Según
el documento que publicamos y trascribimos la pasada semana, en el
que se detallaba la enajenación de distintas propiedades de la casa
de Altamira (libros, armaduras medievales, manuscritos y la práctica
totalidad del archivo condal), estas ventas afectaron directamente al
patrimonio documental que recogía la relación de los condes de
Altamira y sus antecesores, los marqueses de Leganés, con Morata.
Con
toda seguridad, entre esas 1.057 arrobas de legajos y documentos
expoliados del archivo habría innumerables documentos que tratarían
sobre la presencia en Morata no sólo de los condes de Altamira sino,
también, de los marqueses de Leganés, sus antecesores en el señorío
de Morata y de otros pueblos vecinos como Perales. Unos 250 años de
historia del señorío de los que sólo han llegado hasta nosotros
los legajos que, por fortuna, aún se conservan en la sección de
Nobleza del AHN y, también, otro grupo de documentos que, como
veremos, pasaron a formar parte de otros archivos, públicos o
privados.
Respecto
al grueso del archivo condal, el que formaba parte de esas más de
1.000 arrobas de documentos, adquiridas al peso por el librero
Perera, su venta propició momentos grotescos como la reventa de
parte de estos legajos antiguos a diversos tenderos de la capital
para su utilización como papel de envolver en pescaderías,
carnicerías y otros establecimientos de venta al público
Sobre
este parte tan importante de la historia de España y de muchas de
sus villas y ciudades, acumulada durante siglos en los legajos que a
partir de entonces se utilizaron para envolver pescados o fruta, se
cuentan situaciones curiosas pero muy tristes a la vez, ya que
expresan el desprecio por el patrimonio cultural de los responsables
de la venta del archivo.
Según
se cuenta, una de estas anécdotas tuvo como protagonista al conde de
Valencia de Don Juan. Juan de Krooke y Navarrot, conde consorte, supo
de la existencia de estos documentos con cientos de años de historia
cuando reconoció en un gancho situado junto a un retrete una carta
autógrafa del Gran Capitán. La presencia de este y otros documentos
ajenos a la Casa de Altamira entre las más de mil arrobas vendidas
como papeles inservibles dan fe de la importancia del patrimonio que
se perdió en esta almoneda.
Por
fortuna, alguno de estos legajos, procedentes de los archivos de
familias de las nobleza como el conde duque de Olivares, el ducado de
Sessa y, por supuesto los muchos títulos atesorados por la Casa de
Altamira (Astorga, Almazán, Poza…, etc), se recuperaron o no
entraron en la venta al peso al librero Perera y fueron adquiridos,
por la familia Zabálburu, el propio conde de Valencia de Don Juan y
otros particulares que permitieron su conservación, aunque en
algunos casos, estas ventas significaron la salida para siempre de
este patrimonio documental de España con destino a países como
Suiza, Estados Unidos o Reino Unido.
Instituciones
en las que se puede consultar parte del archivo Altamira
- Biblioteca Francisco Zabalburu:
Juan
Domingo Zabalburu adquirió varios manuscritos procedentes de la
Casa de Altamira por medio de Francisco Sancho Rayón, bibliotecario
del Congreso de los Diputados y relacionado también con los Osorio
de Moscoso. La adquisición de los legajos del archivo se produjo
como pago a las deudas que la Casa de Altamira mantenía con él, por
lo que recibió varios manuscritos, en concreto 522 carpetas de
legajos. Esta manera de saldar deudas por parte de los herederos del
XIV conde de Altamira no era extraña en estos años: recordemos que
el palacio de Morata también pasó a pertenecer al marqués de
Tornero en pago de las dudas que los condes de Altamira mantenían
desde hacía décadas con la familia Caballlero
Estos
manuscritos pasaron posteriormente a los hermanos Mariano y Francisco
Zabalburu que los incluyeron en los fondos de su magnífica
biblioteca, localizada en la actualidad en la calle Marqués del
Duero de Madrid. Entre estos fondos se encuentran correspondencia y
manuscritos de los Reyes Católicos, El Gran Capitán
- Instituto de Valencia de Don Juan.
