Las referencias a grandes tormentas en la vega del Tajuña son una constante desde hace cientos de años. Desde el siglo XVII hay constancia de que estos fenómenos meteorológicos, propios del final del verano, afectaron tanto a los cultivos de los morateños como al casco urbano de la villa. En el post de esta semana hacemos un recorrido histórico por estos desastres naturales y cómo han afectado a Morata y sus habitantes.
Diversos documentos analizados por Jesús Antonio de la Torre en su libro Historia de la villa de Morata de Tajuña recogen cómo las tormentas arrasaron la vega de Morata en 1629 y 1643. En épocas más recientes, con mejores y más abundantes registros históricos, se han documentado grandes tormentas que provocaron riadas y el desbordamiento del cauce del río Tajuña y otros cursos de agua de la cuenca del Tajo* desde el siglo XIX hasta la actualidad.
Por fortuna, desde mediados del siglo XIX ya contamos con reseñas de los periódicos de la época que reflejaban, con mayor o menor amplitud, estos fenómenos naturales que tanto preocupaban a los vecinos de Morata y de los pueblos de la comarca.
En 1843 encontramos una primera referencia a uno de estos temporales de lluvias que, en este caso, afectó tanto a la cuenca del Tajuña como a la del río Tajo. Así aparecía publicado en un periódico de la época:
Colmenar de Oreja, 7 de mazo. El temporal que hemos sufrido ha hecho salir de madre al Tajuña, Jarama y Tajo, causando mil destrozos, especialmente en la vega de este pueblo, y paralizando el paso de las barcas en muchos puntos. (El Eco del Comercio, 12 de marzo de 1843).
Con mucho más detalle, el periódico La Esperanza recogía en sus páginas los estragos causados por un temporal de lluvias que, además, coincidió con una epidemia de cólera en la comarca:
Perales de Tajuña, 31 de agosto
Cuando íbamos respirando un poco del pánico que se había apoderado de estos infelices habitantes en el triste periodo de mes y medio que ha reinado en el pueblo el cólera, llevándose entre pequeños y grandes 82 personas, y que por la misericordia de Dios nos encontramos enteramente libres de esta terrible calamidad, en la noche de ayer 30 ha venido a aumentar su aflicción y desconsuelo otra no menos lastimosa cual es una fuerte y terrible avenida del Tajuña, no conocida hace más de un siglo, que ha inundado y perdido por completo todos los frutos y legumbres de su hermosa vega, ocasionando la ruina de muchas familias, de casi todo el pueblo, que no cuentan para su subsistencia con otros arbitrios y recurso que sus pobres esquilmos, como dicen ellos, encontrándose en idéntico y triste caso los pueblos de Carabaña, Tielmes, Morata y Bayona de Tajuña. (La Esperanza, 3 de septiembre de 1855).
Lamentablemente, las tormentas y fuertes temporales de lluvia no solo causaban daños en la agricultura de Morata y los pueblos de la comarca. En algunas ocasiones también provocaron la muerte de vecinos por la caída de rayos. En 1893, en medio de una tormenta, la caída de rayos causó la muerte de una persona en Morata:
El viernes último hubo una horrorosa tormenta en Morata de Tajuña. Una chispa eléctrica produjo la muerte a un joven de catorce años, llamado Francisco Díaz Serrano, pariente de nuestro amigo y correligionario D. Carlos Díaz Valero**.
La muerte de dicho joven ha sido muy sentida y a su entierro acudió en masa todo el pueblo de Morata. (El País, 5 de mayo de 1893).
En 1896, otra tormenta y la caída de un rayo provocó la muerte de otro vecino de Morata. En este caso, según el periódico El Liberal, el 21 de junio se desencadenaron fuertes lluvias que ocasionaron la inundación de la ermita de la Virgen de la Antigua y la muerte de un agricultor y heridas graves a otro:
Se reciben noticias de los efectos de las tormentas de anteayer en poblaciones próximas.
En el término municipal de Morata cayó una exhalación que dejó muerto instantáneamente a un infeliz jornalero, Saturnino Rojas Reliegos, de cuarenta y dos años, que estaba trabajando en una viña. Le acompañaba un cuñado suyo, Vicente García Galeote, que se ocupaba en los mismos trabajos, el cual resultó gravemente herido. (El Liberal, 24 de junio de 1896).
Las grandes tormentas del siglo XX
En los primeros años del siglo XX, si hemos de hacer caso a las informaciones periodísticas de la época, se produjeron en el término municipal de Morata dos de las tormentas más devastadoras de las que se tiene referencia. La primera de ellas tuvo lugar en el mes de julio de 1902 y afectó no solo a los cultivos de la vega y el llano, sino que también provocó daños en las casas, calles y caminos de Morata:
Comunica el alcalde de Morata de Tajuña que anteayer descargó sobre dicha población una fuerte tormenta de agua y granizo, inundándose varias casas y cuevas habitadas, y causando grandes daños en los plantíos.
El vecindario se consternó, acudiendo a los lugares de mayor peligro el alcalde, concejales, Guardia Civil y varios vecinos.
Algunas calles quedaron intransitables, lo propio que los caminos vecinales. (El Siglo Futuro, 23 de julio de 1902).
Unos días después de esta primera noticia, el Diario Oficial de Avisos ampliaba los datos sobre este suceso:
Tormentas en Morata de Tajuña.
Según comunica el alcalde de Morata de Tajuña al gobernador civil, el domingo último entre 3 y 4 de la tarde descargó sobre la villa de Morata de Tajuña una horrorosa tormenta de agua y granizo que ha producido enormes daños e inmensas pérdidas.
La gran cantidad de agua que cayó inundó en poco tiempo las casas del pueblo, cuevas habitables, plantíos y los esquilmos de la vega.
El vecindario, consternado, huía de las casas, tratando de guarecerse en el ayuntamiento, cuyo edificio prestaba mayores seguridades.
El alcalde, los tenientes de alcalde y los individuos todos del puesto de la guardia civil que acudieron solícitos, organizaron varios trabajos para remediar los daños.
Se pudo salvar el mobiliario de algunas casas, muy pocas, porque la mayoría de ellas se vieron desalojadas por la fuerza del agua, cuya corriente arrastraba muebles, enseres y ganado.
Los trabajos de auxilio se prestaban con algunas dificultades a causa de hallarse las calles intransitables y hacerse preciso el uso de balsas.
Los destrozos causados son innumerables y las pérdidas no pueden calcularse por el pronto, aunque son inmensas.
Los caminos rurales están también inundados.
Se trabaja activamente por el vecindario, las autoridades y la guardia civil para desaguar las viviendas, algunas de las cuales habrán quedado resentidas.
Afortunadamente, no han ocurrido desgracias personales. (Diario Oficial de Avisos, 25 de julio de 1902).
Unos años después, las informaciones y noticias publicadas en los periódicos sobre la tormenta desencadenada en Morata en septiembre de 1906 fueron mucho más precisas en los detalles, quizás porque, si hemos de hacer caso a estos, las consecuencias de las lluvias torrenciales de esos días fueron las más desastrosas de las que se conocen en Morata. Curiosamente, según las informaciones de los periódicos, no está claro si la tormenta se inició en la tarde del domingo, 2 de septiembre, o en la del lunes, 3. En cualquier caso, sí que consta que en esos primeros días del mes de septiembre se desencadenó un temporal muy fuerte en varias provincias de España. Aunque entonces el término gota fría no se conocía, los periódicos reflejan fuertes tormentas e inundaciones en las provincias de Málaga, Granada, Guadalajara, Granada, Salamanca, Alicante y, por supuesto, también en Madrid. En esta provincia, además de en la capital, las crónicas periodísticas tratan sobre los daños causados por las lluvias torrenciales, entre otras localidades, en Madrid capital, en Aranjuez, en Colmenar de Oreja, Chinchón y en Morata.
La primera referencia a la tormenta que descargó en Morata la encontramos en el diario El País:
Al gobierno Civil comunican que la línea debido a la tormenta del domingo se halla interceptada del kilómetro 43 al 47.
Hubo desprendimientos de tierras que por fortuna no ocasionaron desgracias, teniendo que hacer trasbordo los viajeros.
Ha salido tren de socorros con material necesario (…).
En la línea del ferrocarril se han hundido varios terraplenes.
La vía tardará en quedar arreglada, y por lo tanto el servicio está interrumpido, y probablemente pasarán unos días antes de que se reanude.
La tormenta descargó a las seis de la tarde y según los partes fue horrible.
Al parecer no han ocurrido desgracias personales, aunque no puede asegurarse pues se han hundido varias viviendas.
También se ha hundido el molino aceitero.
La piedra y el lodo que han arrastrado las aguas obstruyen las calles del pueblo. También está inundado el camino y la plaza de la Constitución. A la que es imposible llegar.
Son muchas las casas inundadas que se teme se hundan.
Con urgencia se procura sacar de ellas el mobiliario y enseres y buscan viviendas donde acomodar a los muchos vecinos que han quedado sin hogar.
Todas las cosechas perdidas y los campos arrasados.
Ante tan desolador estado han quedado suspendidas las fiestas que celebra esta población los días 7, 8, 9 y 16 del mes de septiembre. (El País, 5 de septiembre de 1906).
El molino al que se hace referencia en la crónica era la almazara que, en su tiempo, fuera propiedad del conde de Altamira y que estaba situada justo encima de la alcantarilla del Ferrocarril del Tajuña. Cuando sufrió las consecuencias del temporal era propiedad de Domingo Rodelgo.
El 5 de septiembre también publicaron reseñas similares a la de El País periódicos como El Siglo Futuro, El Globo, La Correspondencia Militar, La Época y El Imparcial. Sin embargo, sería un día después, el 6 de septiembre, cuando dos periódicos, El Liberal y El Imparcial***, publicaron sendas crónicas muy completas sobre lo sucedido en Morata, En El Liberal la crónica está firmada por F.M. de Velasco, lo que nos hace suponer que el texto corresponde a Fructuoso Martínez de Velasco que, como vecino de Morata, debía de contar con datos de primera mano. Por su interés reproducimos entera la crónica:
Pueblo arruinado
Morata de Tajuña, 4 de septiembre de 1906
Cuando se preparaba esta villa a celebrar las fiestas de su patrona, una espantosa catástrofe ha concluido con todos sus entusiasmos. Ayer, a las cinco de la tarde, sin gran aparato comenzó a caer la lluvia tan deseada, causando la natural satisfacción a estos labradores, que venían sufriendo mucho con la pertinaz sequía del actual verano.
Bien pronto cambió el aspecto de las cosas. La tempestad, que en un principio parecía carecer de importancia, fue creciendo en intensidad y la lluvia arreciando hasta convertirse en torrencial, en términos que a las seis de la tarde se encontró el pueblo completamente inundado, anegándose infinidad de casas, en sus calles principales, penetrando el agua en cuevas, bodegas y depósitos de aceite, causando la pérdida de los caldos en ellos almacenados.
Cruzando el pueblo de Norte a Sur por un verdadero torrente, este desaguó en su fertilísima vega, arrasando todas las tierras, ocupadas ahora por los esquilmos de judías, patatas y tomates, principal recolección de la presente época, que se puede considerar como inutilizada.
Las pérdidas materiales son inmensas pues a las frutas inutilizadas en depósitos y pendientes de recolección, hay que agregar los destrozos ocasionados en edificios, vías y tierras, que costará gran trabajo recuperarlos en condiciones de ser utilizados.
Las cosechas de vino y aceite se presentan también escasísimas.
Con asentimiento unánime del vecindario ha resuelto esta corporación municipal suspender los festejos que debían celebrarse los días 8, 9 y 16 de septiembre.
Si la localidad contase con medios para atender a tanta desdicha, a nadie molestaría, pues sabe que los pueblos dignos no deben molestar a los poderes centrales cuando ellos pueden con su propio esfuerzo dominar las situaciones difíciles; pero en esta ocasión, si no se le tiende una mano protectora, si no se le ayuda, si en los centros oficiales que deben ejercer la tutela sobre los pueblos en desgracia, no encuentran eco sus lamentos, la miseria se enseñoreará de este antes rica y próspera villa. Las autoridades locales se dirigen hoy a la superioridad en busca de apoyo, y estos y el vecindario solicitan el valiosísimo de El Liberal y de toda la prensa. F. M. Velasco. (El Liberal, 6 de septiembre de 1906).
El mismo 6 de septiembre, otro de los periódicos más importantes de comienzos de siglo, El Imparcial, desplazó a Morata a un periodista para que contara de primera mano las consecuencias de la tormenta. También reproducimos completa la crónica:
En Morata de Tajuña
(De nuestra redacción)
Magnitud del desastre- Vagones sepultados- Línea interceptada- Horrores de la tormenta- Las cuevas- Estragos en la vega- El desagüe- Una víctima- Las pérdidas- Labradores en la miseria- Pidiendo auxilio.
