En
la segunda mitad del siglo XIX la aparición de una abundante
normativa legal no impidió, al igual que en épocas pasadas, la
proliferación periódica de las plagas de langosta. Como una
maldición, la aparición de las nubes de langosta a finales de la
primavera y comienzos del verano ponían en alerta a todos los
pueblos de la comarca del Bajo Tajuña que, sin contar casi nunca con
los medios adecuados para luchar contra los insectos, veían como
mermaban las cosechas y la economía de sus habitantes, la mayoría
de ellos dedicados a la agricultura
A
mediados de la centuria, en 1847, encontramos nuevas referencias a la
propagación del insecto en los pueblos del Bajo Tajuña. En el mes
de junio, la Revista
Enciclopédica, al tiempo
que anunciaba una buena cosecha de cereal, alertaba ya de la
presencia de la plaga en la comarca:
(…)
En muchos pueblos inmediatos a Madrid, y en los alrededores de él,
ha empezado ya la siega, y la cosecha es la mejor que se ha conocido
hace muchos años. En Perales de Tajuña, se ha desarrollado la
langosta, de un modo horroroso; los campos se encuentran cubiertos de
insectos, y una infinidad de hombres, están únicamente destinados a
destruirla (…). (Revista
enciclopédica, periódico
mensual. Número 9, junio de 1847).
Frente
a estas noticias devastadoras, que reflejaban cierta impotencia para
luchar contra la plaga, las autoridades estatales y provinciales no
dejaron de presentar y aprobar una basta colección de órdenes
ministeriales, reglamentos y todo tipo de medidas que, prácticamente
en su totalidad, siempre hacían responsables a los alcaldes de su
puesta en práctica y no siempre con los medios económicos
necesarios para llevar a cabo esta tarea.
En
la segunda mitad del siglo hemos analizado distintas normativas
aprobadas en 1851, 1864, 1870, 1877-76, 1879 y 1889. En esta
relación, que no es ni mucho menos exhaustiva, aparece una
disposición publicada en el Boletín Oficial de la Provincia de
Madrid, del 6 de abril de 1864, en la que se fijan medidas para
atajar los focos de langosta que se habían detectado en los
municipios de Getafe, Collado Villalba y Rivas de Jarama, muy próximo
este último a la vega del Tajuña. Tras apelar a que los alcaldes y
guardas de campo de estos municipios, y los aledaños, incrementaran
las labores de extinción de los insectos, en
la inteligencia de que por la más ligera falta de morosidad
incurrirán en responsabilidad,
planteaba también como medidas eficaces para luchar contra su
propagación la roturación de los terrenos afectados:
(…)
el alcalde del término infestado, por medio de edictos que se
fijarán en la casa de Ayuntamiento y los demás pueblos del distrito
municipal, publicarán una relación del terreno o terrenos
invadidos, expresando sus linderos. Si fueren de propiedad
particular, los propietarios podrán verificar en ellos para la
persecución del insecto cuantos trabajos juzguen convenientes, pero
sin perjuicio de los que ellos emplearen en la persecución del
canuto, podrán hacerlo libremente las personas que gusten, sean o no
del pueblo o de la provincia, por el medio que crean más oportuno,
exceptuando el de la roturación con arado que solo podrán emplear
los propietarios de la finca infectada (…).
Según
se deduce de esta medida, una parte muy importante de la lucha contra
la plaga se confiaba a la retirada de los canutos con los huevos de
langosta de los terrenos infestados por parte de particulares que,
así, además de cooperar en la extinción obtenían unos ingresos
económicos a razón de 96 reales por fanega* de canutos. Estos miles
de canutos eran pesados y controlados los domingos en la plaza de la
cabeza de partido judicial de los distintos municipios:
(…)
La entrega del canuto se hará precisamente lodos los domingos en la
plaza de la cabeza del partido judicial por medición que ejecutarán
los medidores del pueblo, abonándose por cada fanega colmada la
cantidad de 96 reales, extendiéndose un acta, autorizada por el Juez
de primera instancia como delegado de la Junta provincial de
langosta, el Regidor Síndico y el depositario que será nombrado por
la comisión provincial de entre los seis mayores contribuyentes de
la cabeza del partido judicial.
Los
canutos, una vez registrados en un acta la cantidad, eran eliminados:
(…)
La comisión acto continuo presenciará la quema del canuto que
hubiere medido, procurando que estos actos tengan la mayor
publicidad, debiendo cuidar mucho al tiempo de la medición que el
canuto esté limpio de tierra y cualquier otro cuerpo extraño, y al
de la quema que la desaparición de los restos se haga de tal manera,
que en ningún caso pueda volver a presentarse a la medición el que
haya sido entregado á las llamas.
Dibujo de una langosta publicado en el Tratado del cultivo de la vid, obra del catedrático de Agricultura afincado en Morata José de Hidalgo Tablada (1870)
La
plaga de 1875
Estas
medidas, según el texto publicado en el Boletín Oficial de la
Provincia, debían tenerlas presentes, y así se advertía en la
orden, todos los Alcaldes de
los pueblos de esta provincia en el desempeño de sus funciones
relativamente á este servicio.
El
pago de una cantidad económica determinada por la recolección de
los canutos de los terrenos infestados fue una práctica habitual en
la desigual lucha contra las plagas de langosta. Durante la campaña
de 1875, si tenemos en cuenta la documentación generada, la langosta
fue especialmente abundante en la comarca del Bajo Tajuña. En una
memoria elaborada por la Comisión
Provincial para la extinción de la langosta
se especificaba que ese año de 1875 se habían recogido en pueblos
de la comarca como Aranjuez, Chinchón, Colmenar de Oreja,
Villaconejos, Aranjuez y Titulcia la cantidad de 8.069
arrobas de canutos**, equivalentes a 92.793 kilos (Para hacernos una
idea de la importancia de la plaga en ese año recordemos que los
canutos contenían los huevos del insecto y no los propios insectos
en su etapa larvaria o adulta). En esa misma memoria se señalaba que
por cada arroba de canutos se habían abonado 3 reales, eso sí, solo
en los municipios que
contaban con recursos. En
los que no contaban con estos medios económicos el texto de la
Comisión Provincial indica que
hicieron un llamamiento al pueblo, que corrió solícito a destruir
la plaga por cuantos medios estaban a su alcance; muchos particulares
también se prestaron a destruirlo por su cuenta.
La
prensa de la época también se hizo eco del desarrollo de la plaga
del verano de 1875 en el Bajo Tajuña. A mediados de agosto, La
Correspondencia de España
publicaba varias noticias sobre la plaga de langosta en la comarca:
(…)
La langosta, que invadió hace días el término de Aranjuez, se ha
corrido en gran parte hacia Valdelaguna, Los Parrales y Morata de
Tajuña. (La
Correspondencia de España,
15 de agosto de 1875).
Al
día siguiente, el mismo periódico se refería también a la
eliminación de los canutos de langosta en la cabeza del partido
judicial, tal como determinaba la legislación:
(…)
En Chinchón se mataron anteayer cerca de 1.000 arrobas de langosta.
(La
Correspondencia de España,
16 de agosto de 1875)
El
mismo día el periódico publica otra noticia sobre la langosta:
(…)
Ha sido nombrado vocal de la comisión que auxilia al Excmo. Señor
gobernador de esta provincia, en los importantes trabajos
concernientes a la extinción de la langosta que tantos daños está
causando, nuestro antiguo y querido amigo Balbino Cortés y Morales,
tan competente y laborioso en todo cuanto tiene relación con la
agricultura (…).
El
19 de agosto, la plaga se da por extinguida en Morata según el mismo
periódico:
Ha
desaparecido por completo la langosta del término de Morata de
Tajuña, en esta provincia.
(La Correspondencia de
España, 19 de agosto de
1875).
Un
día después La
Correspondencia Española
reitera que la langosta ha desaparecido del término de Morata de
Tajuña, aunque añade que la plaga sigue creando estragos en
Titulcia:
(…)
Ha desaparecido por completo la langosta del término de Morata de
Tajuña (…), pero sigue haciendo grandes estragos en Titulcia y sus
inmediaciones, y el ayuntamiento del mismo ha solicitado a la
Diputación Provincial algunos fondos para atender a la extinción
del insecto. No nos cansaremos de recomendar la más exquisita
vigilancia y las precauciones más minuciosas en una cuestión que
tanto interesa y en la cual el menor descuido puede ser causa de
daños incalculables. (La
Correspondencia de España,
20 de agosto de 1875).
Para
hacernos una idea más completa de las consecuencias de la plaga de
langosta del año 1875, que afectó a la mayoría de los pueblos de
la comarca del Bajo Tajuña, acudimos, por último, a una publicación
oficial, la Memoria de la
Comisión Provincial para la extinción de la langosta.
Según esta publicación, editada a finales de ese mismo año, la
plaga en la comarca se detectó a finales de julio:
(…)
vino en 31 de Julio último una invasión en número tan crecido de
la parte de Ontígola y Oreja, de la provincia de Toledo, a la parte
meridional de esta provincia o
sea al partido de
Chinchón, que causó considerables daños en toda clase de plantas
en la fértil vega de Aranjuez y Colmenar de Oreja; desde estos
puntos se propagó a Villaconejos y de aquí a Chinchón, a la Vega
del Tajuña, y unos días después desde Aranjuez pasó a Titulcia y
Ciempozuelos, a la Vega del Jarama, causando no menos daño que en
los anteriores.
Todos
los Ayuntamientos se apresuraron a dar cuenta de la invasión al
Excmo. Sr. Gobernador, y diariamente lo hacían del estado que
presentaba, denunciando a la vez como puntos de donde había partido
aquella el término de Ontígola y Soto de Oreja, de donde veían
bajar la asoladora plaga (…).
La
plaga de 1875 aún dio lugar al interés de los expertos en extinción
de plagas de esa época algunos años después. Casildo Azcárate,
coautor de la Memoria de la
Comisión Provincial para la extinción de la langosta,
se refería a ella en una conferencia que pronunció en 1878. En su
conferencia, Azcárate, que afirmaba que las langostas siempre se
movían desde el oeste hacia el este, indicaba también que la plaga
había llegado a la comarca procedente de la provincia de Toledo:
(…)
llega la época de la ovación, y entonces la langosta emigra; y no
solamente la que se levantó de los pueblos citados de esta
provincia, sino la que en bandada densísima partió de la inmediata
provincia de Toledo, invadieron muchos pueblos que en las vegas del
Tajuña, del Jarama y del Tajo ningún indicio de langosta habían
tenido en los meses de Abril, Mayo y Junio del citado año 1875, y
sus términos municipales quedaron fuertemente infestados por los
gérmenes de ese insecto, por el canutillo, y por esto sujetos a los
procesos de destrucción que dichos gérmenes llevarían a cabo tan
pronto como estos se avivaran en la primavera siguiente del año
1876, como así sucedió. Y entre estos pueblos infestados por la
emigración de la langosta se hallan: Colmenar de Oreja,
Villaconejos, Chinchón y otros en la primera de las vegas citadas; y
Titulcia y Ciempozuelos en la segunda. (…).
La
sensación de cierta impotencia en la lucha contra la langosta, que
se desprende de muchos de los textos que hemos citado, se pone
también de manifiesto en una publicación sobre la Sociedad
Económica Matritense, una entidad que desde hacía décadas
convocaba concursos para premiar las mejores propuestas para
enfrentarse a la plaga. En esta publicación, editada en 1877, se
hace un repaso de la bibliografía generada por estos concursos, las
medidas que se proponían y, además, se reconoce lo poco que se
había avanzado desde el año 1844, cuando empezaron a otorgarse
estos premios:
(…)
De la lectura de los
extractos de las diez y siete memorias presentadas al concurso, se
deduce que después de pasados treinta y dos años poco nuevo se ha
descubierto contra el terrible y asolador insecto, siendo lo más
lamentable que nada eficaz se haya propuesto para evitar o disminuir
los estragos que ocasiona (…).
En
realidad, esta indefensión ante la plaga traspasó las fronteras del
siglo XIX y en las décadas siguientes seguiría provocando pérdidas
de cosechas. Y eso a pesar de que en los años finales de ese siglo,
según publicaba en La
Iberia, en la provincia de
Madrid se llegó a utilizar gasolina como nuevo remedio aplicado a la
extinción de las temidas langostas:
(…)
Por la Dirección General de
Obras Públicas se ha dispuesto que todos los ingenieros agrícolas,
y peritos agrónomos, del Instituto de Alfonso XII, a quienes causas
mayores no detengan en la citada escuela, salgan a la provincia de
Madrid con objeto de prestar el servicio de emplear la gasolina en la
extinción de la langosta, y adiestren en estas prácticas a los que
en provincias tengan que efectuarlas, evitándose de esta manera
mayor gasto de gasolina haciendo que se consuma con provecho.
(La
Iberia, 3 de junio de
1889).
*La
fanega como medida de capacidad, aunque era diferente según las
diversas regiones, equivalía en Castilla a 55,5 litros.
**
**Para
hacernos una idea de lo que significaba este método de lucha contra
la langosta acudimos a una publicación de la época, Elementos
de Agricultura, de Mariano Serra y Navarro. En un capítulo de esta
publicación, De
la langosta como elemento perjudicial para la agricultura, aparecen
los siguientes datos:
(…)
Coger y quemar
los canutillos de
los terrenos que
no se araran
desde agosto, en que concluyan la
postura hasta
marzo que se
desarrollan,
pudiendo pagarse á 13 céntimos de
peseta el
kilogramo; y como
cada familia pobre, de
tantas como hay
en los pueblos agrícolas, pudiera coger al día por término medio,
de 15
á 16 de
aquellos;
calculando 500 canutillos por kilogramo y 25 huevos cada uno,
resultaría que por dos pesetas se
destruirían mas
de 200.000
insectos. (…).
Fuentes
y bibliografía:
- Memoria de la Comisión Provincial para la extinción de la langosta. Azcárate, Casildo y Montenegro, Antonio. Oficina tipográfica del Hospicio. Madrid, 1875.
- Elementos de Agricultura. Serra y Navarro, Mariano. Establecimiento tipográfico de los hijos de D. José Francés. Jaén, 1878.
- Tratado del cultivo de la vid y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de. Segunda edición. Librería de la Señora Viuda e Hijos de D. José Cuesta. Madrid, 1870.
- Conferencia agrícola del 21 de marzo de 1878 producida por don Casildo Azcárate, catedrático de la Escuela General de Agricultura. Reproducida íntegramente en Conferencia Agrícolas de la Provincia de Madrid. Tomo II Curso 1877-78. Imprenta del Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos. Madrid, 1878.
- Datos bibliográficos sobre la Sociedad Económica Matritense. Catalina García, Juan. Imprenta y Fundición de M. Tello. Madrid, 1877.
- Publicaciones y periódicos citados en el texto.
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