miércoles, 20 de abril de 2016

Ferrocarril del Tajuña, 115 años de la llegada del tren a Morata (I)


En 1864 se plantearon los primeros proyectos que incluían Morata y la vega del Tajuña en un trazado ferroviario

Estas iniciativas  proyectaban líneas hacia Valencia y Castellón y también a Aragón

Este año se cumplen 115 años de la llegada del ferrocarril a Morata: más o menos hacía el mediodía del 21 de julio de 1901 el tren llegaba por primera vez a Morata. Según las crónicas periodísticas de la época, fue un día feliz para el pueblo que veía cumplido un deseo forjado, al menos, desde que en 1887 se creara una comisión municipal para promover la llegada del ferrocarril a la villa. La historia del Ferrocarril del Tajuña –o Madrid a Aragón, a partir de 1919- es un relato lleno de claroscuros, de momentos de euforia por lo que se entendía como un hito para el progreso de toda la comarca, y de periodos de decepciones por la falta de avances en el desarrollo de la línea. La realidad es que el Ferrocarril del Tajuña nació lastrado por la ausencia de un proyecto empresarial claro y por una endémica falta de capital que le diera el impulso definitivo. Los promotores tenían claro que el tren partiría de Madrid -y que llegaría a Morata, Chinchón y Colmenar-, aprovechando la ya existente línea de la capital a Arganda, pero no tanto por dónde continuaría para hacerla rentable y con posibilidades de futuro.
Durante  un largo periodo de años, las empresas implicadas en el proyecto valoraron la posibilidad de llegar a Valencia y, simultáneamente, se trabajaba en un enlace con el Ferrocarril Central de Aragón en la localidad turolense de Caminreal. En esta indefinición, alentada por intereses políticos no siempre claros y favorecida también por la irrupción de empresarios sin escrúpulos, más interesados en hacerse con jugosas subvenciones que en capitanear un proyecto ferroviario viable, el Ferrocarril del Tajuña casi nunca se libró de las dificultades financieras y los errores de trazado que, a la larga, provocaron su desaparición, primero con la suspensión del servicio de viajeros en 1953 y, finalmente con la clausura del tren minero que, desde los años sesenta, prestó servicio entre las canteras de Morata y la fábrica de Valderribas en Vicálvaro.
Hasta que se llegó el momento de su final anunciado, el Ferrocarril del Tajuña se convirtió, al menos durante sus primeros años, en sinónimo de futuro para los pueblos de la comarca; por fin, la ribera del Tajuña podía transportar en un medio competitivo los productos de su vega y de sus tierras de secano al mercado madrileño; las canteras y otras industrias como la Papelera del Tajuña o las aguas de Carabaña estaban mejor comunicadas con su mercado natural y los vecinos contaban con un medio de locomoción con el que sustituir a las viejas diligencias decimonónicas.

En todos estos años, más de cien desde la inauguración de la estación de Morata hasta el cierre definitivo, el tren, sus trabajadores y sus viajeros fueron protagonistas de momentos de optimismo, como los que se producían cada vez que se aprobaban nuevas inversiones y el tren progresaba en su camino hacia el enlace con otras líneas férreas, a los que sucedían situaciones difíciles provocadas por los accidentes ferroviarios, las dificultades económicas que provocaron la quiebra de la primera compañía promotora del ferrocarril o, en fin, los años de la guerra civil, con su trágico peaje de instalaciones derruidas y afectadas por los bombardeos. Otras circunstancias posteriores, -la línea se detuvo en su avance cuando las aguas del embalse de Entrepeñas cubrieron un largo trecho de raíles-significaron el principio del final del Ferrocarril del Tajuña y de su convulsa historia.
Los comienzos de una ilusión
Habría que remontarse a la década de los sesenta del siglo XIX para encontrar las primeras referencias en torno a la posible construcción de un ferrocarril que comunicara a la capital de España con la ribera del Tajuña. Naturalmente esta posibilidad, en una comarca que históricamente había padecido las consecuencias de una deficiente red de transportes por carretera o, para ser más exactos, de caminos de herradura, levantó  las lógicas expectativas entre los habitantes de Morata y los pueblos vecinos.

En estos años, cuando las comunicaciones de Morata con Madrid exigían un largo trayecto por pésimos caminos en los que no faltaban los incidentes provocados por los asaltantes o el peligroso paso por el río Jarama, ya aparecen noticias relacionadas con un prometedor proyecto ferroviario que llevaría locomotoras y vagones junto a las aguas del Tajuña. Estamos en los albores de una revolución de los transportes a la que España ha llegado tarde pero que, ahora, parece que no tiene vuelta atrás. Se anuncian decenas, centenares de líneas por todo el territorio nacional; la mayoría, no dejarán de ser un canto a la utopía y no superarán el paso del proyecto a la realidad; algunos, los que enlazaban las ciudades más pobladas y las regiones más prósperas llegarán a construirse en pocos años; y otros, como el que aquí nos interesa, el Ferrocarril del Tajuña, vivirán un largo y tortuoso proceso que alargará en el tiempo la deseada llegada del tren al sureste de la provincia de Madrid. 
El diario El Lloyd publicó en 1864 la primera referencia a una línea ferrea por Morata

Quizá la primera referencia a la construcción de una línea ferroviaria en el entorno del río Tajuña aparece en 1864. El diario El Lloyd, publicó, a partir del 28 de diciembre, una serie de entregas sobre un proyecto pionero que enlazaría Madrid con Cuenca, Teruel, el Bajo Aragón, Reus y la comarca catalana de El Priorato. Hoy puede sorprender que se planteara una línea ferroviaria con el trazado proyectado por los promotores, Ordónez, Soley y Compañía, en una extensa memoria en la que se incluía este texto:
(…) En la provincia de Madrid, que de propósito hemos dejado para la última, la línea en proyecto habrá de cruzar una extensa y muy poblada comarca que comprende entre otros muchos pueblos los muy importantes de Arganda, Morata, Chinchón y otros, todos los cuales son esencialmente ricos y productores, especialmente en vinos, yeso y piedra de construcción, y Colmenar, que por la buena calidad de sus tierras arcillosas, está dedicado a la alfarería.
Estos pueblos surten al mercado de Madrid, y habrán de dar a nuestra línea un transporte muy considerable, así en mercancías como en movimiento de viajeros, siendo una prueba anticipada de este resultado, lo acaecido con el ferrocarril de Madrid a Zaragoza, pues cuando este no pasaba por Guadalajara, a pesar de que cruzaba por pueblos de menos importancia y riqueza que los mencionados, tenía sin embargo un movimiento de viajeros y mercancías tan notable, que arrojaba un producto kilométrico muy superior a las grandes líneas que desembocan en el Mediterráneo por Alicante y Valencia.
Junto a esta línea, que con un espíritu demasiado optimista se proyectaba como competencia con la que comunicaba Madrid y Barcelona por Zaragoza, otros promotores ferroviarios e incluso algunas ciudades, deseosas de sumarse al progreso que representaba el ferrocarril, también se habían fijado en la comarca del Bajo Tajuña como parte de sus proyectos. También en 1864, el Ayuntamiento de Cuenca proponía entre sus opciones para enlazar con Madrid una línea que pasara por Tarancón, Belinchón, Fuentidueña, Perales, Morata y Arganda. Esta línea, tendría su punto final en Castellón.
La idea de conectar Madrid con el Levante con una línea ferroviaria que atravesara la cuenca del Tajuña será recurrente a lo largo de los años (bien con final en Valencia o en Castellón). En ningún caso llegó a materializarse alguno de los proyectos planteados, pero desde 1864 hasta ¡1921!, no faltaron iniciativas que plantearan esta posibilidad en estos años citados y también en 1911, 1913 y 1918.
Pasarían unos años antes de que volvieran a surgir proyectos de construir un ferrocarril en la comarca de la vega del Tajuña en la provincia de Madrid. El Imparcial anunciaba el 18 de diciembre de 1879 que en el Congreso se había tratado una proposición de ley sobre la construcción de un ferrocarril que, partiendo de Madrid y pasando por Morata y Chinchón, termine en Colmenar de Oreja, del sr. Grajera.
La noticia no concretaba si la línea propuesta tenía continuidad hacia el Levante, como tampoco lo hacía la que, meses después, el 8 de mayo de 1880, publicaba El Liberal en la que el punto final del proyecto planteado finalizaba no en Colmenar de Oreja sino en Villarejo de Salvanés:
Se leyó una proposición de ley del señor Moret  sobre la concesión de un ferrocarril de vía estrecha que partiendo de Madrid pase por Morata de Tajuña y Chinchón y terminando en Villarejo de Salvanés.
En el diario La Época de la misma fecha se aportaban más datos sobre el proyecto que también preveía que la línea finalizara en Colmenar de Oreja:
El señor Moret apoyó, y fue tomada en consideración, la siguiente:
Artículo 1. Se concede la construcción y explotación de un ferrocarril de vía estrecha que partiendo de Madrid y pasando por los términos municipales de Morata y Chinchón, termine en Colmenar de Oreja, al autor del mejor proyecto, tanto desde el punto de vista técnico o científico, como del económico, que lo presente en el ministerio de Fomento en el término de ocho meses, a contar desde la fecha de publicación de esta ley.
Art. 2º. Esta concesión se otorga sin subvención del Estado y por tiempo de 99 años.
Art. 3º. El establecimiento de este ferrocarril lleva consigo la declaración de utilidad pública, el derecho a la expropiación forzosa y el aprovechamiento de los terrenos de dominio público, disfrutando además de todos los privilegios que concede el artículo 31 de la ley de ferrocarriles de 23 de noviembre de 1877.
Art. 4º. Una vez hecha por el Ministerio la declaración por la cual sea el mejor de los proyectos de que habla el artículo 1, su autor realizará la construcción con sujeción al mismo, debiendo quedar terminado a los tres años de hecha aquella declaración.(…).
Como se aprecia, la indefinición e incluso trazados imposibles y antieconómicos marcan estos proyectos. El confusionismo, las propuestas contradictorias e irrealizables no terminan aquí. El Liberal, el 23 de mayo de 1880, publica una noticia sobre una hipotética línea hasta Molina de Aragón ¡y con final en Barcelona!, que entre los trayectos planteados también incluye uno que pasa por Morata y la cuenca del Tajuña:
Persona bien informada nos asegura que todo cuanto se diga del trazado de la línea de Madrid a Barcelona en el trayecto de esta corte a Molina es prematuro, pues el concesionario no tiene todavía juicio exacto del asunto. Puede afirmarse, no obstante, que de los tres proyectos que se ventilan, es el menos probable el que seguiría la línea del Tajo y pasaría por Trillo, en el que habría que construir más de cuarenta túneles e igual número de puentes, y no adelantaría gran cosa el camino.
Los otros dos reúnen las circunstancias apetecibles. El primero de Madrid por Cristo Rivas, Mejorada, Santorcaz, montes de Guadalajara, Valdegrudas, Alcarria de Brihuega, Hontanares, Alaminos, Algora, Anguita, Luzón Maranchón, Ciruelos y Molina. El segundo, de Madrid por Bayona, Morata, Perales, Carabaña, Orusco, Ambite, Loranca, Aranzuque, Armunia, Valfermoso, Tomellosa, Archilla, Brihuega, Masegoso, Inviernas, Sotillo, Luzaga, Luzón, Maranchón, Ciruelos y Molina.
Esta última propuesta, naturalmente con otro concesionario y otro final de trazado, sí que se construiría finalmente, aunque con otro trayecto, pues el Ferrocarril del Tajuña, unas décadas después de publicarse esta noticia, sí que tenía proyectado llegar hasta Molina de Aragón. En cualquier caso, las propuestas que se plantearon en estos años y que tenían más posibilidades de llevarse a término eran las que fijaban el trayecto hasta Colmenar de Oreja pasando por Morata y Chinchón. El 11 de julio de 1880, la Gaceta de los Caminos de Hierro, publicaba una reseña sobre la solicitud de construcción de una línea hasta Colmenar de Oreja:
Vista una instancia de Joaquín Vargas Polidoro, vecino de esta corte, esta Dirección general ha acordado autorizarle para que en término de un año, pueda practicar los estudios de un ferrocarril de vía estrecha que, partiendo de esta capital y pasando por los términos municipales de Vicálvaro, Rivas de Jarama, Arganda, Morata y Chinchón, termine en Colmenar de Oreja; pero entendiéndose que por esta autorización no se le otorga derecho alguno a la concesión de esta línea, ni a indemnización de ningún género; que el peticionario tiene que sujetarse, respecto a indemnización de los perjuicios que puedan causarse en las propiedades,, a lo dispuesto en el art. 57 de la ley de Obras Públicas de 13 de abril de 1877. Madrid, 18 de junio de 1880.
Dos años después, en 1882, una nueva proposición de ley, publicada en el Diario Oficial de Avisos de Madrid el 10 de mayo, de nuevo aprobaba un trayecto ferroviario hasta Morata y Chinchón:
El señor marqués de Sardoal apoya una proposición de ley sobre concesión de un ferrocarril económico, vía estrecha, de Morata a Chinchón. La Cámara la toma en consideración después de manifestar su asentimiento en nombre del gobierno el señor González.
Este trazado de Madrid a Colmenar, pasando por Morata y Chinchón, es el que, seis años después, en 1888, sería finalmente aprobado aunque con otro promotor, Juan Carlos Morillo, que ya contaba con la concesión del ferrocarril de Madrid a Arganda.

Bibliografía
El Ferrocarril del Tajuña y la llegada del tren a Chinchón: 1864-1902. Santiago Rodríguez Guillén. Pagina de Internet..
Periódicos citados en el texto.

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