Alborotos e incidentes durante el sorteo de quintos
Un vecino de Morata prófugo de la justicia y del ejército durante la I Guerra Carlista
El 31 de diciembre de 2001 se suspendió definitivamente en España el servicio militar obligatorio. Habían pasado más de 200 años desde que en el año 1800 una ordenanza real fijara el reclutamiento obligatorio de soldados. En todos estos años de servicio militar y hasta 1912 funcionó, con distintos reglamentos, un sistema de reclutamiento basado en las denominadas quintas que asignaba, por sorteo, el ingreso en el ejército de, aproximadamente, una quinta parte de los mozos en edad militar de cada municipio.
Este momento de celebración del sorteo de quintas fue aprovechado en numerosas ocasiones para mostrar la oposición a este sistema de reclutamiento que perjudicaba a las clases menos favorecidas frente a las más poderosas económicamente. Los archivos conservan no pocos testimonios de esos actos públicos en que bien los mozos que entraban en sorteo, o bien sus familiares, expresaban su descontento con este sistema de reclutamiento de los nuevos soldados con la organización de motines y alborotos .
En el Archivo de Arganda del Rey se conserva un documento que refleja uno de estos episodios de oposición al servicio militar obligatorio y al sorteo de quintas ocurrido en Morata en el año 1835, justo en el momento en el que España sufría las consecuencias de la I Guerra Carlista. Se trata de una notificación que el Juzgado de primera Instancia de Chinchón* envío a varios municipios de la comarca que formaban parte del partido judicial para que se interesaran por la detención de un vecino de Morata, Luis Gonzalez, como protagonista de un incidente de alteración del orden durante la celebración del sorteo de quintos:
Se recibió de Morata a las 8 de la noche del 27 de julio la orden siguiente:
Don Tomas Torresano, juez de primera instancia y subinspector de policía del Partido de Chinchón, que de ser así el escribano de número da fe:
A los señores alcaldes de las villas al margen, a quien esta requisitoria fuera presentada, hago saber que en este mi juzgado y por la escribanía del infrascripto pende causa criminal sobre los alborotos ocurridos en la villa de Morata en el acto de principiarse el sorteo del reemplazo extraordinario del ejército el día veinte y nueve de noviembre del año próximo pasado. Y habiendo resultado herido en la cabeza Luis González, mozo soltero de dicha vecindad, antes de darle los facultativos por sano, salió de Morata a buscar donde trabajar y no se ha vuelto a saber de su paradero desde el día 18 de mayo del presente año, por cuyo motivo he proveído auto en este día mandando librar la presente por la cual en nombre de dicho (…) mando a las Justicias sujetas a mi jurisdicción y a a las que no lo están exhorto y (...) quiero que practiquen en busca del susodicho Luis González las más activas diligencias, para lo cual la justicia de Morata anotará a esta continuación las señas personales, y caso de ser hallado le remitirán a mi disposición, acreditando por diligencia su resultado (…) porque con hacerlo así administrarán justicia. Dado en Chinchón a 26 de julio de 1836.
(...)
Tomás Torresano.
Previamente a la comunicación del escrito precedente remitido por el Juzgado de Chinchón, el 7 de julio, se había recibido en el Ayuntamiento de Arganda una comunicación del Ayuntamiento de Morata, firmada por el alcalde Gregorio Catalina Becerril, en la que también se interesaba al consistorio argandeño sobre la búsqueda de Luis González a instancias del juzgado de Instrucción de Chinchón:
En día 7 de julio de 1836 se recibió de la Justicia de Morata un exhorto librado por la misma justicia fecha 3 del corriente en busca de Luis González contra quien se sigue causa criminal en el Juzgado de Primera instancia de Chinchón con motivo de las ocurrencias acaecidas en la dicha villa de Morata en el día del sorteo de Quintas celebrado el día 23 de noviembre último, cuyas señas son las siguientes:
Luis González. Edad de 18 a 20 años; altura, regular; delgado; color, muy moreno; ojos, pardos y pequeños; nariz, chata; boca, grande, y labios muy abultados, con una herida, la cicatriz de ella en la cabeza; vestía paño pardo con calzón y chaqueta, (...) calzados los pies con alpargatas, sombrero (…), y todo ello mal apañado.
