martes, 17 de diciembre de 2019

Caer como langosta: plagas históricas en la comarca del Bajo Tajuña (III)

En la segunda mitad del siglo XIX la aparición de una abundante normativa legal no impidió, al igual que en épocas pasadas, la proliferación periódica de las plagas de langosta. Como una maldición, la aparición de las nubes de langosta a finales de la primavera y comienzos del verano ponían en alerta a todos los pueblos de la comarca del Bajo Tajuña que, sin contar casi nunca con los medios adecuados para luchar contra los insectos, veían como mermaban las cosechas y la economía de sus habitantes, la mayoría de ellos dedicados a la agricultura





A mediados de la centuria, en 1847, encontramos nuevas referencias a la propagación del insecto en los pueblos del Bajo Tajuña. En el mes de junio, la Revista Enciclopédica, al tiempo que anunciaba una buena cosecha de cereal, alertaba ya de la presencia de la plaga en la comarca:
(…) En muchos pueblos inmediatos a Madrid, y en los alrededores de él, ha empezado ya la siega, y la cosecha es la mejor que se ha conocido hace muchos años. En Perales de Tajuña, se ha desarrollado la langosta, de un modo horroroso; los campos se encuentran cubiertos de insectos, y una infinidad de hombres, están únicamente destinados a destruirla (…). (Revista enciclopédica, periódico mensual. Número 9, junio de 1847).
Frente a estas noticias devastadoras, que reflejaban cierta impotencia para luchar contra la plaga, las autoridades estatales y provinciales no dejaron de presentar y aprobar una basta colección de órdenes ministeriales, reglamentos y todo tipo de medidas que, prácticamente en su totalidad, siempre hacían responsables a los alcaldes de su puesta en práctica y no siempre con los medios económicos necesarios para llevar a cabo esta tarea.
En la segunda mitad del siglo hemos analizado distintas normativas aprobadas en 1851, 1864, 1870, 1877-76, 1879 y 1889. En esta relación, que no es ni mucho menos exhaustiva, aparece una disposición publicada en el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, del 6 de abril de 1864, en la que se fijan medidas para atajar los focos de langosta que se habían detectado en los municipios de Getafe, Collado Villalba y Rivas de Jarama, muy próximo este último a la vega del Tajuña. Tras apelar a que los alcaldes y guardas de campo de estos municipios, y los aledaños, incrementaran las labores de extinción de los insectos, en la inteligencia de que por la más ligera falta de morosidad incurrirán en responsabilidad, planteaba también como medidas eficaces para luchar contra su propagación la roturación de los terrenos afectados:
(…) el alcalde del término infestado, por medio de edictos que se fijarán en la casa de Ayuntamiento y los demás pueblos del distrito municipal, publicarán una relación del terreno o terrenos invadidos, expresando sus linderos. Si fueren de propiedad particular, los propietarios podrán verificar en ellos para la persecución del insecto cuantos trabajos juzguen convenientes, pero sin perjuicio de los que ellos emplearen en la persecución del canuto, podrán hacerlo libremente las personas que gusten, sean o no del pueblo o de la provincia, por el medio que crean más oportuno, exceptuando el de la roturación con arado que solo podrán emplear los propietarios de la finca infectada (…).
Según se deduce de esta medida, una parte muy importante de la lucha contra la plaga se confiaba a la retirada de los canutos con los huevos de langosta de los terrenos infestados por parte de particulares que, así, además de cooperar en la extinción obtenían unos ingresos económicos a razón de 96 reales por fanega* de canutos. Estos miles de canutos eran pesados y controlados los domingos en la plaza de la cabeza de partido judicial de los distintos municipios:
(…) La entrega del canuto se hará precisamente lodos los domingos en la plaza de la cabeza del partido judicial por medición que ejecutarán los medidores del pueblo, abonándose por cada fanega colmada la cantidad de 96 reales, extendiéndose un acta, autorizada por el Juez de primera instancia como delegado de la Junta provincial de langosta, el Regidor Síndico y el depositario que será nombrado por la comisión provincial de entre los seis mayores contribuyentes de la cabeza del partido judicial.
Los canutos, una vez registrados en un acta la cantidad, eran eliminados:
(…) La comisión acto continuo presenciará la quema del canuto que hubiere medido, procurando que estos actos tengan la mayor publicidad, debiendo cuidar mucho al tiempo de la medición que el canuto esté limpio de tierra y cualquier otro cuerpo extraño, y al de la quema que la desaparición de los restos se haga de tal manera, que en ningún caso pueda volver a presentarse a la medición el que haya sido entregado á las llamas.

