorio sobre cultivo de cereales, olivo, vid y agrios e industrias derivadas una publicación que ya conocimos al tratar sobre la filoxera y el cultivo de la vid en la provincia de Madrid, se interrogaba a los agricultores por varias cuestiones relacionadas con las plagas que afectaban a los cultivos más importantes del campo madrileño.
En concreto, los autores del Interrogatorio se referían al cálculo aproximado de los daños sufridos en el último quinquenio por sequías, heladas, langosta, pulgones y otras plagas del campo. Aparte de las referencias a las plagas de langosta y la filoxera que ya tratamos en entregas anteriores, los redactores de la publicación que, recordemos, utilizaron como base de sus conclusiones las informaciones proporcionadas en las localidades de la provincia por las autoridades locales, citaban la presencia de insectos muy perjudiciales para la agricultura como el conocido gusano blanco en extremo abundante en la provincia de Madrid, y no hay pueblo de cuyas tierras, al labrarlas, no se extraigan con los terrones levantados ya con la azada o con la reja del arado, los gusanos blancos. Estos insectos, durante su estado de larva que dura tres años, se alimentan de las raíces de las plantas, ocasionando a los vegetales los daños consiguientes a privarles de órganos tan importantes como las raíces.
Sin embargo, eran los insectos asociados a plagas relacionadas con la vid los que más preocupaban a los agricultores de la comarca. Uno de estos insectos era el piral o gusano de la vid. A este insecto, y los métodos para su eliminación, se refería José de Hidalgo Tablada:
(…) Los medios de destrucción que, según el Sr. Hidalgo Tablada, han dado mejor resultado en dicho punto, son dos. El primero, consiste en abrir el pie de la planta, descortezar cuidadosamente la cepa y enterrar las cortezas en el hoyo abierto, cubriendo después la cepa hasta los pulgares, comprimiendo á la vez la tierra. Se comprende desde luego los buenos resultados de este medio, que destruye al mismo tiempo gran número de insectos que se cobijan en las grietas de la corteza. El segundo medio, consiste en cubrir las cepas hasta los pulgares, dejándolas en este estado hasta fin de Junio. Este medio es menos seguro, pero más económico.
En el Interrogatorio también se citaban otros insectos considerados como plagas para la vid, sin duda el cultivo más importante para la economía de todo el sector a finales del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX. Uno de ellos era el conocido vulgarmente como cuquillo, un insecto muy abundante en las riberas del río Tajuña. Para combatirlo se seguía un curioso método:
(…) El sistema de destrucción seguido en esta provincia, se reduce a recogerlos en sacos que colocan al pié de la cepa, y que al moverla ligeramente reciben los insectos que aquella contenía, enterrándolos después.