He llegado a las diez a Morata. Los trenes no pasan de aquí por hallarse cortada la vía férrea en varios puntos de Morata de Tajuña. Entre el fango y el agua hay tres vagones enterrados. La entrada en la estación produce una impresión penosísima. Las escasas noticias del desastre no reflejan ni mucho menos los enormes estragos causados por la tormenta. Lo primero que se ofrece a la vista, a la izquierda de la vía, es el molino de aceites de D. Emilio Rodelgo, cuyos muros se hayan completamente derruidos por la acción del agua. De la sólida cerca que circundaba el edificio no ha quedado piedra sobre piedra, y los residuos de las 250 arrobas de aceite que en él se almacenaban corren entre los escombros por la vertiente que forma el terreno, amén de vasijas y otros útiles del molino que las aguas arrastraron a algunos kilómetros de distancia. Unos pasos más arriba, están las cuevas clásicas y características viviendas de Morata, donde se albergan unos 300 obreros de los más pobres.
Algunas de estas habitaciones formadas en las hendiduras del monte se han venido abajo, sepultando el mísero ajuar de sus habitantes y algunos animales, pero sin producir afortunadamente ninguna desgracia personal.
De haber descargado la tormenta de noche, durante el descanso del vecindario, las víctimas habrían sido incalculables.
Desde una prominencia, se ve la vega arrasada totalmente, cubiertos sus sembrados de légamo y agua en una extensión de bastantes kilómetros. La arroyada no ha respetado nada, arrastrando en su corriente impetuosa, que ha marcado su huella a un metro de altura en las fachadas, enormes peñascos del monte, compactas masas de granizo y avalanchas de tierra que bajaban con ruido ensordecedor por las vías que atraviesan el pueblo hasta llegar a la vega convertida en inmenso lodo.
Penetro en las calles, donde centenares de obreros se ocupan en desembrozarlas de un metro de tierra que las cubre, y llego a la plaza de la Constitución, una de las vías más castigadas.
El adoquinado ha desaparecido, así como la improvisada plaza de toros, cuyo maderamen ha sido arrastrado al río.
En el Ayuntamiento saludo a D. Fructuoso Martínez de Velasco, uno de los principales hacendados del pueblo, al alcalde D. Saturnino de las Heras, a D. José de Hita y a D. Domingo Rodelgo, uno de los que mayores pérdidas ha experimentado con la tormenta.
Todos tienen la bondad de acompañarme a comprobar los efectos del agua.
Vistamos una por una las casas que más han sufrido, las viviendas hundidas y las que amenazan hundirse.
Entre estas se halla la finca de los hermanos Casado, donde la noche de la tormenta, penetrando el agua a torrentes por el amplio zaguán, llegó hasta la cueva bodega, inundándola y alcanzando allí las aguas más de siete metros.
El piso cedió por reblandecimiento, reventando las enormes tinajas, donde se almacenaban 3.000 arrobas de vino y otras tantas de aceite.
Los caldos se mezclaron con las aguas, perdiéndose en unos instantes varios miles de duros.
Treinta obreros trabajan en el desagüe incesantemente desde hace tres días en medio del peligro de un derrumbamiento.
En muchas casas han ocurrido casos semejantes, teniendo que salvarse sus moradores subiéndose a los pisos altos o colocándose sobre los muebles que flotaban en las habitaciones.
Otras viviendas, ante el temor de inmediatos hundimientos han sido desalojadas.
La noche de la mayor tormenta, que fue la del 3, arrastró la corriente a varias personas, que fueron salvadas y conducidas al Ayuntamiento, y no pocas caballerías, perros y otros animales domésticos.
Un anciano fue hallado en el campo, donde estuvo toda la noche sumergido hasta el cuello en agua y barro.
Es un mendigo que venía desde Arganda. En grave estado fue conducido al hospital.
La mayoría de los edificios han quedado resentidos, y es imposible desaguarlos por carecerse de medios y brazos suficientes.
Las pérdidas se calculan en más de 600.000 pesetas, y aunque son de lamentar los grandes perjuicios que sufren los propietarios, al fin y al cabo, y así lo reconocen ellos, pueden soportarlos. Lo verdaderamente triste es la situación de la clase proletaria, de los trabajadores del campo, que teniendo ocupadas sus tierras por los esquilmos de judías, de patatas, tomates, etc, principal recolección de la presente época, han perdido todos sus recursos, quedando sumidos en las más espantosa miseria.
Para colmo de males, no ha habido recolección de aceituna, en la que obtenían bastantes beneficios.
Añádase a esto los destrozos que han experimentado sus viviendas y se comprenderá la horrible situación de estos desgraciados jefes de 600 familias, que no tienen pan que llevarse a la boca.
El Ayuntamiento es impotente para remediar tanta desdicha, y ante esta imposibilidad se ve obligado a recurrir a los poderes públicos en demanda de urgentes auxilios.
Propietarios y obreros, victimas todos del desastre que lloran, piden por mi conducto a El Imparcial el apoyo que prestó siempre a los desvalidos.
Mañana irá a Madrid con objeto de visitar al gobernador civil [Santiago Alba] en demanda de auxilio de los fondos para calamidades públicas, una comisión formada por el alcalde D. Saturnino de las Heras, Don Luis Valdivieso y Don Manuel Sánchez.
También visitarán con el mismo objeto al ministro de la gobernación [Bernabé Dávila]. (El Imparcial, 6 de septiembre de 1906).
Crónicas de El Imparcial y EL Liberal sobre la tormenta en Morata de septiembre de 1906
Tras esta importante tormenta, el término municipal de Morata volvió a sufrir en numerosas ocasiones las consecuencias de las lluvias torrenciales. Todavía hay memoria entre los vecinos de los años en que estas tormentas provocaron desbordamientos en el Tajuña que anegaron la vega. Sin embargo, para concluir esta entrega del blog, únicamente citaremos dos de estos episodios. El primero, según La Correspondencia Militar, ocurrió en diciembre de 1916 cuando las fuertes lluvias provocaron un aumento del caudal del Tajuña que amenazaba con desbordarse a su paso por Morata. El 21 de de diciembre, el alcalde de Morata, comunicó al gobernador civil que se había producido un descenso en el nivel del río desapareciendo el temor de desbordamiento. (La Correspondencia Militar, 21 de diciembre de 1916).
Un año después, en 1917, El Liberal informaba de que se había iniciado la temporada de las tormentas otoñales y destacaba:
El granizo ha causado irreparables destrozos en los campos, muy especialmente en Colmenar de Oreja y Morata de Tajuña, donde se han recogido piedras de 250 gramos de peso. (El Liberal, 11 de septiembre de 1917).
*Ángela Potenciano, autora de un Estudio de las inundaciones históricas del río Amarguillo (Toledo), cita las siguientes fechas en las que se produjeron inundaciones y avenidas en el río Tajuña:
1877- Inundaciones registradas en Carabaña, Tielmes, Brihuega, (…) por altas precipitaciones.
1892- Morata de Tajuña, Chinchón, (…) lluvias, tormentas, pedrisco.
1941- Arganda, Titulcia y Tielmes.
1947-Entre el 2 y el 6 de marzo avenidas en los ríos Tajo, Tajuña, Jarama, Henares, Manzanares y Alberche.
1948- Avenidas en el río Tajuña.
1978-En los meses de febrero, marzo, abril y mayo se registraron avenidas en el río Tajuña, aforándose caudales de 35 m3/seg. a su paso por Loranca.
1989- En diciembre se registraron avenidas generalizadas en los ríos Henares, Jarama, Guadarrama, Manzanares, Tajuña, Tiétar y Alagón.
**Carlos Díaz Valero fue un abogado, escritor, político y periodista que tuvo su residencia en Morata entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Fue autor de sainetes, novelas y obras de teatro como Las Maravillas del progreso, La voz de la sangre o Cielo y tierra.
*** Curiosamente estos dos importantes periódicos usaban en sus rotativas el papel procedente de la papelera instalada en el antiguo batán de paños de Morata. Esta papelera, de la que no consta que sufriera daños en esas fechas, fue propiedad de la familia Martínez de Velasco aunque en 1906, el año de la tormenta que reseñamos, ya pertenecía a la familia de José Canalejas, quien fuera presidente del Consejo de Ministros.
Fuentes y bibliografía
- Historia de la villa de Morata de Tajuña. Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.
- Estudio de las inundaciones históricas del río Amarguillo. Potenciano de las Heras, Ángela. Memoria presentada para optar al grado de doctor. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Ciencias Geológicas. Departamento de Geodinámica. Madrid, 2004.
- Periódicos y publicaciones citadas en el texto.
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