Dibujo de una langosta publicado en el Tratado del cultivo de la vid, obra del catedrático de Agricultura afincado en Morata José de Hidalgo Tablada (1870)

La plaga de 1875
Estas medidas, según el texto publicado en el Boletín Oficial de la Provincia, debían tenerlas presentes, y así se advertía en la orden, todos los Alcaldes de los pueblos de esta provincia en el desempeño de sus funciones relativamente á este servicio.
El pago de una cantidad económica determinada por la recolección de los canutos de los terrenos infestados fue una práctica habitual en la desigual lucha contra las plagas de langosta. Durante la campaña de 1875, si tenemos en cuenta la documentación generada, la langosta fue especialmente abundante en la comarca del Bajo Tajuña. En una memoria elaborada por la Comisión Provincial para la extinción de la langosta se especificaba que ese año de 1875 se habían recogido en pueblos de la comarca como Aranjuez, Chinchón, Colmenar de Oreja, Villaconejos, Aranjuez y Titulcia la cantidad de 8.069 arrobas de canutos**, equivalentes a 92.793 kilos (Para hacernos una idea de la importancia de la plaga en ese año recordemos que los canutos contenían los huevos del insecto y no los propios insectos en su etapa larvaria o adulta). En esa misma memoria se señalaba que por cada arroba de canutos se habían abonado 3 reales, eso sí, solo en los municipios que contaban con recursos. En los que no contaban con estos medios económicos el texto de la Comisión Provincial indica que hicieron un llamamiento al pueblo, que corrió solícito a destruir la plaga por cuantos medios estaban a su alcance; muchos particulares también se prestaron a destruirlo por su cuenta.
La prensa de la época también se hizo eco del desarrollo de la plaga del verano de 1875 en el Bajo Tajuña. A mediados de agosto, La Correspondencia de España publicaba varias noticias sobre la plaga de langosta en la comarca:
(…) La langosta, que invadió hace días el término de Aranjuez, se ha corrido en gran parte hacia Valdelaguna, Los Parrales y Morata de Tajuña. (La Correspondencia de España, 15 de agosto de 1875).
Al día siguiente, el mismo periódico se refería también a la eliminación de los canutos de langosta en la cabeza del partido judicial, tal como determinaba la legislación:
(…) En Chinchón se mataron anteayer cerca de 1.000 arrobas de langosta. (La Correspondencia de España, 16 de agosto de 1875)
El mismo día el periódico publica otra noticia sobre la langosta:
(…) Ha sido nombrado vocal de la comisión que auxilia al Excmo. Señor gobernador de esta provincia, en los importantes trabajos concernientes a la extinción de la langosta que tantos daños está causando, nuestro antiguo y querido amigo Balbino Cortés y Morales, tan competente y laborioso en todo cuanto tiene relación con la agricultura (…).
El 19 de agosto, la plaga se da por extinguida en Morata según el mismo periódico:
Ha desaparecido por completo la langosta del término de Morata de Tajuña, en esta provincia. (La Correspondencia de España, 19 de agosto de 1875).
Un día después La Correspondencia Española reitera que la langosta ha desaparecido del término de Morata de Tajuña, aunque añade que la plaga sigue creando estragos en Titulcia:
(…) Ha desaparecido por completo la langosta del término de Morata de Tajuña (…), pero sigue haciendo grandes estragos en Titulcia y sus inmediaciones, y el ayuntamiento del mismo ha solicitado a la Diputación Provincial algunos fondos para atender a la extinción del insecto. No nos cansaremos de recomendar la más exquisita vigilancia y las precauciones más minuciosas en una cuestión que tanto interesa y en la cual el menor descuido puede ser causa de daños incalculables. (La Correspondencia de España, 20 de agosto de 1875).
Para hacernos una idea más completa de las consecuencias de la plaga de langosta del año 1875, que afectó a la mayoría de los pueblos de la comarca del Bajo Tajuña, acudimos, por último, a una publicación oficial, la Memoria de la Comisión Provincial para la extinción de la langosta. Según esta publicación, editada a finales de ese mismo año, la plaga en la comarca se detectó a finales de julio:
(…) vino en 31 de Julio último una invasión en número tan crecido de la parte de Ontígola y Oreja, de la provincia de Toledo, a la parte meridional de esta provincia o sea al partido de Chinchón, que causó considerables daños en toda clase de plantas en la fértil vega de Aranjuez y Colmenar de Oreja; desde estos puntos se propagó a Villaconejos y de aquí a Chinchón, a la Vega del Tajuña, y unos días después desde Aranjuez pasó a Titulcia y Ciempozuelos, a la Vega del Jarama, causando no menos daño que en los anteriores.
Todos los Ayuntamientos se apresuraron a dar cuenta de la invasión al Excmo. Sr. Gobernador, y diariamente lo hacían del estado que presentaba, denunciando a la vez como puntos de donde había partido aquella el término de Ontígola y Soto de Oreja, de donde veían bajar la asoladora plaga (…).
La plaga de 1875 aún dio lugar al interés de los expertos en extinción de plagas de esa época algunos años después. Casildo Azcárate, coautor de la Memoria de la Comisión Provincial para la extinción de la langosta, se refería a ella en una conferencia que pronunció en 1878. En su conferencia, Azcárate, que afirmaba que las langostas siempre se movían desde el oeste hacia el este, indicaba también que la plaga había llegado a la comarca procedente de la provincia de Toledo:
(…) llega la época de la ovación, y entonces la langosta emigra; y no solamente la que se levantó de los pueblos citados de esta provincia, sino la que en bandada densísima partió de la inmediata provincia de Toledo, invadieron muchos pueblos que en las vegas del Tajuña, del Jarama y del Tajo ningún indicio de langosta habían tenido en los meses de Abril, Mayo y Junio del citado año 1875, y sus términos municipales quedaron fuertemente infestados por los gérmenes de ese insecto, por el canutillo, y por esto sujetos a los procesos de destrucción que dichos gérmenes llevarían a cabo tan pronto como estos se avivaran en la primavera siguiente del año 1876, como así sucedió. Y entre estos pueblos infestados por la emigración de la langosta se hallan: Colmenar de Oreja, Villaconejos, Chinchón y otros en la primera de las vegas citadas; y Titulcia y Ciempozuelos en la segunda. (…).
La sensación de cierta impotencia en la lucha contra la langosta, que se desprende de muchos de los textos que hemos citado, se pone también de manifiesto en una publicación sobre la Sociedad Económica Matritense, una entidad que desde hacía décadas convocaba concursos para premiar las mejores propuestas para enfrentarse a la plaga. En esta publicación, editada en 1877, se hace un repaso de la bibliografía generada por estos concursos, las medidas que se proponían y, además, se reconoce lo poco que se había avanzado desde el año 1844, cuando empezaron a otorgarse estos premios:
(…) De la lectura de los extractos de las diez y siete memorias presentadas al concurso, se deduce que después de pasados treinta y dos años poco nuevo se ha descubierto contra el terrible y asolador insecto, siendo lo más lamentable que nada eficaz se haya propuesto para evitar o disminuir los estragos que ocasiona (…).
En realidad, esta indefensión ante la plaga traspasó las fronteras del siglo XIX y en las décadas siguientes seguiría provocando pérdidas de cosechas. Y eso a pesar de que en los años finales de ese siglo, según publicaba en La Iberia, en la provincia de Madrid se llegó a utilizar gasolina como nuevo remedio aplicado a la extinción de las temidas langostas:
(…) Por la Dirección General de Obras Públicas se ha dispuesto que todos los ingenieros agrícolas, y peritos agrónomos, del Instituto de Alfonso XII, a quienes causas mayores no detengan en la citada escuela, salgan a la provincia de Madrid con objeto de prestar el servicio de emplear la gasolina en la extinción de la langosta, y adiestren en estas prácticas a los que en provincias tengan que efectuarlas, evitándose de esta manera mayor gasto de gasolina haciendo que se consuma con provecho. (La Iberia, 3 de junio de 1889).


*La fanega como medida de capacidad, aunque era diferente según las diversas regiones, equivalía en Castilla a 55,5 litros.
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**Para hacernos una idea de lo que significaba este método de lucha contra la langosta acudimos a una publicación de la época, Elementos de Agricultura, de Mariano Serra y Navarro. En un capítulo de esta publicación, De la langosta como elemento perjudicial para la agricultura, aparecen los siguientes datos:
(…) Coger y quemar los canutillos de los terrenos que no se araran desde agosto, en que concluyan la postura hasta marzo que se desarrollan, pudiendo pagarse á 13 céntimos de peseta el kilogramo; y como cada familia pobre, de tantas como hay en los pueblos agrícolas, pudiera coger al día por término medio, de 15 á 16 de aquellos; calculando 500 canutillos por kilogramo y 25 huevos cada uno, resultaría que por dos pesetas se destruirían mas de 200.000 insectos. (…).

Fuentes y bibliografía:

  • Memoria de la Comisión Provincial para la extinción de la langosta. Azcárate, Casildo y Montenegro, Antonio. Oficina tipográfica del Hospicio. Madrid, 1875.
  • Elementos de Agricultura. Serra y Navarro, Mariano. Establecimiento tipográfico de los hijos de D. José Francés. Jaén, 1878.
  • Tratado del cultivo de la vid y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de. Segunda edición. Librería de la Señora Viuda e Hijos de D. José Cuesta. Madrid, 1870.
  • Conferencia agrícola del 21 de marzo de 1878 producida por don Casildo Azcárate, catedrático de la Escuela General de Agricultura. Reproducida íntegramente en Conferencia Agrícolas de la Provincia de Madrid. Tomo II Curso 1877-78. Imprenta del Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos. Madrid, 1878.
  • Datos bibliográficos sobre la Sociedad Económica Matritense. Catalina García, Juan. Imprenta y Fundición de M. Tello. Madrid, 1877.
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.


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