Pero era el oídium la plaga que más preocupaba a los viticultores de la comarca. En el Interrogatorio se lamentaban de los estragos que causaba este hongo en la producción de uva y citaban los métodos para su extinción:
(…) El procedimiento de extinción seguido en general es el azufrado; pero en algunos puntos tanto del partido de Colmenar Viejo como de la Vega del Jarama, aseguran les da mejor resultado cachipodar en Noviembre y cubrir la cepa hasta la primavera; con lo que dicen que consiguen por completo la destrucción de la plaga (…).
Pese a los esfuerzos para su extinción, el oídium continuó ocupando las preocupaciones de los agricultores en el antiguo partido judicial de Chinchón. En los primeros años del siglo XX, justo cuando se declaró la plaga de filoxera, las consecuencias de la propagación del oídium no pasaron desapercibidas en las publicaciones de la época:
La neutralidad y el oídium
Nos escriben desde Arganda dándonos cuenta de la aparición en los viñedos de aquel término y en los de Morata y Chinchón de un cierto hongo microscópico (el oídium) que, buscando su albergue en las cortezas de las cepas, en donde se multiplica rauda y progresivamente, va convirtiendo el frondoso arbusto en un tronco seco y carcomido.
Se diría que sobre las fértiles vegas del Tajuña, ricas en viñedos patriarcales como un paisaje del Génesis, flota desde hace tiempo un soplo de tragedia y desolación. Ya en el año anterior nos lamentábamos en estas mismas columnas de la pérdida de la cosecha vitícola en dicha zona, a consecuencia de las heladas de junio.
Y ahora sale el nuevo cuadro de miseria que amenaza los hogares labriegos, exclamamos melancólicamente con el poeta de los Salmo.
¿Ha olvidado Dios el tener misericordia?
Porque he aquí que entre las inclemencias atmosféricas y el abandono de los gobernantes, vacila la fortuna de los pequeños colonos, dando tumbos ante las olas de la desdicha como las naves de Ulises frente a los escollos de Saila.
Por esta vez, y en buena hora se diga, la tragedia no es todavía una realidad, puesto que descocemos la importancia y trascendencia del mal que se nos anuncia. Sin embargo, bueno será dar la voz de alarma ante los poderes públicos, que son los llamados a informarse metódicamente del asunto que nos ocupa y a poner el remedio necesario para evitar daños mayores.
El momento no puede ser más crítico para esas plantaciones a que nos referimos que ahora comienzan a cuajar su futuro y que al ser tacadas de tan peligrosa enfermedad están llamadas a sucumbir lastimosamente.
Ignoramos si el ministro de Fomento tiene noticia de este hecho que relatamos aunque ya viene la prensa de estos días ocupándose de él con insistencia. De todos modos convendría que por el ministerio aludido se dictasen las órdenes oportunas para que el personal facultativo que tiene esta misión a su cargo gire una visita a los viñedos de la vega del Tajuña. Con lo cual, si la enfermedad del viñedo tiene la importancia que es de temer, se pondrán los medios para combatirla, y si aquella no alcanza más que a zonas aisladas, se llevaría la tranquilidad a muchos hogares, en donde la amenaza de la catástrofe sembró el espanto que lleva consigo el fantasma de la miseria.
Creemos que lo que pedimos en nombre de los hermanos labriegos será bien atendido por los poderes públicos, porque este problema no tiene relación alguna con el de la neutralidad, que es en el que ahora se funda el Gobierno para hacer oídos de mercader a todos los demás problemas. Miguel de Castro. (El Liberal, 31 de julio de 1915).
Sobre esta plaga, el mismo día que apareció este artículo en El Liberal, otro periódico informaba sobre el mismo tema:
(…) El ministro de Fomento facilitó hoy las siguientes noticias:
Que en vista del desarrollo que adquiere en los viñedos la enfermedad del oídium, especialmente en la provincia de Madrid, ha ordenado a los ingenieros agrónomos que girten una visita a los pueblos de Arganda, Chinchón y Morata al fin de proponer los medios de atajar esta enfermedad de la vid. (El Globo, 31 de julio de 1915).

Ejemplar de una publicación sobre las enfermedades de la vid (BNE)


Otras plagas de los frutales y hortalizas
No solo la vid como cultivo más importante de la comarca sufrió las consecuencias de las plagas asociadas a la agricultura. Más en concreto, los árboles frutales, muy abundantes a comienzos del pasado siglo en la vega del Tajuña también fueron afectados por múltiples plagas como recogían algunas publicaciones de la época. En El Progreso Agrícola y Pecuario se publicó en septiembre de 1918 un extenso artículo titulado Plagas que atacan al arbolado frutal en la vega de Morata de Tajuña que trataba sobre este problema:
De los datos y observaciones recogidos durante la visita de inspección realizada en el mes de julio a dicho término municipal, resulta que, de las diferencias especies arbóreas frutales que se explotan en dicha vega, únicamente el manzano es el que sufre los perniciosos efectos de las plagas producidas por el gran desarrollo de las especies de insectos denominadas (…) arañuela y taladro. En las demás especies frutales cultivadas, cirolero, peral, melocotonero, etc, si bien se observan alteraciones producidas por la presencia de algún parásito de origen animal o vegeta, no revisten el carácter de verdaderas plagas y no son, por tanto, causa de la pérdida de la cosecha del fruto (…).
El autor del artículo fue Ramón Rodríguez Martín, ingeniero jefe de la Sección Agronómica de la Diputación Provincial de Madrid. En el texto se trataba sobre los daños producidos por la arañuela en las hojas de los árboles frutales lo que provocaba que al destruirse y faltar los mencionados órganos del vegetal [hojas] los escasos frutos que se observan son raquíticos y enfermos, no llegando por tanto a su madurez (…).
En la publicación también se analizaban los daños producidos en las huertas morateñas por el taladro, una oruga que afectaba sobre todo a los manzanos. Las larvas se alimentaban de dentro afuera del fruto provocando su caída:
(…) Cuando la plaga es muy intensa, como ocurre en los manzanos de Morata de Tajuña, se desprenden de los árboles en el mes de julio gran número de frutos agusanados, y ya en el suelo, cuando estas orugas alcanzan su máximo desarrollo, abandonan su primitiva vivienda y se introducen en la tierra o se guarecen en las resquebrajaduras de las cortezas del árbol, para tejer los capullos y crisalidar en la primavera, en cuya época salen nuevas mariposas (…).
Para afrontar estas plagas el autor del artículo enumeraba los procedimientos más adecuados para prevenir y enfrentarse a estas plagas de los frutales consistentes en la eliminación de las ramas secas y de las crisálidas en invierno y en la utilización de lechadas de cal y sulfato de hierro para provocar su desaparición. También se recomendaban tratamientos en la primavera con productos como el arseniato de sosa. El ingeniero de la Diputación Provincial concluía su trabajo aludiendo a la calidad de los frutales de la vega del Tajuña:
(…) La justa y merecida fama que tienen en el mercado de Madrid las frutas de la vega del Tajuña por la naturaleza de sus terrenos, abundancia de aguas para el riego y clima apropiado para estos cultivos merece que se defienda esa importante riqueza frutal con los planes de extinción propuestos, siendo como son estas plagas causa principal todos los años de la disminución de sus cosechas hasta dejar completamente improductivos los árboles frutales. El coste de esta defensa es bien pequeño si lo comparamos con el de la importante riqueza que se pierde todos los años; y si para todo es necesaria la asociación, en agricultura es indispensable cuando se trata de defender la producción de tantas enfermedades que la invaden con caracteres de plaga. (El Progreso Agrícola y Pecuario, 22 de noviembre de 1918).
En estas primeras décadas del siglo XX el Servicio Agronómico Nacional, con delegaciones en todas las provincias, era el encargado de luchar contra la aparición y propagación de las distintas plagas que afectaban a los cultivos agrícolas. Su actividad se desarrollaba al amparo de la Ley de plagas del campo, del 21 de mayo de 1908, y de los decretos leyes que sobre este problema se publicaron el 24 de junio de 1924 y el 4 de febrero de 1929.
La sección agronómica de Madrid en su memoria del año 1934 publicó el resumen de sus acciones en la provincia madrileña y, más concretamente, en la zona del Bajo Tajuña. Según esta memoria en ese año se detectaron varias zonas invadidas por el coquillo, el mildiu y el oídium en los cultivos de vid. Además, los abundantes cultivos de frutales de las vegas del Tajo y el Tajuña (unos 180.000 árboles censados) también fueron afectados por plagas de pulgones; la patata fue afectada por la arañuela, la alfalfa por la cuca y la gardama y el trigo por el tizón. La remolacha, un cultivo emergente desde comienzos de siglo en toda la vega y fundamental en la economía de los agricultores de la comarca, también resultó afectada por un insecto conocido vulgarmente como pulguilla.
Para hacer frente a estas plagas el Servicio Agronómico realizó varias acciones en los cultivos de vid en Chinchón y Colmenar de Oreja. Para eliminar estos insectos se utilizaron productos químicos como el arseniato de plomo, el polvo nicotinado y, por supuesto, el azufre. Otros cultivos sobre los que trabajaron los técnicos del servicio Agronómico fueron los manzanos de Colmenar, Tielmes y Morata, las hortalizas de Chinchón y los garbanzos de Colmenar de Oreja.
Por otra parte, los servicios agronómicos también tenían establecidos varios depósitos en los que se facilitaban a los agricultores los medios técnicos necesarios para combatir las plagas. En el partido de Chinchón los pueblos que disponían de estos depósitos antiplagas eran el propio Chinchón además de Aranjuez, Arganda del Rey, Carabaña, Colmenar de Oreja, Morata, Perales de Tajuña, Tielmes y Villarejo de Salvanés. En estas instalaciones, además de proporcionar los productos químicos, también facilitaban a los agricultores pulverizadores de carretilla y de mochila, azufradoras de mochila y de fuelle, aparatos de desinfección en seco de semillas, lanzallamas, escarificadores, equipo de fumigación y otros accesorios como guantes de malla metálica.
En los últimos años, con la mejora de las investigaciones agronómicas para enfrentarse a las plagas, parecería que este problema ha dejado de preocupar a los agricultores, sin embargo, es evidente que no es así. En el Bajo Tajuña tenemos experiencias que demuestran que el peligro continúa latente: sucesivas plagas de mosca del olivo han mermado en un porcentaje muy elevado las cosechas de aceitunas en toda la comarca y, en los últimos años, la aparición de una enfermedad asociada también a los olivos y a los cultivos leñosos, la xilella fastidiosa, amenaza muy seriamente los cultivos del olivar en toda España.





Fuentes y bibliografía:


  • Contestación al interrogatorio sobre cultivo de cereales, olivo, vid y agrios e industrias derivadas. Ortiz Cañavate, Fernando. Madrid, 1881.
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario