Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba (XI conde de Altamira, señor de Morata 1734-1776)
Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba nació en Madrid en
1731 y se casó con María de la Concepción de Guzmán y Fernández de Córdoba,
madre de su primogénito y heredero Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Guzmán.
Como seguidor de la política de la Casa de Altamira de acrecentar su
presencia en la corte y en cargos ligados a la corona, Ventura compró a
perpetuidad el cargo de Alférez Mayor de Madrid por 30.000 ducados. Esta
compra, realizada en 1759 y refrendada por el Real título emitido el 20 de
julio de ese mismo año, permitió al jefe de la Casa de Altamira participar en
los actos de proclamación de Carlos III en la Plaza Mayor de Madrid. Sus
sucesores en el condado de Altamira ocuparían este cargo honorífico hasta la
abolición del mismo en 1835.
Como poseedor del señorío de Morata existe constancia documental de
sus estancias en su palacio morateño en distintas temporadas del año. En una
entrada del blog ya se publicó y transcribió un documento en el que aparecían
reflejados los gastos ocasionados por la estancia de la familia Osorio Moscoso
en su palacio morateño durante un periodo de unas semanas entre finales de abril
y el 31 de mayo de 1756. En esa estancia en Morata Ventura Osorio de Moscoso
estuvo acompañado de su primo, José de Guzmán y Vélez de Guevara, conde de
Oñate, y su familia, y se generaron unos gastos de 7.223 reales de vellón.
Es en torno a estos años cuando la documentación relacionada con la
Casa de Altamira en Morata es más abundante. En los legajos del Catastro de
Ensenada se refleja como el conde de Altamira cobraba por las alcabalas y otros
derechos señoriales 11.410 reales:
(…) percibiendo el dicho señor
de alcabalas uno y medio por ciento, el de fiel medidor, sacador y cargador, el
de las penas de cámara que se recaudan en la audiencia de esta villa, la
contaduría del número, cuentas y particiones y el oficio de escribano del Ayuntamiento
que por razón de alcabalas uno y medio por ciento cobra dicho señor en cada un
año cuatro mil setecientos y diez reales de vellón. (…) Percibe mil novecientos
reales, anualmente, mitad del arrendamiento de la tienda de mercería y
abacería. En cada libra de carne vendida en la carnicería pública cobra dos
maravedíes, cuyo producto se tiene regulado en cada un año por mil quinientos
reales. Por las ventas sueltas de heredamientos y caballerías no criadas en el pueblo cobra el cinco
por ciento en las que se celebran entre legos. Y el once por ciento cuando son
a favor de persona exenta, cuyo importe regularmente suele ser doscientos
reales anuales por la alcabala del viento, que con los beneficios de fiel
medidor, sacador y cargador están arrendados a Joseph Berenjeno y Joseph
Carrascosa, cobra dicho señor tres mil y cien reales. Por las penas de Cámara
podrá percibir anualmente según dicho juicio setenta reales (…).
Al margen de estos derechos señoriales, el conde de Altamira era
propietario de un molino harinero, del batán de paños, un molino de aceite y
los dos mesones existentes en la villa, que se unían a las 792 fanegas y 8
celemines que poseía repartidas en 328 parcelas en la vega de Morata (31,6 % del
total de las tierras de regadío), y una extensión similar en el llano. Todo
este conjunto de propiedades le convertían, lógicamente en el mayor hacendado
de la villa, con unas rentas estimadas en unos 88.585 reales anuales, cantidad
muy elevada para los ingresos habituales en esa época de una familia común pero
relativamente pequeña en el conjunto del patrimonio de la Casa de Altamira, con
propiedades repartidas por el todo el territorio y que, sólo en la provincia de
Toledo, alcanzaba la cifra de 24.323 fanegas.
La administración de este patrimonio en Morata requería el trabajo de
un administrador, que en estos años, en torno a la mitad del siglo XVIII,
ejercía Diego de Almazán y, posteriormente, Luis Fominaya. El conde de Altamira
se reservaba también el nombramiento de alcalde mayor de Morata. En los años en
que poseyó el señorío Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba, hasta
su muerte en 1776, ocuparon este cargo sucesivamente Fernando Antonio Pariente,
Baltasar de Riera, Diego de Almazán, Joseph de Orozco y Salcedo, Manuel de
Almazán y Alfonso Alejandro Pérez Bolívar.
Ventura Osorio de Moscoso falleció en Madrid el 6 enero de 1776 y le sucedió
en el señorío de Morata su primogénito Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y
Guzmán.
El palacio de la Casa de Altamira, en la calle Flor Alta de Madrid, hacia 1780
Vicente Joaquín Osorio de
Moscoso y Guzmán (XII conde de Altamira, señor de Morata 1776-1816)
Vicente Isabel Osorio de Moscoso nació en Madrid el 10 de enero de
1756 y fue hijo primogénito de Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba
y de María Concepción Guzmán y Fernández de Córdoba. Contrajo matrimonio en 1774
con María Ignacia Álvarez de Toledo, dos años antes de acceder a la jefatura de
la Casa de Altamira tras el fallecimiento de su padre.
Su trayectoria vital está ligada a los reinados de Carlos III y Carlos
IV. El primero lo nombró gobernador del Banco de San Carlos, germen de la
entidad que años después se convertiría en el Banco de España. De hecho,
algunas reuniones del banco se celebraron en dependencias de su grandioso
palacio de la calle Flor Alta. En esta residencia, propiedad de la Casa de
Altamira desde que asumieron el marquesado de Leganés, el padre del XII conde
de Altamira había iniciado unas ambiciosas obras de restauración y mejora, bajo
la dirección del arquitecto Ventura Rodríguez, que culminaron con Vicente
Joaquín.
Al igual que todos sus antepasados ocupó importantes cargos en la
corte, unos por herencia familiar y otros gracias a su cercanía a los monarcas
que estaban al frente de la corona durante sus años de juventud y madurez.
Carlos IV designó a Vicente Joaquín para el cargo de caballerizo mayor que fue
ratificado por Fernando VII. También como otros miembros de la familia fue
alférez mayor de Madrid, alcaide del Buen Retiro, miembro del Consejo de
Castilla y gentilhombre de cámara del rey. A la muerte de su primera mujer se
casó en segundas nupcias con Magdalena Fernández de Córdoba y Ponce de León.
Para su segunda mujer también era su segundo matrimonio, tras un primer enlace
con el conde de Montemar.
Vicente Joaquín Osorio de Moscoso, pintado por Goya. (Coleccción del Banco de España)
Presidente de la Junta Suprema
Central
El inicio de la guerra de la Independencia, ocurrido poco después de
la celebración del segundo matrimonio de Vicente Joaquín Osorio de Moscoso,
significó también para el conde de Altamira el comienzo de un periodo convulso
en su biografía. Participó activamente en los movimientos políticos frente a
Napoleón y llegó a presidente de la Junta Suprema Central que se oponía a los
franceses. Sin embargo, unos meses antes de los sucesos del 2 de mayo que
dieron inicio a la guerra, Vicente Joaquín Osorio de Moscoso fue protagonista
de un acto de concordia con el ejército francés. El conde de Altamira, como
caballerizo mayor, entregó al general francés Murat la espada de Francisco I,
botín de guerra de la batalla de Pavía, que pertenecía al tesoro real. El conde
de Altamira, que llegó incluso a ejercer distintos cargos en el gobierno del
rey José I, rectificó su inicial apoyó a los franceses y se negó en julio de
1808 a ondear el estandarte del rey intruso ante José I, como le correspondía
por su cargo de alférez mayor, alegando una supuesta enfermedad de la que
convalecía en Arévalo. Su oposición a los franceses continúo cuando se integró en la Junta Suprema Central,
que llegó a presidir tras el fallecimiento de Floridablanca. Tras la disolución
de la Junta Suprema Central, en 1810 el conde de Altamira se refugió en la
ciudad de Cádiz.
Ya en enero de 1811, Vicente Joaquín Osorio de Moscoso se adhirió al
decreto de las Cortes de Cádiz por el que declararon la nulidad
de las renuncias hechas en Bayona, no solo por falta de libertad, sino también
por la circunstancia esencialísima de faltarles el consentimiento de la nación,
declararán ahora igualmente nulos
cualesquiera actos, convenios, contratos, transacciones, etc., que hiciere el
rey, ya sea en país enemigo, ya en España; y que no se le reconocerá, ni
prestará obediencia mientras esté rodeado de las bayonetas francesas, o baxo el
influxo directo o indirecto del usurpador [José I], hasta tanto se halle libre
en el seno de sus leales súbditos (…). Ante este decreto, el conde de Altamira
emitió un oficio, que las Cortes aprobaron que se difundiera en la Gaceta de la
Regencia, en el que manifestaba su
adhesión a la determinación del congreso sobre este asunto, y ofreciendo su hacienda y vida…
Y tal como, de alguna forma, ofrecía en este oficio, el conde de
Altamira comprometió su patrimonio e incluso su salud al decantarse por los
ideales que representaban las Cortes de Cádiz ante los franceses y la, cuando
menos confusa, actuación de Fernando VII. Así, esta determinación de Vicente
Joaquín Osorio de Moscoso significó para la Casa de Altamira la confiscación de
todos sus bienes por parte de los franceses y, en cierta forma, el inicio del
declive económico de la familia. Como ya le había sucedido al III marqués de
Leganés, su antepasado en el señorío de Morata, los conflictos políticos y la
toma de partido ante ellos, tuvieron un coste económico para el conde de
Altamira. A ello hubo que sumar la animadversión de Fernando VII, cuando recuperó el trono, frente a la
Casa de Altamira en una actitud muy propia del carácter vengativo y rencoroso
de llamado rey felón, una vez acabada
la guerra de la Independencia
En estos años posteriores a 1814, Vicente Joaquín Osorio de Moscoso,
ya con graves problemas de salud, trató de evitar la ruina económica y la
decadencia de su rico patrimonio, afectado también, a partir de ahora, por los
numerosos pleitos que se plantearon en sus distintos señoríos, abolidos
legalmente por la Constitución de 1812. Los vecinos de sus señoríos recurrieron
a la justicia para reclamar la recuperación de los antiguos derechos señoriales
a favor de los concejos, tal como lo haría el concejo de Morata, y estos
pleitos aumentaron los gastos de una casa ya acuciada por las deudas generadas
por la guerra y la crisis consiguiente.
Estos apuros económicos de la Casa de Altamira obligaron ya en julio de
1814 a convocar una junta de acreedores a
fin de tratar y acordar lo conveniente a sus intereses de relación con la casa
de S. E. Esta junta de acreedores, todavía en vida del XII conde Altamira,
sería uno de tantos intentos por salvar las finanzas de la Casa, algo que no
había de lograr Vicente Joaquín Osorio de Moscoso, fallecido en 1816, que
ocuparía a partir de entonces a su sucesor, Vicente Isabel Osorio de Moscoso, y
que tendría repercusiones en el cuantioso patrimonio de los Altamira en la
villa de Morata.
Bibliografía: Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús
Antonio-Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.
Morata de Tajuña, según el
Catastro de Ensenada-Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.
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