Como
ya hemos indicado, Juan de Crooke y Navarrot, conde consorte de
Valencia de Don Juan, también adquirió un importante lote
procedente del archivo condal de la Casa de Altamira entre los años
1869 y 1871. Parte de estos documentos los compró el conde consorte
en la almoneda que reseñamos la pasada semana, en la que adquirió,
por 25.000 reales 61 legajos. Otra parte importante del archivo llegó
a sus manos al adquirir parte los papeles vendidos al peso al librero
Perea como ya hemos reseñado, y que, este a su vez, vendiera a un
tendero de la calle Mayor de Madrid. Juan de Crooke pagó 30.000
reales más por esta nueva partida de documentos que, además de
pasar a formar parte en los siguientes años de los fondos del
Instituto de Valencia de Don Juan, también surtieron a otras
instituciones culturales como el British Museum. Tras estas
adquisiciones, el conde aún compraría seis nuevos legajos en 1872 a
la testamentaría del conde de Altamira.
El
Instituto de Valencia de Don Juan, donde actualmente se conservan
estos fondos procedentes del archivo Altamira, se creó en 1916 y
está situado en la calle Fortuny de Madrid.
- British Library
Parte
de los papeles que adquiriera el conde de Valencia de Don Juan tras
encontrar su pista en unmretrete terminaron en Inglaterra,
concretamente en el British Museum. En el año 1870 se vendieron a
esta institución, entre otros escritos, cartas originales de Felipe
II, de su secretario Antonio Pérez o de Juan de Austria. En
posteriores ventas –hasta cuatro envíos se realizaron desde España
al Reino Unido-, del antiguo archivo de Altamira salieron nuevos
legajos con más documentos de los reinados de Felipe II y Felipe
III.
- Hispanic Society of América
En
esta institución cultural se conservan parte de los papeles que
habían pertenecido a Sancho Rayón, el mismo personaje que ya había
intervenido en la venta de varios legajos del archivo a la familia
Zabalburu. y que este vendió al marqués de Jerez de los Caballeros,
Manuel Pérez de Guzmán. Este aristócrata adquirió la biblioteca y
parte de los 3.000 documentos en poder de Rayón. Posteriormente el
marqués de Jerez vendió este patrimonio y su propia biblioteca al
mecenas estadounidense Archer Milton Huntington, creador de la
Hispanic Society of América. Este mecenas, auténtico apasionado por
la cultura española, ya poseía una imponente de colección de
libros antiguos españoles, unos 18.000 ejemplares, cuando adquirió
el lote procedente de la colección de Pérez Guzmán, valorada en
592.000 francos. Entre los documentos adquiridos por Huntington
procedentes del archivo Altamira hay importantes manuscritos
procedentes del reinado de Felipe II.
Documento en el que el conde de Altamira nombra a Pablo Chapuy bibliotecario de su casa
- Biblioteca Pública Universitaria de Ginebra. Fondos Édouard Favre
Por
último, otra destacada institución cultural localizada fuera de
España se hizo con una porción de lo que fuera el archivo condal de
la Casa de Altamira: la Biblioteca Pública Universitaria de Ginebra
donde se conservan estos documentos conocidos como Fondo
Édouard Favre.
Estos papeles del archivo Altamira llegaron hasta Suiza por la
intervención de Pablo Chapuy, cónsul de su país en España y,
también, bibliotecario de los Osorio de Moscoso.
Pablo
Chapuy, que también trabajó como ayo del entonces primogénito de
la familia, José María Osorio de Moscoso, ejerció como
bibliotecario de la Casa de Altamira desde 1844, año en el que el
XVI conde de Altamira, Vicente Pío Osorio de Moscoso, decidió su
nombramiento:
Deseando
dar una prueba de mi aprecio y de lo gratos que me han sido los
buenos servicios del señor Pablo Chapuy, desde que le encargué la
educación de mi muy caro hijo primogénito, hace ya cerca de diez
años, y atendidos sus conocimientos e instrucción, vengo en
nombrarle bibliotecario de la de mi casa con el sueldo anual de 8.000
reales de vellón y los emolumentos de casa, mesas y demás que
actualmente disfruta (…).
