miércoles, 18 de noviembre de 2015

Auge y decadencia de la casa y hacienda de los frailes dominicos en Morata


Los frailes fueron propietarios de una extensa  y próspera hacienda

En el primer tercio del siglo XIX, con la desamortización, los bienes fueron subastados

En el siglo XVIII se documenta la presencia en Morata de una casa de labor de los frailes dominicos del Rosario. Junto a la casa, los dominicos poseyeron una extensa hacienda dedicada, sobre todo, a elaborar vino y aceite. De aquella casa y hacienda, sólo queda el testimonio de la casa Mac Crohon, levantada sobre el solar de los dominicos, y que hoy cumple las funciones de la Casa Cultural. Esta es la historia de la presencia de los frailes en Morata, de las actividades que desarrollaron y de cómo su hacienda, tras la desamortización, pasó a otras manos.

La primera referencia documental que hemos localizado de los dominicos en Morata la encontramos en el Catastro de Ensenada. Es ahí, hacia mediados del siglo XVIII, cuando se describen la casa y las instalaciones anexas. Pese a lo que pudiera pensarse, esta propiedad de los dominicos nunca fue lo que se entiende por un convento. En realidad sus propietarios siempre le dieron un uso agrícola y como tal, era el centro neurálgico de la extensa hacienda que poseían en Morata. En el catastro, de hecho, nunca habla de convento y al enumerar sus bienes en la villa la describe simplemente como casa:
Primeramente una casa en la población de esta villa que tiene de fachada sesenta y seis varas y de fondo sesenta y cuatro, su habitación consiste en bajo y entresuelo con diferentes oficinas, dos lagares con dos vigas cada uno, una almazara de aceite con diez y siete tinajas de caber mil setecientas arrobas, bodega con diez cubas, su caber cinco mil arrobas, cueva con ochenta tinajas de caber cuatro mil arrobas, y un cocedero de vino con nueve tinajas, su cabida novecientas arrobas.
Linda mediodía con calle que va a al camino de San Martín y norte casa de Don Julián Correa, vecino de Madrid, y se ha regulado su alquiler en cada un año en dos mil y seiscientos reales de vellón.
De acuerdo con estas medidas, la casa ocupaba una superficie de alrededor de 3.000 metros cuadrados y la descripción de los linderos al mediodía (sur) y al norte indica que ya entonces ocupaba el espacio entre la actual avenida de la Constitución y la calle Iglesia (donde ahora se encuentran las caballerizas). Además de la descripción de la existencia de dos lagares y una almazara, con sus correspondientes tinajas, y un cocedero de vino,  los apuntes del catastro nos indican que la finalidad de la construcción era la transformación y elaboración del vino y el aceite que los frailes dominicos obtenían de sus números propiedades rústicas en Morata. Las casi 10.000 arrobas de capacidad de almacenamiento de vino y más de 2.000 de aceite dan una idea de la importancia de sus propiedades.
Otras propiedades de los dominicos en Morata
Aparte de la casa, los frailes dominicos contaban en Morata con una extensa hacienda claramente dirigida a la producción de vino y aceite. La mayor parte de sus parcelas eran viñas y olivares, de ahí la existencia de los lagares, la almazara y el molino aceitero. Este molino no estaba en la casa, sino en la zona de la llamada calle de Los Huertos (actual calle del Carmen), justo donde se localizaban en esa época la mayoría de los molinos de aceite entonces existentes en Morata. En el catastro se describe someramente:
Un molino aceitero con dos vigas y sus trojes correspondientes y veinte y seis tinajas para aceite que cabrán ochocientas arrobas y regulado por quinquenio en cada un año en mil y cien reales.
Las propiedades rústicas de los dominicos se desglosaban en:
  • 81 fanegas de tierras de riego en la vega
  • 44 fanegas de secano en el llano
  • 104 fanegas de viña (incluidas 3 fanegas de viñas de riego en la vega) con 36.863 cepas
  • 91 fanegas de olivares con 3.458 olivas (incluidas las 1.230 olivas que se cultivaban en las viñas)
  • Una era de trillar de dos fanegas, la tercera parte empedrada
  • Una poza para el cáñamo junto a la ermita de la Soledad

Registro de la casa de labor y el molino de los dominicos en el Catastro de Ensenada

Esta relación de bienes convertía a los dominicos en los mayores propietarios de la villa, si exceptuamos al Conde de Altamira, pero con el matiz de que el propietario del señorío no explotaba directamente su hacienda y los frailes sí que realizaban todo el proceso productivo desde el cultivo de viñas y olivares -y otros cultivos de secano o regadío como el trigo o el cáñamo-, hasta la elaboración del vino y el aceite y el traslado para su venta a Madrid.
Que los frailes tenían su casa de Morata como el centro de una gran explotación agrícola lo demuestra el hecho de que, para llevar a cabo los trabajos necesarios a lo largo del año, también eran poseedores de cinco pares de mulas y dos pollinos para la labranza. Ningún propietario en Morata contaba en aquella época –recordamos, mediados del siglo XVIII- con tantas caballerías de labor ni, por supuesto, con tantos trabajadores a su cargo. En la relación de personal del catastro figuran como criados de los dominicos cinco vecinos de la villa que aparecen reflejados con su nombre y edad:
  • Bernardo Gutiérrez, de treinta años, criado de la labor
  • Manuel Campanero, de veinte y ocho años
  • Francisco Alonso, de treinta y dos años
  • Matheo Blas, de treinta años
  • Nicolás Gutiérrez ,de veinte año
  • Francisco Xavie,r de diez y siete años
A estos trabajadores, había que unir a Josepha de Cuenca, de cincuenta y cuatro años ,y a Florencia Ruiz de diez y seis años, ambas catalogadas también como criadas.
Aparte de estos trabajadores, la relación también incluye a Gregorio de Mingo, de veinte y nueve años y arriero, que sería el encargado con los tres machos propiedad de la casa de transportar los productos del campo a Madrid.
Naturalmente, los frailes tenían a un responsable directo de toda la explotación residiendo en Morata. Este papel lo ejercitaba el padre fray Bernardo García, administrador de la casa y hacienda que en esta villa pertenece al convento del Rosario de dominicos de Madrid, tal como se refleja en los legajos del catastro. Junto a este administrador, fray Francisco López, lego, ejercía las funciones de ayudante. Este fraile administrador, además, sería el responsable de velar por el cobro de los intereses que rentaban los censos del convento que habían tomado  algunos vecinos de Morata, concretamente dos censos a favor del convento de 200 ducados de principal y otros dos de cien ducados cada uno, todos ellos al 3 por ciento de interés.
Desamortización de la hacienda de los dominicos
Esta explotación agrícola de los frailes dominicos que, sin duda, en las épocas de recolección necesitaría del trabajo de numerosos jornaleros de la villa, se mantuvo en activo hasta las primeras décadas del siglo XIX. En esos años, con la guerra de la Independencia y las desamortizaciones eclesiásticas, comienza el proceso que acabará con la presencia de los dominicos en Morata.
El Diario de Madrid, que en esos años de comienzos del siglo XIX cumplía la función que hoy desempeña el BOE, recogió en distintos ejemplares el proceso de desamortización y subasta de los bienes de los dominicos, no solo en Morata sino también en las villas vecinas de Arganda, Perales y Chinchón.
El 18 de noviembre de 1809, en plena guerra de la Independencia, ya aparece el anuncio de la subasta de la casa y hacienda de los dominicos. Medio año después, el 8 de junio de 1810, el mismo periódico reitera el anuncio de subasta, ahora ya con la valoración de los bienes: 306.904 reales, una auténtica fortuna para la época.
Estas subastas, o bien no llegaron a realizarse en su totalidad o fueron anuladas al acabar la guerra. De hecho, en el inicio del reinado de Fernando VII se anularon algunas de estas ventas realizadas bajo el dominio francés y la hacienda quedó en un limbo jurídico, de ahí que en los años siguientes, en lugar de salir a subasta la propiedad de las tierras y los edificios de los dominicos, lo que se subastó fue el producto de la hacienda. En concreto, el 8 de octubre  de 1813 el Diario de Madrid publica el anuncio de subasta de la producción de las viñas, por 39.020 reales, y meses después, el 12 de diciembre, son las aceitunas las que se subastan públicamente. Hay constancia de otra subasta convocada años mas tarde, el 23 de septiembre de 1821, cuando no sólo se subastan las uvas de las viñas sino también el cocedero de vino y las cuevas de almacenamiento.
La de 1821 sería la última vez que se saca a subasta la producción de la hacienda de los dominicos en Morata. A partir de entonces ya sí, con el proceso desamortizador de los bienes eclesiásticos en pleno auge durante el gobierno liberal, será la propiedad de las tierras, casas, molinos y lagares las que salgan al mercado en busca de comprador. En el Diario de Madrid se publicaron dos de estas subastas, lo que indica la dificultad de encontrar compradores. En la primera ocasión, el 20 de abril de 1822, se subasta la casa con sus almacenes y enseres correspondientes tasados en 274.044 reales. En esta subasta el molino aceitero se tasa en 92.555 reales y también se ponen en venta distintas tierras y olivares en varios parajes del término de Morata. Esta primera subasta no tuvo ningún éxito pues unas semanas después el anuncio se repite, el 10 de julio, con una bajada sensible en la tasación de los bienes: la casa se valoró en 259.843 reales y el molino de aceite en 85.181.
Anuncio en el Diario de Madrid de una de las subastas de los bienes de los dominicos

No se ha encontrado en la documentación cuándo se adjudicó definitivamente la casa de labor ni en cuanto se valoró la misma. Por las fechas, muy cercanas a la de la venta del Molino de la Huerta a la familia Angulo, podría ser que esta misma familia adquiriera por entonces la propiedad de la casa de labor de los dominicos y que tras sucesivos matrimonios pasara finalmente a la familia Mac Crohon.  Sí que hay constancia de que muchas de las tierras que fueron propiedad de los dominicos en Morata fueron adjudicadas, en los años 1837 y 1838, a Gonzalo Robles que abonó en sendas subastas 130.000 reales por 39 fanegas de viña de secano (con 6.240 cepas), 5 fanegas de tierra de vega y 1.238 olivas repartidas en 20 olivares.
Estas ventas, que serían las últimas de la hacienda original de los dominicos, pondrían punto final a su presencia en Morata. De ella solo ha quedado el recuerdo. La ermita del Rosario, levantada junto a las posesiones que tenían los frailes en la salida hacia Madrid desapareció también hace muchas décadas y ya pocos morateños denominan a la actual calle Mac Crohon, como la Calle de los frailes, como se hacia hasta hace unos años. La casa de labor dio paso al palacete de la familia Mac Crohon, finalizado en 1882, que es el que ha llegado hasta nosotros, convenientemente restaurado, después de servir también como hospital de sangre en la guerra civil o escuelas públicas desde la inmediata postguerra hasta finales de la década de los sesenta en el siglo pasado. En la parcela, donde se levantaban los lagares y las bodegas,  también se edificaron las viviendas municipales para los maestros en 1946. El edificio principal, tras unos años de abandono, fue restaurado por CajaMadrid y así llegó hasta su actual utilización como Casa de Cultura municipal. Por el camino, los patios y jardines, antaño lugar de ocio y juegos infantiles e incluso mercado, lamentablemente han devenido en un árido, duro y asfaltado aparcamiento que desmerece y no hace honor a la historia de todo el entorno.

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