En este escrito se incluyen las señas personales de Luis Gonzalez, el vecino de Morata prófugo de la justicia por haberse ausentado y haber eludido sus posibles obligaciones militares.
Reclutamiento de 25.000 soldados para el ejercito isabelino en la I Guerra Carlista
Por el contenido del los escritos del juzgado de Chinchón se desprende que los incidentes que, posteriormente, darían lugar a la fuga de Luis González, tuvieron lugar durante el sorteo de quintas que se celebró en Morata el 29 de noviembre de 1834. En esa fecha, cuando ya hacía varios meses que se había iniciado la que se conocería como I Guerra Carlista**, se estaban realizando en los municipios españoles los sorteos para realizar una leva de 25.000 soldados que se incorporarían a las filas del ejercito realista isabelino a lo largo de los siguientes meses.
La legislación que regulaba la incorporación a filas de los vecinos en edad militar de cada municipio fijaba, entre otros aspectos, que los sorteos para determinar quienes eran los designados para convertirse en nuevos soldados se celebraban en cada uno de los municipios a los que se les había asignado el cupo correspondiente en función de su población. En ocasiones, tal como se deduce de los escritos del juzgado de chinchón, podían producirse incidentes para oponerse al reclutamiento de jóvenes para incorporarse al ejército. Eduardo Bustillo García, autor de El reclutamiento de quintas y las protestas sociales en el largo siglo XIX, señala al referirse a la oposición a estos reclutamientos forzosos:
(…) Las protestas sociales que se produjeron contra este sistema de reclutamiento [quintas]se fueron modificando, aunque no abandonaron los rasgos mas característicos del supuestamente extinto Antiguo régimen, pues la espontaneidad sigue predominando y no existe estructura compleja que las constituya y organice. Estas protestas y motines estallan sobre todo a la hora de llevar a cabo el sorteo y nacen principalmente de la conjunción de distintos factores y malestares, además de que los reclutamientos más amplio se producen en tiempos de conflicto interno como las Guerras Carlistas.(....).
De hecho, los problemas que generaba una legislación prácticamente inexistente a la hora de fijar las circunstancias en las que se fijaban los reemplazos de mozos, hacía que las autoridades fueran conscientes de la necesidad de elaborar una nueva legislación, que finalmente se aprobaría en 1837, para evitar problemas y amotinamientos en los pueblos. El procurador Belda señalaba al respecto, según cita de Guillermo Rivilla en su trabajo El fin de los sistemas de reclutamiento del Antiguo Régimen: la ley de 1837:
[Mi propósito] ha sido [...] el que se reclame cuanto antes del Gobierno la ley que él mismo ha indicado sobre que el reemplazo sea anual, y sobre que se remedien cuanto antes las infinitas vejaciones, los extraordinarios perjuicios que produce en los pueblos el monstruosísimo sistema actual. [...]. Indisputablemente el actual sistema de reemplazos causa perjuicios cuya enormidad se concibe con solo enunciarlos, no pudiendo por tanto el Estamento dudar de la necesidad de remediarlos”.
Para entender los problemas que se generaban, que el procurador Belda definía como infinitas vejaciones, no se puede obviar que en la oposición a estos sorteos y a la propia incorporación al ejercito se hallaba la percepción de que se trataba de un sistema injusto que perjudicaba a las clases populares en la misma medida que favorecía a las más poderosas económicamente. En el caso concreto de la I Guerra Carlista, el alistamiento forzoso – aunque también se presentaban soldados voluntarios***- llegó a afectar durante toda la duración del conflicto a 350.000 jóvenes que podían llegar a permanecer en el ejército por un periodo de hasta ocho años. A no ser, claro, que se recurriera a la opción de eludir el ingreso en la milicia mediante el pago de una cantidad determinada que podía llegar hasta los 15.000 reales. Este sistema tan injusto también permitía que un mozo al que le hubiera tocado en el sorteo incorporarse al ejercito podía redimir esta obligación y quedar libre si entregaba al ejercito un caballo en buen servicio y 1,000 reales, según se publicaba en la Gaceta de Madrid el 19 de noviembre de 1835.
En el caso de no poder recurrir al dinero, a quienes querían librarse acudir a la guerra para enfrentarse a las tropas carlistas, les quedaba la opción de evitar el ingreso en el ejército, que les podía acarrear ser culpados de prófugos o, en último caso, desertar una vez enrolado en el mismo. Por las comunicaciones del Juzgado de Chinchón y del propio ayuntamiento de Morata parece que en el caso de Luis González, este vecino de Morata abandonó el pueblo, meses después de los incidentes ocurridos durante el sorteo de quintas, evitando así su incorporación al ejercito con las consecuencias penales de esos mismos hechos denunciados. Desconocemos cual fue el final del procedimiento judicial pero, en caso de ser declarado prófugo, el encausado se enfrentaba a un consejo de guerra y a una pena de cárcel en régimen militar. Por otra parte, los ayuntamientos también se veían directamente implicados cuando algún vecino eludía a su obligación de incorporarse al ejército ya que, según la legislación, eran responsables de buscar un sustituto que cubriera la plaza del prófugo entre los jóvenes exentos de su propio municipio.
*En 1833 Javier de Burgos, político reformista, diseñó un nuevo sistema de organización territorial por el que el territorio nacional se distribuía en 49 provincias. A partir de este nuevo mapa de España, aprobado ya con Isabel II en el poder, también se modificó el sistema judicial con la creación unos meses después, en 1834, de los partidos judiciales, entre los que se encontraba el de Chinchón, encargado del caso de Luis González.
**La I Guerra Carlista se desencadenó en 1833 a raíz de la muerte de Fernando VII y el acceso al trono español como su sucesora de su hija, Isabel II. Carlos María Isidro, hermano del monarca muerto, consideraba que tenía derecho a acceder al trono lo que provocó el inicio del enfrentamiento entre los denominados ejércitos liberales o isabelinos y los carlistas. Además de la cuestión de la sucesión del monarca, en las conocidas como guerras carlistas, más allá de un conflicto dinástico, también se trató de una lucha de ideas entre los tradicionalistas conservadores que apoyaban a Carlos María Isidro y los liberales moderados que apoyaban a Isabel II.
***Un ejemplo de estos voluntarios del ejercito isabelino fue José Hidalgo Tablada, quien con el paso de los años sería alcalde de Morata en dos ocasiones y, a la vez, autor de numerosos trabajos sobre tcultivos agrícolas. Hidalgo Tablada, que se retiraría del ejército con el grado de capitán, inició su carrera militar a los 20 años como voluntario en la I Guerra Carlista y enrolado en el Regimiento de cazadores a caballo de la Guardia Real.
Fuentes y bibliografía:
Archivo de la Ciudad de Arganda. Signatura:010500160090 Fecha:1835-12-3. Notificación de Tomás Torresano, subordinado de policía del partido de Chinchón, para que se detenga a Luís González por los disturbios ocasionados en el sorteo del reemplazo extraordinario de Morata de Tajuña.
Archivo de la Ciudad de Arganda. Signatura:0010500160084 Fecha:1835-12-31. Notificación recibida de la justicia de Morata de Tajuña para que se busque a Luís González por los altercados ocurridos en el sorteo de la quinta.
El reclutamiento de quintas y las protestas sociales en el largo siglo XIX. Muñoz de Bustillo García, Eduardo. Universidad de la Laguna, 2025.
El fin de los sistemas de reclutamiento del Antiguo régimen: la Ley de 1837. Rivilla Marugán, Guillermo. Universidad de Valladolid. En Guerra, derecho y política; aproximaciones a una interacción inevitable./coord. Por Manuela Fernández Rodríguez.
Periódicos y publicaciones citados en el texto.

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