Madrid,
1 de enero de 1844 (Archivo
Histórico de la Nobleza, BAENA, C.228, D.237-242.)
La
importancia de esta colección de unos 10.000 documentos que adquirió
Chapuy se basa en que, a diferencia de las otras instituciones que
cuentan con fondos del archivo condal, en este caso la totalidad de
la colección procede sólo y exclusivamente de la Casa de Altamira.
Aún en vida, Pablo Chapuy intento vender estos fondos al duque de
Aumale, que declinó la oferta. A la muerte del antiguo bibliotecario
de los condes de Altamira, su familia puso de nuevo en venta la
colección que fue adquirida por Édouard Favré quien a su vez la
donó, en 1907, a la Universidad Pública de Ginebra, donde
actualmente todavía se conservan estos fondos.
Los
documentos adquiridos por Édouard Favré a los herederos de Pablo
Chapuy fueron catalogados por el archivero y paleógrafo francés
Leopold Micheli y publicados en varias entregas por el Bulletín
Hispánique. Posteriormente, el conjunto del trabajo del archivero se
editó por parte de la compañía Feret&Fils Editeurs en 1914:
Bibliltheque Publique et Universitaire de Genève. Inventaire de la
Collection Édouard Favre (Archives de la Maison d´Altamira, par
Leopold Micheli.
Gracias
a este catálogo podemos acceder a la riqueza de este fondo
documental que contiene, según los especialistas, poemas de la mejor
época de la literatura española, muchos de ellos manuscritos y, por
lo tanto, únicos y prácticamente desconocidos.
Abraham
Madroñal ha estudiado este conjunto documental conservado en Suiza
que consta de textos poéticos impresos y manuscritos de carácter
religioso, político y teatral, entre otras temáticas. Analizando el
catálogo, en el volumen 79 y en el apartado de poesía manuscrita
aparece con el número 50 un
poema de autor desconocido que se inicia con el verso En
años tan deseados
(Fol.389) y que trata sobre la villa de Morata, señorío de los
condes de Altamira en el siglo XVIII en el que está fechado el
poema.
Por
otra parte, en el volumen 80 de la colección, en el número 22,
folios 119 al 127, se hace una descripción
de las fiestas que los vecinos de la villa de Morata celebraron en
obsequio del Excmo. Sr. Marqués de Astorga
(Siglo XVIII). En el folio inicial se incluye una poesía que se
inicia con el verso:
La
villa de Morata esclarecida (…).
No
deja de ser curioso como el patrimonio documental acumulado durante
siglos por los Altamira y otras familias nobles emparentadas con la
casa condal, ha tenido un final parecido al que sufrió la colección
pictórica que iniciara el marqués de Leganés en el siglo XVII.
Como sucediera con las pinturas del I marqués de Leganés, cuando la
ruina económica de la familia en los comienzos del siglo XIX
propicio su venta y la dispersión de una colección que superaba con
creces las 2.000 pinturas de los mejores artistas, el archivo también
se malvendió y dispersó sin que nadie pusiera coto a la salida del
país de estos documentos. Hoy, más de un siglo después, es posible
admirar muchas de estas pinturas y analizar muchos de estos
documentos del archivo Altamira en los más importantes museos,
archivos y bibliotecas de España y de otros países europeos y
americanos, aunque también es verdad que muchos de estos fondos se
perdieron para siempre.
Fuentes
y bibliografía
- Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C.291, D.1-12.
- Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C.228, D.237-242.
- El parnaso de Cervantes y otros parnasos. Madroñal, Abrahan y Mara Induráin, Carlos. Instituto de Estudios Auriseculares (IDEA). Colección Baihoja. Nueva York,2017.
- Bibliotheque Publique et Universitaire de Genéve. Inventaire de la Collection Édouard Favre (Archives de la maison d´Altamira). Micheli, Leopold. Feret&Fils editeurs. Burdeos, 1914.
- Poesías desconocidas del Siglo de Oro recuperadas de la Biblioteca de Ginebra. Madroñal, Abraham. Sociedad Suiza de Estudios hispánicos. Lausanne, 2016.
- Periódicos y publicaciones citados en el texto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario